sábado, 18 de junio de 2016

Bajo la dirección del Maestro de CeremoniasRitos


Bajo la dirección del Maestro de CeremoniasRitos

Este trabajo destaca la importancia de la labor del Maestro de Ceremonias en el desarrollo y lucimiento de las tenidas. El artículo tiene una particular visión del simbolismo de su accionar, y está tomado de las publicaciones de una logia que trabaja según el Rito Escocés Primitivo.

El Maestro de Ceremonias dirige la ceremonia velando por su buen desarrollo y canalizando la entrada de la logia y manteniendo el buen orden. Decorado con un sotuer con la representación una vara en su centro, es nombrado cada año masónico por el Venerable Maestro.

Como Hermes y Moisés lleva el bastón de mando o báculo. Ese bastón representa el eje del mundo que sostiene el cielo, descansando a la vez sobre la tierra, pero también el eje que liga lo celeste y lo terrestre. Representa la autoridad material y espiritual, la maestría de las energías celestes y terrestres. Es el tratado de unión entre esas dos fuerzas como objeto que permute realizar los milagros del cielo sobre la tierra porque toca el cielo por una punta y la tierra por la otra.

Es como otro poderoso símbolo de la Vida y la verticalidad, el Árbol que pone en comunicación los tres niveles del cosmos, el subterráneo a través de las raíces, la superficie a través de su tronco y las alturas a través de las ramas, la vara establece una relación entre a tierra y el cielo pero a través del Hombre.

La sostiene firmemente con la mano izquierda y sus golpes se sincronizan de forma natural a cada tercer paso.

El Maestro de Ceremonias en marcha nos recuerda que, al igual que un peregrino sobre el camino de Santiago de Compostela si no se avanza no se alcanza el objetivo.

La F/M/ necesita ser animada por el pensamiento y el sentimiento de su búsqueda de luz para ponerse efectivamente en movimiento. Y aquí se quiere decir ponerse en movimiento interior, efectuar el peregrinaje de la atención para dejar de lado pensamientos y emociones ordinarias, sino procurar acercarse lo más posible a su Ser y al de sus hermanos, pues el Maestro de Ceremonias, que es en efecto el Maestro del Ritual, tiene un rol de la mayor importancia en el buen funcionamiento de la logia, tanto en el plano material como en el espiritual.

.Es quien acerca los dos planos para permitir a los HH pasar con cierta facilidad de uno al otro.

El Maestro de Ceremonias es siempre asistido por el Hermano Terrible, que conserva la espada desenvainada, y conocedor del orden universal, recoge la energía necesaria para la defensa de la armonía y la fraternidad.

Es quien vela para que la logia esté preparada para las ceremonias especiales y también para las tenidas regulares

Introduce a los oficiales y a los HH durante las entradas rituales e interviene cada vez que lo exige un orden superior.

Conoce el orden cósmico o su representación geográfica sobre la tierra, proyectada en el interior del Templo, regla los desplazamientos en el cuerpo de la logia mirando por la predominancia del orden universal.

Es la viva representación de las leyes divinas y el garante del orden masónico. Está libre de pulsiones emocionales, libre de sus ideas, libre de su cuerpo, para ejecutar con conciencia los gestos justos que corresponden a la armonía eterna y que están codificados en el ritual.

Con sus desplazamientos en logia, el Maestro de Ceremonia es consciente de sus pies y del suelo, del movimiento de sus piernas concreta y simbólicamente. Se vuelve consciente de la energía que circula por su cuerpo y del ser que lo habita.

El Maestro de Ceremonias es el símbolo del orden cósmico y masónico que respeta e ilustra con sus manifestaciones y desplazamientos en el seno de la logia.

El Maestro de Ceremonias asiste al Venerable para que el descenso de la luz respete tal orden.

Al igual que un ciego golpea delante suyo con su bastón, el Maestro de Ceremonias lo hace cuando avanza dentro de la logia. Es un guía que sabe que está ciego y para avanzar hacia la luz necesita más que sus dos piernas, un tercer soporte, su bastón.

Así es que no solo los dos Vigilantes son quienes ayudan al Venerable a abrir la logia, sino además el Maestro de Ceremonias y el H. Terrible . No se trata simplemente de abrir el templo en que se han reunido los HH, sino mas bien de abrir el espíritu y “reunir lo que está disperso” para componer una unidad.

Así, abrir la logia es proceder a nuestra apertura de espíritu. El ritual tiene por finalidad armonizar las fuerzas del interior con las del exterior. El recinto, una vez cerrado se convierte en un lugar consagrado.

Cada hermano deviene en actor, un actor que vive intensamente su rol. Rodeado por el misterio; esa actitud opera sobre la naturaleza misma del individuo en su sentido secreto.

Ahora, en el pórtico, el Maestro de Ceremonias invita al silencio antes de “ el abandono de los metales”.

Respecto al simbolismo de los metales: es muy evidente que por metales estamos hablando de eso que nos ata al mundo material como las pasiones que intentan dominarnos sin cesar, es decir las cosas fútiles, negativas o no permanentes. Y aquí, en la logia y en nuestros corazones son absolutamente innecesarias.

Luego de un instante de silencio, con un golpe de bastón en el suelo, el Maestro de ceremonias invita a los hermanos a seguirle. El golpe de bastón hace caer a los hermanos en otra atmósfera a fin de beneficiar la acción que va a desarrollarse. La música predispone al espíritu a la contemplación de las cosas divinas.

Al penetrar en el templo, solo se percibe una pequeña luz y será necesario avanzar para que esa pequeña llama produzca una iluminación total. La circulación por el templo debe ser en un sentido determinado. Los HH están obligados a ser conducidos a fin de no equivocar la vía, y que el miedo a una sendero equivocado los aleje.

El sentido se elige considerando que el H. contempla el Oriente, pues venera y busca la luz, el sol naciente. En efecto, el tiempo profano ya no cuenta. Tenemos un simbolismo solar con la evocación de la hora que la orientación del templo, la disposición de los HH, la posición de las columnas testimonian como tomados de la observación del sol.

Hay que notar ante todo que la puerta del templo esta en occidente, pues el masón viene de las tinieblas del mundo profano para llegar a Oriente en busca de luz.

Al oriente se situaba el paraíso terrenal. Pero antes de entrar se debe pasar por entre las dos columnas.
No debe olvidar que la atmosfera de una logia se crea a partir de actos rituales, y de objetos simbólicos dispuestos según un orden bien determinado. Después viene el turno de los Comp. que se sientan sobre la columna del mediodía y de cara a los Aprendices. Se mezclan entre los Maestros y se separan de los Aprendices.

Por fin llega el turno de los MM, el H. Secretario, el H. Orador. Los HH Vigilantes y por último el Venerable Maestro.

El pórtico estará convenientemente iluminado con una bujía. El Maestro de Ceremonias acompaña a los HH en sus desplazamientos, igual que a los HH visitantes, desde la columna hasta el Oriente.

En el seno de la logia es el único en circular y nadie se desplaza sin ser acompañado por él. Lleva los mensajes del H. Secretario al Venerable, encendiendo las luces ante el anuncio hecho cada vez por las tres luces de la logia, el Venerable y los dos Vigilantes.

Al Occidente, y a los lados de la puerta de la logia, se hallan las columnas con las letras B y J y cada Vigilante se sitúa detrás de una de ellas.

Los candelabros siempre asociados al ternario Sol, Luna, Venerable Maestro. La luz artificial congela las cosas, las bujías las anima. A la luz de las bujías, todo cobra vida.

El yo interior sondea todo y se abre a la integralidad del arco iris real. Analiza todos los colores para no ver más que del negro más oscuro al blanco más puro. Supone ante todo una ampliación de la mirada: Se focaliza sobre la bóveda celeste pero manteniendo los pies en tierra.

La bujía es un símbolo poderoso; lleva el fuego, la energía, puesto que la llama que va creciendo es símbolo de la elevación espiritual (vista desde siempre como símbolo del alma, de la purificación.

El taller se va aclarando progresivamente hasta alcanzar la plena iluminación) después de la tercera luz.

Ahora se enciende el Delta. Después de cruzarse, los dos Vigilantes suben hacia Oriente en busca de la luz. Los dos HH. Vigg. esclarecen el Oriente como reflejo de la luz que el Venerable Maestro derrama sobre cada uno de los HH. Así en la logia las individualidades se van desvaneciendo a medida que el templo se erige poco a poco.

Al Oriente brilla la estrella flamígera que en su centro tiene la letra G, muy iluminada. Este es el momento más fuerte del ritual donde cada uno realiza interiormente el Conocimiento hasta su grado más alto.

