sábado, 14 de enero de 2017

MISRAIM MENFIS : SECRETOS DE LA MASONERÍA EGIPCIA

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MISRAIM MENFIS : SECRETOS DE LA MASONERÍA EGIPCIA

Vicente Alcoseri

La Masonería toma de la antigüa Egipcia esotérica muchos de sus misterios. Sus orígenes egipcios fueron objeto de muchos intereses y de mucha literatura durante el siglo XVIII europeo.
El genial compositor Masón Wolfgang Amadeus Mozart se inspira en una iniciación del rito egipcio para la composición de una de sus más belles obras: la «Flauta Mágica». El éxito de la opera de Mozart hizo conocer a la Masonería europea la tesis de los orígenes egipcios sostenidos por el Baron Ignaz von Born, consejero del Rey Joseph II de Austria, Venerable de la logia de Viena donde fue iniciado Mozart -A partir de 1.801, asistimos a la creación de ritos que se reclaman de la tradición egipcia. Algunas logias se constituyen con el propósito de perpetuar las iniciaciones egipcias antiguas. El rito de los «perfectos iniciados de Egipto, o rito de Misraim», creado en 1.788 en Venecia (Italia), tenía su filiación de Cagliostro quien habría acordado una patente de constitución a un grupo de Socisienos (secta Protestante) italianos. Fue introducido en Francia por unos Masones que habían participado en la campaña de Egipto con Napoleón.

En 1.810, los tres hermanos Michel, Marc y Joseph Bedarride fundaron la obediencia francesa de Misraim, del cual habían recibido los poderes en Nápoles (Italia) de manos del Gran Comendador De Lassalle. Para aferrarse a la tradición, sus promotores hicieron nacer históricamente ese rito de Misraim, primer Rey mitologico de Egipto - Samuel Honis y Marconis de Nègre constituyen en 1.815 el Rito de Memphis a Montauban (Francia), donde los fundadores habrían sido supuestamente unos Caballeros Templarios dirigidos por un egipcio de nombre Ormus, sacerdote de Memphis, convertido al Cristianismo por San Marco. Organizado por Garibaldi, quien fue su primer Gran Maestre, la fusión de los ritos de Memphis y de Misraim se opera en 1.881.
Fueron asociados a estas dos obediencias los grados iniciáticos que venían de las antiguas obediencias esotéricas del siglo XVIII: «el rito de los Philadelphes», «el rito de los Hermanos Africanos», «el rito Hermético», «el rito de los Philalethes» y «el rito Primitivo», fundado en 1.780 en Narbonne (Francia) por el Marques de Chefdebien. El rito de Memphis resurgió en 1.947 bajo la forma del «Rito Oriental Antiguo y Primitivo de Memphis» que se afirma como una síntesis de todos los ritos filosóficos, herméticos y alquimistas, ubicando su orígen en el rito primitivo de los Philalethes. Los ritos egipcios antiguos fusionaron en 1.959 en un «Supremo Consejo de las Ordenes Masonicas de Memphis y de Misraim Reunidos»; se volvieron en 1.963 el «Rito Antiguo y Primitivo de Memphis Misraim» -
Ciertos ritos Masónicos reconocen la necesidad de las formas cultuales (religiosas) en las cuales ellas no parten del culto para llegar a la tradición; sino al contrario, parten de la tradición para definir un culto. Estos ritos toman sus fuentes de las teorías de Emmanuel de Swedenborg (1.733), cuya enseñanza fue seguida en Suecia, en Inglaterra y en Alemania.

La influencia de Swedenborg sobre la Francmasonería se ejerce por intermedio de Martinès de Pasqually quien forma la doctrina de la «reintegración» - La organización y la práctica de este culto, verdadera “teurgia” , llamada «Rito de los Elegidos Cohens» fue constituída en 1.754 en el sur de Francia; se desarrolla en Paris en 1.767. El ritual de esta doctrina consistía en unos cultos mágicos extraños; su finalidad era de entreabrir un instante el velo al otro mundo: las puertas de la «Jerusalen celeste», la fabulosa ciudad de la beatitud -
A la muerte de Martinès de Pasqually, su enseñanza se divide en 2 ramas: la una, dirigida por Willermoz, quien tuvo la intuición de que la orden Masónica contenía unos valores espirituales que unían el esoterismo tradicional: aquel de un Cristianismo esotérico, donde las prácticas ocultas están en primer plano y donde los adeptos luchan contra el materialismo y la filosofía racional.
La otra rama, dirigida por Louis Claude de Saint Martin, conocida a partir de 1.775 bajo el seudónimo del «Filosofo Desconocido», desarrolla una doctrina de alta mística y de análisis metafísico. Según Saint Martin, no es útil ni iglesia, ni culto, ni rito. El espíritu del hombre es el único y verdadero templo (*43). Un siglo más tarde (1.888), Papus (Doctor Gerard Encausse), renueva la doctrina de Saint Martin, creando «la Orden Martinista». Alrededor de Papus, se reunía un consejo de ocultistos parisinos, renovador del «ocultismo» que entendía orientar el Martinismo hacia este movimiento mundial -----
↔ El Ojo de Horus y la Masonería ↔


