sábado, 6 de diciembre de 2014

El nacimineto de Jesus el Cristo. El Amor Universal
Por: Victor Salazar soto
Caballeros de la Orden del Sol.

El altísimo se había compadecido. El cosmos se predispuso, una gran luz, para un nuevo amanecer en los tres planos de existencia espiritual, mental y física para que una gran luz alumbre un camino de un nuevo amanecer. Un ser que había superado la etapa búdica, el nirvana, el eterno gozo, esta alma uniría el cielo y la tierra, para que el plan divino se realice tal como el profundo amor La conciencia Cosmica lo había predispuesto, un ser del mundo mental se uniría a un gran hombre terrestre que con su supremo esfuerzo había alcanzado su realización como ser humano.
Era un espíritu viejo que durante muchas encarnaciones gano el título de ser un ser humano realizado, el ya no tenía que estar en este mundo para su trascendental vida en el camino de una evolución.
El volvió a nacer como un Budhi Sadva. Aquel que espera hasta el último ser humano que cruce el puente y deje sus apegos terrenales, su Karma, él es el hombre puente, el camino, el logo, el círculo, la rosa, el número siete.
Los grandes maestros de la hermandad blanca, habían visualizado el nacimiento de un gran ser, las señales manifestaban este hecho maravilloso hacia los cuatro ángulos de la madre tierra, él tendría que nacer en un lugar donde el mensaje seria difundido y expandido al mundo entero.
Era el tiempo que esta mente maravillosa debía reencarnase, ya no como un gran guerrero o un gran Rey. El nuevo Avatar tendría las condiciones de representar la esencia de lo más divino, el amor universal nacería en lo más humilde de una familia, José era ya un hombre anciano y había enviudado y tenía una gran familia de cinco hijos.
La estrella brillaba con gran intensidad, el anciano de los días desde su recinto en el desierto de Gopi, la legendaria Shamballa.
En sus meditaciones visualizaba este gran espíritu que volvía a nacer, una energía se expandía desde este recinto sagrado, los grandes Kumaras irradiaban sus bendiciones al mundo.
En la india los grandes Bramanes en sus templos observaban este hecho maravilloso, los sabios Richis se llenaban de gozo al saber que el amor universal estaba próximo a nacer.
El anciano Richis pronunciaba en silencio un poderoso mantra Hari Om.
El estaba de regreso mi señor Visnu, mi amado siempre joven Krishana, mi pastorcillo.
En el techo del mundo sonaban las grandes trompetas tibetanas expulsando y desechando aquellos espíritus impuros, abrir el camino que la nueva luz está por nacer, el mundo no volverá a estar a ciegas el uniría el cielo y la tierra, que simboliza el número 33.
En América de Norte, los Maestros del Monte Shakta entre sus meditaciones y viaje mental y astral, viajaron a todos los rincones de América.
La ruta del Sol también conocida como la ruta de Wiracocha, desde la tierra del fuego (Chile) hasta el monte Shakta, ya los maestro de la hermandad de los siete rayos estaban listos para la llegada de este gran espíritu.
Los potutos (caracola que produce sonido) sonaban al llamado, cada recinto de la fraternidad blanca mandaban a sus emisarios de la nueva luz que está por nacer.
Tres grandes maestros, al cual la historia sagrada los conoce y menciona, salieron al primer encuentro, fue un largo viaje que duro dos años. Los hermanos mayores acompañaron a estos enviados de la hermandad blanca en todo el camino, en aquellos primeros tiempos no era de extrañar que en el cielo sus grandes naves luminosas se dejen ver y fue una de ellas que los guio a estos Maestros, que son recordados por la historia como los tres Reyes Magos, tres maestros que trajeron consigo los elementos necesarios que ayudarían a este gran espíritu a recordar.
Cerca de Qumran se habían reunido los Maestros de la fraternidad de los Esenios, su asamblea era de estricto secreto, ellos serían los maestros que estarían cerca de este gran espíritu, en su nacimiento y en el transcurso de su vida, algunos de sus discípulos de amor universal fueron de esta fraternidad los Esenios.
Ellos estarían secretamente a cargo del cuidado y educación.
La misma nave en forma de cilindro fue la que acompaño a Moisés en el trayecto del desierto, de llevar aquella raza a la tierra prometida.
Pero este pueblo aun no había aprendido, estando aun contaminado en su creencia religiosa así que, toda esta generación que salió de Egipto tuvo que ser depurada por 40 años en el desierto.

Esta historia continuera

Gran Logia Benemerita de Haití.

Masones de la Lengua Española New York.
Director : R:.H:. Victor salazar 33° 96°
Gran Logia Benemerita de Haití.
Sábado 6 de Diciembre 2012. En la Ciudad de Manhattan New York los R: .H: Juan Orrego Director de la revista: Fénix News. Y El R: .H: Víctor Salazar Director de la revista: Masones de la Lengua Española New York. En esta reunión estuvo presente la Q: .H:. Alicia Rivera miembro de la R: .L:.S: Génesis de América N.144 del valle de New York.
Corresponsal de la revista: Fénix News. Tuvieron un encuentro Fraterno con el Q: .H:. Laroc Socrate miembro de la Gran Logia Benemérita de Haiti.
El Q: .H: Laroc Sócrates es miembro de la R: .L:.S:  La reunión des Vrais Amis n. 11 (la reunión de los verdaderos amigos) remitió los saludos fraternos de su V: .M: Ali Cerissier.
Luego de los protocólos y presentación del proceso histórico de su Gran Logia Benemerita de  Haití. El Q:.H:. Comento que Haití, es un gran País con un gran futuro, su Gente con gran deseo de trabajar
Luego de dos hora de trabajo Institucional, los R: .y Q:. llevaron a conocer Manhattan al Q: .H:. Laroc Socrates quedando en una próxima reunión.

 Gran Logia Benemerica de Haiti
Q:.H:. Laroc Socrate  Q:.H:. Alicia Rivera  R:.H:. Victor Salazar 33° 96°
Revista : masones de la Lengua Española New York.


viernes, 5 de diciembre de 2014

EL ÁGUILA BICÉFALA
Por: Gustavo E. Pardo Valdés 33


El nombre de Águila se aplica a varias aves de presa diurnas, algunas de las cuales llegan a alcanzar un gran tamaño, entre ellas se encuentra el Águila Real a la que. desde la antigüedad se la ha considerado un símbolo de valor y poder, debido a su fortaleza y su gran tamaño (las hembras llegan a alcanzar 1 m desde el extremo del pico al de la cola y su ancho, con las alas extendidas, puede llegar hasta los 2 metros), así como su destreza en el vuelo y lo inaccesible de los lugares donde pone sus nidos. Sus nidos que son grandes y construidos con palos y ramas, los coloca en acantilados, escarpas y otros sitios de muy difícil acceso. Las Águilas, por lo general, utilizan el mismo nido de un año a otro, a añadiendo más ramas en caso de ser necesario, con lo que el nido puede llegar a alcanzar un diámetro considerable.

El Águila, como símbolo fue utilizado desde la antigüedad, empleándola como insignia los reyes de Persia, fue un ave sagrada dedicada al sol en Egipto; en Grecia, era el emblema de Zeus, y entre los Druidas, el símbolo de Dios Supremo.

Esta ave en la mitología romana estaba asociada con la principal deidad, Júpiter, y fue el emblema de algunas legiones romanas, de la Francia bonapartista, de Alemania y de los imperios ruso y austro-húngaro, y además forma parte del escudo nacional de México...

El Águila simboliza al hombre sabio que mediante el empleo de la audacia, la investigación y el genio es capaz de contemplar la deslumbrante luz de la VERDAD sin el temor que el conocimiento de ésta inspira a los mediocres, porque el Águila es el único animal que puede mirar fijamente, sin pestañar, la luz del sol.

La Francmasonería ha colocado a esta poderosa ave como emblemática de las virtudes que ha de poseer el masón escocés en las enseñanzas que en los distintos grados de los que componen el hermoso conjunto de rituales, símbolos, alegorías que ofrece el Rito Escocés Antiguo y aceptado a sus miembros, en los cuales se emplean los diferentes significados simbólicos que en la figura del Águila ancestralmente el hombre ha plasmado desde tiempos inmemoriales.

El Águila Bicéfala tuvo su origen en la poderosa ciudad samaritana de Lagash donde fue considerada un símbolo de poder durante más de 2000 años antes de la construcción del Templo del rey Salomón. Posteriormente pasó de los samaritanos a los hombres de Akhad; de allí a los Hititas; a continuación a los Sultanes de Slkujian, de donde fue llevada, por los Cruzados a Europa, observándose este símbolo entre los Habsburgos y los Romanoff.

El Símbolo del Águila de dos cabezas se conoció por primera vez en la Francmasonería en el año de 1759, después del establecimiento en Francia del Consejo de los Emperadores de Oriente y Occidente, Rito éste de 25 grados del que se deriva la mayor parte del actual sistema del Rito Escocés de treinta y tres grados. adoptado este símbolo debido a la doble jurisdicción que el mismo comprendía, así una cabeza miraba hacia el Oriente, para proteger a los peregrinos que pudieran acercarse por esa dirección, y la otra guardaba el Occidente, con los mismos propósitos.

Los actuales Supremos Consejos del grado 33 del Rito Escocés Antiguo y Aceptado (R.E.A. y A), han heredado esa insignia del Rito de Perfección.

Como símbolo del Rito Escocés, el Águila aparece prominentemente en los grados 18, 30, 32 y 33, siendo de una cabeza en el primero de ellos y bicéfala en los demás.

Aunque el Águila Bicéfala es el emblema del grado 33 del Rito Escocés Antiguo y Aceptado. El significado simbólico de este emblema es prácticamente desconocido para una gran parte de los miembros de nuestro Rito.

El Agúlia Bicéfala, como su nombre lo indica, consta de dos cabezas, una dirigida hacia el este y la otra hacia el oeste, coronadas por un triángulo radiante en cuyo centro se encuentra el numero 33.

El Aguila se representa con las alas desplegadas, y sosteniendo entre sus garras una espada en posición horizontal, cuyo puño se mantiene a la derecha. De la espada pende una cinta en la cual se encuentra escrita la divisa ¨Deus meumque jusi.


SIGNIFICADO SIMBÓLICO


En el simbolismo del Águila Bicéfala indica que una de sus cabezas mira hacia lo infinito del pasado, y la otra hacia lo infinito del futuro, mostrando con ello que el presente es apenas una fina línea de contacto entre dos eternidades.
En general, el Águila de dos cabezas simboliza la SABIDURIA, una de las cabezas representa al PROGRESO, la otra al ORDEN.
Las alas desplegadas representan lo presto que han de hallarse los masones escoceses, para emprender la búsqueda constante de la VERDAD de cuyo conocimiento se encuentra tan precisada la Humanidad.
La espada que el Águila sostiene entre sus garras, representa el PODER y el HONOR que son los atributos naturales que deben sostener los Soberanos Grandes Inspectores Generales de la Orden en su lucha por alcanzar la REDENCION HUMANA. A este respecto se dice que un Gran Inspector General de la Orden no deberá nunca desenvainar su espada sin una buena razón, y jamás envainarla sin honor.

