sábado, 19 de septiembre de 2015

LA LEYENDA Y EL RITUAL


LA LEYENDA Y EL RITUAL

ORÍGENES PSICOLÓGICOS DE LA LEYENDA DEL TERCER GRADO
En lenguaje masónico, quien dice grado dice ritual. Nada impide asignar orígenes distintos, si da lugar a ello, a la calificación de grado, a su transformación en grado de iniciación y a las ceremonias que componen su ritual. La iniciación al tercer grado sigue por un verdadero drama, en el que hay dos puntos a considerar por separado: el nombre del protagonista y las aventuras que se le suponen.
La mayoría de los historiadores masónicos se han limitado hasta hoy día a buscar los síntomas o antecedentes de la leyenda de Hiram en las historias religiosas de la antigüedad. Yo desearía dar un paso más y dirigirme, con el mismo fin, a esas capas profundas de la humanidad que se han calificado, y no sin razón, de primitivas, porque en ellas se descubre, en estado naciente y tosco, los factores que, entre los pueblos llegados a la civilización, caracterizan el desarrollo de las religiones y las filosofías.
Quiero referirme a los no civilizados que representan, hasta cierto punto, si no la condición primitiva de la sociedad, sí al menos un estado psicológico por el que toda la humanidad ha pasado en una etapa dada de su evolución.
En todas las regiones del mundo, las poblaciones no civilizadas celebran verdaderos misterios a los que sólo se es admitido por vías de iniciación. Casi siempre, contienen escenas ensayadas que representan aventuras en el país de las almas. El elemento dramático más frecuente lo proporciona la simulación de una muerte, seguida de una resurrección.

A veces, el pasaje de la muerte queda figurado por una tumba; en otras, por un descenso al país de las sombras, a lo que sigue el retorno a la tierra o la admisión en el país de los dioses. En Australia, en Nueva Gales del Sur, cuando los jóvenes, en la edad de la pubertad sufren la iniciación viril, los hacen coger por un personaje disfrazado que los rapta y finge matarlos, tras lo cual les devuelve la vida quitándoles un diente.

A lo largo del río Darling, esta iniciación comporta la siguiente iniciación: un anciano se tumba en el suelo, teniendo en la mano una rama verdeante (se ignora si es una rama de acacia). Se le recubre ligeramente con tierra, de manera que la rama sólo sobresalga del montículo, y luego planta allí otras ramas. Los neófitos lo rodean en círculo, y a los acentos de un canto mágico, el enterrado agita su rama y acaba por levantarse.

Esta ceremonia, bueno será subrayarlo, data de una época anterior a la introducción del cristianismo y, con mayor razón, de la Francmasonería en el continente australiano. En el archipiélago de las islas Fidji se conduce a los jóvenes delante de una fila de individuos tumbados también en la tierra, simulando ser cadáveres, cubiertos de sangre y tripas de cerdo.
A un grito lanzado por el sacerdote, esos comparsas se incorporan, se sacuden y corren a lavarse al río próximo.

Pasemos a África: en ciertas regiones del Congo, los jóvenes fingen caer muertos y son transportados a un retiro misterioso, en el corazón de la selva, donde pasan varios meses, a veces años, para después regresar a sus domicilios, Pero han de fingir haber olvidado todo lo relativo a su vida anterior, incluyendo la lengua materna y la costumbre de alimentarse por sí mismos.

Las mismas particularidades se han observado entre los Piel Roja de Virginia y los indígenas de Nueva Guinea. Entre estos últimos, se obliga a los neófitos a introducirse en la boca de un monstruo fabricado a semejanza de un casuario o un cocodrilo. Entonces se dice que el espíritu se los ha tragado y, en tanto las madres se entregan a lamentaciones fúnebres, se conduce a los pacientes con los ojos vendados a una choza oscura, donde los sacerdotes, al tiempo que ejecutan una alegre cencerrada, fingen cortarles la cabeza.

Al cabo de ocho o nueve días se les comunica los secretos mágicos de la asociación, así como las tradiciones de la tribu; se les hace prometer que guardarán silencio acerca de todo lo visto y oído, y finalmente se les devuelve a sus familiares, Pero también han de simular haber olvidado todo lo referente a su vida pasada, y tener que aprenderlo todo nuevamente, “como si se hubiesen convertido en niños pequeños”.

En suma, han de iniciar una nueva vida. De este modo, el muerto que resucita se halla en contradicción con todos los antecedentes de la biología, sin embargo, es asimismo un gesto humano, por su frecuencia, y a tal título, se le puede buscar una explicación psicológica de carácter general.
Esta explicación nos la proporcionará la etnografía comparada, haciendo destacar el considerable papel que desempeña en los pueblos incultos la magia simpática. Esta se apoya en la idea de que simulando o prefigurando un suceso, se asegura la realización del mismo. Por eso tienen lugar las escenas representadas que abundan en los cultos primitivos y que se mantienen en los otros bajo la forma de ritos metafísicos o de danzas religiosas.

Así, el salvaje ve en el alma, o más bien en el doble, ese ser que vive en él y que, bajo ciertas circunstancias, puede salir del mismo, el origen de todas sus facultades y todos sus movimientos. No hay deseo más ardiente que el de proteger a su alma contra todo deterioro, toda asechanza: de aumentar las capacidades; incluso de cambiarla por otra alma más fuerte o mejor dotada, tan superior a su alma actual como ésta es superior al alma del niño o del animal.
El adolescente no puede gozar de las facultades y privilegios del adulto más que si se le hace sufrir una transformación interior, dándole un alma nueva. Tales, incontestablemente, la explicación de unas ceremonias tan extrañas, y no obstante, tan semejantes unas a otras, que ya he descrito antes.

En todas partes, la iniciación, o sea, la admisión a una vida superior se considera como un segundo nacimiento, una regeneración en toda la extensión del término.
“Morir es ser iniciado”, decía Plutarco, jugando con las palabras: teleutan = teletsthai. Recíprocamente, podría decirse con más razón: ser iniciado es morir… para renacer.

LAS HERRAMIENTAS DE UN APRENDIZ

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LAS HERRAMIENTAS DE UN APRENDIZ

Introducción

En una de las etapas de un aprendiz en la masonería especulativa se desarrolla en base a tres herramientas simbólicas fundamentales: el mazo, el cincel, y la vara o regla de 24 pulgadas; las cuales reflejan claramente el fin principal de este grado como: “el dominio de las pasiones, como premisa del acceso al conocimiento y realización de deber de perfeccionamiento.”
De acuerdo al trabajo que se realice, se podría considerar el mazo y el cincel como que uno depende del otro para que tenga utilidad, en cambio la regla puede ser usada independiente a ellas.
Desarrollo
La palabra HERRAMIENTA viene del vocablo FERRAMENTA, que en términos generales se refiere al conjunto de Útiles profesionales propios para l uso de los Artesanos y Obreros. Es también una colección de instrumentos que se emplean para ejercer los trabajos de Arte y Obras Materiales en los centros industriales, y talleres, con el fin de desarrollar actividades físicas o mecánicas por la mano del hombre.
El Cincel y el Mazo se complementan porque sabemos que el mazo con su peso golpea el cincel. El cincel es una herramienta de punta acerada y recta, de doble bisel que sirve para labra, romper, perforar, o alisar a golpe de mazo la piedra o el metal.
En el sentido MORAL el Mazo simboliza “La fuerza de Voluntad” de los humanos, para desarrollar esa lucha tan Ardua que se interpone entre el Bien y el mal. Un acto que lleva como objetivo despojar a los seres Humanos de aquellas tendencias perniciosas y absurdas que tanto perjudican a los individuos. El fin principal de mazo es conseguir dominar las pasiones perversas, eliminar los malos vicios y MODELANDO de esta manera buenos Hábitos con un factor de bienestar a favor de sus semejantes.
La regla es la denominación que se le da a un instrumento de metal o madera plano que sirve para medir y lanzar líneas rectas.
En el orden masónico la regla debe ser de forma triangular y de veinticuatro pulgadas (24”) atendiendo a la forma correcta que debe ostentar la regla masónica. Podemos establecer que sus tres caras laterales son alegóricas por las formas de composición del día y la noche de las cuales ocho deben emplearse para el trabajo, ocho para las necesidades físicas y mentales, y ocho para el descanso sumando así 24 horas al igual número de pulgadas de la regla. También, la regla nos indica la estricta obligación que hemos contraído para no separarnos jamás del camino del deber y del derecho que prácticamente nos hace adquirir las sanas costumbres.
Conclusión
El mazo es el símbolo de nuestro poder, constancia y voluntad; por lo tanto es una representación simbólica de la fuerza y de la tenacidad firme del mazo.
El cincel es la herramienta que simboliza el conocimiento en la sabiduría, amplia en la justicia, preparándonos siempre con información espiritual y material.
La regla simboliza la perfección como instrumento de medida y emblema de la línea recta. Representa el empleo ordenado y disciplina de la visión interior guiada por el descernimiento útil para líneas en el sentido ético, una norma que ha de regir en nuestra conducta.
Todo esto nos dice algo muy valioso que estas tres herramientas: el Mazo, el Cincel, y la Regla de 24” como instrumentos nos ayudan a la transformación de la piedra bruta, nuestro interior y que podemos generar cambios a partir de su interpretación. Tenemos defectos y virtudes pero debemos buscar siempre los mayores y más altos propósitos en la vida con puntos de equilibrio que nos guíen al desarrollo en la plenitud del espíritu masónico y la realización social a quienes finalmente se debe la acción transformadora de nuestros semejantes la Francmasonería Universal.

INVITACIÓN AL CONGRESO MASONICO UMSOI COLOMBIA, 29,30 y 31 DE OCTUBRE 2015

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INVITACIÓN AL CONGRESO MASONICO UMSOI COLOMBIA, 29,30 y 31 DE OCTUBRE 2015

Antigua oración de gratitud de los Esenios que abre las puertas a la salud física y mental

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Antigua oración de gratitud de los Esenios que abre las puertas a la salud física y mental

Hemos olvidado nuestros orígenes y abandonado la conexión con la naturaleza, de ahí nacen la mayoría de nuestros males físicos y mentales. y es nuestra fuente primigenia de armonía y dicha. Muchas enfermedades podrían desaparecer al reconectar con la fuente de la vida.

