sábado, 25 de agosto de 2012

Los Años Perdidos de Jesús -Documental de Richard Bock (1977)

Los Años Perdidos de Jesús -Documental de Richard Bock (1977) from Premamrita on Vimeo.




Los Años Perdidos de Jesús -Documental de Richard Bock (1977)

by Premamrita Plus1 year ago / via Vimeo Desktop Uploader



Documental Producido por Richard Bock en 1977 acerca de los Años Perdidos de Jesús, es decir, todo el período de la vida de Jesucristo que no está documentado en la Biblia.

En la Biblia, en los Cuatro Evangelios de los Apóstoles, hay sólo referencias al nacimiento de Jesús, luego un episodio aislado del Templo de Jerusalén a los aproximadamente 12 años y luego Su Ministerio a partir de los 30 años hasta los 33.

Es decir, que prácticamente de los 33 años de Su vida antes de la Resurrección, se han contado oficialmente sólo 3 años (¡Ni mencionar después de la Resurrección!)
Pero, ¿qué sucedió en los 30 años anteriores?

¡¡¿Es acaso tan insignificante ese período de la vida de Jesús que no merece mención en la Biblia??!! Podría alguien decir que no le interesa saber cómo pasó Su tiempo el Amado Jesús en su infancia, adolescencia y juventud. ¿No se inspirarían los jóvenes si supieran historias de la juventud del Maestro Jesús?

Quien tenga oídos para oír que oiga. ¡Quien tenga corazón para sentir la Verdad, que la sienta...! ¡Gloria a Dios..!!
Caballeros de ls Orden del Sol.
Victor Salazar
EL NIÑO MASON

Q:. H:. Oscar Aguirre Almeyda Ap:.M:.
R:.L:.S:. Luis Heysen Inchaustegui Nº 3
Gran Logia Constitucional del Perú



RR.•. y QQ.•. HH.•. el presente trabajo está inspirado en el sentir de un aprendiz que frente a la vida masónica es nuevamente un niño, con sus inquietudes y predisposición para aprender. Es así que rindo tributo a mi Madre Logia.
Agitado y con poco aire en los pulmones pero incansable en su lucha, un niño corre a hacia su madre. La observa sentada con esa sonrisa interminable que tanta paz le ha dado durante su corta vida. Pienso en esa idea. En esa dulce inocencia que nos trae la infancia, épocas en las que uno podía preguntar lo que fuere sin ser visto como un ignorante. Y me veo corriendo a mi mismo hacia el regazo de mi madre. Y solo una idea pasa por mi mente. ¡La abrazaré y no la soltare más! ¡Dormiré en su pecho y con el latido de su corazón sentiré que me adormece!
¿Puede alguien no haber deseado esto?
Cosas tan simples como el porqué del dolor en el estomago cuando se corre demasiado, como el porqué de la noche y el día, el porqué tanto apagón en lima, el porqué no se van las mesas en vez de irse la luz o de simplemente preguntarse que si se va la luz… a donde va?
La logia es mi nueva madre, la que me ha dado una nueva luz. Hoy soy un niño con muchos hermanos. En lugar de casa, un templo y en lugar palabras concretas un símbolo. Pero al igual que mi infancia, tengo que aprender por mi mismo a llevar una nueva vida. Mi madre y mis hermanos estarán ahí cuando los necesite, pero deberé ser dueño de mis decisiones y fiel a mis convicciones.
Si busco una respuesta, mi madre me dará tres herramientas fundamentales: Fuerza para seguir adelante, inteligencia para una decisión y rectitud en mi vida. Debo aprender a usarlas. Me ha dado tres puntos no alineados, que según mis conocimientos geométricos, son lo mínimo que se necesita para formar un plano. Es en este sentido que me da los preceptos para una vida nueva y un plano único sobre el cual edificar mi futuro.
Mi madre me mostro la luz, me enseñará el camino, pero no me enseñará a caminar, solo me vera aprender por mí mismo, las veces que me caiga estará para sostenerme. Y hoy mismo siento que puedo correr, que mi primer paso será a toda marcha, siento que este trabajo es mi primer paso y cada vez que quiero seguir con una frase siento que mas me falta para poder caminar, aun me falta ese equilibrio con el cual nacemos. Siento que caigo, y a la vez siento que los que me escuchan relatar este sentimiento, mis RR.•. y QQ.•. HH.•., me dan fuerza para seguir, siento que me levanto y doy un paso más. Porque esa debe ser por ahora mi único cometido. Vivir mi infancia, sentir que debo crecer aprendiendo.
Debo correr hacia nuestra madre, abrazarla a ella y a nuestros hermanos, aprender de ellos lo bueno y lo malo y también de uno mismo, la decisión es solo mía, tengo las mismas oportunidades, las mismas dificultades. Tres herramientas, tres puntos, un solo fin… tallar mi propia piedra.
Pero, ¿Cómo preguntar en silencio?, ¿Cómo ver lo que pasa, si me han puesto en un lugar con menos luz que otros? ¿Cómo sentir que aprendo si frente a mi esta el universo entero? ¿Cómo encontrar el equilibrio en mi mismo? ¿En verdad soy un niño?. Tengo 29 años y debo nuevamente aprender a serlo. Pero esta vez con una diferencia. Porque nada es lo que mis ojos ven y más bien es lo que significa. Por eso el silencio será mi herramienta, por eso mis HH.•. me han dado la fuerza en una mano y para ello tengo la inteligencia en la otra, por eso debo callar y para ello debo trabajar con disciplina.
Ahora seguiré escuchando en silencio a mis hermanos mayores…