Ahora pueden comenzar los trabajos.

Llega el cierre de esos trabajos. El Maestro de Ceremonias y el H. Terrible circulan a la vez con el Saco de las Proposiciones y además para recibir el óbolo en el “Tronco de la Viuda”. Por fin se ubican delante de cada luz de orden para extinguirlas al comando del Venerable Maestro. El Cuadro de Logia es recogido y recubierto.
El Venerable Maestro abandona su sitial seguido por todos los HH; A la salida el Maestro de Ceremonias y el H. Terrible se ubican cara cara por última vez.

Sobre el pórtico, el Maestro de Ceremonias da un golpe de su bastón sobre el suelo: “ Mis hermanos, un instante de silencio antes de recuperar los metales”… Es el momento en que se debería recordar lo que se ha trabajado en la tenida y conservar lo esencial para renovar nuestra mirada sobre el mundo y su abanico de posibilidades.

Con un último golpe de bastón, estamos en el pórtico, la tenida ha terminado.

La partition du Maître de Cérémonie. Hautes grades maçonniques
http://www.diariomasonico.com/ritos/bajo-la-direccion-del-maestro-de-ceremonias

jueves, 16 de junio de 2016

Godofredo de Bouillón, Duque de Lorena



Godofredo de Bouillón, Duque de Lorena

Godofredo de Bouillón,

Señor de las Árdenas, Defensor del Santo Sepulcro

Aproximación al héroe de la caballería cristiana.
El papel de Cluny en la estrategia
de la reconquista de Jerusalén


1.- La historia que supera el mito

Cuando a fines del siglo XI, el papa Urbano II convocó a los barones cristianos para que liberaran los lugares Santos, el mundo europeo ingresó en un nuevo ciclo histórico signado por las “Cruzadas”. La primera peregrinación armada a Jerusalén constituyó uno de los hechos más prolijamente preparados de la historia medieval, puesto que –según lo indica una serie de indicios que analizaremos- la idea de recuperar Tierra Santa estaba en la cabeza de los cluniacenses desde mucho tiempo antes. Sólo había que esperar que las condiciones maduraran.

La decisión de convocar a la cruzada fue elaborada por un grupo de prelados y señores durante 1095. Entre los actores de aquellos acontecimientos se destacan claramente tres: El abad Hugo de Cluny, el papa Urbano II y un selecto grupo de nobles entre los que resalta la figura de Godofredo de Bouillón, comandante del ejército lorenés y uno de los jefes de la expedición.

Los cuatro ejércitos principales de la cruzada partieron entre 1096 y 1097. Godofredo abandonó su castillo de Bouillón el 15 de agosto de 1096. Bohemundo de Tarento y los normandos de Sicilia partieron del puerto de Brindisi en octubre. Raimundo de Saint Gilles, al mando de los provenzales, partió con el más grande de los cuatro ejércitos según coinciden los historiadores. El cuarto ejército, comandado por el duque Roberto de Normandía, Esteban de Blois y Roberto de Flandes, se embarcó en Brindisi en abril de 1097.

En julio de 1099, después de enormes esfuerzos y padecimientos, Jerusalén fue conquistada. Godofredo fue elegido entonces, en circunstancias poco claras, gobernante del Reino Cristiano de Jerusalén.

Llama la atención que fue el único de los grandes barones que empeñó todo aquello que tenía para armar su expedición. No dejó nada sin vender, o enajenar. Con sus ejércitos trasladó un enorme contingente de monjes cluniacenses y, con ellos, un verdadero ejército paralelo de constructores. De otra manera no puede explicarse la inmediata reconstrucción simultánea de los santuarios más importantes de Tierra Santa y la edificación de numerosas iglesias y fortificaciones. Este despliegue logístico que supo prever es por demás interesante y ha hecho pensar que tenía una idea más clara que los demás acerca de su misión y su destino. Pero no es el único interrogante en torno a su vida, enigmática, contradictoria y a la vez apasionante.

Godofredo fue el prototipo del caballero cruzado. Descendía de los emperadores carolingios por línea materna y paterna y algunos historiadores afirman que por sus venas también corría la sangre de los reyes merovingios. A raíz de estas teorías se le atribuye la fundación de una Orden sobre el Monte Sión, una supuesta organización que tenía como objeto la restauración de la dinastía merovingia. Algunos estudiosos afirman que Godofredo era legítimo descendiente de los últimos reyes de aquella dinastía. Según estas suposiciones, para poder cumplir con ese objetivo, los conspiradores habían creado la Orden de los Caballeros Templarios que tenía un doble propósito: recuperar un tesoro oculto en los túneles subterráneos bajo el Templo de Salomón y constituirse en ejército de la dinastía restaurada.

Su figura ha estado en el centro de estas especulaciones vinculadas con supuestas órdenes y cofradías. Aparecidas en las últimas décadas, carecen por ahora de rigor histórico y sólo contribuyen a agregar confusión sobre un tema de por sí confuso. Tal es el caso del “Priorato de Sión”, cuyos miembros aseguran la existencia de un linaje de Jesús de Nazareth extendido por Europa y de la complementaria historia de las familias “Rex Deus”, supuestos descendientes de judíos emigrados a Europa en tiempos de Jesús.

Mucho antes que se publicaran estas revelaciones modernas, Godofredo fue rescatado por el masón escocés Michel de Ramsay al remontar a los cruzados el origen de la francmasonería cristiana, teoría en la que se sustenta gran parte del origen histórico de importantes ritos masónicos, entre ellos el Escocés Antiguo y Aceptado. Cuando Ramsay pronunció su “discurso” en 1737 ante la elite de la francmasonería francesa, fijó sus orígenes en “nuestros ancestros los cruzados”. Ese sería el modelo sobre el cual se construyó la restauración templaria del siglo XVIII.

Desde aquel famoso discurso hasta la fecha, esta relación ha sido defendida y rechazada con igual ahínco, dentro y fuera de la masonería, y permanece en el campo de las cuestiones no resueltas.

Pero como suele suceder, los hechos que involucraron a Godofredo de Bouillón pueden resultar más asombrosos que las fantasías más elaboradas. Su vida trascurrió en apenas cuarenta años, pero fueron años frenéticos. Muchos de los hechos ocurridos en tan breve lapso indican el momento crucial que vivía el desgajado imperio franco: La cristiandad se dividió en dos mundos, Roma y Bizancio; La Iglesia Romana emprendió su primera reforma y sus príncipes se declararon infalibles y absolutos; Guillermo de Normandía conquistó Inglaterra; sus descendientes normandos navegaron el Mediterráneo desde Tarento hasta Antioquia. El Imperio, a su vez, se pretendió soberano por la gracia divina y repudió a los pontífices. Se erigieron simultáneamente miles de magnificas iglesias y los infieles fueron expulsados del Santo Sepulcro.

Godofredo fue un activo protagonista de muchos de estos hechos, pero apenas conocemos el rol que desempeñó como actor de la historia y muy poco de su vida detrás de bambalinas.

Tuvo una importante participación en la Guerra de las Investiduras, combatiendo al papado como jefe de los ejércitos del emperador Enrique IV. Años más tarde no dudó en responder al llamado del papa Urbano II y marchó a Palestina al mando del poderoso ejército lorenés. Junto al conde Raimundo de Tolosa puso sitio a Jerusalén en el año 1099 y la conquistó, convirtiéndose en su primer jefe político con el título de “Defensor del Santo Sepulcro”. Su hermano, Balduino I, lo sucedió en el trono de Jerusalén, y su sobrino Balduino del Burgo –que reinó como Balduino II- fue un entusiasta impulsor de la Orden de los Caballeros Templarios. Godofredo fue un notorio protector de la orden cluniacense, lo cual explica el número de benedictinos que lo acompañaron a la cruzada.

Hay en su historia algunas señales, muy pocas, que dejan abierta la puerta a un profundo misterio; un misterio que está en la base del mito de Europa y que aun preocupa a Roma: La sospecha de otra Iglesia, de otro cristianismo o mejor dicho, de otra espiritualidad. Por afinidad, diríamos por “vibración” -si se nos permite el exceso- su figura se ha asimilado a la extraña secuencia que enhebra a los monjes de Cluny, del Cister y del Temple con sus hermanos laicos, los masones. Todas estas instituciones conformaron la columna vertebral de un cristianismo paralelo, cuyo poder creció hasta el punto de condicionar las políticas de los papas.


2.- El Señor de las Ardenas

La figura de Godofredo brilló entre las antiguas dinastías herederas de Carlomagno. Eran los tiempos surcados por las guerras entre “señores duques” que pugnaban por el más preciado bien al que podía aspirar un hombre de cuna: las tierras.