Los Esenios, descendientes directos de Moisés, y un pueblo de gran sabiduría tenían esta bella oración para dar las gracias y manifestar su amor a la tierra. Son bellos ejercicios compatibles con nuestra vida actual. Pronunciar la palabra ‘gracias’ purifica y libera, nos desapega, nos da confianza y nos abandonamos, aceptamos la vida. Una forma radicalmente diferente de existir.

Antiguo Ejercicio Esenio de Purificación y Salud

*Párate en medio de la naturaleza viviente, entre el cielo y la tierra.

*Siente la tierra bajo tus pies; siente como la tierra te carga y te sostiene.

*Siente el cielo infinito sobre ti; te inspira, te mejora, te eleva.

*En el cielo, piensa en el origen de tu espíritu y de tu inteligencia.

*En el cielo, piensa en el origen de tu alma eterna, de la más elevada conciencia universal.

*En la tierra, piensa en el origen de tu alma terrestre, en tu conciencia individual.

*Siéntete como una unión viviente entre las fuerzas del cielo y de la tierra, del infinito y de lo que está en desarrollo.

*Arrodíllate en la tierra, y con tu mano derecha cava un pequeño hoyo en la tierra.

*Coloca las dos manos juntas sobre tu pecho (el corazón místico), en señal de oración y de unión interna con el cielo y la tierra dentro de ti.

*En esta postura sagrada, permite que una hermosa luz, la fuerza, la presencia del cielo, fluya a través de ti: el omnipresente Padre de todos los seres vivientes. Imagina una luz diamantina, transparente como el agua pura.

*Inclínate con amor sobre la Madre Tierra, y coloca tus manos alrededor del pequeño hoyo. Inclínate sobre la tierra y coloca tu boca entre tus manos.

*Ofrécele con tus palabras a la tierra el agradecimiento del cielo a la Madre Tierra; ofrécele también el agradecimiento de tu corazón y, a través de ello, del corazón de la humanidad.

orando


Pronuncia las palabras:

*”Madre Tierra, yo te ofrezco mi agradecimiento con todo mi corazón, y a través de él del corazón de todos los hombres y las mujeres. Que todos los seres que llevas en tu seno protejan, nutran y bendigan todo lo que crece.”

*Acuéstate después sobre la tierra y abandónate sobre ella. Que tu cuerpo y tu alma nacidos de ella sean uno con la Madre Tierra y su oculto esplendor.

Piensa y di:

*”Madre Tierra, elimina todas mis enfermedades y mis faltas según tu voluntad, para que pueda recibir la bendición del espíritu divino y trasmitirla a todos los seres vivientes, según tu voluntad”.

*Mantente en comunión, en silencio, mientras dejas que la tierra te purifique completamente.

*Ponte nuevamente de rodillas y coloca tus manos frente a la rosa solar del corazón.

*Piensa en tu espíritu, siente tu alma, y di con tu fuerza vital:

*”Con amor y gratitud,

*Te ofrezco mi amoroso agradecimiento lleno de luz.

*A la Madre Tierra, gracias;

*A agua de la vida, gracias;

*A precioso aire, gracias;

*A fuego sagrado, gracias;

*A los minerales, gracias;

*A las plantas, gracias;

*A los animales, gracias;

*A la humanidad que camina por el sendero de la evolución, gracias;

*A todos los ángeles, gracias;

*A la inteligencia cósmica que creó mi pensamiento, gracias;

*Al océano de amor que creó mi sensibilidad, gracias;

*A la vida universal que impregnó mi futuro con la semilla de la individualidad, gracias;

*A todos los seres del mundo, doy las gracias en Él, la única Fuente que unifica a todos los seres en su origen y propósito”.

*Cruza los brazos sobre tu pecho, inclina ligeramente tu cabeza, y pronuncia la palabra de cierre: “Amen”.

*Entonces, rellena de nuevo el agujero que cavaste para hablar con la Madre del mundo.

viernes, 18 de septiembre de 2015

¿QUÉ ES LA CONCIENCIA? - CONOCIMIENTO INTERNO


¿QUÉ ES LA CONCIENCIA? - CONOCIMIENTO INTERNO

Sofia Yoldi

¿QUÉ ES LA CONCIENCIA?
Muchas veces me he preguntado qué es la conciencia a la que se refieren los maestros espirituales. Utilizamos un tipo de conciencia (la reflexión) para vivir con conciencia (atención), ampliar nuestros niveles de conciencia (entendimiento y percepción) y llegar hasta la conciencia universal (dios). Comienza por lo general por una búsqueda interior para crecer y muchas veces para encontrar un propósito y un sentido trascendente en este paso por la tierra. .

Es un proceso individual de autoobservación y búsqueda de un conocimiento profundo para la evolución humana, una expansión de nuestro ser, una búsqueda espiritual y un renacer a otros niveles de realidad a través de un entendimiento. Por tanto, es un proceso que involucra responsabilizarse, liberarse, algunas veces reinventarse y de alguna manera transformarse. Lo podríamos explicar a través de sus diferentes nociones y dimensiones progresivas: reflexión, atención permanente, entendimiento y universalidad.

¿Qué debo hacer para realizarme personal y espiritualmente? ¿Cómo puedo ser una persona más sabia, valiente y feliz? ¿Cómo vivo, qué digo, como actúo? ¿Cómo puedo aprovechar la vida al máximo y generar un impacto positivo en el mundo? ¿Cómo puedo desarrollar mis facultades y alcanzar mis propósitos? ¿Qué control tengo sobre mi mente, mi cuerpo y las fuerzas que operan en mí? ¿Cuáles son mis pautas éticas y mis sistemas de valores? Son ciertas preguntas que acompañan este asumirnos a nosotros mismos y que por lo general involucran una búsqueda interior y un despertar espiritual.

El yoga nos hace ser conscientes de nosotros mismos, y de preguntas filosóficas como el origen del mundo, nuestra misión en la vida, las relaciones con los demás, la muerte, el sentido de la vida, y la manera para ser mejores seres humanos. Pero también qué condicionamientos mentales y actitudes he heredado o adquirido, que son limitantes para mi desarrollo y que me impiden ser libre, forman parte de este despertar de una conciencia autoreflexiva, que va de la mano de una conciencia ética y espiritual.

Los caminos espirituales nos hacen conscientes de nosotros mismos y de lo que sucede en nuestro mundo interior, así como de nuestros condicionamientos, sistemas de creencias, comportamientos provenientes de unos familiares o culturales. Es una gran oportunidad para observarnos, como si fuéramos un tercero que va a cine y ve una historia ajena sin involucrarse.

Atención, entendimiento y realización

Tomar distancia de lo que sucede en nuestra mente y nuestra vida es el primer paso para dejar de vivir controlados por el ego, o la ilusión de que somos un individuo con una identidad, unas características, unos deseos, gustos, unos objetivos, unos principios, unos temores y prejuicios determinados y que no podemos cambiar.

La conciencia empieza a modificar nuestra vida porque le da un giro a la forma como vemos el mundo; y también la vida empieza a responder de una forma diferente. Significa parar un poco y dejar a un lado las expectativas del entorno o los miedos y escuchar nuestra alma, que nos dice qué es lo que realmente queremos hacer. Porque tenemos atención.

Cuando observamos nuestra mente nos darnos cuenta de que nuestra mente tiende a apegarse al momento presente, a las personas y a las cosas y que esa es uno de los principales motivos de nuestro temor. Nos damos cuenta de que la naturaleza de la existencia es cambiante y que la permanencia y predictibilidad que pedimos no es ni posible no deseable. Conciencia es también tener toda la atención al momento presente y a cada cosa que hacemos. Es darnos cuenta de que siempre estamos pensando en los objetivos y que nos olvidamos de estar presentes en el camino.

También que nuestra felicidad no puede estar en lograr o poseer porque la dicha del mundo siempre tiene como contracara el sufrimiento. Y que el desasosiego de la vida o el temor a la muerte que nos llevan a las adicciones, a los excesos, a la ansiedad permanente o a la depresión se conquistan con la paz interior, que comienza por la paz mental, donde podremos ver con claridad nuestro camino y nuestra esencia divina. Que tiene que haber algo grande que nos explique y transforme.

La conciencia es el primer paso para cambiar, pues sólo si nos observamos, si observamos nuestros pensamientos que es donde se originan nuestras emociones, la vida que creamos y nuestras dichas y desdichas, podremos tomar el control y asumir la responsabilidad que tenemos, no solo en nuestra propia vida o en nuestro desarrollo personal, sino también en el mundo que creamos colectivamente.