La divisa ¨Deus meumque jus¨, significa que el hombre debe disfrutar de TODOS sus Derechos, como ser humano que es, a plenitud, sin restricción alguna.
--------
Fuente: Visión Masónica.
El rol de la Iglesia en la Independencia Americana
por Máximo E. Calderón


Guillermo Figueres en su obra La Iglesia y su Doctrina en la Independencia de América afirma lo siguiente: “La doctrina escolástica de la soberanía popular, fundada en los apotegmas aquinianos y comentada por los grandes pensadores del siglo de Oro, enseñada en las Universidades y Colegios Mayores de Indias durante los siglos coloniales por dominicos y jesuitas, prevalece como ideología y se impone como causa principal determinante de aquel magno acontecimiento”.
¿Es esto verdad? – No, definitivamente es una burda y absoluta mentira.

En el transcurrir de la Historia, la Iglesia Católica manejó siempre un doble discurso, apoyándose en la Ley Natural para interpretar sus enseñanzas doctrinarias, a la vez que empleando un concepto platónico a la hora de aplicar su propia ley y sus propios conceptos de Justicia.
Platón enseñó que es lícito sacrificar un individuo, en pos de la felicidad de la mayoría. De esa forma la Iglesia sacrificó e inmoló a muchos individuos en pos de su propia felicidad, de acrecentar sus posesiones materiales, y de generar bienestar entre sus filas y entre los monarcas que coincidieran con sus aspiraciones.
Hoy en día se nos quiere hacer creer que la Iglesia estuvo siempre del lado de la libertad, acompañando a los oprimidos, y llevando adelante las enseñanzas sociales del Nuevo Testamento, pero no existe nada más alejado de la verdad.
La causa fundamental de su modo de actuar fue siempre la defensa de sus propios intereses, antagónicos a los intereses de los pueblos. Y la Iglesia aún sigue siendo, la antítesis de la libertad y del progreso.
Ninguna conquista democrática resulta conciliable con el espíritu clerical.

- ¿Libertad de cultos? La Iglesia es albacea exclusiva de toda la verdad, el dogma no necesita ser demostrado, el Papa es infalible en asuntos de fe. Ergo: nadie puede ser otra cosa que católico, apostólico y romano. La verdad revelada la tienen en un puño los prelados, y todos los infelices mortales, tienen que atenerse a ella.
- ¿Libertad de conciencia y pensamiento? El pensamiento no puede volar más allá de las altas cumbres de la Teología, aunque éste tome forma en las teorías científicas de un Darwin o un Galileo.
- ¿Libertad de prensa? Si pensar libremente no es lícito, menos puede ser expandir pensamientos ilícitos. La máquina de Gutenberg, para ser útil, no debe imprimir sino biblias y catecismos. Y para que no se pase de este saludable y justo término, debe existir, indispensablemente, la censura previa, la censura eclesiástica. Y si se logra burlar la censura, es obvio que debe existir la prohibición para la lectura y circulación del impreso sacrílego o herético. Y para que haya reparadora sanción debe existir la excomunión para el desobediente.
- ¿Separación de la Iglesia y el Estado? Eso no puede ser, puesto que existiendo la supremacía del poder espiritual sobre el temporal, es necesario que ambos se hallen unidos, para que pueda dominar el uno sobre el otro. Abiertamente se sostiene que las leyes humanas deben estas subordinadas a las leyes divinas. Que las normas legales de los Estados, tienen que sujetarse a los principios establecidos por el Derecho Canónico o los Concordatos.
- ¿Enseñanza laica? La enseñanza que no se ciñe a los preceptos católicos es inmoral. Consiguientemente, para que la sociedad no se corrompa ni se precipite al caos, toda clase de educación debe estar en manos de la Iglesia, o por lo menos, controlada por ella. Todo programa y todo texto debe tener la aprobación eclesiástica, para que así no se introduzcan de contrabando, autores o principios científicos reñidos con sus dogmas.
Nada de esto, puede ser establecido sin mengua de los derechos de la Iglesia.

Tampoco se puede implantar ninguna conquista social, ni aún tratándose de aquellas que favorecen directamente a los humildes, a los pobres, de que habla el Sermón de la Montaña.
Así, no se puede expropiar ni un palmo de tierra de los latifundios clericales, no se puede tocar sus censos y capellanías porque ello es ofender al Hacedor del Universo. Toda propiedad privada es institución divina, y por lo mismo, tiene carácter sagrado. Y si la propiedad es del Clero, claro está que es mayormente sagrada.
Nada de libertades, ninguna conquista social. Este el gran ideal de la Iglesia.
Por ello es que la Iglesia siempre se opuso a la Independencia americana (aunque hoy quiera mostrarnos otra cosa). Y las causas esenciales, siempre fueron de carácter económico y social, llevando al Clero por caminos opuestos a los que obliga el patriotismo y los intereses nacionales.
Y la oposición siempre fue cruel, sanguinaria y despiadada.

Virreinato de Nueva España


Desde el mismo brote de las primeras ideas separatistas, se manifestó con toda claridad la aversión del Alto Clero mexicano a la independencia de su pueblo.
Un ejemplo basta para ilustrar este hecho: el clérigo Melchor de Talamantes, por sostener que el Virrey Iturrigaray debía asumir el Poder ante la evidencia del destronamiento de los reyes de España por parte de los invasores franceses, fue apresado por orden de la Audiencia y la Santa Inquisición, juntamente con el Licenciado Verdad. Ambos murieron trágicamente a manos del Santo Oficio.
Igual sucedió durante el período de lucha que acaudillaban Hidalgo y Morelos, dos heroicos frailes representantes del Clero pobre, que fundieron sus afanes libertarios con las más caras aspiraciones de su pueblo, dando en esta forma a su patriótico combate un tinte marcadamente popular y democrático como en ningún otro país de nuestra América, concibiendo la independencia no sólo como el rompimiento de las cadenas coloniales, sino como el logro de un cúmulo de reivindicaciones sociales y económicas ansiadas por las masas explotadas.
La muerte nuevamente fue el castigo, luego de la más cruel e infame tortura por parte del Monseñor Francisco Fernández Valentín.
Igual comportamiento tuvo el clero apoyando a los poderosos terratenientes extranjeros, en contra de Juárez.

Las Alcabalas y los Estancos

Durante la llamada Revolución de las Alcabalas realizada en Quito a fines del siglo XVI, el Clero en ningún momento estuvo del lado del pueblo sublevado, sino todo lo contrario, al lado de los dominadores españoles. El Comisario de la Inquisición recorría las calles, amenazando a los oradores sediciosos “con el fuego eterno”.
El fraile Ordóñez de Cevallos, hizo el bajo papel de espía de las autoridades españolas. Otro clérigo de apellido Garabís impidió la captura de los funcionarios de la Corona presentándose con la custodia y dando voces a los combatientes “a que depusieran las armas y siguieran al Santísimo Sacramento”.
En tanto los jesuitas, se distinguieron siempre por su fidelidad a los opresores (según confiesa el mismo Padre Velasco en su historia sobre el Reino de Quito), y dice que ellos “llegaron a conseguir el entero y suspirado triunfo y pacificarlos, y reducirlos a que se sometiesen a las órdenes del Soberano, a la razón y a la obediencia”.
Tras la derrota, llegó la carnicería, y los responsables de los asesinatos a mansalva miraban impasibles la tragedia sin que ninguna voz eclesiástica se alzara para protestar por los desmanes.
Esta actuación infame fue luego largamente recompensada. El Rey ordenó en favor de los jesuitas, que la Real Audiencia “ampliase grandemente las haciendas y fincas de su colegio, para que teniendo toda comodidad en lo temporal, pudiesen atender más fácilmente al bien de la república”...
Igual cosa sucedió durante la Revolución de los Estancos.
Las iglesias y conventos se transformaron en seguro refugio de los "chapetones".
El Obispo en persona, con todos los curas de que disponía, formó “capitanías del cielo para apaciguar a los revoltosos”. Los jesuitas, nuevamente, jugaron un papel relevante y de importancia.
El Padre Recio, actor principal en los acontecimientos, agradecía a Dios, que “recibió Quito el yugo de la ley y se subordinó a ella”. Se congratulaba que la ciudad tuviera la soldadesca encima “para que no pueda levantar cabeza”.

Los comuneros de Paraguay

Fueron aquí los jesuitas la principal fuerza de que se valieron los españoles, para doblegar el movimiento.
Gracias a ellos, el delegado del Virrey de Buenos Aires pudo reunir un ejército de 6.000 hombres, sacados de las Misiones por los frailes, para cumplir su cometido. Los jesuitas Policarpo Dufo y Antonio de Rivera fueron los guías y conductores de las fuerzas de represión. Por estos hechos, el Cabildo de Asunción, decretó la inmediata expulsión de la Compañía.
El auxilio de los jesuitas, fue decisivo para la derrota de los comuneros.
Los comuneros Antequera y Mena, fueron infamemente asesinados, y el pueblo entonces mostró su indignación. El historiador Blas Garay escribió: “El furor de los paraguayos no tuvo límites cuando supieron estas noticias —la muerte de sus caudillos— y se desbordó contra los jesuitas causantes de tantos males: el 19 de Febrero de 1732 invadió sus colegios multitud de soldados y vecinos; profanó las cosas santas, y algunas cabezas rodaron en desagravio de las muy ilustres que acababan de ser sacrificadas”.

Túpac Amaru en Perú


La mejor ilustración de estos hechos, son las palabras del Obispo de Cuzco, Manuel Moscoso:
“No perdonando arbitrio ni medio que contribuyese a defender la patria y cortar la rebelión, me metí a soldado, sin dejar de ser Obispo: y así en lo más grave de este conflicto, armé al clero secular y regular, como en el último subsidio, nombré al Deán D. Manuel Mendieta, por Comandante de las milicias eclesiásticas, dispuse cartelas, alisté clérigos y colegiales, seminaristas de ambos colegios, en cuatro compañías, con sus respectivos oficiales, armas y municiones que costeé, comenzaron el tiroteo militar, sujetándose al ejercicio de las evoluciones, a la voz de un oficial secular, que se encargó de su instrucción. Ya tiene V.S.I. al clero del Cuzco en espada ceñida y fusil al hombro, esperando por instantes las agonías de la patria, de la religión y la corona, para defenderla del insurgente Túpac Amaru”.

El Clero, apoyó con todos los medios a su alcance la represión del movimiento indígena. Muchos párrocos, siguiendo el ejemplo de Moscoso, formaron batallones indígenas para dividir y combatir a los rebeldes. Otros hicieron labores más bajas todavía, siendo vulgares espías y delatores. Tal el caso del clérigo Xavier Troncoso, cura de la doctrina de Pocoata, que entrego a los verdugos a Dámaso y Nicolás Catan.
Derrotada la rebelión, los Andes se tiñeron con la sangre de los vencidos.
Decía la sentencia contra el rebelde:
“Condeno a José Gabriel Túpac Amaru, a que sea sacado a la Plaza principal y pública de esta ciudad, arrastrado hasta el lugar del suplicio, donde presencie la ejecución de las sentencias que se dieron a su mujer, Micaela Bastidas, sus hijos Hipólito y Fernando Túpac Amaru... Concluidas estas sentencias se le cortará por el verdugo la lengua, y después amarrado o atado por cada uno de los brazos y pies con cuerdas fuertes, y de modo que cada una de estas se pueda atar, o prender con facilidad a otras que pendan de las cinchas de cuatro caballos, para que, puesto de esto modo... arranquen de una vez los caballos, de modo que quede dividido el cuerpo en otras tantas partes”.

