viernes, 16 de marzo de 2012

LOS TRES MALLETES

Autor: IVO PINO RAMOS, MM MAGISTER 150

Estaban todas las herramientas guardadas, y a la vez muy cansadas ya que había sido un día arduo de trabajo. Y habló el mallete del Ven:. Mae:. Llamado Cedrón, quien exclamó: -caramba, todo este año me han hecho trizas, ¡que duro golpe a¡!, cuándo elegirán a otro, porque me van a sacar astillas si sigo así. Ojala él que venga sea más delicado.

Habló Cedrín, quien era mallete del 1er. Vig:. :

-Bueno lo que es yo, casi no he trabajado nada, además los “malleteos” de este año, me han parecido que los hacía con un poco de miedo, porque a Cedrón se le escuchaba siempre imponente a sus sonidos, comparados con los míos.



-Cedrito, el mallete del 2do. Vig:. riendo exclama :

-Tienen razón, a Cedrón se le ha escuchado por todo el tiempo, y no puedo decir nada ,porque este año, mi sonido no ha sido uniforme. Varios han hecho “malleteos”, a pesar que me he esforzado por brindar el mejor sonido, pero este año son tantos que han trabajado conmigo que no he podido obtener una buena melodía. Y vaya que sí gustaba mi sonido!!!, Y lo sé porque antes habían 6 mandiles blancos atentos a mi sonido, ahora con tanto barullo solo veo a uno, y ni caso hace ahora a mi sonido. Extraño esos tiempos. Quien como Cedrón ¡!!!

-Ya dejen de quejarse, exclama Cedrón, acaso no se acuerdan el año pasado, donde mi sonido apenas alcanzaba yo mismo a oírlo. Todos ustedes. sonaban más que yo, y las voces de ellos mucho más. Todo era bulla y no había armonía. Ya no se oía la música, y trabajábamos muy poco.

Y como me acuerdo de un tiempo atrás, había uno de ellos entrado en canas, de mirada calmada, rostro sobrio, que ya no tiene ningún mallete ahora, pero como me gustaba el sonido que me salía dentro de mi; Fuerte, seguro, pero no estridente, algunas veces fuerte, en otras menos, y me di cuenta de que cada golpe iba de acuerdo al tono de voz de todos ellos, y Cedrín y Cedrito tocaban la misma melodía. Y les digo que aunque parezca difícil creerlo, salía música de mi. A él ahora lo veo enseñando a dos de ellos. Y los he escuchado hablar de cómo sacar música de nosotros. Parece que vienen buenos tiempos.

De pronto habla el ÁNFORA, que interrumpe :

-Les traigo la última ¡!. Acaban de verme si estoy en forma!!! Eso significa que pronto habrán cambios. Deben alegrarse. Y Yo también he notado que el hombre de quien hablas les enseñaba las partituras para sacarles música . Sí que lo necesitan ¡!!!!

-Los estoy escuchando a todos ustedes y vaya que con lo que cuentan, reflejan como va esta Logia ¡!!! dijo la ESCUADRA.

Efectivamente, yo que estoy al centro junto con mi hermano el compas, puedo escuchar como suenan cada uno de ustedes. Y lo que dicen los malletes refiriéndose a los sonidos, se explica de una sola manera. Lo quieren saber ¿??

Las ESPADAS dijeron ¡!!sí ¡!!al unísono. Una de ellas se dirigió a la ESCUADRA con solo dos palabras :

-Sé discreta.



Y comenzó a explicar la ESCUADRA:

-Cuando dices Cedrón que haz sentido que te daba golpes muy fuertes, es que, siendo el jefe de todos ellos, ha hecho valer el sonido para poder hacerse entender entre ellos. Se daba a entender por tener dicho privilegio, y no por ser el primero entre sus iguales.

Y me da mucha pena como Cedrito, ha tenido que escuchar muchas tonadas, eso significa que el titular de ese lugar no ha estado en su puesto, haciendo la labor más difícil a Cedrón. Es por eso que de los 6 mandiles blancos, ahora hay solo uno. Y Cedrín, al tener esas tonadas débiles es porque no iba al compás de Cedrón, el carácter de cada uno se sabe por la tonada de sus golpes. De eso no lo duden.

Ø Ustedes tres Cedrón, Cedrin y Cedrito, al final de los trabajos hay un momento en que repiten tres veces estos golpes consecutivamente, allí es donde se nota claramente si el tono de cada uno está en armonía con los demás. Si se escucha más a uno que otro, significa que no está en armonía, por lo tanto ellos tampoco lo están. Esta armonía se logra solamente si los tres tocan lo mismo, y si es así, se habrán dado cuenta de que trabajamos más alegres.

Esto quiere decir que si se trabajan juntos bajo un mismo ideal, conseguirán lo que ellos están persiguiendo, y por supuesto nosotros nos ponemos felices y contentos.

-O sea que si se escuchan a los tres malletes en armonía significa que están bien las cosas ¿?

Dijo una espada.

-Claro que sí. Irrumpió la FLAMIGERA. Uno de ellos gobierna, pero son los tres malletes que deben sonar como uno solo. No es uno ni dos, son tres. De dicho sonido depende que todos los demás trabajen contentos y en armonía.


-De pronto habló el COMPAS diciendo

-Cállense ¡!!!!!! Que ahí vienen. Ya sacaron al ANFORA. Era cierto. Hay cambios, esperemos………….
KRISNAMURTI , EL PODER DE LA OBSERVACIÓN

Condicionamiento y Pensamiento- "El individuo, la sociedad y la paz"

"Cuando la mente se da cuenta de que está condicionada sin elección, en ese darse
cuenta surge un estado libre de condicionamiento"

Con el simple hecho de darse cuenta de todo el proceso de su condicionamiento, sin justificarlo
ni condenarlo, verán que se inicia algo totalmente nuevo.
Para liberar la mente de todo condicionamiento deben ver la totalidad del condicionamiento
sin la intervención del pensamiento. Esto no es un juego de adivinanzas; si lo experimen-
tan lo verán. ¿Alguna vez han visto algo sin el pensamiento? ¿Han escuchado o mirado sin in-
troducir todo el proceso de la reacción? Puede que digan que es imposible ver algo sin pensa-
miento, que ninguna mente puede estar sin condicionamiento; pero si dicen eso se bloquean
a sí mismos por medio del pensamiento, porque el hecho es que no lo saben.

Por tanto,¿puedo mirar, puede la mente darse cuenta de su condicionamiento? Creo que es
posible. Por favor, hagan la prueba. ¿Pueden darse cuenta de que son hindúes, comunistas,
socialistas, esto y aquello; tan sólo darse cuenta, sin decir que es correcto o incorrecto? De--
bido a que el simple ver es una tarea ardua, decimos que es imposible. Yo digo que sólo
cuando uno se da cuenta de la totalidad del propio ser sin ninguna reacción, el condiciona-
miento termina de forma total y profunda, lo cual es en realidad estar libre del "yo".

No lo traduzcan rápidamente en términos de lo que ahora creen o no creen, porque todo eso
forma parte del "yo"; y el pensamiento que es la reacción del "yo", no puede actuar sobre el
"yo" sin agrandarlo, ¿entienden? Sin embargo, eso es lo que hacemos todo el tiempo; si per-
ciben la verdad de que el pensamiento no puede eliminar ese condicionamiento, porque todo
pensamiento, análisis, verificación e introspección son una simple reacción al estado actual
de uno, entonces sólo observarán el condicionamiento. En la observación no hay elec-
ción, porque si hay elección de nuevo se introduce el pensamiento. Es decir, darse cuenta
del condicionamiento significa que no hay elección, condena, justificación ni com-
paración, sino tan solo observación. Si observan de ese modo, la mente se libera
del condicionamiento. Con el simple hecho de darse cuenta de todo el proceso del condi-
cionamiento , verán que surge algo completamente nuevo, algo que no se identifica ni se
opone al "yo"; ese algo libera, termina con todo el condicionamiento. Por eso les sugiero
que lo experimenten hasta que volvamos a reunirnos, que observen de esa manera, que se
den cuenta.
Poona, India, 1 de septiembre de 1958

jueves, 15 de marzo de 2012

Los fósiles que sugieren que existió otra especie humana



Algunos científicos han sugerido que estos hombres podrían ser híbridos.
Científicos identificaron unos fósiles hallados en el suroeste de China que podrían pertenecer a una especie humana hasta ahora desconocida.
Los restos, que presentan una inusual mezcla de rasgos físicos arcaicos y modernos, tienen una antigüedad de entre 14.500 y 11.500 años, según destacó el equipo de expertos chinos y australianos que publicó la investigación en la revista científica estadounidense PLoS One (Public Library of Science One).
Hasta ahora había que remontarse más de 100.000 años para encontrar en esta parte del mundo fósiles que no fueran del Homo sapiens.
“Estos nuevos fósiles pueden ser de una especie antes desconocida que sobrevivió hasta el final de la Edad de Hielo, hace unos 11.000 años”, señaló Darren Curnoe, de la Universidad australiana de Nueva Gales del Sur, quien encabezó el estudio junto con Ji Xueping, del Instituto de Arqueología de Yunnan.
“También podría tratarse de representantes de una migración muy temprana y desconocida de hombres modernos desde África, que sin embargo no contribuyeron genéticamente al hombre actual”, aseguró el científico.
Según le dijo Curnoe a la BBC, “están tratando de ser muy cuidadosos a la hora de clasificar los restos de una manera definitiva”.
“Una de las razones para ello”, según el experto, “es que en la ciencia de la evolución humana no se tiene en la actualidad una definición biológica generalmente aceptada para nuestra propia especie, por lo que es un área contenciosa”.

Dos cuevas

Los restos fosilizados de al menos tres individuos fueron encontrados en 1989 en Maludong, o Cueva del Ciervo Rojo en chino, cerca de Mengzi, en la provincia china de Yunnan, pero no se estudiaron hasta 2008.
Un cuarto esqueleto parcial fue hallado en 1979 en otra cueva cerca del pueblo de Longlin, en la región autónoma de Guangxi, limítrofe con Yunnan. Los restos fósiles quedaron incrustados en un bloque de roca hasta 2009, cuando este mismo equipo lo extrajo y lo reconstituyó.
Por el lugar donde fueron encontrados los restos, a estos especímenes se les ha bautizado como los “Hombres del Ciervo Rojo”.

Esta especie presentaba una mezcla de rasgos físicos arcaicos y modernos.
Los cráneos y dientes de Maludong y Longlin son muy similares entre sí lo que sugiere que previenen de la misma especie.
Estos individuos tenían cavidades cerebrales redondeadas con prominentes arcos de las cejas. Los huesos de sus cráneos eran gruesos, con un rostro bastante corto y plano, y amplias narices. Sus mandíbulas salían hacia fuera pero carecían de la barbilla de los humanos modernos.
Escáneres de sus cavidades cerebrales muestran que tenían lóbulos frontales similares a los de los humanos modernos pero sus lóbulos parietales eran arcaicos.

¿Híbridos?

Algunos científicos sin conexión con este estudio han sugerido que estos hombres podrían ser híbridos.
“Puede ser que sean humanos modernos que se mezclaron con humanos arcaicos que vivieron al mismo tiempo”, aseguró Isabelle De Groote, del Museo de Historia Natural de Londres.
“Otra posibilidad”, según De Groote, “es que evolucionaran esos rasgo primitivos de forma independiente debido a un cambio o aislamiento genético, o en respuesta a ciertas condiciones medioambientales”. El doctor Cunroe está de acuerdo en que eso sería posible.
Publicado por Arkantos
LA ÉPOCA ATLANTE



Los cataclismos volcánicos destruyeron la mayor parte del continente lemúrico, y en su lugar surgió el continente Atlántico, en el sitio que actualmente ocupa el océano del mismo nombre.

La ciencia materialista, intrigada por la historia de Platón, hizo investigaciones respecto a los atlantes, quedando demostrado que hay más de una base seria en esa historia, y que dicho continente puede haber existido. Los ocultistas no sólo saben que existió, sino que también conocen su historia, que ahora describiremos.

La antigua Atlántida difería de nuestro mundo actual en muchas cosas, pero su mayor diferencia se encontraba en la constitución de su atmósfera y del agua de aquella época.

De la parte austral del planeta venía el aliento ardiente de los volcanes, que se encontraban aún muy activos. Del norte llegaban los bloques de hielo de la región boreal. El continente Atlántico era el punto donde se juntaban esas dos corrientes, y, por consiguiente, su atmósfera estaba siempre sobrecargada de una neblina espesa y pesada. El agua no era tan densa como ahora, pues contenía una proporción mucho mayor de aire. Había, además, mucha agua en suspensión en la pesada y nebulosa atmósfera de la Atlántida.

Al través de esa atmósfera nunca brillaba el Sol con claridad. Aparecía como rodeado de una aura de luz vaga, como sucede con los faroles de las calles en tiempo de neblina. Entonces sólo se podía ver a una distancia de unos cuantos pies en cualquier dirección, y las líneas de los objetos distantes se veían borrosas e inciertas. El hombre se guiaba más por su percepción interna que por su visión externa.

Y no solamente la tierra de entonces, sino también el hombre, eran muy diferentes a los actuales. El hombre de entonces tenía cabeza, pero casi nada de frente; su cerebro no tenía desarrollo frontal. Su cabeza era huida casi desde arriba de los ojos hacia atrás. Comparados con nuestra humanidad, eran gigantes; sus brazos y piernas eran mucho más largos, proporcionalmente a su semejantes a los del canguro. Tenía pequeños ojos parpadeantes, y su cabello era de sección redonda. Esta última peculiaridad, si no otras, distinguen a los descendientes de los atlantes que existen actualmente entre nosotros. Su cabello era recto, lacio, negro, de sección redonda, mientras que el de los arios, si bien puede diferir en color, tiene siempre la sección oval. Las orejas de los atlantes se separaban mucho más de la cabeza que las de los arios.

Los vehículos superiores de los atlantes primitivos no estaban en posición concéntrica con relación al cuerpo denso, como lo están los nuestros. El espíritu no era aún del todo un espíritu interno; estaba parcialmente fuera, y, por lo tanto, no podía dominarlo tan fácilmente como cuando está completamente dentro. La cabeza del cuerpo vital estaba fuera y se mantenía mucho más arriba que la del cuerpo físico. Hay un punto entre los arcos superciliares a una media pulgada bajo el cutis que tiene un punto correspondiente en el cuerpo vital. Ese punto no es el cuerpo pituitario, que está mucho más adentro de la cabeza del cuerpo denso. Puede llamársele la raíz de la naríz". Cuando esos dos puntos del cuerpo vital y del físico se ponen en correspondencia, como sucede en el hombre actual, el clarividente los ve como una manchita negra, o mejor dicho, como un espacio vacío, semejante a la parte invisible de la llama del gas. Este es el asiento del espíritu interno del hombre, el Santuario de los Santuarios (Sancta Sanctorum) del Templo del cuerpo humano, creado para todo lo que no sea el espíritu interno del hombre, el Ego, cuyo hogar es. El clarividente puede ver con mayor o menor claridad, de acuerdo con su capacidad y ejercitamiento, todos los diferentes cuerpos que forman el aura humana. Unicamente ese punto, ese sitio, está oculto para él. Esto es otra "Isis" cuyo velo nadie puede descorrer. Ni aún el ser más evolucionado puede descorrer el velo del Ego de la más humilde o menos desarrollada criatura. Eso, y únicamente eso, sobre la Tierra, es tan sagrado, que está completamente a salvo de toda intrusión.

