jueves, 11 de marzo de 2021

FILOSOFÍA HERMÉTICA Y RITOS ANTIGUOS

FILOSOFÍA HERMÉTICA Y RITOS ANTIGUOS 

 Nada indica que los iniciados en los Misterios Antiguos tuvieran durante el transcurso de la historia, los mismos rituales exactos, que se habrían transmitido a través de los cultos esotéricos, hasta las corporaciones de oficios, para llegar por fin hasta los Masones. Más probablemente, utilizamos hoy una amalgama simbólica que, bajo ciertas influencias, se ha constituido poco a poco en un sistema coherente y estructurado que llamamos francmasonería. Es sin embargo fácil mostrar que filosóficamente, que la francmasonería está mucho más próxima a las escuelas de Misterios de la antigüedad, que de la tradición bíblica o judeocristiana. 

Para poner sólo un ejemplo, la noción de la Verdad es muy diferente si se coloca sobre el plano religioso, o sobre el de la iniciación masónica. En el cristianismo, la Verdad procede de la Revelación y desemboca en la formulación de un dogma que funda la fe del creyente. La razón aparece y se desarrolla sólo a partir de los principios admitidos por la fe. Se expresará en las disciplinas que son la teología o la filosofía cristiana. La vía iniciática al contrario, es múltiple y variada en su interpretación de la verdad y el modo de acceder a ella. Por cierto se trata a veces de un tipo de revelación divina, pero la multiplicidad y la diversidad de estas revelaciones es la misma fuente de su relatividad. En cuanto a la filosofía de los antiguos griegos, se articula más o menos estrechamente con este paso espiritual. Pero una de las constantes de estos ritos antiguos es la posibilidad de acercarnos hacia la luz de la verdad por la práctica de los ritos de la iniciación, la virtud personal atada a nuestros actos y nuestros pensamientos, así como el estudio y la reflexión. En esta perspectiva, manifestada en la tradición neoplatónica, la razón y la meditación filosófica nos eleva hacia la Verdad. No esperamos que una gracia descienda del cielo, sino que consideramos que sólo nuestra virtud moral y nuestros esfuerzos intelectuales nos permiten engrandecernos, volvernos continuamente más responsables de lo que somos. Esta idea no es nueva ya que está íntimamente al hermetismo y a la tradición. Así podemos leer en el Cuerpo Hermeticum: «no queda pues más que hacer, lo que tú mismo emprendiste: hacer bien a todos e imitar divina natural que es en el hombre. » Pero si nos limitábamos a lo que acabamos de decir, daríamos sólo una visión demasiado fragmentaria de esta vía. En efecto, como también dice el texto del Cuerpo Hermeticum citado más anteriormente, « el que conoce es bueno y ya divino. » Por naturaleza reconocemos la existencia de una dimensión sagrada y espiritual, inherente al ser y al mundo. La tradición masónica tal como se vive en los ritos egipcios, no es una filosofía simple y moral. Es una vía verdadera y iniciática que implica una relación con lo sagrado a la vez en ella y fuera de ella. El mito y el rito tienen entonces para función de servir de guías a la conciencia del que recorre esta vía. Declarar que el ejercicio de la razón, asociada con la virtud permiten adelantarse hacia el mundo espiritual, es una condición necesaria, pero no suficiente. Esta ascensión del espíritu hacia la Belleza y el Bien del que habla Platon es ley en la francmasonería, y de modo explícito en el Rito de Memphis y Misraïm, a la evocación del sagrado a través de la activación simbólica y ritual del mito. Los símbolos utilizados en el curso de los rituales son la representación de las Ideas del mundo inteligible o ideal. Las ceremonias rituales asociadas con la práctica de la razón y de la virtud permiten pues al espíritu purificarse y desprenderse de pasiones, para desarrollar las cualidades nobles del ser que son la fraternidad, el amor, el coraje, el honor, etc. Los métodos fueron evidentemente diferentes según las escuelas y de ellas los heredamos indirectamente. No olvidemos que las iniciaciones de los misterios desaparecieron hasta que ciertos aspectos rituales fueron practicados de nuevo al Renacimiento. Cuando la francmasonería apareció bajo la forma que la conocemos hoy, fue impregnado valores religiosos y espirituales propios de su época. Los nuevos elementos rituales y simbólicos fueron