EL LIBREPENSAMIENTO
como razón de ser de la Francmasonería.
Publicado en MASONERIA MIXTA

El librepensador es aquel “que forma sus opiniones sobre la base de la razón, independientemente de la religión, la tradición, la autoridad y las ideas establecidas, para ser dueño de sus propias decisiones” (Wikipedia) o, también, quien se acoge al librepensamiento que es la “Doctrina que reclama para la razón individual independencia absoluta de todo criterio sobrenatural” (RAE). Es decir que, por encima de cualquier otra consideración, se trata de un individuo que rechaza cualquier opinión que no se base en la razón.

Obviamente no estamos ante una cuestión que ataña exclusivamente a la masonería aunque es obvio que si algo es el masón, o la masona, es librepensador -no alguien que piensa con libertad-, aunque esta condición se da, también, en quienes siguen la escuela racionalista o la del humanismo secular. Bien es cierto que el humanismo es algo que entronca de manera muy directa con el pensamiento filosófico de nuestra Orden, El Derecho Humano, aunque sin que tal sea una exclusiva ya que la misma corriente se puede encontrar en el GOF, quizás porque el DH es, en gran medida, heredero del pensamiento filosófico de la gran Obediencia liberal francesa aunque llevado un punto más allá al haber considerado a todos los seres iguales desde mucho antes de que aquella lo hiciese.
Volviendo a la cuestión que nos ocupa, y que me preocupa especialmente dado el oficio que desempeño en la actualidad, parece que resulta harto complicado compaginar una postura de librepensamiento con planteamientos teístas ya que estos se basan en la creencia en un dios revelado, y hacedor de todas las cosas por encima de la razón, la ciencia o el conocimiento empírico. Digo que me preocupa en tanto en cuanto la masonería trata, principalmente, de forma a hombres y mujeres capaces de generar su pensamiento en base a la razón, el escepticismo y finalmente -quizás como corolario de todo ello- considerar el laicismo como única filosofía válida para reunir, por encima de creencias, a todo el género humano.
Parece que a la vista de lo expuesto, que no es más que una reflexión sujeta al escrutinio de esta asamblea, tenemos que admitir como inapelables algunas cuestiones básicas en nuestro trabajo como francmasones:
La razón es lo único que nos puede conducir a sostener un pensamiento crítico
La creencia en cualquier forma de deidad revelada (el teos) se muestra contraria a los principios que informan una masonería cuya base filosófica sea el humanismo y el laicismo.
En consecuencia es evidente que uno de los fines que debemos perseguir en nuestra formación es desprendernos de cualquier traza de pensamiento que se base en cuestiones irracionales como la fe, o cualquier otro tipo de creencia en la que lo mágico sustente nuestro discurso, y todo ello con independencia del respeto debido a las particulares formas de pensamiento de nuestras Hhas:. y HH:. y sin que este respeto nos impida trabajar para desterrar cualquier forma de irracionalidad existente en la formación de su pensamiento.
Es incontrovertible que si se trata de formar individuos críticos, el primer paso es conseguir que la irracionalidad desaparezca de la manera en que discurren quienes se sientan en nuestras columnas y esto únicamente podremos conseguirlo mediante la aplicación de un método racionalista en nuestro discurso individual o colectivo.
Escribía hace ya algún tiempo que o hacemos una masonería crítica, o estaremos haciendo algo que puede ser llamado como tal pero que no será más que un trabajo huero y sin la menor trascendencia, estaremos obviando una de las principales obligaciones de un masón o una masona, crecer como ciudadanos con todo lo que el propio concepto lleva consigo
He dicho
ACERCA DE LOS CONSTRUCTORES DE LA EDAD MEDIA



RENE GUENON.

