jueves, 22 de octubre de 2020

¿QUÉ ES UNA LOGIA MASÓNICA?

 

La imagen puede contener: una o varias personas, personas sentadas e interior
¿QUÉ ES UNA LOGIA MASÓNICA?
La Logia es una reunión o sociedad compuesta de un número ilimitado de Francmasones regulares, pero nunca menor de siete, constituida de conformidad con las reglas y prácticas consuetudinarias, universalmente aceptadas y seguidas para la organización de la Francmasonería y la aplicación y desarrollo de sus principios y doctrinas.
La Logia es el Taller fundamental. Fuente de todo derecho, de todo poder y de toda autoridad, es la única que puede admitir é iniciar al profano a la vida masónica y conferirle el carácter y prerrogativas de miembro de la Institución.
Logia regular, se dice de aquella que legalmente constituida e inscrita en el registro de una potencia regular y reconocida, trabaja regularmente bajo sus auspicios, con estricta sujeción á las prácticas universales y a las reglas establecidas por dicha potencia.
Todas las Logias del Universo son iguales en derechos y obligaciones, y autónomas e independientes dentro del círculo de las atribuciones que les reconozcan y garanticen las leyes constitutivas a que respectivamente deban acatamiento.
Unidas por los lazos de la solidaridad y fraternal inteligencia, deben prestarse mutuamente todo el apoyo que pudieran necesitarlas unas de las otras, tanto para sí, como para sus respectivos obreros.
Las Logias se designan por el título distintivo que tengan a bien adoptar al constituirse, y por el número de orden que les corresponde ocupar en el registro de la potencia de que dependan.
Como las Logias gozan de la mas alta autonomía, tanto en lo concerniente a su administración y régimen interior, como en lo que afecta á los actos mas esenciales de la vida masónica, es necesario que pongan el mas exquisito cuidado en no perder de vista jamás, ni en separarse lo mas mínimo, del dogma fundamental de la Institución.
La fe en este dogma es el alma de la Francmasonería; es la que da á las Logias y á los demás organismos de la Institución, el poder de la acción y la fuerza moral de que disfrutan. De ella nace también la unidad del pensamiento y la comunidad de sentimientos que debe procurarse con vivo interés que se mantengan siempre intactos entre sus obreros, porque es la que alienta y mantiene la fidelidad y adhesión recíprocas; la que establece la religión del corazón y el culto de la simpatía; la que inspira el amor al estudio y al trabajo; la que excita á la práctica de las virtudes, y en una palabra, la que regula la moralidad entre los verdaderos hijos de la luz.
Por esto se da a las Logias los nombres de Taller, Escuela, Templo y Santuario, porque efectivamente, son verdaderos Talleres de iniciación, escuelas de enseñanza y templos ó santuarios en donde se descubren, se explican y se hacen palpables á los Francmasones, las verdades que se encierran en los símbolos y alegorías que contienen las mas grandes y provechosas enseñanzas.
La posición normal de toda sociedad masónica, consiste en hallarse siempre dentro del camino de la verdadera ciencia, marchando constantemente adelante, en pos del progreso y de la perfección. Por esto deben componerse las Logias de hombres serios, probos y generosos, entusiastas defensores de los intereses de la patria y amantes de la humanidad, sin que jamás den cabida en su seno a la intriga, ni a las maniobras de la ambición personal.
La Francmasonería, que ha mantenido desde su origen el progreso social y moral de la humanidad, constituye hoy una de las esperanzas mas sólidas para el porvenir de las naciones. El fanatismo y la superstición, monstruos que renacen de sus cenizas como el ave fénix, tienen aún profundas raíces y grandes multitudes de esclavos que les sirven sumisas; la ambición dispone de ancho campo para satisfacer su brutal egoísmo bajo múltiples formas; la perfidia y la traición pueden tender todavía impunemente sus infames lazos a los hombres nobles y de buena fe, y el genio del mal vela incesantemente, y no perdona medio ni ocasión para arrojarse sobre sus víctimas, pretendiendo dominar el pensamiento humano y esclavizarlas conciencian y hace esfuerzos titánicos para enseñorearse de los derechos de la humanidad.
Es preciso, por tanto, trabajar con ahínco y eficacia mas constante y ardiente de cada día, para inutilizar y privarles de los poderosos medios de que disponen todavía para proseguir la impía y desapiadada lucha que mantienen.
Dominado el edificio esplendente y humanitario, que las ciencias y las luces elevan de consuno, por las funestas doctrinas imperantes, debidas a los falsos profetas que lo atacan, es deber imperioso de todos los Francmasones ocupar el puesto de honor que les está señalado al frente de estos enemigos.
Y a las Logias incumbe la difícil y gloriosa tarea de amaestrarlos y dirigirlos, hasta hacer que sean dignos de sí mismos, y de titularse campeones de la gran obra de regeneración y progreso a que están consagrados.