El año 1069 trajo consigo una gran desgracia para la Lotaringia, antiguo nombre con el que se designaba a Lorena. Su señor, el duque Gothelón -al que llamaban “duque del castillo de Bouillón” porque era señor de aquellos alodios[1]- declaró la guerra a Otón de Champaña y reuniendo un gran ejército marchó a poner fin a las viejas disputas con el barón franco. Ambos príncipes representaban la más pura nobleza carolingia. Gothelón, señor de un vasto territorio entre Francia y el Rhin –que abarcaba los dominios de Brabante, Hainaut, Limbourg, Namurois, Luxemburgo y una parte de Flandes- descendía de Carlos el Grande y era hermano del Papa Esteban II. Por su parte Otón, su contendiente, era un fiel exponente de la poderosa nobleza franca.

Dispuestos en orden de batalla chocaron sus armas con gran violencia. Otón –a quien su juventud otorgaba considerable ventaja sobre el duque- mató aquel día al duque lotaringio, sumiendo al ducado en profunda pena.

Gothelón -que pasaría a la historia como “Godofredo el Barbudo”- tenía un único hijo varón del mismo nombre, a quién apodaban “el Jorobado”. El joven heredó los bienes de su padre: el ducado de la Baja Lorena, numerosos feudos extendidos en Verdún y otros señoríos como Stenay y Mosay; pero nada tan impresionante como el mítico castillo de Bouillón, enclavado en las estribaciones de las Ardenas, sobre una altura que domina sobre el curso del Semois y que por entonces se erguía sobre numerosos pueblos y aldeas cuyos habitantes daban gracias a Dios por aquella fortaleza temible a los ojos de las ambiciones vecinas.

Godofredo el Jorobado tenía dos hermanas: Regelinda, condesa de Namur por estar casada con el conde Alberto e Ida, casada con Eustaquio II conde de Bolonia. Al morir su hermano en 1076, Ida reclamó los privilegios del ducado de Baja Lorena para su segundo hijo, también llamado Godofredo.

Ida de Lorena y Eustaquio de Bolonia tenían otros dos hijos: Eustaquio, heredero del gran condado de su padre y Balduino, que fue tonsurado a temprana edad como solía ocurrir con aquellos barones que no heredarían tierras. Por entonces nada hacía prever que aquellos tres hermanos marcharían un día hacia Jerusalén y que dos de ellos se convertirían en reyes de la Ciudad Santa.

Godofredo, que había nacido en Baysy hacia 1060, tenía 17 años cuando heredó los dominios de su tío. Sin embargo pronto comprendió las graves dificultades que le implicaría mantenerlos. El emperador alemán Enrique IV no estaba dispuesto a ceder al sobrino del “Jorobado” el feudo imperial de la Baja Lorena y lo confiscó de inmediato anexándolo a los dominios de la corona, a la vez que confirmaba para Godofredo el condado de Amberes al norte y el señorío de Bouillón en las Ardenas.

Pero los problemas del nuevo conde de Bouillón no se agotaban con el emperador. La princesa Matilde, viuda de Godofredo el Jorobado no estaba dispuesta a resignar sus derechos sobre Mosay, Stenay y Verdún. Dos obispos complicaban aun más el panorama: Teodoro, obispo de Verdún reclamaba una decena de castillos en su diócesis, mientras que Enrique, obispo de Lieja –que había sido su tutor- intrigaba en su contra apoyando al abad de Saint Huber, quien acusaba a Godofredo de haber tomado por asalto el castillo de Bouillón al mando de un grupo de caballeros, propinándole un brutal castigo a su castellán. Por esta acción temprana e impiadosa –pero reivindicatoria de sus derechos- sería conocido en el futuro como el “conde de Bouillón” más que por sus títulos sobre el ducado de la Baja Lorena.

Estas convulsiones en los señoríos del joven Godofredo no eran más que una gota en medio de la inmensa tormenta que se abatía sobre el imperio alemán.

La reforma cluniacense, con la que la Iglesia trataba de alejarse de una decadencia lacerante, ganaba defensores en Alemania y los propios papas entendían que debían ponerse a la cabeza del movimiento reformista. León IX había dado un paso importante estableciendo la institución del Colegio Cardenalicio como autoridad eclesiástica universal, con lo cual intentaba evitar la continua intervención de los emperadores del Sacro Imperio en la elección de los papas. Era sólo el comienzo de un duro conflicto que, pocos años más tarde, estallaría bajo el papado de Gregorio VII dispuesto a establecer su autoridad absoluta y acabar con el problema de las investiduras de feudos eclesiásticos que el emperador concedía a los laicos. El problema fundamental se suscitaba por el derecho de los soberanos a nombrar a los obispos en sus respectivos territorios. Esto acarreaba una grave corrupción política, incentivaba la simonía y le impedía a Roma un verdadero control sobre las diócesis.
En marzo de1075, Gregorio promulgó el “Dictatus Papae” en el que reafirmaba su poder absoluto sobre la cristiandad. Entre otras muchas disposiciones establecía:
“Que sólo el pontífice romano puede ser llamado, en justicia, universal; Que sólo él puede deponer a los obispos o reconciliarlos; Que sólo él puede utilizar las insignias imperiales; Que todos los príncipes deben besar los pies sólo al Papa; Que sólo su nombre es pronunciado en las iglesias; Que es único su nombre en el mundo; Que a él es lícito deponer emperadores; Que a él es lícito, de sede a sede, urgido por la necesidad, cambiar a los obispos; Que de cualquier iglesia, donde él quiera, puede ordenar clérigos; Que ningún sínodo puede llamarse general sin su mandato; Que ningún capítulo o libro pueden ser tenidos como canónicos sin su autoridad; Que sus sentencias no pueden ser retractadas por nadie, y sólo él puede retractar las de todos; Que él mismo por nadie puede ser juzgado; Que la Iglesia Romana nunca ha errado y en el futuro no errará….” [2]
El emperador Enrique IV había reaccionado con dureza contra esta decisión enfrentándose a Gregorio, mientras que este estaba dispuesto a impedir que el emperador continuara con su política de disposición de investiduras eclesiásticas. En realidad, Enrique reclamaba la aplicación del mismo derecho de sus antecesores; en todo caso, lo que se había modificado era la voluntad del pontífice romano en cuanto a elevar su poder a términos absolutos.

Aquel año de 1076, mientras el nieto del legendario Gothelón recuperaba el castillo inexpugnable de su abuelo, el papa Gregorio VII fulminaba al emperador alemán con estas palabras:

“…en el nombre de Dios Omnipotente, Padre, Hijo y Espíritu Santo, por tu poder y autoridad, privo al rey Enrique, hijo del emperador Enrique, que se ha revelado contra tu Iglesia con audacia nunca oída, del gobierno de todo el reino de Alemania y de Italia, y libro a todos los cristianos del juramento de fidelidad que le han dado o pueden darle, y prohíbo a todos que le sirvan como rey.[3]
En tanto que el emperador le respondía:
“…Tú, pues, que has sido golpeado por el anatema y condenado por el juicio de todos nuestros obispos y por el nuestro, desciende, abandona la Sede Apostólica que has usurpado; que algún otro ocupe la cátedra de Pedro, otro que no oculte la violencia con el velo de la religión sino que proponga la santa doctrina del apóstol. Yo, Enrique, rey por la gracia de Dios, te digo con todos mis obispos: ¡Desciende, desciende, hombre condenado por los siglos..![4]
La antigua alianza entre el trono y el altar ya se había roto definitivamente. A partir de entonces los reyes harían valer su derecho divino más allá de la unción de los pontífices. En aquel primer enfrentamiento que desató “la querella de las investiduras” Godofredo de Bouillón tomó partido por el emperador y participó activamente en sus campañas. Primero contra los príncipes alemanes alineados con Roma y luego contra la propia ciudad de los papas. Estos acontecimientos, que tuvieron consecuencias históricas muy profundas, colocaron al Señor de Bouillón en el centro del tablero político de Europa. Cesare Cantú, en su historia de las cruzadas, lo pinta al frente de los ejércitos imperiales y le atribuye la muerte de Rodolfo de Suabia.
Rodolfo encabezaba la oposición a Enrique IV y contaba, para ello, con el apoyo de los cluniacenses que habían introducido su regla en Alemania a través de los monasterios alineados a la celebre abadía de Hirschau, la primera en reglamentar –siguiendo la tradición cluniacense- las logias de masones –“hermanos conversos”- en suelo germano.
Se sabe que en 1077, Rodolfo de Suabia trató de coordinar con el abad Wilhelm de Hirschau un frente opositor a Enrique IV. El encuentro tuvo lugar en la misma abadía, que controlaba un conjunto de importantes centros monásticos diseminados en territorio alemán, en las regiones de Richenbach, Turungia, Babaria, Suavia y otras localidades.
Muerto Rodolfo a manos del ejército liderado por Godofredo, los alemanes avanzaron sobre Roma. Gregorio VII se vio obligado a buscar refugio y para ello solicitó la ayuda de los normandos de Sicilia, que fueron en su auxilio. Sin embargo, los hombres del duque normando Roberto Guiscardo hicieron tal desquicio con lo que quedaba de Roma que sus habitantes, presos de ira, obligaron al papa a abandonar la ciudad y exiliarse en las tierras normandas de Sicilia, donde moriría poco después. Curiosamente, Bohemundo de Tarento, hijo de Roberto, formaría años más tarde uno de los ejércitos cristianos que marchó a Palestina en la primera cruzada, junto a los loreneses de Godofredo.
Pese a la muerte de Rodolfo y la derrota del partido papal, los esfuerzos cluniacenses contra el emperador continuaron. Hacia 1081, el ya citado abad Wilhelm trabajó, junto al obispo Altmann de Passau, en la fallida elección de un nuevo rey que fuese aliado de la Sede Apostólica.
Las acciones de Godofredo merecieron la reconsideración del emperador en torno a la cuestión del ducado de la Baja Lorena que, finalmente, le restituyó, pero solo como una carga, sin derecho a sucesión, puesto que lo reserva para su hijo Conrado. Pese a esta legitimación a medias, Godofredo siguió siendo llamado el resto de su vida “conde de Bouillón” más que duque de Lorena.
El verdadero enigma en la vida de Godofredo es el giro radical que se produjo en su posición luego de la campaña de Italia y la caída de Gregorio VII. En pocos años, aquel hombre que había dado muerte al duque Rodolfo de Suabia en la batalla de Hohenmölsen y que luego bajaría a Italia con sus ejércitos poniendo asedio sobre Roma, se distanció de la postura del emperador, acercándose paulatinamente al monasticismo cluniacense, fuertemente establecido en su territorio.
Paradójicamente, fue el primero en responder a Urbano II, cuando éste llamó a organizar una expedición armada para liberar los Santos Lugares, un papa –si se quiere y tal cómo veremos- heredero del pensamiento de Gregorio VII.

¿Qué sucedió en tan pocos años para que se produjera un cambio tan profundo en Godofredo? En 1091, apenas cuatro años después de ser investido como duque de la Baja Lorena, se opuso tenazmente a la decisión del emperador que, en un acto de fuerza, había impuesto como obispo de Lieja a Gotberto, un eclesiástico adicto a la corte. Repudiado y combatido por los grandes abades de la región, Gotberto encontró en Godofredo un enemigo implacable.

Paulatinamente, el conde de Bouillón se alineó con la reforma gregoriana que antes había combatido, oponiéndose a las investiduras imperiales. Steven Runciman -entre otros- cree que este cambio fue la consecuencia de la fuerte influencia que Cluny obró en su conciencia, en un momento en que el monasticismo se encontraba a la cabeza de la profunda reforma espiritual iniciada por Gregorio Magno, que había logrado arrancar a la Iglesia del descrédito. El ascendente de Cluny sobre las ideas de Godofredo parece verosímil si se tiene en cuenta –como hemos visto- la profunda influencia cluniacense en Lorena y Alemania y la activa participación de la orden en el apoyo y organización de la primera cruzada.


3.- Los benedictinos y la reconquista de la Tierra Santa.

