jueves, 15 de marzo de 2012

LAS TRES GRANDES LUCES"

Por JOHN DEYME DE VILLEDIEU
EL SOL, LA LUNA Y EL MAESTRO DE LA LOGIA


A fin de explicar lo que son las "Tres Grandes Luces", el texto de un ritual da la respuesta siguiente: "La Biblia para dirigir y gobernar nuestra fe, la Escuadra para regular sobre ella nuestras acciones, el Compás para trazar los límites que no debemos transgredir con respecto a ningún hombre, y más particularmente con respecto a ningún Hermano" 3. Es difícil que en tan pocas palabras se pueda rebajar tanto la significación de símbolos tan ricos y de una implicación tan universal. Sin duda se podría intentar, forzando el texto, deducir algunas indicaciones más amplias y más sólidas, pero esto sería una tarea demasiado larga, improbable, y a fin de cuentas nosotros no percibimos en todo esto más que un vago perfume de religiosidad bastante estrecha y lamentablemente moralizante.

Ciertamente nada habría de malo en interpretar en un sentido auténticamente moral, y poco elevado, símbolos cuyo valor expresivo sobrepasa con mucho este punto de vista restringido, pero lo interesante sería hacerlo de una manera clara escogiendo elementos cuya transposición no sea prácticamente imposible, sobre todo en las "instrucciones" masónicas, en las cuales se trata precisamente de trascender la enseñanza exotérica para beneficio de algunos espíritus y en la medida de su exigencia. Por nuestra parte intentaremos recordar algunos de los aspectos más conocidos de estos símbolos que son el Libro, el Compás y la Escuadra, sin olvidar nunca un dato elemental pero importante: en la intención masónica manifestada aquí, y que debería ser portadora de un sentido preciso, los símbolos de que hablamos constituyen un ternario, y por tanto conviene interpretarlos sobre todo a partir de sus relaciones mutuas, que son las que les da la cohesión, y por tanto la unidad.



El Volumen de la Ley Sagrada, nos dice la Convención de Luxemburgo, debería ser un libro cuya "Santidad" fuera aceptada por todos. Se cita, como ejemplos de tal libro, la Biblia, el Corán, el Vêda y los textos de algunas otras tradiciones 4. Ahora bien, estos libros sagrados no son sino la expresión del Verbo divino en lenguaje humano, lenguaje apropiado, en cada caso particular, a la naturaleza y disposiciones del pueblo al cual se dirige. Pero en otros medios tradicionales se cita algunas veces un Libro que es la pura emanación de la Sabiduría divina, un Libro hecho no de materia sino de luz espiritual. Por ejemplo, las tradiciones hebraica, islámica y hindú son bastante explícitas a este respecto. Existe por tanto una Thorah pre existencial, original, que es la "sophia" de la Divinidad, en el seno de la cual ella vive su vida secreta. Esta Thorah divina se distingue entonces de la Thorah escrita, o Pentateuco, y de la Thorah oral que es el comentario de esta última. El Corán y el Vêda son igualmente reconocidos, cada uno en su tradición propia, como la cristalización terrestre de un arquetipo divino, y por tanto sagrado 5. Por todo ello si los libros particulares de las diversas tradiciones representan el Volumen de la Ley Sagrada, éste, gracias al carácter universal que le confiere su apelación, es el símbolo más legítimo del Verbo cuyo Mensaje se expresa tanto en lo que ha sido designado como el Libro del Mundo como el Libro de Vida, que es el modelo de todos los Libros sagrados 6.