Esos dos puntos de los que acabamos de hablar -uno en el cuerpo denso y en su contraparte del cuerpo vital- estaban muy separados en el hombre de los primitivos tiempos de la Atlántida, como está en los animales actuales. La cabeza del cuerpo vital del caballo está muy separada de la de su cuerpo denso. Esos dos puntos están más próximos en el perro que en cualquier otro animal, salvo quizá en el elefante. Si llegan a juntarse, se da el caso de animales prodigios que pueden contar, deletrear, etcétera.

Debido a la distancia entre esos dos puntos, el poder de percepción del Atlante era mucho más fino en los mundos internos que en el Mundo Físico, oscurecido además por esa atmósfera de neblina densa y pesada. Con el tiempo, sin embargo, la atmósfera se fue haciendo gradualmente más clara; al mismo tiempo, los puntos citados se fueron acentuando poco a poco. Conforme se iban aproximando, el hombre iba perdiendo su contacto con los mundos internos, haciéndose éstos más oscuros conforme el físico se aclaraba. Finalmente, en el último tercio de la Epoca Atlante, el punto del cuerpo vital se unió al del cuerpo físico correspondiente. Hasta ese momento no estaba el hombre plenamente consciente del Mundo Físico; pero al mismo tiempo que se obtuvo la plena visión y percepción del Mundo Físico, se perdió la capacidad de percibir los mundos superiores, capacidad que se fue perdiendo gradualmente en la mayoría.

En los primeros tiempos el atlante no percibía claramente las líneas de un objeto o persona, pero veía su alma y en seguida conocía sus atributos, ya éstos fueran beneficiosos para él o no. Sabía enseguida si el hombre o animal a quien estaba mirando se encontraba en disposiciones amigables o agresivas para él. Sabía prontamente, por medio de su percepción espiritual, cómo debía tratar a los demás, y cómo podía escapar a los peligros, y, en consecuencia, cuando perdió la visión de los Mundos Espirituales, sufrió muchas tristezas por ello.

La Rmoahals fue la primera de las razas atlantes. Tenían muy poca memoria, y ésta poca estaba relacionada únicamente con la sensación. Recordaban los colores y los sonidos, y de esta suerte desenvolvieron hasta cierto punto el sentimiento. El lemur no tenía sentimiento alguno, en la más sutil acepción de la palabra. Poseía el sentido del tacto, podía sentir las sensaciones físicas de dolor, de comodidad y confort, pero no las sensaciones espirituales o mentales, como la alegría, la tristeza, la simpatía o la antipatía.

Con la memoria obtuvieron los atlantes los primeros rudimentos del lenguaje. Entonces crearon palabras y ya no hicieron más uso de los simples sonidos que hacía el lemur. Los Rmoahals empezaron a dar nombre a muchas cosas. Eran todavía una raza espiritual y sus poderes anímicos eran análogos a las fuerzas de la Naturaleza; y no solamente daban nombres a las cosas que los rodeaban, sino que sus palabras poseían poder sobre las cosas denominadas. Similarmente a los últimos lemures, sentían que eran espíritus y nunca se causaron entre sí el menor daño. Para ellos el lenguaje estaba santificado, pues lo consideraban como una expresión directa del espíritu. Y nunca abusaron o degradaron este poder charlando o hablando de nimiedades. Por medio del empleo del lenguaje, el alma de esta raza pudo por primera vez ponerse en contacto con el alma de las cosas del mundo externo.

La segunda raza atlante fue la de los Tlavatlis. Y ya empezaron a sentir su valor como seres humanos separados. Se hicieron ambiciosos; pedían que se recompensaran sus obras. La memoria se convirtió en un verdadero factor en la vida de la comunidad. El recuerdo de las proezas hechas por alguno de ellos hizo que el pueblo eligiera por Guía al que hubiera efectuado cosas más grandes. Este fue el germen de la realeza.

Ese recuerdo de las obras meritorias de algún hombre se mantenía después aún de su muerte. La humanidad comenzó a honrar la memoria de sus antepasados y a adorar en ellos y en otros que hubieran mostrado algún gran mérito. Este fue el principio de cierta forma de adoración que aún es practicada hoy en día por algunos asiáticos.

Los Toltecas fueron la tercera raza atlante. Llevaron aún más adelante esas ideas de sus predecesores, inaugurando la monarquía y la sucesión hereditaria. Los Toltecas originaron la costumbre de honrar a los hombres por las proezas de sus antecesores; pero entonces había muy buenas razones para hacerlo así, pues debido al ejercitamiento peculiar de aquellos tiempos, el padre tenía el poder de impartir sus cualidades a sus hijos, de una manera imposible para la humanidad actual.

La educación se efectuaba evocando ante el alma del niño cuadros de las diversas fases de la vida. La conciencia de los primitivos atlantes era todavía principalmente una conciencia interna pictórica. El poder del educador para evocar esos cuadros ante el alma del niño era el factor determinante del que dependían las cualidades anímicas que poseería el hombre ya maduro. Lo que se despertaba era el instinto y no la razón, y por este método de educación el hijo, en la mayoría de los casos, absorbía realmente las cualidades de su padre. Es, pues, evidente que en aquel entonces había muy buenas razones para rendir honores a los descendientes de grandes hombres, porque los hijos heredaban siempre la mayor parte de las buenas cualidades de su padre. Desgraciadamente, no es ese el caso en nuestros tiempos actuales, aunque seguimos siempre con la misma costumbre de honrar a los hijos de los grandes hombres, si bien ahora no tenemos razón alguna para hacerlo.

Entre los Toltecas se consideraba de gran valor la experiencia. El hombre que había obtenido las más variadas experiencias era el más honrado y buscado. La memoria era entonces tan grande y exacta que la de nuestra humanidad actual no es nada en comparación. En cualquier emergencia, un Tolteca de grande experiencia y práctica hubiera recordado muy probablemente los casos similares que le hubiesen ocurrido en el pasado, deduciendo lo que debiera hacerse en seguida. De esta suerte se convertía en un inestimable consejero para la comunidad cuando se producía alguna situación que ningún miembro de aquélla hubiera experimentado antes, siendo, por lo tanto, éstos incapaces de pensar o deducir por analogía lo que debía hacerse en esa emergencia. Y cuando en la comunidad no había individuos de aquella especie, se veían obligados a experimentar para encontrar lo mejor que pudiera hacerse.

A mediados del último tercio de la Atlántida encontramos el comienzo de las naciones separadas. Grupos de personas que habían descubierto entre sí gustos y costumbres similares abandonaban sus antiguos hogares y fundaban una colonia nueva. Pero recordaban sus antiguas costumbres y las seguían en sus nuevos hogares en lo posible, creando otras nuevas que se armonizaban con sus ideas y necesidades particulares.

Los Guías de la humanidad iniciaron a grandes Reyes en ese entonces para que dirigieran al pueblo, sobre el cual se les dio gran poder. Y las masas honraban a esos reyes con toda la reverencia debida a los que ciertamente eran reyes "por la gracia de Dios". Este feliz estado de cosas, sin embargo, llevaba en sí el germen de la desintegración, porque los reyes con el tiempo se ensoberbecieron con el poder. Olvidaron que éste había sido puesto en sus manos por la gracia de Dios como una cosa sagrada, que habían sido hecho reyes con el objeto de que obraran con justicia y ayudaran al pueblo. Y empezaron a emplear sus poderes para la corrupción, con fines egoístas de engrandecimiento personal, en vez de usarlos para el bien común, y se arrogaron privilegios y autoridad que nunca se les había concedido. La ambición y el egoísmo los dominaron y abusaron de sus poderes derivados de la divinidad para oprimir y vengarse. Esto fue así no solamente con los reyes, sino también con los nobles y las clases más elevadas, y si uno considera los poderes que ellos poseían sobre sus súbditos de clase inferior, es bien fácil comprender que esos abusos tenían que producir terribles condiciones.

Los Turanios originales fueron la cuarta raza Atlante. Eran especialmente viles en su abominable egoísmo. Erigieron templos en los que los reyes eran adorados como dioses y oprimían muchísimo a las clases inferiores desamparadas. La magia negra de la clase pero y más nauseabunda floreció entonces, y todos los esfuerzos estaban encaminados a la gratificación de la vanidad y a la ostentación externa.

Los Semitas originales fueron la quinta y más importante raza de las siete razas atlantes, porque en ellos encontramos el primer germen de esa cualidad refrenadora: El pensamiento. Por lo tanto, la raza Semítica original se convirtió en la "simiente de raza" de las siete razas de nuestra Epoca Aria.

En la Epoca Polar el hombre adquirió el cuerpo denso como instrumento de acción. En la Epoca Hiperbórea se agregó el cuerpo vital, que dio la fuerza del movimiento necesaria para la acción. En la Epoca Lemúrica el cuerpo de deseo suministró el incentivo para la acción.

La mente de le dio al hombre en la Epoca Atlante para que tuviera propósito en la acción; pero como el Ego era excesivamente débil y la naturaleza pasional (de deseos) muy fuerte, la mente naciente se unió al cuerpo de deseos; y de ahí resultó la astucia, causa de todas las debilidades de mediados del último tercio de la Epoca Atlante.

En la Epoca Aria comenzó a perfeccionarse la mente y la razón, por medio del trabajo del Ego para encadenar al cuerpo de deseos y conducirle a la realización de la perfección espiritual, que es el objeto de la evolución. Esta facultad de pensar y formar ideas la consiguió el hombre a expensas del gobierno sobre las fuerzas vitales, esto es, a expensas de su poder sobre la Naturaleza.

La mente y el pensamiento permiten al hombre actual ejercitar su poder sobre los minerales y las substancias químicas, únicamente, porque su mente está todavía en su primer estado, o mineral, de su evolución, como se encontraba su cuerpo denso en el Período de Saturno. Y no puede ejercer el menor poder sobre la vida animal o vegetal. El hombre utiliza en sus industrias maderas y diversas substancias vegetales, así como ciertas partes del animal. Estas substancias, en último análisis, son todas materia química animada por la vida mineral, de la que se componen todos los cuerpos, según ya se explicó. Sobre todas esas variedades de combinaciones químico-minerales puede tener dominio actualmente el hombre; pero hasta que haya llegado al Período de Júpiter, no podrá extender su dominio hasta la vida. En ese Período tendrá el poder de obrar y trabajar con la vida vegetal, como lo hacen los Angeles actualmente, en este Período Terrestre.

Los científicos materialistas han trabajado durante largos años para "crear" vida; pero no obtendrían el menor éxito hasta que hayan aprendido a aproximarse a la mesa del laboratorio con la más profunda reverencia, como si estuvieran frente al altar de un Templo, con pureza de corazón y con manos santificadas, desprovistas de todo egoísmo y ambición.

Tal es la decisión de los Hermanos Mayores, que guardan éste y otros profundos secretos de la Naturaleza hasta que el hombre se encuentre en condiciones de emplearlos para el mejoramiento de la raza, para la gloria de Dios y no para aprovecharse o engrandecerse personalmente.

Esta pérdida de su poder sobre las fuerzas vitales fue, sin embargo, la que hizo posible que el hombre pudiera seguir evolucionando. Después de eso no importaba cuán grande se hiciera su egoísmo, porque no podría ser destructor de sí mismo ni de la Naturaleza, como hubiera sido el caso si su egoísmo creciente hubiera estado acompañado por el gran poder que poseía el hombre en su primitivo estado de inocencia. El pensamiento que obra solamente en el hombre no tienen poder alguno sobre la Naturaleza y nunca puede poner en peligro a la humanidad, como hubiera sido posible si las fuerzas de la Naturaleza estuvieran bajo el dominio del hombre.

Los Semitas originales regulaban sus deseos hasta cierto punto por medio de la mente, y en vez de simples deseos mostraban astucia y malicia, medios por los cuales este pueblo trataba de realizar sus fines egoístas. Si bien era un pueblo muy turbulento, aprendieron a refrenar sus pasiones en gran extensión y a realizar sus propósitos por medio de la astucia, más sutil y potente que la simple fuerza bruta. Y descubrieron por vez primera que el cerebro es superior al músculo (1).

En el transcurso de la existencia de esta raza, la atmósfera de la Atlántida comenzó a aclararse definitivamente, y el punto ya mencionado del cuerpo vital se puso en correspondencia con su compañero del cuerpo denso. La combinación de los sucesos dio al hombre la capacidad de ver los objetos con claridad y nitidez, con contornos bien definidos; pero esto también se obtuvo a expensas de su visión de los mundos internos.
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1 - En Inglés: That "brain" is superior to "brawm".
Así que podemos ver y es bueno definir la siguiente ley: Nunca se puede hacer el menor progreso sino a costa de alguna facultad que se poseía previamente, la que se re-obtiene de nuevo después en una forma más elevada.

El hombre construyó su cerebro a costa temporal de su poder de generar sólo, por sí mismo. Con el objeto de adquirir el instrumento con el cual pudiera guiar su cuerpo denso, se sujetó a todas las dificultades, tristezas y dolores que involucran la cooperación necesaria para la perpetuación de la raza; y obtuvo su poder de razonar a costa de la pérdida temporal de su visión espiritual.

Mientras que la razón le benefició de muchas maneras, arrojó de él su visión del alma de las cosas que antes le hablaba, y la adquisición del intelecto, que es ahora la más preciosa posesión del hombre, era contemplada con tristeza por los Atlantes, que lamentaban la pérdida de su visión y poder espirituales, pérdida que marcaba su adquisición.

Sin embargo, era necesario el cambio de los poderes espirituales por facultades físicas, para que el hombre pudiera funcionar, independiente de toda guía externa, en el Mundo Físico, que debía conquistar. A su debido tiempo esos poderes serán obtenidos nuevamente, cuando por medio de sus experiencias y de su jornada a través del Mundo Físico más denso, haya aprendido a usarlos apropiadamente. Cuando los poseía no tenía conocimientos acerca de su empleo, y eran demasiado peligrosos y preciosos para usarse como juguetes y para hacer experiencias con ellos.

Bajo la dirección de una Gran Entidad, la raza semítica original fue llevada hacia el este del continente Atlántico, por Europa, hacia la gran extensión esteparia del Asia Central, que actualmente denomínase el Desierto de Gobi. Allí fueron preparados para convertirse en la simiente de las siete razas de la Epoca Aria, imbuyéndoles potencialmente las cualidades que debían ser evolucionadas por sus descendientes.

Durante las edades anteriores -desde el comienzo del Período de Saturno y a través de los períodos Solar y Lunar hasta las tres evoluciones y media del Período Terrestre (Epocas Polar, Hiperbórea, Lemúrica y primera parte de la Atlante)- el hombre fue guiado por elevados Seres sin que él pudiera hacer la menor elección. En esos tiempos era incapaz de guiarse a sí mismo, no habiendo aún desarrollado una mente propia; pero, por último, llegó el día en que se hizo necesario, para su futuro desarrollo, el que comenzara a guiarse a sí mismo. Debía aprender la independencia y asumir la responsabilidad de sus propios actos. Anteriormente se había visto impulsado a obedecer las órdenes de su Señor; pero ahora sus pensamientos debían separarse de los visibles guías, los Señores de Venus, a quienes había adorado como mensajeros de Dios, y dirigirse a la idea del verdadero Dios, el Creador invisible del Sistema. El hombre debía aprender a adorar y a obedecer las órdenes de un Dios a quien no podía ver.

Su Guía llamó, pues al pueblo y lo reunió, dándole una oración que puede expresarse así:

"Anteriormente habéis visto a Aquellos que os guiaban, pero hay Guías de varios grados de esplendor, superiores a aquéllos, a quienes no habéis visto, pero que os guiaron siempre, grado por grado, en la evolución de la conciencia.