SECRETOS TEMPLARIOS
Aparte de los secretos templarios, son los misterios egipcios otro de los fundamentos remotos que constituyen a la masonería. Son muchos los elementos conceptuales, rituales y simbólicos de la Orden de la rama del manzano en los que trasluce él vinculo con la grandiosa civilización Egipcia. Figura en primer lugar la esfinge símbolo del secreto y por tanto de la esencia misma del esoterismo masónico. Junto a ella esta la figura del triangulo y el ojo de Horus, que tanta importancia cobra en el simbolismo masónico y que, entre otras cosas, viene a ser la representación esquemática de la pirámide, imagen del espíritu humano que se proyecta hacia lo alto para tocar el cielo infinito. Egipto fue la cuna misma de la geometría y del arte de la construcción. Lo que es tanto como decir que es la cuna de la masonería.
De Egipto derivan, las ciencias y los misterios del antiguo mundo, descansando la sabiduría egipcia en esa fusión de geometría y albañilería operativa que hizo posibles las grandiosas construcciones que son las pirámides y los templos; dicha fusión de ciencia y el arte se constituiría posteriormente en la tradición masónica. -----
-------- Nacimiento de los altos-grados masónicos -
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------ El origen exacto de los altos grados masónicos, fue fijado por cierto sobre el XVIII ° el siglo en la estela de la Francmasonería especulativa, pero se relacionan con corrientes mucho más antiguas. Si la mirada esotérica que interrogaba los misterios del alma y del destino más allá de las verdades religiosas oficiales siempre existió, no es indiferente recordar que en Occidente verdaderamente se se desarrolla sólo con Humanismo del Renacimiento.
Así como lo dijimos en el capítulo sobre la filosofía del rito, es en los primeros años del XVI ° el siglo, que se forman en Italia luego, en Inglaterra y en Francia de los círculos que estudian los neoplatónicos, el Hermetismo, la Cábala o todavía la Religión de los egipcios y los cultos a misterios. Por su relativismo, su interés para otras formas de espiritualidad y su confianza en la riqueza insondable del hombre, esta búsqueda verdaderamente iniciática parece inseparable de una perspectiva Humanista.
También, cuando el clima y la coyuntura política no permiten más la expresión libre, estos círculos, que hay que cualificar bien iniciáticos, se refugian en el secreto. Después del Hermetismo del Renacimiento, otro ciclo se desarrolla al XVII ° el siglo con gesto de la Rosa-cruz que a partir de Alemania tocará Francia e Inglaterra, también encontrando un resultado en los Altos Grados masónicos tal como el Societas Rosicrucian in Anglia (SRIA). Al principio del XVIII ° el siglo el Franco-masonería naciente ofrecía a estas corrientes una estructura particularmente bien adaptada.
La creación de las alturas-grados es sólo una postura en forma masónica de la enseñanza y de las prácticas de estos círculos iniciáticos que sobrevivían más o menos subterraneamente desde hace varios siglos. El ambiente liberal de las Luces permitirá una difusión fuerte de la Francmasonería y en su estela una multiplicación y un atragantamiento verdadero de las alturas-grados.
Pero este atragantamiento se acompañó de una confusión indiscutible. También, en el último tercio del XVIII ° el siglo, una preocupación de clarificación conduce a organizar los Altos Grados en ritos que presentan un cierto número de carácteres limpios y una escala específica de grados: rito de Perfección a finales de los años 1760 (hecho en 1804 el Rito escocés Antiguo y aceptado),
Rito escocés Rectificado en 1782 y Rito francés en 1784. La constitución de estos ritos miran en orden la mayoría de los Altos Grados entonces practicados. Hacia el fin del XVIII ° siglo apareció un personaje extraordinario, Cagliostro (Guiseppe Balsamo 1743-1795). Es en el curso del año 1781 que verdaderamente estuvo constituida la nueva forma de masonería iniciática o hermética que reveló en el mundo masónico fundándolo sobre Egipto mítico.
Hay que reconocer bien que su trabajo importante de postura en forma ritual, su dimensión estética y la intención global de este paso iniciático pudo insuflar entre muchos masones un deseo duradero de hacer más profundizar en este aspecto de la tradición. Por cierto, las prácticas del grado de Maestro, buscando el acuerdo de los ángeles a través de un niño presente en el templo nos reenvían siglos para atrás, en los templos de la antigüedad donde los oráculos fueron a veces pronunciados por niños o jóvenes chicas inspirados. Sergio Caillet en su obra Arcanos y rituales de la masonería egipcia indica una pista en cuanto a este origen que nos conduciría a los Iluminados de Berlín-Aviñón y a sus "palabra santa”.
Pero la voluntad de acudir en el trayecto masónico a este tipo de oráculo puede hoy parecernos un poco sorprendente en su forma. El número de grados practicados entonces era muy variable según los ritos. Precisemos que el número de grados (33°, 95°, etc.) Incluye siempre los tres primeros grados (Aprendiz, Compañero y Maestro).--
Ritos de Memphis y de Misraïm
-- Cuando hablamos aquí de Altos Grados, se trata pues de los que se colocan después de estos tres primeros. Tomemos algunos ejemplos antes de ir más lejos. El Rito de los iniciados perfectos de Egipto, compuesto en Lyon en 1785 probablemente a partir de Crata Repoa, cuenta siete grados (Maestro perfecto, elegido perfecto, a menor arquitecto, perfecto iniciado por Egipto). El Rito de Sophisiens, (París, 1801) cuenta tres clases (aspirantes, iniciados, miembros de los grandes misterios).
Hay que esperar 1811 para que Misraïm aparezca y 1838 para Memphis. Si no entramos en las cuestiones de personas e intereses temporales, podríamos decir que estos ritos se desarrollaron probablemente para reunir un conjunto de grados o de pequeños sistemas masónicos a connotaciones fuertes y esotéricas que no habían sido tomados en consideración en las reformas precedentes.
Ya « hasta 1881, los Ritos de Memphis y de Misraïm van a caminar avanzar paralelamente y de concierto, en el mismo clima muy particular; en efecto, estos Ritos comienzan a reunir en pertenencia doble a los masones del Gran Oriente de Francia y del Rito escocés Antiguo y aceptado al que interesan los estudios que se apoyan en el esoterismo de la simbología masónica, la gnosis, la cábala, incluso el hermetismo y el ocultismo.
Entonces estos dos Ritos son los herederos y los depositarios de las Obediencias viejas y iniciáticas del XVIII ° el siglo. Así los 95 grados del Rito de Memphis-Misraïm deben estar considerados como un deambulatorio, donde reposan los viejos grados masónicos que no son practicados más o apenas, y no como una escala de valor -Con una escala impresionante de 90 grados, Misraïm pues hizo sitio a muchos grados olvidados por otros ritos. Verdaderamente implantado en París en 1814, el rito egipcio (Misraïm quiere decir Egipto en hebreo) conocido una vida llena de agitaciones, de escisiones y de rebotes a lo largo del XIX ° el siglo.
Memphis siguió este ejemplo en 1849 con 92 grados. Pero no hay que creer sobre todo que todos estos grados fueron practicados. En efecto, algunos también no existían como a través de su denominación y los signos y palabras de paso. Pero ningún ritual existía, ni hasta de ahondamiento particular. Estos grados fueron dados por comunicación, es decir simplemente conferidos, pero en general solemnemente en el momento de una ceremonia corta.
El hermano fue invitado luego a hacer más profundo su reflexión sobre el nombre del grado que se acababa de comunicarle y que se le había dado las llaves (bajo la forma de las palabras, los signos y los toques). Entre estos grados múltiples, sólo algunos unos poseían una verdadera rituélie de iniciación y entre ellos todavía ellos todos no fueron practicados.
La razón para la cual no eran él a menudo se explica de dos modos. En primer lugar, imaginamos difícilmente el tiempo que sería necesario para practicar regularmente y simultáneamente los Altos Grados diversos continuando la vida masónica clásica en la logia azul al grado de Aprendiz. Más todos los grados no fueron considerados como los que como tenían una importancia equivalente.
Esto explica pues la diferencia en el curso de la historia en el número de grados según las Obediencias y sus dirigentes. También hay que precisar que denominación de los grados estrictamente estuvieron establecidas, lo que explica que nombres a veces diferentes se aplican el mismo grado. Si Memphis-Misraïm reivindicó 95, Robert Ambelain reconoce que los únicos obligatorios eran para él « IX ° grado (Maître-Elu de los nueve), XVIII ° grado (Caballero Rosa-cruz), XXX ° (Caballero Kadosh), XXXII ° grado (Príncipe del Real - Secreto), XXXIII ° grado (Soberano Gran Inspector General). » (♥) los 66 °, 90 °, 95 ° siendo conferidos sólo sobre título honorífico que a viejos masones.
Es interesante precisar aquí que en esta escala de Memphis-Misraïm generalmente utilizada hoy, los 33 primeros grados son idénticos a los practicados por el Rito escocés Antiguo y aceptado. Sería demasiado largo de explicar aquí las razones múltiples que condujeron a este estado de hecho, pero emana de eso pues que las especificidades de los ritos egipcios aparecen teóricamente en este sistema sólo después del 33 ° grado. ----------
Sublime Maestro de Gran OBRA Masónica -------
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----- En las escalas de grados han sido contempladas según varios puntos de vista. No olvidemos que este número de 95 grados es una construcción, con el mismo título que lo fueron sistema a 7, 33 o 90 grados. La justificación de uno respecto a otro es excesivamente delicada y sea mucho más probable que cada uno de los sistemas justificó a menudo su propia escala a posteriori. Él posiblemente que interesa de recordar que el Rito Antiguo y primitivo de Inglaterra (1881) utilizaba el sistema de 33 grados definido por Yarker en Constitución, Estatuas, Ceremonials e History of the Ancient y Primitivo Rito of Masonry publicado en Londres en 1875.
El antico y el primitivo rito oriental di Memphis de palermo fundada en 1921 por R.G. MacBean también repite esta estructura en 33 grados. Así como lo dice Sergio Caillet en su obra: « Así como Teodoro Reuss en Alemania, como McBean en Italia, Papus, Téder, Bricaud, Chevillon y Dupont utilizaron la nomenclatura levantada por Juan Yarker, y practicaron los grados según sus rituales. » ($) estuvo de allí también para los Sumos Santuarios y extranjeros españoles (Villarino del Villar), italiano (Eduardo Frosini), alemán (Teodoro Reuss) así como Rudolf Steiner. Pero de la misma manera que en el sistema a 95 grados, los 33 grados no fueron transmitidos bajo la forma de una iniciación ritual. Sólo fueron conferidos entonces el XI ° (Caballero Rosa-cruz), XVIII ° (Caballero Kadosch), XXI ° (Patriarca Gran Instalador), XXII ° (Patriarca Gran Consagrador), XXX ° (Sublime Maestro de Gran OBRA).
Hay que esperar 1934 y el convento de Bruselas para que la corriente de Memphis- Misraïm de esta época opte por un sistema que comprenda 90 grados de instrucción y 9 grados administrativos, el 99 ° siendo el Gran hiérophante invisible. Al anotar el ritual del 66 ° grado (Patriarca Gran Consécrateur - 22 ° de la escala de Yarker) que planteó numerosos problemas de interpretación, tanto el texto se inspira en rituales de la Iglesia Romana. Sin embargo cada Santuario Sumo desarrolló, según las filiaciones, documentos y conocimientos que eran las Sienas, tal o tal aspecto iniciático de esta tradición. Así como lo vimos, una parte de los dignatarios del Rito reunieron el Gran Oriente detrás del hermano Ragon, Joly y Gaborria; un otro que forma el rito de Memphis en 1839.