El Libro, según Michel Vâlsan, es también un símbolo del Hombre Universal, representando entonces las páginas los diversos grados del Conocimiento 7. Pero se trata, bajo una expresión diferente, de repetir la misma verdad. ¿No es el Hombre Universal idéntico al Verbo 8, y no es también, según el Islam, el prototipo único donde se resume la creación una, "donde se reflejan todas la Cualidades o "relaciones" (nisah) divinas sin confusión ni separación", y que, "desde el punto de vista relativo", se polariza en el Universo múltiple? 9

No podemos insistir aquí sobre el simbolismo del Libro a causa misma de su riqueza y su extensión. En este sentido, el Libro ha sido adoptado a veces para designar el Universo, tal cual la expresión "Liber Mundi" muestra con evidencia. Pero el Mundo, obra de Dios, es también la "sede" y el "espejo". Y este es el motivo de que el Libro, además de ser el soporte y el mensaje del Verbo divino, sea finalmente también su símbolo. Lo que a veces puede molestar en los textos y sus comentarios es que el Libro, según el grado al que se aplica, puede representar ya sea el Verbo en su esencia, ya su Palabra, ya el Universo en tanto que resultado de su condensación. Hay que añadir igualmente que cuando se remonta hacia el Origen las distinciones se difuminan. Así pues, en la tradición hebrea se contempla a la Thorah como tejida con el Nombre de Dios. De hecho, Dios mismo es la Thorah, porque la Thorah, El y su Nombre se confunden 10. En el Islam, la Madre del Libro (umm al-Kitâb), arquetipo eterno del Libro revelado 11, está, se dice, cerca de Dios 12. Y Juan Evangelista va todavía más lejos. "En el principio, dice, era el Verbo, y el Verbo estaba cerca de Dios, y el Verbo era Dios".

Al igual que al principio Dios crea el Cielo y la Tierra, así también en la Logia masónica, y como una señal de la apertura de los "trabajos", el Volumen de la Ley Sagrada parece liberar de entre sus páginas a la pareja formada por el Compás y la Escuadra. Estos dos instrumentos, presentes también en numerosas tradiciones, asumen, gracias a su encuentro, algunos valores particularmente significativos que permiten presentir el misterio. Al igual que en todo simbolismo donde intervienen dos términos complementarios, estos valores toman una apariencia contradictoria, cuando en realidad ellos están hechos para unirse. Se lo constata ya a través de las implicaciones geométricas, de donde, por otra parte, se pasa fácilmente a las de la cosmología. Con el fin de cumplir su papel, el Compás ha de ser móvil. Como la Esfera y el Círculo, como el Cielo, el Compás posee un carácter dinámico, activo. La Escuadra, cuando se la utiliza, debe estar fija. Como el Cubo y el Cuadrado, como la Tierra, modelos de estabilidad, la Escuadra posee un carácter estático, pasivo, receptivo. El primer instrumento se mantiene verticalmente con respecto al plano donde se aplica, el segundo, horizontalmente. El uno es pues masculino y el otro femenino, o, para utilizar expresiones taoístas de alcance más universal, el uno es yang y el otro yin. Nada sorprendente entonces que se recubran mutuamente, se entrecrucen y se entrelacen de acuerdo con los Grados o con los Ritos.

Extendámonos un poco ahora sobre el simbolismo del Compás. Este término viene del verbo "acompasar", que significa "medir". Se trata, antes de nada, de un instrumento de medida. En el Compañerazgo se le denomina la "Herramienta del Señor", lo cual es una imagen de las más justas. Por otra parte existe un grabado de William Blake que representa, sobre un fondo celeste, al "Anciano de los Días" en el momento de trazar "el primer círculo de la Tierra" 13, y resulta difícil no identificarlo con lo que la Masonería designa como el Gran Arquitecto del Universo. Se puede observar, en lo que parece ser una esfera luminosa, a un hombre de apariencia anciana inclinado con un compás abierto en la mano para medir o trazar alguna cosa que no es visible en el grabado. Se trata, pensamos, del Ser universal: éste, a partir del Orbe solar que lo simboliza, obliga a la Actividad celeste a medir, en la Receptividad terrestre, la parte susceptible de responderle. Para la obra cósmica de que se trata no se podía escoger mejor instrumento simbólico que el Compás, puesto que, como se dice, él permite realizar todas las operaciones. Es la Herramienta de la Sabiduría divina tomando las medidas del Mundo. Si dibuja un círculo, es, como se dijo más arriba, "para trazar los límites" que no se deben "transgredir", pero estos límites son de orden moral sólo en una acepción muy restringida, y aquí conviene extender considerablemente la significación observando los límites gigantescos de las posibilidades terrestres que el Acto divino, tras haberlos señalado, no podría franquear sin sobrepasar las rigurosas ordenanzas de sus propios designios. En fin, son las curvas trazadas por el Compás las que lo convierten en símbolo del Cielo, cuya imagen conocida es el Círculo o la Esfera, y si el Compás circunscribe áreas es porque en primer lugar las determina, como el Cielo determina de antemano, dentro de su campo limitado, la evolución y el acontecer cronológico de la Tierra.