Christine de Smet y Alejandro Oropeza


La decoración de la Cámara del Medio,



La decoración de la Cámara del Medio,

Masones del Mundo.

 deberá ser con cortinajes negro, calaveras y huesos en aspa, grupos de tres, cinco, siete y nueve, arriba del asiento del Seg.·. Vig.·. habrá un esqueleto pintado y armado de una Regla, y sobre su mesa un rollo de papel negro y grueso de diez y ocho pulgadas de largo y nueve de circunferencia, que le sirve de mazo; y un transparente negro, con este letrero "Enseña al Ignorante". Arriba del trono del Prim.·. Vig.·. otro esqueleto armado de una Escuadra; y en su mesa un rollo igual al del Seg.·. Vig .·. leyéndose en la caja del transparente "Desenmascara al Hipócrita". Arriba del trono de oriente, otro esqueleto armado de un Martillo; y en su mesa un mazo de lona o de goma elástica, una cuchara de albañil y otra caja como las anteriores, en la que se lee "Abate al ambicioso". Encima de ella una calavera. En el fondo del solio el símbolo del grado dispuesto en un transparente que se descubrirá al iluminarse la cámara en cierto punto de la iniciación, pues hasta llegar a él no habrá más luz que la que den las tres cajas con los letreros de los tronos, aunque todo se dispondrá para que pueda pronto alumbrar la logia con profusión. Al norte estará el cuadro del templo que sirvió en el grado de Compañero, y se cubrirá con una cortina negra que se corre en un punto determinado de la iniciación: Dos estrellas le alumbrarán entonces. El altar estará cubierto de negro, con la Carta Constitutiva o Dispensa de la logia. Arriba el Compás y la Escuadra, colocando las dos puntas de aquel sobre la rama de ésta; y además una Espada, una Cuchara de albañil, y Bandas y Mandiles del grado, en número suficiente para los candidatos. Cerca de Oriente y al Mediodía, estará un Ataúd con un Sudario Negro, un Mandil y una Rama de Acacia, cubierto con un paño negro, de modo que no se conozca lo que es. Al lado del H.·. Guarda Templo, una Campana. TÍTULOS Al Ven.·. Maes.·., se le llamará Muy RESP.·. MAEST.·. Al Prim.·. Vig.·. , se le llamará M.·. V.·. H.·. PRIM.·. VIG.·. Al Seg.·. Vig.·., se le llamará M.·. V.·. H.·. SEG.·. VIG.·. A los demás HH.·. VENERABLES HERMANOS. INSIGNIAS La insignia es una Banda azul celeste y de aguas con ribetes encarnados, y se bordan con hilo de oro dos ramos de acacia y siete estrellas. En su parte anterior, una roseta en el centro del lazo sosteniendo la joya y que consiste en una escuadra sobre la cual se cruza un compás abierto a 45 grados, se lleva la banda de derecha a izquierda. El mandil será de raso blanco forrado y ribeteado de rojo con el símbolo del grado, y en la solapa la escuadra y el compás, con las piernas de éste sobre las ramas de aquella.

miércoles, 21 de octubre de 2020

¿ Que son los Chakras ?

 


¿ Que son los Chakras ? 

 R:.H:.Víctor Salazar Soto. 33°66°99°

 Memphis Misraim - New York . 

 Los chakras, son centros energéticos, que vibran a distintas frecuencias o tonalidades. 