A ejemplo de sus predecesores del Renacimiento, el empeño de algunos de estos miembros como Morrison de Greenfield, Pierre-José Briot o... Garibaldi para los valores Humanistas de Libertad, de Igualdad y de Fraternidad contribuyeron a sus altercados con la policía y causaron su interdicción frecuente. Paralelamente fue siempre una encrucijada donde se reencontraron los Francos-masones interesados en los estudios esotéricos y la búsqueda iniciática. Así como lo explicamos en el primer capítulo de esta obra, el Hermano Marconis de Negre, Gran Hiérophante du Rite de Memphis une a éste con Gran Oriente de Francia en 1862.
El Rito egipcio y el Gran Oriente de Francia Aunque categóricamente el Gran Oriente de Francia siempre tuvo en cuenta sus derechos sobre el Rito egipcio, particularmente por la presencia permanente de una sección de Memphis-Misraïm en el seno del Gran Colegio de los Ritos, su práctica había caído en desuso de hecho al fin del XIX ° el siglo hasta su despertar en 1999.
Fiel en esto a la tradición original del rito, las logias de Memphis-Misraïm que reunieron el Gran Oriente de Francia querían a la vez trabajar las especificidades iniciáticas del rito y promover los valores Humanistas de Libertad, de Igualdad y de Fraternidad, muy común de la tradición masónica francesa.
Entonces varios hermanos de esta Obediencia ya eran poseedores de la autoridad y de la filiación auténtica necesaria para el despertar de los Altos Grados específicamente egipcios cuando las condiciones de seriedad y de estabilidad serían reunidas. La Gran Orden egipcia -
Santuario Sumo del Rito de Memphis-Misraïm empezó pues a partir de los principios del año 2000 hasta 2008 sus trabajos de reactivación progresiva de los grados superiores de los que los miembros fundadores eran los depositarios. Dirigiéndose exclusivamente a los Hermanos del Gran Oriente de Francia sus principios fundamentales son pues los mismos que éste. Entonces hay que reconocer bien que esta reactivación no llegó a su término en cuanto a la restitución de los ritos importantes los que vamos a dar una idea más bajo. La falta de honradez y el oportunismo de algunos, empujaron a los hermanos que trabajaban en los ritos y eran poseedores de esta transmisión, que lo interrumpen en el seno del GODF después del Grado de Filósofo Hermético.
Para poner termino a estas "recuperaciones", decidieron ofrecerles este sistema notable de grados hermeticos, esta vez en su totalidad, a los masones de toda Obediencia. Esto fue hecho a través de los Altos-grados Hermétistas de la FrancMasoneria, al funcionar solamente estructura del 4 ° al 33 °. Así como acabamos de verlo, una de las características del Rito egipcio es haber sido, a partir de un patrimonio único simbólico y ritual, organizado con modalidades diferentes según los lugares y las épocas.
Aunque depositario de la integridad del patrimonio simbólico y el ritual del rito de Memphis-Misraïm, la elección fue practicarlo y librar la enseñanza según las modalidades definidas en 1862, es decir en el marco de una escala de 33 grados que es interesante precisar aquí. 4. Maestro Discreto 5. Maestro Sublime Maestro de los Ángulos 6. Caballero del Arco Sagrado 7. Caballero de la Bóveda Secreta 8. Caballero de la Espada 9. Caballero de Jerusalén 10. Caballero de Oriente 11. Caballero Rosa-cruz 12. Caballero del Águila Roja 13. Caballero del Templo 14. Caballero del Tabernáculo 15. Caballero de la Serpiente 16. Sabio de la Verdad 17. Filósofo 18 Hermético. Caballero Kadosh 19. Caballero de Real Misterio 20. Gran Inspector 21. Patriarca Gran Instalador 22. Patriarca Gran Consagrador 23. Patriarca Gran Eulogiste 24. Patriarca de la Verdad 25. Patriarca del Planispheres 26. Patriarca de los Védas Sagrados 27. Maestro egipcio - Patriarca de Isis 28. Patriarca de Memphis 29. Patriarca de la Ciudad Mística 30. Sublime Maestro de la Gran Obra 31. Gran Defensor del Rito 32. Príncipe de Memphis 33. Patriarca Gran conservador (A A ) El funcionamiento tiene un cierto número de puntos comúnes con rito francés. No existe por ejemplo separación entre los grados, como esto es el caso en el Rito escocés Antiguo y aceptado, así como en los Altos Grados tales, como fueron definidos y colocados por Robert Ambelain.
En estos sistemas, cada clase es administrada por un Colegio de Oficiales y funciona de modo casi autónomo con relación a los otros que pertenecen a la misma estructura. Entonces, en el Rito francés como en el sistema egipcio del que hablamos aquí, un solo Colegio de Oficiales trabaja y administra los grados del IV ° al XXX °. Concretamente, funciona de la misma manera que las Logias azules que administran los tres primeros grados Aprendiz, Compañero y Maestro que trabaja en tal o tal grado cuando esto es necesario. No obstante, aunque los Colegios egipcios les administran los grados del 4 ° al 30 °, es la Academia egipcia que reúne los 31 ° y 32 ° grados.
El Sumo Santuario en cuanto a él reúne a los Hermanos del 33 ° grado. Es no obstante útil de precisar que aunque los Colegios egipcios administran la primera serie, no pueden elevar bajo su sola autoridad, los hermanos hasta el 30 °, el Sumo Santuario delante de pronunciarse a partir de la tercera iniciación ritual. -------------
Maestro egipcio Patriarca de Isis ------
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Así como en los sistemas de los que hablamos anteriormente, los grados que son realmente practicados en un ritual efectivo y completo son: en el marco de los Colegios egipcios, los 12 ° (Caballero del Águila Roja), 17 ° (Filósofo Hermético), 27 ° (Maestro egipcio Patriarca de Isis) y 30 ° (Sublime Maestro de la Gran OBRA); en la de la Academia el 31 ° (Gran Defensor del Rito), el 32 ° siendo conferido sólo como una dignidad masónica.
El grado de 33 ° (Patriarca Gran conservador) es objeto de una ceremonia en plena y deber forma y conferido sólo en el marco del Sumo Santuario. Los grados intermediarios son transmitidos por comunicación y hacen para la inmensa mayoría el objeto de cuadernos particulares de estudio, si no en ciertos casos de ahondamientos rituales. Sin descubrir lo que debe al ser aquí, podemos sin embargo dar algunos elementos a las principales etapas que acabamos de mencionar y lo que va a estructurar el camino de los Hermanos en el seno de los altos-grados del Rito de Memphis-Misraïm.
Es importante en efecto subrayar el carácter progresivo y coherente de los grados practicados, que de la misma manera que las iniciaciones antiguas tienen como objetivo procurar perfeccionarse sobrepasando por sus ritos la dimensión estrictamente filosófica, para acercar al interior la cuestión fundamental del sentido de la existencia. Son los principios antiguos que fueron repetidos en los rituales de los Grados, en la forma de origen "propiamente "egipcio" definida por Yarker.
El iniciado francmasónico persigue aquí lo que Platon llamaba su ascensión, por el aprendizaje ordenado y coherente de los diferentes sistemas que se arreglaron la tradición occidental. Esta progresión se efectúa pues en una perspectiva a la vez histórica y hermétiste. Las iniciaciones que van a marcar el progreso de los Hermanos las conducen de la Cábala judeocristiana (XV °-XVIII ° el siglo), a la renovación del Hermetismo del renacimiento, y su arraigamiento profundo en los misterios griegos y romanos al Esoterismo de Egipto.
La cuarta iniciación acaba estos momentos. Pero volvamos con algunos detalles suplementarios sobre estas cuatro principales etapas. Pero este trayecto verdaderamente iniciático es siempre el de un pensador libre, ya habiendo desarrollado su espíritu crítico y su bondad, el de un ser el que construye y no que destruye, el se abre al otro en lugar de procurar dominarlo. El grado de Filósofo Desconocido, Caballero Rosa-cruz del Águila Negra, blanca y roja dice a Caballero del Águila Roja es puede ser más sorprendente por su profundidad.
Este viejo grado hermético - que por ahí sumerge sus raíces bien más allá del XVIII ° el siglo - es atestiguado en los años 1760. Fue practicado particularmente en Metz, por Baron de Tsoudy, en París y en Marsella. Lo reencontramos en los años 1780 como grado de fin de sistema del Rito escocés Filosófico. Habría desaparecido si no hubiera sido integrado a la escala de grado de Misraïm luego de Memphis. Por su naturaleza a la vez caballeresca, kabalistica y hermética, se inscribe en el prolongamiento de la Cábala judeocristiana, estructurando su rito y su filosofía sobre las obras fundadoras y los grandes principios de esta corriente.
Es un buen ejemplo de este equilibrio entre las tradiciones herméticas más auténticas y una preocupación de humanismo y de virtud moral que se asocia con eso de manera muy estrecho. Evidentemente no vamos a dar el texto en anexo, sino esto no nos impide para este primer grado dar una idea de su contenido.
En cuanto a la estructura de su ritual, simplemente precisemos que reposa entre otras cosas en el árbol séphirotico, el libro de Sépher Yetzirah e implica al iniciado en la totalidad de su ser. La dimensión interior que es requerida y cultivada, se revela bastante bien en el texto de acogida del récipiendaire y citamos aquí su extracto: « Mi hermano Maestro Venerable, el deseo de perfeccionarte te condujo hasta aquí y somos felices de ver que nuestra tradición masónica todavía cuenta entre ella a hermanos sinceros y que procuran ante todo cultivar las virtudes y el conocimiento.
Si lo que vienes para buscar aquí corresponde a ambos términos que acabo de pronunciar, Virtud y Conocimiento entonces eres el bienvenido y podemos perseguir tu iniciación. Si al contrario, son honores suplementarios o secretos que llevan al poder sobre otros que buscas, entonces tu sitio no está aquí… » La segunda gran etapa es el grado de Filósofo Hermético. Echa raíces en lo que convino llamar el Hermetismo del renacimiento. La redescubierta por la escuela neoplatónica de Florencia de los cuerpos filosóficos precristianos y de los primeros siglos, así como iniciaciones de la antigüedad dio origen a una interpretación rica simbolista y ritual del mundo y de nuestro trayecto iniciático. Los rastros exotéricos son numerosos, tanto entre los artistas que han estado en contacto con este movimiento, que entre los escritores tales como Dante, Campanella, Giordano Bruno, etc.
Sobre el plano esotérico, un grado tal como el del Filósofo Hermético se inscribe sin duda alguna en esta "filiación" que parece bien la heredera lejana de las iniciaciones antiguas sea de origen pitagórico, éleusiaque o mismo mythraïque. Tomaron muchos velos en el franco-masonería tal por ejemplo el del Caballero del Sol, 51 ° de la escala de 1816 de Misraïm o todavía Sublime Sabio De Eleusis, 62 ° de la escala de Memphis- Misraim.
El grado de Maestro Egipcio y sabio de las Pirámides, amigo del desierto o Patriarca de Isis resume, prolonga y conserva la búsqueda y la enseñanza de los pequeños ritos egipcios que prosperaron en Francia al fin del XVIII ° el siglo y al principio de el XIX °. Sus formas rituales actuales fueron fijadas para parte por Marconis de Negre en medio del XIX ° el siglo. Egipto del que es cuestión es primero un símbolo, esta cuna de las iniciaciones que frecuienta el esoterismo occidental desde el Renacimiento.
Pero el texto de Marconis no es el solo documento que concierne a este grado y los que han sido transmitidos y lo completan. Es por la razón que podemos decir que los textos rituales de la iniciación utilizada en el G.’.O.’.E.’., "reactivan" aquí de manera indiscutiblemente auténtica y completa, lo que fueron los "Misterios" o "Las iniciaciones" de Isis y de Osiris en su formulación ptolemaica. Todo lector que estudiará este Mito podrá descubrir alguna iluminación sobre el contenido de este grado.
Sublime Maestro de la Gran OBRA, acaba la progresión acercando simbólicamente y ritualmente al iniciado del " Primer Principio de las cosas » del que es emanado, Noûs Pater entre los que hablaban el hermetista griego, Atom-Ra de los egipcios. Por las mismas razones que el grado precedente, el rito permite conducir al iniciado a través de las principales etapas de la Gran OBRA hacia la regeneración de su ser, permitiéndole así revelar todas las potencialidades y las calidades de su naturaleza doble humana y espiritual
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jueves, 12 de enero de 2017