En lo que respecta a la Escuadra, el ritual nos proporciona todavía indicaciones muy interesantes. Como en todo lo que antecede, hemos querido verificarlas a la luz de los comentarios específicamente masónicos. Pero lo que hemos encontrado era muy aproximativo, incluso nebuloso, de ahí nuestra relativa perplejidad cuando no hallamos, entre tantas opiniones autorizadas, ninguna clara confirmación sobre aquello que parecería a todas luces evidente 14. Hemos visto asociar la Escuadra a la equidad, a la justicia, a la rectitud, al equilibrio, e incluso, no faltaba más, a la tolerancia. Ahora bien, esto no son más que alineamientos de palabras, sin pretensión alguna de relacionarlas con la coherencia propia de la inteligencia del ritual 15. De todo esto, repetimos, no sacamos más que una impresión moralizadora sin mayor importancia. En otro registro se nos enseña que la Escuadra sirve para trazar rectas perpendiculares así como cuadrados. ¿Se trata de algo que se nos dice de pasada? No estamos seguros. Es indudable que si el Cuadrado simboliza la Tierra podría pensarse que la Escuadra es también el símbolo de ésta. ¿Pero por qué entonces algunos Masones rechazan afirmarlo con claridad? 16.



Nos parece que no sería muy difícil poner un poco de orden en este caos. Digamos, en primer lugar, que según René Guénon existe en la Masonería más de una manera de comprender la Escuadra. Por ejemplo, ella aparece en el collar del Venerable Maestro de la Logia, y, "debido a que está formada por dos brazos rectangulares, se la puede considerar como la reunión de la horizontal y la vertical, que, en uno de sus sentidos, corresponden respectivamente (...) a la Tierra y al Cielo" 17. Este aspecto no concierne a nuestro estudio y no podemos detenernos en él, pero es útil señalarlo de pasada, para distinguirlo netamente del que nos interesa aquí: aquel en que, como hemos visto, la Escuadra se asocia al Compás en una relación de perfecta complementariedad 18. Así pues, sabiendo ya que el Compás designa el Cielo, no resulta muy difícil admitir que la Escuadra designe a su vez la Tierra. Por otro lado, como es muy frecuente, la etimología viene a confirmar lo que nos sugiere el simbolismo. Los términos "escuadra" y "cuadrado" pertenecen a una misma familia lingüística cuya significación general es la de "cuaternario" 19. Por lo tanto, puesto que el Cuadrado designa a la Tierra, nada hay de sorprendente en que la Tierra sea igualmente simbolizada por la Escuadra. Tal es el caso en otras tradiciones, como por ejemplo la extremo-oriental, en donde la Escuadra y el Compás son los símbolos respectivos de la Tierra y el Cielo 20.

Para concluir estas consideraciones sobre la Escuadra y el Compás, sería interesante observar que estos dos "útiles" masónicos, en sus entrecruzamientos, delimitan siempre entre sí un "cuadrilátero". A este respecto, toda la Manifestación, sellada por el "Cuaternario", se encuentra comprendida entre la Tierra y el Cielo 21. ¿No vuelve esto a confirmar, por si aún fuera necesario, la legitimidad de las diversas consideraciones anteriores? En perfecta conformidad con lo que sabemos del simbolismo constructivo, en el contexto masónico la Escuadra y el Compás parecen corresponder perfectamente con esos dos principios fundamentales que en el dominio cosmológico representan la Tierra y el Cielo, y que son designados con frecuencia como los dos Polos de nuestro Mundo manifestado.