Un artículo de Armand Bédarride, aparecido en “Le Symbolisme” del mayo último, y al cual hemos ya hecho alusión en nuestra crónica de revistas, nos parece susceptible de dar lugar a algunas reflexiones útiles. Este artículo, titulado “Los Ideales de nuestros Precursores”, concierne a las corporaciones de la Edad Media consideradas como habiendo transmitido algo de su espíritu y de sus tradiciones a la Masonería moderna.
Notemos primero, a este propósito, que la distinción entre “Masonería operativa” y “Masonería especulativa” nos parece que debe tomarse en muy distinto sentido del que se le atribuye de ordinario. En efecto, lo más habitual es imaginar que los Masones “operativos” no eran más que simples obreros o artesanos, y nada más, y que el simbolismo de significaciones más o menos profundas no habría llegado sino bastante tardíamente, tras la introducción, en las organizaciones corporativas, de personas extrañas al arte de construir. Por otra parte, no es esa la opinión de Bédarride, que cita un número bastante grande de ejemplos, especialmente en los monumentos religiosos, de figuras cuyo carácter simbólico es incontestable; él habla en particular de las dos columnas de la catedral de Würtzbourg, “que prueban, dice él, que los Masones constructores del siglo XIV practicaban un simbolismo filosófico”, lo que es exacto, a condición, evidentemente, de entenderlo en el sentido de “filosofía hermética”, y no en la acepción corriente según la que no se trataría más que de la filosofía profana, la cual, por lo demás, nunca ha hecho el menor uso de un simbolismo cualquiera. Podrían multiplicarse los ejemplos indefinidamente; el plano mismo de las catedrales es eminentemente simbólico, como ya hemos hecho observar en otras ocasiones; lo que hay que añadir también es que, entre los símbolos usados en la Edad Media, además de aquellos de los cuales los Masones modernos han conservado el recuerdo aun no comprendiendo ya apenas su significado, hay muchos otros de los que ellos no tienen la menor idea1.
Hace falta, en nuestra opinión, oponerse de alguna forma a la opinión corriente, y considerar a la “Masonería especulativa” como no siendo, desde muchos puntos de vista, más que una degeneración de la “Masonería operativa”. Esta última, en efecto, era verdaderamente completa en su orden, poseyendo a la vez la teoría y la práctica correspondiente, y su designación puede, en este aspecto, ser entendida como una alusión a las “operaciones” del “arte sagrado”, del cual la construcción según las reglas tradicionales era una de las aplicaciones. En cuanto a la “Masonería especulativa”, que nació en un momento en el cual las corporaciones constructivas estaban en plena decadencia, su nombre indica bastante claramente que ella está confinada en la especulación pura y simple, es decir, en una teoría sin realización; sin duda, sería confundirse de la manera más extraña viendo eso como un “progreso”. Si aún no hubiera habido ahí más que un aminoramiento, el mal no sería tan grande como lo es en realidad; pero, como hemos ya dicho en diversas ocasiones, ha habido además una verdadera desviación a principios del siglo XVIII, cuando la constitución de la Gran Logia de Inglaterra, que fue el punto de partida de toda la Masonería moderna. No insistiremos más por el momento, pero hemos de destacar que si se quiere comprender verdaderamente el espíritu de los constructores de la Edad Media, tales observaciones son de todo punto esenciales; de otra forma, uno se haría una idea falsa o al menos muy incompleta.
Otra idea que no es menos importante rectificar, es aquella según la cual el empleo de las formas simbólicas habría sido simplemente impuesto por razones de prudencia. Que esas razones hayan existido a veces, no lo contestamos, pero ese no es sino el lado más exterior y el menos interesante de la cuestión; nosotros lo hemos dicho a propósito de Dante y de los “Fieles de Amor”2, y podemos repetirlo en lo que concierne a las corporaciones de constructores, tanto más cuanto que ha debido haber lazos bastante estrechos entre todas esas organizaciones, de carácter en apariencia tan diferente, pero que participaban todas en los mismos conocimientos tradicionales3. Ahora bien, el simbolismo es precisamente el modo de expresión normal de los conocimientos de este orden; tal es su verdadera razón de ser, y ello en todos los tiempos y en todos los países, incluso en los casos en los que no era cuestión de disimular lo que fuese, y muy simplemente porque hay cosas que, por su naturaleza misma, no pueden expresarse sino de esta forma.