Fuente: http://www.portaldimensional.com

EL GRAN ORIENTE DEL PERÚ SUSCRIBE TRATADO CON LA GRAN LOGIA TRADICIONAL DE RUMANIA

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EL GRAN ORIENTE DEL PERÚ SUSCRIBE TRATADO CON LA GRAN LOGIA TRADICIONAL DE RUMANIA

RENÉ GUÉNON – Estudios sobre la Francmasonería y el compañerazgo II

ReneGuenon
RENÉ GUÉNON – Estudios sobre la Francmasonería y el compañerazgo II

ReneGuenon

Hacia el final de nuestro precedente estudio1, hemos hecho alusión a ciertos astrónomos contemporáneos a los que se les ocurre a veces salirse del dominio que les es propio, para darse a digresiones teñidas de una filosofía que no es ciertamente injusto señalar como totalmente sentimental, pues esencialmente poética en su expresión. Quien dice sentimentalismo dice siempre antropomorfismo, pues éste lo es de varios tipos; y aquel del que hablamos a este particular es el que se ha primero manifestado como una reacción contra la cosmogonía geocéntrica de las religiones reveladas y dogmáticas, para desembocar en las concepciones estrechamente sistemáticas de sabios que quieren limitar el Universo a la medida de su comprehensión actual2 por una parte, y, por otra parte, de las creencias por lo menos tan singulares y poco racionales (en razón misma de su carácter de creencias totalmente sentimentales) como las que pretenden reemplazar3. Sobre uno y otro de estos dos productos de la misma mentalidad, tendremos igualmente que volver a continuación; pero es bueno comprobar que se unen a veces, y apenas es necesario recordar, para dar un ejemplo, la famosa “religión positivista” que Auguste Comte instituyó hacia el fin de su vida. Que no se crea, por otro lado, que somos en absoluto hostiles a los positivistas; nosotros tenemos, al contrario, por ellos, cuando son estrictamente positivistas4, y a pesar de que su positivismo se queda forzosamente incompleto, muy diferente estima a la que sentimos por los filósofos doctrinarios modernos, ya se declaren monistas o dualistas, espiritualistas o materialistas.
Pero volvamos a nuestros astrónomos; entre ellos, uno de los más conocidos del gran público (y por ese sólo motivo le citamos antes que a cualquier otro, aunque tuviese un valor científico muy superior) es, sin duda, Camille Flammarion, al que vemos, incluso en aquellas de sus obras que parecerían deber ser puramente astronómicas, decir cosas como éstas:
( … Si los mundos murieran para siempre, si los soles una vez extinguidos no se encendieran ya más, es probable que no hubiera ya estrellas en el cielo.
“¿y eso por qué?
Porque la creación es tan antigua, que podemos considerarla como eterna en el pasado5. Desde la época de su formación, los innumerables soles del espacio han tenido largo tiempo para extinguirse. Con relación a la eternidad pasada (sic), no hay más que los nuevos
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soles que brillan. Los primeros están extinguidos. La idea de sucesión se impone, pues, por sí misma a nuestro espíritu6.
“Cualquiera que sea la creencia íntima que cada uno de nosotros haya adquirido en su conciencia sobre la naturaleza del Universo, es imposible admitir la antigua teoría de una creación hecha de una vez por todas7. La idea de Dios ¿no es, por sí misma, sinónimo de la idea de Creador? Desde el momento que Dios existe, él crea; si no hubiera creado más que una vez, no habría ya soles en la inmensidad, ni planetas impulsando alrededor de ellos la luz, el calor, la electricidad y la vida8. Es preciso, con absoluta necesidad, que la creación sea perpetua9. Y, si Dios no existiera, la antigüedad, la eternidad del Universo se impondría con mayor fuerza aún10?.
El autor declara que la existencia de Dios “no es más que una cuestión de filosofía pura y no de ciencia positiva”, lo que no le impide querer demostrar, en otro lugar11, si no científicamente, al menos con argumentos científicos, esta misma existencia de Dios, o más bien de un dios, deberíamos decir, y aún de un dios muy poco luminoso12, puesto que no es más que un aspecto del Demiurgo; Es el autor mismo quien lo declara, al afirmar que para él, “la idea de Dios es sinónimo de la de Creador”, y, cuando habla de creación, se trata siempre solamente del mundo físico, es decir, del contenido del espacio que el astrónomo tiene posibilidad de explorar con su telescopio13. Por lo demás, hay sabios que se afirman ateos solamente porque les es imposible hacerse del Ser Supremo otra concepción que la citada, la cual repugna demasiado fuertemente a su razón (lo que testimonia al menos en favor de ésta); pero Flammarion no está entre éstos, puesto que, al contrario, no pierde ocasión de hacer una profesión de fe deísta. Aquí mismo, sobre todo tras el pasaje que hemos citado precedentemente, es conducido, por consideraciones tomadas de una filosofía totalmente atomista, a formular esta conclusión: “La vida es universal y eterna14?. El pretende haber llegado a tal conclusión por la ciencia positiva solamente (¡por medio de muchas hipótesis!); pero es bastante singular que esta misma conclusión haya sido desde hace mucho tiempo afirmada y enseñada dogmáticamente por el Catolicismo, como surgiendo exclusivamente del dominio de la fe15. Si la ciencia y la fe debían reunirse tan exactamente, no valía la pena 91
reprochar con tanta acrimonia a esta religión las molestias que Galileo tuvo antaño que sufrir de parte de sus representantes por haber enseñado la rotación de la Tierra y su revolución alrededor del Sol, opiniones contrarias a un geocentrismo que se quería entonces apoyar sobre la interpretación exotérica (y errónea) de la Biblia, pero de la cual, en nuestra época, los más ardientes defensores (pues aún los hay) ¿no se encuentran quizás más entre los fieles de las religiones reveladas?16
Viendo a Flammarion mezclar así el sentimentalismo con la ciencia so pretexto de “espiritualismo”, no podemos sorprendernos de que haya llegado bastante rápidamente a un “animismo” que, como el de un Crookes, de un Lombroso (al final de su vida) o de un Richet (otros tantos ejemplos del fracaso de la ciencia experimental de cara a la mentalidad formada desde hace largo tiempo en Occidente por la influencia de las religiones antropomórficas), no difiere apenas del espiritismo ordinario más que por la forma, para salvar las apariencias “científicas”. Pero lo que podría sorprender más, si se pensara que la concepción de un Dios individual, más aún que “personal”, no podría satisfacer todas las mentalidades, ni incluso todas las sentimentalidades, lo que, decimos nosotros, sorprendería quizá más, es reencontrar esta misma “filosofía científica” sobre la cual Flammarion edifica su neoespiritualismo, y expuesta en términos casi idénticos, bajo la pluma de otros sabios que de ella se sirven precisamente para justificar al contrario una concepción materialista del Universo. Bien entendido, no podemos dar más la razón a los unos que a los otros, pues el espiritualismo o el “vitalismo” o el “animismo” de los unos, son tan extraños a la pura metafísica, como el materialismo y el “mecanicismo” de los otros, y todos se hacen del Universo, concepciones igualmente limitadas, aunque de manera diferente17; todos toman por el infinito y la eternidad lo que no es en realidad más que la indefinidad espacial y la indefinidad temporal. “La creación se desarrolla en el infinito y en la eternidad”, escribe en efecto Flammarion18, y sabemos en qué sentido restringido entiende él la creación; dejémosle con esta afirmación y vamos ahora, sin más tardar, a lo que es la causa del presente artículo.
En “La Acacia” de marzo de 1911, ha aparecido un artículo del H.·. M.-I. Nergal sobre “La cuestión del Gran Arquitecto del Universo”; cuestión que había ya sido tratada precedentemente19 en la misma revista, por el llorado H.·.Ch.-M. Limousin y por el H.·. Oswald Wirth; nosotros hemos comentado algo al respecto hace más de un año20.
Ahora bien, si hemos citado a Flammarion como simple ejemplo de la tendencia neoespiritualista de ciertos sabios contemporáneos, podemos tomar muy bien al H.·. Nergal como ejemplo de la tendencia materialista de ciertos otros. En efecto, se afirma claramente como tal, rechazando todas las otras denominaciones que (como la de “monista” especialmente) podrían dar lugar a algún equívoco; y se sabe que en realidad, los verdaderos materialistas son muy poco numerosos. Además les es muy difícil conservar siempre una actitud estrictamente lógica: mientras que creen ser espíritus rigurosamente científicos21, su concepción del Universo no es sino una visión filosófica como cualquier otra en la construcción de la cual entran buen número de elementos de orden sentimental; hay incluso entre ellos
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quienes van tan lejos en el sentido de la preponderancia permitida (al menos en la práctica) al sentimentalismo sobre la intelectualidad, que se pueden encontrar casos de verdadero misticismo materialista. ¿No es, en efecto, un concepto eminentemente místico y religioso el de una moral absoluta (o que se dice tal), que puede ejercer sobre la mentalidad de un materialista una influencia lo bastante poderosa como para hacerle confesar que, aunque no hubiera ningún motivo racional para ser materialista, él permanecería siéndolo aún, únicamente porque es “más bello” “hacer el bien” sin esperanza de alguna posible recompensa? Tal es, sin duda, una de esas “razones” que la razón ignora, pero creemos que el H.·. Nergal mismo concede una importancia demasiado grande a las consideraciones de orden moral para denegar todo valor a tal argumento22.
Como quiera que sea, en el artículo al cual acabamos de hacer alusión, el H.·. Nergal define el Universo como “el conjunto de los mundos que gravitan a través de los infinitos (sic)”23; ¿no parecería estar oyendo a Flammarion? Es precisamente con una afirmación equivalente a ésta como hemos dejado antes a este último, y hacemos la observación primero para poner de manifiesto la similitud de ciertas concepciones entre hombres que, debido a sus tendencias individuales respectivas, deducen doctrinas filosóficas diametralmente opuestas.
Hemos pensado que la cuestión del Gran Arquitecto del Universo, por otro lado estrechamente ligada a las consideraciones que preceden, era de aquellas sobre las cuales es bueno volver a veces, y, puesto que el H.·. Nergal desea que su artículo dé lugar a respuestas, expondremos aquí alguna de las reflexiones que nos ha sugerido, ello sin ninguna pretensión dogmática, bien entendido, pues la interpretación del simbolismo masónico no podría admitirla24.
Hemos ya dicho que para nosotros, el Gran Arquitecto del Universo constituye únicamente un símbolo iniciático, que se debe tratar como todos los otros símbolos, y del cual se debe buscar antes que nada hacerse una idea racional25; es decir, que esta concepción nada puede tener en común con el Dios de las religiones antropomórficas, que es no solamente irracional, sino incluso antirracional26. Sin embargo, si pensamos que “cada uno puede dar a este símbolo la significación de su propia concepción filosófica” o metafísica, estamos lejos de asimilarlo a una idea tan vaga e insignificante como “El Incognoscible” de Herbert Spencer, o, en otros términos, a “lo que la ciencia no puede alcanzar”; y es bien cierto que, como dice con razón el H.·. Nergal, “si nadie contesta que existe lo desconocido27, nada absolutamente nos autoriza a pretender, como algunos lo hacen, que eso desconocido represente un espíritu, una voluntad”. Sin duda, “lo desconocido retrocede” y puede retroceder indefinidamente; es pues limitado, lo que viene a significar que no constituye más que una fracción de la Universalidad; por lo tanto, tal concepción no podría ser la del Gran Arquitecto del Universo, que debe, para ser
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verdaderamente universal, implicar todas las posibilidades particulares contenidas en la unidad armónica del Ser Total28.
El H.·. Nergal tiene razón aún cuando dice que frecuentemente “la fórmula del Gran Arquitecto no corresponde más que a un vacío absoluto, incluso entre los que son partidarios de ella”, pero es poco verosímil que haya ocurrido lo mismo entre los que la han creado, pues ellos han debido querer inscribir en el frontón de su edificio iniciático otra cosa que una palabra vacía de sentido. Para adivinar su pensamiento, basta evidentemente preguntarse lo que significa esta palabra en sí misma, y, desde este punto de vista precisamente, nosotros la encontramos tanto mejor apropiada para el uso que de ella se hace cuanto que corresponde admirablemente al conjunto del simbolismo masónico, al que domina e ilumina todo entero, como la concepción ideal que preside la construcción del Templo Universal.
El Gran Arquitecto, en efecto, no es el Demiurgo, es algo más, infinitamente más incluso, pues representa una concepción mucho más elevada: él traza el plano ideal29 que es realizado en acto, es decir, manifestado en su desarrollo indefinido (pero no infinito), por los seres individuales que son contenidos (como posibilidades particulares, elementos de esta manifestación al mismo tiempo que sus agentes) en su Ser Universal; y es la colectividad de esos seres individuales, considerada en su conjunto, la que en realidad, constituye el Demiurgo, el artesano o el obrero del Universo30. Esta concepción del Demiurgo, que es la que hemos expuesto precedentemente en otro estudio, corresponde en la Kábala, al “Adán Protoplastos”(primer formador)31 mientras que el Gran Arquitecto, es idéntico al “Adam Kadmon”, es decir, al Hombre Universal32.
Esto basta para marcar la profunda diferencia que existe entre el Gran Arquitecto de la Masonería, por una parte, y por otra, los dioses de las diversas religiones, que no son más que aspectos diversos del Demiurgo. Por otra parte, es erróneamente como, al Dios antropomorfo de los Cristianos exotéricos, el H.·. Nergal asimila Jehovah, es decir, el Hierograma del Gran Arquitecto del Universo mismo (cuya idea, a pesar de esta designación nominal, permanece mucho más indefinida de lo que el autor puede incluso suponer). Y Allâh, otro tetragrama cuya composición jeroglífica designa muy claramente al Principio de la Construcción Universal33; tales símbolos no son de ningún modo personificaciones, y lo son tanto menos cuanto que está prohibido representarlos por cualquier figura.
Por otra parte, tras lo que acabamos de decir se ve que, en realidad, no se ha hecho más que querer reemplazar la fórmula antiguamente en uso, “A la Gloria del Gran Arquitecto del Universo” (o del Sublime Arquitecto de los Mundos en el Rito Egipcio), por otras fórmulas exactamente equivalentes, cuando se ha propuesto sustituirla por estas palabras: “A la Gloria de la Humanidad”, debiendo ésta ser entonces comprendida en su totalidad, que constituye el
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Hombre Universal34, o incluso: “A la Gloria de la Francmasonería Universal”, pues la Francmasonería en el sentido universal, se identifica con la Humanidad integral considerada en el cumplimiento (ideal) de la Gran Obra Constructiva35.
Podríamos extendernos aún más largamente sobre el asunto, que es naturalmente susceptible de desarrollos indefinidos, pero para concluir prácticamente, diremos que el ateísmo en la Masonería no es y no puede ser más que una máscara, que en los países latinos y particularmente en Francia, ha tenido sin duda temporalmente su utilidad, se podría casi decir su necesidad, y ello por razones diversas que no tenemos que determinar aquí, pero que hoy se ha convertido sobre todo en peligroso y comprometedor para el prestigio y la influencia exterior de la Orden. Esto no quiere decir, sin embargo, que se deba por ello, imitando la tendencia pietista que domina aún la Masonería anglosajona, pedir a la institución una profesión de fe deísta, implicando la creencia en un Dios personal y más o menos antropomorfo. Lejos de nosotros semejante pensamiento; aún más, si semejante declaración viniera nunca a ser exigida en una Fraternidad iniciática cualquiera, seríamos seguramente el primero en rechazar suscribirla. Pero la fórmula simbólica de reconocimiento del G.·. A.·. del U.·. no comporta nada semejante; ella es suficiente, aun dejando a cada uno la perfecta libertad de sus convicciones personales (carácter que tiene en común con la fórmula islamita del Monoteísmo36, y, desde el punto de vista estrictamente masónico, no se puede razonablemente exigir nada más ni otra cosa que esta simple afirmación del Ser Universal, que corona tan armoniosamente el imponente edificio del simbolismo rituálico de la Orden.