"Exaltado y por encima de todos esos Señores gloriosos está el Dios invisible, que ha creado el cielo y la tierra sobre la que estáis. El ha querido daros dominio sobre toda esta tierra, para que podáis fructificar y multiplicaros en ella.

"A este Dios invisible lo debéis adorar, pero debéis adorarlo en Espíritu y en Verdad, y no hacer ninguna imagen de El, ni tratar de pintarlo semejante a vosotros, porque El está presente en todas partes y está más allá de toda comparación o similitud.

"Si seguís sus preceptos, El os bendecirá abundantemente y os colmará de bienes. Si os apartáis de sus caminos, os vendrán males. La elección es vuestra. Sois libres; pero debéis sufrir las consecuencias de vuestros propios actos".

La educación del hombre se efectúa en cuatro grandes grados. Primero se obra sobre él desde fuera, inconscientemente. Entonces se le coloca bajo la dirección de los Mensajeros de Divinos y Reyes a quienes ve, y cuyas órdenes debe obedecer. Después se le enseña a reverenciar las órdenes de un Dios a quien no ve. Finalmente, aprende a elevarse sobre toda orden; a convertirse en una ley en sí mismo; y, conquistándose así mismo voluntariamente, a vivir en armonía con el Orden de la Naturaleza, que es la Ley de Dios.

Cuádruple es también el grado que el hombre sigue hasta Dios. Primero, por medio del miedo, adora a Dios a quien empieza a sentir, sacrificándole para propiciarlo, como hacen los fetichistas.

Después aprende a mirar a Dios como al Dador de todas las cosas y a esperar recibir de El beneficios materiales, ahora y siempre. Sacrifica por avaricia, esperando que el Señor le dará ciento por uno, o para librarse del castigo inmediato, como plagas, guerras, etc.

Luego se le enseña a adorar a Dios con oraciones y a vivir una buena vida; y a cultivar la fe en un Cielo en el que será recompensado en el futuro; y abstenerse del mal para que pueda librarse de un castigo futuro en el Infierno.

Por último llega a un punto en el que puede obrar bien sin pensar en la recompensa o castigo, sino sencillamente porque "es justo el obrar con rectitud". Ama al bien por sí mismo y trata de ordenar su conducta en consecuencia, sin tener en cuenta su beneficio o desgracia presente o los resultados dolorosos de algún tiempo futuro.

Los semitas originales habían llegado al segundo de estos grados. Se les enseñó a adorar a un Dios invisible y a esperar ser recompensados con beneficios materiales o castigados con aflicciones y dolores.

El Cristianismo Popular es el tercer grado. El Cristianismo Esotérico y los alumnos de todas las escuelas de ocultismo están tratando de alcanzar el grado superior, el que generalmente se conseguirá en la Sexta Epoca, la Nueva Galilea, cuando la religión Cristiana unificadora abra los corazones de los hombres, así como sus entendimientos están ya abiertos.

Los Akadios fueron la sexta y los Mogoles la séptima de las razas atlantes. Estos evolucionaron aún más la facultad de pensar, pero siguieron líneas de razonamiento que los desviaron más y más de la corriente principal de la vida en desarrollo. Los chinomogoles sostienen hasta hoy en día que esos medios anticuados son los mejores. El progreso requiere constantemente nuevos métodos y adaptabilidad que conserve las ideas en un estado fluídico, y, en consecuencia, esas razas decayeron y degeneraron junto con el remanente de las razas atlantes.

Conforme las pesadas neblinas de la Atlántida se condensaban más y más, la creciente cantidad de agua fue inundando gradualmente ese continente, destruyendo la mayor parte de la población y las evidencias de su civilización.

Pero un gran número se salvó del continente que se sumergía bajo las inundaciones y ganaron la Europa. Las Razas mogólicas son las descendientes de esos refugiados atlantes. Los negros y las razas salvajes de pelo duro y motoso son los últimos remanentes de los lemures.

del libro Concepto Rosacruz del Cosmos de Max Heindel
LAS TRES GRANDES LUCES"

Por JOHN DEYME DE VILLEDIEU
EL SOL, LA LUNA Y EL MAESTRO DE LA LOGIA


A fin de explicar lo que son las "Tres Grandes Luces", el texto de un ritual da la respuesta siguiente: "La Biblia para dirigir y gobernar nuestra fe, la Escuadra para regular sobre ella nuestras acciones, el Compás para trazar los límites que no debemos transgredir con respecto a ningún hombre, y más particularmente con respecto a ningún Hermano" 3. Es difícil que en tan pocas palabras se pueda rebajar tanto la significación de símbolos tan ricos y de una implicación tan universal. Sin duda se podría intentar, forzando el texto, deducir algunas indicaciones más amplias y más sólidas, pero esto sería una tarea demasiado larga, improbable, y a fin de cuentas nosotros no percibimos en todo esto más que un vago perfume de religiosidad bastante estrecha y lamentablemente moralizante.

Ciertamente nada habría de malo en interpretar en un sentido auténticamente moral, y poco elevado, símbolos cuyo valor expresivo sobrepasa con mucho este punto de vista restringido, pero lo interesante sería hacerlo de una manera clara escogiendo elementos cuya transposición no sea prácticamente imposible, sobre todo en las "instrucciones" masónicas, en las cuales se trata precisamente de trascender la enseñanza exotérica para beneficio de algunos espíritus y en la medida de su exigencia. Por nuestra parte intentaremos recordar algunos de los aspectos más conocidos de estos símbolos que son el Libro, el Compás y la Escuadra, sin olvidar nunca un dato elemental pero importante: en la intención masónica manifestada aquí, y que debería ser portadora de un sentido preciso, los símbolos de que hablamos constituyen un ternario, y por tanto conviene interpretarlos sobre todo a partir de sus relaciones mutuas, que son las que les da la cohesión, y por tanto la unidad.



El Volumen de la Ley Sagrada, nos dice la Convención de Luxemburgo, debería ser un libro cuya "Santidad" fuera aceptada por todos. Se cita, como ejemplos de tal libro, la Biblia, el Corán, el Vêda y los textos de algunas otras tradiciones 4. Ahora bien, estos libros sagrados no son sino la expresión del Verbo divino en lenguaje humano, lenguaje apropiado, en cada caso particular, a la naturaleza y disposiciones del pueblo al cual se dirige. Pero en otros medios tradicionales se cita algunas veces un Libro que es la pura emanación de la Sabiduría divina, un Libro hecho no de materia sino de luz espiritual. Por ejemplo, las tradiciones hebraica, islámica y hindú son bastante explícitas a este respecto. Existe por tanto una Thorah pre existencial, original, que es la "sophia" de la Divinidad, en el seno de la cual ella vive su vida secreta. Esta Thorah divina se distingue entonces de la Thorah escrita, o Pentateuco, y de la Thorah oral que es el comentario de esta última. El Corán y el Vêda son igualmente reconocidos, cada uno en su tradición propia, como la cristalización terrestre de un arquetipo divino, y por tanto sagrado 5. Por todo ello si los libros particulares de las diversas tradiciones representan el Volumen de la Ley Sagrada, éste, gracias al carácter universal que le confiere su apelación, es el símbolo más legítimo del Verbo cuyo Mensaje se expresa tanto en lo que ha sido designado como el Libro del Mundo como el Libro de Vida, que es el modelo de todos los Libros sagrados 6.

El Libro, según Michel Vâlsan, es también un símbolo del Hombre Universal, representando entonces las páginas los diversos grados del Conocimiento 7. Pero se trata, bajo una expresión diferente, de repetir la misma verdad. ¿No es el Hombre Universal idéntico al Verbo 8, y no es también, según el Islam, el prototipo único donde se resume la creación una, "donde se reflejan todas la Cualidades o "relaciones" (nisah) divinas sin confusión ni separación", y que, "desde el punto de vista relativo", se polariza en el Universo múltiple? 9

No podemos insistir aquí sobre el simbolismo del Libro a causa misma de su riqueza y su extensión. En este sentido, el Libro ha sido adoptado a veces para designar el Universo, tal cual la expresión "Liber Mundi" muestra con evidencia. Pero el Mundo, obra de Dios, es también la "sede" y el "espejo". Y este es el motivo de que el Libro, además de ser el soporte y el mensaje del Verbo divino, sea finalmente también su símbolo. Lo que a veces puede molestar en los textos y sus comentarios es que el Libro, según el grado al que se aplica, puede representar ya sea el Verbo en su esencia, ya su Palabra, ya el Universo en tanto que resultado de su condensación. Hay que añadir igualmente que cuando se remonta hacia el Origen las distinciones se difuminan. Así pues, en la tradición hebrea se contempla a la Thorah como tejida con el Nombre de Dios. De hecho, Dios mismo es la Thorah, porque la Thorah, El y su Nombre se confunden 10. En el Islam, la Madre del Libro (umm al-Kitâb), arquetipo eterno del Libro revelado 11, está, se dice, cerca de Dios 12. Y Juan Evangelista va todavía más lejos. "En el principio, dice, era el Verbo, y el Verbo estaba cerca de Dios, y el Verbo era Dios".

Al igual que al principio Dios crea el Cielo y la Tierra, así también en la Logia masónica, y como una señal de la apertura de los "trabajos", el Volumen de la Ley Sagrada parece liberar de entre sus páginas a la pareja formada por el Compás y la Escuadra. Estos dos instrumentos, presentes también en numerosas tradiciones, asumen, gracias a su encuentro, algunos valores particularmente significativos que permiten presentir el misterio. Al igual que en todo simbolismo donde intervienen dos términos complementarios, estos valores toman una apariencia contradictoria, cuando en realidad ellos están hechos para unirse. Se lo constata ya a través de las implicaciones geométricas, de donde, por otra parte, se pasa fácilmente a las de la cosmología. Con el fin de cumplir su papel, el Compás ha de ser móvil. Como la Esfera y el Círculo, como el Cielo, el Compás posee un carácter dinámico, activo. La Escuadra, cuando se la utiliza, debe estar fija. Como el Cubo y el Cuadrado, como la Tierra, modelos de estabilidad, la Escuadra posee un carácter estático, pasivo, receptivo. El primer instrumento se mantiene verticalmente con respecto al plano donde se aplica, el segundo, horizontalmente. El uno es pues masculino y el otro femenino, o, para utilizar expresiones taoístas de alcance más universal, el uno es yang y el otro yin. Nada sorprendente entonces que se recubran mutuamente, se entrecrucen y se entrelacen de acuerdo con los Grados o con los Ritos.

Extendámonos un poco ahora sobre el simbolismo del Compás. Este término viene del verbo "acompasar", que significa "medir". Se trata, antes de nada, de un instrumento de medida. En el Compañerazgo se le denomina la "Herramienta del Señor", lo cual es una imagen de las más justas. Por otra parte existe un grabado de William Blake que representa, sobre un fondo celeste, al "Anciano de los Días" en el momento de trazar "el primer círculo de la Tierra" 13, y resulta difícil no identificarlo con lo que la Masonería designa como el Gran Arquitecto del Universo. Se puede observar, en lo que parece ser una esfera luminosa, a un hombre de apariencia anciana inclinado con un compás abierto en la mano para medir o trazar alguna cosa que no es visible en el grabado. Se trata, pensamos, del Ser universal: éste, a partir del Orbe solar que lo simboliza, obliga a la Actividad celeste a medir, en la Receptividad terrestre, la parte susceptible de responderle. Para la obra cósmica de que se trata no se podía escoger mejor instrumento simbólico que el Compás, puesto que, como se dice, él permite realizar todas las operaciones. Es la Herramienta de la Sabiduría divina tomando las medidas del Mundo. Si dibuja un círculo, es, como se dijo más arriba, "para trazar los límites" que no se deben "transgredir", pero estos límites son de orden moral sólo en una acepción muy restringida, y aquí conviene extender considerablemente la significación observando los límites gigantescos de las posibilidades terrestres que el Acto divino, tras haberlos señalado, no podría franquear sin sobrepasar las rigurosas ordenanzas de sus propios designios. En fin, son las curvas trazadas por el Compás las que lo convierten en símbolo del Cielo, cuya imagen conocida es el Círculo o la Esfera, y si el Compás circunscribe áreas es porque en primer lugar las determina, como el Cielo determina de antemano, dentro de su campo limitado, la evolución y el acontecer cronológico de la Tierra.

En lo que respecta a la Escuadra, el ritual nos proporciona todavía indicaciones muy interesantes. Como en todo lo que antecede, hemos querido verificarlas a la luz de los comentarios específicamente masónicos. Pero lo que hemos encontrado era muy aproximativo, incluso nebuloso, de ahí nuestra relativa perplejidad cuando no hallamos, entre tantas opiniones autorizadas, ninguna clara confirmación sobre aquello que parecería a todas luces evidente 14. Hemos visto asociar la Escuadra a la equidad, a la justicia, a la rectitud, al equilibrio, e incluso, no faltaba más, a la tolerancia. Ahora bien, esto no son más que alineamientos de palabras, sin pretensión alguna de relacionarlas con la coherencia propia de la inteligencia del ritual 15. De todo esto, repetimos, no sacamos más que una impresión moralizadora sin mayor importancia. En otro registro se nos enseña que la Escuadra sirve para trazar rectas perpendiculares así como cuadrados. ¿Se trata de algo que se nos dice de pasada? No estamos seguros. Es indudable que si el Cuadrado simboliza la Tierra podría pensarse que la Escuadra es también el símbolo de ésta. ¿Pero por qué entonces algunos Masones rechazan afirmarlo con claridad? 16.



Nos parece que no sería muy difícil poner un poco de orden en este caos. Digamos, en primer lugar, que según René Guénon existe en la Masonería más de una manera de comprender la Escuadra. Por ejemplo, ella aparece en el collar del Venerable Maestro de la Logia, y, "debido a que está formada por dos brazos rectangulares, se la puede considerar como la reunión de la horizontal y la vertical, que, en uno de sus sentidos, corresponden respectivamente (...) a la Tierra y al Cielo" 17. Este aspecto no concierne a nuestro estudio y no podemos detenernos en él, pero es útil señalarlo de pasada, para distinguirlo netamente del que nos interesa aquí: aquel en que, como hemos visto, la Escuadra se asocia al Compás en una relación de perfecta complementariedad 18. Así pues, sabiendo ya que el Compás designa el Cielo, no resulta muy difícil admitir que la Escuadra designe a su vez la Tierra. Por otro lado, como es muy frecuente, la etimología viene a confirmar lo que nos sugiere el simbolismo. Los términos "escuadra" y "cuadrado" pertenecen a una misma familia lingüística cuya significación general es la de "cuaternario" 19. Por lo tanto, puesto que el Cuadrado designa a la Tierra, nada hay de sorprendente en que la Tierra sea igualmente simbolizada por la Escuadra. Tal es el caso en otras tradiciones, como por ejemplo la extremo-oriental, en donde la Escuadra y el Compás son los símbolos respectivos de la Tierra y el Cielo 20.

Para concluir estas consideraciones sobre la Escuadra y el Compás, sería interesante observar que estos dos "útiles" masónicos, en sus entrecruzamientos, delimitan siempre entre sí un "cuadrilátero". A este respecto, toda la Manifestación, sellada por el "Cuaternario", se encuentra comprendida entre la Tierra y el Cielo 21. ¿No vuelve esto a confirmar, por si aún fuera necesario, la legitimidad de las diversas consideraciones anteriores? En perfecta conformidad con lo que sabemos del simbolismo constructivo, en el contexto masónico la Escuadra y el Compás parecen corresponder perfectamente con esos dos principios fundamentales que en el dominio cosmológico representan la Tierra y el Cielo, y que son designados con frecuencia como los dos Polos de nuestro Mundo manifestado.