introducidos en estos y se mezclaron en el seno de los ritos hermetistas egipcios. La intuición notable de los hermanos que adaptaron los ritos masónicos fue reponerlos en lo que les parecía ser su fuente original, es decir lo que se podría llamar al sentido ancho, el egypto-helenismo. Aunque pocos conocimientos históricos y arqueológicos eran accesibles en aquella época, el sentimiento de un parentesco espiritual se reveló como el más fuerte y a menudo compensó las debilidades documentales. Los ritos egipcios de Cagliostro, de Misraim, de Memphis, de Nápoles, etc. aparecieron y se desarrollaron hasta hoy. Entonces, aunque la intuición de salida fue completamente coherente, el desconocimiento de los cuerpos filosóficos, hermétistas, así como datos arqueológicos realmente no permitieron a lo que se podía llamar la masonería egipcia, encontrar su vía y su expresión plena. El hermetismo implica un desarrollo paralelo entre la razón y la espiritualidad. De la misma manera, la francmasonería especulativa procura asociar la reflexión intelectual, en una palabra el ejercicio de la razón, con la iniciación, el paso verdadero y espiritual. Considerar o practicar una sin la otra podía ser, según nuestros antepasados, fuente de error, de orgullo, vanidad, es decir la puerta abierta a las pasiones. Pero el estudio intelectual se tiene que comprender de dos maneras. En primer lugar como el ejercicio constante de la razón crítica, con la presencia de un cierto escepticismo metódico al que ayudamos nosotros al conservar y aumentar nuestra libertad de pensamiento. Este es primordial, porque sabemos que siempre no es fácil formar espíritus libres y respetuosos con los demás. El segundo aspecto es el estudio verdadero y intelectual de las obras del pasado. Así como ampliamente tuvimos la oportunidad de mostrarlo, nosotros todos vivimos sobre los hombros de nuestros predecesores y es fundamental conocer su herencia. Desconocerlo nos conduce a no percibir la profundidad de nuestros ritos y no adquirir las indicaciones necesarias para nuestra vida. En efecto, los antiguos textos de la tradición hermética no invitan a una sumisión ciega a un principio, tan divino sea. La iniciación tal como la definíamos no es este influjo que desciende a través de tal o tal hiérophante. Es al contrario la expresión de la virtud y de la inteligencia del hombre, manifestación de esta determinación que le permitió sobrepasar el estatuto de animal. Verdaderamente aquí se encuentra el corazón de la tradición masónica, que la hace más rica y más noble. Las antiguas instrucciones masónicas dicen: « estamos aquí para cavar tumbas para los vicios y ascender tus templos a la virtud; » y leemos en el Tratado X-9 del Cuerpo Hermeticum: « Entonces el vicio del alma, es la ignorancia». En efecto cuando una alma no adquirió ningún conocimiento de los antiguos, de su naturaleza, ni del Bien, sino cuando es totalmente ciega, sufre las conmociones violentas de las pasiones corporales. Entonces por haberse ignorado esto, nos hacemos esclavos de un cuerpo monstruoso y depravado, llevamos el cuerpo como una carga, en el que no mandamos sino que nos manda. Tal es el vicio para con alma. "Al contrario la virtud del alma es el conocimiento, porque el que conoce, es bueno y piadoso y ya divino. [] también, cuando das gracias a dios, debes rogar que obtenerse un buen "intelecto". [] el hombre es un ser viviente divino, [] es un dios mortal." Platón explica repetidas veces en sus diálogos que las pasiones encarcelan el alma, la parte espiritual del cuerpo. Naturalmente no puede entonces elevarse hacia el mundo de las Ideas. La virtud moral va, por el contrario, a permitirnos desarrollar en nosotros lo que es esencial y empezar esta ascensión hacia la Luz. Observemos que es cultivando el conocimiento y la inteligencia, diríamos hoy la razón, por lo que nos desprendemos de pasiones y que plenamente manifestamos nuestra humanidad, nuestra naturaleza de "dios mortal". No tenemos que esperar una revelación cualquiera, una salvación que venga del exterior. Ya poseemos las cualidades necesarias y nos incumbe expresarlas, cultivarlas por nuestro trabajo constante y determinado. «Gloria en el trabajo» diría la francmasonería…

¿QUÉ ES UNA LOGIA MASÓNICA?

¿QUÉ ES UNA LOGIA MASÓNICA? 


