viernes, 9 de agosto de 2013

EL NIVEL MASONICO


¿UNA MISION DE NIVELACION O DE UNION?
John Deyme de Villedieu


La vertical, garante de la horizontalidad

El Nivel, en Franc-Masonería, nos parece sobre todo conocido como el instaurador de la horizontal y, por eso, como el símbolo complementario de la Perpendicular, o Plomada, que, asimismo, determina la vertical. Puede que esto explique el que las significaciones que con frecuencia se evocan, aun hoy en día, a propósito del Nivel, sean un recuerdo de aquello que el siglo XVIII en sus postrimerías veía, con una predilección sincera u oportunista, en la horizontalidad.
De esta manera, según un "catecismo" dado por un ilustre Masón antes de la guerra, el Nivel "tiende a nivelar las desigualdades arbitrarias" 1. Y el Simbolismo es en nuestros días unánimemente desconocido 2, hasta el punto que otro autor, en su Diccionario, consagra al Nivel una línea y media para decirnos que este útil "simboliza la igualdad". Es corta, y sobre todo, en razón de ciertos hábitos mentales de nuestra época, medianamente engañosa.

La nivelación tiene tanto éxito después de varios siglos que ha hecho perder de vista, en su furia por achatarlo todo, el origen mismo de la palabra, cuando este origen, como veremos, revela muy bien la significación y, más allá de la letra, el espíritu. Pero no sólo el lenguaje aclara las cosas. El instrumento mismo, el que ha servido de modelo al símbolo 3, nos parece igualmente muy revelador si se presta atención a la manera como está constituido. En efecto, él se compone de una escuadra cuyos brazos están unidos por una barra transversal, y de una plomada que desciende de la sumidad de dicha escuadra: es en el momento en que la plomada si sitúa frente a la "línea de fe" marcada en la barra, que el Nivel certifica la horizontalidad que tiene como misión asegurar. De esta manera, si este útil permite obtener la horizontal, él facilita además, y ante todo, la vertical, apareciendo así más completo que la Perpendicular, como por otra parte numerosos autores lo han hecho observar. Pero, entonces, lo que podría sorprender es que, aun admitiendo esta superioridad, se considera que la ventaja dada al Nivel, con respecto a la Perpendicular 4, es debida tan sólo al hecho de que establece la horizontalidad, en tanto que la Perpendicular da la vertical. Nos preguntamos cual ha podido ser el motivo que hace que se atribuya esta preeminencia a una más bien que a otra de estas direcciones, lo que va en contra del orden jerárquico habitualmente reconocido. ¿Se debe a esta ansia "democrática" de nivelar indiferenciadamente todo, según el método confusionista, antes de la subversión total?

Sin embargo, los mismos diccionarios "profanos", que son poco sospechosos de preocupaciones esotéricas, dejan entrever la verdadera significación del Nivel y, por tanto, el misterio de su función.

Sin duda, en un cierto sentido, que parece predominante para muchos hoy en día, nivelar es igualar; se trata de ponerlo todo en el mismo plano; es hacer tabla rasa de lo excepcional; en suma, nivelar por lo bajo. En cualquier caso, esto es lo que se ha hecho con los trabajos de nivelación de las tierras con toda la brutalidad inintiligente y antiestética de la técnica moderna, y no es sorprendente que nuestros contemporáneos, mucho más penetrados de materialismo de lo que por lo general se imaginan, retengan de la nivelación sobre todo el acto aplanador de cualquier cosa.

En realidad, nivelar no sólo es allanar, sino también, como dice el [diccionario] Robert, "medir las alturas comparativas de los diferentes puntos de un terreno con respecto a un plano horizontal dado". No se puede actuar sobre las cosas pasando sobre ellas o aplastándolas, sino observando el mundo alrededor señalando las líneas características y el relieve. También, en el sentido de allanar, es unificar, es decir unir, aunque el diccionario reconozca que este último término, en el sentido de allanar, se ha vuelto raro. Unir es realizar la unidad, con lo cual se pone de manifiesto todo aquello que separa esta significación de terreno aplanador del que hemos partido 5.

