viernes, 1 de mayo de 2015

De la Reencarnación o Renacimiento . por H. P. Blavatsky



La Clave de la Teosofía,


DE LA REENCARNACIÓN O RENACIMIENTO

¿QUÉ ES LA MEMORIA SEGÚN LA ENSEÑANZA TEOSÓFICA?

PREG. La cosa más difícil para Usted, será que pueda explicar y dar bases razonables para semejante creencia. Jamás teósofo alguno ha podido todavía tener éxito en presentar una sola prueba válida que sacuda mi escepticismo. Primero que nada, tiene en contra de esta teoría de la reencarnación, el hecho de que hasta ahora no se ha encontrado todavía hombre alguno que recuerde que haya vivido antes, y mucho menos quien era en su vida pasada.

TEO. Veo que tu argumento, tiende hacia la misma vieja objeción; la pérdida de la memoria, en cada uno de nosotros, de nuestra encarnación anterior. ¿Tú crees que esto invalida nuestra doctrina? Mi respuesta es que no lo hace, y que en todo caso tal objeción no puede ser definitiva.

PREG. Me gustaría escuchar sus argumentos.

TEO: Son pocos y breves. Sin embargo cuando tomas en consideración (a) la total incapacidad de los mejores psicólogos modernos para explicarle al mundo la naturaleza de la mente; y (b) su completa ignorancia acerca de sus potencialidades, y estados superiores, tienes que admitir que esta objeción está basada en una conclusión a priori sacada de una evidencia circunstancial y de pruebas basadas en la presunción, más que en otra cosa. Ahora bien, dime por favor, en tu concepto, ¿qué es la “memoria”?

PREG. Lo que comúnmente se entiende, es decir: la facultad de nuestra mente de rememorar y de retener el conocimiento de pensamientos, acciones y acontecimientos anteriores.

TEO. Por favor añade a esto que hay una gran diferencia entre las tres formas aceptadas de memoria. Ya que además de la memoria en general, tenemos la Rememoración, la Recordación y la Reminiscencia, ¿no es así? ¿Has pensado alguna vez acerca de la diferencia? Acuérdate de que la memoria, es un nombre genérico.

PREG. Sin embargo, todos estos son sólo sinónimos.

TEO. En verdad no lo son ― en todo caso, no en filosofía. La memoria es simplemente un poder innato de los seres pensantes, incluso de los animales, de reproducir impresiones pasadas por una asociación de ideas, principalmente sugerida por cosas objetivas o por alguna acción sobre nuestros órganos sensorios externos. La memoria es una facultad que depende completamente del funcionamiento más o menos sano y normal de nuestro cerebro físico; y la rememoración y la recordación son atributos y sirvientes de esa memoria. Pero la reminiscencia es una cosa completamente diferente. La “Reminiscencia” es definida por los psicólogos modernos como algo intermedio entre la rememoración y la recordación, o como “un proceso consciente de recordar acontecimientos pasados, pero sin esa referencia plena y variada a cosas particulares que caracteriza la recordación. Locke al hablar de la recordación y la rememoración dice: “Cuando una idea se repite de nuevo sin la operación de un objeto similar sobre el sensorio externo, esto es rememoración; si hubiese sido buscada por la mente, y con dificultad y esfuerzo hubiese sido encontrada y traída de nuevo a la vista, esto es recordación”. Pero incluso Locke deja de darle una clara definición a la reminiscencia, porque no es una facultad o atributo de nuestra memoria física, sino una percepción intuitiva aparte de nuestro cerebro físico y fuera de él; una percepción que, (siendo despertada a la acción por el conocimiento siempre presente de nuestro Ego espiritual), cubre de hecho todas aquellas visiones en el hombre que son consideradas como anormales ― desde las imágenes sugeridas por el genio hasta los delirios de fiebre e incluso de locura ― y que son clasificadas por la ciencia como no teniendo existencia fuera de nuestra imaginación. Sin embargo, el Ocultismo y la Teosofía, consideran a al reminiscencia bajo una luz completamente diferente. Para nosotros, mientras que la memoria es física y evanescente y depende de las condiciones fisiológicas del cerebro ― una proposición fundamental de todos los profesores de mnemotecnia, soportada por las investigaciones de los psicólogos científicos modernos ― nosotros llamamos reminiscencia a la memoria del alma. Y es esta memoria la que nos da la seguridad a casi todo ser humano, ya sea que lo comprenda o no, de haber vivido antes y de tener que vivir de nuevo. En verdad, como Wordsworth dice:

“Nuestro nacimiento es sólo un sueño y un olvido,
el alma que surge dentro de nosotros, la estrella de nuestra vida,
tuvo en otra parte su ocaso,
y viene de lejos,”

PREG. Si es sobre esta clase de memoria ― poesía y fantasías anormales, tal como Usted misma lo confiesa ― en la que basa su doctrina, entonces, me temo que sólo convencerá a muy pocos.

TEO. No confesé que fuese una fantasía. Simplemente dije que los psicólogos y los científicos en general consideran tales reminiscencias como alucinaciones y fantasía, una docta conclusión que esperamos, buen provecho les haga. Nosotros no negamos que tales visiones del pasado y vislumbres fugases en los corredores remotos del tiempo, no sean anormales, al contrastarlos con nuestras experiencias normales de la vida diaria y de la memoria física. Pero nosotros mantenemos junto con el Profesor W. Knight, que “la ausencia de memoria de cualquier acto hecho en un estado previo, no puede ser un argumento concluyente en contra del hecho de que lo hayamos vivido”. Y todo oponente imparcial debe estar de acuerdo con lo que se dijo en las Conferencias sobre la Filosofía Platónica de Butler ― “que el sentimiento de extravagancia con el que nos afecta (la preexistencia) tiene su origen secreto en los prejuicios materialistas y semi-materialistas”. Además de lo cual, nosotros mantenemos que la memoria, como Olympiódoro la llama, es simplemente una fantasía, y la cosa menos confiable en nosotros. ٭ Amonio Saccas aseveraba que la única facultad en el hombre directamente opuesta a la pronosticación, o la visión del futuro, es la memoria. Acuérdate además, que la memoria es una cosa y la mente o pensamiento es otra; una es una máquina grabadora, una registradora que se descompone muy fácilmente; la otra (los pensamientos) son eternos e imperecederos. Te rehusarías a creer en la existencia de ciertas cosas u hombres sólo porque tus ojos físicos no los hayan visto? ¿Es que el testimonio colectivo de las generaciones pasadas, que vieron a Julio César no sería suficiente garantía de que él vivió alguna vez? ¿Por qué no podría tomarse en consideración el mismo testimonio de los sentidos psíquicos de las masas?
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* “La fantasía”, dice Olympiódoro (en el Fedón Platónico), “es un impedimento para nuestras concepciones intelectuales; y de aquí que, cuando estamos agitados por la influencia inspiradora de la Divinidad, si interviene la fantasía, cesa la energía entusiasta; ya que el entusiasmo y éxtasis son contrarios uno del otro. Si se preguntara si el alma es capaz de energetizar sin la fantasía, nosotros respondemos, que sus percepciones de los universales prueban de que sí es capaz. Por lo tanto, tiene percepciones, independientes de la fantasía; al mismo tiempo, sin embargo, la fantasía la auxilia en sus energías, tal como una tormenta persigue al que navega en el mar”.
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PREG. ¿Pero no cree que estas son distinciones demasiado sutiles para ser aceptadas por la mayoría de los mortales?

TEO. Di más bien por la mayoría de los materialistas. Y a ellos les decimos: miren cómo incluso en el corto lapso de la existencia ordinaria, la memoria es demasiado débil para registrar todos los acontecimientos de una vida. Cuan frecuentemente acontecimientos de lo más importantes yacen dormidos en nuestra memoria hasta que son despertados por alguna asociación de ideas, o incitados a funcionar y actuar por algún otro vínculo. Esto ocurre especialmente con gente de edad avanzada, a los que siempre se les encuentra sufriendo de falta de memoria. Por lo tanto, cuando tenemos en cuenta lo que sabemos acerca de los principios físicos y espirituales del hombre, no es el hecho de que la memoria no haya podido registrar nuestra vida y vidas precedentes lo que nos debería sorprender, sino lo contrario, si esto llegase a ocurrir.



¿POR QUÉ NO NOS ACORDAMOS DE NUESTRAS VIDAS PASADAS?

PREG. Usted me ha dado una vista a vuelo de pájaro de los siete principios; pero ahora, a partir de esto, ¿cómo explica la pérdida completa de cualquier recuerdo de haber vivido antes?

TEO. Muy fácilmente. Dado que esos “principios” que nosotros llamamos físicos, y que ninguno de los cuales es negado por la ciencia, aunque los llame con otros nombres, ٭ se
desintegran después de la muerte con sus elementos constitutivos, la memoria junto con su cerebro, esa memoria desaparecida de una personalidad desaparecida, no puede ni acordarse de nada ni registrar nada en la reencarnación subsecuente del EGO. La reencarnación significa que este Ego será provisto de un nuevo cuerpo, un nuevo cerebro, y una nueva memoria. Por lo tanto sería tan absurdo el esperar que esta memoria se acordara de aquello que nunca registró como sería ocioso el examinar bajo
un microscopio una camisa que nunca hubiese usado un asesino, y buscar en ella las manchas de sangre que sólo se encuentran en las ropas usadas durante la perpetración del crimen; ¿y si éstas fueron quemadas y destruidas, cómo podrías descubrirlas?

PREG. ¡Sí! ¿Pero, cómo puede llegar a la certeza de que el crimen fue verdaderamente cometido alguna vez, o de que el “hombre en la camisa limpia” existió alguna vez antes?

TEO. Indudablemente no por medio de procesos físicos, ni tampoco ateniéndose al testimonio de aquello que ya no existe más. Pero existe algo que se llama evidencia circunstancial, dado que nuestras sabias leyes la aceptan, incluso, quizás, más de lo que debieran hacerlo. Para llegar a convencerse del hecho de la reencarnación y de las vidas pasadas, uno debe ponerse en armonía con el verdadero Ego permanente de uno, y no con nuestra memoria evanescente.

PREG. ¿Pero cómo puede creer la gente en eso que no conoce, ni que jamás ha visto, y menos aún ponerse en armonía con ello?

TEO. ¿Si la gente, y los más cultos, creen en la Gravedad, el Éter, la Fuerza, y en tantas otras cosas de la Ciencia, en abstracciones “e hipótesis de trabajo” que ellos no han visto, tocado, olido, oído, ni tampoco saboreado ― por qué otra gente no podría creer, apoyada sobre el mismo principio, en el Ego permanente de Uno, una “hipótesis de trabajo” mucho más lógica e importante que cualquier otra?
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* A saber, el cuerpo, la vida, los instintos pasionales y animales, y el eidolon astral de todo hombre (ya sea percibido en pensamiento o por el ojo de nuestra mente, u objetivamente y separadamente del cuerpo físico), siendo estos principios como los denominamos nosotros: Sthula sarira, Prana, Kama rupa y Linga sarira (ver arriba).
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Hay cinco Skandhas o atributos en las enseñanzas PREG. Finalmente, ¿qué es ese misterioso principio eterno? ¿Podría Usted explicar su naturaleza de manera a hacerlo comprensible para todos?

TEO. Es el Ego que reencarna , el “Yo” individual e inmortal ― pero no personal; en pocas palabras, es el vehículo de la MONADA.
Âtma-Buddhica, eso que es recompensado en Devachan y castigado en la tierra, y finalmente, eso, sobre lo que se adhieren únicamente los reflejos de las skandhas, o atributos, de cada encarnación. ٭

PREG.¿Qué es lo que entiende por Skandhas?

TEO. Justamente lo que dije: los “atributos”, entre los que está la memoria, todos los cuales perecen como una flor, dejando sólo tras de sí un débil perfume. Aquí está otro párrafo tomado del “Catecismo Buddhista” de H. S. Olcott † que guarda una relacion directa con el tema. Él trata acerca de la cuestión de la siguiente manera: ― “El anciano se acuerda de los incidentes de su juventud, a pesar de haber cambiado física y mentalmente. ¿Por qué, entonces, no traemos nosotros el recuerdo de las vidas pasadas, desde nuestro último nacimiento a nuestro presente nacimiento? Porque la memoria está incluida con las Skandhas, y habiendo cambiado las Skandhas con la nueva existencia, se desarrolla una memoria, que es el registro de esa existencia en particular. Sin embargo el registro o reflejo de todas las vidas pasadas debe sobrevivir, ya que cuando el Príncipe Siddhartha llegó a ser Buddha, Él vio la secuencia completa de sus nacimientos anteriores... y cualquiera que alcanza el estado de Jñana puede así remontarse retrospectivamente a lo largo de la línea de sus vidas”. Esto te prueba que aunque las cualidades imperecederas de la personalidad ― tales como el amor, la bondad, la caridad, etc. ― se adhieren al Ego inmortal, fotografiando en él, por así decirlo, una imagen permanente del aspecto divino del hombre que fue, sus Skandhas materiales (aquellas que generan los efectos Karmicos más marcados) son tan evanescentes como el resplandor de un relámpago, y no pueden dejar huella en el nuevo cerebro de la nueva personalidad; sin embargo el que no logren hacer esto de ninguna manera impide la identidad del Ego reencarnante.