La equivocación que se comete demasiado frecuentemente al respecto, y de la cual encontramos hasta cierto punto el eco en el artículo de Bédarride, nos parece deberse a dos motivos principales, de los cuales el primero es que, generalmente, se concibe bastante mal lo que era el Catolicismo en la Edad Media. Sería preciso no olvidar que, así como hay un esoterismo musulmán, había también en esa época un esoterismo católico, queremos decir un esoterismo que tomaba su base y su punto de apoyo en los símbolos y los ritos de la religión católica, y superponiéndose a ésta sin oponerse en modo alguno; no es dudoso que ciertas Ordenes religiosas estuvieron muy lejos de ser extrañas a ese esoterismo. Si la tendencia de la mayor parte de los católicos actuales es negar la existencia de esas cosas, ello prueba solamente que ellos no están mejor informados al respecto que el resto de nuestros contemporáneos.
El segundo motivo del error que señalamos, es que se imagina que lo que se oculta bajo los símbolos, son casi únicamente concepciones sociales o políticas4; se trata de muy otra cosa que de eso en realidad. Las concepciones de este orden no podían tener, a los ojos de los que poseían ciertos conocimientos, más que una importancia en suma muy secundaria, la de una aplicación posible entre muchas otras; añadiremos incluso que, por todas partes donde han llegado a tomar un lugar demasiado grande y a devenir predominantes, han sido invariablemente una causa de degeneración y de desviación5. ¿No es ello precisamente, lo que ha hecho perder a la Masonería moderna la comprehensión de lo que ella conserva aún del antiguo simbolismo y de las tradiciones de las cuales, a pesar de todas sus insuficiencias, parece ser, es preciso decirlo, la única heredera en el mundo occidental actual?
Si se nos objeta, como prueba de las preocupaciones sociales de los constructores, las figuras satíricas y más o menos licenciosas que se encuentran a veces en sus obras, la respuesta es bien simple: esas figuras están sobre todo destinadas a despistar a los profanos, que se detienen en la apariencia exterior y no ven más que lo que ella disimula de más profundo. Hay algo ahí que está además lejos de ser particular de los constructores; ciertos escritores, como Boccacio, Rabelais sobre todo y muchos otros aún, han adoptado la misma máscara y usado del mismo procedimiento. Hay que creer que esta estratagema ha sido eficaz, puesto que, en nuestros días aún, y sin duda más que nunca, los profanos se enredan ahí.
Si se quiere ir al fondo de las cosas, hay que ver en el simbolismo de los constructores la expresión de ciertas ciencias tradicionales, relacionadas con lo que se puede, de modo general, designar por el nombre de “hermetismo”. Solamente, que no habría que creer, puesto que hablamos aquí de “ciencias”, que se trata de algo comparable a la ciencia profana, única conocida por casi todos los modernos; parece que una asimilación de este género, se haya formado en el espíritu de Bédarride, que habla de “la forma cambiante de los conocimientos positivos de la ciencia”, lo que se aplica propia y exclusivamente a la ciencia profana, y que, tomando literalmente unas imágenes puramente simbólicas, cree descubrir ahí ideas “evolucionistas” e incluso “transformistas”, ideas que están en contradicción absoluta con todo dato tradicional. Hemos desarrollado largamente, en varias de nuestras obras, la distinción esencial de la ciencia sagrada o tradicional y de la ciencia profana; no podemos ni soñar en reproducir aquí todas esas consideraciones, pero al menos hemos juzgado como bueno el atraer la atención una vez más sobre este punto capital.
No añadiremos más que algunas palabras para concluir: no es sin razón que Janus, entre los Romanos, era a la vez el dios de la iniciación a los misterios y el dios de las corporaciones de artesanos; tampoco es por nada que los constructores de la Edad Media conservaran las dos fiestas solsticiales de ese mismo Janus, devenidas con el Cristianismo, los dos san Juan de invierno y de verano: y, cuando se conoce la conexión de San Juan con la vertiente esotérica del Cristianismo, ¿no se ve inmediatamente que, con otra adaptación requerida por las circunstancias y por las “leyes cíclicas”, es siempre de la misma iniciación a los misterios de lo que se trata efectivamente?
Publicado originalmente en “Le Voile d´Isis”, en el nº de enero-febrero de 1927 y retomado en “Etudes Traditionnelles”, nº 486, octubre a diciembre de 1984.