LA INICIACIÓN EGIPCIA Y SU RELACIÓN CON EL HOMBRE


misterio egipcio
LA INICIACIÓN EGIPCIA Y SU RELACIÓN CON EL HOMBRE

misterio egipcio

Dr. Jorge Adoum
(Mago Jefa)

Todo aspirante debe comprender los misterios de la Iniciación antigua para entender y practicar, a conciencia, la verdadera Iniciación moderna. Todos los Misterios Antiguos eran símbolos de hechos futuros que deben suceder. Para comprender la Verdad debemos estudiar los símbolos antiguos que constituyen el camino más directo a la Sabiduría.

Los egipcios practicaban la Iniciación en la Gran Pirámide. Ese monumento maravilloso jamás fue tumba de faraón alguno, como pretenden demostrar algunos expertos. La Gran Pirámide es fidelísima copia del cuerpo humano y podemos decir, simbólicamente, que es la tumba del Dios Íntimo que se halla dentro del hombre.

Para volver a la Unidad con el Dios Íntimo, el hombre debe buscar su propia Iniciación en su mundo interno, tal como en los tiempos antiguos el principiante debía penetrar al Interior de la Gran Pirámide en busca de la Gran Iniciación.

Todas las religiones y escuelas materializaban y continúan materializando los misterios, por dos razones: para velarlos a los ojos de los profanos y para facilitar su comprensión por el candidato.
Amedes le dice a Sethos, cuando llegan al pie del misterioso Santuario de la Iniciación:

“Sus caminos secretos conducen a los hombres amados por los dioses a un fin que ni siquiera puedo nombrar. Es indispensable que ellos hagan nacer en sí el ardiente deseo de alcanzarlo. La entrada de la Pirámide está abierta a todo el mundo, pero compadezco a quienes tienen que buscar la salida por la misma puerta cuyos umbrales franquearon, no habiendo conseguido sino satisfacer muy imperfectamente su curiosidad y ver lo poco que les es dado contar”.

Sin embargo, el aspirante insiste en su propósito de recibir la Iniciación y escala, detrás de su Maestro, el lado norte de la Pirámide hasta llegar a una puerta cuadrada, siempre abierta, de reducidas dimensiones (tres pies de largo y tres de alto), que da acceso a un pasadizo estrecho.
El discípulo y su guía lo recorren arrastrándose con dificultad. El guía va delante con una lámpara, símbolo del saber humano, que apenas alumbra su camino.

La palabra Pirámide viene de pyr, fuego, o sea espíritu. La Iniciación en la Pirámide equivale a la comunicación con los grandes misterios del Espíritu, “la Unión en el Reino de Dios Interno con el Padre”. El fuego de que se habla aquí no es el fuego material, ni tampoco el fuego o luz de los soles, sino otro fuego, mil veces más excelso: el del Pensamiento.

La Gran Pirámide Iniciática, a la que penetraba el candidato, es el símbolo de nuestro propio Cuerpo. En efecto, ¿dónde, si no en él, nos iniciamos, más o menos, a lo largo de la vida y de las vidas?.

En esta Gran Pirámide-Cuerpo nos iniciamos evolutivamente, hasta llegar a la condición de Adeptos Divinos, iniciadores, a nuestra vez, de los seres inferiores a nosotros.

La puerta estrecha de la Pirámide es la misma puerta estrecha del Evangelio, que conduce a la salvación. Está siempre abierta, pero para entrar por ella, el hombre debe inclinarse o doblarse, conduciéndose a sí mismo al mundo Interno con el pensamiento. El pasadizo angosto es el camino abrupto y penoso que conduce al Reino de Dios dentro del cuerpo, porque el camino de la perdición es ancho, dice Jesús; el Guía es el buen deseo o aspiración y el candidato es el hombre.

Después de muchas angustias, de breves instantes que le parecen siglos, el aspirante llega a una habitación de regulares dimensiones (dentro de la caja torácica). Allí lo reciben dos Iniciados (dos intercesores: el YO SUPERIOR y el ÁNGEL DE LA GUARDA). Ambos son creados por el propio hombre, con la mejor de sus aspiraciones presentes y pasadas, pero no debe hacerles pregunta alguna. Más, como el aspirante ignora esta prohibición, trata de pedirles explicaciones, pero se le informa que no debe malgastar su tiempo ya que no obtendrá respuesta a nada, pues los intercesores no son sino sus propias criaturas (y solamente el Dios Íntimo puede dar respuestas verdaderas).

Esos dos intercesores llevan el pensamiento al mundo interno y entran en un largo corredor que conduce al borde de un precipicio profundo e insondable (el precipicio de las tentaciones de los deseos, que conduce a la parte inferior del cuerpo físico; el aspirante debe ser tentado con esta prueba y tiene que bajar al pozo oscuro de su propio cuerpo).