PREG. ¿Quiere Usted dar a entender que eso que sobrevive es solamente la memoria del Alma, como Usted la llama, siendo esa Alma o Ego uno y el mismo, mientras que nada queda de la personalidad?
TEO. No totalmente; al menos de que la personalidad haya sido la de un materialista absoluto, con ni siquiera un resquicio en su naturaleza por el que pueda pasar un rayo espiritual; algo de cada persona debe sobrevivir, cuando deja su huella eterna en el Sí
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٭ Hay cinco Skandhas o atributos en las enseñanzas Buddhistas: “Rupa (forma o cuerpo), cualidades materiales; Vedana, sensación; Sanna, ideas abstractas; Sankhara, tendencias de la mente; Vinnana, poderes mentales. De ellas estamos formados; por ellas somos conscientes de la existencia; y a través de ellas nos comunicamos con el mundo a nuestro alrededor”
_† Por H.S. Olcott, Presidente y Fundador de la Sociedad Teosófica. La exactitud de la enseñanza está sancionada por el Rev. H. Sumangala, sumo sacerdote del Sripada y Galle, y Director del (colegio) Widyodaya Parivena en Colombo, estando en conformidad con el Canon de la Iglesia Buddhista del Sur.
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permanente encarnante o Ego Espiritual ٭ (ver acerca de la conciencia post mortem y post natal). La personalidad con sus Skandhas está siempre cambiando a cada nuevo nacimiento. Como se ha dicho antes, es solamente el papel desempeñado por el actor (el verdadero Ego) por una noche. Es por esto que no preservamos memoria de nuestras vidas pasadas, sobre el plano físico, aunque el verdadero “Ego” las haya vivido todas y las conozca todas.

PREG. ¿Por qué entonces el hombre real o Espiritual no deja huella de este conocimiento en su nuevo “yo” personal?

TEO. ¿Cómo es que las sirvientas de una pobre granja pudieron hablar hebreo y tocar el violín en su trance o estado sonámbulo, y no conocían ninguno de los dos en su condición normal? Porque, como todo psicólogo genuino de la escuela antigua, no de tu
escuela moderna, te dirá, el Ego Espiritual solamente puede actuar cuando el Ego personal está paralizado.
El “Yo “Espiritual del hombre es omnisciente y tiene todo conocimiento innato en él; mientras que el sí personal es una criatura de su medio ambiente y un esclavo de la memoria física. Si el primero pudiese manifestarse ininterrumpidamente, y sin impedimento, ya no habría más hombres sobre la tierra, sino que todos seríamos dioses.

PREG. Sin embargo debe haber excepciones, y algunos deben acordarse.

TEO. Y en efecto las hay. ¿Pero quién cree en su relato?
Tales sensitivos son generalmente considerados por los materialistas modernos como histéricos alucinados, como entusiastas destornillados, o farsantes. Que lean, sin embargo, obras sobre este tema especialmente “Reencarnación, Estudio de una Verdad Olvidada” por E.D. Walker M.S.T., y ve en él la cantidad de pruebas a las que el hábil autor apunta con gran conocimiento acerca de la cuestión debatida. Uno le habla a la gente del alma, y algunos preguntan “¿Qué es el Alma?” “¿Ha probado usted alguna vez su existencia?” Desde luego es inútil argumentar con los que son materialistas. Pero incluso a ellos les haría la siguiente pregunta: “¿Pueden recordar lo que eran o hicieron cuando eran bebés? Han preservado el más pequeño recuerdo de su vida, pensamientos, o acciones, o que vivieron en modo alguno durante los primeros diez u ocho meses o dos años de su existencia? ¿Entonces, por qué no negar que alguna vez vivieron como bebés, apoyándonos sobre el mismo principio?”
Cuando a todo esto añadimos que el Ego reencarnante, o individualidad, meramente retiene durante el periodo Devachanico la esencia de la experiencia de su pasada vida terrestre o personalidad, mientras que toda su experiencia física se encuentra elevada a un estado in potentia, o por así decirlo ha sido traducida a fórmulas espirituales; cuando recordamos además que se dice que el término entre dos renacimientos se extiende de diez a quince siglos, durante cuyo tiempo la consciencia física está total y absolutamente inactiva, no teniendo órganos para actuar por conducto de ella, y siendo por lo tanto no existente, es obvio el motivo de la ausencia de toda rememoración en una memoria puramente física.
PREG. Usted acaba de decir que el EGO ESPIRITUAL era omnisciente. ¿Dónde está entonces, esa tan alardeada omnisciencia durante su vida Devachanica, como Usted la llama?

TEO. Durante ese tiempo es latente y potencial, porque, primero que nada, el Ego Espiritual (el compuesto de Buddhi-Manas) no es el SI SUPERIOR, el cual siendo uno con el Alma Universal o Mente es el único omnisciente; y, en segundo lugar, porque Devachan es la continuación idealizada de la vida terrestre que apenas se acaba de dejar, un periodo de ajuste retributivo, y una recompensa por las injusticias y sufrimientos inmerecidos en esa vida en especial. Es omnisciente sólo potencialmente en Devachan, y de facto [de hecho] exclusivamente en Nirvana, cuando el Ego se funde en el Alma-Mente Universal. Sin embargo vuelve a ser quasi [casi] omnisciente durante aquellas horas en la tierra cuando ciertas condiciones anormales y cambios fisiológicos en el cuerpo liberan al Ego de los obstáculos de la materia. Así, los ejemplos citados más arriba de las sonámbulas, una pobre sirvienta hablando hebreo, y otra tocando el violín, te dan una ilustración del caso en cuestión. Esto no significa que las explicaciones de estos hechos que nos ofrece la ciencia médica no tengan verdad en ellas, ya que años antes, una de las muchachas, había escuchado a un artista tocar el violín en su granja. Pero ninguna de las dos pudo haberlo hecho tan perfectamente como lo hicieron si no hubiesen estado animadas por ESO que, debido a al identidad de su naturaleza con la Mente Universal, es omnisciente. Aquí los principios superiores actuaron sobre los Skandhas y las movieron; en la otra, estando paralizada la personalidad, la individualidad se manifestó a sí misma. Por favor no confundas las dos.


DE LA INDIVIDUALIDAD Y LA PERSONALIDAD ٭

PREG. ¿Pero cuál es la diferencia entre las dos? Confieso que aún me hallo a obscuras y no comprendo. Verdaderamente, es justamente esa diferencia, la que no estaría de más recalcar para que se nos grabe en nuestras mentes.

TEO. Lo intentaré; pero por desgracia, con algunos es mucho más difícil, que hacerlos sentir una reverencia infantil por imposibilidades, sólo porque éstas son ortodoxas, y porque la ortodoxia es respetable. Para entender bien la idea, tienes que estudiar primero los grupos duales de “principios”: los espirituales, o aquellos que pertenecen al Ego imperecedero; y los materiales, o aquellos principios que forman los siempre cambiantes cuerpos o la serie de personalidades de ese Ego. Establezcamos entonces, nombres fijos y permanentes, diciendo que:

I. Âtma, el “Sí Superior”, no es ni tu espíritu ni el mío, sino que brilla para todos como la luz del sol. Es el “principio divino” universalmente difundido, y es inseparable de su Meta-Espíritu, uno y absoluto, como el rayo del Sol es, inseparable de la luz del sol.

II. Buddhi (el alma espiritual) es sólo su vehículo. Ninguno de los dos separadamente, ni los dos colectivamente, son de ningún uso para el cuerpo del hombre, como tampoco lo son la luz solar y sus rayos para una masa de granito sepultada en la tierra, al menos de que la Duada divina sea asimilada por alguna consciencia y reflejada en ella. Ni Âtma ni Buddhi son jamás alcanzados por Karma, su agente operativo de SI MISMO en un aspecto, y la otra es inconsciente en este plano.

Esta consciencia o mente es,

III. Manas٭, el derivado o producto en forma refleja de Ahamkara “la concepción del Yo” o EGO-EIDAD. Por lo tanto, cuando está inseparablemente unido a los dos primeros, se le llama EGO ESPIRITUAL, y Taijasi (el radiante). Esta es la verdadera Individualidad, u hombre divino. Es este EGO el que ― habiendo encarnado originalmente en la insensible forma humana, animada por la presencia en sí misma de la mónada dual, pero inconsciente (ya que no tenía consciencia) de su presencia ― hizo de esa similitud de forma humana un hombre real. Es ese Ego, ese “Cuerpo Causal”, el que protege a cada personalidad en la que Karma lo fuerza a encarnar, y es este Ego el que es tenido responsable por todos los pecados cometidos a través, y en , cada nuevo cuerpo o personalidad ― máscaras evanescentes que esconden al verdadero Individuo a través de la larga serie de renacimientos.

PREG. ¿Pero es esto justo? ¿Por qué debería ser castigado este Ego como resultado de acciones que ha olvidado?

TEO. No las ha olvidado; conoce y se acuerda de sus fechorías tan bien como tu te acuerdas de lo que hiciste ayer. ¿Crees que porque la memoria de ese montón de compuestos físicos llamado “cuerpo”, no recuerda lo que hizo su predecesor (la personalidad que fue), te imaginas que el verdadero Ego las ha olvidado? Es mejor que digas que es injusto que el nuevo par de botas en los pies de un niño, que es azotado por robar manzanas, deba de ser castigado por algo de lo que no sabe nada.

PREG. ¿Pero no existen modos de comunicación entre la consciencia o memoria Espiritual y la humana?

TEO. Desde luego que los hay; pero nunca han sido reconocidos por tus psicólogos científicos modernos. ¿A qué atribuyes la intuición, “la voz de la conciencia”, las premoniciones, las vagas e indefinidas reminiscencias, etc., etc., sino a tales comunicaciones? ¡Ojalá! la memoria de los hombres educados, tuviesen al menos las refinadas percepciones espirituales de Coleridge, que muestra lo intuitivo que es, en algunos de sus comentarios. Escucha lo que dice con respecto a la probabilidad de que “todos los pensamientos sean en sí mismos imperecederos”. “Si la facultad inteligente (como el repentino ‘reavivamiento’ de la memoria) se hiciese más comprensible, sólo requeriría una organización diferente y apropiada, el cuerpo celeste en vez del cuerpo terrestre para traer ante toda alma humana la experiencia colectiva e toda su existencia pasada (o más bien, existencias)” y ese cuerpo celeste es nuestro EGO Manasico.

DE LA RECOMPENSA Y CASTIGO DEL EGO.

PREG. La he escuchado decir de que al Ego, cualquiera que haya sido la vida de la persona que encarnó en la Tierra, nunca se le impone un castigo post-mortem.

TEO. Nunca, salvo en casos muy excepcionales y raros de los cuales no hablaremos aquí, dado que la naturaleza del “castigo” de ninguna manera se aproxima a ninguno de tus conceptos teológicos de condenación.

PREG. Pero sí es castigado en esta vida por las fechorías cometidas en una anterior, entonces es este Ego el que también debería de ser recompensado, ya sea aquí, o cuando esté desencarnado.

TEO. Y así es. Si nosotros no admitimos castigo alguno fuera de esta tierra, es porque el único estado que el Sí Espiritual conoce, en el más allá, es el de beatitud pura.

PREG. ¿Qué es lo que quiere decir?

TEO. Simplemente esto: que los crímenes y pecados cometidos en un plano de objetividad y en un mundo de materia, no pueden recibir su castigo en un mundo de pura subjetividad. Nosotros no creemos en ningún cielo o paraíso como localidades; en ningún fuego y gusanos objetivos que nunca mueren, ni tampoco en ninguna Jerusalén con calles pavimentadas con zafiros y diamantes. En lo que creemos es en un estado post-mortemcondición mental, como en la que estamos durante un sueño de gran viveza. Creemos en una ley inmutable de Amor, Justicia y Misericordia absolutas. Y creyendo en ella, decimos:
“Cualquiera que haya sido el pecado y los horrendos resultados de la transgresión Karmica original de los Egos ٭ ahora encarnados, ningún hombre (o la forma exterior material y periódica de la Entidad Espiritual) puede considerársele responsable, con algún grado de justicia, por las consecuencias de su nacimiento. El no pide nacer, ni tampoco puede escoger a los padres que le darán vida. En todo respecto él es una víctima de su medio ambiente, hijo de las circunstancias sobre las cuales no tiene control; y si cada una de sus transgresiones fuesen investigadas imparcialmente, se encontraría que en nueve de cada diez casos él fue contra quien se pecó. La vida es a lo sumo un cruel juego, un mar tormentoso que hay que cruzar, y frecuentemente, una carga demasiado pesada para soportar. Los más grandes filósofos han tratado en vano de sondear y encontrar su raison de’être o razón de ser , y todos han fallado excepto aquellos que tenían la clave para ello, a saber, los sabios de Oriente. La vida es, como Shakespeare la describe.
“ ... tan sólo una sombra espectral ― un pobre actor,
que se pavonea y agita toda su hora en la escena
y luego ya no se le escucha más. Es un cuento
contado por un idiota, con abundante ruido y furia,
que nada significa ...”
Nada en sus partes separadas, sin embargo de la mayor importancia es su colectividad o serie de vidas. En todo caso, casi toda vida individual es, en su completo desarrollo, una aflicción. ¿Y se nos pide que creamos que el pobre e indefenso hombre, después de haber sido lanzado como un trozo de madera podrida sobre las enfurecidas olas de la vida, si demostrara ser muy débil para resistirlas, tendría que ser castigado por una condenación sempiterna, o incluso por un castigo temporal? Nosotros decimos que, ¡esto nunca! Ya sea que haya sido un gran pecador o uno común y corriente, bueno o malo, culpable o inocente, una vez liberado de la carga de la vida física, el cansado y agotado Manu (“el Ego pensante”) ha ganado el derecho a un periodo de absoluto descanso y beatitud. La misma ley sabiamente infalible y justa más que misericordiosa, que descarga en contra del Ego encarnado el castigo Karmico por cada pecado cometido durante la vida precedente en la Tierra, provee para la ahora Entidad incorpórea una larga prórroga de descanso mental, es decir, el completo olvido de todo acontecimiento triste, sí, hasta del más pequeño pensamiento doloroso, que tuvo lugar en su última vida como una personalidad , sólo dejando en la memoria del alma, la reminiscencia de aquello que fue feliz o condujo a la felicidad. Plotino, que dijo que nuestro cuerpo era el verdadero río de Leteo, ya que “los que se sumergen en él se olvidan de todo”, quería significar más de lo que dijo. Dado que, así como nuestro cuerpo es como Leteo, así lo es nuestro cuerpo celeste en Devachan, y mucho más.