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1 Hemos tenido últimamente la ocasión de señalar, en la catedral de Estrasburgo y sobre otros edificios de Alsacia, un número bastante grande de marcas de talladores de piedra, datando de épocas diversas, desde el siglo XII hasta principios del XVII; entre esas marcas, las hay muy curiosas, y hemos encontrado especialmente la esvástica, a la cual Bédarride hace alusión, en uno de los capiteles de Estrasburgo.
2 Ver el “Voile d’ Isis” de febrero de 1929. (Actualmente, capítulo IV de Aperçus sur l´esoterisme chrétien.
3 Los Compañeros del “Rito de Salomón” han conservado hasta nuestros días el recuerdo de su conexión con la Orden del Temple.
4 Esta manera de ver es en gran parte la de Aroux y de Rosetti, en lo que concierne a la interpretación de Dante, y se la encuentra también en muchos pasajes de la Historia de la Magia de Eliphas Lévi.
5 El ejemplo de ciertas organizaciones musulmanas, en las cuales preocupaciones políticas han sofocado en cierto modo la espiritualidad original, es muy nítido a este respecto.

viernes, 24 de agosto de 2012

A LOS PIES DEL MAESTRO

J. KRISHNAMURTI

ESTE LIBRO FUE PASADO A FORMATO WORD Y CON LETRA AMPLIADA PARA
FACILITAR LA DIFUSIÓN, Y CON EL PROPÓSITO DE QUE ASÍ COMO USTED LO RECIBIÓ
LO PUEDA HACER LLEGAR A ALGUIEN MÁS. HERNÁN


PREFACIO
Por ser un hermano de más edad, se me ha concedido la distinción de escribir algunas pa-labras como prefacio de este pequeño libro, el primero que ha escrito un hermano más joven de cuerpo, ciertamente, pero no de alma.
Las enseñanzas contenidas en él se las im¬partió su Maestro cuando lo preparaba para la Iniciación, y él las ha transcripto de memoria, lenta y laboriosamente, porque el año anterior sabía mucho menos inglés que ahora.
Este libro es, en su mayor parte, una repro¬ducción literal de las propias palabras del Maes¬tro; y lo que no, es el pensamiento del Maestro expresado con las palabras del discípulo.
El Maestro suplió dos frases omitidas. En otros dos casos más, se añadió otra palabra omitida. Aparte de esto; es enteramente de Krishnamurti: es su primer donativo al mundo. Que este libro pueda ayudar a otros como las enseñanzas verbales lo ayudaron a él. Con tal esperanza las da. Pero las enseñanzas pueden tan sólo dar fruto si las vivimos como él las ha vivido, desde que brotaron de los labios de su Maestro. Si el ejemplo se sigue de acuerdo con el precepto, en¬tonces se abrirá el gran Portal para el lector como se abrió para el autor, y sus pies hollarán el Sendero.

ANNIE BESANT

A LOS QUE LLAMAN


Conducidme desde lo ilusorio a lo Real.
Conducidme de las tinieblas a la Luz.
Conducidme de la muerte a la Inmortalidad.

PRÓLOGO
Estas palabras no son mías: son del Maestro que me enseñó. Sin Él no hubiera podido hacer nada, pero con Su ayuda he puesto los pies en el Sendero. Vosotros también deseáis penetrar en este Sendero; y así, las mismas palabras que Él me dijo os ayudarán si queréis obedecerlas. No basta decir que estas palabras son bellas y verdaderas; quien desee lograr éxito debe hacer exactamente lo que ellas entrañan. Mirar la co¬mida y decir que es sabrosa no satisfaría a un hambriento: ha de comerla. Así pues, no basta escuchar al Maestro: debéis practicar lo que Él aconseja, atendiendo a cada palabra y fijándoos en cada insinuación. Si no advertís una indica¬ción, si no atendéis a una palabra, queda perdi¬da para siempre, porque Él no las repite.

En este Sendero se requieren cuatro cualida¬des:
DISCERNIMIENTO
CARENCIA DE DESEOS
BUENA CONDUCTA
AMOR
Trataré de explicaros lo que el Maestro me dijo acerca de cada una de ellas.