Cuando se trata del Nivel las definiciones están de acuerdo en reconocer que su papel consiste en verificar la horizontalidad de un plan; y es para esto para lo que sirve en la práctica de la masonería. Pero si se desea profundizar en la significación simbólica, es conveniente entrar en ciertos detalles cuya evidencia es innegable sin duda, aunque los espíritus distraídos y hastiados de nuestra época han perdido la costumbre de tomar en consideración.

En realidad el Nivel tan sólo permite establecer que dos puntos de una superficie se encuentren a la misma altura, o bien que no se encuentren; y lo importante es que esto se hace gracias a su plomada que, como decíamos más arriba, coincide o no, sobre su barra transversal, con la marca llamada "línea de fe". Es decir que la verificación de la horizontalidad se opera gracias a la vertical.



Hay aquí un punto que querríamos precisar y que no recordamos haberlo visto señalado con la insistencia necesaria, a pesar de ampliar y elevar singularmente las significaciones del "útil" que estamos estudiando. El Nivel, en efecto, en su dominio propio, es el equivalente de la Balanza, como lo indican notoriamente sus nombres latinos respectivos libella 6 y libra, en donde el primero no es sino el diminutivo del segundo. Por otra parte, al igual que el español nivel, la palabra "nivel" 7 proviene de la raíz libr-, que comporta la idea de pesada, con lo que el "útil" masónico, en su significación simbólica, ha de estar próximo de la Balanza.

Lo que es interesante, en el caso del Nivel masónico como en el de la Balanza tradicional, es que si se trata de establecer la horizontal, es con la ayuda de la vertical como hay que hacerlo, lo cual señala con nitidez la preeminencia de esta vertical. Asimismo es por lo menos curioso constatar que es lo inverso lo que ocurre en las balanzas modernas, porque en este último caso el rigor de la pesada depende ante todo de la exacta horizontalidad del plano sobre el cual están colocados estos aparatos, como si, hasta en los "azares", la producción de nuestra moderna civilización estuviera destinada a la subversión. En cambio, la preeminencia de la vertical sobre la horizontal todavía era respetada en las antiguas balanzas, como la que se encuentra colgada de la pared en la La Melancolía de Durero. En efecto, la horizontalidad del astil se verificaba por la verticalidad de la aguja que se encuentra fijada en ángulo recto y que, para ser vertical, debía tomar la misma dirección que el soporte donde reposaba el astil, soporte él mismo suspendido en un punto fijo y que, como la plomada del Nivel, es el garante de la verticalidad y en consecuencia de una justa horizontalidad.

Estando bien establecida la preeminencia de la vertical en cuanto a su necesidad para de una equitativa "pesada" de la horizontal, es interesante recordar que, tradicionalmente, esta vertical es el símbolo de la Voluntad del Cielo. Esta, para el entendimiento humano, puede tomar el aspecto de una fuerza descendente y que "pesa" sobre el destino humano, pero también, y al mismo tiempo, el aspecto de una fuerza ascendente por su atracción; estas fuerzas, que se ejercen simultáneamente, representarían bastante bien la Justicia rigurosa y la Clemencia del Arbol sefirótico, respectivamente. La Voluntad de que se trata es por otra parte conforme a la "Actividad del Cielo", que parece descender, como la Gracia, pero que en realidad incita a la elevación 8.

Convendría ahora estudiar lo que desde el punto de vista simbólico significa la verificación y, de hecho, la institución efectiva 9 de la horizontal por la gracia de la vertical 10. Resulta, en efecto, que el verdadero papel del Nivel, en el arte masónico, no se limita a constatar una diferencia de altura entre dos puntos, sino que consiste en reducirla, hasta hacerla desaparecer.

El establecimiento de la horizontal
Partiendo del hecho ya establecido de que el fin del Nivel no es ni uniformar ni achatar, sino allanar, unificar, y por tanto de unir, existe un medio para intentar comprender en qué consiste verdaderamente la institución de la horizontalidad. Para ello es suficiente con atender a las significaciones de la pesada llevada a cabo por la Balanza, vocablo del que hemos visto en latín su equivalencia etimológica con el Nivel.