Afirma Runciman que hacia fines del siglo VIII parece haber existido un intento de organizar las cada vez más frecuentes peregrinaciones a Tierra Santa, cuyo principal promotor era el propio Carlomagno. Dado el papel preponderante que tuvo la Orden Benedictina en la estructura del Imperio Carolingio, no resulta extraño el hecho de que el emperador haya sostenido un empeñoso esfuerzo en establecer monasterios y hospicios latinos en los Lugares Santos, y que esta tarea haya sido encomendada a los monjes benedictinos.
La importancia de estos establecimientos ha sido descripta por los cronistas y viajeros de la época. Entre ellos, el más significativo parece haber sido el monasterio de “San Juan de Jerusalén”, construido junto con un importante hospital en las proximidades del Santo Sepulcro, cuya principal actividad era la de recibir y dar albergue a los peregrinos latinos que llegaban a la ciudad Santa. Su construcción, así como su atención, quedó a cargo de los benedictinos. Allí halló hospitalidad, en el año 870, el peregrino Bernardo el Sabio, quien escribe en su “Itinerario”: “...Fui recibido en el hospicio del glorioso emperador Carlos, en el cual encuentran acogida cuantos visitan con devoción esta tierra y hablan la lengua romana. A él está unida una iglesia dedicada a Santa María, la cual posee una rica biblioteca, debida a la munificencia del emperador, con más doce habitaciones, campos, viñas y un huerto en el valle de Josaphat. Delante del hospicio está el mercado...”[5]
Se cree que la fundación de estos establecimientos latinos en Jerusalén fue posible por la buena relación que Carlomagno había establecido con el Califa de Bagdad, Harún al Raschid, aunque su verdadero alcance forme parte de los misterios aun no resueltos sobre la vida de Carlomagno. Lo cierto es que a principios de siglo IX, el patriarca de Jerusalén debió recurrir al emperador para solicitarle ayuda, pues los peregrinos cristianos sufrían permanente asedio y vejaciones por parte de los piratas beduinos. En el mensaje del patriarca se hace referencia a que “...el Monte de Sión y el Monte de los Olivos están gozosos por las donaciones del muy generoso monarca...”.
Carlomagno se sintió profundamente agraviado por la situación que atravesaban los cristianos en Tierra Santa y decidió enviar una embajada a Al Raschid a fin de poner fin a esta cuestión. Ocurre entonces un hecho que divide la opinión de los historiadores, pero que constituye un antecedente valioso acerca de las pretensiones y los derechos latinos sobre los lugares Santos. Al Raschid responde otorgando protección sobre las iglesias y peregrinos y hace donación del Santo Sepulcro al emperador en la persona de su representante y embajador. Hay quienes sostienen que tal cosa era absolutamente imposible, pues –y tal como lo señala Harold Lamb- “...resulta inconcebible que un califa del Islam, guardián de los santuarios de su religión, cediera a un cristiano desconocido la autoridad sobre parte alguna de Jerusalén”[6]
Sin embargo, las crónicas asocian a esta embajada con la cesión a Carlomagno –aunque en forma temporaria- de la autoridad sobre una parte de Jerusalén. Las fuentes relatan que el patriarca de Jerusalén transfirió al emperador las llaves del Santo Sepulcro y del calvario junto al estandarte (vexillum) y las llaves de la ciudad Santa y del Monte Sión. Un clérigo de nombre “Zechariah” trajo el estandarte y las llaves a Roma sólo dos días antes de la coronación de Carlomagno como emperador. Al menos nominalmente, Carlomagno estuvo en posesión del Santo Sepulcro.[7]
Einhardo –un monje del monasterio de Saint Gall- dejó testimonio escrito de esta circunstancia: “...El califa, informado de los deseos de Carlomagno, no sólo le concedió lo que pedía sino que puso en su poder la propia tumba sagrada del Salvador y el lugar de Su resurrección...” Al Raschid, admirado por los regalos que le enviaba el emperador cristiano, dijo: “..¿Cómo podríamos responder de manera adecuada al honor que nos ha hecho? Si le damos la tierra que fue prometida a Abraham, está tan lejos de su reino que no podrá defenderla, por noble y elevado que sea su espíritu. Sin embargo, le demostraremos nuestra gratitud entregando a su majestad dicha tierra, que gobernaremos en calidad de virrey...”[8]
Más allá del alcance real de estas crónicas, los hechos demuestran que, ya en los tiempos carolingios, el cristianismo occidental consideraba a la Tierra Santa –y en particular a Jerusalén- como el lugar más venerado, punto de contacto con el otro mundo, simbolizado en la imagen de la Jerusalén Celeste, y que esta conciencia se desarrollaría hasta sentir como un imperativo la ocupación efectiva de esa tierra.
Ya hemos dicho que los cluniacenses se habían convertido en los principales organizadores de los movimientos de peregrinos a Tierra Santa. Desde la fundación de Cluny en 910, se asumieron como los guardianes de la conciencia de la cristiandad occidental y como tales, se impusieron una misión concreta con respecto a Palestina. Dice Runciman:
“…La doctrina de los cluniacenses aprobó la peregrinación. Deseaban darle asistencia práctica. Hacia principios del siglo siguiente (XI), las peregrinaciones a los grandes santuarios de españoles estaban casi totalmente controladas por ellos. Por la misma época empezaron a preparar y organizar viajes a Jerusalén… Su influencia la confirma el gran incremento de los peregrinos procedentes de Lorena y Francia, de zonas que estaban próximas a Cluny y sus casas filiales. Aunque había aun muchos alemanes entre los peregrinos del siglo XI… los peregrinos franceses y loreneses eran mucho más numerosos…” [9]
Sorprende el éxito de esta política. La regla benedictina era la más practicada entre los clérigos latinos que vivían en Palestina, incluidos los miembros de la pequeña orden fundada en 1075 por italianos de Amalfi, consagrada a San Juan el Compasivo, que habían reconstruido el “hospital” fundado por los monjes enviados por Carlomagno para atender las necesidades de los peregrinos cristianos, destruido en 1010 por los sarracenos. Esta orden se convertiría luego en la de los Caballeros Hospitalarios, cuyo prestigio emuló al de los propios Templarios y se convirtió, posteriormente, en la Orden Militar de Malta.
Basta leer la inmensa cantidad de nombres notables que emprendieron tan riesgosa empresa para comprender la magnitud del movimiento de los peregrinos y de la influencia que Cluny imprimió en la construcción de una conciencia viva de la trascendencia de los Santos Lugares. Godofredo de Bouillón, duque de la Baja Lorena en aquellos años, de ningún modo pudo permanecer ausente a un fenómeno que –como acabamos de ver- afectaba directamente a sus dominios.
Otra cuestión verdaderamente significativa es que, aunque haya sido Urbano II quien pasó a la historia como el gran convocador de la primera cruzada, el llamado a liberar los Santos Lugares tiene un antecedente directo en Gregorio VII, autor de un documento del año 1076 cuyo texto puede encontrarse en los anexos documentales.[10]
Gregorio VII era un producto surgido de Cluny; allí había profesado sus votos y su elección como papa modificó sensiblemente la marcha de la Iglesia. Su poder estaba directamente relacionado con el apoyo que recibía del movimiento cluniacense, que actuaba como su verdadero brazo político en contra del emperador Enrique IV.
Teniendo en cuenta este antecedente, resulta natural pensar que la idea de una recuperación de Jerusalén estuviese en los planes de los benedictinos de Cluny mucho antes del llamado de Urbano II, cuyo verdadero nombre era Odón de Lagerý, hijo de la noble familia de Chatillón. Al igual que Gregorio, había profesado sus votos en la abadía de Cluny, ante el mismísimo San Hugo en 1070. El Venerable había detectado su capacidad y su inteligencia y no tardo en convertirlo en prior para enviarlo luego a Roma. En 1078 fue nombrado cardenal y obispo de Ostia por Gregorio y más tarde nuncio en Francia y Alemania.
Cuando el papa Gregorio murió -con el antipapa Guilberto reinando en Roma- los cardenales leales eligieron como su sucesor a Víctor III, elección que fue resistida por el Obispo de Ostia. Sin embargo, a la muerte de Víctor, Odón de Lagery fue finalmente coronado papa, cumpliéndose lo que, para muchos, había sido el deseo de Gregorio. Luego del cónclave de Terracina, en donde Odón tomo el nombre de Urbano II, el nuevo papa se abocó a la difícil tarea de recomponer el poder de Roma, que había quedado reducido a los territorios normandos. La situación cambió hacia 1093, época en la que el emperador Enrique VI vio dramáticamente debilitado su reinado a causa de las disputas con su hijo Conrado.
Pero Cluny no sólo había creado la planificación de las peregrinaciones a Jerusalén, ni se conformaría con colocar al frente de la Iglesia a dos papas dispuestos a recuperar el Santo Sepulcro. Cluny fue la ideóloga, el estratega, el agente de propaganda y la conducción logística de la futura expedición. La convocatoria al Concilio de Clermont es una maniobra ejecutada con precisión por los cluniacenses, tan obvia que no ha podido ser ignorada por la historia. En efecto, Urbano II realiza un extenso viaje por Francia antes de llegar a Clermont, un viaje que lo lleva por los más importantes monasterios cluniacenses y catedrales de la región. En la última etapa llega a Cluny en donde es recibido con pompa y honores. Se trata del primer monje cluniacense que vuelve a su abadía madre luciendo la tiara papal. El día 25 de octubre de 1095 bendice el nuevo altar mayor de la abadía.
Allí se analiza y se traza la estrategia de la expedición. Dice Runciman: “En Cluny conversaría con personas ocupadas en el movimiento de los peregrinos, tanto a Compostela como a Jerusalén. Le contarían de las insuperables dificultades porque tenían que pasar ahora los peregrinos a Palestina a causa de la disgregación de la autoridad turca en aquellas zonas. Se informó que no eran sólo las rutas a través del Asia Menor las que estaban cerradas, sino que Tierra Santa resultaba virtualmente inaccesible para los peregrinos”[11]
De su estadía en Cluny, dicen Pierre Barret y Jean-Noël Gurgand: “El proyecto de expedición armada hacia el Oriente pertenece a la más profunda lógica de la política cluniacense; seguramente el abad Hugo, el papa y sus consejeros han reflexionado largamente, durante estas jornadas, en los argumentos que emplearían, en los hombres a los que deberían convencer y en los medios con los que constituir los tesoros de guerra….”[12]
Cuando llegó a Clermont, el 18 de noviembre, a su lado estaba San Hugo el Venerable. La maquinaria cluniacense había preparado el terreno; el escenario fue una pradera cercana a la iglesia, cuya capacidad había sido rebasada por la gran cantidad de concurrentes.
"¡Desgraciado de mí –clamó Urbano- si he nacido para ver la aflicción de mi pueblo, y la prosternación de la Ciudad Santa, y para permanecer en paz, que ella sea entregada en las manos de sus enemigos!" .Vosotros, pues, mis hermanos queridos, armaos del celo de Dios; que cada uno de vosotros ciña su cintura con una poderosa espada. Armaos, y sed hijos del Todopoderoso. Vale más morir en la guerra, que ver las desgracias de nuestra raza y de los lugares santos. Si alguno tiene el celo de la ley de Dios, que se una a nosotros; vamos a socorrer a nuestros hermanos. "Rompamos sus ataduras, y rechacemos lejos de nosotros su yugo". Marchad, y el Señor estará con vosotros. Volved contra los enemigos de la fe y de Cristo esas armas que injustamente habéis ensangrentado con la muerte de vuestros hermanos...”[13]

Al día siguiente del llamado a la cruzada, el 27 de noviembre, Urbano, príncipe de los obispos, se sentó a delinear con el anciano venerable cómo se llevaría a cabo el viejo anhelo: Jerusalén volvería a ser cristiana. Meses después la expedición ya estaba en marcha.


Fin de la Primera Parte. Continúe leyendo la Segunda Parte "Godofredo de Bouillón y el Cenáculo del monte Sion"

[1] Gislebert de Mons; “Cronicon Hanoniense” (Madrid, Ediciones Siruela S.A., 1987) Traducción de Blanca Garí de Aguilera, p. 9
[2]Gregorii VII Registrum, Ed. Ph. Jaffé, in Monumenta Gregoriana, II, en: Gallego Blanco, E., “Relaciones entre la Iglesia y el Estado en la Edad Media”, (Biblioteca de Política y Sociología de Occidente, 1973, Madrid), pp. 174-176.
[3] Gallego Blanco, ob. cit pp. 147.
[4] “Monumenta Germaniae Historica, Constitutiones et Acta, I”, en: Calmette, J., “Textes et Documents d'Histoire, 2, Moyen Age”, (P.U.F., 1953 Paris), pp. 120 y s. Trad. del francés por José Marín R.
[5] Gebhardt, Victor D. “La Tierra Santa” (Espasa y Cía Editores, Barcelona)
[6] Lamb, Harold, “Carlomagno” (Edhasa, Barcelona, 2002) p. 411
[7] Zuckerman, Arthur J. “A Jewish Princedom in Feudal France” (Comunbia University Press, New York, 1972) pp. 188-189 y ss.
[8] Lamb, loc. cit
[9] Runciman, ob. cit. Vol. I. p. 57
[10] Jacques Heers, “La Primera Cruzada” Editorial Andrés Bello; Barcelona, 1997 p. 78-79
[11] Runciman ob. cit. V.I. p. 112
[12] Barret, Pierre y Gurgand, Jean-Noël ;“Si te olvidara, Jerusalén” La prodigiosa aventura de la Primera Cruzada; (Ediciones Juan Granica S.A., Barcelona; 1984) p. 24, 25 y ss.
[13] Guillermo de Tiro, Histoire des Croisades, I, Éd. Guizot, 1824, Paris, vol. I, pp. 38-45. Trad. del francés por José Marín R.