A LOS PIES DEL MAESTRO
I

La primera cualidad es el DISCERNIMIENTO. Se denomina así, generalmente, a la facultad de distinguir entre lo real y lo ilusorio, y la cual guía a los hombres para entrar en el Sendero. Pero también es mucho más que esto, y debe practicarse no tan sólo en los comienzos del Sendero, sino en cada una de sus etapas, diaria¬mente, hasta el fin.
Vosotros entráis en el Sendero porque habéis aprendido que tan sólo en él pueden encontrar-se las cosas dignas de ser alcanzadas. Los que no saben esto trabajan para adquirir riqueza y poder, pero esto dura a lo más una vida tan sólo y, por lo tanto, no es real. Hay bienes ma-yores, reales y perdurables, cuando los hayáis alcanzado, ya no desearéis jamás aquellos otros.
En el mundo hay dos clases de seres: los sa¬bios y los ignorantes. Esta sabiduría es la que nos interesa. La religión que un hombre profe¬se, la raza a que pertenezca, importan poco; lo realmente importante es que los hombres co¬nozcan el plan Divino. Porque el plan de Dios es la evolución. Una vez que el hombre realmente lo reconoce, no puede sino identificarse con sus designios y trabajar de acuerdo con él, porque es tan glorioso como bello. Así, conociéndolo, permanece al lado de Dios, firme para el bien y resistente contra el mal, trabajando para la evolución y no por egoísmo.
Si está al lado de Dios, está unido a nosotros, y no importa lo mínimo que se llame hindú o buddhista, cristiano o mahometano, ni que sea indio o inglés, chino o ruso. Los que están al lado de Dios saben por qué están aquí y cuál es su misión, y procuran cumplirla; los demás no saben todavía lo que han de hacer, y así obran a menudo erróneamente e intentan trazarse vías que imaginan placenteras sin comprender que todos somos uno y que, por lo tanto, tan sólo lo que el Uno quiere puede ser verdaderamente agradable para todos. Ellos van en pos de lo irreal, en vez de lo real. Hasta que aprendan a distinguir entre los dos, no se colocarán al lado de Dios, y, para aprenderlo, discernimiento es el primer paso.
Pero, aun después de efectuada la elección, debéis recordar que hay muchas variedades de lo real y lo irreal, y por lo tanto debemos dis¬cernir también entre lo justo y lo injusto, lo esencial y lo accesorio, lo útil y lo inútil, lo verdadero y lo falso, lo egoísta y lo altruista.
Aquellos que, deseosos de seguir al Maestro, han resuelto servir a lo justo a toda costa, no hallan dificultad en la elección entre lo justo y lo injusto. Pero el cuerpo es distinto del hom-bre, y la voluntad del hombre no siempre coin¬cide con el deseo del cuerpo. Cuando vuestro cuerpo desee algo, deteneos a pensar si vosotros realmente lo deseáis. Porque vosotros sois Dios, y queréis únicamente lo que Dios quiere; así, debéis buscar profundamente en vosotros mis¬mos para hallar el Dios interno y escuchar Su voz, que es vuestra voz. No confundáis con vos¬otros mismos ni vuestro cuerpo físico, ni vues¬tro cuerpo astral, ni vuestro cuerpo mental, porque cada uno de ellos pretenderá ser el Yo, a fin de obtener lo que desea. Debéis conocerlos todos y reconoceros por su dueño.
Cuando se ha de hacer un trabajo, el cuerpo físico quiere descansar, pasear, comer y beber; y el ignorante se dice a sí mismo: "Yo quiero hacer estas cosas y debo hacerlas." Pero el sa¬bio dice: "Lo que en mí desea no soy yo, y pue¬de esperar." A menudo, cuando se presenta alguna oportunidad para ayudar a alguien, el cuerpo incita a pensar: "¡Qué molestia me cau¬sa esto! Dejemos que otro lo haga." Pero el hombre le replica a su cuerpo: "Tú no me es¬torbarás para practicar el bien."
El cuerpo es nuestro animal, el caballo en que cabalgamos. Por lo tanto, debéis tratarlo y cui-darlo bien; no debéis fatigarlo; debéis alimen¬tarlo tan sólo con comidas y bebidas puras, y llevarlo escrupulosamente limpio de la más leve mancha. Porque sin un cuerpo perfectamen¬te limpio y sano no podríais llevar a cabo el arduo trabajo de preparación, ni podríais sopor¬tar el esfuerzo incesante. Pero vosotros debéis gobernar constantemente al cuerpo, nunca el cuerpo a vosotros.
El cuerpo astral tiene sus deseos a docenas; él os inclina a la cólera, a la injuria, a la envi¬dia, a la avaricia, a codiciar los bienes ajenos, a sumiros en la depresión. El cuerpo astral quie¬re todas estas cosas y muchas más, no porque desee perjudicaros, sino porque le gustan las vibraciones intensas, así como el cambio cons¬tante de ellas. Mas vosotros no necesitáis estas cosas, y por esto debéis saber distinguir entre vuestros deseos y los de vuestro cuerpo.
Nuestro cuerpo mental desea pensar orgullosamente que es algo separado de lo demás; pen-sar dándose mucho valor a sí mismo y poco a los otros. Aun cuando lo hayáis apartado de las cosas mundanas, persiste en especular sobre sí mismo, en incitaros a pensar en vuestros pro¬pios progresos, en vez de pensar en la labor de los Maestros y en ayudar a los demás. Cuando meditéis, tratará de haceros pensar en las di¬ferentes cosas que él desea, en vez de pensar en lo que vosotros queréis. Vosotros no sois esta mente, sino que ella está a vuestro servicio, y así también en este caso es necesario el discer¬nimiento. Debéis vigilar constantemente, so pe¬na de fracaso.
El Ocultismo no tiene compromiso entre lo justo y lo injusto. Debéis hacer a toda costa lo justo; debéis dejar de hacer lo injusto, sin importaros lo que el ignorante piense o diga. Debéis estudiar profundamente las leyes ocul¬tas de la Naturaleza, y cuando las conozcáis, ordenad vuestra vida de acuerdo con ella, em¬pleando siempre la razón y el sentido común.