 La Logia es una reunión o sociedad compuesta de un número ilimitado de Francmasones regulares, pero nunca menor de siete, constituida de conformidad con las reglas y prácticas consuetudinarias, universalmente aceptadas y seguidas para la organización de la Francmasonería y la aplicación y desarrollo de sus principios y doctrinas. La Logia es el Taller fundamental. Fuente de todo derecho, de todo poder y de toda autoridad, es la única que puede admitir é iniciar al profano a la vida masónica y conferirle el carácter y prerrogativas de miembro de la Institución. Logia regular, se dice de aquella que legalmente constituida e inscrita en el registro de una potencia regular y reconocida, trabaja regularmente bajo sus auspicios, con estricta sujeción á las prácticas universales y a las reglas establecidas por dicha potencia. Todas las Logias del Universo son iguales en derechos y obligaciones, y autónomas e independientes dentro del círculo de las atribuciones que les reconozcan y garanticen las leyes constitutivas a que respectivamente deban acatamiento. Unidas por los lazos de la solidaridad y fraternal inteligencia, deben prestarse mutuamente todo el apoyo que pudieran necesitarlas unas de las otras, tanto para sí, como para sus respectivos obreros. Las Logias se designan por el título distintivo que tengan a bien adoptar al constituirse, y por el número de orden que les corresponde ocupar en el registro de la potencia de que dependan. Como las Logias gozan de la mas alta autonomía, tanto en lo concerniente a su administración y régimen interior, como en lo que afecta á los actos mas esenciales de la vida masónica, es necesario que pongan el mas exquisito cuidado en no perder de vista jamás, ni en separarse lo mas mínimo, del dogma fundamental de la Institución. La fe en este dogma es el alma de la Francmasonería; es la que da á las Logias y á los demás organismos de la Institución, el poder de la acción y la fuerza moral de que disfrutan. De ella nace también la unidad del pensamiento y la comunidad de sentimientos que debe procurarse con vivo interés que se mantengan siempre intactos entre sus obreros, porque es la que alienta y mantiene la fidelidad y adhesión recíprocas; la que establece la religión del corazón y el culto de la simpatía; la que inspira el amor al estudio y al trabajo; la que excita á la práctica de las virtudes, y en una palabra, la que regula la moralidad entre los verdaderos hijos de la luz. Por esto se da a las Logias los nombres de Taller, Escuela, Templo y Santuario, porque efectivamente, son verdaderos Talleres de iniciación, escuelas de enseñanza y templos ó santuarios en donde se descubren, se explican y se hacen palpables á los Francmasones, las verdades que se encierran en los símbolos y alegorías que contienen las mas grandes y provechosas enseñanzas. La posición normal de toda sociedad masónica, consiste en hallarse siempre dentro del camino de la verdadera ciencia, marchando constantemente adelante, en pos del progreso y de la perfección. Por esto deben componerse las Logias de hombres serios, probos y generosos, entusiastas defensores de los intereses de la patria y amantes de la humanidad, sin que jamás den cabida en su seno a la intriga, ni a las maniobras de la ambición personal. La Francmasonería, que ha mantenido desde su origen el progreso social y moral de la humanidad, constituye hoy una de las esperanzas mas sólidas para el porvenir de las naciones. El fanatismo y la superstición, monstruos que renacen de sus cenizas como el ave fénix, tienen aún profundas raíces y grandes multitudes de esclavos que les sirven sumisas; la ambición dispone de ancho campo para satisfacer su brutal egoísmo bajo múltiples formas; la perfidia y la traición pueden tender todavía impunemente sus infames lazos a los hombres nobles y de buena fe, y el genio del mal vela incesantemente, y no perdona medio ni ocasión para arrojarse sobre sus víctimas, pretendiendo dominar el pensamiento humano y esclavizarlas conciencian y hace esfuerzos titánicos para enseñorearse de los derechos de la humanidad. Es preciso, por tanto, trabajar con ahínco y eficacia mas constante y ardiente de cada día, para inutilizar y privarles de los poderosos medios de que disponen todavía para proseguir la impía y desapiadada lucha que mantienen. Dominado el edificio esplendente y humanitario, que las ciencias y las luces elevan de consuno, por las funestas doctrinas imperantes, debidas a los falsos profetas que lo atacan, es deber imperioso de todos los Francmasones ocupar el puesto de honor que les está señalado al frente de estos enemigos. Y a las Logias incumbe la difícil y gloriosa tarea de amaestrarlos y dirigirlos, hasta hacer que sean dignos de sí mismos, y de titularse campeones de la gran obra de regeneración y progreso a que están consagrados.

miércoles, 10 de marzo de 2021

Soberano Santuario Internacional Memphis y Misraim para los Estados Unidos de Norteamerica.