PREG. ¿Entonces debo entender que al asesino, el transgresor de la ley divina y humana en toda forma, se le permite irse impune?

TEO. ¿Quién jamás dijo eso? Nuestra filosofía tiene una doctrina de castigo tan severa como la del más rígido Calvinista, sólo que más filosófica y consistente con la justicia absoluta. Ninguna acción, ni siquiera un pensamiento pecaminoso, puede quedar impune; siendo castigado este último más severamente que incluso el primero, dado que un pensamiento tiene mucha mayor potencialidad para crear malos resultados que incluso un acto.٭ Nosotros creemos en una ley infalible de Retribución, llamada KARMA, la cual se hace sentir en una concatenación natural de causas y de sus inevitables resultados.

PREG. ¿Y cómo, o dónde, actúa?

TEO. Todo trabajador merece su salario, dice la Sabiduría en el Evangelio; toda acción, buena o mala es un padre prolífico, dice la Sabiduría de las Edades. Junta las dos, y encontrarás el “porqué”. Después de permitir al Alma que escapó de las angustias de la vida personal, una compensación suficiente, sí, en verdad, una compensación cien veces más grande, Karma, con su ejército de Skandhas, espera en el umbral de Devachan, de donde el Ego reemerge para asumir una nueva encarnación. Es en este momento en que el futuro destino del ahora descansado Ego tiembla en la balanza de la justa Retribución, ya que ahora cae de nuevo bajo el dominio de la ley Karmica activa. Es en este renacimiento que está listo para él, un renacimiento seleccionado y preparado por esta LEY misteriosa, inexorable, pero infalible en la equidad y sabiduría de sus decretos, que son castigados los pecados de la vida anterior del Ego. Sólo que el Ego no es arrojado en ningún Infierno imaginario, teatralmente preparado con llamas y ridículos diablos con cola y cuernos, sino verdaderamente en esta tierra, el plano y región de sus pecados, en donde tendrá que expiar cada uno de sus malos pensamientos y acciones.
Así como haya sembrado, así cosechará. La reencarnación juntará alrededor de él todos aquellos otros Egos que hayan sufrido, directa o indirectamente, de la mano, o incluso a través de la mediación inconsciente, de la personalidad pasada. Ellos serán arrojados por Némesis en el camino del hombre nuevo ocultando al viejo, al Ego eterno, y ...

PREG. ¿Pero dónde está la equidad de la que Usted habla, dado que estas nuevas “personalidades” no son conscientes de haber pecado o de haber pecado contra alguien?

TEO. Si a alguien le hubiesen robado un abrigo, y si se diese cuenta de que el ratero lo lleva puesto, y al querer quitárselo, lo hiciera jirones por la espalda, ¿podríamos decir que el abrigo fue tratado bien? La nueva “personalidad” no es otra cosa que un nuevo traje con sus características específicas de color, forma y cualidades; pero el verdadero hombre que lo viste, es el mismo culpable de antes. Es la individualidad la que sufre a través de su “personalidad”. Y es ésta, y ésta única, la que puede explicar la terrible injusticia, aunque sólo aparente, en la distribución de la suerte en la vida del hombre. Cuando tus filósofos modernos hayan logrado mostrarnos una buena razón, de por qué algunos hombres aparentemente inocentes y buenos sólo nacen para sufrir durante toda su vida, por qué tantos nacen pobres y hambrientos en los barrios bajos de las grandes ciudades, abandonados por el destino y los hombres; por qué, mientras estos han nacido en las cloacas, otros abren sus ojos a la luz en palacios; mientras que el nacimiento noble y la fortuna parecen frecuentemente otorgárseles a los peores hombres y sólo rara vez a los que se lo merecen; mientras que hay limosneros cuyos síes internos están a la par con los más elevados y nobles de los hombres; cuando esto, y mucho más, sea explicado satisfactoriamente ya sea por tus filósofos o teólogos, sólo entonces, pero no hasta entonces, tendrás el derecho de rechazar la teoría de la reencarnación. Los más elevados y grandes de los poetas han percibido vagamente esta verdad de verdades. Shelley creía en ella., Shakespeare debe haber pensado en ella al escribir sobre la inutilidad de Nacer. Recordemos sus palabras:

“¿Por qué mi nacimiento debiera sujetar a mi espíritu en ascenso?
¿Qué no todas las criaturas están sujetas al tiempo?
Hay legiones de mendigos ahora en la tierra,
que sus originales surgieron de Reyes,
y muchos monarcas ahora, cuyos padres eran,
la canalla de su tiempo ........”

Cambia la palabra “padres” por “Egos” ― y tendrás la verdad.





La Reencarnación en la Historia.

La reencarnación “es una doctrina en la que han creído las naciones más grandes y más inteligentes de la antigüedad, y los más grandes filósofos y sabios, y ella es también la doctrina más lógica que no deja lagunas, que no conoce eslabones perdidos y que explica casi todo problema social y humano ( H. P. Blavatsky CW, XI, 426).

“Y se nos pregunta, ¿cuáles son sus pruebas de que tal serie de vidas realmente ocurre, o que existe la reencarnación? Contestamos: (1) el testimonio de todo vidente espiritual, a través de una interminable sucesión de ciclos humanos; (2) una masa de evidencia que puede inferirse y de la que incluso da testimonio el profano. Es cierto que esta clase de evidencia – aunque frecuentemente la gente se agarre de nada mejor que de un testimonio inferido – no es absolutamente confiable. Ya que, como Locke dice: ‘Inferir no es otra cosa que, en virtud de una proposición establecida como cierta, deducir otra como verdadera. Los seguidores de la doctrina de la Predestinación, pueden establecer como verdadera su doctrina – esa agradable creencia de que todo ser humano está pre-destinado por la voluntad de nuestro ‘Padre Misericordioso en los Cielos’ ya sea para el Fuego eterno del Infierno, o para tocar el ‘Arpa Dorada’ bajo el principio de las alas cortadas. La proposición de la que está inferida esta curiosa creencia y establecida como cierta, está basada, en el caso presente, en un fundamento no mejor que una de las pesadillas de Calvino, el cual tuvo muchas. Pero el hecho de que sus seguidores sean millones de hombres, no les da derecho, ni a la teoría de la total depravación ni a la de la predestinación, el que puedan considerarse como creencias Universales. Ellas están limitadas aún a una pequeña parte de la humanidad, y nunca se conocieron antes de los días del Reformador francés.

Estas son doctrinas pesimistas nacidas de la desesperación, creencias artificialmente injertadas en la naturaleza humana, y que que por lo tanto no pueden subsistir. ¿Pero quien le enseñó a la humanidad acerca de la transmigración del alma? La creencia en renacimientos sucesivos del Ego humano a través de ciclos de vida en varios cuerpos, es una creencia universal, una certidumbre innata en la humanidad. Incluso ahora, cuando los dogmas teológicos de origen humano han paralizado y casi destruido esta idea innata natural de la mente Cristiana, incluso ahora cientos de los más eminentes filósofos Occidentales, autores, artistas, poetas y pensadores profundos aún creen firmemente en la reencarnación.
En palabras de George Sand:

‘Lanzados a esta vida, como si fuese dentro de un alambique, en donde, después de una existencia previa, que hemos olvidado, estamos condenados a ser rehechos, renovados, templados por el sufrimiento, por la lucha, por las pasiones, por la duda, por la enfermedad y por la muerte. Soportamos estos males por nuestro bien, para nuestra purificación, y por así decirlo, para hacernos perfectos. De época en época, de raza en raza, llevamos a cabo un lento progreso, lento pero seguro, un avance del cual, a pesar de lo que digan los escépticos , sus pruebas son patentes.

Si todas las imperfecciones de nuestro ser y todas las calamidades de nuestro estado nos compelen a desanimarnos y a aterrorizarnos, por otro lado, todas las facultades más nobles, que nos han sido otorgadas para que busquemos la perfección, son nuestra salvación, y nos libran del miedo, la miseria, e incluso de la muerte. Sí, un instinto divino que siempre crece en luz y en fuerza nos ayuda a comprender que nada en todo el mundo muere totalmente, y que nosotros sólo nos esfumamos de las cosas que están a nuestro alrededor en nuestra vida terrestre, para reaparecer entre condiciones más favorables para nuestro eterno crecimiento y bien’.

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El profesor Francis Bowen, tal como es citado en el libro La Reencarnación, Historia de una Verdad Olvidada, [por E. D. Walker] pronuncia una gran verdad al decr que: ‘La doctrina de la metempsicosis puede casi reclamar el ser una creencia natural o innata en la mente humana, si podemos juzgar por su amplia difusión entre las naciones de la Tierra y su predominio a través de las edades históricas’.

Los millones que vivieron en la India, Egipto, China, y los millones que creen actualmente en la reencarnación – son casi innumerables. Los judíos tuvieron la misma doctrina; además, ya sea que uno le rece a una deidad personal, o que adore en silencio una deidad impersonal, o un Principio o Ley, es mucho más reverente creer en esta doctrina que no. Una creencia nos hace pensar en ‘Dios’ o la ‘Ley’ como sinónimos de la Justicia, dándole al pequeño pobre hombre más de una oportunidad para vivir virtuosamente y para pagar por sus pecados ya sean de omisión o comisión”. (CW, XI, 141-42).

“De acuerdo a su Karma-phala, o agregado de las consecuencias de sus actos está determinado el renacimiento de cada hombre y su escape final, o emancipación, de la necesidad de renacimiento . . .

Sólo los adeptos pueden escoger sus reencarnaciones, e incluso ellos están estrictamente limitados en su elección por su responsabilidad hacia la inexorable ley de Karma”. (CW, V, 106).


Doctrina de la vuelta a la vida manifestada
Por
G. de Purucker

Traducido y compilado por J. Rodros. Blavatsky Editorial, México, 2005.
Existen varios términos para denotar las diferentes fases del proceso de recorporificación, “los cuales cuando se usan de manera exacta y precisa, tienen su propio significado y alcance filosófico y religioso...dichos términos son
1.-La Pre-existencia.
2.-La Recorporificación.
3.-El Renacimiento.
4.-La Palingenesis.
5.-La Trasmigración.
6.-La Metempsicosis.
7.-La Reencarnación.
8.-La Metensomatosis.
Aunque estas ocho diferentes palabras, de una manera amplia pueden usarse como sinónimos, sin embargo ninguna de ellas, cuando se usa con precisión, significa exactamente lo mismo que las demás. De hecho, cada una de ellas, es una clave que le ayuda a uno a abrir uno de los portales de la Enseñanza-misterio septenaria y compuesta que trata generalmente de las aventuras fascinantes que le ocurren al ego desencarnado después de que ha dejado su cuerpo físico, ha dejado Kâma-loka, y ha comenzado su peregrinaje a través de las esferas.
A continuación se presenta un análisis somero de estos términos:
1.La Preexistencia.

“La idea contenida en esta palabra es muy fácil de explicar. La preexistencia simplemente significa que el alma humana no llegó a la existencia en su presente nacimiento en la tierra, sino que el ego humano existía antes, es decir Pre-existía, y ha nacido de nuevo en esta tierra.” Esta idea es contraria, desde luego, a la idea Cristiana de que “Dios crea una nueva alma para cada niño que nace en la tierra”. La idea de la Preexistencia está íntimamente ligada a los conceptos de Renacimiento, Reencarnación y Recorporificación y está bellamente expresada en un poema citado en la Clave de la Teosofía por H.P.B [p.125].
“Nuestro nacimiento es sólo un sueño y un olvido,
El alma que surge dentro de nosotros, la estrella de nuestra vida,
Tuvo en otra parte su ocaso
Y viene de lejos.

2. La Recorporificación

Este término simplemente significa que la entidad viva, denominada ego reencarnante, toma un nuevo cuerpo un tiempo después de la muerte, aunque esto de ninguna manera signifique que el nuevo cuerpo sólo lo asuma en este plano de la tierra, ya que también lo puede hacer en otros planos invisibles. Esto quiere decir que el ego reencarnante puede asumir esos cuerpos en otro lugar que no sea la tierra. Nos enseña además que el alma no meramente pre-existe, sino que además el alma toma un nuevo cuerpo. Pero este aspecto particular de la doctrina general de la migración o peregrinaje de las entidades vivas, no nos dice en donde será tomado ese cuerpo ni tampoco qué clase de cuerpo será éste, es decir, si el nuevo cuerpo será un cuerpo físico visible o uno invisible en los reinos invisibles de la naturaleza. Sólo enuncia que el centro de vida, del ego reencarnante o Mónada, se recorporifica; y este pensamiento es la esencia del significado específico de esta palabra.



3. El Renacimiento.

Es un término de una significación más amplia y general. Significa meramente el volver a nacer de nuevo, excluyendo en el término, toda explicación o detalles respecto al tipo o clase de Recorporificación. Existe cierto parecido entre la palabra Renacimiento y Reencarnación, sin embargo las ideas son completamente distintas.