Debéis saber distinguir lo importante de lo secundario. Firmes como una roca cuando de lo justo y de lo injusto se trate, dad siempre la razón a los demás en cosas de poca importan¬cia. Porque debéis ser siempre amables y cari¬ñosos, razonables y condescendientes; habéis de conceder siempre a los demás la misma liber¬tad que necesitáis para vosotros mismos.
Tratad de ver lo que es más meritorio que hagáis, y recordad que no debéis juzgar las co¬sas por su aparente grandeza. Es mucho más meritorio hacer una cosa mínima pero útil a la labor del Maestro, que otra de mayor apariencia de las que el mundo llama buenas.
Debéis distinguir no tan sólo entre lo útil y lo inútil, sino entre lo más útil y lo menos útil. Alimentar a un pobre es bueno, útil y noble; pero alimentar su alma es todavía más noble y más útil que alimentar su cuerpo. Cualquier rico puede alimentar el cuerpo de un necesitado, pero tan sólo los sabios pueden alimentar su alma. Si sois sabios, vuestro deber es ayudar a otros en el logro de la sabiduría.
No obstante, por sabios que seáis, tenéis mu¬cho que aprender en este Sendero, y por esto también en él es preciso el discernimiento. De¬béis pensar cuidadosamente lo que es mejor que aprendáis. Todo conocimiento es útil, y llegará un día en que lo alcancéis; pero mientras tan sólo poseáis una parte, cuidad de que ésa sea la más útil.
Dios es tanto Sabiduría como Amor, y cuanta más sabiduría alcancéis, mejor podréis mani-festar a Dios. Estudiad, pues; mas, en primer lu¬gar, estudiad lo que os ayude a ayudar a los otros. Estudiad pacientemente, no porque los hombres os llamen sabios, ni aun por tener la dicha de serlo, sino porque tan sólo el sabio puede ayudar sabiamente. Por mucho que de¬seéis ayudar, si sois ignorantes, podréis hacer más mal que bien.
Debéis saber distinguir lo falso de lo verda¬dero; debéis aprender a ser verídicos en todas las circunstancias, en pensamiento, en palabra y en obra.
Primero en pensamiento; y esto no es fácil, porque en el mundo hay muchos pensamientos falsos, muchas supersticiones tontas, y nadie que esté esclavizado por ellas puede progresar. ASÍ pues, no debéis sostener una idea precisa¬mente porque otros la sostienen, ni porque se haya creído en ella durante siglos, ni porque esté escrita en algún libro que los hombres tengan por sagrado. Debéis pensar acerca de aquel asunto por vosotros mismos, y juzgar si es razonable. Recordad que la opinión de un mi¬llar de hombres acerca de algún asunto que des¬conozcan no tiene ningún valor. Los que pien¬san hollar el Sendero deben aprender a pensar por sí mismos, porque la superstición es uno de los mayores males del mundo, una de las liga¬duras de que totalmente debéis desembarazaros.
En lo tocante a los demás, vuestros pensa¬mientos deben ser verídicos; no debéis pensar acerca de nadie lo que no sepáis. No supongáis que los demás están siempre pensando en vosotros.
Si un hombre hace algo que parezca perjudi¬caros, o dice algo que creáis que se refiere a vosotros, no penséis entonces: "Quiere ofender¬me." Probablemente ni siquiera piensa en vosotros, porque cada alma tiene sus propias tribu¬laciones y pensamientos, que flotan principal¬mente alrededor de ella. Si un hombre os habla colérico, no penséis: "Me odia, trata de herir¬me." Quizá otra persona o alguna otra cosa lo han contrariado, y porque tropieza eventual¬mente con vosotros, descarga su cólera en vos¬otros. Él obra imprudentemente, porque toda clase de cólera es prueba de insensatez; pero vosotros no os debéis formar de él un juicio equivocado.
Cuando seáis discípulos del Maestro, podréis poner siempre a tono la pureza de vuestros pen¬samientos comparándolos con los Suyos. Porque el discípulo es uno con su Maestro, y debe pro¬curar fundir su pensamiento con el Suyo y ver si coinciden. Si no están a tono, su pensamiento no es recto, y debe variarlo inmediatamente, porque los pensamientos del Maestro son per¬fectos, puesto que Él lo sabe todo. Los que to¬davía no han sido aceptados por Él, no pueden hacerlo del todo; pero pueden ayudarse mucho deteniéndose a pensar a menudo: "¿Qué pen¬saría el Maestro en estas circunstancias?" "¿Qué haría o qué diría el Maestro acerca de esto?" Porque no debéis nunca hacer, decir o pensar lo que no podáis imaginar al Maestro haciéndo¬lo, diciéndolo o pensándolo.
Aun al relatar habéis de ser verídicos, exactos y sin exageración.
Nunca atribuyáis intenciones a otro; tan sólo su Maestro conoce sus pensamientos, y él puede estar obrando por razones de que no tenéis idea. Si oís que dicen algo en contra de alguna per¬sona, no lo repitáis; podría no ser verdad, y aun cuando lo fuese, es caritativo callar. Pensad bien antes de hablar, no sea que incurráis en inexactitudes.
Sed verídicos en la acción; jamás pretendáis ser otro del que sois, porque toda pretensión sirve de impedimento a la pura luz de verdad que debe brillar a través de vosotros como la luz del sol brilla a través de un diáfano cristal.
Debéis distinguir entre el egoísmo y el desin¬terés; porque el egoísmo se presenta bajo mu-chas formas, y cuando creáis que al fin lo habéis destruido en algunos de sus aspectos, surge en otro tan fuerte como siempre. Pero gradualmen¬te os irá animando tan por completo el pensa¬miento de ayudar a los demás, que no habrá lu¬gar ni tiempo para pensar en vosotros mismos.
También debéis distinguir en otro sentido. Aprended a reconocer a Dios en todos los seres y en todas las cosas, prescindiendo del mal que puedan presentar en la superficie. Podéis ayu¬dar a vuestros hermanos por medio de lo que te¬néis de común con ellos, esto es, la Vida Divina. Aprended a despertarla y a vivificarla en ellos, así los salvaréis de lo falso.