Los comuneros de Nueva Granada

Este levantamiento realizado en el actual territorio de Colombia, debería haber finalizado bien, luego de la firma del acuerdo por las 35 peticiones que habían realizado los comuneros. La comisión de negociadores encabezada por el Arzobispo Caballero y Góngora, parlamentó con los jefes sublevados, accediendo a sus demandas y se firmó capitulación que fue aprobada por la Real Audiencia.
En ella se rebajaban unos impuestos, se suprimían otros, se atenuaba su recaudo y se convenía en dar preferencia a los americanos sobre los españoles para algunos cargos en que estos eran mal vistos. También se acordó perdonar toda falta a los comuneros.
Solemnemente, se juró ante los Evangelios cumplir el compromiso y el Arzobispo hizo de testigo y garante. Más nada valieron esos juramentos pues desde el principio ya se incubaba la traición, planeada por clérigos y terratenientes.
El Arzobispo puso todo su empeño, engañando a los comuneros para que volvieran a sus pueblos. Y logrado esto, las Capitulaciones fueron rotas en forma cobarde y traicionera.

Un nuevo levantamiento terminó con su líder, José Antonio Galán, ahorcado y desmembrado, con su cabeza, manos y pies exhibidos en la plaza pública. Sus bienes fueron confiscados y su familia marcada con la tacha de infamia.
El Arzobispo afirmó luego: “Notorios han sido los escandalosos delitos del nominado José Antonio Galán y el ejemplar suplicio con que fue castigado con tres de sus cómplices, separando las cabezas de sus cuerpos para colgarlas, y además los miembros de su infame caudillo, en los lugares en donde sus atrocidades fueron mayores y más visibles”.
¿Y en que culminó esa traición y esa sangre derramada? Antonio Caballero y Góngora terminó como Virrey.

Ya entre 1810 y 1820 el Alto Clero de este Virreinato, participó activamente en contra de la emancipación. El Arzobispo de Bogotá Juan Bautista Sacristán, cabeza máxima de la Iglesia en el Virreinato, se negó a reconocer la Junta de 1810.
El Obispo de Santa Marta, Fray Manuel Redondo y Gómez, también se niega a reconocer la independencia, razón por la que es apresado y luego marcha a España.
El Obispo de Panamá, según afirmación del Padre Leturia, era igualmente realista y solo en 1821, se pasó asustado al bando patriota.
El Obispo Carrillo de Cartagena fue otro de los expulsados en 1812 por negarse a jurar la independencia, pero quien lo reemplazó, el fraile Gregorio José Rodríguez, lo superó ampliamente en intransigencia, llegando al extremo de obligar a los fieles a gritar “¡Viva el Rey!” a la salida y entrada de los templos.

Y así el clero se enfrentó a la emancipación de Cuba, y puso obstáculos a los intereses independentistas también en Chile, en Brasil, en Venezuela y en la actual Argentina.
Por intereses económicos y de poder, la Iglesia Católica siempre apoyó a los poderosos en desmedro de los pobres, los oprimidos y los desposeídos. Y fue la Santa Sede la encargada de garantizar la famosa liga de gobiernos feudales de Europa, llamada la Santa Alianza.
Su Santidad Pío VII tomó una serie de medidas para conceder audiencia especiales a los prelados americanos, ya que en ese momento España y Roma, defendían una misma causa.
Consecuencia de esta alianza fueron los “breves o cartas” de los Pontífices contra la independencia americana.
Escribe el jesuita Rubén Vargas Ugarte: “Ya en 1815 la corte de Madrid había usado de su influjo en Roma para obtener de Pío VI, una carta o breve exhortando a los prelados americanos a mantener en la obediencia al Rey a todos sus súbditos”.
Un año después, en 1816, su sucesor Pío VII es más terminante aún en otro Breve titulado Etsi ion gissimo, donde se dice nada menos que lo siguiente:
“Entre los preceptos claros y de los más importantes de la muy santa religión que profesamos, hay una que ordena a todas las almas a ser sumisas a las potencias colocadas sobre ellas. Nos, estamos persuadidos, que los movimientos sediciosos que se producen en aquellos países, por los cuales — nuestro corazón está entristecido y que nuestra sabiduría reprueba— vosotros no dejasteis de dar a nuestros rebaños todas las exhortaciones. Sin embargo, como sobre la tierra. Nos somos el representante de aquel que es el Dios de la paz, nacido para rescatar al género humano de la tiranía de los demonios... Nos, pensamos que nuestra misión apostólica que ejercemos sin mérito, nos obliga a impulsaros por nuestras letras a hacer toda clase de esfuerzos para arrancar esa muy funesta cizaña de desórdenes y de sediciones que el hombre enemigo ha tenido la maldad de sembrar allá... Fácilmente lograréis tan santo objeto, si cada uno de vosotros demuestra a sus ovejas, con todo el celo que pueda, los terribles y gravísimos perjuicios de la rebelión, si presenta las singulares virtudes de vuestro carísimo en Jesucristo, Fernando, vuestro rey católico, para quien nada hay más precioso que la religión y la felicidad de sus súbditos…”
El Papa León XII tampoco se quedaría atrás, y el 24 de Septiembre de 1824 lanzó una Encíclica con igual contenido que los documentos de sus predecesores, donde se volvía a exhortar a los jerarcas católicos de América para “que se dediquen a esclarecer ante su grey las augustas y distinguidas cualidades que caracterizaban a ese muy amado hijo, Fernando, rey católico de España, cuya sublime y sólida virtud le hacía anteponer al esplendor de su grandeza el lustre de la religión y felicidad de sus súbditos”.

Aún en 1825 —después de la batalla de Ayacucho— seguiría insistiendo sobre el mismo tema y escribiría una segunda Encíclica en contra de la Independencia, que aparte de extemporánea, contiene los conceptos más retrógrados imaginables contra el progreso y la cultura.
Llega aquí al fin el presente escrito, que no pretende ser un meduloso análisis de la actuación de la Iglesia Católica frente a la gesta independentista americana, sino solamente una muestra testigo.
Se pretende dar algunos ejemplos, algunas informaciones documentadas y fáciles de conseguir hoy en día, para todos aquellos que aún crean el Clero promovió y ayudó a la libertad americana.
Muy por el contrario, la desesperación por el poder y las riquezas que siempre mostró la Iglesia Católica, nos dejan muchas más muestras de traiciones y contubernios que las que hasta aquí han sido vertidas.
En este 2010, varios países de América celebran su gesta independentista y libertaria. Que sirva este pequeño bosquejo como para abrir el camino a la verdad, pues como decía nuestro querido gitano Sandro: “Un botón basta de muestra, lo demás… a la camisa”.
---------------
Fuente: HermanosTresPuntos.
La masonería fue fuente para la libertad de América

América tuvo en la masonería una fuente de inspiración para el logro de su independencia.

Se asegura que Francisco de Miranda, Simón Bolívar, José Antonio Páez, Santiago Mariño y muchos otros de los libertadores venezolanos pertenecieron y participaron en las logias masónicas de la época.

En Europa y la América anglosajona del Norte también ejerció gran influencia esta rama del pensamiento, llegándose a afirmar que todos los hombres que participaron en la independencia de esa nación fueron miembros activos de la masonería.

¿Qué es la Masonería?


El misterio que encierran los templos masónicos con su magnificencia, su soledad y la solemnidad de las personas que los visitan llevan a pensar que dentro de ellos se realizan ritos reñidos con la religión, aproximándose o sobrepasándose hacia lo satánico. Pero no es así. La información que se puede obtener asegura que la masonería es una rama filosófica, independiente de cualquier tipo de religión, que sirve al hombre para conocerse a sí mismo en función de contribuir con el desarrollo de la humanidad, a través de la fraternidad, la igualdad y la libertad.

La masonería es una sociedad iniciática en la que se encuentran las diferentes escuelas de pensamiento y concepciones de la vida. En esta corriente no se toman posiciones extremas, pero tampoco existen catecismos para modelar la conducta de los miembros. Cada uno de ellos deduce las ideas a seguir y aplicar, de acuerdo a su entendimiento y práctica cotidiana.

El trabajo masónico tiene dos vertientes, una filosófico-simbólica y otra social, ambas necesarias. Puede ser que un masón prefiera inclinarse más por un aspecto que por otro, pero cada cual es libre de aportar los trabajos que prefiera.

Fundada por albañiles

Quienes han investigado los orígenes de esta agrupación consideran que nació de una asociación de albañiles formada al construirse la Catedral de Estrasburgo en el siglo XII; otros la atribuyen a Oliverio Cromwell (1579-1658), Lord Protector de Inglaterra en el siglo XVI, y otros la asocian con el nacimiento de la Compañía de Jesús, en 1534.

Puede añadirse, sin embargo, que los misterios y ritos de la masonería proceden de transmisiones regulares de los misterios del mundo antiguo (egipcios, griegos, romanos); de las enseñanzas cristianas, de los cabalistas de la Edad Media, de la Escuela de Alejandría, los rosa-cruces, los hermetistas del Renacimiento y los Templarios.

De la doctrina Hindú toman, entre otras cosas, la existencia de una inteligencia suprema, cuya providencia lo gobierna y lo conserva todo; que el alma no muere nunca, sino que pasa de un cuerpo a otro a merced de la metempsicosis (transmigración de las almas) y que va recibiendo en las sucesivas vidas las penas o recompensas de las que se haya hecho acreedora en las anteriores, mejor conocido como la Ley del Karma.


De los egipcios tomaron los conocimientos impartidos por Hermes Trimegisto (tres veces sabio) y los misterios utilizados para sus estudios, que estaban agrupados en menores y mayores, divididos en tres grados e impartidos a los iniciados bajo solemnes juramentos de secretos.

Su instrucción estaba envuelta en los rituales de Iniciación, Paso y Elevación y es, básicamente, de esta forma como han llegado a la Masonería de Grados, correspondiendo cada uno de ellos a un tipo de iniciación.

De los griegos tomaron sus sistemas de aprendizaje a través de misterios y las enseñanzas de Pitágoras. De los judíos utilizan las enseñanzas de Salomón y de Mitra, mientras que de los colegios romanos usan la organización y de los cristianos, el esoterismo.

Otras influencias obtenidas por la masonería provienen de Los Druidas, Esenios y Templarios, quienes en sus tiempos tuvieron agrupaciones de tipo místico y selectivo, con una gran oposición de la iglesia dominante en aquella época.

La independencia de Venezuela

La historia refiere que los primeros masones que existieron en Venezuela se reunieron en La Guaira y estaban encabezados por José María España, Manuel Gual y Simón Rodríguez.

Era una sociedad secreta que se alimentó de los conocimientos de Juan Bautista Picornell, pedagogo español que, junto a José Lax, Manuel Cortés Campomanes, Bernardo Garaza, Juan Manzanares, Juan Pons Izquierdo, Joaquín Villalba y Sebastián Andrés –todos masones–, llegaron a Venezuela encadenados, luego de ser descubiertos en una conspiración contra el rey de España y condenados a prisión en Cartagena de Indias.

Luego de la muerte de José María España y de Manuel Gual, quedó la semilla de la masonería, la cual renació en el Oriente del país con el apoyo de marinos ingleses que visitaban con frecuencia la región desde Trinidad.