4. La Palingenesia.

Este es un compuesto Griego que significa ‘volver de nuevo al ser’ o ‘nuevamente devenir’. La idea la encontramos ilustrada en la literatura filosófica de los pueblos antiguos que vivieron alrededor del Mediterráneo, con el ejemplo del roble que produce su semilla, la bellota; la bellota a su vez produce un nuevo roble que contiene la misma vida que le fue transmitida por el roble anterior. Es así como esta transmisión de una vida idéntica, en fases cíclicas recurrentes, es el significado de la palabra Palingenesia. O, dicho en otras palabras, esto significa la continua transmisión de una vida idéntica que a cada transformación produce una nueva manifestación o resultado siendo cada uno de estos diferentes resultados una Palingenesia, ‘un nuevo devenir’.

5. La Trasmigración.

Esta palabra ha sido burdamente tergiversada por el occidental moderno, e igualmente ha sido el destino de la siguiente palabra, Metempsicosis. Debido a la confusión que ha habido para entender estos dos términos antiguos por parte de los modernos, comúnmente, se supone de manera equivocada, que el alma humana, después de la muerte migra al reino animal, (especialmente si hubiese habido un karma muy malo durante esa vida), renaciendo en la Tierra en el cuerpo de una bestia.
Sin embargo el verdadero significado de este término, tal como lo encontramos en la literatura antigua, se refiere sin embargo al destino de los átomos de vida; pero no tiene absolutamente nada que ver con el destino del alma humana como entidad. Los europeos no han podido comprender esta doctrina, en parte debido al hecho de que era considerada esotérica por los escritores orientales, latinos y griegos, y por lo tanto nunca se divulgó completamente en la literatura exotérica.
El alma humana no puede ni migrar ni encarnar en un cuerpo de bestia, como tampoco puede la bestia encarnar en el de un cuerpo humano, ya que no se lo permite su aparato psíquico. Porque en el primer caso, el vehículo de la bestia no le ofrece al alma humana ninguna apertura para la expresión de los poderes y facultades humanas específicas y cuyas tendencias en su agregado y debido a su grado de evolución, hacen al hombre humano. Y en contrapartida, el alma de una bestia no puede entrar en un cuerpo humano, debido al abismo infranqueable que existe en lo que respecta a la naturaleza psíquica e intelectual, que separa a estos dos reinos: el Reino Humano y el Reino de las Bestias. Esta diferencia es precisamente lo que impide que la bestia pase hacia arriba. En el primer caso, no hay atracción para el hombre normal hacia las bestias; en el segundo, existe una imposibilidad para que la poco desarrollada mente de la bestia y su alma, puedan encontrar un alojamiento adecuado en lo que para ellos es verdaderamente una esfera de dioses, a la que por consiguiente, no pueden entrar. Va en contra de la ley natural, por la misma razón, de que los higos no crezcan en los cardos, o que uno arranque uvas de un cerezo. Un alma humana, busca su encarnación en un cuerpo humano, en un receptáculo humano, ya que para él no existe atracción en otra parte. La semilla humana produce cuerpos humanos; las almas humanas reproducen almas humanas, es decir, ellas mismas.
Sin embargo, la Trasmigración tiene un sentido específico cuando se aplica al alma humana; la entidad viva migra o pasa de una condición a otra, de un estado a otro, de un plano a otro, tal como sea el caso, ya sea que esto ocurra en los reinos visible o invisible de la Naturaleza y ya sea que el estado o condición sea alto o bajo. El significado específico de esta palabra, implica por lo tanto nada más que un cambio de estado, condición o plano: la migración de una entidad viva de un estado o condición, o plano a otro. Contiene de hecho el significado combinado de Evolución y Karma, o en otras palabras, la evolución Karmica, el sendero seguido por la Mónada al migrar de esfera en esfera, del espíritu a la materia y de vuelta al espíritu, y en el curso de su peregrinaje, el entrar a un vehículo o cuerpo, tras otro vehículo o cuerpo.
En la aplicación de esta palabra a los átomos de vida, siendo en este sentido en que se referían las observaciones de los antiguos en relación con los reinos inferiores de la Naturaleza, brevemente significa, que los átomos de vida que en su agregado componen los principios inferiores del hombre, inmediatamente después del cambio que la gente llama muerte, ellos migran o transmigran, pasando a otros cuerpos a los que estos átomos de vida están atraídos psicomagnéticamente, ya sea que estas atracciones sean altas o bajas, porque su propio desarrollo evolutivo por regla general, está poco avanzado. Sin embargo, debe recordarse que estos átomos de vida componen los vehículos internos y externos del hombre, y que por consiguiente hay varios grados o clases de estos átomos de vida, desde lo físico yendo hacia arriba (o hacia adentro), a lo astral, luego a lo puramente vital, a lo emocional y a lo elemental y psíquico. Este es en términos generales el significado de la Trasmigración. La palabra no tiene otro significado especifico que el arriba descrito, y sólo hasta aquí llega.

6. La Metempsicosis

Es un vocablo griego compuesto, cuyo significado puede traducirse brevemente como ‘animar un alma tras otra’ o ‘cambiar un alma tras otra’. Significa que la esencia monádica o, centro de vida y consciencia, o Mónada, no es solamente preexistente al nacimiento físico, ni tampoco significa que la entidad-alma meramente se recorporifique, sino también que la Mónada, durante el curso de su peregrinaje eónico a través de las Esferas o Mundos, para expresarse así misma, se viste o se hace a si misma, varias ego-almas, que fluyen de ella misma; teniendo cada una de ellas su propia vida característica e individual, o ‘alma’, la cual, cuando se completa su periodo de vida, es recogida de nuevo en el seno de la Mónada durante su periodo de descanso, para volver a ser emanada al terminarse dicho periodo, para un nuevo peregrinaje cíclico. Son las aventuras que le ocurren a esta entidad al asumir un alma tras otra, que en su agregado se agrupan bajo la palabra Metempsicosis.
Debe agregarse aquí en el término Metempsicosis contiene mucho más de lo que se ha dicho precedentemente, pero la parte de la enseñanza que no se da aquí pertenece a la parte secreta y esotérica de la Sabiduría Antigua, que obviamente no puede darse en una publicación.
Es desde luego evidente que todas estas palabras que se han dado en la lista precedente, tiene una relación íntima y estricta unas con otras, como por ejemplo que, toda alma en su metempsicosis obviamente también transmigra en el sentido particular de esta última palabra; y que toda entidad transmigrante, también tiene sus metempsicosis o cambios de alma, etc. Pero esta conexión de significados no debe de confundirse con el significado específico que le pertenezca a cada una de estas palabras. Brevemente, podría quizás describirse el significado esencial de la metempsicosis diciendo que la Mónada durante el curso de sus peregrinaciones evolutivas a través de las Esferas o Mundos emana periódicamente a partir de si misma un nuevo ‘vestido-alma’ o’envoltura-alma’ y que esta producción y uso de ‘almas’ o ‘envoltura-almas’ a lo largo de su evolución es lo que se llama Metempsicosis.
En la Qabbâlâh Hebrea, hay un antiguo aforismo místico que nos dice que “una piedra se convierte en planta, una planta se convierte en bestia, una bestia se convierte en hombre, y un hombre se convierte en un dios.” Esto desde luego no se refiere a los cuerpos en cada fase; porque ¿cómo podría ser posible para un cuerpo humano físico el convertirse en un dios? La idea verdaderamente profunda detrás de este aforismo es que la entidad en evolución dentro del receptáculo físico aprende y crece y pasa de una casa de vida a otra, de un receptáculo a otro, entrando cada vez a una mejor casa de vida, a un templo más noble, y aprendiendo en esas cada vez más gloriosas casas en las que se encuentra, nuevas y más nobles lecciones de las que aprendió en sus vidas previas. Reflexionando aún más, esto nos muestra que los cuerpos mismos también crecen, cambian y evolucionan tanto como pueden, pari passu, es decir, al mismo tiempo que evoluciona el alma, que, mientras que el ego interior o alma, avanza y evoluciona a lo largo de su propio curso espiritual e intelectual, así también lo hacen los cuerpos en los que encuentra su morada, impulsados por el fuego evolutivo que los anima a desenvolverse a una mayor perfección.
El Sûfî, Jalâlû’d-Din Rûmî, un poeta místico Persa escribiendo acerca de este tema, dice lo siguiente:
Morí como mineral, y me hice planta
Morí como planta y reaparecí como animal;
Morí como animal y me convertí en hombre; por lo tanto ¿qué puedo temer? ¿Cuándo he menguado al morir?
La siguiente vez moriré como hombre.
Para que me crezcan las alas de ángel.
También como ángel, me esforzaré por avanzar:
Y una vez más tendré que aletear mi camino por arriba de los ángeles;
Llegaré a ser aquello que aún no ha entrado en la imaginación.
Es un profundo pensamiento el que aquí nos da este magnifico poeta Sûfi; progreso sin fin, sin término, sin finales, sin salirse del lugar y sin paradas finales y absolutas; sino que siempre y por siempre hacia arriba.

7. La Reencarnación

Esta es una palabra moderna derivada del latín, que significa ‘volver a tomar un cuerpo de carne’ en esta Tierra después de un periodo más o menos prolongado de reposo post-mortem. Después de este descanso y bienaventuranza en Devachan el ego reencarnante vuelve a tomar un nuevo cuerpo, reanudando los vínculos de vida física en esta Tierra y los destinos terrestres individuales que por un tiempo había interrumpido aquí, al final de su última vida física en la tierra.
Mientras que el Renacimiento simplemente significa el volver a nacer-- en cualquier esfera-- y especialmente en la Tierra, en un cuerpo humano de carne y hueso; el término Reencarnación, contiene una explicación tácita, si no explícita, de la posible recorporificación en la Tierra de seres que por evolución han terminado su peregrinaje terrestre, pero que no obstante, a veces regresan a esta tierra a fin de ayudar a sus hermanos menos evolucionados.

8. La Metensomatosis

Esta también es una palabra griega compuesta, cuyo significado podría traducirse como: ‘el cambiar un cuerpo tras otro’-no necesariamente cuerpos humanos de carne y hueso, asemejándose en este punto al Renacimiento, sino de cuerpos apropiados de diferente material físico en concordancia con el nivel evolutivo en el que se encuentre la raza humana en cualquier momento.
El significado que involucra este término es muy difícil de explicar o incluso de sugerir adecuadamente en unas cuantas líneas; pero podría quizá hacerse más claro haciendo las siguientes observaciones: En una época pasada, la raza humana ha tenido en verdad cuerpos, pero no cuerpos de carne, como los que tiene ahora; y en épocas muy distantes
del futuro, la raza humana tendrá igualmente cuerpos, pero no necesariamente cuerpos de carne y hueso. En realidad la enseñanza a este respecto es que en esos periodos tan distantes del futuro, los cuerpos ‘humanos’ de ese tiempo serán de éter compacto, o, lo que es lo mismo, de materia luminosa que de manera muy apropiada podría llamársele luz concreta.
El significado particular que contiene e implica el término Metensomatosis, es el de ‘cuerpo’; y el significado esencial del término podría ser traducido, utilizando una palabra un tanto arcaica: ‘corporificar’-poniendo claramente el énfasis en la idea de cuerpos, es decir en lo corpóreo.
Cuando el estudiante recuerda que la Filosofía Esotérica enseña que las entidades que se recorporifican asumen esos cuerpos cada vez que necesitan ganar experiencia en cualquier Mundo o Plano, visible o invisible, se hace evidente que tales cuerpos son ocasionalmente cuerpos de carne y hueso como los que usa la raza actualmente. La Metensomatosis como término, puede aplicarse así en su significado general al hecho de asumir cuerpos de cualquier clase, ya sean de luz o de éter, o de Substancia espiritual, o de materia física.
Cuando estos ocho términos se usan haciendo una cuidadosa selección y distinción, tomando en cuenta sus respectivos y variados significados, y por lo tanto se utilizan apropiadamente, esto le permite a uno expresar con elegancia y precisión la doctrina general de la ‘vuelta a la Vida Manifestada’, y de manera completa. Además, como ya se ha dicho, cada una de estas palabras se refiere a algún aspecto del curso general del destino de la entidad humana, tanto al interior como al exterior, así como a entidades que no sean humanas; debe de ser suficientemente evidente que se aplica de manera más clara a las aventuras internas e invisibles de las entidades migrantes o en evolución que a la vida física terrestre en este nuestro globo, Tierra.
Sería un error el pensar que cada uno de estos términos ya sea individualmente o en su conjunto no tenga aplicación alguna a las diferentes corporificaciones del ego humano; porque, de hecho, cada uno de esos ocho términos, y todos ellos se aplican en cada uno de sus significados particulares a los diferentes acontecimientos de la historia,  ante natal al igual que post-mortem  del alma humana la cual no sólo es ‘pre-existente ’sino que ella se ‘recorporifica’ y al hacer esto ‘nace’ en esta Tierra, y lo hace por medio de la ‘palingenesia’ psico-astral, realizada por medio de su propia manera particular de ‘transmigración’, estando marcado el proceso en gran medida por la ‘metempsicosis’ por la que pasa, llevando a cabo la ‘reencarnación’ o el retorno a cuerpos humanos de carne y hueso en la Tierra, llenando así su necesidad de ‘corporificar’ sus facultades y atributos en esta esfera.
La doctrina general que subyace bajo estos términos es maravillosa y transciende las suposiciones humanas o la imaginación ordinaria; lo más uno los estudia y los llega a conocer, junto con las características que pertenecen a esta doctrina y que son una ayuda para su evolución, lo más uno ve lo maravillosos que son desde el punto de vista filosófico y científico, y la gran belleza que entrañan”. (G. de Puruker, The Esoteric Tradition, Theosophical University Press, Pasadera California. Vol. II, pp.594-602).