Pensamos que lo dicho hasta aquí permite establecer algunos puntos esenciales. El Volumen de la Ley Sagrada, el Compás y la Escuadra representan, en el Oriente de la Logia, un ternario que hemos interpretado en el sentido de un primer principio del que derivan dos términos complementarios 22. Si nos situamos en el punto de vista metafísico, o más exactamente ontológico, que es el que nos parece el único admisible en el caso presente, se trata del Ser universal cuya polarización tiene por resultado la Esencia y la Substancia, Polos respectivamente activo y pasivo de la Manifestación, aunque ellos mismos no están manifestados 23. Tal interpretación procede del hecho de que se trata no solamente de un grupo que una intención ritual ha constituido deliberadamente bajo la apelación de "Tres Grandes Luces" 24, sino de tres elementos colocados en el instante mismo de abrirse la Logia, constituyendo ésta una imagen del cosmos y un "lugar esclarecido", como la Manifestación universal es luz con respecto a las tinieblas de lo No manifestado.

Las "Tres Grandes Luces" designan todavía otro ternario que no nos parece que conlleve aplicación alguna en la apertura de la Logia tal y como la consideramos en este momento, pero que creemos que no es posible pasar por alto: en efecto, conviene señalar netamente la diferencia que lo separa del ternario del que venimos hablando.

Se dice que las "Tres Grandes Luces" estaban representadas antiguamente, sobre todo en la Masonería inglesa 25, por el Sol, la Luna y el Maestro de la Logia. Este ternario, por su forma misma, difiere algo de aquel al que nos hemos referido anteriormente: posee un carácter menos universal, encontrándosele a veces designado como las "Tres Pequeñas Luces" 26. Al contrario del que hemos estudiado, él se encuentra formado "por dos términos complementarios y por su producto o resultante" 27. Así, en la Gran Tríada extremo-oriental, el Cielo y la Tierra tienen por resultante el Hombre que, una vez establecido en el Invariable Medio, desempeña entre ambos el papel de mediador 28. Al igual que el Cielo y la Tierra, "el sol y la luna, en casi todas las tradiciones, simbolizan también respectivamente el principio masculino y el principio femenino de la manifestación universal" 29. El Maestro de la Logia mora entre el Sol y la Luna porque, teóricamente al menos, ha sabido realizar el equilibrio de estos dos principios o, lo que es igual, armonizar en sí mismo el yang y el yin. Esta posición corresponde a aquella que en el Taoísmo ocupa el Hombre Verdadero: su residencia en el Invariable Medio lo convierte en el mediador de su estado particular de existencia. Sin embargo, existe una gran diferencia entre un Venerable ordinario y aquello que, hablando con propiedad, representa un Hombre Verdadero, y más aún todavía un Hombre Trascendente, que es el Mediador de todos los estados de existencia y que en el Islam se corresponde con el Hombre Universal, citado más arriba.

En lo que se refiere a las "Tres Grandes Luces", se entenderá entonces porque hemos escogido hablar más bien del Volumen de la Ley Sagrada, el Compás y la Escuadra 30: no sólo su situación en el Oriente de la Logia masónica evoca implícitamente el nacimiento del Día, sino que su colocación tiene lugar durante la apertura de los "trabajos", y en la Logia, siendo una imagen bien conocida del cosmos, los "trabajos" que se desarrollan dentro de ella aparecen a este respecto evidentemente como los que acompasan la actividad de la Existencia universal. Por todo ello se entiende sin dificultad que el Volumen de la Ley Sagrada, el Compás y la Escuadra se encuentren dispuestos por el ritual de tal forma que dejen entender claramente que ellos representan, como por otro lado lo justifica su propio nivel simbólico, los tres principios radiantes cuyo desplegamiento es también el de la Manifestación entera 31.

lunes, 12 de marzo de 2012

TIAHUANACO EL SECRETO SAGRADO DE LOS HIJOS DEL SOL



VICTOR SALAZAR SOTO

CABALLEROS DE LA ORDEN DEL SOL

Tiahuanaco (Bolivia) 12.000 A.D. La Ciudad Eterna, la legendaria Wiñymarca, cobijo una estirpe de Sabios Sacerdotes, herederos de un conocimiento sagrado ancestral...
La Ciudad Eterna, conocida hoy como Tiahuanaco. Un recinto Sagrado y pacifico conocedores de la doctrina de sus ancestros Los Hijos del Sol, ante la constante amenaza los cataclismos y falta de alimentos las tribus Bárbaras atacaron constantemente Wiñaymarca.
Poniendo en peligro los archivos, La información de la Historia de la Humanidad y el Disco Solar símbolo del Sol Central y de la Hermandad Blanca. Se decidió llevar el Disco Sol a un recinto sagrado intraterreno preparado por la Hermandad Blanca,
Cerca del Sagrado Lago El Titi-Caca situado en la cordillera Andina entre los Países Perú Y Bolivia. Se había creado un templo .La Hermandad de los 7 rayos, aquí seria cuidado el disco y toda la información de la historia de la razas que habitaron este planeta donde estaba la información de los intervención de seres extraterrestres en la Historia de la Humanidad .creadores y mutación Genética de la raza Humana su Historia si ciencia y adelantos en diferentes arias.
Huyustus, fue uno de los primeros .Grandes Maestro de Cuidad Eterna ( Wiñymarca – Tiahuanaco )
Uno de los descendientes de este gran maestro conocido, como Manco Capac o Ayar Manco, fue el encargado de llevar el Disco Solar, A una isla del lago Titi caca llama la isla del sol, donde hay un templo intraterreno de la Hermandad blanca.
Manco Capac revelo la existencia del disco solar a Sinchi Roca, Titicaca (Mamacona-Puquinacocha) siguiente lugar de origen, el disco fue entregado y llevado al Cusco, al templo más Sagrado de los Señores Incas al Coricancha, templo dedicado al padre sol.
El centro principal de la jerarquía construida bajo tierra en la selva, madre de dios. Luego de la destrucción de los atlantes tres seres venidos de los recinto intraterrestre, informaron a los sabios amautas sobres el fin del imperio.
1533 Choque Auqui, hermano de Huáscar se retiró del cusco a la selva, con un grupo de Sacerdotes Amautas, Auqui Kuna llevando así la estirpe y sangre real de los señores Incas.
En el camino fueron quedando grupos de guerreros para proteger al Inca como también los señores Q`eros conocedores del camino al santuario de Paikiki o Paititi.
Reunidos en el templo más sagrado en el cusco dedicado al Dios Sol. El Coricancha escaparon por una chinkana (túnel) que los llevaría al Sacsahuaman , de ahí entrarían en otra chinkana, en esta peregrinación del Inca heredero de la sangre real conjuntamente con un grupo de sabios y familiares reguardados por guerreros súbditos del Inca llevarían consigo el conocimiento sagrado de los Señores Incas y consigo el Disco Solar .
Todo la información Kipus y libros se guardaba así mismo en una caja metálica de10 en 10 plancha o laminas por caja , también se usaba las hojas de plátano que pasaba por un proceso de conservación ,el cuidado de lo anciano era muy importante los kurakas debían de cuidar la comunidad a la cual el Señor Inca le había encargado.
En las casas no habían puerta solo se usaba una tela para cuidar la intimidad de la familia. Los amautas eran hombres sabios conocedores de un conocimiento ancestral. Heredada de una raza roja.

El cronista mercedario Fr. Martin de Morua.
Historia de los reyes del Perú que el Inca Huaina Capac tuvo noticias de Babilonia y del Templo del Rey Salomón, fue el Rey Huaina Capac III (Rey en Tamputoco)
La Ciudad llamada Huari, se cree que era Hombres descendientes de Sumeria , cuando los Semitas invadieron un siglo antes de la era Cristiana llegaron al Perú en el tiempo del Rey Pirua Ayar Tacco Capac (f. de Montesinos vo. Sit. Capitulo. IX).
En el tiempo del Rey Huaman Tacco Amaru llego un gran señor al cual llamaban Hatun Apu (Gran Señor) Tunapa . El Señor que lleva Bastón. Don Pedro Astete decía que Tunapa pudo haber sido el gran dramaturgo. Llamado Apolonio de Tiana, Hierocles lo comparo a Apolonio de Tiana como a Jesús.
Apolonio de Tiana había dicho luego de peregrinar por diferentes países y visitar sus Templos habría dicho después, voy a la tierra de los Señores sabios, refiriéndose así a la tierra de los Reyes Amautas el Perú.
Apolonia de Tiana viajo a Sudamérica, y quizás ingreso por Brasil y llego al Tahuantinsuyo Perú .los Amautas habían heredado las sabidurías de sus antepasados los Jupiterianos Piruas que gobernaron en forma Autocrática.
Los Piruas desarrollaron una Civilización muy avanzada, de lo cual los posteriores Reyes recibieron esa sabiduría, los Capa Cunac solo recibieron un conocimiento mínimo de ese gran imperio que gobernó gran parte del Continente América del Sur.
Un alto concepto de gran hacedor de la vida había comprendido, que todo está integrado que el alma viviente universal es uno y en un perfecto equilibrio de la naturaleza del hombre con su herencia.
La agricultura siempre fue primordial nadie debe padecer del alimento, la salud era importante, habían Grandes Filósofos y la escritura era gráfica y los libros eran de unas planchas metálicas y se guardaba así mismo en una caja metálica de10 en 10 plancha o laminas por caja, también se usaba las hojas de plátano que pasaba por un proceso de consumación, el cuidado de lo anciano era muy importante los kuracas debían de cuidar la comunidad a la cual el Señor Inca le había encargado.
En las casas no habían puerta solo se usaba una tela para cuidar la intimidad de la familia. Los amautas eran hombres sabios conocedores de un conocimiento ancestral. Heredada de una raza roja.
Tunapa encontró en huari a gente de elevada estatura de raza similar a Él eran Babilonios que posiblemente ingresaron al Perú por paracas y otros puntos de la costa.
Las construcciones de huari eran similares a las de Tiahuanaco las piedras de Pucharo (Machiwengas) la cueva de los Tayos (Ecuador) muestra similar cultura y escritura a la de Sumeria (Mesopotamia Babilonia) cultura que domino el arte de mesclar los metales.
Hace mucho tiempo atrás miles de años vino unos gigantes por el mar invadieron nuestras tierras pero nuestros Señores lucharon contra esto Seres a cual llamaban Hatun Runas en el tiempo de los Reyes Piruas y Amautas logramos expulsarlos pero muchos de ellos se quisieron quedar y ayudar.
El Rey les concedió el acilo ellos transmitieron mucho de sus ciencia y arte ellos construyeron los grandes túneles Las Chinkanas .
Tenían una tecnología muy avanzada y desconocida actualmente tenían un diamante azul amarrado en un palo de chonta serbia para cortar las piedras sabían el arte de mesclar los jugos de las plantas para ablandar la piedra
el señor García Beltrán sigue aportando documentos que él acredita que eran del Inca Garcilaso:
La concepción de Orejona, la madre primitiva de la Tierra según la tradición local. “En la era Terciaria, cuando ningún ser humano existía aún en nuestro planeta, poblado sólo de animales fantásticos, una aeronave brillante como el oro viene a posarse sobre la Isla del Sol del lago Titicaca.
”De la nave descendió una mujer, que se parecía a las mujeres actuales de los pies a los senos; pero tenía la cabeza en forma de cono, grandes orejas y manos palmeadas de cuatro dedos.
”Su nombre era ‘Orejona’ y venía del Planeta Venus, en donde la atmósfera es más o menos análoga a la de la Tierra.
”Sus manos palmeadas indicaban que existía agua en abundancia en su planeta original y desempeñaba un papel primordial en la vida de los venusinos.
Un día, cumplida su misión de formar una nueva raza, Orejona volvió a emprender vuelo en su astronave. Sus hijos, ulteriormente procrearon, dedicándose sobre todo al destino de su padre tapir, más en la región del Titicaca una tribu que permaneció fiel a la memoria de Orejona desarrolló su inteligencia, conservó sus ritos religiosos y fue el punto de partida de las civilizaciones preincaicas.
”He ahí lo que está escrito en el frontispicio de la puerta del Sol en Tiahuanaco.”
Así es como este biólogo español, descendiente del Inca Garcilaso de la Vega, nos lleva al origen extraterrestre de la gran cultura del altiplano Tiahuanaco la Gran Ciudad eterna de Los Hijos del Sol.
VICTOR SALAZAR.
Victorsalazar144@yahoo.com
CABALLEROS DE LA ORDEN DEL SOL.
http://caballerosdelaordndelsol.blogspot.com/

domingo, 11 de marzo de 2012

J.J. Benitez: Caballo de Troya 9 el Fin de la Operación. - Video


CABALLEROS DE LA ORDEN DEL SOL

¿Qué causó aquel Diluvio, cuyas furiosas aguas barrieron la Tierra?