Santiago Mariño, uno de los principales próceres de la independencia, inicia su vida como masón en esta isla. Según José Miguel Rivas Bravo, la primera logia regular fundada en territorio venezolano fue la Logia “San Juan de la Margarita”, en 1808. Dependía de la Logia “España”, de Madrid. Suspendió sus trabajos en 1815, cuando Margarita fue invadida por el general Pablo Morillo.

Esta logia es la primera fundada en Suramérica. No se ha podido demostrar que en Colombia, Argentina, Chile y Perú se fundara alguna logia antes de 1808. La más antigua logia de la Nueva Granada se fundó en 1811. En Argentina, la primera se fundó en 1814. Por tanto, la Isla de Margarita tiene el honor de haber sido el asiento de la primera logia sudamericana.

El pronunciamiento del 19 de abril de 1810 fue obra de la masonería. Los principales protagonistas, José Cortés Madariaga y Juan Germán Roscio, eran masones activos. La “Sociedad Patriótica era un cenáculo de masones. Inclusive, los creadores del Gloria al Bravo Pueblo, Juan José Landaeta y Vicente Salias, también pertenecían a esta hermandad.

También existen pruebas de que Simón Bolívar, Francisco de Miranda, Carlos Soublette, José Antonio Páez, Manuel Piar, Gregor Mac Gregor y muchos otros personajes de la independencia venezolana pertenecieron a diferentes logias que se vieron en la necesidad de paralizar sus acciones por las acciones guerreras.

Libertad, Igualdad, Fraternidad

Según los Masones, Libertad, Igualdad y Fraternidad son los principios utilizados en esta asociación para combatir los privilegios y la intolerancia, mediante el estudio de la ciencia, la investigación de la verdad, la práctica de la virtud y el ejercicio de la filantropía. Trabajan por la paz y la justicia, por el progreso moral, intelectual y material del hombre y por el de la sociedad.

La masonería sería una actividad emprendida por hombres y mujeres íntimamente unidos que, empleando formas simbólicas sacadas principalmente del oficio de la albañilería y de la arquitectura, trabajan por el bienestar de los seres humanos, esforzándose por mejorarse a sí mismos y mejorar a los demás, con objeto de construir una liga universal de la humanidad.

Dicen que su misión es hacer amigos a los hombres y mujeres, refinar y exaltar sus vidas, intensificar su fe y purificar sus sueños para que rindan homenaje a la verdad, a la belleza, a la justicia y al carácter.

Fuente: Igor García / Ciudad CCS
MASONERÍA Y OPUS DEI
Por Jorge Eliécer Salazar Avenia

REFERENCIA HISTÓRICA

El Opus Dei fue fundado por Josemaría Escrivá de Balaguer en Madrid el 2 de octubre de 1928, aunque en ese momento solo se llamó la “Obra”. Su pretensión de denominarla “La Obra de Dios” -Opus Dei- sólo se concretó el 14 de febrero de 1930, cuando dijo que recibió directamente el mensaje desde la divinidad.
En sus inicios el Opus Dei dirigió sus trabajos a los enfermos de los hospitales y los pobres, y fue rapidamente extendiéndose a distintas actividades sociales y económicas. Igualmente en 1930, Escrivá acepta que el Opus está dirigido también a la mujer y dentro de su membresía se abre una categoría especial para las mujeres aunque básicamente está conformada, por varones, en la medida en que su cúpula de poder y mando está formada por religiosos y clérigos.

Desde 1933 incursionó en la educación y a través de la Academia DYA comenzó su trabajo en este campo en Madrid. Como lo dicen sus propios reglamentos, la misión de la Academia, además de impartir educación universitaria en Derecho y Arquitectura, es la de dar formación religiosa y enseñar el mensaje del Opus Dei entre la juventud. Este fin esencial en la educación que se imparte bajo los dictados de la Obra se ha mantenido y reafirmado desde entonces.

Durante la guerra civil española el Opus Dei fue una avanzada y activísimo grupo combatiente contra la República Española y a favor del generalísimo Francisco Franco. Esta colaboración prestada por el Opus Dei al dictador Español fue tenida en cuenta y compensada posteriormente durante el largo período de gobierno de la dictadura.

A comienzos de 1940 oficialmente la iglesia católica concedió aprobación al Opus Dei, a través del Obispado de Madrid. Y en el 1943 a través de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz se le autorizó para ordenar sus propios sacerdotes, convirtiéndose así en un tiempo relativamente corto en una poderosa congregación con capacidad para darse sus propios dirigentes. Los años finales del decenio de 1940 encuentran radicado en Roma a Escrivá de Balaguer, en donde mediante una intensa actividad de lo que hoy llamamos lobby consiguió que el Vaticano diera la primera aprobación pontificia del Opus Dei y lo constituyera en Instituto Secular. En 1950 Pio XII promulgó la aprobación definitiva de la obra. El Decreto aprobatorio permitió la aceptación en el Opus Dei de personas casadas y la asimilación de sacerdotes de otras congregaciones católicas.

En tan sólo 20 años el Opus Dei recorrió un camino que costó años y en ocasiones siglos a otras congregaciones católicas.

A finales de los años 50 se inicia la expansión continental a la América Hispana del Opus Dei. Perú, México, Venezuela, Guatemala, Chile, Argentina, Colombia, Ecuador, Uruguay, Brasil, Paraguay, Bolivia, Puerto Rico, Honduras, Trinidad Tobago, República Dominicana y Nicaragua, así como también Canadá y Estados Unidos, y en fin todos los países centro y sur americanos entran a formar parte de los objetivos de la obra de Escrivá de Balaguer. El mismo, o las más altas autoridades de la congregación visitan los países, promueven la fundación de colegios y la instalación de capítulos, no sólo en España y Portugal, sino también en América Latina. Cuando Escrivá de Balaguer fallece, el 26 de junio de 1975, el Opus Dei es ya un poderoso brazo de la Iglesia instalado en el poder o muy cerca de él en los países Hispano Americanos.

Toda la influencia y el poder de la Iglesia Católica se ha puesto a las órdenes y al servicio del Opus Dei desde su fundación. ¿Qué razones ha habido para ello?. Para contestar este interrogante debemos analizar las condiciones y el momento histórico en que es fundado y mirar, así sea a vuelo de pájaro, las relaciones entre la Iglesia Católica y la Masonería antes de la creación del Opus Dei y después de ella.


MASONERÍA E IGLESIA CATÓLICA

A pesar de que las relaciones entre la Orden Masónica y la Iglesia Católica han sido siempre difíciles y cargadas de problemas, no obstante, podemos establecer tres momentos en ellas: dos períodos puntuales de tensión y enfrentamiento, el primero, se dio en el siglo XVIII y el segundo, en el siglo XIX, y un tercer período de serenidad y acercamiento, especialmente de la Masonería a la Iglesia Católica, que ha sido perturbado por algunos sectores fundamentalistas en materia religiosa y de derecha en orientación política.

Rápidamente miremos cada uno de ellos. El Siglo XVIII, ve nacer formalmente la Masonería con las Constituciones de 1722 de los pastores Anderson y Desaguliers y es una centuria llena de zozobra y persecuciones contra la Orden Masónica. Realmente, fueron escasos los gobiernos y los estados que no prohibieran la masonería y las reuniones de masones. En realidad la Corte de Roma o la Santa Sede no fueron los primeros ni los únicos en condenar y prohibir la masonería. En 1735 lo hicieron los Estados Generales de Holanda; en 1736, el Consejo de la República y Cantón de Ginebra; en 1737 son la Francia de Luis XV y el Príncipe Elector de Manheim en el Palatinado, Hamburgo y Federico I de Suecia en 1738; María Teresa de Austria lo hará en 1743; en Aviñón. París y Ginebra en 1744; en 1745 el Cantón de Berna, el Consistorio de Hannover y de Nuevo París, incluso el Gran Sultán de Constantinopla lo hará en 1748; Carlos VII de Nápoles (futuro Carlos III de España) y su hermano Fernando VI de España en 1741; en 1763 los Magistrados de Danzintg; en 1770 el Gobernador de la Isla de Madeira y los Gobiernos de Berna y Ginebra; en 1784 el Príncipe de Mónaco y el Elector de Baviera Carlos Teodoro; en 1785, el Duque de Baden y el Emperador de Austria José II; en 1794 el Emperador de Alemania Francisco II, el Rey de Cerdeña Víctor Amadeo, y el emperador Ruso Pablo I; en 1798 se suma a los perseguidores Guillermo III de Prusia, éstos solo para citar los más conocidos. No hubo entonces suelo europeo, donde no se persiguiera a la Masonería.

Sin embargo, no pueden considerarse todas estas persecuciones como hechos aislados atribuibles exclusivamente a cada Estado, gobernante o autoridad. Ellas tienen un hilo conductor que habrá de mostrarse con las prohibiciones y condenas de los Papas Clemente XII en 1738 y Benedicto XIV en 1751, así como en el Decreto del Cardenal Firrao para los Estados Pontificios en 1739.

En ese momento los cargos que se le hacen a la Orden Masónica se refieren al Secreto riguroso con que los masones se protegían y al juramento que ellos hacían. Cargos que permitieron aplicarles el derecho, heredado del Imperio Romano, que consideraba como ilícita, subversiva y un peligro para la tranquilidad de la religión oficial, el buen orden y la tranquilidad de los Estados, a toda asociación o grupo no autorizado por el Gobierno.

A estos motivos que podrían llamarse de Estado, que tuvo la Roma Antigua para perseguir a los primeros cristianos, los Papas Clemente XII y Benedicto XIV agregaron el considerar a los masones y a sus reuniones como sospechosos de “herejía”, y argumentaron a favor de este criterio el hecho de que los masones admitían en sus reuniones a todo tipo de individuos, fueran católicos o no católicos, y sancionaron con pena de excomunión a los masones.

Esta drástica medida para combatir la masonería está claramente establecida en el Edicto del Secretario de Estado del Vaticano, el Cardenal Firrao, promulgado el 14 de enero de 1739, en el que se dice “que las reuniones masónicas eran no sólo sospechosas de herejía, sino, sobre todo, peligrosas a la pública tranquilidad y a la seguridad del Estado Eclesiástico, ya que de no tener materias contrarias a la fe ortodoxa y al Estado y tranquilidad de la República, no usarían tantos vínculos secretos”. Una consecuencia inmediata y directa de este edicto fue la pena de muerte, confiscación de bienes y demolición de las viviendas de los masones.

Además, se dio también como resultado del mencionado edicto la creación del llamado delito de masonería, pues en las naciones con gobiernos confesionales, los masones fueron perseguidos no por serlo, sino por ofensa a la religión católica, puesto que estaban excomulgados, fundamentándose el delito de masonería en la lesión del Orden religioso católico, y desde el momento que éste se tenía como base de la Constitución de los Estados católicos, el delito eclesiástico automáticamente pasaba a concebirse y castigarse como delito político.

Lo anterior explica porqué en ningún documento del Siglo XVII incluidas las bulas de Clemente XII y Benedicto XIV, se prohibe la masonería en cuanto a institución, sino "las reuniones de masones", las cuales se señalan con nombres disímiles en la bula In eminenti del Papa Clemente XII, como son Asambleas, Conventículos, Juntas, Agregaciones, Círculos, Reuniones, Sociedades, etc.

El segundo momento de las relaciones entre la masonería y la Iglesia Católica se va a dar en el siglo XIX. Viene marcado este período por la aparición de las sociedades patrióticas y políticas, por un lado, y el impacto de la Revolución Americana, primero, y luego de la Revolución Francesa en los soberanos absolutistas de la Europa del Congreso de Viena que no se resignaban a perder su poder. Situación ésta que va a merecer especial preocupación por parte de Roma.