El significado de Chakra es rueda de energía en movimiento en el idioma sánscrito. (Los vedas son libros sagrados de la cultura Indu, donde inicialmente se encuentra la información que son estos centros energeticos y cuál es su función en el cuerpo humano) Chakra es un término para denominar los centros energéticos del cuerpo humano. Existen en el cuerpo humano y sirve para procesa la energía en diferentes niveles de conciencia. 
Los Chakras son la energía eléctrica de nuestro cuerpo mental que regulan la energía entre las diferentes partes del cuerpo y que se reconecta entre el cielo y la tierra. 
Los siete Chakras corresponden con zonas del sistema endocrino o nervioso, es decir, con el cuerpo físico, mientras que el octavo corresponde al aura o campo energético del cuerpo.

 Los tres primeros chakras corresponden con el triángulo inferior. El Quinto, Sexto y Séptimo forman el triángulo superior. 
El Cuarto Chakra Corazón representa el punto de equilibrio entre ambos triángulos, el lugar donde la experiencia del yo hacia ellos se transforma en yo hacia nosotros. Cada uno de los Chakras tiene una parte frontal y una parte posterior, están unidos por un canal energético que corre a lo largo de toda la espina. El sonido y el color tienen en común que son energías y vibraciones. Cada color vibra a determinada longitud de onda, así como los sonidos de las notas. Prácticas para ayudar a el equilibrio de los Chakras, como la aromaterapia, la musicoterapia ( Los chakras pueden ser afectados positivamente por diferentes frecuencias de sonido y vibraciones que son agradables a los sentidos ), el reiki , comidas adecuadas , ejercicios, visualización, meditaciones, relajación, armonización y Mantras( los mantras regularmente se repiten tres veces el mismo sonido ), y la práctica del Yoga, mediante la cual adoptas ciertas posturas que te permiten activar los siete centros energéticos. 
Un Chakra se bloqueado cuando no le llega energía, o tiene un exceso de energía. ¿Cuantos Chakras hay? Existes otros chakras además de estos siete mayores, hay muchos otros Chakras secundarios o menores, en la palma de cada mano y en la planta de cada pie, en los codos, hay otros centros energéticos. En todas las coyunturas del cuerpo también tienen chakras, los tobillos, las rodillas, la cadera, los hombros, la cintura. Estos son chakras más pequeños Hay siete que son mayores y otro que le llaman menores. Estos últimos también se denominan sub chakras o MARMAS. 




Los siete chakras mayores: 

 CHAKRA NOMBRE COLOR NOTA MUSICAL MANTRA 

 7.- CORONA SAHASRARA VIOLETA SI OM
 6.- TERCER OJO AJNA INDIGO LA AUM 
5.- GARGANTA VISUDDHA AZUL SOL HAM 4.- CARDIACO ANAHATA VERDE FA JAM 
3.- SOLAR MANIPURA AMARILLIO MI RAM 
2.- SACRO SWADHITHANA NARANJA RE VAM 
1.- FUNDAMNETAL MULADHARA ROJO DO LAM 

 Que nos puede hacer daño en los centros energéticos. Los efectos de varias sustancias en los chakras .El alcohol y las drogas rompen el flujo vertical de energía entre los chakras a lo largo de la columna vertebral. Cada sustancia adictiva tiene una afinidad inicial con uno de los chakras Cualquier cosa que vaya mal con los chakras puede causar desequilibrios e infelicidad. En el caso de las adicciones, muchas veces es difícil saber qué ocurrió primero, si el bloqueo de los chakras o el abuso de la sustancia. Algunas veces los traumas de la infancia crean problemas en los chakras que después conducen a las adicciones. Cuando la persona simplemente abandona la adicción pero no desbloquea los chakras, hay un gran peligro de que el dolor del aislamiento y el bloqueo en el flujo energético puedan resultar demasiado pesados para la persona, de forma que retornará a la adicción para aliviar el dolor. La clave para restaurar la salud es la limpieza del corazón que es el lengua del amor. Los chakras son vórtices esféricos en el cuerpo etéreo que actúan como transmisores de energía, Los Chakras vitalizan el cuerpo estando asociados con la naturaleza física, emocional y mental. La función de estos centros energéticos es mantener la salud espiritual, física, emocional y mental equilibrada Bueno mis amigos entonces hay que trabajar mucho con la chacra del Corazón (Anahata) Visualizar el color verde el mantra JAM (tres veces) vocalizar o escuchar la nota musical FA. Así sea.

lunes, 19 de octubre de 2020

Gnosis, La Iniciación en los misterios Egipcios

 Soberano Santuario de Memphis Misraim  USA . New York 

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domingo, 18 de octubre de 2020

Soberana Orden del Temple + Los Caballeros de la Orden del Sol.