LA MASONERIA y el EGO. UNA PARADOJA DE LA POSTMODERNIDAD.

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LA  MASONERIA y el EGO. UNA PARADOJA DE LA POSTMODERNIDAD.


“Una iniciación regular es un camino que nos conduce al silencio del ego, y al despertar del ser” . Alain Pozarnik
El ego como expresión de «el yo, sentimiento de existir como un individuo independiente, con relaciones derivadas de esta impresión», no goza de buena prensa, aunque ya lo dijo dijo Kant en su Critica a la Razón Pura, de que el «Ego es la razón de la naturaleza de la realidad incognoscible».

En cuanto a su presencia en la masonería se puede decir que desde los primeros postulados de esta, en el seno de los «Modernos», no encontramos el ego en sus diferentes acepciones como una preocupación, pues si repasamos los pre-rituales vemos que el Luquet (1745) nos dice que el sentido de la masonería: «es la práctica de la virtud y vencer los vicios», no creo que en aquellas kalendas eel ego fuera ni un vicio ni una preocupación.
En cambio para el Sceau Rompu (1745), este afirma que la masonería tiene como objetivo: «Aportar a los hombres su igualdad primitiva, -partiendo- de que todo masón es , un gentilhombre, buscar una vida en perfecta igualdad hasta conseguir una fraternidad universal».
Para el Gages (1763) su prioridad es «Hacer a los hombres virtuosos y unirlos por una profunda amistad, viviendo conforme a las depuradas reglas morales guardando los deberes derivados de estas leyes hacia el GADU, hacia la autoridad y hacia el resto de seres humanos, practicando activamente la caridad»., y para finalizar el Chartres (1784) nos indica que la tarea es «Levantar en el corazón templos a la virtud y barreas a los vicios. El masón es un hombre igual a los reyes, amigo de los hombres y de la virtud».
La codificación ritual de los «Modernos» llegada a Francia y al GOdF, de la mano de Röettiers de Montaleau: el Régulateur du Maçon, este magnifica que el mayor principio es el «Estímulo y práctica de la virtud ético -moral, viviendo en una perfecta igualdad, estar unidos íntimamente por los vínculos del aprecio, la confianza y la mistad bajo la denominación de Hermanos».
A partir de este momento ya en el siglo XIX, la vertiente de los «Modernos» entra en una nueva senda a través de las reformas rituales del GODF, donde cabe significar la presencia del positivismo, que viene a determinar lo que recoge el artículo primero de la Constitución del Gran Oriente de Francia, que tendrá hasta ya pocas variaciones a lo largo del siglo XX:

«La Francmasonería, institución esencialmente filantrópica, filosófica y progresiva, tiene por objeto la búsqueda de la verdad, el estudio de la moral y la práctica de la solidaridad. Trabaja por la mejora material, ética, y el perfeccionamiento intelectual y social de la humanidad. Sus principios son la tolerancia mutua, el respecto a los demás y a uno mismo, la libertad absoluta de la conciencia. Considerando las concepciones metafísicas del dominio exclusivo de la apreciación individual de sus miembros, rechaza toda afirmación dogmática. Concede una importancia fundamental a la laicidad. Su lema es Libertad, Igualdad, Fraternidad».
En cambio, en el seno de la estructura ritual de los «Antiguos», (1751) la cosa cambia porque desde su nacimiento sí que se registra cierta tendencia hacia el tema, con una incipiente preocupación hacia el ego como una cuestión moral?, o tal vez como un llamamiento a la sumisión de la Traditio bajo la aceptación de los Antiguos Deberes, y cuyo profeta fue Laurent Dermott, que dejó patentes sus consignas en su obra Ahiman Rezón, que en parte remacha de forma escueta el Cuaderno de Aprendiz de Ritual de los Antiguos, Edición 6004, donde vemos que entre las obligaciones del Aprendiz está «el combate de las pasiones que deshonran al hombre, y se le llama a practicar las virtudes más dulces y más benéficas». Estaría por tanto el ego en sus múltiples concepciones formando parte de esas pasiones a combatir…?
A lo largo de estos 300 últimos años estos enunciados han ido pasando a otro estadio, en los cuales, las nuevas masonerías se han ido transformando, algunas de ellas bajo la perspectiva del REAA, y sus interpretadores que nos viene a indicar la caracterización de una la masonería a modo de una mitificada escuela de crecimiento personal donde el producto basal a trabajar parece ser, el ego.
Esta peculiar presencia del ego, como concepto a trabajar en la masonería es una preocupación moderna que está presente en diversas planchas y trabajos, y hasta hay quien le ha dedicado un libro, como ha sido el caso de Douglas Cárdenas Martinez, que publicó en su momento: Ego y Masonería: El mayor enemigo no se encuentra en la masonería sino en uno mismo.El Ego .
Aunque en la propuesta de Douglas Cárdenas se puede entender que se trabajen estos temas desde una determinada consideración cuando se parte de axiomas tales, como que «el propósito real de la verdadera masonería es el DESPERTAR DE LA CONCIENCIA DEL ALMA», a continuación de esta afirmación se describe un largo catálogo de distintos egos: sabelotodo, insaciables, interruptor, envidioso, prestigioso, jinete, sordo, manipulador, orgulloso, premental. Etc ; y por tanto desde esta perspectiva se plantea que «la logia es una planta de purificación ética en donde se procesan y transforman los desechos de la corrupción e inmoralidad, a través de la maquinaria de la conciencia, clarificando los distintos sistemas de vida».
Parte de estos postulados también los encontramos en múltiples planchas en la red como: El Ego y Yo, de Lázaharo Hael; o El Ego y el Apego, de Héctor Ortega, encontrando que dichas materias vienen relacionadas con autores latinoamericanos, lo que no deja de sorprendernos por esa simbiosis místico-espiritosa-masónica que se percibe allende los mares.
Pero también en el seno de la masonería continental está presente tal temática, con trabajos como: Los Egos en Masonería, plancha que presenta en su tema nº 12, la Logia Justicia nº7 de la Gran Logia Simbólica Española (GLSE), o la que presentó en su día la logia Gran Trígono de Le Droit Humain ( DH): El Ego.
Estas dos obediencias serían, en tal caso, los genuinos referentes de esta cualidad de trabajar en parte sobre estas perspectivas, no porque tales instituciones se proyecten o se identifiquen como tal, sino porque entre los trabajos de sus miembros es bastante común que se den este tipo de planchas, y puedo decir de primera mano, que en estas dos Obediencias es donde más he oído hablar sobre el ego, pese a la dificultad de su delimitación y ajuste como concepto y filosofía, donde suele caerse frecuentemente en errores de bulto, que se dice.
Es este sentido aporto una didáctica anécdota que se dio en una logia, de una de estas Obediencias de las que estoy hablando, y donde uno de sus alter ego, nos instruía con una soberbia plancha sobre los males del ego y su repercusión sobre las logias, y por tanto nos conminaba a trabajar sobre el ego. Eso sí unos minutos más tarde exponía en medio del banquete fraterno «que dado que había recibido el Grado 30º su carrera masónica la daba por concluida» Cosas del ego paradójico, o como dice Maffesoli, «Quien da lecciones se disfraza de Maestro de Vida».

En contraposición a todo esto, indicar que tal concepto (ego) no viene recogido en los múltiples diccionarios masónicos como un tema esencial, ni tangencial a la masonería, ni tampoco se recoge en los trabajos de reflexión de las masonerías francesas de entre 1850 y el año 2007, aunque los temas que más se pudieran parecer son los que los últimos tiempos exponen Obediencias como la Gran Logia de Francia, la Gran Logia Femenina de Francia, o el DH para debate en sus respectivos encuentros anuales (Conventos).
Aunque como digo es un tema que encontramos en otras latitudes, fuera de España tenemos L’ego du maçon, une entrave à l’idéal maçonnique, o las alusiones en los grados 13º y 14º del REAA , y numerosas planchas realizadas desde diversas vertientes y corrientes, No hay nada más que poner en el buscador: ego et franc-maçonnerie y saltarán a nuestra pantalla un surtido número de trabajos de muy distintas tendencias y espiritualidades.
Resulta curioso que cuando entramos en la temática de la concepción del ego en masonería, casi siempre nos sale relacionada con el tema espiritual y el crecimiento, unido a otro controvertido concepto que se da en masonería como es el silencio, otro caballo de batalla en el seno de las logias actuales constituida como una ley del silencio, cuando en realidad la cuestión esencial sería, estar en silencio cuando nos haya nada que decir, esa es la verdadera enseñanza, y no la losa de una intolerante ley que impide la libre expresión y el libre albedrío junto con el ejercicio de la responsabilidad.
Por otro lado, la percepción del ego como algo a combatir es perceptible en el seno de los rituales del REAA, de forma muy elocuente, y esto se expresa a través de la presencia del Espejo durante el proceso de la iniciación, donde al recipiendario camino de ser reconocido como masón, se le da la vuelta tras enfrentarlo al círculo de espadas y de este modo se encuentra frente a sí mismo mediante la presencia de un espejo. Indicándole que lo que ve es su reflejo, su otro yo, quien es su principal enemigo. Cuestión esta que no está presente en la ritualidad de los «Modernos».
Más allá de estos descubrimientos, parece quedar claro que el tema del ego es una preocupación reciente, y que desde el sociedad profana ha ido calando en la epidermis masónica, formando parte de una extraña coalición entre la moral, la escuela de aprendizaje, el crecimiento personal y el silencio, tal como nos viene a explicar Sabine Le Blanc en: La plaza del ego en el sociedad.