Sabido es, que ambas revoluciones van a contar entre sus líderes y víctimas a muchos masones e incluso sacerdotes católicos que se supo en ese momento pertenecían a la masonería, como es el caso del cura católico Gallot, que fue más tarde elevado a la condición de beato por la Iglesia Católica. Este papel preponderante de la masonería en ese momento histórico creó dos situaciones diferentes. Por un lado, en los países anglosajones, como Estados Unidos, Gran Bretaña y países nórdicos, la masonería adquirió prestigio social y tuvo presencia política, inclusive con figuras del clero no católico. Es así como los Reyes de Inglaterra y Suecia pertenecían a la masonería en sus respectivos países y gran parte de los presidentes de Estados Unidos militaban en sus filas.

En cambio, en los países católicos los ideales de la masonería, confundidos e identificados en gran medida con los del liberalismo, suscitaron por parte de la Iglesia católica y de los gobiernos absolutistas de la época una dura reacción contra la masonería, originada en la conocida unión del Trono y el Altar en defensa de sus respectivos poderes. Esta imagen de la Masonería Latina - Europea fue la que atrajo a los líderes de la revolución Hispanoamericana, Bolívar, Miranda, San Martín, Santander, etc.

De manera que en los primeros años del siglo XIX el enfrentamiento masonería - Iglesia católica va a darse dentro de los marcos de interpretación de las revoluciones americana y francesa y de las consecuencias surgidas alrededor del denominado mito del complot masónico - revolucionario, difundido por el abate Barruel. Este famoso mito atribuyó a la masonería la creación de grupos de subversión, levantados en armas contra los gobiernos de los Estados, y que hostilizaban en la lucha armada a la Iglesia católica, como la renombrada Carbonería Italiana. La profusión de estas sociedades secretas las atribuyó la Iglesia a los masones, evitando así que la Masonería Latina - Europea pudiera, al igual que la Anglosajona evolucionar rápidamente en su crecimiento y desarrollo.

El Vaticano no desaprovechó la oportunidad para mantener la prohibición y la condena contra los masones y sus reuniones, llegándose inclusive a considerar a la masonería como una "Sociedad clandestina cuyo fin era conspirar en detrimento de la iglesia y de los poderes del Estado". En este sentido, se pronuncian la Constitución Ecclesian Christi de 1821 promulgada por el Papa Pío VII y la Humanum Genus de 1884, dada por León XIII. Pío IX y León XIII en el ánimo de mantener la confrontación con la masonería, se refirieron a ella en sus documentos y alocuciones, en más de 2000 ocasiones.

En este período crítico de las relaciones entre ambas Instituciones, la Iglesia llegó inclusive a afirmar que la masonería atacaba "los derechos del poder sagrado y de la autoridad civil", que "conspiraba contra la Iglesia y el poder civil", que "atacaba a la iglesia y los poderes legítimos". En Humanum Genus, León XIII afirma que el último y principal de los intentos de la masonería "era el destruir hasta sus fundamentos todo el orden religioso y civil establecido por el cristianismo, levantando a su manera otro nuevo con fundamentos y leyes sacadas de las entrañas del naturalismo". Afirma también que "la secta masónica tiene empeño en llevar a cabo las teorías de los naturalistas" y que "mucho tiempo ha que trabaja tenazmente para anular en la sociedad toda injerencia del magisterio y autoridad de la Iglesia y a este fin pregona y contiende deberse separar la Iglesia y el Estado, excluyendo así de las leyes y la administración de la cosa pública el muy saludable influjo de la religión católica".

Este enfrentamiento originó que en el Congreso Internacional de Trento se le diera a la masonería un trato que llevó a la Orden masónica de los países latinos a pregonar y practicar un exacerbado anticlericalismo y laicismo.

El resultado final, ya en los albores del siglo XX, es que el Código de Derecho Canónico promulgado el 27 de mayo de 1917, después de la muerte de León XIII, recogió la doctrina jurídica de la iglesia sobre la masonería, especialmente las de Pío IX y León XIII. Es así como en el canon 2335 se confirman las disposiciones pontificias del siglo XIX, precisando la sanción al establecer que "los que dan su nombre a la secta masónica o a otras asociaciones del mismo género, que maquinan contra la Iglesia o contra las potencias civiles legítimas, incurren ipso facto en excomunión simplemente reservada a la Sede Apostólica".

Es precisamente en este período lleno de agrios y duros enfrentamientos entre la masonería y la Iglesia católica cuando en 1928 Josemaría Escrivá de Balaguer funda el Opus Dei. Desde su creación la nueva congregación aglutinó a los miembros más ortodoxos y fundamentalistas del clero católico, quienes comenzaron su trabajo misional con esos sectores de la feligresía.

En realidad de verdad, "La Obra" debió ser un propósito que tal vez se anidó en el ánimo de Escrivá desde mucho antes de 1909 y cuyos orígenes pueden rastrearse en el primer decenio del siglo, alrededor del periódico "El Debate" perteneciente a la escuela del Real Patronato de Santa Isabel, en donde él ejercía como profesor de Filosofía y de Deontología; o en sus relaciones estrechas con la Asociación Católica Nacional de Propagandistas, la cual desde "El Debate" impulsaba de manera dogmática su creencia religiosa. Esta Asociación de propagandistas fundada en 1909 por el sacerdote jesuita Ayala tenía como fin "formar unas minorías escogidas, compuestas de hombres 'apostólicos' pertenecientes a las más variadas profesiones sin que tuviesen necesidad de hacer un voto especial de carácter religioso"; o en sus cercanas relaciones con Gil Robles fundador de la "Confederación Española de los Derechos Autónomos" partido político de carácter religioso.

Todas estas relaciones y amistades con el más crudo sectarismo religioso español y la violenta derecha hispana, fueron caldo de cultivo del Opus Dei. Si a esto agregamos el momento histórico en que se da – al que nos hemos referido antes, es posible entender que el Opus Dei fuera desde sus inicios un ariete que golpeó de manera sistemática a la masonería y a los masones. Situación que habrá de verse de manera muy especial y concreta en España, en donde la masonería fue soporte activo y combatiente a favor de la República, mientras que la gran mayoría de la Iglesia católica, especialmente sus más altas jerarquías lucharon a favor de las fuerzas de Franco.

Este carácter antimasónico del Opus Dei, enraizado en su mismo nacimiento, va a generar otra de las características, ésta coincidente con la masonería, y fue la de utilizar algunos de los principios filosóficos esenciales de nuestra Augusta Institución en su ideario religioso, además de que sus miembros se someten a un rito de iniciación secreto, pero marcando su trabajo social, en salud y educación, con postulados políticos muy diferentes a los de la masonería. Es decir, de alguna manera Josemaría Escrivá buscó formar una masonería para los sectores más recalcitrantes y dogmáticos de la Iglesia católica.

Esta actitud del fundador del Opus Dei, pretendió atraer también hacia La Obra y alejar de la masonería, a los sectores más tolerantes del clero católico y de su feligresía creyente. Este aspecto del Opus Dei necesariamente tenía que producir, recrudecer y mantener las diferencias con la Orden, especialmente en España, México y Brasil.

Creado ya el Opus Dei, se va a presentar el tercer período, cuyo punto de referencia más importante es la celebración del Concilio Vaticano II (1961-1965), en cuyas conferencias habrá de darse una tendencia mayoritaria de aproximación entre la masonería y la Iglesia católica. En este sentido, los Obispos de Méjico, Monseñor Sergio Méndez Arceo y de Brasil, el sacerdote jesuita Riquet, junto con la mayor parte de la Iglesia francesa, holandesa y escandinava lideraron este acercamiento.

Uno de los más interesados en que este acercamiento cristalizara fue el buen Papa Juán XXIII, quien en 1963 hizo pública la siguiente Oración:

"Señor y Gran Arquitecto:

"Nosotros nos humillamos a tus pies e invocamos tu perdón por la herejía en el curso de desconocer en nuestros hermanos masones como tus seguidores predilectos.

"Luchamos siempre contra el libre pensamiento, porque no habíamos comprendido que el primer deber de una religión, como afirmó El Concilio, consiste en reconocer hasta el derecho de no creer en Dios.

"Habíamos perseguido a aquéllos que dentro de la propia iglesia habíanse distanciado inscribiéndose en las Logias, despreciando todas las injurias y amenazas.

"Habíamos irreflexivamente acreditado que una señal de la cruz pudiese ser superior a tres puntos formando una pirámide.

"Por todo esto nos arrepentimos Señor y con tu perdón te rogamos nos hagas sentir que un compás sobre un nuevo altar puede significar tanto como nuestros viejos crucifijos. Amén."

En el año de 1974 el Cardenal Seper, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, admitió públicamente la existencia de masonerías sin ánimo de enfrentamiento religioso con la Iglesia católica y reconocía por primera vez desde 1738 que la excomunión lanzada hacía dos siglos era entendible en medio de los problemas políticos y de luchas religiosas ya superados. Producto de esta nueva situación, la Iglesia católica promulgó el 8 de enero de 1983 un nuevo código de derecho canónico, en el cual el antiguo y drástico canon 2335, al que ya hice referencia antes, fue sustituido por el canon 1374, en el cual ya no hay una referencia concreta a la masonería ni a la excomunión y cuyo tenor literal es el siguiente: "Aquéllos que dan sus nombres a asociaciones que maquinan contra la iglesia, serán castigados con una pena justa; aquéllos que las promuevan o dirijan serán castigados con la pena de entredicho".

Este canon resistió todas las presiones de los sectores más ortodoxos de la Iglesia, entre los cuales destacó por su activísima participación para evitar que se promulgara, el Opus Dei. No obstante, el Cardenal Ratzinger, actual prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cercano al Opus Dei y su gran defensor en las antesalas del Vaticano, expidió una Declaración sobre las Asociaciones Masónicas el 27 de noviembre de 1983, en la cual insiste en la condena y el rechazo a la masonería y prohibe a las autoridades eclesiásticas locales pronunciarse sobre esta Asociación ya que se le considera inconciliable con la doctrina de la Iglesia. Posteriormente el 23 de febrero de 1985, ante el poco acatamiento que había tenido dicha Declaración, el Obsservatore Romano, órgano oficial de El Vaticano, publicó un artículo sin firma denominado "Reflexiones a un Año de la Declaración de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Inconciabilidad entre la Fe Cristiana y la Masonería". Esta nota es la vuelta a los tiempos inquisitoriales de la Iglesia, respecto de la Orden Masónica.


MASONERÍA, OPUS DEI Y PODER

A pesar de ser la Masonería organización apolítica, uno de los cargos que le hicieron los gobiernos absolutistas y el Vaticano fue el de ser una asociación que perseguía el poder para derrocar los gobiernos imperantes con el fin de instaurar sus propios postulados y doctrinas, extraídos del más furioso anticlericalismo y laicismo y de las enseñanzas del naturalismo, en el decir de ellos.

La caída del absolutismo no quiso ser comprendida como una reacción de la sociedad en general, como en efecto lo fue, sino que en sectores interesados, la participación de los masones en los hechos revolucionarios de 1779 y 1781 en América y Francia, fue una confirmación de las actitudes subversivas de la Masonería.