En el comercio, para realizar una pesada, antiguamente se ponía en un platillo de la balanza un cierto peso establecido por el pedido del cliente, y en el otro platillo fragmentos de la mercancia deseada hasta que ésta "hacía el peso". El ideal que la mercancia escogida debía alcanzar era, en consecuencia, de orden cuantitativo. En cambio, ello era de otra manera durante la pesada de las almas tal como era practicada delante de Osiris, el Juez de los muertos. En uno de los platillos de la Balanza estaba situada Maat, diosa de la Verdad y de la Ley. En el otro platillo se encontraba el corazón del difunto a juzgar, y para que el alma estuviera en paz, era necesario que el astil de la Balanza permaneciera perfectamente horizontal. Se trataba pues de una pesada cualitativa, y se ve claramente que el establecimiento de la horizontalidad no tenía, en este caso, nada que procediera de un igualitarismo cualquiera, sino que más bien encontraba su explicación en el deseo de proponer un modelo espiritual a igualar, o al menos imitar 11. Concebida así, la pesada significaba que el alma sería apreciada según los criterios de una ley de Justicia divina, y por tanto perfecta.



Por otra parte, esta manera de considerar las cosas no era particular al espíritu del antiguo Egipto, y la prueba está en el arte de la Edad Media cristiana, en donde algunas iluminarias [estampas iluminadas] testimonian que Europa, en aquel tiempo, conocía el simbolismo de la psicostasia.

Observamos entonces que la Balanza, ya se considere en su sentido material o en su sentido espiritual, tiene por función medir la adecuación de una cosa a su modelo, ya se trate de la adecuación de una cierta cantidad de harina al peso exigido, o de la adecuación de un alma a la exigencia de la Justicia equilibrante.

Comprendiendo ahora lo que es exactamente, desde el punto de vista simbólico, la pesada de la Balanza, no resulta difícil deducir la significación que toma, con el Nivel, o "pequeña Balanza" (libella), la institución de la horizontalidad. No se trata de elevar a los obreros al nivel social de los patronos, delirio utópico o hipócrita demagogia. No es tampoco cuestión de rebajar a los patronos al nivel de los obreros, pura especulación de odio social. El fin del Nivel es promover un allanamiento susceptible de resolver las dificultades, que ellas provengan de una superficie desigual, de una incomprensión en las relaciones sociales abruptas, o, en el plano espiritual, de una opacidad rugosa que oculta al hombre sus sumidades luminosas. Allanar, lo hemos dicho anteriormente, es unir, pero es ésta una significación que se ha intentado suprimir de las memorias humanas. Se ha preferido retener las ideas conformes con un ideal de simplificación y facilidad, ideas que seducen muy especialmente al mundo moderno, a lo mejor porque ellas son la negación de toda vida 12.

Dado que el Nivel es uno de los útiles-símbolos utilizados en una de las raras Organizaciones iniciáticas que todavía quedan en Occidente, es sobre todo en su acepción espiritual que aquí nos interesa. ¿Cómo proceder entonces al "allanamiento", a la unificación, a la unión de la que antes hablábamos? La única manera de unir irreversiblemente a los hombres entre sí es ponerlos en situación de intuir y posteriormente descubrir en ellos mismos aquello que los vuelven verdaderamente "iguales" y cuya apariencia social y de carácter es tan sólo el reflejo más o menos fiel, si no la caricatura más o menos engañosa. Queremos hablar de este elemento que el Maestro Eckhart llamaba "increado e increable", y que, en cada hombre, es el único elemento que lo vuelve no sólo "igual" sino realmente idéntico a su "prójimo". Una de las utopías más peligrosas y dañinas del mundo moderno es querer "igualar" todo, reunir todo, unir todo desde el exterior, pero negando la única cosa que, en el centro de cada hombre, hace posible esta unión 13. El único y verdadero "ecumenismo" es tan viejo como el mundo y no es otra cosa que el resultado del conocimiento esotérico que permite percibir, bajo la variación de los diversos "climas" religiosos, la unidad esencial que trasciende las expresiones particulares para fundirlas en la misma Identidad.