 

El asesinato de Hiran Abiff



EL ASESINATO DE HIRAM ABIFF    

 Hiram había edificado el templo de acuerdo con las medidas que Salomón había recibido del Gran Arquitecto del Universo. Pero siendo un creador nato, necesitaba emplearse en algo más que elaborar una copia de encargo y quiso añadir al templo algo de su propia cosecha: un receptáculo que contenía «un mar de metales en fusión», o sea, quería trabajar directamente con el elemento Fuego, que en el ámbito simbólico representa la espiritualidad. Con este fin mandó traer los más preciosos minerales de la tierra, que sus obreros fundieron para esta obra magna. Ese mar simbólico debía servir para la purificación de los sacerdotes del templo, para una mejor conexión con el Gran Arquitecto. Hiram finalizó esta obra con la presteza y la perfección que le caracterizaban. Pero al poner tanta atención en los aspectos sublimes de su tarea descuidó los elementos puramente emocionales y surgieron a su alrededor tres traidores. Eran tres Compañeros que querían que los elevaran al supremo conocimiento (a la maestría) sin estar preparados y, al serles negado el pase, concibieron la idea de un desquite. Para ello contaron con la complicidad de Salomón, celoso y enfadado por haber perdido los favores de la reina de Saba. La venganza de los Compañeros consistía en mezclar agua en los conductos que debían llevar los metales de fusión (el Fuego y el Agua siempre se repelen, aunque están condenados a trabajar juntos). El día de la inauguración de la obra, cuando los metales fluyeron hacia el recipiente, la mezcla de magma ardiente con el agua produjo una explosión que estuvo a punto de destruir el templo. En medio de la catástrofe, Hiram oyó la voz de su antepasado Tubal-Caín que le ordenaba que se sumergiera en el recipiente ahora sin fondo para ir a su encuentro. Obedeció, y así Hiram se vio transportado al centro de la tierra, donde el fundador de su estirpe, Caín, le reveló el secreto que permite reunir, en un combinado armónico, el Agua con el Fuego. Las dos tendencias, hasta entonces enemigas, iban por fin a poder conciliarse, aunque Caín le anunció al mismo tiempo que moriría sin poder ver realizado este ideal. En efecto. Al volver a la superficie, los tres traidores aguardaban a Hiram y le solicitaron la palabra de pase; él respondió que para que les aumentara el salario (que en simbología masónica significa elevarse de grado) debían seguir trabajando en el perfeccionamiento de la obra (de su propia construcción interna). Los Compañeros se enfadaron y, después de haberle solicitado infructuosamente el pase por tres veces al Maestro, cada uno descargó sobre él un golpe (uno con una regla, el otro con una escuadra y el tercero con un martillo). El maestro Hiram encontraría la muerte. Pero antes de expirar pudo enterrar al pie de una acacia el disco que le entregara Caín y que llevaba grabada la fórmula que permitía combinar el Agua con el Fuego, así como el martillo que serviría para llamar a los obreros al templo. Cuenta la crónica hermética que cuando Lázaro (el hijo de la viuda) fue resucitado por Cristo, se dirigió al lugar en que Hiram Abiff enterrara el disco y el martillo. Al pie de aquella acacia encontró lo que buscaba, pero el disco se había transformado en una rosa y el martillo en una cruz. Así la Rosa y la Cruz serían el signo de llamada de los obreros al templo psíquico, inacabado, que sin ruido de martillos va construyendo el ser humano. Este relato ofrece a la meditación amplias perspectivas. Por un lado, vemos que cuando alguien trata de trabajar solamente el aspecto espiritual le acaban invadiendo las emociones, porque son demasiado importantes para que podamos dejarlas fuera de nuestra gran obra. Es necesario proporcionarles un espacio. Por otro lado, la traición de los Compañeros nos ilumina sobre la realidad de que todo conocimiento que trate de obtenerse por anticipado, fuera de su tiempo ordinario, conduce a la muerte del maestro que ha de facilitarlo. Anticiparnos al final de un proyecto, desvelar las claves de un trabajo antes de