De la Reencarnación.
Traducido y compilado por J. Rodros. Blavatsky Editorial, México, 2005.
El Océano de la Teosofía
por
William Q. Judge
Blavatsky Editorial, México, 2006
¿Cómo es que el hombre ha llegado a ser el ser complejo que es y por qué?, son preguntas que ni la Ciencia ni la Religión dan respuestas concluyentes. Este pensador inmortal que tiene tan enormes poderes y posibilidades, todos suyos debido a su íntima conexión con toda parte secreta de la Naturaleza a partir de la cual él ha sido construido, se encuentra en la cima de una inmensa y silente evolución. Él se pregunta por qué existe la Naturaleza, cual es el propósito del drama de la vida, cómo puede alcanzarse ese fin. Pero tanto la Ciencia como la Religión fracasan ambas en dar una respuesta razonable. La Ciencia no pretende ser capaz de dar la solución, diciendo que el examen de las cosas como ellas son es una labor suficiente; la religión ofrece una explicación tanto ilógica como sin significado, y sólo aceptable para el fanático, ya que exige de nosotros que consideremos a toda la Naturaleza como un misterio y de que busquemos el significado y propósito de la vida con todos sus sufrimientos, en el placer de un Dios que no puede ser encontrado. La mente educada e inquisitiva sabe que la religión dogmática sólo puede dar una respuesta inventada por un hombre mientras que pretende ser de Dios.

¿Para qué entonces es el universo, y para qué propósito final está aquí el hombre, el pensador inmortal en evolución? Todo es para la experiencia y emancipación del alma, con el propósito de elevar toda la masa de materia manifestada hasta la estatura, naturaleza y dignidad de la divinidad consciente. El gran designio es alcanzar consciencia de sí mismo; no a través de una raza o una tribu o alguna nación favorecida, sino por y a través del perfeccionamiento, después de la transformación, de toda la masa de materia además de lo que ahora llamamos alma. Nada puede o podrá quedar excluido. El propósito para el hombre actual es su iniciación en el conocimiento completo, y para los otros reinos por debajo de él, que ellos puedan ser elevados gradualmente de fase en fase para que a su tiempo también sean iniciados. Esto es la evolución llevada a su máxima potencia; es una magnífica perspectiva; que hace del hombre un dios, y le da a cada parte de la naturaleza la posibilidad de ser un día lo mismo; hay fuerza y nobleza en ello, porque por medio de esto ningún hombre es empequeñecido y menospreciado, porque nadie es tan pecador, en su origen que no pueda elevarse por arriba del pecado. Tratada desde la posición materialista de la Ciencia, la evolución toma en consideración tan solo la mitad de la vida; mientras que el concepto religioso de ella es una mezcla de absurdo y miedo. Las religiones actuales mantienen el elemento de miedo, y al mismo tiempo imaginan que un ser Todopoderosos no puede pensar en otra tierra que no sea ésta y tiene que gobernarla muy imperfectamente. Pero el antiguo punto de vista teosófico hace del universo un vasto, completo y perfecto todo.

Ahora bien, en el momento en que postulamos una doble evolución, física y espiritual, tenemos que admitir al mismo tiempo que solamente puede ser llevada a cabo por medio de la reencarnación. Esto es, de hecho, demostrado por la ciencia. Se ha demostrado que la materia de la tierra y de todas las cosas físicas sobre ella fue en un tiempo gaseosa o derretida; que se ha enfriado; que ha cambiado; que a partir de sus cambios y evoluciones finalmente fue producida toda la gran variedad de cosas y seres. Esto, en el plano físico, es transformación o cambio de una forma a otra. La masa total de materia es aproximadamente la misma que en el comienzo de este globo, con una muy mínima concesión que podría permitirse para un poco de polvo estelar. De aquí que debe haber cambiado una y otra vez, y así haberse reformado y recorporificado físicamente. Desde luego, para ser estrictamente precisos, no podemos usar la palabra reencarnación porque “encarnar” se refiere a la carne. Digamos “recorporificarse”, y luego vemos que, tanto para la materia como para el hombre ha habido un cambio constante de forma y esto es, hablando de manera general, “reencarnación”. En cuanto a toda la masa de materia, la doctrina es que toda ella será elevada al estado del hombre cuando el hombre mismo haya ido más lejos. No queda residuo alguno después de la salvación final del hombre del que, de una manera misteriosa, haya que desembarazarse o eliminar en un remoto montón de polvo de la naturaleza. La verdadera doctrina no permite algo semejante, y al mismo tiempo no tiene miedo de dar la verdadera disposición de lo que parecería ser un residuo. Todo es elaborado dentro de otros estados, porque, tal como declara la filosofía no hay ninguna clase de materia inorgánica sino que todo átomo está vivo y tiene el germen de la consciencia de sí mismo, de aquí que un día todo ello habrá sido cambiado. Por ello, a lo que ahora se le llama carne humana es materia, tanto así que un día fue completamente mineral, posteriormente vegetal, y ahora ha sido refinada en átomos humanos. En un punto del tiempo muy lejos de ahora, la actual materia vegetal habrá sido elevada a la fase animal y lo que ahora usamos como nuestra carne orgánica habrá cambiado por transformación por medio de la evolución en pensadores conscientes de sí mismos, y así sucesivamente elevándose en toda la escala hasta que llegue el tiempo cuando lo que ahora se conoce como materia mineral habrá pasado a la fase humana y más allá en la de pensador. Entonces al llegar otro gran período de evolución la materia mineral de aquel tiempo será algo de lo que ahora está pasando a través de sus transformaciones inferiores en otros planetas y en otros sistemas de mundos. Este es quizás un esquema “fantástico” para los hombres actuales, que están acostumbrados a que se les llame malos, pecadores, débiles, y completamente tontos desde su nacimiento, que ellos temen creer la verdad acerca de ellos mismos, pero para los discípulos de los antiguos teósofos no es imposible o fantástico, sino que es lógico e inmenso. Y sin duda un día será admitido por todo el mundo cuando la mente de la raza occidental haya logrado desprenderse de la cronología Mosaica y de las ideas Mosaicas del hombre y la naturaleza. Por lo tanto, en cuanto a la reencarnación y la metempsicosis nosotros decimos que primero ellas tienen que ser aplicadas a todo el cosmos y no solamente al hombre. Pero como el hombre es el objeto más interesante para sí mismo, consideraremos en detalle su aplicación en él.

Ésta es la más antigua de las doctrinas y en ella creen ahora más mentes humanas que el número de aquellas que no la mantienen. Los millones en el Oriente casi todos la aceptan; fue enseñada por los griegos; una gran cantidad de chinos creen ahora en ella como lo hicieron sus ancestros antes que ellos; los judíos pensaron que era cierta, y no ha desaparecido de su religión; y Jesús, al que se le llama el fundador del Cristianismo, también creyó en ella y la enseñó. En la Iglesia Cristiana primitiva era conocida y enseñada, y los mejores de los padres de la iglesia creyeron en ella y la promulgaron.

Los Cristianos deben recordar que Jesús era un judío que pensó que su misión estaba con los judíos, porque en Sn. Mateo él dice: “yo no fui enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel”. Él debió haber conocido bien las doctrinas que ellos mantenían. Todos ellos creían en la reencarnación. Para ellos, Moisés, Adán, Noé, Seth, y otros habían vuelto a la tierra, y en el tiempo de Jesús era una creencia general que el antiguo profeta Elías tenía todavía que volver. Es así que nosotros encontramos, primero, que Jesús nunca negó la doctrina, y en varias ocasiones estuvo de acuerdo con ella, como cuando dijo que Juan el Bautista era de hecho el Elías de antaño que el pueblo estaba esperando. Todo esto puede verse consultando a Sn. .Mateo en los capítulos XVII, XI, y otros.

En éstos está muy claro que a Jesús se le muestra aprobando la doctrina de la reencarnación. Y siguiendo a Jesús encontramos a Sn. Pablo, en Romanos IX, hablando de Esaú y de Jacob como habiendo existido de hecho antes de que hubiesen nacido, y luego esos grandes padres Cristianos como Orígenes, Synesio, y otros creían y enseñaban la teoría. En Proverbios VIII, 22 tenemos a Salomón diciendo que cuando fue hecha la tierra él estaba presente, y eso, largo tiempo antes de que hubiese podido nacer como Salomón, sus delicias estaban en las partes habitables de la tierra con los hijos de los hombres. Sn. Juan el del ‘Apocalipsis’ dice en Apoc. III, 12 que le fue dicho en una visión la cual se refiere a la voz de Dios o la voz de alguien que habla por Dios, que quienquiera que venza no estará bajo la necesidad de “salir” más, es decir, no tendrá la necesidad de reencarnar. Por quinientos años después de Jesús la doctrina fue enseñada en la iglesia hasta el Concilio de Constantinopla. Entonces se promulgó una condena sobre una fase de la cuestión que ha sido considerada por muchos como en contra de la reencarnación, pero si tal condena va en contra de las palabras de Jesús, ella es ineficaz. Va en contra de él, y así la iglesia está en la posición de decir en efecto que Jesús no sabía suficiente, anatematizando, como lo hizo, una doctrina conocida y enseñada en sus días y que prominentemente fue traída a su atención y la que él nunca condenó sino que de hecho aprobó. El Cristianismo es una religión judía, y esta doctrina de la reencarnación pertenece a ella históricamente por sucesión desde los judíos, y también en razón de haber sido enseñada por Jesús y los primeros padres de la iglesia. Si hubiese alguna manera veraz o lógica para que la iglesia Cristiana pudiese salir de esta posición – excluyendo, desde luego, los dogmas de la iglesia – a los teósofos les gustaría que se les mostrara. En verdad, los teósofos mantienen que cada vez que un Cristiano profeso niega la teoría, con esto él establece su juicio en contra del de Jesús, quien debió haber sabido más acerca del asunto que aquellos que lo siguen. Es el anatema lanzado por el concilio de la iglesia y la ausencia de la doctrina en la enseñanza actual lo que ha dañado al Cristianismo y ha hecho de todas las naciones Cristianas pueblos que pretenden ser seguidores de Jesús y de la ley de amor, pero que en realidad como naciones son seguidores de la ley Mosaica del Talión. Ya que solamente en la reencarnación está la respuesta a todos los problemas de la vida, y en ella y en Karma está la fuerza que hará que los hombres sigan de hecho la ética que ellos tienen en teoría. Es el propósito de la antigua filosofía restaurar esta doctrina en cualquier religión que la haya perdido; y de aquí que la llamemos “la cuerda perdida del Cristianismo”.

¿Pero quien o qué es lo que reencarna? No es el cuerpo, porque eso muere y se desintegra; y sólo a muy pocos de nosotros nos gustaría estar encadenados por siempre a semejantes cuerpos como los que ahora tenemos, reconociendo que están infestados de enfermedades excepto en el caso del salvaje. No es el cuerpo astral, porque, tal como se ha mostrado, este también tiene su término y debe hacerse pedazos después de que se ha ido el físico.
Ni tampoco son las pasiones y deseos. Ellos, sin duda, tienen un término muy largo, porque tienen el poder de reproducirse a sí mismos en cada vida mientras no los erradiquemos. Y la reencarnación proporciona esto puesto que por ella se nos dan muchas oportunidades para que lentamente y uno por uno, matemos los deseos y las pasiones que estropean la imagen celestial del hombre espiritual.

Ha sido mostrado ahora que la parte pasional de nosotros se une con el astral después de la muerte y hace un ser aparente que tiene una vida corta que vivir mientras se está desintegrando. Cuando se ha completado la separación entre el cuerpo que ha muerto, el cuerpo astral, y las pasiones y deseos – la vida habiendo comenzado a ocuparse de las otras formas – la Tríada Superior, Manas, Buddhi y Âtma, los cuales son el verdadero hombre, van inmediatamente a otro estado, y cuando ese estado, al cual se le llama Devachan, o cielo, se ha terminado, ellos son atraídos de vuelta a la tierra a la reencarnación. Ellos son la parte inmortal de nosotros; de hecho, ellos, y no los otros somos nosotros. Esto debe ser captado firmemente por la mente porque sobre su claro entendimiento depende la comprensión de toda la doctrina. Lo que obstaculiza al hombre occidental moderno a ver esto claramente es el largo entrenamiento que todos hemos tenido en la ciencia materialista y en la religión materialista, ambas de las cuales han hecho demasiado prominente al mero cuerpo físico. La una ha enseñado solamente la materia y la otra ha predicado la resurrección del cuerpo, una doctrina en contra del sentido común, los hechos, la lógica, y los testimonios. Pero no hay duda de que la teoría de la resurrección corporal ha surgido de la corrupción de doctrinas más antiguas y más verdaderas. La resurrección se encuentra en lo que Job dice acerca de ver a su redentor en su carne, y en el comentario de Sn. Pablo de que el cuerpo fue elevado a la incorruptibilidad. Pero Job era un egipcio que habló de ver a su maestro o iniciador, el cual era el redentor, y Jesús y Pablo se referían únicamente al cuerpo espiritual.