Si la unión entre los hombres pasa por el reconocimiento previo de aquello que es lo único que puede unirlos, es evidente que el primer paso consiste en reconocer en lo más profundo de uno aquello que lo convierte en verdaderamente idéntico a todos los demás, sin distinción de sexo, raza o religión. Una vez reconocido este elemento, y teniendo en cuenta que se trata de algo eminentemente señorial, todas las innumerables aspiraciones individuales productoras de caos han de subordinarse a todo cuanto él suscita de aspiración central. Esto quiere decir que corresponde a cada cual realizar en primer lugar la unidad en sí mismo.

Señalemos aquí algo que podría pasar por una simple coincidencia, pero que nosotros consideramos como una confirmación de lo que estamos diciendo. Se trata de una similitud consonántica parcial que, por intermedio de la raíz LB, opera una aproximación entre el latín libra, que designa la balanza, y el hebreo leb, que designa el corazón, el único "lugar" que, por su posición central, permite al hombre realizar el equilibrio armonioso del que hemos hablado. La raíz hebraica de que se trata evoca por otra parte la audacia y cualquier actividad productora interior. Es decir que ella expresa con bastante exactitud la orientación de la conciencia y de las aspiraciones humanas hacia su centro espiritual 14.

Esta aproximación lingüística, curiosa por lo menos, nos parece digna de cierta atención, pues dejando aparte cualquier cuestión de etimología, siempre permanece el hecho de que tanto la Balanza como el Nivel se muestran perfectamente capaces de velar por la transmutación espiritual de que estamos hablando, pudiendo aparecer por ello como los instrumentos de una conversión unificadora de la que sólo puede sugerirse su profundidad.

El allanamiento como matrimonio unificador
Aportaremos ahora algunas precisiones complementarias acerca del sentido de esta "síntesis" equilibradora a realizar por el hombre y, en primer lugar, convendría no dejarse engañar por las significaciones que los hábitos mentales del Occidente moderno han acabado por imponer a determinadas palabras. Por ello, es necesario guardar en la memoria el principio de la pesada espiritual que el antiguo Egipto, por ejemplo, nos ha dejado como modelo. Entre el corazón humano a un lado de la Balanza y, en el otro, la Verdad y la Ley divina, no existe, entiéndase bien, ningún punto de comparación salvo el que pueda haber entre la Luz y uno de sus destellos. No se trata de hacer una buena mezcla de sus aspiraciones individuales y de su aspiración central. La unión de que estamos hablando aquí no es un cóctel. Se trata del matrimonio del individuo con el Sí universal, y, en tal matrimonio, el individuo se funde en el Sí, hasta el punto de que sus aspiraciones no tienen ya nada de individual ni de múltiple, sino que se reducen a su aspiración esencial, que no es otra que el eco del Querer divino.

Señalemos que en el matrimonio del Sí todo está al fin allanado, todo está perfectamente unido, liso y sin arrugas. Sin embargo, en la relación de adecuación del símbolo a aquello que él simboliza, algunos podrían oponer una objeción. Si el Nivel permite elevar las cosas a la misma altura, lo cual está en concordancia con el matrimonio de que estamos hablando, también sirve para nivelar, y es aquí donde se ha podido deslizar el sentido forzado 15 que con tanta frecuencia se utiliza hoy en día, ya sea de una manera simplemente peyorativa, o de forma reivindicativa y más o menos rencorosa. Ahora bien, si se rechazan todas las utilizaciones de esta palabra con fines políticos o sociales que, tal y como se entienden actualmente no sabríamos en qué podría interesarnos, es evidente que sus significaciones no tienen nada de peyorativo ni de rencoroso, como atestiguaba el primer diccionario consultado. Por lo demás, si se considera la utilización del Nivel para hacer descender un elemento a la altura de otro, encontramos una aplicación inmediata de ello en el proceso mismo del matrimonio simbólico pero real considerado anteriormente. Si la conciencia individual nos aparece en pleno impulso hacia la sumidad donde se hará posible la unión tan deseada, existe también otra imagen que en el ámbito espiritual se cita con bastante frecuencia: el hombre no hace el camino solo porque Dios viene a su encuentro 16 y, por ello, debe necesariamente consentir en "descender" de sus alturas. Entiéndase bien, éstas no son sino imágenes que intentan traducir lo mejor posible, en un lenguaje muy inadecuado, la espera divina y la esperanza humana que acabarán por reunirse tarde o temprano. Hay aquí una convergencia donde sería difícil decir cuál es el primer instigador si no se supiera desde siempre que todo se somete, de buen grado o no, a la Voluntad divina.