tiempo, mostrar nuestras cartas antes de que se acabe la partida... siempre nos perjudicará. Acabamos de ver cómo tres miserables, poseyendo ya un cierto grado de conocimiento, puesto que pertenecen a la clase de los Compañeros, han utilizado la fuerza para obtener la suprema iluminación y con ello sólo han conseguido dar muerte al Maestro que podía iluminarlos. Tres son los traidores, como tres son los pasos con los que el Aprendiz se acerca al Este, como tres son las luces, tres los oficiales que ponen en movimiento la logia. Ese número 3, que tan frecuentemente aparece en los rituales, es el símbolo de las tres fuerzas integradas en nuestra naturaleza humana: la mental, la emotiva y la física. Cuando las tres se conjuran para obtener algo, sea sublime o perverso, ninguna fuerza del universo puede oponerse a esa resolución. La empresa que los tres Compañeros habían abordado en el Templo de Salomón consistía en obtener la clave, la fórmula que les permitirla acceder a un linaje superior. El Maestro les hace observar que la única fórmula posible es la del trabajo, el trabajo humano constante, para pasar de un nivel evolutivo al inmediato superior. En nuestra sociedad, son muchas las personas que piden «la fórmula» para ejercer una función sin realizar el trabajo humano que la justificaría. Cuando esto sucede, el Maestro tiene que morir, porque si esos aspirantes ya son aquello que pretendían ser (o ellos lo creen) es inútil la figura del instructor que debía ayudarles a realizar los trabajos de acceso a la suprema dignidad. Así, vemos a menudo que el mundo, en lugar de estar regido por los Maestros con capacidad de ordenar las cosas según las reglas del real arte, se rige por los Compañeros traidores que han dado muerte al Maestro. Pero antes de que esto suceda en la dinámica social, ocurre en nuestro interior. Un día decimos que ya somos suficientemente sabios, justos, perfectos y, cortando las amarras que nos ataban a nuestra conciencia, que es el trono en que se sienta el Venerable Maestro (el que dirige la logia), instalarnos a nuestras tendencias inmaduras en el puesto de mando. Entonces el desorden aparece en nuestras vidas, y lo blanco empieza a parecernos gris y lo negro menos negro, y acabamos aceptando como plausible lo que el auténtico Maestro rechazaría por falso. Si esa tendencia prospera, si nos sentimos cómodos en el reino de lo injusto, lo que hasta determinado momento ha sido vida interior se derramará en nuestro entorno humano y nos convertiremos en exportadores de lo injusto, y seremos tan inconscientemente ciegos en lo que respecta a nuestra auténtica naturaleza que el día que se presente un tirano, nos sorprenderemos como si fuéramos criaturas inocentes. Pero la verdad es que ese tirano lo habremos estado fabricando en nuestro fuero interno, ya que en esa dinámica interna el personaje habrá encontrado la fuerza necesaria para existir. La enseñanza que deberíamos sacar del drama escenificado por Hiram Abiff en el templo del rey Salomón sería, en primer lugar, nunca matar al Maestro, dejando que todo en nosotros alcance su plenitud por los procesos naturales de maduración. Si ya hemos matado al Maestro, el ritual nos señala que debemos buscar su tumba y resucitarlo, porque el Maestro puede yacer sepultado y como muerto, pero su cadáver está en nosotros, siempre dispuesto a resucitar. Su tumba, ya lo hemos dicho, es la conciencia. Es allí donde el Maestro mora, junto a la acacia, ese árbol inmortal, cuyas hojas permanecen frescas tanto en invierno como en verano, símbolo por excelencia de lo que permanece, de lo que nunca se altera. En la conciencia está la voz de Hiram, dispuesta a reanudar los trabajos de construcción del templo. Así termina ese primer intento de reconciliación entre las tendencias enemigas. Cain (el conocimiento) mató a Abel (la fe) y ahora eran los descendientes de Abel los que daban muerte a Caín-Hiram. Los caínes se conocen actualmente bajo el nombre de franc-masones y los abeles siguen siendo los miembros de la iglesia. Así podemos entender que los masones por