Aunque la reencarnación es la ley de la naturaleza, la trinidad completa de Âtma-Buddhi-Manas no encarna todavía plenamente en esta raza. Ellos usan y ocupan el cuerpo por medio de la entrada de Manas, el mas bajo de los tres, y los otros dos brillan sobre ella por arriba, constituyendo el Dios en el Cielo. Esto era simbolizado en la antigua enseñanza judía acerca del Hombre Celeste que está con su cabeza en el cielo y sus pies en el infierno. Esto es, la cabeza Âtma y Buddhi están aún en el cielo, y los pies, Manas, caminan en el infierno, el cual es el cuerpo y la vida física. Por esa razón el hombre no es aún plenamente consciente, y se necesitan las reencarnaciones para completar finalmente la encarnación de toda la trinidad en el cuerpo. Cuando eso haya sido logrado la raza habrá llegado a ser como dioses, y la trinidad divina estando en plena posesión, toda la masa de materia será perfeccionada y elevada al siguiente escalón. Este es el verdadero significado de “la palabra hecha carne”. Era una cosa tan grande en el caso de cualquier persona en particular como Jesús o Buddha, como para ser considerada una encarnación divina. Y a partir de esto, también, proviene la idea de la crucifixión ya que entonces Manas es crucificado con el propósito de elevar al ladrón al paraíso.

Es porque la trinidad no está aún encarnada en la raza que la vida tiene tantos misterios, algunos de los cuales se muestran de día en día en todos los diferentes experimentos hechos en el hombre y acerca de él.

El físico no sabe lo que es la vida ni tampoco por qué se mueve el cuerpo como lo hace, porque la parte espiritual está aún amortajada en las nubes del cielo; la ciencia vaga en la obscuridad, confundida y confusa por todo aquello que el hipnotismo y otras cosas extrañas traen ante él, porque el hombre consciente está fuera de la vista en la misma cubre de la montaña divina, compeliendo así al erudito a hablar de la “mente subconsciente”, de la “personalidad latente” y de cosas por el estilo; y el sacerdote no puede darnos para nada ninguna luz porque él niega la naturaleza divina del hombre, reduce todo al nivel del pecado original, y pone sobre nuestra idea de Dios el negro estigma de la inhabilidad para controlar o manejar la creación sin la invención de recursos para curar los supuestos errores. Pero estas verdades antiguas resuelven el enigma y pintan a Dios y a la Naturaleza en colores armónicos.

La reencarnación no significa que vamos a formas animales después de la muerte, como creen algunos pueblos Orientales. “Una vez hombre siempre un hombre” es el adagio de la Gran Logia. Pero no sería mucho castigo para algunos hombres si fuese posible condenarlos a renacer en cuerpos de brutos, sin embargo, la naturaleza no procede por sentimiento sino por ley, y nosotros, no siendo capaces de verlo todo, no podemos decir que un hombre brutal sea un bruto en toda su naturaleza. Y la evolución, habiendo traído a Manas el Pensador y Persona Inmortal sobre este plano, no puede enviarlo de vuelta al bruto que no tiene Manas.

Examinando dos de las explicaciones para la aceptación literal, por parte de algunas gentes en el Oriente, de esas leyes de Manu que parecen enseñar la trasmigración en brutos, insectos, y así sucesivamente, podemos ver cómo el verdadero estudiante de esta doctrina no caerá en el mismo error.

La primera es que los diferentes versos y libros que enseñan dicha trasmigración tienen que ver con el verdadero método de la reencarnación, esto es, con la explicación del proceso propiamente físico que tiene que sufrir el Ego al pasar de un estado incorpóreo a uno corpóreo, y también con los caminos, manera, o medios de descenso del plano invisible al visible. Esto no ha sido aún explicado llanamente en los libros Teosóficos, porque por un lado es una materia delicada, y por el otro los detalles no serían aún recibidos con credibilidad incluso por los Teósofos, aunque algún día lo harán. Y como estos detalles no son de suma importancia no se exponen ahora.

Pero como sabemos que ningún cuerpo humano se forma sin la unión de los sexos, y que los gérmenes para dicha producción están encerrados en los sexos y deben provenir de la comida que es llevada dentro del cuerpo, es obvio que las comidas tienen algo que ver con la reencarnación del Ego. Ahora bien si el camino hacia la reencarnación es inducido a través de ciertas comidas y ningunas otras, puede ser posible que si el Ego se enmaraña en comida que no conduce al germen de la reproducción física, un castigo es indicado en donde Manu dice que tales y cuales prácticas conducirán a la trasmigración la cual es entonces un “obstáculo”. Lanzo esto tan solo para el beneficio de ciertos teósofos que leerán esto y cuyas teorías propias sobre este tema son por ahora más bien vagas y en algunos casos están basadas totalmente en otras hipótesis.

La segunda explicación es, que la naturaleza tiene la intención de usar la materia que llega a nuestro cuerpo y cuerpo astral con el propósito, entre otros, de beneficiar la materia por la influencia que obtiene por su asociación con el Ego humano, pero si la usamos de tal manera que sólo le damos una impresión brutal, ella deberá precipitarse de vuelta al reino animal para ser absorbida ahí en vez de ser refinada y mantenida en el plano humano. Y como toda la materia que el Ego humano recoge, retiene la huella o impresión fotográfica del ser humano, la materia trasmigra al nivel inferior cuando el Ego le da una impresión animal. Este hecho real en el gran laboratorio químico de la naturaleza podría fácilmente ser mal interpretado por el ignorante. Pero los estudiantes actuales saben que una vez que Manas el Pensador ha llegado a la escena no regresa a formas más bajas; primero, porque él no lo desea y segundo porque no puede. Porque tal como la sangre en el cuerpo está impedida por válvulas para precipitarse hacia atrás y engullir al corazón, así en este sistema más grande de circulación universal la puerta está cerrada detrás del Pensador e impide su retroceso. La reencarnación como una doctrina que se aplica al hombre real no enseña la trasmigración a reinos de la naturaleza por debajo del humano.



CAPITULO IX.

En el Occidente, en donde el objeto de la vida es el éxito comercial, financiero, social, o científico, esto es el provecho personal, el engrandecimiento, y el poder, la verdadera vida del hombre, recibe tan solo muy poca atención, y nosotros, a diferencia de los Orientales, le damos una prominencia limitada a la doctrina de la preexistencia y reencarnación. Para muchos es suficiente que la iglesia la niegue, con la que no tiene caso ningún argumento. Confiando en la Iglesia, ellos no quieren disturbar la serenidad de su fe en dogmas que pueden ser ilógicos y como se les ha enseñado que la iglesia los puede atar en el infierno, un miedo ciego del anatema lanzado a la reencarnación en el concilio de Constantinopla alrededor del año 500 D. C., basta por sí solo para impedirles aceptar la maldecida teoría y la iglesia al argumentar sobre la ..........................se apresura a objetar que si los hombres fueran convencidos de que ellos tendrán muchas vidas, la tentación de aceptar la presente y de hacer el mal sin restricción, seria demasiado fuerte. Esto es propuesto por los letrados Jesuitas, que dicen que más vale que los hombres tengan la presente oportunidad a que esperen por otras. Si no hubiese ninguna retribución ésta sería muy buena objeción, pero como la Naturaleza también tiene una Némesis para cada malvado, y como cada uno, bajo la ley de Karma – que es la de causa y efecto y justicia perfecta – debe recibir él mismo las consecuencias exactas en cada vida por las buenas o malas acciones y pensamientos que él hizo y tuvo en otras vidas, está asegurada la base para la conducta moral. Bajo este sistema está segura, dado que ningún hombre por ninguna posibilidad o favor, o edicto, o creencia, puede escapar a las consecuencias, y todo aquel que capta ésta doctrina será movido por la conciencia y todo el poder de la naturaleza para hacer el bien, a fin de que pueda recibir el bien y llegar a ser feliz.

Se mantiene que la idea de renacimiento es incompatible y desagradable porque por un lado es fría, no permitiendo que interfiera ningún sentimiento, prohibiéndonos renunciar a voluntad a una vida que hemos encontrado que está llena de sufrimiento; y por el otro, que bajo ella parece que no tendremos para nosotros la oportunidad de ver a los que amamos, y que se han ido antes que nosotros. Pero ya sea que nos guste o no las leyes de la Naturaleza proceden hacia adelante infaliblemente y el Sentimiento o la sensibilidad de ninguna manera pueden impedir las consecuencias que deben seguirse a la causa.. El glotón quisiera que la Naturaleza le permitiera atiborrarse sin la indigestión que vendrá, pero las leyes de la Naturaleza no pueden hacerse a un lado así. Ahora bien, la objeción a la reencarnación, de que no veremos en el cielo a los que amamos tal como es prometido en la religión dogmática presupone una completa interrupción de la evolución y desarrollo de aquellos que dejan la tierra antes que nosotros, y también da por sentado que el reconocimiento depende de la apariencia física. Pero a medida que progresamos en esta vida así también debemos progresar al dejarla, y no sería justo el obligar a otros a esperar nuestra llegada a fin de que podamos reconocerlos. Y si uno reflexiona acerca de las consecuencias naturales de elevarse al cielo en donde todos los impedimentos son descartados debe ser claro que aquellos que han estado allí, digamos, veinte de nuestros años mortales antes que nosotros, por la naturaleza mental y espiritual de las cosas, deben haber hecho un progreso igual a muchos cientos de años aquí, teniendo allá circunstancias variables y muy favorables. ¿Cómo podríamos entonces nosotros, llegando después y aún imperfectos, ser capaces de reconocer a aquellos que han estado perfeccionándose en el cielo con tales ventajas? Y ya que sabemos que el cuerpo se queda atrás para desintegrarse, así pues es evidente que el reconocimiento no puede depender en la vida espiritual y mental, de las apariencias físicas. Porque no solo esto es obvio, sino que sabemos que un cuerpo no bello o deforme con frecuencia guarda una mente gloriosa y un alma pura, y que un exterior bellamente formado – como en el caso de los Borgias – puede ocultar un diablo encarnado en carácter, la forma física no da garantía de reconocimiento en ese mundo en donde el cuerpo está ausente. Y la madre que ha perdido a un niño que ha llegado a la madurez, debe saber que amó de igual manera al niño cuando era un bebé como después cuando el cambio de la vida posterior le había arrebatado por completo la forma y facciones de la temprana juventud. El Teósofo ve que esta objeción no puede tener existencia de cara a la eterna y pura vida del alma. Y la Teosofía también enseña que aquellos que se asemejan el uno al otro y se aman entre sí, reencarnarán juntos cuando quiera que las condiciones lo permitan. Todas las veces que uno de nosotros ha llegado más lejos en el camino de la perfección, siempre será movido a ayudar y confortar a aquellos que pertenecen a la misma familia. Pero cuando uno se ha hecho burdo y egoísta y malvado, nadie querrá su compañía en alguna vida. El reconocimiento depende de la visión interior y no de la apariencia externa; de aquí que no tenga fuerza esta objeción. Y la otra fase de esto, la cual se relaciona con la pérdida de padres, hijos, o familiares, está basada en la noción errónea de que así como los padres le dieron al niño su cuerpo, así también le dan su alma. Pero el alma es inmortal y no tiene padres; de ahí que esta objeción carezca de raíz.

Algunos arguyen que la herencia invalida la Reencarnación. Nosotros la presentamos como una prueba. La herencia al darnos un cuerpo en cualquier familia proporciona el medio ambiente adecuado para el Ego. El Ego solamente va a la familia que, responde completamente a toda su naturaleza, o que le proporciona una oportunidad para el desenvolvimiento de su evolución, y que también está conectada con ella debido a encarnaciones pasadas o causas que fueron mutuamente producidas. Es así como un niño malo puede llegar a una familia actualmente buena porque los padres y el niño están indisolublemente conectados por acciones pasadas. Es una oportunidad de redención para el niño y una ocasión de castigo para los padres. Esto indica que la herencia corporal es una regla natural que gobierna los cuerpos que debemos habitar, tal como las casas en la ciudad mostrarán la mente de los constructores. Y como nosotros al igual que nuestros padres hemos sido hacedores de cuerpos y los hemos influenciado; hemos tomado parte y somos responsables de los estados de la sociedad en la que el desarrollo del cuerpo físico y cerebro fue, ya sea retardado o ayudado, degradado o todo lo contrario, así en esta vida somos responsables de la civilización en la cual aparecemos ahora. Pero cuando observamos los caracteres en los cuerpos humanos, se pueden ver grandes diferencias inherentes. Esto se debe al alma adentro, la cual está sufriendo o gozando en la familia nación y raza, cuyos propios pensamientos y actos en vidas pasadas, han hecho inevitable que deba encarnar allí.

La herencia proporciona el alojamiento y también impone aquellas limitaciones de capacidad de cerebro o de cuerpo las cuales son frecuentemente un castigo y otras veces una ayuda, pero esto no afecta al verdadero Ego. La transmisión de rasgos es un asunto físico, y nada más que la manifestación en una nación de las consecuencias de las vidas anteriores de todos los Egos que tienen que estar en esa raza.
Las limitaciones impuestas sobre el Ego por cualquier herencia familiar son consecuencias exactas de las vidas previas de ese Ego. El hecho de que tales rasgos físicos y peculiaridades mentales sean transmitidos no refuta la reencarnación, puesto que sabemos que, la mente guiadora y el verdadero carácter de cada uno no son el resultado de un cuerpo y cerebro sino que son peculiares al Ego en su vida esencial. La transmisión de rasgos y tendencias por medio de los padres y el cuerpo es exactamente el modo seleccionado por la naturaleza para proporcionarle al Ego encarnante el propio alojamiento en el cual llevar a cabo su trabajo. Otro modo sería imposible y trastornaría el orden.