Publicado por Eduardo R. Callaey

https://eduardocallaey.blogspot.com/2011/07/godofredo-de-bouillon-senor-de-las.html

¿Qué significa ser masón?


¿Qué significa ser masón?

Masonería, Crisis y Modernidad

En la entrada del laberinto:

Dentro de pocos años, en 2017, se cumplirán tres siglos desde el momento histórico en el que cuatro logias masónicas con asiento en Londres constituyeron la primera Gran Logia especulativa de la que se tenga conocimiento. Por primera vez un grupo de logias de masones abandonaban su antiguo oficio de albañiles para dedicarse a la especulación filosófica. Nacía así la francmasonería moderna.

No es tema del presente artículo dilucidar si estos eran los verdaderos masones, ni si tenían mayor legitimidad que los que se negaron a acompañarlos en tal evento fundacional. Ni siquiera cuestionaremos si los antiguos límites establecidos en las constituciones inglesas de 1717 y 1724 tenían o no la entidad suficiente para imponerse luego –como lo hicieron- como base de la denominada regularidad masónica. Al respecto nos remitimos a lo que ya hemos dicho.

Más importante que indagar las raíces de la regularidad, o discutir sobre los sistemas masónicos de reconocimiento entre Grandes Logias (me refiero al denominado Derecho Interpotencial Masónico) o la marca de origen de las distintas corrientes que conforman la francmasonería, es el hecho de reconocer que a partir de esa fecha surgió el modelo de masón “libre y aceptado” cuyo estereotipo ha sobrevivido a casi tres siglos de existencia. Eso es lo que nos interesa.

Los masones del siglo XVIII asumieron como propia la herencia de las grandes corporaciones de constructores de la antigüedad y del medioevo. Reunieron un conjunto de documentos importantes –algunos verdaderos y otros de dudoso origen- y se construyeron para sí mismos un meta-relato, un mito de base con una dinámica propia que permitió que se siguiese enriqueciendo hasta el día de hoy en la medida que la historiografía encontró nuevos y mejores indicios de la existencia real de grandes gremios de albañiles, de sus secretos, de sus ritos y de sus respectivas tradiciones.

Tal fue el éxito de esta sociedad de masones especulativos que pronto se convirtió en el contrapeso secular más importante de la Iglesia Católica que no tardó en excomulgarlos en masa ante la impotencia de su avance.

Pocas instituciones en la historia de la civilización humana gozan del privilegio de haber sido testigos de las grandes mutaciones de la cultura y de la sociabilidad. Cada era trajo consigo sus propias estructuras cívicas, sus formas de gobierno y sus filósofos. Occidente es el resultado de un conglomerado de culturas e imperios que se sucedieron a lo largo de más de dos milenios y que, a su vez, venían de sufrir la influencia de antiguas culturas del Mediterráneo Oriental y del Oriente Medio.

En su ensayo sobre “El Espíritu de la Política”, el filósofo y sacerdote catalán Raymon Panikkar afirma que el mundo moderno sigue siendo la continuación de una historia europea y cristiana, definámoslo como Sacro Imperio Romano Germánico, Occidente, Civilización Occidental o Democracias. Podríamos afirmar que la religión goza de esa rara categoría institucional de la que hablábamos al principio. Aún con sus mutaciones, sus conflictos, cismas, reformas y excesos, el cristianismo, corporizado en sus iglesias, ha sobrevivido al paso del tiempo e influido profundamente en el derrotero de la historia.

Sin embargo, no es la religión el único factor perenne en la cultura occidental desde el momento en que irrumpió en su seno el agudo proceso de secularización que dio por resultado el actual estatus de separación entre las iglesias y los Estados y los conflictos que aun se dirimen entre ambos campos. Entre los factores que intervinieron activamente en ese proceso deben mencionarse principalmente las estructuras comunales y las asociaciones gremiales. La francmasonería es –al mismo tiempo- un fenómeno burgués y una consecuencia directa de la organización de las corporaciones de oficios ligados a la construcción. Desde esta perspectiva ha sido participe primario de la construcción de la sociedad secular.

Conceptos como “laicismo”, “laicidad” y “secularidad” son motivo de arduo debate entre los actores de la cultura y la política. Se trata de una confrontación que continúa en pleno desarrollo y que afecta directamente al campo social en la medida que éste reclama cada vez mayores libertades que frecuentemente colisionan con los límites del dogma y la moral que impera en el campo religioso.

Pese a que el público tiende a creer que este proceso de secularización nace con la Ilustración y el advenimiento del relativismo como resultado inmediato de la valoración de la razón y la ciencia, la realidad es que aquella corriente secular hunde sus raíces en tiempos remotísimos y que su desarrollo ha acompañado el devenir de la historia con un protagonismo sólo equiparable al de las religiones. Este otro campo tiene en su mismo centro a otra institución milenaria que, luego de sufrir sus propias mutaciones, cismas y reformas, ha devenido en lo que actualmente denominamos Masonería, cuyo sentido y significado es el objeto mismo de este pequeño artículo.

Uno de los aspectos más irritantes del momento histórico que vivimos es la crisis de las definiciones. En esencia, la posmodernidad tiende a la hibridación, a la exaltación de la cultura popular, el descreimiento de la autoridad intelectual y científica y la desconfianza ante los grandes relatos. Si la modernidad defendía la diversidad de las diferentes culturas bajo el primado de los derechos humanos como base normativa de "una vida libre de dominación" , la posmodernidad –tanto en el sentido de cultura o el de civilización- se ha caracterizado por la dificultad de sus planteamientos, ya que no forma una corriente de pensamiento unificada.

No sabemos exactamente de qué hablamos cuando mencionamos los términos familia, género, amor, religión, vida, etc. Todo el tiempo nos vemos obligados a entender y explicar a nuestro interlocutor qué cosa significa para nosotros aquello que durante siglos había permanecido inmutable, seguro, confiable.

Por decenas de generaciones la civilización occidental no supo nada de hogares multifamiliares, derechos de minorías sexuales, amor libre, dudas acerca de qué significaba ser religioso ni si la vida podía ser interrumpida en el seno materno. La lujuria, la sodomía, los abortos y la apostasía eran el ámbito del pecado, el territorio del mal, la ruptura del orden que las masas no discutían. Roto ese orden todo ha debido ser replanteado, redefinido y reclasificado.

Así las cosas hoy resulta más importante definir qué significa ser humano, religioso o masón antes que intentar definir qué es la humanidad, la religión o la masonería, pues según avanza la historia, se multiplican los conceptos de humanidad, religión y, también, de masonería. El lenguaje se ha vuelto babélico, confuso y superficial. No debiera entonces llamarnos la atención ésta necesidad de definir claramente qué significa hoy ser masón, puesto que, seguramente, descubriremos las infinitas diferencias que han surgido al respecto en los albores del siglo XXI y la profunda ruptura de la antigua tradición que intenta, no sin un enorme esfuerzo, perpetuarse en un mar de opiniones, posiciones confusas y extravíos diversos.

Conocida mi posición en torno a los orígenes cristianos de la francmasonería, ampliamente expuesta en varios volúmenes que preceden a este ensayo , no por ello desconozco la posición de quienes proponen un análisis del fenómeno masónico desde la teoría de la sociabilidad –como en su momento me reclamara mi colega Víctor Guerra- pues tan cierto es el hecho religioso subyacente en la actitud masónica como su fuerte penetración en la historia fruto de su actuación colectiva en el plano secular. Desde esa perspectiva pueden concebirse de antemano dos vertientes a su vez divididas en numerosas ramas: la de los tradicionales y la de los seculares. Si existe una significación masónica debiera contener a ambos. Si tal significación no existe –asunto que nos proponemos indagar- la masonería, tal como la hemos conocido, transita sus últimos solsticios.

Aun así, si nos proponemos preguntarnos qué significa ser masón no podemos soslayar las opiniones más relevantes en torno a qué es la masonería aunque, como masón, comparta la vieja frase de Perogrullo que reza que es mucho más fácil decir qué no es la masonería.