Una luz, emanada del intelecto, puesta al borde, le permite apreciar el peligro de la espantosa caída (cuando el pensamiento se dirige a ese mundo inferior y en él se deleita). Mirando con atención, el aspirante distingue unas barras colocadas a un lado de la negra cueva y que permiten, aunque no sin riesgo, el descenso (del pensamiento) por ellas, a los hombres de mente firme y ánimo imperturbable.

El aspirante prefiere bajar para no sufrir las dificultades del regreso. A bastante profundidad terminan las gradas (las costillas) sin llegar aún al fondo. En la última grada (la del vientre) busca una solución al terrible problema y entonces encuentra en la pared una abertura o ventana angosta por donde puede entrar a otro corredor, siempre descendente, pero en forma de espiral estrecha. Al fin de ese pasadizo, el neófito tropieza con una sólida puerta. La empuja, ella cede, pero al cerrarse tras de él, golpea en los quicios y produce un fragor infernal.

Sigue adelante, mas otra grada le corta el paso. Al aproximarse ve que continúa un corredor bajo y estrecho, sobre cuya entrada brilla una inscripción: “Todos los que recorren esta senda, solos y sin mirar atrás, serán purificados por el fuego, por el agua y por el aire. Si consiguen vencer el miedo (de la mente) a la muerte, saldrán del seno de la tierra (de la profundidad del cuerpo humano), volverán a ver la luz (del Sol, en el corazón) y tendrán el derecho de preparar el alma para recibir la revelación de los misterios de la gran Diosa Isis (los misterios de la naturaleza humana)”.

(Desde su entrada por la puerta de la Pirámide, o por su propio corazón, el aspirante ha tenido que avanzar, hasta aquí, por cuatro corredores que se comunican entre sí mediante aposentos o gradas). El pensamiento, durante esa penetración, tiene que recorrer los cuatro corredores que unen y comunican los cuatro poderosos centros mágicos del cuerpo humano, que llevan a las cuatro etapas inferiores del mundo interno siguiendo las leyes cósmicas de la involución; pero, una vez llegado a la última etapa, comienza nuevamente su ascenso tras haber sido probado, en su evolución, por el fuego, por el agua y por el aire.

El aspirante sigue el camino de la Iniciación.

Aunque nadie lo vea, está siempre vigilado por sus intercesores: a la menor debilidad, acudirán presurosos y, por otros pasadizos, lo conducirán a la puerta de entrada para que se reintegre a la Luz y a la vida exterior, no sin haber jurado que a nadie referirá lo ocurrido. El perjuro será terriblemente castigado, porque ese descenso a las etapas ínfimas confieren al aspirante los poderes de las tinieblas y ¡ay de quien se atreva a comunicar a los demás esos poderes o los utilice para fines personales!.

Al final del oscuro corredor, el aspirante encuentra a tres iniciados que tienen la cabeza y el rostro cubiertos con la máscara de Anubis. (Hay tres iniciadores de los tres cuerpos, que nos guían por esas etapas antes de que lleguemos al altar de los Misterios Mayores).

Esa puerta es, en la Iniciación, la puerta de la muerte. Uno de los enmascarados dice al aspirante: “No estamos aquí para estorbar tu paso. Puedes continuar si los dioses te conceden el valor que necesitas; sabe, sin embargo, que si traspasado este lugar, llegas al fuego sagrado de tu Divinidad y tratas, en cualquier momento, de retroceder, aquí estamos para impedir que huyas. Hasta ahora eres libre de retroceder; mas, si sigues adelante, perderás la esperanza de salir de estos lugares sin obtener la victoria definitiva. Aún es tiempo: ¡decídete! Si renuncias, aún puedes salir por este corredor (que da hacia el mundo exterior) sin volver la vista atrás; si avanzas, sigue el camino del frente (que te conduce al centro de la médula espinal), por el cual debes subir al cielo. Debes recorrer ese camino sin vacilación (si no quieres ser retenido en tu propio infierno). Escoge”.

Tras responder el aspirante que nada le arredrará, los tres guardianes lo dejan pasar, cerrando la puerta (la cuarta). Otra vez queda solo en un largo pasadizo en cuyo extremo advierte un resplandor. A medida que avanza, la luz se vuelve más intensa, hasta ser deslumbradora. Luego llega a una sala abovedada donde, a lado y lado, arden piras enormes cuyas llamas se entrecruzan en el centro (la base de la columna vertebral).

Esa parte está cubierta por un enrejado incandescente. Los clavos le impiden al aspirante poner el pie en un lugar donde no arriesgue quemaduras y, al transponerlo, hay no solamente el peligro de perecer abrasado sino también el de morir asfixiado en ese ambiente irrespirable.

Cerrando los ojos penetra en la habitación ígnea; pero ¡oh increíble encanto!, al tocar los pies el enrejado fino (cuando el pensamiento puro penetra sin temor en el fuego sagrado), las llamas desaparecen, las hogueras se apagan al instante y el paso por ellas se vuelve posible sin temor a que se trate de una mera apariencia: es una realidad tangible. En las entrañas sobremanera misteriosas de nuestro cuerpo, como en las de nuestro planeta, arde, según la física, un gran fuego y duerme, según la metafísica, un fuego más intenso aún: el fuego del pensamiento Cósmico. Esos fuegos, ocultos a la vista del profano que vive fuera del Templo, son vistos y sentidos por el Iniciado.

Juan decía a sus discípulos: “Yo os bautizo verdaderamente con agua; pero el que vendrá después de mí os bautizará con fuego y con el Espíritu Santo”. Juan, el asceta, la mente carnal, no puede comunicar a sus discípulos mayor sabiduría que la de los misterios relacionados con el ámbito de la materia, cuyo símbolo es el agua, mientras que la sabiduría que comunicaría Jesús, como Iniciado en los Misterios superiores, era el propio fuego de la Sabiduría, nacido de la verdadera Gnosis o real Iluminación Espiritual.

Debemos comprender aquí la naturaleza de ese fuego. Dijimos ya que no se trata del fuego físico sino del aspecto superior de ese elemento. La prueba del Fuego Superior a que se somete al aspirante en la Iniciación Interna, lo pone frente a sí mismo, o sea la naturaleza divina frente a la naturaleza terrena. Es el viaje de regreso, el viaje mental a su propia Divinidad. Debe atravesar para ello las esferas de los Señores de la Llama, así como las atravesó en su viaje de involución o descenso.

El Poder Ígneo del hombre es lo que lleva a la Humanidad a su prosperidad espiritual y material y da origen a los Maestros y Guías de las Naciones.

En esas esferas residen los Señores de la Llama y cuando el aspirante a la vida superior los evoca por la Iniciación Interna, dentro de la parte inferior del cuerpo Sus llamas consumen lo inferior, lo mezquino, lo denso y lo grosero y lo convierten en Dios Omnipotente.

Esas llamas, en el cuerpo humano, constituyen el Fuego Creador y son las emanaciones del Espíritu Santo – Tercer aspecto del Dios Íntimo -; por ellas el hombre se acerca a su Divinidad.

Para poder atravesar el mundo de las llamas divinas son necesarios un pensamiento y un cuerpo puros, castos y fuertes.

El Mundo de los Señores de la Llama tiene siete divisiones, como los demás mundos, pero esas etapas o divisiones se penetran mutuamente. En la parte superior gobierna el Dios Ígneo de la Luz y en la parte inferior domina el demonio del humo.

En la Humanidad actual predomina el elemento ígneo con humo y por ello hay guerras de destrucción, particularmente con fuego e incendios, al paso que los Iniciados tratan de dominar el mundo por medio de la Luz pura y no por medio del Fuego destructor.

El fuego del Sol Central y su representante en la cabeza arden más no queman, a la manera de la zarza de Horeb, mientras que el fuego del sol físico quema y arde por su rebelión contra el Sol Central, como sucede en el cuerpo físico.

El pensamiento es un poder que tiene sonido, calor y forma. Una vez dirigido hacia la parte inferior del cuerpo, asciende el fuego sagrado, mas la Pureza del pensamiento y su castidad eliminan del fuego su humo y su calor destructivo y dejan solamente Su Luz, y Dios es Luz. Entonces el Iniciado es elevado por los Ángeles de la Luz al Trono de la Luz.

Todo hombre debe pasar por esas etapas, mas los que toman el camino del regreso, ascendiendo, son los magos blancos o hijos de la Luz, mientras los que se detienen en esas esferas se convierten en magos negros o hijos de las tinieblas.

En ese viaje mental el Pensador procede a la iniciación de sus átomos; únicamente la pureza y la castidad pueden librarlos del Infierno del Fuego y tinieblas para conducirlos al Cielo de la Luz pura, libre de todo humo y ardor.

El hombre que domina sus instintos se hace servir por esos dioses elementales del Fuego.

Siguiendo luego por otras galerías, dentro de su propio organismo, el aspirante iba a desembocar en la líquida extensión que invadía toda la amplitud de un subterráneo. En el otro extremo se distinguía, al fin, una escalinata. Era preciso vencer el peligroso obstáculo y, consecuentemente, el aspirante se desnudaba, rápido, y, sosteniendo sus ropas enrolladas en lo alto de la mano con que sujetaba la lámpara, se valía de la otra para nadar y vencer la corriente de las aguas agitadas (de los deseos).

Antes de serle autorizado el ingreso para llevar a término sus deberes de sacerdocio en el mismo santuario, el aspirante debía ser sometido a la prueba del agua. El divino Jesús cumplió esa ley en el Jordán, donde pasó por el rito místico del bautismo de agua. Dícese que entonces el Espíritu Santo descendió sobre Él.

Cuando el aspirante se somete a la prueba del agua siente que se desprende de su cuerpo físico y de sus cinco sentidos; esta separación es parcial, como la que se experimenta en los momentos de entrada al sueño. El hombre, pasando primero por la prueba del fuego y luego por la del agua, sigue la misma evolución del planeta Tierra, que un día fue ígneo y que, al enfriarse por el contacto con el espacio, generó humedad que, al evaporarse, se elevaba y luego caía hasta que llegó a ser agua. De modo que, por la acción del calor y el frío, se formaron los espíritus de la tierra, del agua y del aire que hasta hoy siguen conformando el cuerpo humano. O sea que esos elementales nos acompañan desde la remota edad de nuestra formación física.