Pensamos que lo dicho hasta aquí permite establecer algunos puntos esenciales. El Volumen de la Ley Sagrada, el Compás y la Escuadra representan, en el Oriente de la Logia, un ternario que hemos interpretado en el sentido de un primer principio del que derivan dos términos complementarios 22. Si nos situamos en el punto de vista metafísico, o más exactamente ontológico, que es el que nos parece el único admisible en el caso presente, se trata del Ser universal cuya polarización tiene por resultado la Esencia y la Substancia, Polos respectivamente activo y pasivo de la Manifestación, aunque ellos mismos no están manifestados 23. Tal interpretación procede del hecho de que se trata no solamente de un grupo que una intención ritual ha constituido deliberadamente bajo la apelación de "Tres Grandes Luces" 24, sino de tres elementos colocados en el instante mismo de abrirse la Logia, constituyendo ésta una imagen del cosmos y un "lugar esclarecido", como la Manifestación universal es luz con respecto a las tinieblas de lo No manifestado.

Las "Tres Grandes Luces" designan todavía otro ternario que no nos parece que conlleve aplicación alguna en la apertura de la Logia tal y como la consideramos en este momento, pero que creemos que no es posible pasar por alto: en efecto, conviene señalar netamente la diferencia que lo separa del ternario del que venimos hablando.

Se dice que las "Tres Grandes Luces" estaban representadas antiguamente, sobre todo en la Masonería inglesa 25, por el Sol, la Luna y el Maestro de la Logia. Este ternario, por su forma misma, difiere algo de aquel al que nos hemos referido anteriormente: posee un carácter menos universal, encontrándosele a veces designado como las "Tres Pequeñas Luces" 26. Al contrario del que hemos estudiado, él se encuentra formado "por dos términos complementarios y por su producto o resultante" 27. Así, en la Gran Tríada extremo-oriental, el Cielo y la Tierra tienen por resultante el Hombre que, una vez establecido en el Invariable Medio, desempeña entre ambos el papel de mediador 28. Al igual que el Cielo y la Tierra, "el sol y la luna, en casi todas las tradiciones, simbolizan también respectivamente el principio masculino y el principio femenino de la manifestación universal" 29. El Maestro de la Logia mora entre el Sol y la Luna porque, teóricamente al menos, ha sabido realizar el equilibrio de estos dos principios o, lo que es igual, armonizar en sí mismo el yang y el yin. Esta posición corresponde a aquella que en el Taoísmo ocupa el Hombre Verdadero: su residencia en el Invariable Medio lo convierte en el mediador de su estado particular de existencia. Sin embargo, existe una gran diferencia entre un Venerable ordinario y aquello que, hablando con propiedad, representa un Hombre Verdadero, y más aún todavía un Hombre Trascendente, que es el Mediador de todos los estados de existencia y que en el Islam se corresponde con el Hombre Universal, citado más arriba.

En lo que se refiere a las "Tres Grandes Luces", se entenderá entonces porque hemos escogido hablar más bien del Volumen de la Ley Sagrada, el Compás y la Escuadra 30: no sólo su situación en el Oriente de la Logia masónica evoca implícitamente el nacimiento del Día, sino que su colocación tiene lugar durante la apertura de los "trabajos", y en la Logia, siendo una imagen bien conocida del cosmos, los "trabajos" que se desarrollan dentro de ella aparecen a este respecto evidentemente como los que acompasan la actividad de la Existencia universal. Por todo ello se entiende sin dificultad que el Volumen de la Ley Sagrada, el Compás y la Escuadra se encuentren dispuestos por el ritual de tal forma que dejen entender claramente que ellos representan, como por otro lado lo justifica su propio nivel simbólico, los tres principios radiantes cuyo desplegamiento es también el de la Manifestación entera 31.

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