Por otro lado, aquellos que manejan la objeción de la herencia se olvidan de que ellos están acentuando las semejanzas y pasando por alto las divergencias. Porque mientras que las investigaciones en la línea de la herencia han registrado muchos rasgos transmitidos, no han hecho lo mismo con respecto a las divergencias de la herencia bastante más grandes en número. Toda madre sabe que los hijos de una familia son tan diferentes en carácter como los dedos de una mano – todos ellos son de los mismos padres, pero todos varían en carácter y capacidad.

Pero la herencia como una gran regla y como una explicación completa ha sido echada abajo absolutamente por la historia, la cual muestra que no hay una transmisión constante de saber, poder y capacidad. Por ejemplo en el caso de los antiguos egipcios que hace mucho tiempo se fueron y su línea de transmisión se hizo añicos, no tenemos ninguna transmisión a sus descendientes. Si la herencia física determina la cuestión del carácter, ¿cómo es que se ha perdido el gran carácter egipcio? La misma cuestión es válida respecto a otras naciones antiguas y extintas. Y tomando una ilustración individual tenemos al gran músico Bach, cuyos descendientes directos demostraron una disminución en la habilidad musical que condujo a su desaparición final en el tranco familiar. Pero la Teosofía enseña que en ambos de estos casos – como en todo los casos semejantes – la verdadera capacidad y habilidad solo desaparecen de una familia y cuerpo nacional, pero se conservan en los Egos que alguna vez las exhibieron, que están ahora encarnados en alguna otra nación y familia de la época actual.

A casi todos los hombres les llega el sufrimiento, y una gran mayoría vive vidas de sufrimiento desde la cuna hasta la tumba, así que se tacha a la reencarnación de ser injusta porque sufrimos por el mal que hizo otra persona en otra vida. Esta objeción está basada en la falsa noción de que la persona en otra vida era alguien distinto a nosotros. Pero en cada vida es la misma persona. Cuando volvemos de nuevo no tomamos el cuerpo de algún otro, ni tampoco las acciones de otro, sino que como un actor que desempeña muchos papeles, el mismo actor está adentro aunque los vestuarios y textos que recite difieran en cada nueva obra. Shakespeare tenía razón al decir que la vida es una obra de teatro, porque la gran vida del alma es un drama, y cada nueva vida y renacimiento, otro acto en el cual desempeñamos otro papel y nos ponemos un nuevo vestido, pero a través de todo esto somos la mismísima persona. Así, en vez de ser injusta, es la justicia perfecta, y de ninguna otra manera podría preservarse la justicia.

Pero dicen que, si nosotros reencarnamos ¿cómo es que no nos acordamos (10) de la otra vida?; y además, ya que no podemos acordarnos de las acciones por las que sufrimos ahora ¿no sería esto una razón para considerar todo esto injusto? Aquellos que preguntan esto siempre ignoran el hecho de que también tienen gozos y recompensas en la vida y que están contentos de aceptarlos sin cuestionar. Porque, si es injusto ser castigados por acciones de las que no nos acordamos, entonces tampoco es equitativo el ser recompensados por otros actos que han sido olvidados. La simple entrada en la vida no es un fundamento adecuado para algún premio o castigo. El premio y el castigo deben ser el justo merecimiento de una conducta anterior. La ley de justicia de la Naturaleza no es imperfecta y es solamente la imperfección de la justicia humana la que le exige al culpable que sepa y se acuerde en esta vida, de una acción que lleva unida un castigo. En la vida anterior el actor sabía perfectamente lo que hacía, y la naturaleza al añadirle consecuencias a sus actos, es por lo tanto justa. Bien sabemos que ella hará que los efectos sigan la causa sea lo que fuere lo que deseamos y ya sea que recordemos u olvidemos lo que hicimos. Si un bebé es lastimado en sus primeros años por la enfermera poniendo las causas de una enfermedad que lo dejará tullido en su vida posterior, como frecuentemente es el caso, la invalidez le llegará, aunque el niño no haya traído la causa actual ni tampoco se acuerde de nada acerca de esto. Pero la reencarnación, con su doctrina compañera de Karma, comprendida correctamente, muestra cuan perfectamente justo es todo el esquema de la naturaleza.

No se necesita la memoria de una vida precedente para probar que pasamos a través de esa existencia ni tampoco es una buena objeción el hecho de no acordarnos de ella. Nosotros olvidamos la mayor parte de los sucesos de los años y días de esta vida pero nadie dirá por esta razón que no pasó a través de todos ellos.

Los hemos vivido, y tan solo retenemos un poco de los detalles en el cerebro, pero el efecto completo que ellos tienen sobre el carácter se mantiene y se hace parte de nosotros. Toda la masa de detalles de una vida está preservada en el hombre interno para ser traída un día plenamente de vuelta a la memoria consciente. En alguna otra vida cuando nos hayamos perfeccionado. E incluso ahora, imperfectos como somos y con lo poco que sabemos, los experimentos en hipnotismo demuestran que todos los detalles más pequeños están registrados en lo que por el momento se conoce como la mente subconsciente.

La doctrina teosófica es, y dice, que de hecho ninguno de esos sucesos se olvida, y que al final de la vida cuando los ojos están cerrados y todos a nuestro alrededor dicen que estamos muertos, todo pensamiento y circunstancia de la vida resplandece vívidamente en, y a través de la mente.

Sin embargo, muchas personas se acuerdan que han vivido antes. Los poetas han cantado esto; los niños lo saben bien, hasta que el constante vivir en una atmósfera de incredulidad echa afuera el recuerdo de sus mentes por el momento, pero todos están sujetos a las limitaciones impuestas sobre el Ego por el nuevo cerebro en cada vida. Es por esto que no somos capaces de mantener las imágenes del pasado, ya sea en esta vida o en las precedentes. El cerebro es el instrumento de la memoria del alma, y, siendo nuevo en cada vida pero con cierta capacidad, el Ego solo puede usarlo para la nueva vida según su capacidad. La capacidad será plenamente aprovechada o todo lo contrario, precisamente de acuerdo al propio deseo del Ego y a su conducta anterior, porque dicha vida pasada habrá incrementado o disminuido su poder para subyugar las fuerzas de la existencia material.

Viviendo en conformidad con los dictados del alma el cerebro puede finalmente hacerse más poroso a los recuerdos del alma; si se llevase un tipo de vida contrario, entonces las nubes obscurecerán más y más esa reminiscencia. Pero como el cerebro no participo en la última vida que vivió, en general es incapaz de rememorarlas. Y esto es una ley sabia, porque seríamos muy miserables si no estuviesen escondidas de nuestra vista las acciones y errores de nuestras vidas pasadas, hasta que por medio de la disciplina lleguemos a ser capaces de soportar el conocerlas.

Otra objeción que se aduce es que bajo la doctrina de la reencarnación no es posible explicar el incremento de la población del mundo. Esto da por sentado que sabemos con certeza que la población se ha incrementado y que nos mantenemos informados de sus fluctuaciones. Pero no es evidente que los habitantes del globo se hayan incrementado, y además, un inmenso número de gente muere anualmente y de lo cual no nos enteramos. En China año con año muchos miles han sido arrastrados por las inundaciones. No se han hecho estadísticas del hambre. En África no sabemos cuantos miles de muertes exceden los nacimientos en cualquier año. La objeción está basada en tablas imperfectas que solamente se refieren a los países occidentales. También suponen que hay menos Egos que no están encarnados, y que aguardan llegar, que el número de aquellos que habitan en cuerpos; y esto es incorrecto. Annie Besant ha expresado bien esto en su “Reencarnación” diciendo que el globo habitado se parece a un salón en una ciudad que está lleno de la población de la ciudad, siendo mucho más numerosa la población que está afuera del salón; el número de gentes en el salón puede variar, pero hay una fuente constante de abastecimiento desde la ciudad. Es verdad que en lo que respecta a este globo el número de Egos que pertenece a él es preciso; pero nadie sabe cual es esa cantidad ni tampoco cual es la capacidad total de la tierra para sostenerlos.

Las estadísticas actuales son principalmente del Occidente, y sus tablas abarcan tan solo un pequeño segmento de la historia del hombre. Ellas no pueden decir cuantas personas estaban encarnadas en la tierra en cualquier fecha anterior cuando el globo estaba lleno en todas partes, de aquí que la cantidad de egos que quieran o que esperen renacer es desconocida por los hombres de nuestros días. Los Maestros de conocimiento teosófico dicen que el número total de tales egos es inmenso, y por esa razón es suficiente el abastecimiento de aquellos que ocuparán cuerpos para nacer, el cual está por arriba del número de los que mueren. Luego también debe considerarse que en cada ego por sí mismo, varía la duración de la permanencia en los estados post-mortem. Ellos no reencarnan al mismo intervalo, sino que salen del estado después de la muerte, a diferentes ritmos, y cada vez que ocurre un gran número de muertes, por guerra, peste o hambruna, hay de inmediato un torrente de almas hacia la encarnación, ya sea en el mismo lugar o en algún sitio y raza. La tierra es un globo tan pequeño en la vasta asamblea de planetas habitados, que hay suficiente provisión de Egos para encarnar aquí. Pero con el debido respeto para aquellos que plantean esta objeción, no veo que tenga la más mínima fuerza o ninguna relación con la verdad de la doctrina de la reencarnación.
CAPITULO X

A menos de que neguemos la inmortalidad del hombre y la existencia del alma no hay argumentos sólidos en contra de la doctrina de la preexistencia y renacimiento salvo aquellos que se apoyan en las sentencias de la iglesia de que cada alma es una nueva creación. Estos fallos solamente pueden ser sustentados por un dogmatismo ciego, porque concediendo la existencia de un alma, debemos llegar tarde o temprano a la teoría del renacimiento, porque incluso si un alma fuese nueva en esta tierra tendría que continuar viviendo en alguna parte después de morir, y en vista del orden conocido de la naturaleza, tendría otros cuerpos en otros planetas o esferas. La Teosofía le aplica al sí (11) al pensador – las mismas leyes que se ven en operación en todas partes a través de la naturaleza, y estas son todas variedades de la misma gran ley, de que los efectos resultan de las causas y de que no hay efecto sin causa. La inmortalidad del alma – en la que cree el grueso de la humanidad – exige la corporificación aquí o en alguna otra parte, y estar corporificado significa reencarnación. Si venimos a esta tierra por solo unos cuantos años y luego vamos a alguna otra, el alma debe de estar corporificada allá al igual que aquí, y si hemos viajado de algún otro mundo debemos haber tenido allá también nuestra propia vestidura. Los poderes de la mente y las leyes que gobiernan su movimiento, su vinculación, y su desvinculación tal como se expone en la filosofía teosófica, demuestran que su recorporificación debe de ser aquí, en donde se movió y en donde trabajó, hasta el tiempo en que la mente sea capaz de subyugar las fuerzas que la encadenan a este globo. El permitir que la entidad involucrada se transfiriera a otra escena de acción antes de que hubiera dominado todas las causas que la atrajeron aquí y sin haber agotado todas sus responsabilidades hacia otras entidades en la misma corriente de evolución sería injusto y contrario a las poderosas leyes y fuerzas ocultas que continuamente operan sobre ella. Los primeros Padres Cristianos vieron esto, y pensaron que el alma había caído en la materia y estaba obligado por la ley de su naturaleza a ascender con esfuerzo hacia el lugar del que vino. Ellos usaban un antiguo himno griego que declara:

Mente Eterna, tu retoño adamantino,
al traspasar este tenue vaso de barro
en contra de las olas del obscuro caos
emite un tímido rayo.
Esta mente, alma envolvente ha sembrado
un germen, en la tierra encarnado.
Ten piedad, bendito Señor, y reconoce pues
al que reclama en ti su nacimiento.
Tan lejos de ti, oh tu fuego central,
arrojado a la triste esclavitud de la tierra,
no dejes que expire la trémula chispa;
¡Absorbe por fin lo que es tuyo!

Cada ser humano tiene un carácter definido, diferente de todo otro ser humano, y multitudes de seres congregados en naciones muestran como un todo, que la fuerza nacional y las peculiaridades que los distinguen son los que constituyen un carácter nacional, definido y separado. Estas diferencias, tanto individuales como nacionales, se deben al carácter esencial y no a la educación. Incluso la doctrina de la sobre vivencia del mas apto debería mostrar esto, ya que la aptitud no puede provenir de nada, sino que a la postre es una exhibición de la llegada a la superficie del verdadero carácter interno. Y como los individuos y las naciones que van a la cabeza en la lucha con la naturaleza exhiben una fuerza inmensa en su carácter, debemos encontrar un lugar y tiempo en donde se desarrolló la fuerza. Éstos, dice la Teosofía, están en esta tierra y en todo el período en el cual la raza humana ha estado en este planeta.

Así, entonces, aunque la herencia tiene algo que ver con la diferencia de carácter en cuanto a la fuerza y al estado de ánimo, influyendo un poco en el alma y la mente, y proporcionándole también el lugar apropiado para recibir la recompensa y el castigo, no es la causa de la naturaleza esencial que manifiesta cada uno.