Ante esta concatenación de elementos, me pregunto si estos ¿tienen alguna relación con los conceptos de virtud y moral de los que nos hablan los catecismos y rituales masónicos?
La pregunta tiene su aquel sí tenemos en cuenta que para el psicoanálisis freudiano el superyó (superego), está formado por la moral y las reglas que un sujeto respeta en la sociedad. El yo (ego) es el equilibrio que permite que el hombre pueda satisfacer sus necesidades dentro de los parámetros sociales.
Fernando Malkún, en un trabajo del 2011, indaga sobre el ego bajo la condición moral, y nos indica ya en el título algo paradójico: El ego adora la moral, venera lo binario., y no es baladí pues el autor nos aporta nueva claves a la hora hablar del Ego que «esclaviza nuestra mente, inventa el pecado y la moral para mantenernos en culpa y en angustia, inventa un Dios que se opone al mundo, crea un campo minado al que debemos resignarnos. Así se comprende porque muchos se auto torturan para evitar el pecado, el deseo o el gozo convirtiéndose en santos mártires masoquistas venerados por una corte de sádicos».
Aunque no es menos cierto que hay quien hace del ego virtud, indicando que hay quienes «viven de falsas realidades, las cuales tienen sus sentidos atrofiados, ya que no perciben su cruda realidad ni la fantástica realidad de los demás, creen que sus críticas son una tormenta para mí, pero no se percatan que esas tormentas lo único que hacen es regar mis raíces y hacerme fuerte mientras ellos se mustian por falta de agua. Con agua me refiero a aquellos ocultos halagos en forma de crítica» La virtud del Ego.
En todo caso, la prueba de que es una constante en la sociedad actual, y por tanto pegada a los fenómenos de masas, lo muestra este artículo sobre dos plataformas y su relación con la construcción del ego social: Twiter y Facebook., lo que nos puede dar algunas pistas sobre la proliferación y propagación del tema en nuestra sociedad.
Por tanto, desde la experiencia y desde la perspectiva que nos da el siglo XXI, cabe hacerse esta pregunta ¿Cuál ha de ser el planteamiento de la masonería con respecto a modelos tan controvertidos como el ego que cada individuo aporta la logia? Y es más, cabe esta otra interrogación: Castrar a los individuos bajo las formulas de la meditación, el silencio, y la aceptación de la Traditio, como acatamiento de los valores que expresan los Old Charges. ¿Es lo adecuado?
Y dado que el «universalismo moderno (occidental y judeo-cristiano) se experimenta como algo limitado, univoco, precisamente en tanto que no ve y por supuesto no tiende a valorar más que un aspecto, el de estar-juntos», aunque en contraposición tenemos el axioma de que la masonería es una especie de micro sociedad tribal ritualizada que genera sus propios modelos, tal vez, fuera de los contextos sociales rayando en ocasiones la heterodoxia.
Lo que nos lleva a preguntarnos una vez más desde este concepto del ego: ¿Es la masonería en este contexto un arma útil para la sociedad, entendida la masonería como una heterodoxia de cierto nomadismo intelectual, o en cambio debe derivar a convertirse cada vez más una Escuela del crecimiento personal sin más?
Tal vez la respuesta no esté dentro de las logias, sino en los «egos» que han sido borrados de los Cuadros Lógicos, bien invisibilizados o expulsados, o por otras razones, pero que, a modo de excipiente, como dice G. Deleuze: «nos servirán para crear nuevas formas de vid, evitando el inconveniente de la moderación aislando lo espiritual de lo sensible».
No debemos olvidar que se calcula por ejemplo que la Gran Logia de España, pueda tener fuera de las logias 6,500 ex masones, mi antigual logia en 10 años había perdido por una causa u otra de unos 50 miembros, hoy es un colectivo de apenas 25 Hermanos.. y así se cuenta la historia de la masonería en España.

Esto conecta con los expuesto por Maffesoli con el tesoro escondido que contiene la masonería, y que una «vez comprendidas las características esenciales de la posmodernidad en curso con el planteamiento iniciático, de los viajes, del ideal comunitarista, la solidaridad fraternal y la tolerancia durante el relativismo actual, esto deja paso a significativos hechos que caracterizan a un humanismo auténtico».
Ese es el genuino valor de la filosofía progresiva de la masonería enrocada en el ego como virtud, como motor del cambio, entendiendo el ego como el reconocimiento del valor de uno mismo y sus capacidades, fuera claro está de la seudo-castración que en ocasiones produce el grupo.
Por supuesto esto no puede provenir de una sensibilidad dogmática, sino desde una ideología de la transparencia la cual ha de huir por su propia naturaleza de los núcleos de poder y de los presentismos logiales como fórmula de progresión y esclarecimiento.
Desde esta fórmula se puede entender la propuesta ritual de los «Modernos» que no anula al individuo subjetivizando su acción al domino y muerte del ego, mediante el enfrentamiento consigo mismo ante el espejo, sino muy al contrario proponiéndole un camino de acción moral esotérico y exotérico, y desde una ambivalencia alejada de cerrados moldes noaquitas o de una multiculturalidad espiritual que nos lleva a mundos extraños, y habremos de estar de acuerdo que sí en la modernidad lo importante era la socialización mediante la educación (catecismos), hoy en el siglo XXI, esa acción ha de venir a través de la Interacción, no desde el ego individualizado, sino desde el ego del Nosotros.

Es evidentemente que ello ha de venir marcado por un pacto emocional, cuyo marco y ley decidan los Hermanos en logia, desde sus certezas racionales e individuales, y no desde las estructuras masónicas, que en definitiva fue lo que aconteció en 1717 la FUNDACION de la Gran Logia de Londres, construida desde esa individualidad y racionalidad de precisar un espacio distinto y distintivo desde la diversidad y pluralidad religiosa, política y social, pero eso sí, desde muy lúcidas prospectivas.
Parafraseando al admirado profesor Michel Maffesoli en estos tiempos de imbecilidad ambiental corroída por el bacilus de la razón sensible procedente de la prudencia del discernimiento, es cuando más tenemos que ejercitar la bella metáfora masónica de dejar los metales fuera para que se pueda haber una auténtica libertad de espíritu.
He dicho. Víctor Guerra