La pesada que más arriba evocábamos es por otra parte una imagen expresiva de los movimientos de elevación y descenso de que estamos hablando. Como en cualquier deliberación 17 en donde se pesan los elementos en cuestión, existe una oscilación característica de la Balanza. Sin embargo, no habría que creer que esta alternancia de movimientos inversos siempre se resuelve finalmente por una conclusión favorable a lo que es pesado. Cuando Maat desciende en su platillo, el corazón del difunto se eleva en el suyo, pero cuando Maat se hace muy ligero, tenue, inaccesible, entonces el corazón humano cae y sucumbe a su pesadez.

Esto no niega todo cuanto decimos del equilibrio esencial de la Balanza y el Nivel. Ciertamente, en la economía universal, existen elementos a depurar y otros a eliminar, pero esto jamás se hace en un ambiente de denigración y de odio. Sólo importa la euritmia y, para limitarnos al simbolismo de la pesada, aunque dándole una dimensión universal, si se baja en un punto del cosmos, se alza en otro punto, de tal forma que siempre se preserva la armonía general de las cosas. Es lo que la tradición china denomina las "acciones y reacciones concordantes", cuyo equilibrio está situado en el "Invariable Medio", equilibrio que no es otro que el reflejo de la "Actividad del Cielo" evocada anteriormente18.

Vemos cómo el Nivel, en el orden simbólico y espiritual, es perfectamente apto para cumplir la misión que aquí le reconocemos, ya esté, por otro lado, en la mano del Masón o en la del Gran Arquitecto, lo cual, desde el punto de vista en que consideramos las cosas, viene a ser lo mismo, pues es siempre el Gran Arquitecto el que guía la mano del Masón, al menos en la medida en que éste realiza una obra de Maestro.

Es a este deber espiritual de elevación correctora y de condescendencia misericordiosa 19 al que debería estar consagrado el Nivel masónico en su acepción más alta, y es así con toda certeza como lo entendían antiguamente los mejores de nuestros constructores de catedrales. Siempre hay "templos" a "elevar", como hay "mazmorras" a "cavar", y aquellos que reclaman las exigencias interiores en nada ceden a las prodigiosas construcciones medievales. De esta manera, cuando se provee de su Nivel, el Masón habrá "allanado" en sí mismo los obstáculos que lo separan de la única Realidad resplandeciente, cuando se halla desembarazado de todas sus trabas egocéntricas, cuando, libre al fin, verdaderamente será uno con sus Hermanos y con todos los hombres que, como él, caminan por el mundo 20.

La cosa no es fácil de realizar, pues, como hemos dicho, facilidad y simplificación, si bien satisfacen la pereza moderna, sin embargo conducen hacia un callejón sin salida. En cambio, "no es necesario esperar para emprender, ni lograr para perseverar", y si la vía espiritual puede ser larga a veces, no faltan flores para jalonarla y compensar así los rigores. Además, como escribía René Guénon, "quienes estuvieran tentados a ceder al descorazonamiento deben pensar que nada de lo que es realizado en este orden puede perderse, que el desorden, el error y la oscuridad sólo pueden dominar en apariencia y momentáneamente, que todos los desequilibrios parciales deben converger necesariamente en el gran equilibrio total y que nada podrá prevalecer finalmente contra el poder de la verdad; su divisa debe ser la que adoptaron antiguamente ciertas organizaciones iniciáticas de Occidente: Vincit Omnia Veritas [la "Verdad Siempre Vencerá"]21. Traducción: F. Ariza