Una vez descritos los elementales del fuego, debemos decir algo sobre los del agua, o ángeles del agua, distinguiendo siempre entre el agua física y sus elementales.

En la Iniciación interna, después de vencer los elementales del fuego, dominando el instinto, el Iniciado tiene que dominar los elementales del agua o de los deseos. Y es preciso distinguir la diferencia que existe entre el instinto y el deseo.

La prueba del agua es el símbolo del vencimiento del cuerpo de los deseos. Debe advertirse al candidato que, para regresar al Cielo del Padre, a la Unión con Él, tiene que deshacerse de los groseros goces de la carne sin menoscabar su inclinación a los gozos espirituales.

El fuego que radica en la parte inferior del cuerpo es el del instinto; el de los deseos se encuentra en el hígado y ambos influyen en la mente, con participación de ella.

El Aprendiz, después de seguir por otras galerías en su cuerpo, llega al hígado, morada del cuerpo de los deseos.

El Rey elemental del agua reside en esa víscera que dirige sus huestes en el cuerpo por medio de los deseos.

Nuevamente debemos insistir en la necesidad de no confundir el agua con su elemento superior, que es el Deseo, así como no debe confundirse el cuerpo con el Espíritu. El mundo de los elementales del agua es como un vapor diáfano; sus habitantes son seres vivos e inteligentes que intensifican nuestros deseos e impresiones.

Los elementales del agua se apoderan de la sustancia mental para adoptar la forma deseada; sin embargo, al verlos desde adentro, se asemejan a una constelación y por eso los ocultistas llaman mundo astral al mundo de los elementales del agua, por su similitud con los astros.

Cuando el Iniciado vence ese mundo y ese cuerpo astral de los deseos en su hígado, puede penetrar en la inteligencia de la naturaleza y levantar el velo de Isis.

El hombre que se entrega a la satisfacción de sus deseos groseros se encuentra asido por estos, como por un pulpo: ellos se apoderan de los átomos mentales para crear formas con las cuales encadenan al hombre.

Esos elementales tienen sus escuelas internas dentro del hombre, aunque dan sus enseñanzas solamente a las personas que los dominan y ese dominio debe basarse en el amor.

Los elementales del agua admiran y respetan mucho a los seres que se sacrifican por los demás y a los que enfrentan el peligro para salvar a los náufragos.

Las siete divisiones de ese mundo están pobladas por elementales de desarrollo diferente. Los inferiores nos incitan a los deseos bajos, mientras que los superiores nos enseñan la sabiduría de las edades pasadas, cuando la chispa Divina del hombre penetraba en la densidad de la materia.
Cuando un hombre domina sus deseos, los elementales del agua acuden a servirle con obediencia, buscando así llegar a la inmortalidad por medio de la energía que reciben de lo Íntimo del hombre.

Al llegar a la otra orilla, el neófito se vestía y, tras un breve descanso, comenzaba a subir la escalinata en cuya cima había una plataforma fronteriza y una gran puerta con dos argollas fijas a ella, como llamadores.

Al empujarla, perdía apoyo en el descansillo y el neófito quedaba en el aire, colgado de las manos, sacudido por un furioso vendaval y sin lumbre, por haber dejado caer la que llevaba, para agarrarse a las argollas. Después de algunos momentos de angustia y terror, que debían parecerle eternos, cesaba el viento. El neófito volvía a sentir, bajo sus pies, el terreno firme del descansillo y, ante sus ojos atónitos, se abría la puerta para ponerle delante un magnífico templo intensamente iluminado.

La prueba del aire pertenece al mundo mental.

En la región abstracta del mundo de la mente habitan los elementales del aire, que desempeñan un papel importante en la evolución del hombre. Allí se encuentra también nuestra mente propia, heredada de nuestro pasado remoto.

Los elementales superiores del aire poseen la inspiración en cualquier ciencia o arte; los inferiores se interesan mucho por los fenómenos espirituales.

En la Iniciación interna el neófito debe dominar los elementales inferiores para ser servido por los superiores. Una vez dominados los primeros y servido por los otros, el hombre llega a la omnisciencia, pudiendo entonces conocer o, mejor, reconocer las historias del pasado y ver el futuro. Podrá saber, con exactitud, la hora de su muerte y librarse de los tormentos ilusorios y alucinantes de las regiones del Infierno y el Purgatorio.

Los elementales del aire estimulan y guían nuestra mente hacia los pensamientos altruistas y elevados, gracias a la visualización interna.

Con tal visualización podemos concentrar y aprender todas las ciencias y religiones del pasado y, al mismo tiempo, crear nuevas ciencias y religiones de mayor perfección.

Cuando un hombre domina el fuego sexual en la prueba del fuego, impregna la región de su mente con sus átomos luminosos, solares, cuyo brillo infunde profundo respeto a los elementales del aire.

Por su omnisciencia llega el Iniciado a saber la razón de las cosas sin necesidad de pensar en ellas, porque ese saber está dentro de nosotros mismos y, para comprenderlo, no debemos vacilar. Entonces el hombre no huye del peligro porque sabe de antemano lo que va a suceder y cómo ha de ponerse en lugar seguro.

Los elementales del aire son los depositarios de los archivos de la naturaleza; todo cuanto desea saber el hombre lo encuentra en los archivos, en manos de esos elementales que habitan dentro de nosotros.

Los elementales del aire son los que leen los pensamientos ajenos y comunican esa lectura al hombre, a quien respetan y sirven. Jamás se manifiestan a la gente orgullosa o vanidosa. Son muy amigos de los simples y humildes y por ello vemos que muchas verdades salen de boca de los niños y de los pobres de Espíritu, como dice el Evangelio. Nos dice también que, después de su tentación en el desierto, Jesús fue servido por ángeles que no eran otros que los elementales superiores del aire. Nadie que sea orgulloso de su mente y su saber humano logra dominar a las Potestades del Aire, como las llama San Pablo, pese a que son muy obedientes a los que alcanzan el dominio mental por la concentración, siempre que esta tenga una finalidad constructiva.

El orgullo y la magia negra pertenecen a la división inferior de esos elementales. Muchas veces enloquecen y enferman a sus médiums y producen en ellos perturbaciones mentales. La Legión que fue dominada por Jesús y sacada de los dos locos sensitivos que vivían en los cementerios, era la división inferior de los elementales del aire, porque hay personas que se dedican a la nigromancia y otras ramas de la adivinación, sea por lucro personal o por vanagloria, y caen en las redes de los elementales inferiores al ejercer tales dones de manera inadecuada.

El mundo mental inferior es dominado por el Enemigo oculto en nosotros. Él tiene a sus órdenes a las huestes inferiores del aire, mientras que los elementales superiores son huestes del Pensador Padre de la creación, que los envía al hombre en forma de intuición o de inspiración superior a través del corazón.

Los superiores son defensores de los órganos delicados del cuerpo astral, mientras que los inferiores los rompen para dejar pasar, por las roturas, ciertos conocimientos del más allá.

La concentración del Adepto o Santo puede compararse a una evaporación de la Inteligencia para llegar al conocimiento de los misterios ocultos; mas las provocaciones de los espiritistas, hipnotizadores y otros, tienen por objeto la materialización de lo sutil y diáfano para poder juzgar a través de los sentidos físicos. El primer método espiritualiza la materia; el segundo materializa lo espiritual creyendo, de ese modo, poder conocerlo.

Todo discípulo que se vanagloria de sus poderes ahuyenta de sí a los elementales superiores del aire.

La mente humana tiene, en sus movimientos, analogía con el aire: así como no se puede retener ni dominar el aire, sólo consigue dominar el pensamiento quien alcanzó, en su Iniciación, los grados superiores.

La finalidad de la Iniciación externa es dar al aspirante un símbolo de la dominación de sus pensamientos después de haber dominado sus instintos y emociones. Esa es la única verdad que lleva a la Unidad.

Una vez terminadas sus pruebas y vencedor en todas, entraba el aspirante en su magnífico Templo Interior, iluminado por la Luz divina.

Desde el altar avanzaba el Sacerdote, lo felicitaba por su firmeza y valor, le ofrecía un vaso de agua pura, símbolo de su Iniciación y perfeccionamiento moral. En seguida, se arrodillaba ante la triple imagen de Osiris, Isis y Horus, la Trinidad Sagrada.

Siguiendo ese maravilloso relato en el mundo interno podemos llegar a significados sorprendentes.

Cuando el aspirante triunfa en sus pruebas internas dentro de su propio Templo-Cuerpo iluminado, llega hasta su corazón, el Altar del Dios Íntimo; entonces se adelanta a recibirlo el Gran Sacerdote, el símbolo del Hombre Perfecto, que es el Átomo Nus que vive siempre cerca del Altar Divino en el hombre y está esperando al discípulo en su viaje mental para guiarlo hasta su propia Divinidad. El Átomo Nus, después de felicitarlo, le da de beber el agua de la Vida Eterna como recompensa a su llegada al Reino de su Padre Interno. En seguida, arrodillase frente al Altar, ante las tres representaciones del Dios Íntimo que son: el Poder, el Saber y la Manifestación, la Trinidad Sagrada.

Pero todavía no está unido con su Íntimo: se encuentra, apenas, ante sus atributos.

Con esa ceremonia concluía la primera parte material de la Iniciación.

El aspirante tuvo el valor y la fuerza necesarios para su adelanto; pero eso no es todo: aún le falta saber si, no habiéndolo vencido el terror, no lo avasallarán las seducciones del bienestar, de la pasión y del placer.

Para demostrarlo, y sin que el aspirante lo advierta, en el transcurso de su educación iniciática debe ser tentado como Jesús en el desierto, a fin de apresurarse a cumplir sus obligaciones de vida pura y dominio de los apetitos y sensaciones.