EL SIMBOLISMO MASONICO

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EL SIMBOLISMO MASONICO


La Masonería es una institución iniciática y esotérica que revela su enseñanza a través de determinados códigos basados fundamentalmente en el simbolismo constructivo. Esto se debe a que la Masonería actual es en gran parte heredera de los antiguos gremios de constructores, y aunque hoy en día los masones ya no construyamos edificios, sin embargo ese simbolismo sigue estando vigente, entre otras razones porque es consubstancial a la Orden Masónica y constituye sus señas de identidad y su razón misma de ser, como veremos a continuación.
Ante todo los símbolos masónicos se refieren a un conjunto de ideas relacionadas directamente con el conocimiento de la Cosmogonía, y por tanto del hombre, pues éste es un cosmos en pequeño, un microcosmos, por decirlo en lenguaje hermético. Precisamente los antiguos constructores consideraban al Cosmos como su modelo simbólico por excelencia, y para levantar sus edificios imitaban las estructuras de ese modelo, reveladas sobre todo a través de las formas geométricas, entre las que destacan el círculo y el cuadrado, símbolos respectivos del cielo y la tierra. Esas formas y estructuras simbólicas siempre responden a unos arquetipos universales, a unos principios que son coetáneos con cualquier tiempo o circunstancia histórica o personal.
No importa, como decíamos, que los masones de hoy no levantemos edificios. Lo realmente importante es que esos mismos principios o ideas los podemos conocer a través de los símbolos que decoran nuestros templos, el más importante de los cuales es justamente el que se refiere a quien es verdaderamente el Autor de cuyo Pensamiento surge la Gran Obra de la Creación, conocido en la Masonería con el nombre de Gran Arquitecto del Universo, y en otras tradiciones, como por ejemplo la hindú, como el “Espíritu de la Construcción Universal”. El Gran Arquitecto del Universo es el Principio Supremo, la verdadera clave de bóveda o piedra angular del Templo masónico. Es bajo la influencia de ese Principio que los masones realizamos nuestros trabajos dentro de la Logia, unos trabajos en los que junto al estudio de los símbolos está la práctica del rito, gracias a la cual la propia Logia se torna un espacio significativo análogo a la misma estructura del Cosmos. Como más tarde veremos, el simbolismo de la Logia también es uno de los temas de meditación a los que nuestra Orden concede una importancia muy relevante.
Y ya que hablamos del Gran Arquitecto, creemos que es conveniente señalar que en la Masonería éste no tiene ningún tipo de connotación religiosa. Y no puede tenerla porque la Masonería no es una religión, como pueda serlo la católica o cualquiera otra, sino una organización iniciática que entrega al hombre los medios y los conocimientos necesarios para su perfeccionamiento como ser humano. No olvidemos que la Masonería es una Ciencia y un Arte, y su Principio Supremo se manifiesta como la Inteligencia que organiza el Cosmos, el Templo Universal, de acuerdo al plan ideal concebido en su Sabiduría, que como se dice en el Libro de la Ley Sagrada “todo lo hizo en número, peso y medida”. Esto nada tiene que ver con un dios religioso al que se tenga que “adorar”, como si se tratara de algo que está fuera del hombre. Como dice a este respecto R. Guénon en un artículo titulado “La Ortodoxia Masónica”, perteneciente al volumen II de Estudios sobre la Franc-Masonería y el Compañerazgo: “El símbolo del Gran Arquitecto del Universo no es la expresión de un dogma, y que si se comprende como debe serlo, puede ser aceptado por todos los Masones, sin distinción de opiniones filosóficas, porque esto no implica por su parte el reconocimiento de la existencia de un Dios cualquiera”. No es, por tanto la adscripción a un “dogma” lo que se pide a quien entra por primera vez en el templo masónico, pues de los símbolos allí presentes no se desprende ninguna enseñanza de ese tipo. No se trata de “creer” en el símbolo, sino de comprenderlo, pues en la medida en que lo comprendemos y nos penetramos de su significado profundo seremos uno con la idea que lo conforma. El masón toma al símbolo como vehículo de Conocimiento y no como un objeto de “culto”, pues sabe que no hay que confundir al símbolo con lo que éste simboliza.
Pero el hecho de que la Masonería no sea una religión no impide que existan masones que en su vida privada, y en el ejercicio de su libertad, practiquen un credo religioso determinado, o bien que no practiquen ninguno. Esto a la Masonería no ha de importarle, pues esas creencias, ya sean religiosas o de cualquier otro tipo (filosóficas, científicas, políticas, etc.) han de dejarse, junto con los metales, en la puerta del Templo. Como dice el propio Guénon en otro artículo titulado “La Gnosis y la Franc-Masonería”, ésta “debe ser pura y simplemente la Masonería. Cada uno de sus miembros al entrar en el Templo, debe despojarse de su personalidad profana y hacer abstracción de cuanto sea extraño a los principios fundamentales de la Masonería, principios a cuyo alrededor todos debieran unirse para trabajar en común en la Gran Obra de la Construcción universal”.1
Por decirlo de alguna manera, lo único que la Masonería “exige” a sus miembros es una voluntad firme en el “desbastado” y “pulimento” de la piedra bruta, que como dicen algunos rituales “es un producto grosero de la Naturaleza, que el Arte de la Masonería debe pulir y transformar”. Ese desbastado y pulimento es justamente el símbolo del trabajo del masón consigo mismo, lo cual lleva a cabo con las primeras herramientas que la Orden le ofrece tras recibir el influjo espiritual en el rito de iniciación: el mazo y el cincel, símbolos respectivos de la voluntad y la recta intención. La obra de regeneración no puede llevarse a cabo sin una voluntad firme y perseverante que la desee, es decir sin una fuerza interior que influya y transmita su poder creativo a la “materia informe” de la psique desordenada y caótica, simbolizada por la piedra bruta. Pero esa fuerza interior necesita ser dirigida y orientada por la inteligencia, o mejor, por el “rigor intelectual”, que “distingue” aquello que en el ser es conforme a la realidad esencial de su naturaleza (lo que ese ser es en sí mismo), de lo que no son sino sus añadidos superfluos e ilusorios. Así pues, con el cincel de la inteligencia, impulsado por el mazo de la voluntad, el aprendiz va limando y corrigiendo las aristas y asperezas de su piedra bruta, separando lo “espeso de lo sutil”, el “caos” del “orden”, lo “profano” de lo “sagrado”, operación alquímica que ha de convertirse en un rito cotidiano, en un ejercicio de cada momento, pues dicha separación constituye la premisa fundamental a cumplir en las primeras etapas del proceso iniciático, hasta que con paciencia y perseverancia alcance ese perfeccionamiento de que hablábamos anteriormente, ejemplificado en la piedra cúbica y tallada.
La iniciación, o vía en el Conocimiento, despierta en el hombre sus cualidades innatas, que permanecen “dormidas” o “replegadas” en su estado ordinario, asimilado por ello al “sueño” y a lo potencial. La influencia de la iniciación no añade nada que el hombre no posea ya y no forme parte de su propia esencia. En este sentido, estamos totalmente de acuerdo con Arturo Reghini cuando dice que ese perfeccionamiento “está ligado al conocimiento y al reconocimiento de la naturaleza humana y sus posibilidades inherentes. Es necesario realizar el antiguo precepto del oráculo de Delfos: conócete a ti mismo. Es necesario buscar en sí mismo el misterio del ser, considerar la vida humana, sus funciones, sus límites y la posibilidad de sobrepasarlos, de intervenir activamente en su curso, no abandonarlo a la deriva, en descubrir y en despertar los gérmenes latentes, los sentidos y los poderes todavía desconocidos, dormidos y ocultos. Es necesario, en fin, realizar una obra de edificación espiritual, una transmutación, alcanzar la virtud y el conocimiento para que el miserable gusano que repta por la tierra se transforme en gloriosa mariposa volando libremente hacia la justicia”. Para lograr ese fin el mismo Reghini nos dice que no existe otro medio que “el trabajo masónico basado y sostenido por la iniciación simbólica, es decir conferida y obtenida a través de la inteligencia de los símbolos masónicos familiares, a imagen de la obra de arte que se realiza con los instrumentos del oficio”.2
La expresión “Conócete a ti mismo” debería figurar también en el frontispicio de los templos masónicos. En verdad, nada hay más importante para el hombre que conocer su verdadera identidad, saber quien hay detrás de esa máscara a la que llamamos “personalidad”, y que la Masonería identifica con los metales del hombre viejo, “sumergido, como dicen los rituales, en las más profundas tinieblas”.
Como estamos viendo, la idea de transmutación tiene mucho que ver con el proceso alquímico, y de hecho el “Arte Real” masónico, desarrollado a través de los tres grados de aprendiz, compañero y maestro, es idéntico a la “Gran Obra” de la Alquimia, por lo que puede hacerse una transposición totalmente coherente entre el simbolismo alquímico y el simbolismo constructivo y arquitectónico. La piedra bruta de la Masonería es, en este sentido, lo mismo que la “materia prima” de la Alquimia: tanto en una como en otra están contenidas de manera potencial o virtual todas las posibilidades que conducen al hombre hacia su regeneración, posibilidades que, en el caso del aprendiz masón, comenzarán a desarrollarse y a crecer gracias a la influencia espiritual o intelectual (pues ambos conceptos expresan lo mismo) transmitida a través de los símbolos y ritos de la Orden.
El símbolo y el rito
Vayamos a ver, pues, algunos de esos símbolos que constituyen, junto a los ritos, el patrimonio vivo y el verdadero tesoro de la Tradición Masónica. En aras de una mayor claridad, podemos clasificarlos de la siguiente manera: en símbolos geométricos y visuales; en símbolos sonoros y vocales; y por último en símbolos en movimiento, que no son otros que los ritos.
Sobre la importancia de los símbolos geométricos y visuales en la Masonería baste con recordar que antiguamente se identificaba a ésta con la propia Geometría, lo cual es perfectamente lógico pues esta última encuentra su aplicación natural en la arquitectura. En efecto, la palabra geometría deriva de Gea (tierra) y metrón (medida), es decir “medida de la tierra”, lo que desde luego tiene mucho que ver con el oficio de constructor en cuanto que éste delimita un espacio con el fin de realizar su obra.
Por otro lado, el simbolismo geométrico es, al igual que el numérico, una de las herencias más importantes que la Masonería ha recibido de la tradición pitagórica. Hay que recordar que las cofradías medievales de constructores procedían directamente de los colegios artesanales de la antigua Roma, y que éstos habían recibido gran parte de sus conocimientos sobre geometría directamente de los pitagóricos. Una filiación jamás interrumpida existiría entonces entre la Orden masónica y la pitagórica, hasta el punto de que muchos masones han visto en la Masonería una adaptación del Pitagorismo a los tiempos actuales. Lo cierto es que en las leyendas masónicas Pitágoras figura, junto al dios Hermes, como uno de los fundadores míticos de la Orden. En efecto, en esas leyendas tanto Pitágoras como Hermes son los que encuentran las dos columnas (asimiladas posteriormente a las columnas J. y B. del templo masónico) donde se grabó todo el saber que remontaba a los orígenes mismos de la humanidad, y entre las que se encontraban las artes y ciencias de la Cosmogonía. Como dice a este respecto Federico González en el artículo “Tradición Hermética y Masonería”, aparecido en el mismo Nº 13-14 de SYMBOLOS, esas dos columnas “configuran los dos grandes afluentes sapienciales que nutrirán la Orden: el hermetismo que asegurará la protección del dios a través de la Filosofía, es decir del Conocimiento, y el pitagorismo que dará los elementos aritméticos y geométricos necesarios que reclama el simbolismo constructivo; se debe considerar que ambas corrientes son directa o indirectamente de origen egipcio. Igualmente que esas dos columnas son las piernas de la Madre Logia, por las que es parido el Neófito, es decir por la sabiduría de Hermes, el gran iniciador, y por Pitágoras el instructor gnóstico.” Podríamos entonces decir que la Masonería es la confluencia natural de esas dos corrientes constitutivas de la Tradición Unánime, y que en ella son sólo una, conformando su identidad y su ser.