Algunos lo explican en términos de las inundaciones anuales de la llanura Tigris-Eufrates. Conjeturan que una de tales inundaciones pudo ser especialmente severa. Campos y ciudades, hombres y animales fueron barridos por la crecida de las aguas, y los pueblos primitivos, viendo el acontecimiento como un castigo de los dioses, propagaron la leyenda del Diluvio. Sir Leonard Woolley (Londres, 1880 – 1960) fue un arqueólogo británico, conocido por sus excavaciones en la antigua ciudad sumeria de Ur (en el actual Irak) y por haber encontrado evidencia geológica del diluvio de Gilgamesh. Se le considera el primer arqueólogo moderno, y fue nombrado caballero en 1935 por sus contribuciones a la disciplina. Graduado de la Universidad de Oxford, tras trabajar tres años en el Museo Ashmolean de la misma ciudad, viajó al actual Sudán para participar en 1907 y 1911 en la expedición arqueológica británica en el yacimiento egipcio de Wadi Halfa. En 1912 dirigió junto a T.E. Lawrence (conocido como Lawrence de Arabia) las excavaciones de la ciudad hitita de Karkemish, en la Siria septentrional, donde permaneció dos años y cuyos hallazgos publicó entre 1921 y 1953. Posteriormente pasó a Egipto para dirigir la excavación de Tell el-Amarna, la ciudad sagrada del faraón Akhenatón.
Entre 1922 y 1934 dirigió las excavaciones en la antigua ciudad sumeria de Ur, patrocinados por el Museo Británico y la Universidad de Pennsylvania cuyos descubrimientos, entre los que destaca el cementerio real datado hacia el 2700 a. C. constituyen uno de los hitos más relevantes de la arqueología del siglo XX. Por otro lado la minuciosidad con que se llevó a cabo el alumbramiento de los restos y su posterior estudio permitió a los historiadores reconstruir la sociedad cortesana sumeria desde sus inicios protohistóricos en el IV milenio a.C. hasta su época final de habitación, en el Siglo IV a. C. El riquísimo ajuar funerario encontrado en los enterramientos reales, entre cuyas piezas destaca el estandarte real de Ur, reveló la existencia de un arte suntuario de gran exquisitez y elaboración técnica, así como la práctica del enterramiento sacrificial del rey con su cohorte de servidores. El descubrimiento de la evidencia geológica de una gran inundación que habría arrasado la cuenca mesopotámica en época protohistórica revolucionó las interpretaciones sobre el mito del diluvio de las tradiciones literarias sumeria y semita. En 1936, tras sus descubrimientos en Ur, Woolley estaba interesando en encontrar vínculos entre la antigua civilización egea y la mesopotámica, lo que lo llevo al antiguo puerto sirio de Al Mina y al vecino Tell Atchana donde excavó entre 1937 y 1939 y nuevamente entre 1946 y 1949.
En uno de sus libros, Excavations at Ur, Sir Leonard Woolley relata que, en 1929, cuando los trabajos en el Cementerio Real de Ur estaban tocando a su fin, los trabajadores hicieron un pequeño pozo en un montículo cercano, cavando a través de una masa de cerámica rota y de cascotes de ladrillo. Casi un metro más abajo, llegaron a un nivel de barro endurecido, algo que, habitualmente, marca el punto donde una civilización ha comenzado. Pero, ¿es que milenios de vida urbana sólo habían dejado un metro de estratos arqueológicos? Sir Leonard les pidió a los trabajadores que cavaran todavía más. Entonces profundizaron otro metro y, luego, metro y medio más. Seguían sacando «suelo virgen» -barro sin rastros de habitación humana. Pero, después de cavar a través de casi tres metros y medio de cieno y barro seco, los trabajadores llegaron a un estrato en el que empezaron ya a encontrarse trozos de cerámica verde e instrumentos de sílex. ¡Una civilización más antigua había sido enterrada bajo tres metros y medio de bario! Sir Leonard se metió en el hoyo de un salto y examinó la excavación. Llamó a sus ayudantes, en busca de opiniones. Nadie tenía una teoría plausible. Después, la esposa de Sir Leonard dijo casi por casualidad: «¡Pero, si está claro, es el Diluvio!».
Sin embargo, otras delegaciones arqueológicas en Mesopotamia dudaron de esta maravillosa intuición. El estrato de barro donde no había rastros de habitación indicaba, efectivamente, una inundación. Pero, mientras los depósitos de Ur y al-’Ubaid sugerían la inundación entre el 3500 y el 4000 a.C, un depósito similar descubierto posteriormente en Kis se estimó que se había formado en los alrededores del 2800 a.C. La misma fecha (2800 a.C.) se estimó para unos estratos de barro encontrados en Erek y en Shuruppak, la ciudad del Noé sumerio. En Nínive, los excavadores encontraron, a una profundidad de 18 metros, nada menos que trece estratos alternos de barro y arena ribereña, datados entre el 4000 y el 3000 a.C. Por tanto, la mayoría de los estudiosos creen que lo que Woolley encontró fueron los rastros de varias inundaciones locales, algo frecuente en Mesopotamia, donde las ocasionales lluvias torrenciales y las crecidas de los dos grandes ríos y sus frecuentes cambios de curso causan tales estragos. En cuanto a los diferentes estratos de barro, los expertos han llegado a la conclusión de que no pertenecen a una gran calamidad, como debió ser el monumental acontecimiento prehistórico que conocemos como el Diluvio.
El Antiguo Testamento es una obra maestra de brevedad y precisión. Las palabras siempre están muy bien elegidas para expresar los significados precisos; los versículos, relevantes; su orden, intencionado; su longitud, la necesaria. La totalidad de la historia de la Creación hasta la expulsión de Adán y Eva del Jardín del Edén se cuenta en 80 versículos. La relación completa de Adán y su linaje, aun con el relato diferenciado de Caín y su linaje, y Set, Enós y su linaje, se trata en 58 versículos. Pero el relato de la Gran Inundación mereció nada menos que 87 versículos. Era, bajo cualquier criterio editorial, la «historia principal». No era un mero acontecimiento local, fue una catástrofe que afectó a toda la Tierra, a toda la Humanidad. Los textos mesopotámicos afirman con claridad que «los cuatro rincones de la Tierra» se vieron afectados. Como tal, fue un punto crucial en la prehistoria de Mesopotamia. Estaban los acontecimientos, las ciudades y la gente de antes del Diluvio, y los acontecimientos, las ciudades y la gente de después del Diluvio. Estaban todos los hechos de los dioses y el Reino que habían hecho descender del Cielo antes de la Gran Inundación, y el curso de los acontecimientos humanos y divinos cuando el Reino fue bajado de nuevo a la Tierra después de la Gran Inundación. Era la gran divisoria del tiempo.
No sólo las largas listas de reyes, sino también los textos relativos a reyes individuales y a su ascendencia hacían mención al Diluvio. En uno, por ejemplo, perteneciente a Ur-Ninurta, se recordaba el Diluvio como un acontecimiento remoto en el tiempo: “En aquel día, en aquel remoto día, en aquella noche, en aquella remota noche, en aquel año, en aquel remoto año  cuando el Diluvio tuvo lugar”. El rey asirio Assurbanipal, un mecenas de las ciencias que amasó una inmensa biblioteca de tablillas de arcilla en Nínive, declaró en una de sus inscripciones conmemorativas que él había encontrado y había sido capaz de leer «inscripciones en piedra de antes del Diluvio». En un texto acadio, en el que se habla de los nombres y su origen, se explica que hay una lista de nombres «de reyes de después del Diluvio». Un rey era ensalzado por ser «de simiente preservada desde antes del Diluvio». Y diversos textos científicos citan como fuente «los sabios de antaño, de antes del Diluvio».    No, el Diluvio no fue un acontecimiento local o una inundación periódica. Fue, según todos los relatos, un acontecimiento de una magnitud sin precedentes que sacudió la Tierra, una catástrofe que ni el Hombre ni los dioses habían experimentado hasta entonces, ni han experimentado después.
Zecharia Sitchin fue un investigador y escritor  de origen ruso. Es un autor de libros populares que promueven la teoría del astronauta antiguo y el supuesto origen extraterrestre de la humanidad. Atribuye la creación de la cultura sumeria a los Annunaki (o Nefilim), provenientes de un hipotético planeta llamado Nibiru, en el sistema solar. En su serie CRÓNICAS DE LA TIERRA se basa en premisas tales como: que la mitología no es una extravagancia, sino la depositaria de recuerdos ancestrales; que la Biblia debe leerse literalmente como un documento histórico-científico; y que las antiguas civilizaciones (mucho más antiguas y esplendorosas de lo que suele creerse) fueron el producto del conocimiento que trajeron a la Tierra los Anunnaki, es decir, «los que descendieron del Cielo a la Tierra». Este artículo está basado en algunas de sus obras.  El término Anunnaki es el nombre de un grupo de deidades sumerias y akadias relacionados con los Anunna (los “cincuenta grandes dioses”) y los Igigi (dioses menores). Igualmente en algunos grupos de ufólogos, este es el nombre que reciben supuestos extraterrestres, de los cuales ellos postulan que se habrían basado los mitos, debido a que habría existido una hipotética Intervención extraterrestre en la antigüedad. El nombre se escribe variablemente “Da-nuna”, “Da-nuna-ke4-ne”, o “Da-nun-na”, significando más o menos “los de la sangre real”, mientras otros grupos  postulan que significa (Anu=los que, na=venían del, Ki=cielo), descrito como la quinta generación de dioses en la epopeya babilónica de la creación celestial, el Enuma Elish.
Según un mito babilónico más reciente, los Anunnaki eran los hijos de Anu y Ki, los dioses hermano y hermana, ellos mismos, los vástagos de Anshar y Kishar (pivote del cielo y pivote terrestre, los postes celestiales). Anshar y Kishar eran los hijos de Lahm y de Lahmu (“los fangosos”), nombres dados a los guardias del templo en Eridu, el sitio de Apsu en el cual la Creación según ellos ocurrió. La cabeza del consejo de Anunnaki era el gran Anu, (más que ser un dios del cielo, Anu realmente significa “cielo”), de Uruk y los otros miembros eran sus descendientes. Su lugar fue tomado por Enlil, (En=señor, lil=viento, aire), quien, en la antigüedad era considerado como el separador del cielo y de la tierra. Esto dio lugar a un conflicto entre Enlil de Nippur y su hermanastro Enki de Eridu, sobre la legitimidad de Enlil como gobernante Celestial y terrestre. Enki, (En=señor, Ki=Tierra), además de ser el dios del agua dulce, era también dios de la sabiduría y de la magia, y era mirado por algunos como alquimista. Cuando el Igigi decidió hacer huelga y rehusó continuar trabajando para mantener la armonía del Universo, en el Shappatu (hebreo: Shabbat), Enki creó a la humanidad para que ésta asumiera la responsabilidad de realizar las tareas que los dioses habían abandonado. Los Anunnaki, por su parte, eran los compañeros altísimos (Alto concilio) del consejo de los dioses y de Anu. Fueron distribuidos sobre la tierra y el mundo subterráneo o bajo mundo. Los más conocidos entre ellos eran: Asaru, Asarualim, Asarualimnunna, Asaruludu, En-Ki (Ea para los Akadios), Namru, Namtillaku y Tutu. La reinvención del término los Annunakis surgió en 1964 con el libro del asiriólogo Adolph Leo Oppenheim “Mesopotamia antigua: Retrato de una civilización muerta” , quien popularizó este concepto.
Pero los textos bíblicos y mesopotámicos dejan unos cuantos misterios por resolver. ¿Qué terrible experiencia sufrió la Humanidad, que hizo que a Noé se le llamará «Respiro», con la esperanza de que su nacimiento señalara el fin de las penurias? ¿Cuál era el «secreto» que los dioses juraron guardar, y del que se acusó a Enki de haberlo desvelado? ¿Por qué el lanzamiento de un vehículo espacial desde Sippar fue la señal para que Utnapistim entrara y sellara el arca? ¿Dónde estuvieron los dioses mientras las aguas cubrían hasta la más alta de las montañas? ¿Y por qué valoraron tanto el sacrificio de carne asada que hizo Noé/Utnapistim? A medida que vayamos descubriendo las respuestas a éstas y otras preguntas, veremos que el Diluvio no fue un castigo premeditado, producido por los dioses por voluntad propia. Descubriremos que, aunque el Diluvio fue un acontecimiento previsible, también fue inevitable, una calamidad natural en la cual los dioses no representaron un papel activo, sino pasivo. También mostraremos que el secreto que los dioses juraron no revelar era una conspiración contra la Humanidad, consistente en reservarse la información que tenían respecto a la próxima avalancha de agua, de modo que, mientras los nefilim se salvaban, la Humanidad pereciera.
Gran parte de los conocimientos que tenemos ahora sobre el Diluvio y los acontecimientos que lo precedieron provienen del texto «Cuando los dioses». En él, el héroe del Diluvio se llama Atra-Hasis. En el fragmento sobre el Diluvio que hay en «La Epopeya de Gilgamesh», Enki llama a Utnapistim «extremadamente sabio», que es lo que, en acadio, significa atra-hasis. Los expertos tenían la teoría de que los textos en los que Atra-Hasis es el héroe podían formar parte de una historia anterior del Diluvio, concretamente sumeria. Con el tiempo, se descubrieron las suficientes tablillas babilonias, asirías, cananeas e, incluso, sumerias originales como para permitir un importante reensamblaje de la epopeya de Atra-Hasis, un trabajo maestro cuyos principales artífices fueron W. G. Lambert y A. R. Millard (Atra-Hasis: The Babylonian Story of the Flood). Tras describir el duro trabajo de los anunnaki, su motín y la subsiguiente creación del Trabajador Primitivo, la epopeya relata cómo comenzó el Hombre a procrear y a multiplicarse (cosa que también sabemos por la versión bíblica). Con el tiempo, la Humanidad empezó a disgustar a Enlil: “La tierra se extendía, la gente se multiplicaba; en la tierra, como toros salvajes yacían. El dios se molestó con sus uniones; el dios Enlil oía sus declaraciones, y dijo a los grandes dioses:«Las declaraciones de la Humanidad se han hecho agobiantes; sus uniones no me dejan dormir»”.
Entonces, Enlil -una vez más, en el papel de perseguidor de la Humanidad- ordenó un castigo. Ahora, uno esperaría leer algo sobre la llegada del Diluvio, pero no. Sorprendentemente, Enlil no llegaba siquiera a mencionar un Diluvio ni ninguna ordalía acuática similar. En vez de esto, pidió que se diezmara a la Humanidad con la peste y otras enfermedades. Las versiones acadia y asiria de la epopeya hablan de los «dolores, mareos, resfriados, fiebre», así como de las «enfermedades, plagas y peste» que afligieron a la Humanidad y a su ganado después de la petición de Enlil de un castigo. Pero los planes de Enlil no funcionaron. Resultó que «el que era extremadamente sabio» -Atra-Hasis-era alguien especialmente cercano al dios Enki. Contando su propia historia en algunas de las versiones, dice: «Yo soy Atra-Hasis; vivía en el templo de Ea, mi señor». Con «su mente atenta a su Señor Enki», Atra-Hasis apeló a él para que desmontara el plan de su hermano Enlil: «Ea, Oh Señor, la Humanidad gime; la furia de los dioses consume la tierra. ¡Y, sin embargo, tú eres el que nos ha creado! ¡Que cesen los dolores, los mareos, los resfriados, la fiebre!». Hasta que no se encontraron más tablillas rotas, no supimos cuál había sido el consejo de Enki. Éste dijo algo de «…que aparezca en la tierra». Fuera lo que fuera, funcionó. Poco después, Enlil se quejó amargamente a los dioses de que «la población no ha disminuido; ¡son más numerosos que antes!».
Entonces, se puso a esbozar el exterminio de la Humanidad a través del hambre. «¡Que se le corten los suministros a la gente; que sus vientres carezcan de frutas y vegetales!» La hambruna tenía que acaecer a través de las fuerzas de la naturaleza, por escasez de lluvia y falta de irrigación: “Que las lluvias del dios de la lluvia se retengan arriba; abajo, que las aguas no salgan de sus fuentes. Que el viento sople y reseque el suelo; que las nubes se espesen, pero que retengan su aguacero”. Incluso las fuentes de alimentación marinas tenían que desaparecer. A Enki se le ordenó que «pasara el cerrojo y atrancara el mar», y que «guardara» sus alimentos lejos de la gente: “La sequía no tardó en difundir la devastación. Desde arriba, el calor no era…Abajo, las aguas no surgían de sus fuentes. La matriz de la Tierra no daba frutos; la vegetación no crecía… Los negros campos se hicieron blancos; la amplia llanura se asfixió con sal”. La hambruna resultante causó estragos entre la gente, y la situación fue empeorando con el paso del tiempo. Los textos mesopotámi-cos hablan de una devastación creciente a lo largo de seis sha-at-tam’s -un término que algunos traducen como «años», pero que literalmente significa «pasos»-, y, como la versión asiria aclara, «un año de Anu»: “Durante un sha-at-tam ellos comieron la hierba de la tierra. Durante el segundo sha-at-tam sufrieron la venganza. El tercer sha-at-tam llegó; sus rasgos se vieron alterados por el hambre, sus rostros estaban incrustados… estaban viviendo al borde de la muerte. Cuando el cuarto sha-at-tam llegó, sus rostros parecían verdes; caminaban encorvados por las calles; su ancho [¿hombros?] se hizo estrecho”.
Para el quinto «paso», la vida humana comenzó a deteriorarse. Las madres cerraban las puertas a sus propias hijas hambrientas. Las hijas espiaban a sus madres para ver si ocultaban comida.     Para el sexto «paso», había un canibalismo desenfrenado: “Cuando el sexto sha-at-tam llegó  se preparaban a la hija para la comida;  al hijo se preparaban como alimento. Una casa devoraba a la otra”. Los textos hablan de la insistente intercesión de Atra-Hasis ante su dios Enki. «En la casa de su dios… puso el pie;… todos los días lloraba, trayendo oblaciones por la mañana… invocaba el nombre de su dios», buscando la ayuda de Enki para detener la hambruna. Sin embargo, Enki debía sentirse ligado a la decisión de las otras deidades, pues, en un primer momento, no respondió. Es bastante posible que, incluso, se ocultara de su fiel adorador, que dejara el templo y saliera a navegar por sus amados pantanos. «Cuando el pueblo estaba viviendo al filo de la muerte», Atra-Hasis «puso su lecho de cara al río». Pero no hubo respuesta. La visión de una Humanidad hambrienta y desintegrada, de padres que se comían a sus propios hijos, trajo finalmente lo inevitable: otro enfrentamiento entre Enki y Enlil. En el séptimo «paso», cuando los hombres y las mujeres que quedaban eran «como fantasmas de los muertos», recibieron un mensaje de Enki. «Haced un gran ruido en la tierra», dijo. Enviad heraldos que ordenen a toda la gente: «No veneréis a vuestros dioses, no recéis a vuestras diosas». ¡Que haya desobediencia total!
Bajo la tapadera de este alboroto, Enki planeaba una acción más concreta. Los textos, bastante fragmentados en este punto, desvelan que Enki convocó una asamblea secreta de «ancianos» en su templo. «Ellos entraron… tomaron consejo en la Casa de Enki». En primer lugar, Enki se exoneró contándoles lo mucho que se había opuesto a los actos de los demás dioses. Después, esbozó un plan de acción que, de algún modo, tenía que ver con su mando sobre los mares y el Mundo Inferior. Podemos recoger los detalles clandestinos del plan a partir de unos versículos fragmentarios: «Por la noche… después de que él…» alguien tenía que estar «a la orilla del río» a determinada hora, quizás para esperar el regreso de Enki desde el Mundo Inferior. De allí, Enki «trajo a los guerreros del agua» -quizás también algunos de los terrestres que eran Trabajadores Primitivos en las minas. En el momento acordado, se cursaron las órdenes: «¡Vamos!… la orden…». A pesar de todas las líneas que se han perdido, podemos suponer lo que sucedió a partir de la reacción de Enlil. «Estaba lleno de ira». Convocó la Asamblea de Dioses y envió a su alguacil para que trajera a Enki. Después, se levantó y acusó a su hermano de romper los planes de vigilancia y contención: “Todos nosotros, Grandes Anunnaki, llegamos juntos a una decisión… Ordené que, en el Pájaro del Cielo, Adad vigilaría las regiones superiores; que Sin y Nergal vigilarían las regiones medias de la Tierra; que el cerrojo, la barrera del mar, tú [Enki] vigilarías con tus cohetes. ¡Pero tú has dejado pasar provisiones para la gente!”. Enlil acusó a su hermano de romper el «cerrojo del mar». Pero Enki negó que aquello hubiera ocurrido con su consentimiento: “El cerrojo, la barrera del mar, guardé con mis cohetes. [Pero] cuando… escapó de mí… una miríada de pescado… desapareció; ellos rompieron el cerrojo… ellos mataron a los guardianes del mar”.