Soberano Santuario Internacional Memphis y Misraim para los Estados Unidos de Norteamerica. 
La Masoneria un estilo de vida. 
G:.M:. Victor salazar Soto 33° 66° 90° 95° 97° 98° 99° 
A:.A:. 

La Masonería es un estilo de vida es una fraternidad de libres pensadores. No es un Club Social no es un Partido Político mucho menos una Religión pero en ella conviven todas las idea de libertad Madre y Padre de la Democracia sus columnas de Libertad Igualdad y Fraternidad . Si tu increso a la Masoneria solo ha sido para buscar beneficiarte económicamente y buscas poder político entonces eres un profano con mandil.

EL TECHO DE LA LOGIA




EL TECHO DE LA LOGIA 


 Otro de los símbolos presentes en la Logia es el techo. Baste saber que este techo se supone que figura “el celaje" o firmamento en que se representa la hueste de estrellas, para cerciorarnos de la continua alusión al simbolismo del mundo. La Logia, como representación del mundo, no tiene más techo que los cielos (Tal era la opinión de algunos antiguos adoradores del sol, cuyo culto realizaban siempre al aire libre, porque creían que no existía templo alguno capaz de contener al sol. De ahí la sentencia "Mundus universus est templum solis”, el universo es el templo del sol. Como nuestros antiguos hermanos, adoraban únicamente “en las más elevadas cumbres” la que es otra analogía importante). Si no fuera porque otro símbolo, la escalera teológica, está íntimamente relacionado con este tema no seguiríamos tratando de él. La escala mística, que une el pavimento de la Logia con su techo, es otro lazo importante que enlaza la cadena común del simbolismo y de las ceremonias de la Francmasonería con el simbolismo y los ritos de las antiguas iniciaciones. La escala mística, que en la Francmasonería simbólica es la escalera teológica que Jacob vio que llegaba desde la tierra al cielo", era un símbolo muy difundido entre las naciones antiguas, y se suponía que estaba compuesta de siete escalones. En los Misterios de Mitra, cuyos grados iniciáticos ascendían a siete, había una elevada escalera de siete escalones o puertas, cada una de las cuales se dedicaba a un planeta, el que, a su vez, se representaba por un metal, siendo el escalón más elevado el que simbolizaba el sol. Empezando por abajo se tenía: Saturno, representado por el plomo; Venus, por el estaño; Júpiter, por el bronce; Mercurio, por el hierro; Marte, por una mezcla de metales; la Luna, por la plata, y el Sol, por el oro. El conjunto simbolizaba el curso sideral del orbe solar a través del universo. En los Misterios de Brahmá se encuentra la misma referencia a la escalera de siete peldaños, alusiva al universo. Los siete peldaños eran emblemas de los siete mundos del universo indio. El inferior era la Tierra; el segundo, el Mundo de la Reencarnación; el tercero, el Cielo; el cuarto, el Mundo Medio, o región intermedia entre los mundos inferiores y superiores; el quinto, el Mundo de los Nacimientos, en el cual vuelven a nacer las almas; el sexto, la Mansión de la Felicidad, y el séptimo, o más elevado, la Esfera de la Verdad, morada de Brahmá, quien no es sino un símbolo del sol, con lo cual llegamos una vez más al simbolismo masónico del universo y del globo solar. El Dr. Oliver cree haber encontrado la escalera mística de los Misterios escandinavos en el sagrado árbol Idrasil (En el Asgard, o morada de los dioses, se encuentra el fresno Idrasil, a cuya sombra se reúnen diariamente aquellos para hacer justicia. Las ramas de este árbol se extienden sobre todo el mundo y llegan hasta los cielos. Tenía tres raíces, muy distantes entre si: una de ellas arraigaba entre los dioses; otra entre los gigantes del abismo, y la tercera, cubría el Nitlheim, o infierno, y bajo esta raíz se encontraba la fuente Vergelmer, de donde manaban los ríos infernales.). No cabe duda de que en este árbol sagrado se encuentra la misma alusión que en la escala de Jacob, a una ascensión desde la tierra, en que arraigan sus raíces, hasta el cielo, donde se expanden sus ramas, cuyo ascenso no es sino el cambio de la mortalidad a la inmortalidad, del tiempo a la eternidad, doctrina enseñada en todas las iniciaciones. La subida de la escala o del árbol representa el ascenso desde esta vida a la futura, desde la tierra al cielo. Creemos innecesario llevar más lejos estos paralelismos. Sin embargo, cualquiera puede ver que se alude indudablemente en ellos a esa división septenaria que predominó universalmente en el mundo antiguo, cuya influencia todavía se deja sentir en nuestra