Tampoco podemos abstraernos al hecho histórico, ni al mito ni a la leyenda sobre los que la masonería ha construido su sistema de perfeccionamiento humano, hecho que pone de manifiesto a priori la incompatibilidad de lo masónico con la posmodernidad en tanto que esta se caracteriza por la incredulidad respecto de los grandes relatos, el desprecio por la utopías y el fin de los ideales. Toda la estructura de la francmasonería está construida justamente sobre un meta-relato, mitad histórico, mitad mítico, concebido como una gran utopía y lleno de ideales. Un hombre que renegase de estas tres características no podría, en verdad, ser masón. Continuaremos desarrollando estas ideas en futuras entregas.
Publicado por Eduardo R. Callaey

https://eduardocallaey.blogspot.com/2008/04/qu-significa-ser-masn.html

miércoles, 15 de junio de 2016

LAS MUJERES Y LA MASONERÍA


LAS MUJERES Y LA MASONERÍA
De Ing. NICOLAS HURTADO T.
La Masonería es un tema subyugante que apasiona a muchos. De quienes se han escrito cientos de libros y hasta películas, pero hay una singularidad de la Masonería, prohíbe su ingreso a las mujeres…

Acaso han cambiado los tiempos y ya lo pueden hacer? eso nos respondieron nuestros invitados ELENA MARÍA DELGADO-BEJAR, Gran Maestra de la Orden y el reconocido cosmobiólogo y Masón RUBÉN JUNGBLUTH.

“El caso de la Masonería como otras escuelas iniciativas, mas que el tema oculto yo diría que es un tema discreto que no es exactamente lo mismo”, afirmo Delgado –Bejar.

“Es un tema que siempre se ha tratando con bastante discreción y no porque tenga nada negativo acerca del lo cual seria mejor guardar silencio, sino que tal vez no necesariamente todas las personas están con el conocimiento suficiente para comprender la naturaleza de los temas que se tratan. Es como los médicos hablan entre médicos. Aun médico se le pide hábleme en cristiano por favor para entender que me esta diciendo y el no tiene nada negativo que ocultar, pero es la terminología que entre médicos es natural están hablando de cosas que para nosotros se nos antoja casi esotéricas o místico, lo mismo sucede en el caso de la Masonería son temas de absolutas transparencia, netamente positivos para cualquier persona pero que deben tratarse con discreción porque hay que esperar estar con los interlocutores suficientemente preparados”, nos describe Delgado Bejar.

“Cosmobiología es el nombre moderno de la Astrología. En vista que no se podía cambiar el pensamiento de la gente acerca del conocimiento se resolvió cambiar el nombre al conocimiento. Los primeros alumnos en tomar las clases de cosmobiología fueron damas, porque estaban animadas en querer conocer como hacer las formulas para poder pintar el cabello, pensaban que eran clases de cosmetología”, dice Rubén Jungbluth.

“La Masonería es una institución que busca el desarrollo cultural, el desarrollo espiritual el desarrollo iniciático que es lo trascendental en las persona, pero por imperativo cósmico –vamos a ponerlo de esta manera- los últimos 2 mil años, el desarrollo de la Masonería descanso, reposos en el varón”.

“Y por imperativo cósmico ya en el siglo XX y con mas fuerza en el siglo XXI ya le corresponde a las damas, a las mujeres estar dentro de una Orden como es justamente la Masonería”. Para los radioescuchas es importante que existe la Orden Masónica de varones, la Orden Masónica Femenina, que no es reconocida aun, regularmente por la Orden Masónica Masculina. Existe la fusión, existe la Orden Masónica que reúne tanto a varones como a damas en un mismo centro de estudios”, asegura Jungbluth.

Pero hablar sobre esta Orden Iniciática abarcaría mucho tiempo, solo hemos tocado un lado, ese lado desconocido de la Masonería donde se da lugar a las damas tantos siglos separada de la orden y ahora reivindicada por algunos pero seguramente camino a consolidarse en el seno de esta institución. Quizá pueda tomar este tema como banal pero le aseguramos que como cultura general siempre es bueno estar al tanto de esta institución que ha tenido participación en eventos trascendentes para la humanidad y que seguramente lo seguirá haciendo.

¿Quienes son los masones ?



¿Quienes son los masones ?
¿Quién soy, de donde vengo y adónde voy?

R:.H:. Victor Salazar..33° 90° 95° 96°

R:.L:.S:. Genesis de America N.144.

Masones de la Lengua Española
New York, Estados Unidos

Algunos HH:. masones enérgicamente dicen, muchas veces, que la masonería no es una organización política ni religiosa ni esotérica, que sólo se cree en lo que se puede demostrar científicamente—como diríamos “ver para creer”—pero, sin embargo, para ingresar a la orden masónica uno tiene que creer en un “dios”—fuese cual fuese su creencia. Así de simple, sino crees en Dios no eres masón; entonces, estamos hablando de creer en fe hacia un ser supremo. Los masones le llamamos el “Gran Arquitecto del Universo:” G:.A:.D:.U:. ¿y por qué G:.A:.D:.U:.? Porque el masón es respetuoso de las creencias religiosas de cada hermano de la orden y del mundo profano.
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El masón es un ser libre y respetuoso del mundo que lo rodea; es amante de la libertad, igualdad y de la fraternidad. Cultiva la filantropía y el estudio. Cada masón debe estudiar y buscar las herramientas para poder trabajar su propia piedra informe, para poco a poco geometrizar su piedra para construir su propio templo: las grandes preguntas que siempre están presente en la mente del hombre que da los primeros pasos en el camino de la búsqueda eterna, el camino que lo lleva de retorno a su casa, al origen de todas las fuentes su creador G:.A:.D:U que nos debe motivar un propósito en nuestras vidas, aunque no alcancemos en esta vida el resultado, pero la esperanza debe ser nuestro triunfo en que el mañana será mejor y próspero.
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Los grandes filósofos sabían que el hombre es parte de una gran unidad; que todo está unido que nada está separado, este conocimiento antiguamente era sólo para ciertas personas que tenían que pasar muchas pruebas iniciáticas, hasta en algunos casos les costaba la vida.
Hoy en día este conocimiento esta allí a tu mano, sólo depende de ti que tan consciente estés de esa realidad y del camino que buscan muchos hermanos son estudios de la filosofía de la ciencia, de la mística, para entender o tratar de entender esa realidad, pero necesita un detonador que lo dispare y tenga su propia experiencia mística.

El simbolismo y los ritos son elementos que tienen su efecto mágico que despiertan el subconsciente. el conocimiento ya fue dado y está allí esa es la fuente que la mayoría de las escuelas filosóficas apuntan hacia ese camino, esa ciencia que algunos llaman “esoterismo,” “misticismo” y kabbalah, ese conocimiento que fue dado al hombre para que él despierte y visualice su realidad.

Un pensamiento muy común es que siempre se dice que “cada ser es un mundo diferente a otro,” pero se olvida que todos vinimos de la misma fuente del gran arquitecto del universo. ¿y cuáles son los primeros pasos que hay que dar? Aprender a meditar, relajarse, armonizarse y a discernir.

Nuestra mala forma de pensar nos lleva a ciertos estados emocionales que a la larga enferman nuestro espíritu, luego nuestra mente y por lo tanto la salud de nuestro cuerpo físico decae.hay que saber discernir entre lo bueno y lo malo, y dentro de lo bueno lo mas inmediato, lo mejor para este momento.


Las personas regularmente miran lo que está hacia su alrededor pero se olvida de ver qué es la cualidad real de la observación, porqué quieren enseñar cosas que sólo están en su mente y no dejan que hable su corazón.

V:.M:. Victor Salazar
correo: victorsalazar144@yhaoo.com

Masones de la Lengua Española de Nueva York

lunes, 13 de junio de 2016

Las Cuatro Nobles Verdades .El conocimiento no tiene fronteras.



Las Cuatro Nobles Verdades .El conocimiento no tiene fronteras.

Víctor Salazar Soto.

El camino de la liberación

Siddharta Gautama (o también Shakyamuni),conocido tambien como el Buda número 33 .Él dijo que nada podía sobrevivir sin alimento, esto es que a diario debemos alimentar nuestro cuerpo físico con alimentos sanos, nuestro cuerpo mental, con la búsqueda del conocimiento que desarrolle nuestro ser, tambien debemos alimentar nuestro Espíritu con experiencias propias de amor. Quien soy de dónde vengo y a donde voy, estas grandes preguntas son el detonador del despertar.
En el transitar de la vida existe un camino que tiene dos líneas, es la constante lucha de las dos fuerzas que mueve el mundo, los opuestos se atraen, conviven y dan movimiento es el ying y el yang.
El principio de todo camino espiritual, es el correcto entendimiento de las 7 leyes universales que gobierna el mundo.
1. El Principio de Mentalismo el Universo Mente involucrado en todo. El espíritu la mente y la materia toda es uno. Que es la inteligencia primordial e infinita.
2. Principio de Correspondencia. Todo está unido al todo porque todo es uno.
3. Principio de Vibración. El pensamiento es sonidos que son colores, los estados mentales son vibración.
4. El Principio de Polaridad. Todo tiene su opuesto negro y blanco.
5. Principio del Ritmo. Todo flujo y reflujo
6. El Principio de Causa y Efecto. Nada es casualidad todo es causal.
7. El Principio de Generación. La Polaridad, los opuestos. Femenino y Masculino.