Enki afirmó que había capturado a los culpables y que los había castigado, pero Enlil no se dio por satisfecho. Pidió que Enki «dejara de alimentar a su gente», que ya no suministrara «raciones de cereales con las que la gente rebosa de salud». La reacción de Enki fue asombrosa: “El dios se hartó de la sesión; en la Asamblea de los Dioses, la risa le venció”. Podemos imaginarnos el pandemónium que se organizó. Enlil estaba furioso. Hubo acalorados intercambios con Enki y gritos. «¡No deja de calumniar!» Cuando la Asamblea recuperó por fin el orden, Enlil recuperó la palabra de nuevo. Les recordó a sus colegas y subordinados que había sido una decisión unánime. Hizo un repaso de los acontecimientos que habían llevado a la creación del Trabajador Primitivo, y recordó las muchas veces que Enki había «roto la norma». Pero, dijo, aún había una posibilidad para condenar a la Humanidad. Una «inundación exterminadora» estaba al caer. La catástrofe que se avecinaba debía mantenerse en secreto, a resguardo del pueblo. Pidió a los miembros de la Asamblea que se comprometieran a guardar el secreto y, lo que es más importante, que «el príncipe Enki se comprometa con un juramento»: “Enlil abrió la boca para hablar y se dirigió a la Asamblea de todos los dioses: «¡Vamos, todos, y prestemos juramento sobre la Inundación Exterminadora!». Anu juró primero; Enlil juró; sus hijos juraron con él”. Al principio, Enki se negó a prestar juramento. «¿Por qué me quieres comprometer con un juramento?», preguntó. «¿Acaso voy a levantar mis manos contra mis propios humanos?» Pero, al final, fue obligado a pronunciar el juramento. Uno de los textos dice, específicamente, «Anu, Enlil, Enki y Ninhursag, los dioses del Cielo y la Tierra, han prestado juramento». La suerte estaba echada.
¿Cuál fue el juramento al que se comprometió Enki? Tal como  decidió interpretarlo, Enki juró que no revelaría al pueblo el secreto del Diluvio que se avecinaba; pero, ¿acaso no podía contárselo a una  pared? Hizo que Atra-Hasis fuera al templo, e hizo que se pusiera  detrás de un biombo. Después, Enki fingió que hablaba con el biombo, no con su devoto terrestre. «Biombo de junco», dijo: «Presta atención a mis instrucciones. En todos los lugares habitados, sobre las ciudades, una tormenta asolará. Ésa será la destrucción de la simiente de la Humanidad… Éste es el último fallo, la palabra de la Asamblea de los dioses, la palabra dicha por Anu, Enlil y Ninhursag». (Este subterfugio explica el argumento que expondría Enki más tarde, cuando se descubrió que Noé/Utnapistim había sobrevivido, al decir que él no había roto su juramento -al decir que aquel terrestre «extremadamente sabio», (atra-hasis), había descubierto el secreto del Diluvio por sí mismo, a través de la correcta interpretación de los signos.) Existen sellos en los que se ve a un asistente sosteniendo el biombo mientras Ea -como Dios Serpiente- revela el secreto a Atra-Hasis. El consejo que le dio Enki a su fiel sirviente fue que construyera una nave, pero éste le dijo: «Yo nunca he construido un barco… hazme un plano en el suelo para que pueda verlo», y entonces Enki le dio las instrucciones precisas sobre las medidas que debía tener y sobre su construcción. Acostumbrados a las historias bíblicas, nos imaginamos el «arca» como un barco muy grande, con cubiertas y superestructuras. Pero el término bíblico teba proviene de la raíz «hundido», por lo que hay que llegar a la conclusión de que Enki le dio instrucciones a su Noe para que construyera un barco sumergible, un submarino.
El texto acadio dice que Enki hablaba de un barco «techado por encima y por debajo», herméticamente sellado con «brea dura». No tenían que haber cubiertas ni aberturas, «de modo que el sol no viera el interior». Tenía que ser un barco «como un barco del Apsu», un Sulili; y éste es el término que se utiliza en la actualidad, en hebreo, Soleleth, para identificar un submarino. «Que el barco», dijo Enki, «sea un MA.GUR.GUR» -«un barco que pueda darse la vuelta y caer». Lo cierto es que sólo un barco así podía haber sobrevivido a una avalancha de aguas tan arrolladora. La versión de Atra-Hasis, al igual que las demás, reitera que, aunque la calamidad estaba a siete días vista, la gente no era consciente de lo que se avecinaba. Atra-Hasis utilizó la excusa de que la «nave del Apsu» que estaba construyendo le iba a permitir ir a la morada de Enki, evitando así la ira de Enlil. Y la excusa fue aceptada sin más, pues las cosas estaban realmente mal. El padre de Noé había tenido la esperanza de que su nacimiento señalara el fin del largo tiempo de sufrimiento que habían padecido. El problema del pueblo era la sequía -la ausencia de lluvia, la escasez de agua. ¿Quién, en su sano juicio, habría pensado que estaba a punto de perecer en una avalancha de agua? No obstante, aunque los seres humanos no podían leer las señales, los nefilim sí que podían. Para ellos, el Diluvio no era un acontecimiento repentino; aunque era inevitable, ellos detectaron su llegada. El plan de los dioses para destruir a la Humanidad ya no descansaba en un papel activo, sino pasivo. Ellos no provocaron el Diluvio; ellos, simplemente, se confabularon para que los terrestres no se enteraran de su llegada. Sin embargo, conscientes de la inminente calamidad y de su impacto global, los nefilim tomaron las medidas oportunas para poner a salvo sus pellejos.
Estando la Tierra a punto de ser engullida por las aguas, no tenían más que una dirección de salida: hacia el cielo. Cuando la tormenta que precedió al Diluvio comenzó a rugir, los nefilim se subieron a su lanzadera y permanecieron en órbita terrestre hasta que las aguas comenzaron a descender. El día del Diluvio, como mostraremos ahora, fue el día en que los dioses huyeron de la Tierra. La señal que tenía que esperar Utnapistim para reunirse con los demás en el arca y sellarla era ésta: “Cuando Shamash, que da la orden del temblor al anochecer, haga caer una lluvia de erupciones- ¡sube a bordo del barco y atranca la entrada!”. Como sabemos, Shamash tenía a su cargo el aeropuerto espacial de Sippar. No nos cabe la menor duda de que Enki dio instrucciones a Utnapistim para que vigilara la primera señal de lanzamientos espaciales en Sippar. Shuruppak, que es donde vivía Utnapistim, estaba sólo a 18 beru (unos 180 kilómetros) al sur de Sippar. Dado que los lanzamientos debían tener lugar al anochecer, no habría problemas para ver la «lluvia de erupciones» que harían «caer» las naves espaciales. Aunque los nefilim estaban preparados para el Diluvio, su llegada fue una experiencia aterradora. «El ruido del Diluvio… hizo temblar a los dioses». Pero, cuando llegó el momento de dejar la Tierra, los dioses, «dando la vuelta, ascendieron a los cielos de Anu». La versión asiría de Atra-Hasis dice que los dioses utilizaron el rukub ilani carro de los dioses») para escapar de la Tierra. «Los Anunnaki elevaron» sus naves espaciales, como antorchas, «iluminando la tierra con su resplandor».
En órbita alrededor de la Tierra, los nefilim vieron una escena de la destrucción que les afectó profundamente. Los textos del Gilgamesh nos cuentan que, cuando la tormenta creció en intensidad, no sólo «uno no podía ver a su compañero», sino que «tampoco se podía reconocer a la gente desde los cielos». Apiñados en su nave espacial, los dioses se, esforzaban por ver lo que estaba sucediendo en el planeta del cual acababan de despegar: “Los dioses se encogieron como perros, se agacharon contra la pared exterior. Ishtar gritó como una mujer de parto: «Los días de antaño se han convertido en barro»…. Los dioses anunnaki lloraban con ella. Los dioses, abatidos todos, se sentaron y lloraron; tenían los labios apretados… uno y todos”. Los textos de Atra-Hasis repiten el mismo tema. Los dioses, mientras huían, pudieron ver la destrucción también. Pero la situación dentro de sus propias naves tampoco era muy estimulante. Parece ser que tuvieron que repartirse entre varias naves espaciales; la Tablilla III de la epopeya de Atra-Hasis describe las condiciones a bordo de una nave donde los anunnaki compartían alojamiento con la Diosa Madre: “Los Anunnaki, grandes dioses, se fueron sentando sedientos, hambrientos… Ninti lloró y dejó salir sus emociones; lloraba y aliviaba sus sentimientos. Los dioses lloraban con ella por la tierra. Ella estaba abrumada por el dolor, tenía sed de cerveza. Donde ella se había sentado, se sentaron los dioses llorando; amontonándose como ovejas en un abrevadero. Tenían los labios febriles por la sed, y sufrían retortijones a causa del hambre”.
La misma Diosa Madre, Ninhursag, estaba conmocionada por tan completa devastación, y se lamentaba por lo que estaba viendo: “La Diosa vio y lloró… tenía los labios cubiertos de calenturas… «Mis criaturas se han convertido como en moscas-llenan los ríos como libélulas, el retumbante mar se ha llevado su paternidad»”. Pero, ¿cómo podía salvar su propia vida mientras la Humanidad,  la que había ayudado a crear, estaba muriendo? ¿Cómo podía haber dejado la Tierra?, se preguntaba: «¿Debo ascender al Cielo, para residir en la Casa de las Ofrendas, donde Anu, el Señor, me ha ordenado ir?». Las órdenes de los nefilim eran claras: abandonad la Tierra, «ascended al Cielo». Fue la vez en la que el Duodécimo Planeta estuvo más cerca de la Tierra, dentro del cinturón de asteroides (el «Cielo»), como lo sugiere el hecho de que Anu fuera capaz de asistir personalmente a las cruciales conversaciones que tuvieron lugar poco antes del Diluvio. Enlil y Ninurta -acompañados quizás por la élite de los anunnaki, aquellos que habían ocupado Nippur- estaban en una nave espacial, planeando, sin duda, volver a encontrarse con la nave principal. Pero los demás dioses no estaban tan resueltos. Obligados a abandonar la Tierra, se habían dado cuenta, de pronto, del apego que habían llegado a sentir por el planeta y por sus habitantes. En una nave, Ninhursag y su grupo de anunnaki debatían los méritos de las órdenes que había dado Anu. En otra, Ishtar gritaba: «Los días de antaño se han convertido en barro»; los anunnaki que estaban en su nave «lloraban con ella».
Enki, obviamente, estaba también en otra nave o, de lo contrario, habría descubierto a los demás que se las había ingeniado para salvar la simiente de la Humanidad. Sin duda, tenía motivos para sentirse menos pesimista, pues las evidencias sugieren que también había planeado el encuentro en el Ararat. Las versiones antiguas parecen dar a entender que, simplemente, el arca fue llevada hasta la región del Ararat por las aguas torrenciales, que la «tormenta-sur» habría llevado al barco hacia el norte. Pero los textos mesopotámicos reiteran que Atra-Hasis/Utnapistim llevó consigo un «Barquero» llamado Puzúr-Árnurri («occidental que conoce los secretos»). A él, el Noé mesopotámico «le cedió la estructura, junto con su contenido» en cuanto se desató la tormenta. ¿Para qué necesitaba a un experimentado navegante, a menos que fuera para llevar el arca hasta un destino concreto? Los nefilim utilizaban los picos de Ararat como puntos de referencia desde el principio. Siendo las cumbres  más altas en esa parte del globo, esperarían que fuera lo primero en  reaparecer sobre el manto de agua. Y, dado que Enki, «El Sabio, el Omnisciente», podía suponer esto, nos atrevemos a conjeturar que dio instrucciones a su sirviente para llevar el arca hacia el Ararat, planeando el encuentro desde un principio.
La versión del Diluvio de Beroso, según la cuenta el griego Abideno, dice: «Cronos le reveló a Sisithros que iba a haber un Diluvio en el decimoquinto día de Daisios [el segundo mes], y le ordenó que ocultase en Sippar, la ciudad de Shamash, todos los escritos que pudiera. Sisithros llevó a cabo lo que se le dijo, inmediatamente después salió navegando en dirección a Armenia y, acto seguido, sucedió lo que el dios había anunciado». Beroso repite los detalles referentes a la liberación de las aves. Cuando Sisithros (que es atra-asis al revés) iba a ser llevado por los dioses a su morada, explicó al resto de la gente del arca que se encontraban en ese momento «en Armenia» y que tenían que volver (a pie) a Babilonia. En esta versión, no sólo nos encontramos con la relación con Sippar, el aeropuerto espacial, sino también con la confirmación de que Sisithros recibió instrucciones para «navegar inmediatamente hasta Armenia» -al país del Ararat. Tan pronto como Atra-Hasis tocó tierra, sacrificó algunos animales y los asó al fuego. No es de sorprender que los exhaustos y  hambrientos dioses «acudieron como moscas a la ofrenda». De pronto, se dieron cuenta de que el Hombre, el alimento que éste cultivaba y el ganado que criaba eran esenciales. «Cuando, por fin, Enlil llegó y vio el arca, montó en cólera». Pero la lógica de la situación y la persuasión de Enki prevalecieron; Enlil hizo las paces con los restos de la Humanidad y se llevó a Atra-Hasis/Utnapistim en su nave a la Morada Eterna de los Dioses.
Otro factor que pudo pesar en la rápida decisión de hacer las paces con la Humanidad pudo ser la progresiva retirada de las aguas del Diluvio y la aparición de tierra seca y de vegetación sobre ella. Ya hemos visto que los nefilim supieron con antelación que se aproximaba una calamidad; pero aquello era tan singular en su experiencia, que temieron que la Tierra quedara inhabitable para  siempre. Cuando aterrizaron en el Ararat, vieron que éste no era el caso. La Tierra seguía siendo habitable y, pra vivir en  ella, necesitarían  al hombre. ¿Qué fue aquella catástrofe, previsible pero inevitable? Una clave importante para desentrañar el misterio del Diluvio es darse cuenta de que no fue un acontecimiento único y repentino, sino la culminación de una cadena de acontecimientos. Unas atípicas plagas afectaron a hombres y animales, y una grave sequía precedió a la ordalía de agua; un proceso que duró, según las fuentes mesopotámicas, siete «pasos», o shar’s. Estos fenómenos sólo podrían estar justificados por importantes cambios climáticos. Estos cambios habían estado relacionados con las periódicas glaciaciones y épocas interglaciales que habían dominado el pasado inmediato del planeta. La reducción de las precipitaciones, el descenso del nivel del agua en mares y lagos, y la desecación de las fuentes de agua subterránea eran las señales de identidad de una glaciación inminente. Dado que el Diluvio, que terminó abruptamente con estos trastornos, vino seguido por la civilización sumeria y el actual período postglacial, la glaciación en cuestión sólo pudo ser la última.
Nuestra conclusión es que los acontecimientos del Diluvio nos hablan del último período glacial de la Tierra y de su catastrófico final. Perforando las cubiertas de hielo del Ártico y el Antartico, los científicos han podido medir el oxígeno atrapado en las distintas capas y han podido valorar, a partir de ello, el clima que ha imperado en los últimos milenios. Las muestras recogidas del fondo de los mares, como, por ejemplo, las recogidas en el Golfo de México, en las que se mide la proliferación o la disminución de vida marina, les permite estimar también las temperaturas de las distintas épocas del pasado. Basándose en estos descubrimientos, los científicos aseguran ahora que el último período glacial comenzó hace unos 75.000 años y experimentó un minicalentamiento hace unos 40.000 años. Hace alrededor de 38.000 años, sobrevino un período más duro, más frío y seco. Y después, hace unos 13.000 años, el período glacial terminó abruptamente, dando entrada a nuestro actual clima suave. Poniendo en línea la información bíblica y sumeria, nos encontramos con que los momentos duros, la «maldición de la Tierra», comenzó en la época del padre de Noé, Lámek. Su esperanza en que el nacimiento de Noé («respiro») marcara el fin de las penurias se cumplió de un modo inesperado, a través del catastrófico Diluvio.
Muchos estudiosos creen que los diez patriarcas bíblicos antediluvianos (desde Adán hasta Noé) son, de algún modo, homólogos de los diez soberanos antediluvianos de las listas de reyes sumerios. Estas listas no le aplican los títulos divinos de DIN.GIR o EN a los dos últimos de esos diez, y tratan a Ziusundra/Utnapistim y a su padre, Ubar-Tutu, como hombres. Los dos últimos son los homólogos de Noé y de su padre, Lámek; y, según las listas sumerias, entre los dos reinaron un total de 64.800 años, hasta que tuvo lugar el Diluvio. El último período glacial, desde hace 75.000 hasta hace 13.000 años, duró 62.000 años. Dado que las penurias comenzaron cuando Ubar-tutu/Lámek ya estaba reinando, esos 62.000 encajan perfectamente con los 64.800. Además, las condiciones más duras se prolongaron, según la epopeya de Atra-Hasis, durante siete shar’s, es decir, 25.200 años. Los científicos han descubierto evidencias de un período extremadamente duro entre hace 38.000 y 13.000 años, es decir, un lapso de 25.000 años. Una vez más, las evidencias mesopotámicas y los descubrimientos de los científicos actuales se corroboran entre sí. Nuestro esfuerzo por desentrañar el misterio del Diluvio, por tanto, se concentra en los cambios climáticos de la Tierra y, en particular, en el colapso abrupto del período glacial que tuvo lugar hace unos 13.000 años.
¿Qué pudo causar un repentino cambio climático de tal magnitud?  De las muchas teorías que han avanzado los científicos, nos intriga la sugerida por el Dr. John T. Hollín, de la Universidad de Maine. El Dr. Hollin sostiene que la capa de hielo de la Antártida se rompe periódicamente y se desliza en el mar, ¡creando una repentina y gigantesca marea! Esta hipótesis -aceptada y ampliada por otros- sugiere que, a medida que la capa de hielo se va haciendo más y más gruesa, no sólo atrapa más calor de la Tierra debajo de la capa de hielo, sino que también crea en su fondo (debido a la presión y a la fricción) una capa medio derretida y, de ahí, resbaladiza, que actúa como un lubricante entre la gruesa capa de hielo de arriba y la tierra sólida de abajo, provocando que la primera se deslice, más pronto o más tarde, en el océano circundante. Hollin calculó que, sólo con que la mitad de la actual capa de hielo de la Antártida (que, en promedio, tiene más de kilómetro y medio de grosor) se deslizara en los mares del sur, la inmensa marea que provocaría elevaría el nivel de todos los mares del globo en unos 18 metros, inundando ciudades costeras y tierras bajas. En 1964, A. T. Wilson, de la Universidad Victoria, en Nueva Zelanda, ofreció la teoría de que los períodos glaciales terminaron abruptamente con deslizamientos como éstos sucedidos no sólo en el Antártico, sino también en el Ártico. Creemos que los distintos textos y los hechos reunidos justifican la conclusión de que el Diluvio fue el resultado del deslizamiento en las aguas del Antártico de miles de millones de toneladas de hielo, trayendo con ello el fin repentino de la última gradación.