Si venciera sería un discípulo de la Iniciación; si, por el contrario, lo venciesen sus apetitos y pasiones, sería sentenciado a permanecer en la categoría inferior hasta que aprenda a vencerse a sí mismo.

Durante las pruebas morales y la meditación el aspirante aprende, en las escuelas internas, toda la sabiduría: el significado de las ceremonias religiosas, la simbología, la conciencia y la magia de los números y letras, la relación de la astronomía con su propio cuerpo, que lleva a la astrología hermética. Aprende el poder de la palabra y del pensamiento y sus efectos, manejando el poder magnético e hipnótico, y recibe gradualmente la ciencia de la Magia y el modo de utilizarla.

Más, para llegar a la cima del poder, debe preparar sus tres cuerpos: el cuerpo físico, el cuerpo de los deseos y el cuerpo mental, de los cuales salió vencedor en las pruebas.

Domina el cuerpo físico por medio del ayuno y el ascetismo. El ayuno purifica y el ascetismo domina sus sensaciones venciendo la sed, el frío, el calor, el cansancio, el sufrimiento y todas las molestias materiales.

Debe mantener el cuerpo limpio, dormir poco, trabajar mucho; su alimentación debe ser buena y natural y no debe beber sino agua.

Domina el alma o cuerpo de los deseos matando las pasiones, la ambición, el ansia de poseer, el bienestar personal, el egoísmo, etc. Debe lograr ser indiferente a las alegrías y los dolores, a los placeres y sufrimientos, de modo que nada altere jamás su tranquilidad de pensamiento. En este periodo tiene que aprender ciertas obligaciones místicas, rituales y costumbres, prácticas y oraciones.

Para dominar su tercer cuerpo, que es el mental, debe dedicar todos sus pensamientos al mundo interno, silencioso en sus meditaciones, enviando su poderosa voluntad a distancia para cumplir ciertos deberes. Desde ese arte puede llegar a los planos superiores de la Vida Espiritual, donde se alcanza la Iluminación y el conocimiento de la verdad.

El dominio de los tres cuerpos es necesario para la última prueba que equivalía al coronamiento de toda la Iniciación. Significaba la renuncia completa a todo lo vulgar y terreno para alcanzar la suprema Luz, que sólo brilla ante los ojos cerrados por la muerte física.

Esta última prueba consistía en colocar al discípulo en un sarcófago.

Metido en él, debía pasar, inmóvil, toda la noche, entregado a una meditación profunda y a rezos especiales. En esas condiciones realizaba la proyección del cuerpo astral según los métodos que le habían enseñado, y su cuerpo invisible, arrastrado por las corrientes de los mundos superiores, ascendía a las alturas donde se le decía la última palabra, donde conocía el último secreto de la Verdad absoluta. AI rayar el día siguiente, se levantaba del sarcófago otro hombre: un Adepto, perteneciente a la suprema Jerarquía de la Iniciación. Sus poderes eran indescriptibles, y sus obligaciones y responsabilidades, espantosas.

Nadie sino un Maestro de la Sabiduría Secreta sería capaz de hacerles frente.

La entrada al mundo astral exige el dominio de los tres cuerpos arriba indicados: el aspirante debe ser puro en el cuerpo físico, en el cuerpo de los deseos y en el cuerpo de los pensamientos o, en otros términos, puro en pensamientos, deseos y obras.

La Verdad es interna y, para llegar a ella, debemos entrar en nuestro mundo interno y hacer de nuestro cuerpo físico un sarcófago. Gracias a la meditación profunda y a la oración mental, el espíritu penetra en las corrientes divinas y asciende hasta el Padre que “dará al vencedor el maná escondido y le entregará una piedrezuela blanca y, en ella, un nuevo nombre escrito, que nadie conoce sino aquel que lo recibe”.

Al final indicaremos los ejercicios adecuados para estos ensayos.

Hay quienes creen que los templos de la Iniciación se extinguieron antes de la Era cristiana. Tal vez sea verdad, pero no debe olvidarse que, si la Iniciación Egipcia desapareció, otras Iniciaciones, más importantes y más prácticas, surgieron del judaísmo y que el Cristianismo nos trajo la más acabada.

Hoy se nos dice que conviene ir a buscar en el Tibet la palabra perdida; que en las cimas inaccesibles del Himalaya está el retiro misterioso de los Maestros. No negamos “la existencia de seres excelsos en esa región, pero debemos comprender siempre que el Himalaya es también un símbolo, igual que la Pirámide de Egipto, de cuanto permanece en el mundo interior del hombre.

La entrada invisible sigue abierta; la senda, hoy como entonces, existe. No la pueden recorrer sino quienes ponen en práctica los cuatro consejos de la Esfinge, guiados por un propósito decidido y desprovisto de curiosidad malsana. Dondequiera que estén, pueden hallar el camino porque los Maestros Internos velan y su atención llega a todas partes.

Hablamos de la Iniciación Egipcia que se celebraba en la Pirámide y de su relación íntima con el cuerpo humano. Ahora hablaremos de la Iniciación Hebraica que, aunque diferente en sus símbolos, tiene el mismo objetivo y la misma finalidad que la primera.

El número áureo en discusión


El número áureo en discusión

La proporción dorada suele asociarse a una relación visual óptima del aspecto arquitectónico o artístico de un objeto, y su presencia numérica en las piezas funciona a veces como una especie de “garantía estética” de su belleza. Según los adeptos, la dorada proporción es otra de esas grandes ideas de los griegos que fue adoptada por Leonardo da Vinci, y se encuentra presente en los cuadros de Dalí y en los muebles de Le Corbusier.
Pero según una investigación de John Brownlee se trata de un efecto placebo (incluso un “efecto Mozart”), una tradición bien intencionada, como la Navidad, que es finalmente una ficción y un consenso.

Qué es y cómo funciona
La proporción fue descrita por primera vez hace más de 2 mil años por el matemático Euclides, y desde entonces ha recibido nombres como número áureo, número de oro, razón extrema/media/áurea/dorada, etc. Se trata de un número irracional que surge de la división en 2 de un segmento guardando las siguientes proporciones: la longitud total a+b es al segmento más largo a como a es al segmento más corto b y cuya ecuación se expresa de la siguiente manera:
\varphi = \frac{1 + \sqrt{5}}{2} \approx 1,61803398874989...
La proporción supuestamente está incorporada en el Partenón, las pirámides de Guiza, la pintura renacentista y el logotipo de Apple pero, según sus críticos, se trata de una leyenda urbana del diseño porque el número áureo, al igual que pi, debe redondearse para ser usado, o dicho de otra forma, el número indica una tendencia que permanece necesariamente imprecisa. Según el profesor de matemáticas Keith Devlin, de la Universidad Stanford, “estrictamente hablando, es imposible que nada del mundo real caiga dentro de la proporción áurea, porque se trata de un número irracional”.
El aspecto 3:2 del iPad o el 16:9 caen dentro del espectro del divino rectángulo que se deja dividir en un rectángulo y un cuadrado perfectos… o casi perfectos. Lo mismo podría aplicarse a pi, fórmula que describe el trazo de un círculo, a pesar de que en el mundo real sea imposible encontrar un círculo perfecto. Lo real siempre se aleja un poco (un decimal, pero infinitamente) de su proyección numérica.

El origen del malentendido
Luca Pacioli era un monje franciscano que escribió un libro llamado De Divina Proportione en 1509, nombrado a partir del número áureo. Pero de manera curiosa, el libro no retrata la supuesta teoría estética sino que expone el sistema vitruviano de proporciones racionales, nombrado así según el arquitecto Vitruvio. Debido a que el libro de Pacioli fue ilustrado por su famoso amigo, Leonardo da Vinci, se creyó que era un descubrimiento suyo. Mario Livio le atribuyó la teoría a Pacioli en un libro escrito en 1799 y difundió la historia de que Da Vinci dibujaba utilizando matemáticas secretas.
Pero la reputación casi mística del número áureo se debe a Adolf Zeising, un psicólogo alemán que creía en una ley universal de “belleza y completud en los reinos tanto de la naturaleza como del arte”, cuyo ideal espiritual de “estructuras, formas y proporciones, ya fueran cósmicas o individuales, orgánicas o inorgánicas, acústicas u ópticas” estaba expresado en dicha fórmula.
Según Brown y otros críticos, el error de Zeising es uno que se explica fácilmente: los seres humanos tendemos a encontrar patrones en todas partes (de hecho, nuestra supervivencia depende de eso). El problema con Zeising fue que basó una teoría estética en un número arbitrario, cuya fama desproporcionada refleja nuestra necesidad de encontrar una explicación lógica y duradera al misterio de la belleza.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

“RITO MASONICO ANDINO”

CHAKANA
“RITO MASONICO ANDINO”
ANTECEDENTES:

CONFORME TRANSITAN LAS DIVERSAS CONCEPCIONES DEL MUNDO EN ESTE PRESENTE CONTINUO DE LA DENOMINADA POST-HISTORIA DE LA HUMANIDAD, QUIENES ENFRENTAMOS EL DESAFÍO DE SER REFERENTES VÁLIDOS, AL MENOS DEL DEBATE UNIVERSAL, POR LA CONSTRUCCIÓN O RECONSTRUCCIÓN DE LA RELIGIOSIDAD LIGADA A VALORES Y PRINCIPIOS PORTADORES DE SACRALIDAD ENMARCADOS EN LA DENOMINADA MEMORIA GENÉTICO-ANCESTRAL DE UNA COMUNIDAD MILENARIA QUE RETORNA. NOS VEMOS OBLIGADOS A EXTERIORIZAR EN TÉRMINOS METODOLÓGICOS AL AMPARO DE LA “OTRA CIENCIA”, LA CIENCIA ESPIRITUAL, UN ENSAYO A MANERA DE PROPUESTA DE LO QUE CONSIDERAMOS UNA MIRADA DE LA RELIGIOSIDAD NECESARIA PARA ESTA HUMANIDAD DEL HOY QUE ANHELA POR TODOS LOS MEDIOS UNA GUÍA HACIA LA TRANSMUTACIÓN DE LA MENTE Y EL PENSAMIENTO.