vida común y en la medida del tiempo. El siete era el número perfecto de los hebreos, que por eso lo empleaban en todos sus ritos sagrados. La creación se terminó en siete días; siete sacerdotes, llevando siete trompetas dieron vueltas alrededor de las murallas de Jericó durante siete días; Noé recibió la noticia de que iba a empezar el diluvio siete días antes; siete personas le acompañaban en el arca que encalló en el monte Ararat al séptimo mes; la construcción del templo de Salomón duró siete días. Podríamos citar mil ejemplos más de la repetición de este número talismánico, si tuviéramos tiempo y lugar para ello. Los gentiles veneraron también este número sagrado. Pitágoras decía que era "el número venerable". La división septenaria del tiempo en semanas de siete días, que no es universal como se cree generalmente, basta para demostrar la influencia de este número. También es cosa curiosa, por referirse quizás a la escalera de siete peldaños que hemos estado estudiando, que en los antiguos misterios se lavara al candidato siete veces en el agua bendita del bautismo según cuenta Apuleyo. Es, pues, una anomalía creer que la escalera mística de la Francmasonería tiene sólo tres peldaños, anomalía que no tiene que ver nada con la Francmasonería y que procede de la ignorancia de quienes grabaron en nuestros Manuales los símbolos masónicos por vez primera. La escalera de la Francmasonería, como todas las equivalentes de instituciones semejantes, tuvo siempre siete peldaños, aunque actualmente se aluda solamente a los tres superiores o principales. Estos peldaños son, empezando por el inferior, Templanza, Fortaleza, Prudencia, justicia, Fe, Esperanza y Caridad. La Caridad, por lo tanto, ocupa el mismo lugar en la escala masónica de virtudes que el sol en la de planetas. En la escala de metales el oro ocupa la misma elevada posición, y en la de colores, el amarillo. San Pablo entiende que la Caridad no consiste en dar limosnas, sino en amar con ese amor que "sufre mucho y es benévolo". Cuando en nuestras conferencias masónicas decimos que la Caridad es la virtud suprema, pues cuando se pierden la fe y la esperanza, llega ella "hasta más allá de la tumba a los reinos de la felicidad eterna", aludimos al Divino Amor del Creador. Además, Portal dice en su Essay on SymboIic Colors que el sol representa el Amor Divino y que el oro indica la bondad de Dios. De modo que si la Caridad es equivalente al Amor Divino, y éste se representa por medio del Sol, y, por último, si la Caridad es el peldaño más alto de la escala masónica, habremos llegado como resultado de nuestras investigaciones al símbolo tan repetido del orbe solar. El sol natural o espiritual - el sol, como principio vivificante de la naturaleza animada y, por ende, objeto especial de adoración, o como instrumento más descartado de la benevolencia del Creador - fue siempre tina idea directriz en el simbolismo de la antigüedad. Su preponderancia en la Institución masónica, es una prueba evidente de la íntima analogía de la Francmasonería con todos los demás sistemas simbólicos. Explicar cómo se adoptó por primera vez esta analogía y de qué forma se podría dilucidar sin detrimento de la pureza y veracidad de nuestro carácter religioso, implicaría una larga y pesada investigación en los orígenes de la Francmasonería y en la historia de su relación con los demás sistemas antiguos. Podríamos llevar más lejos todavía nuestras investigaciones; pero hemos dicho ya lo suficiente para establecer los siguientes principios fundamentales: 1. Que la Francmasonería es, estrictamente hablando, una ciencia de simbolismo. 2. Que hay gran analogía entre este simbolismo francmasónico y el de los ritos místicos pertenecientes a las religiones antiguas. 3. Que del mismo modo que en las religiones antiguas el candidato simbolizaba el universo, y se convertía al sol, como su principio vivificante en objeto de adoración, o, por lo menos, de veneración, así también en la Francmasonería, la Logia representa el universo o el mundo y el sol se adopta como su símbolo más importante. 4. Que esta identidad de simbolismo es prueba de la identidad de origen, la cual es perfectamente compatible con el verdadero sentimiento religioso de la Francmasonería. 5. Y, por último, que todo el simbolismo de la Francmasonería alude exclusivamente a lo que los Cabalistas denominan el Algabil -el Maestro Constructor- o sea, el ser que conocen los francmasones con el nombre de Gran Arquitecto del Universo. https://www.masoneriadelmundo.com/