En los siglos XIX y XX se da el apogeo de los gobiernos laicos como consecuencia de la separación de la Iglesia y el Estado. Este hecho significó la pérdida de una gran parte del poder terrenal que la Iglesia Católica ejercía en Europa y América Latina.

Retomar ese poder perdido ha sido uno de los fines del Opus Dei. Para conseguirlo ha trabajado durante setenta años tanto dentro de la organización de la propia Iglesia como de los gobiernos de España, Portugal e Hispanoamérica. En este tiempo, brevísimo en comparación con los tres milenios que ajusta la Iglesia de Roma, su diplomacia se ha adjudicado destacadísimos logros en uno y otro campo. Se ha convertido en la más importante fuerza dominante dentro de la Curia Romana, contando inclusive con el decidido apoyo de Juán Pablo II, aunque ello le ha granjeado no pocas resistencias y oposiciones de otros sectores de la Iglesia igualmente poderosos, que se han visto desplazados por la Obra. Según el Annuario Pontificio cuenta con 80,000 miembros en 80 países de todo el mundo, de los cuales 2,000 son sacerdotes. Es la única diócesis flotante, como prefectura personal, que existe y por lo tanto no está sometida a ninguna autoridad eclesiástica local y está gobernada por un prelado general que solo rinde informes al Papa cada cinco años. Esta situación ha llevado a que grupos de la Curia Romana digan que el Opus Dei pretende ser una Iglesia dentro de la Iglesia.

De otro lado, el hecho de trabajar en todo el mundo con los jóvenes, le permite estar en contacto con lo más granado de la inteligencia y del poder económico de los países. De esta manera, ha conseguido en las naciones hispanoamericanas colocarse muy cerca del poder político, cuando no dentro de él. Así ha orientado muchas de las políticas de gobierno en España, Colombia, Perú y otros países centro y sur americanos.

Superado el problema eminentemente religioso, que para la masonería no existe, se quiere presentar la lucha por el poder como otro factor que no permite la conciliación de las dos Instituciones. Debido a que el Opus Dei busca ser pilar ideológico y doctrinario, desde una visión teocrática de los gobiernos, rechaza por peligrosa la apoliticidad propia de la masonería.


CONCLUSIONES

Podemos concluir esta breve charla afirmando que:

1. El Opus Dei es una congregación de carácter religioso, con características de secta, y, por ende, dogmática, al servicio del fundamentalismo y la ortodoxia de la Iglesia católica. La Masonería, por el contrario, es una filosofía, carente de etiquetas religiosas, filantrópica, ética y apolítica.

2. El Opus Dei es una Institución Religiosa Católica, con la cual tal vez la Curia Romana está experimentando la posibilidad de recuperar para la religión el poder político en los Estados.

3. Aunque el Opus Dei sea una organización que tiene iniciados y ritos iniciáticos para sus miembros, que comparte con la religión católica los llamados misterios de la Iglesia, no es en realidad una masonería, pues se aparta de muchos de los principios fundamentales de esta Institución.

4. El Opus Dei busca a través de la práctica religiosa el poder terrenal para la Iglesia católica. Lo cual significaría un retroceso histórico al volver a confundir el Trono y el Altar bajo una misma fe o credo. La masonería respeta toda creencia o práctica política que funcione lícitamente dentro de los Estados, si bien procura que los afiliados suyos que ejerzan poder político lo hagan con observancia de su enseñanza ética, moral y filosófica.

5. Si bien el acercamiento entre Masonería y Opus Dei es posible, dentro de los postulados de tolerancia y respeto, esa sola circunstancia no borrará las discrepancias y diferencias entre las dos Instituciones.


BIBLIOGRAFÍA

BUNSON, Matthew E: “La Sabiduría del Papa” - palabras de esperanza e inspiración de Juan Pablo II – Editorial EDAF. Madrid, 1.996.
DE KEMPIS, Tomas: “Imitación de Cristo”. Editorial Tor, Buenos Aires.

Enciclopedia Británica Online: “Opus Dei”. En: http://members.eb.com/bol/topic?eu=58673&sctn=1.

FERRER BENIMELI, José Antonio: “Cursos de Verano en el Escorial” –Masonería y Religión: convergencias, oposición, ¿incompatibilidad?, Primera Edición. Editorial Complutense. España, 1.996.

GUERRY, Emile, Monseñor: “La Doctrina Social de La Iglesia”, Segunda Edición. Ediciones Rialp S.A. Madrid, 1.961.

Historia del Opus Dei. Publicada por la Oficina de Información del Opus Dei en España, 1.998.

LE VAILLANT, Yvon: “La Santa Mafia”. Editores asociados, S. de R. L. México, 1.971.

MONCADA, Alberto: “Historia Oral del Opus Dei. Editorial Plaza & Janés, 1.987.

VACA DE OSMA, José Antonio: “La Masonería y el Poder”. Editorial Planeta. Barcelona España, 1.992.


Charla leída por el Ven:. H:. Jorge Eliécer Salazar Avenia en la Ten:. Ord;, y de calendario de la Resp:. Log:. Unión No. 9, Jurisdiccionada a la Serenísima Gran Logia Nacional de Colombia con Sede en Cartagena el día 1 de agosto de 1.999
------------
Fuente: MasonesBlogia, GLRBV.


SINTESIS TEMA MASÓNICO


LAS CONDICIONES DE LA RENOVACIÓN MASÓNICA: TRADICIÓN Y MODERNIDAD.

Documento de Síntesis

3er. ENCUENTRO DE C.·.I.·.MA.·.S.·.
Montevideo, Uruguay, 19 al 22 de Septiembre de 2005
Este Documento es la Síntesis elaborada a partir
de las 9 ponencias presentada durante las sesiones
del 3er Encuentro de CIMAS (2005).
El mismo fue elaborado por una Comisión de Trabajo y
aprobado unánimemente por el Plenario.



Tradición deriva del latín "tradere", que significa "dar a través", "transmitir", se revela como un arte o una ciencia de la transmisión, de la comunicación y del paso entre generaciones del saber ser y el saber hacer.

La Antropología define la tradición como la capacidad de recrear lo que ha sido, es decir de reactualizar con los medios del presente, las adquisiciones del pasado.

No se trata simplemente de conservar, sino tener la capacidad de renovar, de volver a dar vida a lo que fue mediante la integración de la experiencia y las necesidades del momento.

Es un llamado a la memoria y a la imaginación y no consiste solo en una visión artificial. La tradición debe ser concebida como una realidad viviente.

Cuando una tradición se pierde, es decir cuando se convierte en un acto reiterativo que preserva pero no renueva, la memoria se separa de la imaginación y el presente se constituye en una copia repetitiva y estéril del pasado.

Nuestra condición masónica es producto de una transferencia, de una transmisión de informaciones, costumbres y rituales, que comienza en nuestra Iniciación. Estas costumbres se reciben de generación en generación, por medio de sensaciones, vivencias y enseñanzas atemporales.

La Masonería entonces es poseedora de una tradición iniciática, que se traduce en un método constructivo que se ha creado, conservado y reelaborado por medio de la comprensión e internalización de una serie de conocimientos.

La Tradición es la cadena que nos une con nuestros orígenes, nuestro pasado y con nuestro futuro. Así como cada uno de nosotros es un eslabón en su tiempo, en este todo, somos producto de masones antiguos, y generadores de masones nuevos. La sensibilidad que motiva nuestro aprendizaje es la misma, pero cada uno de nosotros, en cada presente, adecuará su aprendizaje y transmitirá la impronta de su tiempo que - sin alejarnos de la esencia de lo que somos - nos adaptará a lo contemporáneo; y exige que sepamos adaptar las herramientas heredadas de nuestros antepasados en esta construcción de hoy.

Se trata de una evolución o progresión que se lleva a cabo a través de la confrontación "consigo mismo" asumiendo y transformando los propios defectos, generando un cambio tanto en nuestras costumbres como en nuestro pensamiento; y en interacción con el medio en el cual nos desenvolvemos.

Los masones hoy, al igual que los masones de todos los tiempos, nos dedicamos a cumplir el rol social que determina nuestro compromiso y afirmación constante del mundo y de la vida. El principio de la libertad absoluta de conciencia, que nos permite el pensamiento libre y la defensa irrestricta de los derechos humanos, nos hacen masones de este tiempo.

Muchos valores han inspirado a la Institución Masónica. Desde el antiguo Egipto, el concepto de Maat, representado por el tríptico de Verdad, Justicia y Orden; de los esenios el tríptico de Razón, Virtud y Conocimiento y de la corriente de la Ilustración, siglos XVII y XVIII, nos viene el tríptico actual de Libertad, Igualdad y Fraternidad.

Entonces, tenemos una tradición que se ha renovado históricamente, que no ha quedado fija de una vez y para siempre sino que se ha ido depurando de sus anacronismos y han representado inspiraciones para resolver los problemas de cada época.

Por ello sostenemos que tradición y modernidad no son conceptos antagónicos, sino que ellos son complementarios en la medida que uno es cimiento abierto a los aportes del otro, no como suplantación, sino como complementariedad, enriqueciendo las visiones, adaptándonos a lo actual, pero inspirándonos en las sabidurías del pasado, lo que nos permite cultivar una visión generosa, intemporal, de grandeza, más allá de los quiebres coyunturales. Vocación abierta que nos empuja a la búsqueda siempre activa de una sociedad planetaria, más fraternal y sin fronteras.

Entonces, de la comprensión misma de lo que es la Tradición, como la cadena que nos une con nuestros antepasados, como el arte de la transmisión, se deduce claramente que la misma no debe ser confundida con inmovilismo o conformismo.

Es la Modernidad - entendida ésta en el sentido de progreso y evolución - la que nos permite ahondar en la Tradición, no con el objeto de acumular conocimientos, sino que una vez obtenidos los mismos depurarlos y enriquecerlos a través de una actitud crítica que impulse a la acción.

Si a veces la Masonería moderna se ha extraviado por caminos erróneos y así perdió una parte de su contenido iniciático - y esto no es motivo para redifinirla como vacía - será necesario encontrar el contenido y hacerla otra vez completa.

La Tradición Masónica es rica en tesoros insustituibles y sería un crimen dejar que se perdiera como ya sucedió en el pasado. Es necesario hacer un esfuerzo para protegerla del olvido.

Vivimos en un mundo repleto de materialismo y resulta cada vez más difícil persuadir a las más recientes generaciones a buscar el camino iniciático. Los jóvenes buscan más las sensaciones, las experiencias intensas, la velocidad, la "adrenalina" y tienden a rechazar las vivencias tranquilas de la meditación, de la disciplina y del estudio en busca contemplativa.

Es necesario tratar en las Logias, en armonía e igualdad de importancia, los dos aspectos de la institución: el aspecto espiritual, iniciático, moral, filosófico y trascendente, así como la dimensión existencial, social, económica y política de nuestra realidad. Rechazar la discusión de esos temas aleja a los jóvenes de nuestras filas.

Por tanto, es necesario buscar el equilibrio, y tener presente que los Masones transformamos la realidad, a través de la Cultura, del cultivo de la Razón y de los valores del espíritu, por medio de la convivencia y el diálogo, a partir de un compromiso personal y solidario con la colectividad y con la Humanidad toda.