Notas

* El H\ Villedieu pasó al Oriente Eterno en Noviembre de 2007. Desde aquí nuestro más reconocido homenaje a dicho H\ y a su labor en pos de la difusión del Simbolismo Masónico y de la Tradición Unánime, realizada siempre bajo la guía intelectual de René Guénon. Ha sido también colaborador de la revista SYMBOLOS, donde ha publicado especialmente diversos estudios sobre el simbolismo cíclico.
1 Sin duda hoy en día esto sería un pleonasmo, pues debido al progreso una opinión "se" ha ido forjando poco a poco, para la cual cualquier desigualdad es arbitraria.
2 El desdén hacia el Simbolismo es la consecuencia lógica de la ignorancia de nuestra época con todo lo que tiene que ver con la Metafísica.
3 Y no el nivel moderno, con burbuja de aire, el cual se llama "nivela".
4 En efecto, en la Franc-Masonería, es al primer Vigilante a quien se atribuye el Nivel, en tanto que la Perpendicular corresponde al segundo Vigilante.
5 Unificar no es uniformar, como piensa el estúpido modernista: es justamente lo contrario, pues para unificar es necesario salir del mundo de las formas.
6 Libellus en latín popular.
7 Derivado del francés antiguo livel, e incluso del inglés level.
8 Tal es, por ejemplo, la Gracia que desciende sobre aquellos que, en el Islam, siguen el "camino recto", bien conocido por su verticalidad y por proponer una dirección ascendente.
9 Esta precisión es necesaria, ya que en el curso de sus numerosas verificaciones lo que el Nivel constata es el hecho de que la horizontalidad nunca está establecida, y en consecuencia queda por realizar.
10 Pudiera ser que esto mismo no esté muy lejos de aquello que decía Juan el Bautista cuando recomendaba "allanar los caminos del Señor" (Mateo III, 3).
11 Esta idea de elevación, que es lo contrario de la de nivelación, se encuentra en el latín aequare: en efecto, además de las significaciones de "allanar", o de "unificar", de "poner al nivel de", de "comparar", también conlleva las de "igualar" y "lograr".
12 ¿Los promotores del mundo moderno no son acaso los enemigos de toda vía, de toda verdad y de toda vida? Esperan triunfar expandiendo su desorden libertario, su pensamiento falaz y los venenos de sus sucias industrias.
13 No se trata de una simple utopía nacida de los cerebros más ingenuos, sino de un cálculo premeditado, retorcido y criminal, que parte de aquellos que conducen "este" mundo y que, haciéndonos ver que buscan la paz, no pierden ocasión de promover todas las fricciones, odios y muertes.
14 La palabra árabe lubb, que designa el núcleo, el corazón, la esencia de una cosa, parece estar formado de una raíz semítica común con el hebreo leb del que estamos hablando. Evoca la misma centralidad y la misma espiritualidad interior: por esto se dice que el sufismo es el "núcleo" o el "corazón" del Islam.
15 Se le ha forzado izquierdizándola. Pero esta simultaneidad en la acción de ninguna manera excluye una sucesión lógica de dos hechos: es la voluntad de izquierdismo la que hace inevitable violar la significación.
16 De esta manera el Cristo se ha hecho hombre para salvar a los hombres: él desciende para que éstos puedan elevarse.
17 Las dos palabras "deliberación" y "nivel" derivan de la misma raíz libr.
18 R. Guénon aborda este asunto en Les Principes du Calcul infinitésimal, p. 105, 108.
19 Utilizamos el término de condescendencia en el sentido, desgraciadamente en desuso, de una especie de benevolencia hacia aquellos que están menos avanzados en el Camino del Conocimiento. Curiosamente, el Pequeño Robert, en el mismo orden de ideas, cita la "condescendencia de un iniciado hacia un profano". Y es también en el mismo sentido de "compasión" y de "compartir" como nosotros entendemos aquí la misericordia.
20 Se dice que el Masón debe ser un hombre "libre y de buenas costumbres", y hemos visto que su auténtica liberación, que es una elevación, no podría encontrar un origen mejor que en la utilización juiciosa del Nivel. Sería entonces interesante operar una aproximación lingüística entre el término "nivel" y el de "libertad", que al parecer nunca se ha intentado. El francés "niveau", el inglés level y el francés antiguo livel, que tienen la misma significación, pertenecen a la misma familia lingüística que el latín libra (= balanza, peso de 12 onzas) y el griego litra, con igual sentido. Grandsaignes d'Hauterive no va más allá de las raíces libr- y litr- que designan, según él, un "objeto que sirve para pesar". Anteriormente hemos visto cómo la pesada que ejercen la Balanza y el Nivel puede ser tomada en relación con la libertad del alma y también con su Liberación. Ahora bien, las palabras francesas liberación y libertad, el latín liber y el griego eleutheros (= libre), Grandsaignes d'Hauterive los relaciona con la raíz indo-europea leudh-, a la cual da por significación la "idea de elevarse". No deja de ser interesante observar que si la etimología renuncia aparentemente a relacionar entre sí las ideas de nivel, de pesada, de elevación y de libertad, en cambio el simbolismo no deja de hacerlo, como corresponde a su misión unificadora.