El súbito acontecimiento desencadenó una inmensa marea. Comenzando con las aguas del Antártico, se extendió hacia el norte por los océanos Atlántico, Pacífico e Índico. El abrupto cambio de temperatura debió crear unas violentas tormentas acompañadas por torrentes de lluvia. Moviéndose más rápido que las aguas, las tormentas, las nubes y el oscurecimiento de los cielos debieron anunciar la avalancha de agua que se aproximaba. Ése es exactamente el fenómeno que se describe en los textos antiguos. Tal como le había ordenado Enki, Atra-Hasis hizo subir a todos al arca mientras él se quedaba fuera para esperar la señal para subir a bordo y sellar la nave. Dándonos un detalle de «interés humano», el antiguo texto nos cuenta que Atra-Hasis, a pesar de habérsele ordenado quedarse fuera de la nave, «entraba y salía; no podía estar sentado, no podía agacharse… su corazón estaba roto; estuvo vomitando bilis». Pero, entonces, “la Luna desapareció…El aspecto del tiempo cambió; las lluvias rugieron en las nubes…Los vientos se hicieron salvajes…… el Diluvio estaba en camino, su fuerza cayó sobre la gente como una batalla; Una persona no veía a otra, no eran reconocibles en la destrucción. El Diluvio bramó como un toro; los vientos gimieron como un asno salvaje. La oscuridad era densa; no se podía ver el Sol”.
«La Epopeya de Gilgamesh» es muy específica en lo relativo a la dirección de la cual vino la tormenta: vino del sur. Nubes, vientos, lluvia y oscuridad precedieron, sin duda, a la marea que echó abajo, en primer lugar, «los puestos de Nergal» en el Mundo Inferior: “Con el fulgor de la aurora  una nube negra se elevó en el horizonte;  en su interior, el dios de las tormentas tronaba- Todo lo que había sido luminoso se tornó oscuridad- Durante un día sopló la tormenta del sur, ganando velocidad mientras soplaba, sumergiendo las montañas…  Seis días y seis noches sopló el viento  mientras la Tormenta del Sur barría la tierra.  Cuando llegó el séptimo día,  el Diluvio de la Tormenta del Sur amainó”. Las referencias a la «tormenta del sur», al «viento del sur», indican con claridad la dirección desde la cual llegó el Diluvio, sus nubes y vientos, los «heraldos de la tormenta», moviéndose «sobre colinas y llanuras» hasta alcanzar Mesopotamia. Ciertamente, una tormenta y una avalancha de agua originadas en el Antartico alcanzarían Mesopotamia a través del Océano índico después de engullir las colinas de Arabia, inundando más tarde la llanura del Tigris y el Eufrates. «La Epopeya de Gilgamesh» nos dice también que, antes de que la gente y la tierra quedaran sumergidos, las «represas de la tierra seca» y sus diques fueron «destrozados»: el litoral continental resultó arrollado y barrido.
La versión bíblica del Diluvio dice que saltaron «las fuentes del Gran Abismo» antes de que se abrieran «las compuertas del cielo». En primer lugar, las aguas del «Gran Abismo» (qué nombre más descriptivo para los mares más meridionales, los mares helados del Antartico) se liberaron de su gélida reclusión; sólo entonces comenzaron las lluvias a caer del cielo. Esta confirmación de nuestra manera de entender el Diluvio se repite, al revés, cuando el Diluvio amaina. En primer lugar, las «Fuentes del Abismo [se] cerraron»; después, la lluvia «fue arrestada de los cielos». Tras la primera y gigantesca marea, las aguas aún «iban y venían» en inmensas olas. Después, las aguas comenzaron a «retroceder», y «fueron menos» después de 150 días, cuando el arca se posó entre los picos del Ararat. La avalancha de agua, viniendo desde los mares del sur, volvió a los mares del sur. ¿Cómo pudieron predecir los nefilim cuándo se iba a desencadenar el Diluvio en la Antártida? Sabemos que los textos mesopotámicos relacionan el Diluvio y los cambios climáticos que lo precedieron con siete «pasos», algo que, indudablemente, tiene que ver con el tránsito periódico del Duodécimo Planeta por las inmediaciones de la Tierra. Sabemos que, incluso la Luna, el pequeño satélite de la Tierra, ejerce la suficiente atracción gravitatoría como para provocar las mareas. Tanto los textos mesopotámicos como los bíblicos describían de qué forma se sacudía la Tierra cada vez que el Señor Celestial pasaba por sus inmediaciones. ¿Pudo suceder que los nefilim, al observar los cambios climáticos y la inestabilidad de la capa de hielo antártica, se dieran cuenta de que, con el siguiente «paso» del Duodécimo Planeta, se desencadenaría la inevitable catástrofe?
Los antiguos textos demuestran que así fue como sucedió. El más extraordinario de esos textos es uno que tiene unas treinta líneas inscritas, con una escritura cuneiforme en miniatura, en ambos lados de una tablilla de arcilla de poco más de dos centímetros de larga. Fue desenterrada en Assur, pero la profusión de palabras sumerias en el texto acadio no deja lugar a dudas sobre su origen sumerio. El Dr. Erich Ebeling determinó que era un himno que se recitaba en la Casa de los Muertos, de ahí que incluyera este texto en su obra maestra (Tod und Leben) sobre la muerte y la resurrección en la antigua Mesopotamia. Sin embargo, un minucioso examen nos demuestra que la composición «invocaba los nombres» del Señor Celestial, el Duodécimo Planeta. En él se elabora el significado de los distintos epítetos, relacionándolos con el paso del planeta por el lugar de la batalla con Tiamat -¡un tránsito que provoca el Diluvio! El texto comienza anunciando que, a pesar de todo su poder y tamaño, el planeta («el héroe»), no obstante, orbita al Sol. El Diluvio era el «arma» de este planeta: “Su arma es el Diluvio; Dios cuya Arma trae la muerte a los malvados. Supremo, Supremo, Ungido… Quien, como el Sol, cruza las tierras; el Sol, su dios, él teme”.
Pronunciando el «primer nombre» del planeta -que, desgraciadamente, es ilegible- el texto describe su paso cerca de Júpiter, hacia el lugar de la batalla con Tiamat: “Primer Nombre:… el que repujó la banda circular; el que partió en dos a la Ocupadora, echándola. Señor, que en el tiempo de Akiti dentro del lugar de la batalla de Tiamat reposa… Cuya simiente son los hijos de Babilonia; que no puede ser perturbado por el planeta Júpiter; que por su fulgor creará”. Al acercarse, al Duodécimo Planeta se le llama SHILIG.LU.DIG («líder poderoso de los jubilosos planetas»). Se encuentra ahora muy cerca de Marte: «Con el brillo del dios [planeta] Anu dios [planeta] Lahmu se viste». Entonces, soltó el Diluvio sobre la Tierra: “Éste es el nombre del Señor que desde el segundo mes hasta el mes de Addar las aguas ha espoleado”. La elaboración de los dos nombres del texto ofrece una importante información en cuanto al calendario. El Duodécimo Planeta pasó por Júpiter y se acercó a la Tierra «en el tiempo de Akiti», cuando comenzaba el Año Nuevo mesopotámico. Durante el segundo mes estuvo muy cerca de Marte. Después, «desde el segundo mes hasta el mes de Addar» (el duodécimo mes), soltó el Diluvio sobre la Tierra. Esto está perfectamente de acuerdo con el relato bíblico, que dice que «las fuentes del gran abismo saltaron» en el decimoséptimo día del segundo mes. El arca descansó en el Ararat en el séptimo mes; otra tierra seca era visible en el décimo mes; y el Diluvio terminó en el duodécimo mes -pues fue en «el primer día del primer mes» del siguiente año cuando Noé abrió la ventanilla del arca.
Al pasar a la segunda fase del Diluvio, cuando las aguas comenzaron a descender, el texto llama al planeta SHUL.PA.KUN.E: “Héroe, Señor Vigilante, que reúnes las aguas; que manando aguas purificas al justo y al malvado; que en la montaña de los picos gemelos detuviste el… … pez, río, río; la inundación se detuvo. En la tierra montañosa, sobre un árbol, el ave descansó. Día que… dijo”. A pesar de que algunas líneas son ilegibles por estar deteriorada la tablilla, los paralelismos con los relatos del Diluvio bíblico y los mesopotámicos son evidentes: la inundación había cesado, el arca se había «detenido» en la montaña de los picos gemelos; los ríos comenzaron a fluir de nuevo desde las cimas de las montañas y a llevar agua hacia el océano; se veían peces; se soltó un ave del arca. La ordalía había pasado. El Duodécimo Planeta había pasado su «cruce». Se había acercado a la Tierra y se alejaba, acompañado por sus satélites: “Cuando el sabio grite: «¡Inundación! »-es el dios Nibiru [«Planeta del Cruce»]; es el Héroe, el planeta de cuatro cabezas. El dios, cuya arma es la Tormenta de la Inundación, volverá; a su lugar de descanso bajará él mismo”. El planeta, alejándose, afirma el texto, volvió a cruzar el sendero de Saturno en el mes de Ululu, el sexto mes del año.
El Antiguo Testamento se refiere con frecuencia al momento en que el Señor hizo que la Tierra se cubriera con las aguas del abismo. El Salmo 29 describe la «visita» así como el «retorno» de las «grandes aguas» por el Señor: “Al Señor, vosotros hijos de los dioses, dad la gloria, reconoced el poder… El sonido del Señor está sobre las aguas; el Dios de gloria, el Señor, tronó sobre las grandes aguas… El sonido del Señor es poderoso, el sonido del Señor es majestuoso; el sonido del Señor partió los cedros… Hace bailar como un novillo al [Monte del] Líbano, y hace brincar al [Monte] Sirión como un toro joven. El sonido del Señor enciende llamaradas;  el sonido del Señor sacudió el desierto… El Señor al Diluvio [dijo]: «¡Vuelve!». El Señor, como rey, está en el trono para siempre”. En el grandioso Salmo 77 -«Mi voz hacia Dios yo clamo»-, el salmista recuerda la aparición y la desaparición del Señor en tiempos primitivos: “He calculado los Días de Antaño, los años de Olam.. Recordaré las gestas del Señor, recuerdo tus maravillas en la antigüedad… Tu curso, Oh Señor, está determinado; ningún dios es tan grande como el Señor… Las aguas te vieron, Oh Señor, y se estremecieron; tus raudas chispas salieron. El sonido de tu trueno retumbaba; los relámpagos iluminaron el mundo; la Tierra se agitaba y temblaba. [Entonces] en las aguas iba tu camino, tus senderos en las aguas profundas; y tus huellas desaparecieron, desconocidas”.
El Salmo 104, que ensalza las gestas del Señor Celestial, recordaba el momento en que los océanos arrasaron los continentes y se les hizo retroceder: “Fijaste la Tierra en constancia, inconmovible para siempre jamás. Con los océanos, como vestido, la cubriste; sobre los montes persistía el agua. Al reprenderlas tú, las aguas huyeron; con el sonido de tu trueno, se alejaron raudas. Saltaron las montañas, bajaron a los valles hasta el lugar que tú les habías asignado. Les pusiste un límite, para que no lo pasaran; para que no vuelvan a cubrir la Tierra”. Las palabras del profeta Amós son aun más explícitas: “Ay de los que ansían el Día del Señor; ¿qué creéis que es? Pues el Día del Señor es oscuridad y no luz… La mañana se convirtió en la sombra de la muerte, el día se hizo oscuro como la noche; las aguas del mar se salieron y se derramaron sobre la faz de la Tierra”. Éstos, por tanto, fueron los acontecimientos que tuvieron lugar «en los días de antaño». El «Día del Señor» fue el día del Diluvio.
Ya hemos visto que, después de aterrizar en la Tierra, los nefilim asociaron los primeros reinados en las primeras ciudades con los signos del Zodiaco, dando a los signos los epítetos de los distintos dioses con los que estaban relacionados. Ahora, veremos que el texto descubierto por Ebeling no sólo proporcionaba información a los hombres, sino también a los nefilim. El Diluvio, nos dice, ocurrió en la «Era de la constelación del León»: “Supremo, Supremo, Ungido; Señor cuya corona radiante con terror se carga. Planeta supremo: un asiento él ha erigido de cara a la limitada órbita del rojo planeta [Marte]. A diario, dentro del León él está ardiendo; su luz, su brillo declara reinos sobre las tierras”. También podemos comprender ahora un enigmático versículo de los rituales de Año Nuevo, que dice que fue «la constelación del León la que midió las aguas del abismo». Estas afirmaciones sitúan el tiempo del Diluvio dentro de un marco definido, pues, aunque los astrónomos de hoy en día no pueden determinar con precisión dónde establecían los súmenos el inicio de una casa zodiacal, la siguiente tabla de la eras se considera exacta: Era de Piscis 60 a.C. a 2100 d.C.; Era de Aries 2220 a.C. a 60 a.C.; Era de Tauro 4380 a.C. a 2220 a.C.; Era de Géminis 6540 a.C. a 4380 a.C.; Era de Cáncer 8700 a.C. a 6540 a.C.; Era de Leo 10.860 a.C. a 8700 a.C. Si el Diluvio acaeció en la Era de Leo o, lo que es lo mismo, en algún momento entre el 10860 a.C. y el 8700 a.C, la fecha del Diluvio coincide con nuestra tabla temporal. Según la ciencia moderna, la última glaciación terminó abruptamente en el hemisferio sur hace doce o trece mil años, y en el hemisferio norte uno o dos mil años después. El fenómeno zodiacal de la precesión nos ofrece una corroboración aun más amplia de nuestras conclusiones. Los nefilim llegaron a la Tierra 432.000 años (120 shar’s) antes del Diluvio, en la Era de Piscis. En los términos del ciclo precesional, 432.000 años comprenden 16 ciclos completos, o Grandes Años, y más de medio de otro Gran Año, dentro de la «era» de la constelación de Leo.
Podemos reconstruir ahora la tabla temporal completa para los acontecimientos: Hace 445.000 años: Los nefilim, liderados por Enki, llegan a la Tierra desde el Duodécimo Planeta. Se funda Eridú -Estación Tierra I- en el sur de Mesopotamia. Hace 430.000: las grandes placas de hielo comienzan a retroceder; el clima se hace benigno en Oriente Próximo; hace 415.000; Enki se traslada tierra adentro y funda Larsa; hace 400.000: el gran período interglacial se expande por todo el globo; Enlil llega a la Tierra, funda Nippur como Centro de Control de la Misión; Enki establece rutas marítimas hacia el sur de África y organiza operaciones mineras de extracción de oro; hace 360.000: los nefilim fundan Bad-Tibira como centro metalúrgico de fundición y refinado; Se construye Sippar, el aeropuerto espacial, así como otras ciudades de los dioses; hace 300.000: el motín de los anunnaki. Enki y Ninhursag crean al Hombre -el «Trabajador Primitivo»; hace 250.000: el «Homo sapiens primitivo» se multiplica y se propaga por otros continentes, hace 200.000: la vida en la Tierra se retrae durante un nuevo período glacial; hace  100.000: el clima se caldea de nuevo; los hijos de los dioses toman a las hijas del Hombre por esposas; hace 77.000: Ubartutu/Lámek, un humano de parentesco divino, asume la corona en Shuruppak bajo el patrocinio de Ninhursag; hace 75.000: comienza la «maldición de la Tierra» -una nueva glaciación; Tipos regresivos del Hombre vagan por la Tierra; hace 49.000: comienza el reinado de Ziusudra («Noé»), «fiel servidor» de Enki, hace 38.000: el duro período climático de los «siete pasos» empieza a diezmar a la Humanidad; el Hombre de Neanderthal desaparece en Europa; sólo sobrevive el Hombre de CroMagnon (establecido en Oriente Próximo); Enlil, desencantado con la Humanidad, busca su exterminio; hace 13.000: los nefilim, al tanto de la inminente inundación que se desencadenará con la aproximación del Duodécimo Planeta, se conjuran para dejar perecer a la Humanidad; el Diluvio arrasa la Tierra, dando fin súbitamente a la glaciación.
Y aquí queremos hacer referencia a varios casos en que una fecha alrededor del 10450 a. de C., que no significa nada para los historiadores, ya que es «prehistórica», adquiere una gran relevancia, si la consideramos ligada a un posible Diluvio Universal. Más o menos es  la época en que, después del Diluvio, aparecieron los primeros agricultores en el Oriente Medio, que,  sorprendentemente, actuaron primero en zonas montañosas antes que en las llanuras. Y hay una fecha en la mitología, una sola, que se le acerca de manera razonable. Según el Timeo de Platón, cuando el estadista griego Solón visitó Egipto hacia el año 600 a. de C., los sacerdotes egipcios le contaron la historia de la destrucción de la Atlántida, acaecida unos nueve mil años antes, y de cómo se había hundido debajo de las olas.la Esfinge ya era antigua en tiempos de Kefrén. El cuerpo y el recinto de la Esfinge habían sido erosionados por el agua, en vez de por la arena impulsada por el viento. Ello implica una época en que la Esfinge estaba en un entorno húmedo (alrededor del 10.000 a.C).  La inexistencia de restos de pescado en Egipto durante este período, hace suponer que el hombre había aprendido a alimentarse de la agricultura. Luego, según parece, una serie de desastres naturales, entre los que hubo tremendas inundaciones en el valle del Nilo, pusieron fin a la «revolución agrícola» hacia 10500 a. de C. Ésta es la fecha en que se supone tuvo lugar la destrucción de la Atlántida y en que los supervivientes llegaron a Egipto y construyeron la versión más antigua de la Esfinge.
Robert Bauval, ingeniero y escritor, nacido el 5 de marzo de 1948 en Alejandría, Egipto, de padres de origen belga,  se hallaba acampado en el desierto de Arabia Saudita durante una expedición. Se despertó y alzó los ojos hacia la Vía Láctea. «De hecho -agregó su amigo astrónomo-, las tres estrellas del cinturón de Orión no están alineadas de manera perfecta… la más pequeña está ligeramente desviada hacia el este.». Era una respuesta a su pregunta sobre por qué la pirámide de Menkaura era más pequeña que las otras dos y estaba desviada hacia el este. Las pirámides tenían que representar las estrellas del cinturón de Orión. Y la Vía Láctea era el río Nilo. Bauval observó que la única vez que la pauta de las pirámides en el suelo es un reflejo perfecto de las estrellas del Cinturón de Orión -en lugar de estar inclinada hacia un lado- fue en 10450 a. de C. Éste es también su punto más bajo en el cielo. Después de esto, empezó a subir otra vez de nuevo, y alcanzará su punto más elevado hacia el año 2550 d. de C. En el año 10450 a. de C. fue como si el cielo fuese un enorme espejo en el cual el curso del Nilo se «reflejaba» como la Vía Láctea; y las pirámides de Gizeh, como el Cinturón de Orión. La curiosa coincidencia de la fecha (10400 a. de C.) plantea una pregunta importante: ¿por qué los constructores de las pirámides de Gizeh las dispusieron de manera que reflejasen la posición del Cinturón de Orión en el 10450 a. de C.?
Hace unos 16 mil años las cosas empezaron a cambiar. Poco a poco el hielo comenzó a derretirse, el agua comenzó a fluir en grandes cantidades, vertiéndose a los océanos, e incrementando el nivel de los mismos. El calentamiento se prolongó hasta hace unos 12 mil años, cuando el clima se estabilizó en el mundo, la cara de la Tierra había cambiado, el nivel del mar se incrementó en 120 metros, el mar cubrió grandes áreas de las zonas costeras y la geografía de los continentes se reconstruyeron tal y como los conocemos hoy en día. Cuando las cordilleras que formaban la Atlántida se prolongaban desde América hasta Europa y África, impedían el flujo de las aguas tropicales del océano hacia el Norte y no existía la Corriente del Golfo. La tierra encerraba el océano, que bañaba las playas del Norte de Europa y era intensamente frío. El resultado fue el período de las glaciaciones. Cuando la barrera de la Atlántida se hundió lo suficientemente como para permitir la expansión natural de las aguas calientes de los trópicos hacia el Norte, el hielo y la nieve que cubrían Europa desaparecieron gradualmente; la Corriente del Golfo fluyó alrededor de la isla-continente y aún conserva el movimiento circular que adquirió originalmente debido a la presencia de la Atlántida.
 