su talante, por su espíritu, por su vocación están empeñados en la obra de transformación del mundo, ya sea a través de las artes, de las ciencias o de la técnica. Buscan alcanzar el conocimiento por la vía de la razón. Pero la fe debe desembocar finalmente en el conocimiento, de igual modo que la razón conduce al descubrimiento de la trascendencia. Es por ello que esos hermanos enemigos están destinados a reencontrarse y a trabajar juntos en la gran obra del mundo. Los grandes Maestros enseñaron a sus discípulos una serie de reglas muy sencillas. La simplicidad siempre es compañera de la verdad. Allí donde se vea una complicación, un razonamiento confuso que sólo los peritos pueden entender, podemos pensar que la verdad brilla por su ausencia. Para comprender la obra de la creación nunca ha sido preciso ser matemático, ni ingeniero, ni filósofo licenciado, ni profesor, ni tener diplomas. La verdad trascendente está al alcance de la mentalidad de un niño. Así, pues, los constructores de catedrales enseñaron a sus discípulos que para edificar una sociedad justa sirven las mismas reglas que se utilizan para erigir un edificio sólido. Sin embargo, la construcción de la sociedad, dijeron los Maestros, empieza por la del propio edificio interior. Si el edificio de nuestra personalidad es poco sólido, si cojea, si está agrietado, si los techos se hunden, si está desnivelado, mal podremos construir en el exterior lo que tanto nos cuesta edificar en nuestro propio espacio físico. Si tenemos problemas de convivencia con el cónyuge, con los hijos, con los padres, con los amigos, en el trabajo, mal podremos contribuir a que se establezca una perfecta convivencia social. De acuerdo con estas premisas los constructores dejaron a sus sucesores, los masones, una serie de utensilios que les permitían la edificación de una sociedad justa: la Escuadra, el Compás, el Mallete, el Cincel, el Nivel, la Plomada, la Llana. Enviar por correo electrónico Escribe un blog Compartir con Twitter Compartir con Facebook Categories: El Asesinato de Hiram Abiff, Hiram Abiff, Historia de la Masonería, Rey Salomón Hiram había edificado el templo de acuerdo con las medidas que Salomón había recibido del Gran Arquitecto del Universo. Pero siendo un creador nato, necesitaba emplearse en algo más que elaborar una copia de encargo y quiso añadir al templo algo de su propia cosecha: un receptáculo que contenía «un mar de metales en fusión», o sea, quería trabajar directamente con el elemento Fuego, que en el ámbito simbólico representa la espiritualidad. Con este fin mandó traer los más preciosos minerales de la tierra, que sus obreros fundieron para esta obra magna. Ese mar simbólico debía servir para la purificación de los sacerdotes del templo, para una mejor conexión con el Gran Arquitecto. Hiram finalizó esta obra con la presteza y la perfección que le caracterizaban. Pero al poner tanta atención en los aspectos sublimes de su tarea descuidó los elementos puramente emocionales y surgieron a su alrededor tres traidores. Eran tres Compañeros que querían que los elevaran al supremo conocimiento (a la maestría) sin estar preparados y, al serles negado el pase, concibieron la idea de un desquite. Para ello contaron con la complicidad de Salomón, celoso y enfadado por haber perdido los favores de la reina de Saba. La venganza de los Compañeros consistía en mezclar agua en los conductos que debían llevar los metales de fusión (el Fuego y el Agua siempre se repelen, aunque están condenados a trabajar juntos). El día de la inauguración de la obra, cuando los metales fluyeron hacia el recipiente, la mezcla de magma ardiente con el agua produjo una explosión que estuvo a punto de destruir el templo. En medio de la catástrofe, Hiram oyó la voz de su antepasado Tubal-Caín que le ordenaba que se sumergiera en el recipiente ahora sin fondo para ir a su encuentro. Obedeció, y así Hiram se vio transportado al centro de la tierra, donde el fundador de su estirpe, Caín, le reveló el secreto que permite reunir, en un combinado armónico, el Agua con el