Volviendo al simbolismo geométrico, debemos considerar dentro de éste a las propias herramientas o útiles. Concretamente hablamos del nivel, la plomada, la escuadra y el compás. Todas ellas están relacionadas directamente con las formas geométricas fundamentales. Por ejemplo, la plomada es claramente un símbolo de la vertical, y el nivel de la horizontal. En el simbolismo constructivo ambas son indisociables y se necesitan mutuamente, pues la verticalidad del edificio, es decir su perpendicularidad, le viene dada por la perfecta nivelación del mismo. Y a su vez esa nivelación es la resultante de un equilibrio que se consigue gracias a la presencia constante de un eje vertical, que señala el “justo medio” que impide cualquier desnivelación La plomada y el nivel representan entonces los dos ejes de coordenadas que posibilitan el levantamiento armonioso de toda la construcción.
Lo mismo ocurre con la escuadra, que se forma por la unión de una vertical y una horizontal. Con esta herramienta también construimos la figura del cuadrado, e igualmente la cruz si unimos dos escuadras por sus vértices respectivos. Ambas figuras son inseparables de la idea de cuaternario; así: los cuatro elementos, los cuatro puntos cardinales, las cuatro estaciones, los cuatro períodos cíclicos de la humanidad, las cuatro fases de la luna, los cuatro períodos de la vida humana, etc., es decir todo lo relacionado con la tierra y lo terrestre. En realidad la escuadra es un ángulo recto, y ella está destinada a “escuadrar” la piedra durante su proceso de pulimento, después de haber sido trabajada por el mazo y el cincel. Recordemos, en fin, que en latín escuadra se dice “norma”, indicando así la idea de orden, o de “encuadre” que hace posible el orden, especialmente el del pensamiento, que se hace uno con la Inteligencia que refleja, la cual está simbolizada por el compás.
En cuanto a este último es obvia su relación con el círculo y con todas las figuras que tienden a la circularidad. Pero las formas circulares siempre son generadas a partir de un centro previo, que es precisamente el que señala uno de los dos brazos del compás, aquel que permanece inmóvil mientras el otro gira a su alrededor. El centro de la circunferencia sería, pues, una imagen simbólica del Principio, y la circunferencia misma, una imagen a su vez de la multiplicidad de la manifestación, surgida o generada por la irradiación de ese Principio, que permanece no obstante inmutable mientras todo gira, cambia y muta a su alrededor. Por eso el compás es uno de los símbolos que se asocian directamente con la actividad creadora del Gran Arquitecto, como lo testimonian numerosos grabados donde se le representa con un compás en la mano trazando el plano de su obra, es decir del cosmos.
Otras dos figuras geométricas importantes son el Delta Luminoso (de forma triangular) y la Estrella de cinco puntas o Estrella flamígera, símbolos respectivos del Gran Arquitecto y del hombre plenamente regenerado que ha retornado al centro de sí mismo. Se da la circunstancia de que tanto el Delta como la Estrella flamígera son de origen pitagórico, pues están íntimamente relacionados con la Tetraktys (que tiene también forma triangular), y con el Pentalfa o Estrella pentagramática respectivamente, signo distintivo este último de la cofradía pitagórica.
Entre el segundo grupo de símbolos, los sonoros y vocales, encontramos las “palabras sagradas” y las “palabras de paso”, así como las leyendas relatadas en los distintos grados. Todo ello forma parte de la enseñanza oral de la Masonería, que se complementa perfectamente con la enseñanza visual propia del simbolismo geométrico. Las “palabras sagradas” se denominan así porque representan diferentes nombres del Gran Arquitecto. Cada grado masónico está signado y tiene su propia palabra sagrada. El significado de esa palabra da sentido y orienta los trabajos rituales y simbólicos que se desarrollan en cada uno de esos grados. Por eso es tan importante para el masón conocer ese significado, pues para él será un punto de referencia axial constante y permanente que le guiará a lo largo de todo su proceso iniciático.
No menos importantes son las “palabras de paso”, así llamadas porque ellas permiten “pasar” de un grado a otro, lo que las relaciona directamente con la simbólica de pasaje o de tránsito, común a todas las tradiciones iniciáticas. La expresión “estar en posesión de la palabra de paso” quiere decir que el masón ha culminado una etapa dentro de su proceso de Conocimiento, que ha progresado en las “vías que le han sido trazadas” desde antiguo por su tradición, y que por tanto está preparado interiormente para recibir el “aumento de su salario”.
Y por último están los símbolos en movimiento, que como dijimos no son otros que los ritos. El rito pone en práctica la idea que el símbolo expresa. Representa el desarrollo y la vivencia de esa idea, es decir de hacerla efectiva mediante su permanente reiteración. De nada serviría comprender lo que el símbolo manifiesta si después esa comprensión no se vive como una realidad verdaderamente transformadora. Por eso mismo es tan importante el rito dentro de la Masonería, pues sin esa constante vivificación de los símbolos los trabajos que se hacen en la logia carecerían de toda “fuerza y vigor”, convirtiéndose en meras alegorías cuando no en actos puramente mecánicos. En este sentido la meditación, la concentración y el trabajo sobre los símbolos constituyen también una forma del rito, pues el fin último de éste es generar un estado apto para la comprensión de las realidades superiores vehiculadas por los símbolos. Se diría, pues, que el rito, realizado en estas condiciones, es una “meditación en acción”, y esto puede hacerse tanto en el interior de la Logia, como en el mundo, que es la logia universal.
Podríamos entonces decir que la Masonería es ella misma un rito, de ahí que también se denomine “la Orden”, como sinónimo del propio orden cósmico. Por esto mismo, en la Logia masónica (imagen simbólica de ese orden) todo se cumple según el rito, y todos los gestos y signos rituales realizados en el interior de la misma han de ser considerados como lo que son: vehículos transmisores de la enseñanza simbólica y de su influencia regeneradora. Verdaderamente no hay mayor rito que la búsqueda del Conocimiento, pues en ella el hombre encuentra el fundamento mismo de su existencia. Esa búsqueda es un “acto consciente”, y todo lo que a partir de entonces es realizado, experimentado y vivido durante su desarrollo pasa a ser significativo, a tener un sentido que nos “orienta” en el laberinto de este mundo perecedero y nos impulsa hacia el encuentro de nuestro verdadero ser y origen.
La Logia, imagen del mundo
Hablaremos ahora del simbolismo de la Logia, y lo primero que llama nuestra atención es la propia palabra Logia, prácticamente idéntica a Logos, que significa justamente la Palabra o el Verbo con que el Gran Arquitecto crea el mundo o cosmos. Igualmente, Logia, si no etimológicamente sí al menos en su sentido simbólico, es idéntica a la palabra sánscrita loka, que quiere decir “mundo”, “lugar”, y por extensión “cosmos”. Por otro lado, también se da una identidad entre Logia, Logos y el griego lyke, que significa “luz”. Asimismo la loggia es un término técnico de origen italiano utilizado en arquitectura para designar una galería techada y abierta, compuesta por arquerías apoyadas sobre columnas y situadas generalmente en las partes elevadas de los edificios, como es el caso por ejemplo de los “paraísos” de los teatros.
Aquí tenemos, resumido, lo que distingue ante todo a la Logia masónica, que como dicen los antiguos rituales “es un lugar muy iluminado y muy regular”, tal cual es el cosmos salido del Logos creador o Espíritu de la Construcción Universal. La luz es pues sinónimo de cosmos, mientras que la oscuridad o las tinieblas se asimilan al “caos” anterior al cosmos. Las tinieblas en que se encuentra la Logia antes de la apertura de los trabajos simbolizan justamente ese “caos” precósmico, y la apertura misma vendría a representar la gradual “iluminación” de esas tinieblas. En realidad la apertura de la Logia es un rito cosmogónico que los masones realizamos constantemente, y si se estudia detenidamente la simbólica de ese rito se verá con claridad que se trata de un verdadero rito de fundación o de creación de un espacio y un tiempo significativos análogos a la propia estructura del cosmos. La descripción simbólica de la Logia reproduce precisamente esa estructura:
¿Cuál es la forma de tu Logia?
Un rectángulo.
¿En qué sentido se orientan sus lados largos?
De Oriente a Occidente.
¿Y sus lados anchos?
De Mediodía a Septentrión.
¿Y su altura?
De la superficie de la tierra hasta los cielos (el Cénit).
¿Y su profundidad?
De la superficie hasta el centro de la tierra (el Nadir).
¿Qué significan estas direcciones?
Que la Masonería es Universal.
Podemos observar que esas direcciones conforman una cruz tridimensional, cuyos ejes de coordenadas largo, ancho, alto y bajo conformarían la estructura interna de la Logia, a imagen misma del cosmos. Ese rectángulo es en realidad un doble cuadrado, que se orienta horizontalmente de Oriente a Occidente según sus lados largos y de Mediodía a Septentrión según sus lados anchos. Es a partir del centro del rectángulo que la Logia se orienta verticalmente hacia lo más alto de los cielos (el Cénit) y hacia lo más profundo de la tierra (el Nadir), adquiriendo así su verdadera dimensión universal. A esa altura y a esa profundidad se refiere la conocida expresión: “en la Logia de San Juan se elevan templos a la virtud y se cavan mazmorras para el vicio”.
Esa estructura vertical también aparece proyectada en el plano base de la Logia, que está dividida en tres partes bien diferenciadas, a imagen misma del Templo de Salomón, prototipo del templo masónico. El cielo está representado por el hemiciclo situado a Oriente, que tiene forma semicircular, y que recibe, al igual que en el templo de Salomón, el nombre de Debir. A él se asciende por tres peldaños o gradas, que se refieren a la idea de elevación gradual y jerarquizada a otros planos o niveles superiores de realidad. La tierra está simbolizada por el Hikal, que es todo el espacio restante de la Logia hasta las dos columnas J. y B., las cuales soportan el “pórtico de la entrada”, asimilado a lo que en el templo de Salomón se denominaba el ulam. Se dice que el “pórtico de la entrada” no está ni dentro ni fuera de la Logia. Es, pues, un lugar de tránsito, o de pasaje, que el masón debe atravesar viniendo de las tinieblas del mundo profano, el cual es propiamente el mundo inferior.
Esa misma idea de elevación señalada por las tres gradas que conducen al Debir, la encontramos también en el altar o ara, proveniente del latín altare, cuya raíz, altus, significa lugar alto o elevado. En muchas culturas tradicionales los altares (como los templos) se erigían en la sumidad de las montañas, o de las pirámides escalonadas, como en el caso de las civilizaciones precolombinas, o de los zigurats babilónicos, por poner sólo dos ejemplos. El altar está situado en el centro mismo de la Logia, y en torno a él nos desplazamos y efectuamos nuestros ritos. Es por tanto el “punto geométrico” o “corazón” de la Logia, y por él pasa simbólicamente la plomada del Gran Arquitecto que une el cielo con la tierra. También se llama “Altar de los juramentos” porque sobre él realizamos los compromisos y “alianzas” que contraemos con la Orden y el Espíritu que la vivifica. Ese juramento se cumple en presencia de las “Tres Grandes Luces” de la Masonería, el Libro de la Ley Sagrada, el Compás y la Escuadra, los cuales se disponen precisamente sobre el altar. En casi todas las Logias ese Libro no es otro que la Biblia, pero ésta también puede ser sustituida por cualquiera de los libros sapienciales de la humanidad, lo cual es una muestra más del carácter verdaderamente universal de la Masonería. Lo realmente importante es que en ese Libro se recoja la voz de la Sabiduría Perenne, cuya esencia está por encima de las formas particulares que ésta pueda adoptar para manifestarse. Lo mismo podemos decir del compás y la escuadra, herramientas cuyo simbolismo, como ya vimos, está ligado directamente con la idea de una Cosmogonía siempre viva y actual.