La Masonería no necesita cambiar, apenas actualizarse. Los masones modernos deben volver a hacer lo que siempre hicieron los masones del pasado: meditar y debatir en los Templos y después proclamar sus verdades por el mundo y deben con urgencia abandonar los preconceptos medievales que todavía hoy en pleno siglo XXI los hacen rechazar la Iniciación a la mujer y al deficiente físico, justificando esto con los más ridículos argumentos.

Nuestra tradición nos indica que otro mundo es posible, y que la Humanidad puede dar nuevos saltos en su evolución. La tradición nos dice que Luz y Oscuridad siempre andan juntas, y que muchas veces una toma la delantera de la otra. Es a los Hijos de la Luz a quien nos corresponde encontrar las claves, en cada tiempo y en cada lugar, de cómo hacer que la Luz llegue lejos y potente, e irradie sobre sectores cada vez más vastos de nuestra humanidad, de manera de crear una Conciencia Universal de cambio.

Encontrar esas claves del presente, basados en nuestros ideales tradicionales, será lo que nos permitirá la renovación, que es solo la proyección hacia el porvenir.

La primera clave está en potenciar el humanismo, es decir, poner al Ser Humano en el centro de nuestras preocupaciones.

Debemos potenciar nuestro universalismo, y crear lazos entre las culturas y las civilizaciones, entre los pueblos y regiones, entre los países. La integración de nuestro continente debe ser una gran meta.

Debemos defender y propagar a ultranza la Libertad Absoluta de Conciencia y la defensa de los Principios e Instituciones laicas, como manera de cerrar el paso a los dogmas integristas, así como la defensa de los Derechos Humanos y la Igualdad de Género en la Sociedad, como manera de avanzar más en la Igualdad Social.

La Institución Masónica debe poner el acento aun en la lucha por la democracia, la libertad, la justicia y el progreso material y espiritual de los seres humanos de toda condición. En particular, hoy se debe pensar en la gobernanza del mundo, y en cómo darle un sentido justiciero a un planeta que parece que se nos escapa de las manos.

Hoy está despuntando en el debate, y debemos ser vanguardia de ello, el cómo gobernar un planeta desbocado y caótico, donde lo único que impera son las fuerzas ciegas del mercado y las finanzas internacionales. La construcción de la República Universal - a la imagen del proyecto de nuestros ancestros de los siglos XVIII y XIX de construir las repúblicas nacionales - podría ser nuestra utopía - o ideal realizable - para el siglo XXI.

Esto exige de nosotros ciertas tareas de revisión, algunas de las cuales enunciaremos solamente, dejándolo planteado para su posterior reflexión.

Un aspecto a modificar es el que tiene que ver con la famosa Regularidad, y debemos estudiar cuales son las nuevas características de nuestra identidad. Esto implica no aceptar condiciones para una supuesta "regularidad" impuesta por ninguna Orden Masónica. Por lo contrario, se debe fomentar la amistad y el intercambio con HH.: y Potencias Francmasónicas sean estas mixtas, masculinas o femeninas, ampliando los horizontes de la tolerancia en lo relacionado a la práctica de los ritos, el concepto de territorialidad o al de "regularidad".

Es por ello que, para cualquier masón que entienda y viva el Arte Real, lo único que caracteriza y confiere la calidad de masón a un profano es su Iniciación en la Masonería con arreglo a las tradiciones, leyes, usos, costumbres y ritos de la Masonería, y su posterior acatamiento y cumplimiento del conjunto de esas normas.

En su consecuencia, lo que convierte a una asociación, federación o confederación de logias en una Obediencia Masónica Regular, sea Gran Logia o Gran Oriente, es el respeto y fidelidad a esas mismas tradiciones, leyes usos y costumbres, tanto en el proceso de su constitución como en su posterior hacer cotidiano, sin que influya para nada en su condición el reconocimiento o la falta de reconocimiento que reciba de otras Obediencias.

Se debe trabajar más para lograr la igualdad de género dentro de la Masonería. Las mujeres deben tener las mismas posibilidades y espacio de reflexión que los hombres. Una Institución que ha sido vanguardia en los cambios, no puede sostener racionalmente a esta altura de los acontecimientos, que la mujer no debe ser Iniciada. Asimismo, no es beneficioso para el progreso de nuestros ideales y de la Humanidad, que algunos Hermanos se abroguen el derecho exclusivo de considerarse "masones regulares", obedeciendo a concepciones que tienen que ver más con rivalidades nacionales decimonónicas, que con la construcción de una utopía. Esta contaminación del mundo profano al interior de nuestros Templos conspira contra esa idea: la Masonería no sólo pierde su carácter universalista, sino que también desaprovecha la oportunidad de crecer y enriquecerse a través de las distintas opciones.

El rejuvenecimiento de nuestras filas es una necesidad: hay que estudiar cómo abrir las puertas a los jóvenes.

Debemos crecer en cantidad, sin descuidar la calidad. Pero sin crecimiento cuantitativo, será muy difícil lograr el aumento de la calidad.

Debemos replantearnos la pedagogía masónica, pues pareciera insuficiente a las necesidades de hoy los solos aspectos ritualísticos. Cursos, seminarios, coloquios, talleres temáticos y de debates, parecieran hoy ser de necesidad de las nuevas generaciones de masones.

La ética y moral masónica debe ser una preocupación constante, y deben erradicarse el espíritu lamentablemente tan presente, de hacer de nuestras logias un club social de buenos amigos. El cultivo de la amistad es un aspecto de nuestra institución bien valorado, pero a la logia se viene a trabajar masónicamente.

Debemos tener una mayor apertura sobre la sociedad, con el cuidado de no exponer nuestros Templos a las indiscreciones profanas.

Reflexionar bien seriamente para que en nuestras logias entren los debates de temas que representen problemas reales de la comunidad, y al costado de la prospección simbólica - la cual también debe mejorar - debemos debatir en profundidad aquellos temas de sociedad que nos acucian.

Debemos hacer un esfuerzo para re-vincular la masonería con la intelectualidad. Hoy a los intelectuales no les interesa nuestra Institución; entre otras cosas porque ésta parece también estar perdiendo el gusto por el pensamiento.

Trabajar para vencer en nuestras filas las tendencias al conformismo, al pensamiento único, a la uniformisación ideológica, desarrollando el pensamiento crítico y el debate de ideas. Hay que reinstalar el gusto por el futuro y por el estudio tenaz y metódico.

Habría también que estudiar y reflexionar acerca de los porqué de la crisis actual de la masonería. Pero, lo que es cierto es que - universalmente hablando - su número disminuye, pierde influencia y está cada vez más fragmentada y mediocretizada; en muchos lados se resiente la fraternidad, siendo regular los anatemas, los reproches y las acusaciones.

Visto todos estos elementos, una conclusión se impone a primera vista: de cómo resolvamos hoy estos imperativos, resultará si tendremos o no masonería en el futuro. Y cuando decimos esto, no nos referimos a la Institución como organización o estructura, sino a la Idea Masónica.

Por ello, consideramos urgente cambiar el enfoque del quehacer masónico. Debemos imbuirnos de un espíritu re-fundacional, en la conciencia de que se está cerrando la etapa comenzada un 24 de junio de 1717 en Londres.

Nuestra Orden, alicaída en el número de miembros a nivel mundial, debe proyectarse de otra manera de cara al mundo en el cual vivimos, que posee muchas dosis de incertidumbre y de cambios constantes a nivel global.

De hecho, muchos paradigmas y conceptos que otrora parecían inamovibles, están -en una visión por lo menos moderada - en discusión. El desarrollo tecnológico y científico, la globalización de la economía y de la cultura, son temas que inundan las reflexiones cotidianas y que no le son ajenas a nadie.

A partir de esta compleja, desconcertante y también apasionante realidad, los Francmasones debemos especular a fondo el rol que debemos cumplir en búsqueda del perfeccionamiento constante de la Humanidad.

Es evidente también que en las últimas décadas, la Masonería ha perdido aquella capacidad transformadora y de incidencia en el mundo profano: no ha encontrado un nuevo mito o utopía de corto y mediano plazo como tuvo antaño: derribar el autoritarismo y el dogmatismo, luchar por la independencia, abolir la esclavitud, o construir el laicismo.

Este desarraigo con la sociedad, puede llegar inclusive, hasta deteriorar sensiblemente nuestra propia naturaleza, en tanto que se vulneran las capacidades de construcción. Y es ante estas complejidades que la Francmasonería debe reflexionar y actuar. La construcción del Templo debe abrirse hacia nuevas realidades, o de lo contrario, la velocidad de los tiempos la dejará atrás, y como otros emprendimientos humanos, un día tendrá su final.

Muchas de las condiciones de la re-fundación masónica, de su renovación en profundidad están en los principios de CIMAS aprobados en su Asamblea Fundacional, y deberíamos hacer un esfuerzo mucho más importante para reunir alrededor de esos principios a todos quienes desean que nuestra Institución universal vuelva a jugar un rol de orientador y guía.

La humanidad de hoy, necesita de masones que junto a su crecimiento interior, sean también impulsores de ideas que aporten a la elaboración del pensamiento y creen las condiciones para la acción.

Habrá que rescatar la esencia iniciática, cultural y filosófica y encuadrarla en un mundo en permanente cambio. Tendremos que trasmutar - como lo han hecho todos nuestros Hermanos en el pasado - aquélla ley física, en proverbio y en ley moral: "nada se destruye, todo se transforma".
MASONERÍA Y JUVENTUD

Resp:. Log:.Arquitectos de la Amistad Nº 10

Introducción
Según la Organización Mundial de la Salud la población juvenil es aquella que incluye a las personas entre los l0 y los 24 años. Es dividida entres grupos de edad: de 10 a 14 años, preadolescentes; de 15 a 19 años, adolescentes jóvenes y de 20 a 24, jóvenes.
La franja etaria que más ha generado mitos es la incluida entre los 15 y 19 años, la que llamamos adolescencia.
La primera persona que consideró esta franja como una etapa discreta del desarrollo humano fue el Dr. Stanley Hall, quien en 1904 inventó en dos tomos que la adolescencia era un etapa de crisis y tumulto, creencia que aún subsiste. (1)
De acuerdo a la Constitución Política de Colombia, vigente, la mayoría de edad se adquiere en nuestro país a los 18 años. (2)


Formulario para interesados

A partir de esa edad, según la Carta Política, pueden elegir y ser elegidos, y es en ellos en quien estamos pensando cuando reflexionamos acerca de su posible pertenencia a nuestra Augusta Institución. Y fue a ellos a quienes aleatoriamente consultamos para con sus respuestas construir la estructura de esta ponencia con base en la siguiente proposición:

La Masonería es asunto de viejos

En el lenguaje coloquial se repite que la “religión es de los viejos” y una similar afirmación encontramos en el lenguaje de los jóvenes en referencia a la Mas\
¿Pero que coincidencias existen entre la Mas y la religión que hace que profanos jóvenes nos definan con cierto tono despectivo y cómo encarar esas coincidencias?
Existe cierta tendencia de vivenciar y representar la Masonería de acuerdo a la experiencia religiosa individual. Para algunos, es la trastienda de la religión prevalente, se practica como una versión atenuada de ella, se deja un pie en el lado de allá por si al final del calendario haya que rendir cuentas.
Por definición, la religión pretende encarnar una verdad eterna y absoluta y es presa de los dogmas.
¿Y qué es entonces la Masonería?
Respondo la pregunta anotando aquí la bella y profunda definición que el Gran Oriente de Bélgica hace de la Francmasonería y que definitivamente comparto: “es una institución cosmopolita, que tiene por objeto la búsqueda de la verdad y el perfeccionamiento de la humanidad. Se funda sobre la libertad y la tolerancia; no formula ni invoca ningún dogma”. (3)
Ahora hora bien, ¿que tipo de verdad buscamos los Masones?
No es la verdad de las religiones, esa verdad definitiva y muerta. La verdad que buscamos nos acerca a la ciencia en tanto que averiguamos por una verdad provisional, que mantiene viva nuestra curiosidad, que nos obliga a desechar la intolerancia hija de los absolutos. Creemos que toda creencia y todo saber son provisionales y así lo debemos trasmitir a nuestros jóvenes.
El Masón debe compartir con el hombre de ciencia que las proposiciones deben ser creídas no porque las dice alguna persona de autoridad y que por ello son verdaderas, debe someterlas al escrutinio de su razón sin limitaciones y así lo debemos también trasmitir a nuestros jóvenes.
El dogma es el camino fácil para obtener un conocimiento y se asienta sobre generalizaciones. Transitando por ese camino es que aceptamos muchas afirmaciones, las damos por ciertas sin ningún escrutinio, las trasmitimos y las repetimos impunemente.
A manera de ejercicio reflexionemos sobre ésta expresión: “el ser humano necesita creer en algo”. La escuchamos una y otra vez y tiene una gran fuerza. Es tan vaga como fuerte. Es uno de los argumentos que se esgrimen sobre la persona que rechaza las religiones pero, especialmente, sobre aquella que se declara ateo. No se conoce ningún estudio en el que se establezca que el hombre tiene necesidad de creer en un dios, que esta necesidad sea primaria como aparearse, comer, o dormir. Pero la aceptamos porque es fácil aceptarla, no nos exige ningún esfuerzo y sobre todo porque nos da una autoridad ficticia sobre aquella persona que nos declara su no creencia.
En la Masonería pretendemos pulir una piedra, construir un templo. Esa piedra y ese templo son una bella metáfora de la condición humana, porque no hay nada diferente a lo humano.


¡Nec plus ultra!
Que sepan los jóvenes que nuestro propósito es lo humano, que les ofrecemos el cultivo de la sinceridad, que nos obligamos a ser solidarios, que aceptamos al otro sin restricciones, digámosles que creemos que somos irremediablemente plurales y que nuestra única exigencia es la aceptación de esa pluralidad.
Y entretanto, nosotros sigamos creyendo en lo que creemos.
Estamos obligados a representar nuestra postura de librepensadores sino queremos que se acabe en el mundo el pensamiento libre y se están formando ya premonitorias nubes grises.
En Noviembre 30 de 2004 en el periódico San Francisco Chronicle pudimos leer que existe una enorme presión para cambiar el contenido del currículo de la enseñanza de las Ciencias del noveno grado en los Estados Unidos: ya no se les enseñará a los jóvenes la Teoría de la Evolución de Darwin, se cambiará por la teoría del Plan Inteligente, en inglés inteligent design. Se trata de cambiar la enseñanza de la ciencia por la enseñanza religiosa en la ciencia. Es una intromisión de la religión en la educación pública de la gran nación, en donde es admirable la seriedad con que se aplica la separación de la iglesia y el estado. (4) (5) (6).
Con la actual facilidad en las comunicaciones no es extraño que vientos como esos circulen en nuestra América Hispana y los Masones debemos asumir la defensa de la educación laica y del libre pensamiento.
Es por esto que nuestra mirada debe ampliarse a la educación de los niños y de los jóvenes mediante la creación de un gran fondo masónico, destinado a crear escuelas, colegios y universidades en la América Hispana.
Es una de nuestras tareas en el presente milenio.
Referencias Bibliográficas
(1) Esman, Aaron H. G Stanley Hall and the invention of adolescence. Annuals of Psicoanálisis. 1996.
(2) Constitución Política de Colombia 1991.
(3) Woichejosky, Felipe. ¿Qué son y que no son los Landmarks? Antiguos Documentos Masónicos. De la Internet: orbita.starmedia.com/~miggarme/.
(4) www.google.com: buscar: Creationism in US schools.
(5) www.intelligentdesignnetwork.org.
(6) National Center for Science Education (NCSC)

FEBRERO 10 – 13 DE 2005
Rito Escocés Antiguo y Aceptado
Supremo Consejo del Grado 33º para Colombia.
PONENCIA PRESENTADA POR LA RESP\ LOG\ ARQUITECTOS DE LA AMISTAD Nº 10 EN EL PRIMER COLOQUIO
DE LA CONFERENCIA MASÓNICA AMERICANA (COMAM)
BARRANQUILLA, COLOMBIA, FEBRERO 10 – 13 DE 2005

jueves, 4 de diciembre de 2014

El Taller Masónico


Por Iván Herrera Michel, 33º

En la edad media, un Taller era un elemento productivo y pedagógico, práctico y teórico, que constituía de manera reglamentada la célula básica de un gremio.
Para esa época, los Talleres poseían un dueño que recibía el título de Maestro, el cual tenía bajo su responsabilidad, en disposición jerárquica laboral descendente, los oficiales o compañeros y los aprendices.

No necesariamente era el lugar en donde se realizaba la labor artesanal. El término podía referirse además (o solamente) al sitio de reunión o a la unidad económica.

En la terminología Masónica se denomina Taller o Logia, a la unidad primordial de la Masonería. Es decir, al mismo tiempo, designa a un grupo de Masones trabajando mancomunadamente o al sitio en que se reúnen.

Un conjunto de Talleres conforman una Obediencia Masónica (Gran Logia, Gran Oriente, Federación, Gran Priorato, Asociación, Etc.), aunque algunos de ellos prefieren trabajar de manera independiente, o, para decirlo en el lenguaje Masónico, “Bajo la Bóveda Celeste”. Estas Obediencias, aunque son en teoría autocéfalas, suelen agruparse en asociaciones de variado espectro ideológico, con diferentes clases de delegación de la soberanía.

En la Masonería una Logia representa una pequeña parte de una realidad atemporal mucho más grande que excede las tres dimensiones espaciales. A raíz de este fenómeno, la Iniciación Masónica preside una serie consecutiva de percepciones y la cognición plena de los encuentros de nuestro universo vital con el de los demás. Una Logia figura la realidad, a la vez que es el preámbulo de esa realidad

En un Taller Masónico sus participantes se sirven de la realidad para crear, en la ficción, una reflexión sobre la misma. Y aunque tengan distintas versiones de ella, en el trabajo comunitario perciben un mundo más complejo, completo y refinado. En una Logia, cada Masón o Masona puede decidir por sí mismo la clase de persona que desea y puede ser. O que rol quiere desempeñar en la vida. Igual que todo el mundo.

Pero con la diferencia de que emplea para la decisión una perspectiva simbólica constructiva. Que en la Masonería está formada por eso que Charles Porset definió como una “voluminosa oferta acumulada a través del tiempo”.

En el Taller, los Masones y las Masonas están llamados a habitar entre la tradición y lo contemporáneo, entre el pasado y el futuro, entre lo racional y lo intuitivo, entre lo que recordamos y lo que imaginamos, entre lo que viene de vuelta de los grandes relatos y lo que está descubriendo un escenario expectante, entre lo personal y lo social, entre lo pensado y lo actuado. Es a la vez un éxodo y un adviento, en el que la cuestión de la construcción brota de la especulación y la voluntad de cada quien.

En el Taller, el Masón y la Masona pueden abrirse a una clase de racionalidad no centrada en si misma que emana de su propia esencia, y se proyecta a lo comunitario y trascendente, buscando en la especulación una razón de ser para el presente. Puede hacer uso de su capacidad metafórica. Mezclar multidisciplinariamente estados funcionales diferentes.

Por eso, siempre se ha enseñado que las dimensiones de una Logia son: de este a oeste, de norte a sur y del cielo al centro de la tierra.

O sea, que todo lo abarca. Que nada le es ajeno.





Fuente: Pido la palabra
Bernardo O'Higgins Riquelme (1778-1842)
Image result for bernardo o` higgins
Bernardo O'Higgins llevó a cabo la independencia de Chile y consolidó sus primeros años como nación. Sus acciones como Director Supremo le valieron diversos juicios historiográficos y hoy continúa considerándose como el padre de la patria.

Bernardo O'Higgins Riquelme es considerado el padre de la patria. Su presencia, como militar y gobernante, fue crucial en todo el proceso de emancipación chilena del dominio español, ya fuera luchando en las batallas de la Independencia o ejerciendo como primer Director Supremo de la nueva nación.

Hijo natural del que fuera gobernador de Chile y virrey del Perú, Ambrosio O´Higgins, nació el 20 de agosto de 1778, en Chillán Viejo. Realizó sus estudios en Lima y luego en Inglaterra, donde conoció a Francisco Miranda, quien lo inició en las ideas independentistas. Muerto su padre en 1801, regresó a Chile a tomar posesión de la hacienda de Las Canteras cercana a la ciudad de Los Ángeles.

En 1810, fue elegido diputado de la recién formada Junta de Gobierno y nombrado coronel de ejército en 1811. En 1813, se enfrentó por primera vez a los realistas en la batalla de El Roble. Su rivalidad con José Miguel Carrera, el otro líder de la Independencia, la llevó a enfrentarse, en 1814, en el combate de Tres Acequias. No obstante su espíritu patriota primó y O'Higgins se unió a Carrera para enfrentar la invasión de las fuerzas realistas dirigidas por Mariano Osorio.

Durante el período de la Reconquista, organizó en Mendoza, junto a José de San Martín, el Ejército Libertador de Los Andes y dirigió la ofensiva chilena. Derrotadas las fuerzas realistas, asumió como Director Supremo y firmó, el 12 de febrero de 1818, la Proclamación de la Independencia de Chile. En algunas de las proclamas dirigidas por O'Higgins a los soldados enemigos que aún resistían, dejó claramente establecida su posición antimonárquica. Sin embargo, su afán por incrementar el desarrollo económico del país, lo impulsó a establecer relaciones comerciales con las principales monarquías europeas; las cartas enviadas a los reyes, escritas en un lenguaje equilibrado y cauteloso, quedaron para la posteridad como un testimonio de su carácter eminentemente pragmático.

Entre las obras de su gobierno, tuvo especial relevancia la construcción de escuelas primarias, la reapertura del Instituto Nacional y la Biblioteca Nacional, además de la creación de la Escuela Militar. En su gestión como Director Supremo tomó medidas que le significaron ganarse la antipatía de la aristocracia criolla, como la abolición de los mayorazgos y los títulos de nobleza, la supresión de los escudos de armas y la creación de la legión al mérito. En estas disposiciones puede observarse la influencia de la logia masónica Lautarina -a la que O'Higgins pertenecía-, que se caracterizaba por su rechazo al orden nobiliario.

Su gloriosa vida pública -aunque no desprovista de episodios oscuros, como su participación en la muerte de José Miguel Carrera y Manuel Rodríguez- fue evaluada por él mismo en un manifiesto dirigido a su pueblo. Paradójicamente, su abdicación al cargo de Director Supremo de Chile el 28 de enero de 1823, uno de los episodios más tristes de su vida, fue la máxima expresión de su adhesión a la causa del país, ya que voluntariamente se despojó del poder para evitar una guerra civil, dejando como testimonio una emocionada despedida. Falleció en Lima el 24 de octubre del año 1842.