21 La crise du monde moderne, pág. 134 [final].

La mística escalera y los siete chakras





Por: Magister



En varios grados masónicos se hace referencia a la mística escalera que "une la tierra con el cielo", la misma que vio en sueños Jacob. Esta escalera, emblema de las virtudes y de las cualidades espirituales del alma, tiene siete escalones que corresponden a los siete planetas, indicando el progreso (o elevación progresiva) del hombre en sucesivos estados de conciencia, desde lo material a lo divino.

Los estados o condiciones de la conciencia, así como los pensamientos que se elevan hacia el cielo como aspiraciones y los que se manifiestan en nosotros como inspiraciones, son los "ángeles y arcángeles de Dios" «Mensajeros o expresiones de lo Divino», que "suben y bajan" por la escalera, que es realmente, según la expresión de Jacob, "casa de Dios y Puerta del Cielo". La misma torre de Babel surgió con un propósito análogo, como lo indica su nombre, que también significa "Puerta de Dios".

Los siete peldaños o puertas de la escalera se consideran, respectivamente, formados de plomo, cobre, hierro, estaño, amalgamas, plata y oro correspondiendo a los siete planetas que dominan sobre estos metales y a las virtudes de la Prudencia, Templanza, Fortaleza, Justicia, Fe, Esperanza y Caridad.

Sin embargo, aquí no se acaba el significado de la escalera, que tiene para los Maestros el mismo valor que el "hueco de las columnas" para los Compañeros. Hay, pues, en esta escalera un sentido individual, espiritual en su esencia, aunque tenga también una expresión física y fisiológica.

Se refiere este significado a los siete chakras o centros vitales de los cuales nos habla la doctrina del Yoga, que constituyen una verdadera escala mística a lo largo de la espina dorsal, precisamente en el hueco de la columna de nuestro Templo Individual. De abajo arriba, estos centros de energía, de vida y de conciencia, se designan con los nombres de muladhara, swadhistana, manipura, anahata, vishudda, ajna y sahasrara, siendo puertas de los siete mundos: bhurloka, bhuvarloka, svarloka,maharloka, jana-loka, taparloka y satialoka, desde el Mundo Físico Terrestre al Mundo de la Verdad.

Los cinco primeros corresponden, respectivamente, con los cinco tattvas, siendo centros de los mismos en su expresión individual orgánica. Así, pues, dentro del dominio interior de los centros, el yogi adquiere un poder exterior sobre los elementos. Los dos últimos son expresiones de los dos tattvas superiores, de la Inteligencia (Mahat o Buddhi) y del Espíritu (Shivatattva o Paramatma). Fisiológicamente, estos centros se relacionan de arriba abajo, los dos primeros con las regiones inferior y superior del cráneo, y los cinco siguientes con los cinco grupos de vértebras; cervical, torácico, lumbar, sacral y coccígeo.