Más coloquialmente, cuando se habla de los últimos millones de años, se utiliza «glaciación» para referirse a periodos más fríos con extensos casquetes glaciales en Norteamérica y Eurasia: según esta definición, la glaciación más reciente acabó hace 10.000 años. Piri Reis 1.470-1.554) ejerció la navegación al servicio del Sultán Selim I. Su gran pasión fue la cartografía, llegando a publicar un libro donde recogía más de 210 mapas de todos los mares del mundo, el “Kitabi Bahriye”, una gran recopilación de antiguos mapas copiados por él y obtenidos de sus saqueos marítimos o comprados a comerciantes en los muchos puertos donde desembarcó. Entre estos mapas destacaron uno hecho en 1.513 y otro en el 1.528, donde se podían apreciar todo el Océano Atlántico y sus costas americanas, africanas, europeas, árticas y antárticas. Toda su colección de mapas fue regalada al Sultán, perdiéndose desde ese momento la pista a esta colección única. En 1.960 el teniente coronel de los EE.UU Harold Z. Ohlmeyer, especialista en cartografía, estudió estos mapas, y admitió en sus conclusiones que la costa antártica que aparece en el mapa de 1.513 tuvo que ser forzosamente cartografiada antes de que hubiera sido cubierta por la capa de hielo que presenta en la actualidad, es decir, dentro de un período que se sitúa hace 8.000 ó 10.000 años, mucho antes del conocimiento de nuestra historia escrita
Si debemos el estudio de Tiahuanaco a alguna persona, es sin duda a Arthur Posnansky, este arqueólogo ha dedicado gran parte de su vida al estudio de esta ciudad, y la pregunta que él se hizo y que nos hacemos nosotros es: ¿cuándo fue construida Tiahuanaco? Basándonos en los cálculos matemáticos / astronómicos del profesor Arthur Posnansky, de la Universidad de la Paz, y el profesor Rolf Muller llegamos a unas fechas que si podrían explicar mejor los cambios producidos en la región. Estos investigadores sitúan la fase principal de la construcción de Tiahuanaco en el año 15.000 a.C. Tras la construcción de esta ciudad sobrevinieron una serie de cambios geológicos, con fechas marcadas en torno al 11.000 a.C. que comenzaron a separar cada vez más la ciudad de la costa del lago. Arthur Posnansky, en “Tiahuanaco, la cuna del hombre americano”, cree que la ultima civilización de Tiahuanaco apareció unos 14.000 años antes de C. y que en algún lejano momento se produjo un fenómeno geológico de proporciones dantescas que fraccionó la cordillera de los Andes. Posteriormente se produjo una elevación de la región del lago Titicaca hace unos diez mil años, tras un hundimiento de amplias regiones de tierra (Mu, Atlántida). Si es verdad, y si la tradición según la cual Viracocha fundó la ciudad sagrada de Teotihuacán se basa en la realidad, entonces Teotihuacán fue también como mínimo «proyectada» al mismo tiempo que las pirámides de Gizeh. Y el conocimiento que se encarna en su trazado geométrico fue traído de una civilización que se hallaba en trance de destrucción. Otro estudioso, Stansbury Hagar, también ha sugerido que Teotihuacán es un «mapa del cielo», y que la finalidad de la Calle de los Muertos es desempeñar el papel de la Vía Láctea, como lo desempeña el Nilo, según Robert Bauval, en relación con las «estrellas» de Orión de las pirámides de Gizeh. Graham Hancock conjetura que en un principio la Vía de los Muertos estaba llena de agua, con lo cual se parecería aún más al Nilo.
Para los científicos de nuestro tiempo la historia geológica de la Tierra es un libro abierto. Allí está escrito que en 4.5 millones de años la Tierra ha pasado por lo menos catorce veces por inversiones de sus polos magnéticos.  Para llegar a estas conclusiones los científicos investigan las capas geológicas donde existen sedimentos correspondientes a las distintas edades del planeta. Lo que antes fue lava, contiene todavía minerales que conservan su alineación magnética original, que puede medirse con la tecnología del radio carbono. Graham Hancock cita Nature en el sentido de que la última inversión de los polos magnéticos de la Tierra ocurrió hace unos 12.400 años: dicho de otro modo, hacia el 10400 a. de C.