Pero todas estas diferencias, como las que muestran los bebés al nacer, y los adultos a medida que el carácter se manifiesta más y más, y las naciones en su historia, se deben a la larga experiencia ganada durante muchas vidas sobre la tierra, y son el resultado de la propia evolución del alma. El examen de una corta vida humana, no proporciona el terreno para la producción de su naturaleza interior. Es necesario que cada alma deba tener toda posible experiencia y una vida no puede proporcionar esto, incluso bajo las mejores condiciones. Sería una insensatez del Todopoderoso, el ponernos aquí por un tiempo tan corto, solo para mudarnos justamente, cuando habíamos comenzado a ver el objeto de la vida y sus posibilidades. El simple deseo egoísta de una persona, de escaparse de las pruebas y la disciplina de la vida, no es suficiente para hacer a un lado las leyes de la naturaleza, así que el alma debe renacer hasta que haya dejado de poner en movimiento la causa del renacimiento, después de haber desarrollado el carácter hasta su límite posible tal como lo indica toda la diversidad de la naturaleza humana cuando haya pasado por toda experiencia y no hasta que haya adquirido toda la verdad que puede ser conocida. La vasta disparidad de capacidades entre los hombres nos compele, si deseamos atribuirle justicia a la Naturaleza o a Dios, admitir la reencarnación y remontarnos al origen de la disparidad en las vidas pasadas del Ego. Ya que la gente está tan obstruida y tiene tantas desventajas, es maltratada y llega a ser víctima de lo que parece injusto debido a su limitada capacidad, ya que se debe a circunstancias de nacimiento y educación.

Vemos al que no ha recibido educación elevarse por arriba de las circunstancias de la familia y la instrucción, y con frecuencia aquellos nacidos en buenas familias tienen muy poca capacidad; pero las perturbaciones de las naciones y las familias surgen de la falta de capacidad más que por cualquier otra causa. Y si solo consideráramos a las razas salvajes, allí la aparente injusticia es enorme. Pues muchos salvajes tienen una buena capacidad cerebral efectiva, pero aún son salvajes. Esto es porque el Ego en ese cuerpo es aún salvaje y subdesarrollado, ya que a diferencia del salvaje hay muchos hombres con pequeña fuerza cerebral efectiva que no son salvajes en naturaleza porque el Ego que mora al interior ha tenido larga experiencia en la civilización durante otras vidas, y siendo un alma más desarrollada tiene el poder de usar el instrumento del cerebro hasta su máximo límite.

Cada hombre siente y sabe que tiene una individualidad propia, una identidad personal que sirve de puente no solo sobre los vacíos producidos por el sueño sino también cuando éstos acaecen por lesiones temporales en el cerebro. En la persona normal esta identidad nunca se interrumpe desde el comienzo hasta el fin de la vida, y esto solo puede explicarse por la persistencia y carácter eterno del alma.

Así, desde que comenzamos a acordarnos, sabemos que nuestra identidad personal no nos ha fallado, sin importar que tan mala sea nuestra memoria. Esto pone fin al argumento de que la identidad depende de la recordación en virtud de que, si únicamente dependiera del recuerdo cada día tendríamos que comenzar de nuevo, ya que no podemos acordarnos en detalle de los acontecimientos del pasado y algunas mentes se acuerdan de muy poco, sin embargo sienten su identidad personal. Y como puede verse frecuentemente que algunos de los que menos se acuerdan insisten tan fuertemente como los otros en su identidad personal, la persistencia de sentimiento debe provenir de la antigua alma inmortal.

Viendo la vida y su objeto probable, con toda la variada experiencia posible para el hombre, uno debe estar obligado a concluir que una sola vida no es suficiente para llevar a cabo todo lo que se propone hacer la Naturaleza sin mencionar lo que él mismo hombre desea hacer. Es enorme la escala en la variedad de experiencias. Hay un vasto margen de poderes latentes en el hombre los cuales vemos que pueden ser desarrollados si se les da la oportunidad. Ante nosotros se extiende el conocimiento infinito en alcance y diversidad, y especialmente en estos días cuando la investigación especial es la regla. Percibimos que tenemos aspiraciones elevadas sin tiempo para alcanzar su medida, mientras que la gran tropa de pasiones y deseos, de motivos egoístas y de ambiciones combaten contra nosotros y entre nosotros mismos, persiguiéndonos incluso hasta la puerta de la muerte. Todo esto tiene que ser puesto a prueba, conquistado, usado, subyugado.

Una vida no es suficiente para todo esto. El decir que tan solo tenemos aquí una vida, teniendo ante nosotros semejantes posibilidades, y siendo imposible el desarrollarlas, es hacer del universo y de la vida una enorme y cruel broma, perpetrada por un poderoso Dios, al cual acusan de este modo, los que creen en una creación especial de las almas, de regocijarse jugando con el insignificante hombre, solo porque ese hombre es pequeño y una criatura del Todopoderoso. Una vida humana es a lo sumo de setenta años; las estadísticas reducen esto a poco más o menos cuarenta; y a partir de un pequeño remanente una gran parte se la pasa uno durmiendo y otra parte en la niñez. Así que en una vida es perfectamente imposible lograr la más insignificante fracción de lo que la Naturaleza tiene evidentemente en mira. Vemos muchas verdades vagamente, que una vida no nos da tiempo para captar y esto es especialmente así cuando tenemos que luchar tanto para solamente vivir. Nuestras facultades son pequeñas o están disminuidas o, son débiles; una vida no da la oportunidad para cambiar esto; percibimos otros poderes latentes en nosotros que posiblemente no podrán manifestarse en tan corto espacio de tiempo; y tenemos algo más que la sospecha de que el límite del campo de la verdad es inmensamente más grande que el estrecho círculo en donde estamos confinados. No es razonable el suponer que ya sea Dios o la Naturaleza nos arrojen en un cuerpo, simplemente para llenarnos de amargura porque no podemos tener otra oportunidad aquí, sin embargo más bien debemos concluir que una serie de encarnaciones nos ha conducido a la condición presente, y que el proceso de llegar aquí una y otra vez debe continuar con el propósito de proporcionarnos la oportunidad que necesitamos.

El simple hecho de morir no es en sí mismo suficiente para llevar a cabo el desarrollo de las facultades o la eliminación de las tendencias e inclinaciones equivocadas. Si suponemos que al entrar al cielo de inmediato adquiriremos todo conocimiento y pureza, entonces ese estado después de la muerte queda reducido a un nivel inerte y la vida misma con toda su disciplina es despojada de todo significado. Algunas de las iglesias enseñan que existe una escuela de disciplina después de la muerte en donde descaradamente se asevera que los Apóstoles mismos, que es bien sabido que eran hombres ignorantes, son los maestros. Esto es absurdo y carece de todo fundamento o razón en el orden natural.

Además, si subsecuentemente habrá dicha disciplina, ¿qué caso tiene que hayamos sido arrojados a la vida? ¿y por qué después del sufrimiento y del error cometido se nos saca del lugar en donde realizamos nuestros actos? La única solución que queda está en la reencarnación. Nosotros volvemos a la tierra porque fue en ella y con los seres que están en ella que llevamos a cabo nuestras acciones: porque es el único lugar adecuado en donde se puede encontrar con justicia el castigo y el premio; porque aquí es el único sitio natural en el cual se puede continuar la lucha hacia la perfección, hacia el desarrollo de las facultades que tenemos y la destrucción de la maldad en nosotros. Lo exige la justicia para con nosotros mismos y para todos los otros seres, porque no podemos vivir para nosotros mismos, y sería injusto permitir que alguno de nosotros se escapara, dejando a aquellos que participaron con nosotros para que se queden o se hundan en un infierno de duración eterna.

La persistencia del salvajismo, el surgimiento y decadencia de las naciones y de las civilizaciones, la total extinción de naciones todo esto demanda una explicación que no se puede encontrar en ninguna parte salvo en la reencarnación. El salvajismo persiste porque aún hay Egos cuya experiencia es tan limitada que aún son salvajes; ellos subirán a razas superiores cuando estén listos. Las razas se extinguen porque los Egos han tenido suficiente experiencia del género que proporciona la raza. De esta manera encontramos al Piel Roja, al Hotentote(12), a los de la Isla de Pascua(13), y otros como ejemplos de razas abandonadas por Egos superiores, ya que están desapareciendo gradualmente, y otras almas que no han tenido ninguna vida superior en el pasado entran en los cuerpos de la raza para continuar usándolos con el propósito de ganar aquellas experiencias que pueda darles el cuerpo de la raza. No es posible que una raza surja y luego se extinga súbitamente. Vemos que este no es el caso, pero la ciencia no tiene ninguna explicación; ella simplemente dice que este es el hecho, que las naciones declinan. Pero en esta explicación no se toma en consideración al hombre interior ni tampoco las leyes sutiles y ocultas que se unen para hacer una raza. La Teosofía demuestra que la energía acumulada tiene que gastarse gradualmente, y por lo tanto continuará la reproducción del carácter de esa raza, aunque los Egos ya no estén compelidos a habitar cuerpos de esa clase, como cuando son del mismo desarrollo de la raza. De aquí que llegue un tiempo cuando toda la multitud de Egos que construyó la raza, la deje por otro medio ambiente físico más acorde con ellos mismos. La economía de la Naturaleza no permitirá que la raza física se desvanezca repentinamente, y así en el verdadero orden de la evolución otros Egos menos adelantados llegan y usan las formas que les son provistas, prosiguiendo con la producción de nuevos cuerpos, pero cada siglo en menor cantidad. Estos Egos inferiores no son capaces de mantener hasta el límite de la capacidad el cúmulo de energías dejado por los otros Egos, y así mientras que el nuevo grupo gana tanta experiencia como le es posible, con el tiempo la raza se extingue después de pasar por su decadencia. Esta es la explicación de lo que podríamos llamar salvajismo descendente, y ninguna otra teoría podría explicar los hechos. Los etnólogos han pensado a veces que las razas más civilizadas exterminan a las otras, pero el hecho es que debido a la gran disparidad que existe entre los Egos que habitan el cuerpo de la antigua raza y la energía de ese mismo cuerpo, las mujeres comienzan a ser estériles, y así lenta pero seguramente el número de defunciones excede al de los nacimientos. La misma China está en un proceso de declinación, estando ella ahora en casi una fase estacionaria, justo antes de que se precipite hacia abajo. Las grandes civilizaciones como las de Egipto y Babilonia desaparecieron porque las almas que las hicieron reencarnaron hace mucho tiempo en las grandes naciones conquistadoras de Europa y los actuales continentes americanos. Como naciones y razas ellas han totalmente reencarnado y vuelto a nacer para propósitos más grandes y más elevados que nunca. De todas las razas antiguas solo la Indo Arya aún perdura como la preservadora de las doctrinas antiguas. Algún día se elevará de nuevo a sus antiguas alturas de gloria.

La aparición de genios y grandes mentes en familias carentes de estas cualidades, lo mismo que la extinción en una familia del genio manifestado por algún ancestro, solo puede explicarse por la ley del renacimiento. Napoleón Primero llegó a una familia completamente diferente de él en poder y fuerza. Nada en su herencia explicaría su carácter. Él mismo dijo, como se relata en las Memorias del Príncipe Talleyrand, que él había sido Carlomagno. Solamente admitiendo para él una larga serie de vidas que le haya proporcionado la línea adecuada de evolución, o la causa para que se manifestara su mente, naturaleza y fuerza, podemos tener la más mínima idea de por qué él, o cualquier otro genio aparece. Mozart cuando era un niño podía componer partituras orquestales. Esto no se debía a la herencia, porque tal clase de partitura no es natural, sino forzada, mecánica y completamente convencional, sin embargo él la comprendió sin que se le hubiese enseñado. ¿Cómo? Porque él era un músico reencarnado, habiéndole proporcionado su familia un cerebro musical y así no fue estorbado en sus esfuerzos para exhibir su conocimiento musical. Pero aún es más marcado el caso de Tom el Ciego, un negro cuya familia no tenía ninguna posibilidad de tener un conocimiento del piano, un instrumento moderno, que le hubiese transmitido ese conocimiento a los átomos de su cuerpo, sin embargo él tenía un gran poder musical y conocía la actual escala musical mecánica en el piano. Hay cientos de ejemplos como éste entre los muchos prodigios que han aparecido para el asombro del mundo. En la India hay muchas historias de sabios nacidos con un conocimiento completo de la filosofía y lo equivalente, y sin duda en todas las naciones se puede encontrar lo mismo. El recordar conocimiento también explica el instinto, porque éste no es más que el recuerdo divisible en memoria física y mental. Puede verse en el niño y el animal, y no es más que el resultado de la experiencia anterior. Y ya sea que veamos al bebé recién nacido extendiendo sus brazos para protegerse a sí mismo, o al animal con un muy fuerte poder instintivo, o la abeja que construye su celdilla bajo las reglas de la geometría, todo es el efecto de la reencarnación actuando ya sea en la mente o en la celdilla física, porque según aquello que primero fue establecido, ningún átomo está desprovisto de vida, consciencia e inteligencia propia.

En el caso del músico Bach tenemos la prueba de que la herencia no cuenta para nada si el Ego no está avanzado, porque su genio no se mantuvo en su herencia familiar; y gradualmente se desvaneció, abandonando por completo la corriente familiar. Así, también se explica, de la misma manera, la llegada de idiotas o de hijos malvados con padres que son buenos, puros, o altamente intelectuales. Hay casos en los que la herencia es tenida en nada por un Ego completamente malo o deficiente.

Y finalmente, el hecho de que ciertas ideas inherentes sean comunes a toda la raza, los sabios explican que se debe al recuerdo de dichas ideas, que fueron implantadas en la mente humana al mismo comienzo de su carrera evolutiva en este planeta por aquellos hermanos y sabios que aprendieron sus lecciones y se perfeccionaron en épocas pasadas mucho antes de que comenzara el desarrollo de este globo. La ciencia no ofrece ninguna explicación para las ideas inherentes que diga algo más que “existen”. Éstas fueron de hecho enseñadas a la masa de Egos que están comprometidos en esta evolución de la tierra; ellas fueron impresas o marcadas a fuego en sus naturalezas, y siempre son recordadas; ellas siguen al Ego a través del largo peregrinaje.