Los siete chakras

Los siete chakras o padmas « ruedas o lotos» manifiestan alrededor de su centro un número variable de rayos o pétalos, expresiones de las fuerzas o modalidades vibratorias de las que son exponentes y que determinan su número, lo mismo que sus funciones psicoorgánicas.

Muladhara- o "sostén raíz"- está en la parte más baja de la espina dorsal, constituyendo el centro de gravedad del organismo. Tiene cuatro pétalos y corresponde al elemento tierra o Prithivi. Es el asiento de la Shakti Madre Kundalini, o sea de la expresión individual del principio energético universal o fuerza creadora, que se encuentra aquí "enroscada", o lo que significa en estado latente. En este centro está, como animal simbólico el elefante blanco de Brahma, el aspecto creador de la Divinidad, y además emblema de estabilidad e inmanencia.

Swadisthana -"morada propia"- se halla en la región sacral, presidiendo los órganos de la generación. Tiene seis pétalos y corresponde al elemento agua o Apas. La fuerza que mora en este centro se halla representada por un pez, o cocodrilo, llamado Makara y consagrado a Vishnú, el aspecto conservador de la misma Divinidad.

Manipura -"gema luminosa"- es el centro de la región lumbar; tiene diez pétalos y corresponde al elemento fuego (Agni o Tejas), presidiendo a los instintos en general y especialmente a las funciones digestivas (Samana). En él se halla representado un cordero que, analógicamente, corresponde a Rudra o Shiva, la Divinidad destructora y renovadora.

Anahata -"sonido sin fricción"- se halla en el centro del pecho, como asiento físico de la vida individual y de la capacidad de moverse. Tiene doce pétalos y corresponde al elemento aire o Varu; en su centro se representa un antílope, dentro del Sello de Salomón. En él se halla el Arbol de la Vida (Kalpataru), que satisface todos los deseos, y un altar incrustado de piedras preciosas (Manipitha).

Vishuddha, en la región de la garganta, preside a la palabra, o sea el Verbo, y a su manifestación física. Tiene dieciséis pétalos, correspondiendo al éter o Akasha. Se llama Puerta de la Liberación, y se halla representado por un elefante blanco dentro de un círculo emblema de la "pureza" indicada por su nombre.

Ajna, el sexto centro, debe su nombre a que revela el orden interior del Maestro, o la Voz del Silencio. Se halla en medio de la cabeza, entre las dos cejas, y domina sobre la Inteligencia en general y el discernimiento en particular; es el centro de la visión espiritual, y como tal ha sido llamado el Ojo de Shiva. Tiene sólo dos pétalos y, por lo tanto se lo puede parangonar a un globo alado.

Sahasrara - el "miluple" o loto de mil pétalos - está en el vértice de la cabeza. Es el asiento de Shiva, la Divinidad latente en cada ser, que espera su unión con Shakti, la Fuerza que se encuentra enroscada en el más bajo de los siete centros, consiguiéndose de esta unión (Maithuna) la liberación que es objeto del Yoga (palabra sánscrita que precisamente significa Unión) .

De estos Centros, tres interesan especialmente al Maestro Masón: el de la garganta, el del corazón" y el del abdomen, ya que sobre los mismos se efectúan los tres signos; de Aprendiz, de Compañero y Maestro, que indican respectivamente, el dominio de las palabras, de los pensamientos y de los instintos, las tres fases preliminares de purificación que han de preceder á la regeneración individual. Sobre ésta y sobre las particulares funciones de los centros trataremos con más detalles en los sucesivos "Manuales", destinados a la interpretació n iniciática y filosófica de los grados superiores que tienen por objeto la perfección del Magisterio.

Cada grado corresponde, pues, a uno de los chakras o peldaños de la mística escalera, por la que es preciso descender para ascenderla otra vez hasta la sumidad.

Fuente: Manual del Maestro de Aldo Lavagnini (Magister)