ELEMENTOS CONCEPTUALES COMO LA MUERTE, EL TIEMPO-ESPACIO, DIOS, LOS DIOSES, REQUIEREN AGUDEZA DE ARGUMENTOS Y PENSAMIENTO.

POR TANTO, EN LA PERSPECTIVA DE CREAR ESPACIOS DE CONVIVENCIA BAJO AMBIENTES DE ORDEN “ALTERNATIVO” HOLÍSTICO, INTEGRADOR, EN EQUILIBRIO Y ARMONÍA CON LA NATURALEZA CIRCUNDANTE, CREO QUE SON VALIDOS ESTE TIPO DE CONVERSATORIOS DONDE SE TOQUEN TEMAS QUE A VECES RESULTAN AÚN CONTROVERSIALES. EMPERO, CUYO FIN ES ENRIQUECER O FORTALECER UN NUEVO-VIEJO CONOCIMIENTO EN MIRAS AL BIEN COMÚN HOY DENOMINADO BUEN VIVIR, EN QUICHUA, “ALLÍN KAWSAY” O “SUMAQ KAWSAY” Y/O EN AYMARA “SUMA QAMAÑA”.

ANCESTRALIDAD ANDINA:

1.- ENTRE 5000 A 15000 AÑOS ATRÁS, CONTEMPORÁNEA CON OTRAS CUNAS CIVILIZATORIAS EN PERSIA, EGIPTO, INDIA, CHINA Y MESOPOTAMIA, SURGE EN NUESTRA AMÉRICA LA CIVILIZACIÓN DE CARAL EN PERÚ Y LAS VEGAS EN ZUMPA ECUADOR.

2- LA COMUNIDAD AMERICANA CREÓ SUS DIOSES BAJO DENOMINADORES COMUNES ENTRE LOS QUE SE HALLAN: KETZALCOATL, KUKULKAN, BOCHICA, ITZAMA, WIRACOCHA, BAPHOMETH. DEIDADES SIN TIEMPO NI ESPACIO.

3- WIRACOCHA O VIRACOCHA, PROFETA ORDENADOR-REFORMADOR DE LOS ANDES, QUIEN CREÓ LOS PILARES DE LA ECONOMÍA DE LA RECIPROCIDAD Y EL SISTEMA DE ORGANIZACIÓN EN AYLLUS, REPOSITORIOS PÚBLICOS DE DESARROLLO DE LIBRE ACCESO, DONDE SE TOMABA LO QUE SE NECESITABA Y SE APORTABA LO QUE SE PODÍA.

4.- ESTE PROFETA, SE HALLA ARRAIGADO A LA SIMBOLOGÍA SACRA UNIVERSAL DE LA CRUZ CUADRADA, LA CRUZ ESCALONADA O CHAKANA, EL AYNÍ O ENTRECRUZAMIENTO DE DIAGONALES SÍMBOLO DE LA RECIPROCIDAD-SOLIDARIDAD UNIVERSAL, EL AVE MÍTICA QUE REPRESENTA AL HOMBRE PÁJARO DE VARIAS RELIGIONES, EL CÓNDOR ANDINO. EL ARCO ÍRIS MULTICOLOR Y EL ARCO ÍRIS BLANCO O WALAMBARIO, LA SERPIENTE BICÉFALA O AMARU, EL PUMA, EL COLIBRÍ, LOS NEVADOS, LOS RÍOS Y SUS CASCADAS

5.- ESTAS DEIDADES FUERON CONSTRUYENDO CIVILIZACIONES DE PERIODOS DE TIEMPO ENTRE 5 Y 14 MIL AÑOS TERRESTRES. EN ECUADOR SE EXPRESA EN LA CIVILIZACIÓN DE LAS VEGAS Y SU SÍMBOLO LOS AMANTES DE ZUMPA, PENÍNSULA DE SANTA ELENA.

6- LA EXISTENCIA DEL SEÑOR DE CARAL, TUVO SUS IMPLICANCIAS EN TODAS LAS CULTURAS DE NUESTRA AMÉRICA, Y EL UNIVERSO ENTERO.

7.- CUANDO LOS SERES HUMANOS FUERON DIOSES TUVIERON PLENA VIGENCIA VALORES COMO; SOLIDARIDAD, RECIPROCIDAD, CORRESPONDENCIA EXPRESADO EN EL AYNI, LA CHACANA, LA JUNANCHA: DESEO DE CREAR CON OTROS RELACIONES DE CORRESPONDENCIA RECÍPROCA QUE PRODUCE UN SENTIMIENTO COMÚN DE PERTENENCIA A UNA SOCIEDAD SOLIDARIA.

8.- SE VIVIERON FORMAS DE ORGANIZACIÓN JERÁRQUICAS DETERMINADAS POR LA SACRALIDAD DIRIGIDA POR LOS SABIOS AMAUTAS, LIDERES GUERREROS COMO EL CINCHECONA, PROFETAS ORDENADORES DEL UNIVERSO Y SU MEDIO AMBIENTE COMO: WIRACOCHA, KETZALCOATL, ODIN, VISHNÚ, OSIRIS, ISIS, GAUTHAMA EL BUDA, ENTRE TANTOS OTROS.

UNA NECESIDAD IDENTITARIA EN AMÉRICA:

LA CULTURA UNIVERSAL POSEE DENOMINADORES «ANTROPOLÓGICOS COMUNES»
LA MITOLOGÍA Y ESPIRITUALIDAD DE LOS ANDES SON SIMILARES A VARIAS DE ELLAS
ES IMPRESCINDIBLE UN PUNTO NODAL QUE AGLUTINE A LA COSMOVISIÓN ANDINA
EL RITO FRANCÉS O MODERNO, PERMITE EL ESTUDIO, LA INVESTIGACIÓN Y LA PRACTICA DE LA MITOLOGÍA, RELIGIOSIDAD Y ESPIRITUALIDAD ANCESTRALES, COMO UNA POSIBILIDAD DE CRECIMIENTO INSTITUCIONAL, CUENTAN CON ALTOS CUERPOS QUE DETERMINAN SU DOCTRINA PARTICULAR, SU ORGANIZACIÓN, GRADOS Y RITUALES, A LOS QUE SE LES DENOMINA RITOS Y QUE EN LA PRÁCTICA CONSTITUYEN VERDADERAS MASONERÍAS INDEPENDIENTES.
ESTUDIADOS EN PROFUNDIDAD LOS RITOS: NACIONAL MEXICANO, PRIMITIVO, BRASILERO, SCHROEDER, ENTRE OTROS, SON REFERENTES VALIDOS DE APOYO PARA LA IMPLEMENTACION DEL RITO MASONICO ANDINO.
CONSECUENTEMENTE LA PRACTICA DE LOS TRABAJOS EN LOS TALLERES ES MULTI- RITO. (BASE JURÍDICA DE ORIGEN DEL GRAN ORIENTE DE FRANCIA 1773)
EL RITO FRANCMASONICO ANDINO ES LA BASE SOLIDA DE UNA CULTURA E IDEOLOGÍA MASONICA OPERATIVA LIGADA EN SU ESENCIA A LA IDENTIDAD DE LAS POBLACIONES DE ESTA REGIÓN GEOGRÁFICA.
SE IDENTIFICA PLENAMENTE CON LA TENDENCIA MASONICA PROGRESISTA EN SU VINCULACIÓN DIRECTA CON LOS CAMBIOS NECESARIOS EN LA CIENCIA, EL CONOCIMIENTO Y LA SOCIEDAD.
REFLEXIONES:

FUNDAMENTO COSMOGONÍCO MILENARIO
ESTATUTO CIENTÍFICO ESPIRITUAL CONTEMPORÁNEO
RACIONALIDAD Y APLICABILIDAD ORGANIZATIVA
NIVELES JERÁRQUICOS DE AUTORIDAD
ARMONÍA FUNCIONAL

mandil rito andino
ICONOGRAFIA SAPIENCIAL:

iconografia



PLAN OPERATIVO:

GRADOS SIMBÓLICOS:

1° APRENDIZ

2° COMPAÑERO

3° MAESTRO



GRADOS CAPITULARES/FILOSÓFICOS

1RA. ORDEN: AMAUTA ELEGIDO = ELEGIDO

2DA. ORDEN: JATUN AMAUTA ELEGIDO = GRAN ELEGIDO

3RA. ORDEN: JATUN SHIRY DEL ORDEN = CABALLERO MASÓN

4TA ORDEN: JATUN AMAUTA DEL CÓNDOR = PERFECTO MASÓN LIBRE

5TA. ORDEN: JATUN CÓNDOR DEL SOL = SOBERANO INSPECTOR GENERAL



JERARQUÍAS ORGANIZATIVAS:



1° LOGIA DE ESTUDIOS MASONICOS “CÓNDOR DE LUZ” N°7 (TRABAJO COORDINADO CON LA ACADEMIA FRANCMASONICA ECUATORIANA DEL RITO PROGRESISTA/ PRIMITIVO EN LA FORMACIÓN Y CAPACITACIÓN DE LOS 3 GRADOS SIMBÓLICOS)

2° CONSEJO DE LA ORDEN (ADMINISTRACIÓN DEL GOUDRE Y EL RITO MASONICO ANDINO)

3° GRAN CONSEJO DE AMAUTAS (CAPACITACIÓN CIENTÍFICA ESPIRITUAL DE LOS GRADOS CAPITULARES Y FORMACIÓN DE LÍDERES SOCIALES.)



PARAMENTOS

MANDIL DEL GRADO SIMBÓLICO DE MAESTRO.-

mandil rito andino





todos juntos

¡TODOS JUNTOS….TODOS HERMANOS!
TUTA DE WIRACOCHA


¡NO PERSIGO EL PODER…… BUSCO LA VERDAD!

THUNUPA WIRAKOCHA- F. DIEZ DE MEDINA, CRONISTA 1.535



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