Fuego. Las dos tendencias, hasta entonces enemigas, iban por fin a poder conciliarse, aunque Caín le anunció al mismo tiempo que moriría sin poder ver realizado este ideal. En efecto. Al volver a la superficie, los tres traidores aguardaban a Hiram y le solicitaron la palabra de pase; él respondió que para que les aumentara el salario (que en simbología masónica significa elevarse de grado) debían seguir trabajando en el perfeccionamiento de la obra (de su propia construcción interna). Los Compañeros se enfadaron y, después de haberle solicitado infructuosamente el pase por tres veces al Maestro, cada uno descargó sobre él un golpe (uno con una regla, el otro con una escuadra y el tercero con un martillo). El maestro Hiram encontraría la muerte. Pero antes de expirar pudo enterrar al pie de una acacia el disco que le entregara Caín y que llevaba grabada la fórmula que permitía combinar el Agua con el Fuego, así como el martillo que serviría para llamar a los obreros al templo. Cuenta la crónica hermética que cuando Lázaro (el hijo de la viuda) fue resucitado por Cristo, se dirigió al lugar en que Hiram Abiff enterrara el disco y el martillo. Al pie de aquella acacia encontró lo que buscaba, pero el disco se había transformado en una rosa y el martillo en una cruz. Así la Rosa y la Cruz serían el signo de llamada de los obreros al templo psíquico, inacabado, que sin ruido de martillos va construyendo el ser humano. Este relato ofrece a la meditación amplias perspectivas. Por un lado, vemos que cuando alguien trata de trabajar solamente el aspecto espiritual le acaban invadiendo las emociones, porque son demasiado importantes para que podamos dejarlas fuera de nuestra gran obra. Es necesario proporcionarles un espacio. Por otro lado, la traición de los Compañeros nos ilumina sobre la realidad de que todo conocimiento que trate de obtenerse por anticipado, fuera de su tiempo ordinario, conduce a la muerte del maestro que ha de facilitarlo. Anticiparnos al final de un proyecto, desvelar las claves de un trabajo antes de tiempo, mostrar nuestras cartas antes de que se acabe la partida... siempre nos perjudicará. Acabamos de ver cómo tres miserables, poseyendo ya un cierto grado de conocimiento, puesto que pertenecen a la clase de los Compañeros, han utilizado la fuerza para obtener la suprema iluminación y con ello sólo han conseguido dar muerte al Maestro que podía iluminarlos. Tres son los traidores, como tres son los pasos con los que el Aprendiz se acerca al Este, como tres son las luces, tres los oficiales que ponen en movimiento la logia. Ese número 3, que tan frecuentemente aparece en los rituales, es el símbolo de las tres fuerzas integradas en nuestra naturaleza humana: la mental, la emotiva y la física. Cuando las tres se conjuran para obtener algo, sea sublime o perverso, ninguna fuerza del universo puede oponerse a esa resolución. La empresa que los tres Compañeros habían abordado en el Templo de Salomón consistía en obtener la clave, la fórmula que les permitirla acceder a un linaje superior. El Maestro les hace observar que la única fórmula posible es la del trabajo, el trabajo humano constante, para pasar de un nivel evolutivo al inmediato superior. En nuestra sociedad, son muchas las personas que piden «la fórmula» para ejercer una función sin realizar el trabajo humano que la justificaría. Cuando esto sucede, el Maestro tiene que morir, porque si esos aspirantes ya son aquello que pretendían ser (o ellos lo creen) es inútil la figura del instructor que debía ayudarles a realizar los trabajos de acceso a la suprema dignidad. Así, vemos a menudo que el mundo, en lugar de estar regido por los Maestros con capacidad de ordenar las cosas según las reglas del real arte, se rige por los Compañeros traidores que han dado muerte al Maestro. Pero antes de que esto suceda en la dinámica social, ocurre en nuestro interior. Un día decimos que ya somos suficientemente sabios, justos, perfectos y, cortando las amarras que nos ataban a nuestra conciencia, que es el trono en que se sienta el Venerable Maestro (el que dirige la logia), instalarnos a nuestras tendencias inmaduras en el puesto de mando. Entonces el desorden aparece en nuestras vidas, y lo blanco empieza a parecernos gris y lo negro menos negro, y acabamos aceptando como plausible lo que el auténtico Maestro rechazaría por falso. Si esa tendencia prospera, si nos sentimos cómodos en el reino de lo injusto, lo que hasta determinado momento ha sido vida interior se derramará en nuestro entorno humano y nos convertiremos en exportadores de lo injusto, y seremos tan inconscientemente ciegos en lo que respecta a nuestra auténtica naturaleza que el día que se presente un tirano, nos sorprenderemos como si fuéramos criaturas inocentes. Pero la verdad es que ese tirano lo habremos estado fabricando en nuestro fuero interno, ya que en esa dinámica interna el personaje habrá encontrado la fuerza necesaria para existir. La enseñanza que deberíamos sacar del drama escenificado por Hiram Abiff en el templo del rey Salomón sería, en primer lugar, nunca matar al Maestro, dejando que todo en nosotros alcance su plenitud por los procesos naturales de maduración. Si ya hemos matado al Maestro, el ritual nos señala que debemos buscar su tumba y resucitarlo, porque el Maestro puede yacer sepultado y como muerto, pero su cadáver está en nosotros, siempre dispuesto a resucitar. Su tumba, ya lo hemos dicho, es la conciencia. Es allí donde el Maestro mora, junto a la acacia, ese árbol inmortal, cuyas hojas permanecen frescas tanto en invierno como en verano, símbolo por excelencia de lo que permanece, de lo que nunca se altera. En la conciencia está la voz de Hiram, dispuesta a reanudar los trabajos de construcción del templo. Así termina ese primer intento de reconciliación entre las tendencias enemigas. Cain (el conocimiento) mató a Abel (la fe) y ahora eran los descendientes de Abel los que daban muerte a Caín-Hiram. Los caínes se conocen actualmente bajo el nombre de franc-masones y los abeles siguen siendo los miembros de la iglesia. Así podemos entender que los masones por su talante, por su espíritu, por su vocación están empeñados en la obra de transformación del mundo, ya sea a través de las artes, de las ciencias o de la técnica. Buscan alcanzar el conocimiento por la vía de la razón. Pero la fe debe desembocar finalmente en el conocimiento, de igual modo que la razón conduce al descubrimiento de la trascendencia. Es por ello que esos hermanos enemigos están destinados a reencontrarse y a trabajar juntos en la gran obra del mundo. Los grandes Maestros enseñaron a sus discípulos una serie de reglas muy sencillas. La simplicidad siempre es compañera de la verdad. Allí donde se vea una complicación, un razonamiento confuso que sólo los peritos pueden entender, podemos pensar que la verdad brilla por su ausencia. Para comprender la obra de la creación nunca ha sido preciso ser matemático, ni ingeniero, ni filósofo licenciado, ni profesor, ni tener diplomas. La verdad trascendente está al alcance de la mentalidad de un niño. Así, pues, los constructores de catedrales enseñaron a sus discípulos que para edificar una sociedad justa sirven las mismas reglas que se utilizan para erigir un edificio sólido. Sin embargo, la construcción de la sociedad, dijeron los Maestros, empieza por la del propio edificio interior. Si el edificio de nuestra personalidad es poco sólido, si cojea, si está agrietado, si los techos se hunden, si está desnivelado, mal podremos construir en el exterior lo que tanto nos cuesta edificar en nuestro propio espacio físico. Si tenemos problemas de convivencia con el cónyuge, con los hijos, con los padres, con los amigos, en el trabajo, mal podremos contribuir a que se establezca una perfecta convivencia social. De acuerdo con estas premisas los constructores dejaron a sus sucesores, los masones, una serie de utensilios que les permitían la edificación de una sociedad justa: la Escuadra, el Compás, el Mallete, el Cincel, el Nivel, la Plomada, la Llana. Categories: El Asesinato de Hiram Abiff, Hiram Abiff, Historia de la Masonería, Rey Salomón