Volviendo de nuevo al Oriente, sobre la pared del fondo encontramos el Delta luminoso con el Tetragrama o nombre inefable del Gran Arquitecto en el centro. Como ya dijimos este Delta es un triángulo con el vértice hacia arriba, figura que expresa la realidad de los principios universales, a la vez que es la primera estructura prototípica que se expresa en todos los planos de la manifestación como una fuerza que crea, otra que conserva y una tercera que destruye, o mejor, transforma. Estas tres ideas–fuerza surgen de un Principio único, que queda simbolizada en el Delta por un solo ojo que a veces sustituye al Tetragrama, pero que viene a referirse al mismo sentido de presencia inmutable de la deidad en el seno mismo de la manifestación. Además, la manifestación, desde su realidad más sutil hasta la más densa y material, está simbolizada por las cuatro letras que componen el Tetragrama: Iod, He, Vau, He, correspondiéndose cada una de ellas con los cuatro niveles o mundos que constituyen la existencia universal, y que son los mismos que se encuentran en el Arbol de la Vida cabalístico. En este nombre del Gran Arquitecto queda pues resumida la obra de la creación, y su conocimiento se vincula directamente con la búsqueda de la “Palabra Perdida”.
Pero la Logia no es sólo una estructura estática –como tampoco lo es el universo– sino dinámica también, pudiendo ser visualizada como una rueda, imagen de la “rueda del cosmos” o Rota Mundi. Esto está expresamente indicado por las doce columnas o pilares que enmarcan el recinto de la Logia, y que equivalen a los doce signos zodiacales. Cinco de estas columnas están situadas a Septentrión, cinco más a Mediodía, y las dos restantes (las columnas Jakin y Boaz) a Occidente, justo en el pórtico de la entrada.
Diremos que el zodíaco (que quiere decir precisamente “rueda de la vida”) es como el marco del universo visible, y su movimiento cíclico, unido al de los planetas y demás constelaciones, influye en el cambio alternativo de las estaciones y en el mantenimiento y renovación de la vida del cosmos y del hombre. De esto se deduce que la Masonería no desconoce la antigua ciencia de la astrología, que junto a la alquimia revela también los misterios del cielo y de la tierra.
Las columnas Jakin y Boaz se vinculan especialmente con la simbólica de los dos solsticios, y por tanto con las dos fases ascendente–descendente del ciclo anual. Ellas se asimilan, pues, a los dos San Juan, el Bautista y el Evangelista, y a los dos rostros del dios romano Jano, y en consecuencia a la “puerta de los hombres” y la “puerta de los dioses”, respectivamente. Estas son las puertas zodiacales de Cáncer y Capricornio, que corresponden a la entrada del verano y del invierno, es decir el descenso y el ascenso de la luz solar. Las puertas solsticiales cumplen un papel muy importante dentro del proceso iniciático, que, no debe olvidarse, reproduce exactamente las etapas del desarrollo cosmogónico.
Para los pitagóricos, por la puerta de Cáncer las almas penetran en el “antro de las ninfas”, que es lo mismo que la caverna platónica, otra imagen del mundo. Allí el masón, atravesando las dos columnas como si fuese parido por ellas, comienza a recorrer su viaje horizontal o terrestre, hasta llegar al centro de sí mismo, al altar de su corazón, en donde se abre otra puerta, la de Capricornio, a través de la cual inicia otro viaje, esta vez vertical y celeste hacia la cúpula y la clave de bóveda que corona los misterios de la cosmogonía, dando acceso así a los estados metafísicos e incondicionados. Es decir, que el hombre “entra por una puerta y sale por otra, y en el ínterin –signado por el espacio y el tiempo– tiene la oportunidad de reconocerse y escapar de esa condición por la identificación con otros estados del ser universal, que puede vivenciar por medio de la conciencia individual –semejante a la conciencia universal– y que constituyen la posibilidad de la regeneración particular –y también de la universal–, siempre, claro está, tomando como soporte la generación y la creación en el espacio y el tiempo”.3 Este mismo proceso puede verse también en la mitología de gran número de héroes y dioses solares, como es el caso de Osiris, Quetzalcóatl, Mitra, Cristo y el propio maestro Hiram.
En el centro de la Logia se extiende el “pavimento mosaico”, tapiz de cuadros blancos y negros exactamente iguales que los del tablero de ajedrez, cuyos orígenes son también simbólicos y sagrados como el de la mayoría de los juegos. El pavimento mosaico es, sin duda, un símbolo de la manifestación que, efectivamente está determinada por la lucha y delicado equilibrio que entre sí sostienen las energías positivas, masculinas y centrífugas (yang, luminosas) y las energías negativas, femeninas y centrípetas (yin, oscuras), expresadas también en la alternancia de los ritmos y ciclos de la naturaleza y el cosmos. Esas mismas energías están representadas por el Sol y la Luna, que en la Logia se encuentran presidiendo el Oriente, a uno y otro lado del Delta luminoso.
Recordaremos que el color blanco simboliza las energías celestes, y el color negro las terrestres. Las primeras se oponen a las segundas, y viceversa, al mismo tiempo que se complementan y conjugan (atraídas como los polos positivo y negativo de un imán), determinando en su perpetua interacción el desarrollo y la propia estructura de la vida cósmica y humana. Esa estructura se genera igualmente por la confluencia de un eje vertical -celeste- y otro horizontal -terrestre- (ejemplificados en el pavimento por las líneas transversales y longitudinales), conformando un tejido o trama cruciforme, un cuadriculado, en fin, que refleja las tensiones y equilibrios a que está sometido el orden de la creación. Asimismo, también puede equipararse la vertical al tiempo y la horizontal al espacio (el primero activo con respecto al segundo, al que moldea permanentemente), es decir, a las dos coordenadas que establecen el “encuadre” que permite la existencia de nuestro mundo y de todas las cosas en él incluidas. La idea de ese orden está ya implícito en el significado de la palabra ‘mosaico’, que deriva del griego museion, literalmente “templo de las musas”, expresión ésta que conviene perfectamente a la Logia masónica, en donde como estamos viendo cada una de sus partes y la totalidad de su conjunto constituyen una síntesis simbólica de la armonía universal.
En medio mismo del pavimento mosaico se dispone el “cuadro de la Logia”, que es un esquema sintético de todo el templo masónico, además de constituir un soporte simbólico para la meditación y la concentración. En efecto, el cuadro de la Logia, al contener en su interior el diseño de los símbolos más significativos e importantes, deviene por ello un vehículo de la influencia espiritual en la Masonería.
Antiguamente el cuadro de la Logia se trazaba directamente sobre el suelo antes de iniciar los trabajos, y era borrado cuando dichos trabajos tocaban a su fin. Esto da la medida de la importancia que tenía dicho cuadro en los ritos cosmogónicos de los constructores, pues en verdad el trazado de los diferentes símbolos constituía en sí mismo un rito destinado a “atraer” y hacer presente en el espacio significativo de la Logia las ideas-fuerza contenidas en esos mismos símbolos, y que después se plasmarían en la edificación. Aunque hoy en día en los talleres masónicos ya no se tenga la costumbre de dibujar el cuadro de la Logia, sin embargo la influencia de esos símbolos continúa estando presente, hasta el punto de que sin la presencia del cuadro los trabajos no pueden abrirse. En cualquier caso, el trazado del cuadro de la Logia es un ejercicio ritual de meditación y concentración en los símbolos que el masón podría practicar siempre que lo deseara.
Y por último mencionar que alrededor del pavimento de mosaico y del cuadro de la Logia se encuentran los tres pilares de la Sabiduría, la Fuerza y la Belleza. Los pilares son también las “Tres Pequeñas Luces” de la Masonería, y a las que no habría que confundir con las “Tres Grandes Luces” ya mencionadas. Diremos que en algunas Logias los tres pilares están consagrados a la diosa Minerva (la Sabiduría), a Hércules (la Fuerza) y a Venus (la Belleza).
Los pilares son encendidos durante la apertura de los trabajos y apagados instantes antes de su clausura, lo cual lleva a pensar que, y al igual que ocurre con el cuadro de Logia, estos pilares desempeñan un papel de suma importancia en lo que se refiere al desarrollo del ritual masónico en cualquiera de sus grados. En este sentido recordaremos que el significativo nombre de “estrellas” con el que también se conocen a los tres pilares alude sin duda al carácter celeste que se desprende de su simbólica, pues es claro que se tratan de las “ideas” rectoras que han de presidir los trabajos masónicos, pues como se dicen en los rituales “la Sabiduría concibe, la Fuerza ejecuta y la Belleza adorna”.
Atendiendo a lo que se menciona a este respecto durante el ritual de apertura esas estrellas deben “hacerse visibles” a fin de que esos trabajos sean “iluminados” y se desarrollen en armonía con los planes del Gran Arquitecto. Como dijimos más arriba, la penumbra en que está sumida la Logia antes del alumbrado de los pilares ejemplifican las “tinieblas” primigenias que precedieron la formación del orden cósmico, de lo que se deduce que la iluminación de la Logia vendría a representar un símbolo más de la acción del Fiat Lux, o ¡Hágase la Luz!, cosmogónico emanado de la Palabra o Verbo creador.
Considerados desde el punto de vista microcósmico, estos tres principios también representan tres cualidades o estados del alma humana, los que vividos en el interior de la conciencia hacen posible su transmutación y contribuyen, por tanto, a la edificación del templo espiritual, del cual el templo material es la figuración simbólica. Precisamente los tres pilares se vinculan respectivamente con el Venerable Maestro, el Primer Vigilante y el Segundo Vigilante, es decir con los tres principales oficiales de la Logia (llamados las “tres luces”), aquellos que se encargan de dirigir y “ordenar” los trabajos que en ella se realizan. Son estos tres oficiales los que encienden o iluminan los pilares (y también los que los apagan durante la clausura), pronunciando al mismo tiempo que esto se cumple, las invocaciones claramente alusivas a la construcción del templo interior y del templo exterior.
En el Rito Escocés Antiguo y Aceptado esas invocaciones son las siguientes:
¡Que la Sabiduría del Gran Arquitecto presida la construcción de nuestro edificio!
¡Que la Fuerza lo sostenga!
¡Que la Belleza lo adorne!
No es entonces casual que sea precisamente alrededor de este cuadro y de los tres pilares donde tiene lugar el rito de la “cadena de unión”, en el que se invoca la potencia creadora e iluminadora del Gran Arquitecto, e implícitamente también la de todos los hermanos y hermanas esparcidos por la faz de la Tierra, sin olvidarnos de los antepasados que han pasado al Oriente Eterno y que contribuyeron con su esfuerzo, sacrificio y entrega a la Verdad y al Conocimiento a la edificación de la Gran Obra Universal. Y esta invocación vertical se realiza mediante la unión encadenada y fraterna de todas las fuerzas vivas presentes en la Logia, es decir de todos los componentes de la misma, que establecen así una comunicación sutil entre sus respectivas individualidades, sirviendo como soporte para la manifestación de la influencia espiritual.
Como se dice en el libro Símbolo, Rito, Iniciación. La Cosmogonía Masónica, cap. 33, y con esto ya terminamos, la cadena de unión “constituye un círculo mágico perfecto de concentración de vibraciones, un dínamo generador, no únicamente capaz de transmitir su fuerza a cada uno de los integrantes sino la de emanar a otros espacios visibles e invisibles; una forma activa de la invocación y también un encantamiento de protección para todos aquellos que tienen la gracia de participar en los misterios del Arte Sagrado, los llamados guardianes del Templo de la sabiduría salomónica, imagen de todos los templos, los que como parte de sus funciones deben saber estrechar sus filas y trabajar de modo armónico, tendiente a la perfección”.
FRANCISCO ARIZA
NOTAS
* Conferencia pronunciada en una Logia de Buenos Aires, República Argentina, el 7 de Diciembre de 2000. Francisco Ariza es colaborador de SYMBOLOS: Arte – Cultura – Gnosis, codirector del Centro de Estudios de Simbología de Barcelona y director de la Revista telemática El Taller.
1 Artículo traducido en el Nº 13-14 de la revista SYMBOLOS, págs. 192-195.
2 Consideraciones sobre el ritual del Aprendiz Franc-masón. Ed. Arché Milano.
3 Federico González, La Rueda. Una imagen simbólica del cosmos, cap. VII.