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El principe Siddharta Gautama . El Buda nació probablemente en el año 500 o 600 antes de Cristo en Kapilavastu, ciudad amurallada del reino de Sakya situada en la región meridional del Himalaya, en la India, era hijo de Suddhodana, rey de Sakya, y de la reina Maya,
La tradición cuenta que cuando su madre se dirigía a visitar a su familia La naturaleza se predispuso para que en los jardines de Lumbini naciera Siddharta. El príncipe creció rodeado de lujo La reina Maya murió a los siete días de haber dado a luz y fue criado por su tía materna Mahaprajapati.
Siddharta se casó con su prima Yasodhara cuando tenía alrededor de dieciséis años, tuvo un hijo llamado Rahula que se convertiría muchos años después en uno de sus principales discípulos.

La naturaleza llama a Siddharta al encuentro con estas realidades. La vejez, la enfermedad el sufrimiento y la muerte.

En cierta ocasión que salía por la puerta oriental del palacio, se encontró con un anciano; en otra ocasión que salió por la puerta meridional, vio a un enfermo; cuando lo hizo por la puerta occidental, vio un cadáver, y otro día, al cruzar la puerta septentrional, se encontró con un religioso mendicante.
A los veintinueve años, el príncipe abandonó a su familia. Lo hizo de noche, montado en su corcel Kanthaka y en compañía de su mejor amigo Chantaka encardado de cuidad al príncipe Siddharta. El rey Bimbisara visito en el monte Pandava, donde Siddharta, practicaba la meditación y el ascetismo. El rey le ofreció el mando de sus batallones de elefantes y de sus tropas de élite. Siddharta agradeció pero no acepto, El rey Bimbisara no insistió más la propuesta; pero le rogó ser el primero de conocer la verdad alcanzada si llegaba a la iluminación.
Siddharta siguió las enseñanzas de dos maestros de yoga, Alara Kalama y Uddaka Ramaputa. Alcanzó muy pronto ese mismo estadio y se persuadió de la insuficiencia de estas enseñanzas para liberar a la humanidad de sus sufrimientos. Tras años de austeridades y mortificaciones que no le procuraron la iluminación, resolvió abandonar el ascetismo, se bañó en el río Nairanjana para librarse de la suciedad que había acumulado en el curso del largo proceso seguido, Según algunas leyendas, esta joven era hija del jefe de la aldea de Sena; el alimento que le dio al asceta era una sopa de arroz hervido en leche. Así se restableció su salud.
La iluminación
Según las tradiciones, este hecho habría ocurrido en la ciudad de Gaya, cerca de Sena. Donde más tarde se le llamaría a esta ciudad BodhGaya, y en ella se levantaría un templo en honor de Buda. Gautama pasaba largas horas de meditación a la sombra de una higuera sagrada y dijo: "No me moveré de aquí hasta que sepa las respuestas a todas mis preguntas. Más tarde esta higuera sería bautizada con el nombre de Bodhi o Árbol de la Iluminación. El malvado dios Mara, trato de tentar, en un trío de libidinosas odaliscas (mujer esclavizada que asistir a las esposas de un sultán) que agitaron histéricamente sus vientres ante la cabeza inclinada de Siddharta; cuando éste levantó sus ojos hacia ellas, se convirtió en ancianas de repugnante apariencia.

Al caer la noche entró en trance, y la luz acudió en su auxilio, había una claridad toda la cadena de las causas y los efectos que regulan la vida, y el camino para alcanzar la salvación. En la llamada primera vigilia de la noche le fue otorgado el conocimiento de sus existencias anteriores. En la segunda fue provisto del tercer ojo o visión divina. Al despuntar el alba penetró en el saber omnisciente mundos quedó iluminado. Despertó embriagado de saber. Había comprendido que los sufrimientos humanos están íntimamente ligados a la naturaleza de la existencia, al hecho de nacer, y que para escapar a la rueda de las reencarnaciones era necesario superar la ignorancia las pasiones y deseos.

En el transcurso de toda su vida el Buda enseño estas Cuatro Nobles Verdades.
1. La verdad del sufrimiento: el nacimiento, la vejez, la enfermedad, la muerte, son sufrimiento.
2. La verdad del origen sufrimiento: es el deseo "es desear el placer, desear la existencia.
3. La verdad de la cesación del deseo: el sufrimiento es el desapego, la renuncia a este deseo.
4. La verdad del sendero: la observación correcta, la intención correcta, la palabra correcta, la acción correcta.

- El Noble camino óctuple, es el método a seguir para detener el sufrimiento.

Entendimiento correcto.
Intención correcta.
Lenguaje correcto.
Acción correcta.
Modos correctos de subsistencia.
Esfuerzo correcto.
Atención correcta.
Concentración correcta.

Cuando el iluminado llego sus vidas de dejar el cuerpo fisco, que es la ley de este mundo. Naces para morir, mueres para volver a nacer, a la muerte Buda, este fue cremado según sus tradiciones y sus reliquias fueron resguardadas en monumentos o estupas

Todo está entrelazado en una misma frecuencia de muchos hilos energéticos de colores. La vida es una constante experiencias personal, que a través del cuerpo físico, el alma y el espiritual aprende y se expande en el camino se desarrolla y evoluciona.

Asi sea.
 Caballeros de la Orden del Sol.

domingo, 12 de junio de 2016

“Una Logia es un microondas en el que las personas despiertan”


“Una Logia es un microondas en el que las personas despiertan”


¿Qué es la iniciación? ¿Para que sirve? ¿Qué es lo que despierta en el ser humano? ¿Qué supone la entrada a los misterios? ¿Existen todavía? El Maestro

Masón Carmelo Ríos, autor del libro Maestros del Secreto, trató de contestar a estas preguntas en una conferencia abierta celebrada en la sede de la Gran Logia de España en Madrid.

Para este Maestro Masón “la tradición que se transmite” en las escuelas mistéricas como la Masonería es “algo extremadamente antiguo, puede que tenga más de 200.000 años”.

“Ser un iniciado no es en ningún caso tener una transmisión de un conocimiento teórico, haber recibido unos símbolos, unas palabras de pase, haber participado en muchos rituales iniciáticos, incluso tener los certificados en papel”, explica. El camino de la “verdadera iniciacion es un camino de escalada” en el que “la bondad, el bien, la luz, te pone a prueba”. “La iniciación es una transmisión de luz, una emersión de la luz que va a provocar sacudidas. Los egos surgen, se acentúan las pasiones dominantes al contacto con la luz”. El proceso iniciático “va a alimentar lo que haya: si persiste un ego feroz, lo va a nutrir; si una persona es buena de corazón, lo va a nutrir”, explica.

El rito iniciático, antiguamente importantísimo, ha desaparecido de la sociedad. “Actualmente la iniciación es perder la virginidad, tener tarjeta de crédito, un móvil, carne de conducir, frecuentar los bares… Ese es el rito de pase que marca los episodios de un ser humano. ¡Qué tragedia!, ¿no? Por eso, el mundo está gobernado por adolescentes de 50 años: Yo, mío, dame, más, para mí… Sin embargo, la iniciación es un proceso de maduración acelerada. Una logia es un microondas en el que las personas despiertan”, explica.

“La Masonería es una escuela para el corazón. Tienes tiempo, siempre tienes tiempo. Un francmasón es un hijo de la luz, el que mira hacia la luz, el que busca la luz. Estas trabajando sobre la gran obra de ti mismo. Un mecanismo extremadamente complicado, complejo y vulnerable”. Como antaño “la iniciación sigue siendo difícil, reservada para una élite de buscadores espirituales. Esa llave de los misterios sigue estando viva hoy en día, absolutamente viva. El acceso es igual que era antes, extremadamente complicado. Implica sufrimiento, fricción y dolor”.

El Oriente

http://www.diariomasonico.com/entrevistas/logia-es-un-microondas-en-el-que-las-personas-despiertan