La Instalacion de los Oficiales de la Logia



LA INSTALACION DE LOS OFICIALES DE LA LOGIA 

 Queremos en esta plancha reflexionar sobre un tema de primer orden en nuestro trabajo anual. La costumbre es terminar el ciclo, lo que se suele llamar curso masónico, alrededor de la festividad de San Juan Bautista, en el Solsticio de Verano, con la elección de los oficiales para el nuevo curso que comenzará en septiembre / octubre. Así el curso masónico termina con el anuncio de que será posible reanudar los trabajos, al contar con un nuevo colegio de oficiales (sean sus miembros nuevos o los del anterior colegio confirmados en sus puestos) que tomará el relevo. 

 En esta elección participan los maestros de la Logia dispuestos, en libertad, a elegir los nuevos oficiales y a la orden para aceptar la función que les sea asignada. Podemos establecer una analogía entre las partes del cuerpo y los oficiales de la Logia, pequeño cosmos en el que éstos, como unos símbolos más dentro del mismo, desempeñan su función; haciendo así posible la vivificación del mundo; sumándose al gesto prototípico y ordenador del G.·. A.·. D.·. U.·., 
Principio que anima la Orden Masónica, como todos sabemos. Importa la función y no la persona que la desempeña, que hoy será un hermano y mañana otro. Decimos hoy y mañana refiriéndonos a cursos distintos pues no en vano al instalarse el colegio los nuevos oficiales juran sus cargos. 
Lo hace el Ven.·. M.·., los dos Vig.·., y el Orador lo efectúa en nombre del resto. Así pues cada oficial jura desempeñar su función por el tiempo para el que ha sido designado comprometiéndose a una labor podríamos decir en profundidad, extensión y elevación, en un tiempo otro que se concreta en un aquí y ahora a lo largo del curso masónico. Por lo que llevamos dicho vemos la importancia de la continuidad en un cargo, fuere el que fuere, para encarnar la función misma, comprenderla y conocerla como aspecto del Uno que se despliega en esta pluralidad. Son diez los oficiales de la Logia como diez son los números y las Sefiroth del Arbol de la Vida. 
El diez, es la suma de la circunferencia más el centro que la genera. Los nueve oficiales desempeñan su función dirigidos por el Venerable M.·. de la Logia situado en el Oriente lugar al que todos dirigen su mirada. El trabajo masónico cuenta con un soporte que es el rito: 
 Así como el sol se levanta por el Oriente para abrir la carrera del día, así el Ven.·. M.·. está en el Oriente para abrir la Logia y dirigir los trabajos. Nos dice el ritual de Apertura, y el Primer Vigilante se sitúa en Occidente porque. Así como el sol tiene su ocaso en Occidente para cerrar la carrera del día, el Primer Vig.·. está ahí para ayudar al Venerable M.·. a cerrar la Logia, pagar a los obreros y asegurarse de que estén satisfechos. Tal como el día transcurre entre la salida y la puesta del sol, los trabajos masónicos lo hacen entre el rito de Apertura y el de Cierre de la Logia, entre el Mediodía y la Medianoche y así como cada amanecer y cada atardecer es distinto y nuevo, lo es cada apertura y cierre aun cuando el ritual sea el mismo pues sin rutinas, y como hombres libres, los oficiales, y todos los hermanos en general, vivifican un rito en el que están incluidos hasta los posibles "despistes" o "equivocaciones" de los participantes. Uno ha de estar libre, y dispuesto a asumir cualquier función, fuere la que fuere, perseverando en ella hasta que la Orden, a través de la Cámara del Medio de la Logia, así lo disponga; salvo, desde luego, que uno se vea impedido a hacerlo.