II

Hay muchos individuos para quienes la cuali¬dad "CARENCIA DE DESEOS" es verdaderamente di¬fícil, porque sienten que sus deseos son ellos mis¬mos, y que si desechan sus deseos peculiares, sus gustos y disgustos, dejará de existir su yo. Pero esto les sucede tan sólo a quienes no han visto al Maestro. A la luz de su Santa Presencia se extinguen todos los deseos, menos el de igua¬larse a Él. Sin embargo, antes que gocéis, de la felicidad de encontraros frente a frente con Él, podréis alcanzar, si queréis, la "Carencia de deseos".
El Discernimiento os ha mostrado ya que las cosas que los hombres más desean, como la ri-queza y el poder, no tienen valor alguno. Cuando esto no se dice tan sólo, sino que se siente en ver¬dad, cesa todo deseo de ellos.
Así pues, todo eso es sencillo; sólo se requiere que lo comprendáis. Pero hay algunos que cesan de perseguir los bienes terrenales, con el fin de ganar el cielo o alcanzar la liberación personal del renacimiento; no debéis caer en este error. Si habéis olvidado al yo, no podéis pensar en la hora en que este yo sea libre o qué clase de cielo tendrá. Recordad que todo deseo egoísta ata, por elevado que sea su objeto, y en tanto no os ha¬yáis librado de él no estaréis enteramente pre¬parados para dedicaros a la labor del Maestro.
Cuando desaparezcan todos los deseos que se refieren al yo, todavía puede existir el deseo de ver los resultados de vuestra obra. Si ayudáis a alguien, querréis ver en cuánto lo habéis ayuda¬do; aun tal vez queréis que aquel a quien habéis ayudado, también lo vea y os lo agradezca. Esto es todavía deseo, y, además, falta de confianza.
Cuando hacéis todo el esfuerzo que podéis pa¬ra ayudar, debe dar un resultado, tanto si po-déis verlo como si no; si reconocéis la manera de obrar de la Ley, sabéis que esto es así. Por esto debéis obrar rectamente por amor a lo recto, no con esperanza de recompensa; debéis trabajar por amor al trabajo, no por la esperanza de ver el resultado; debéis entregaros al servicio del mundo, porque lo amáis y no podéis dejar de en¬tregaros a él.
No deseéis poderes psíquicos; ya vendrán cuando el Maestro comprenda que debéis tener-los. Además, es esforzarse en adquirirlos trae consigo, muy a menudo, gran perturbación; fre-cuentemente, a su poseedor le descarrían los fa¬laces espíritus de la naturaleza, o se envanece y cree que él no puede caer en error; y el tiempo y el esfuerzo que emplea para alcanzar estos po-deres podría emplearlos, de cualquier otro modo, en trabajar para los demás. Los poderes vendrán en el curso del desarrollo; deben venir; y si el Maestro ve que es útil que los tengáis antes, os enseñará a desarrollarlos sin peligro. Hasta en¬tonces, estaréis mejor sin ellos.
Además, debéis precaveros de ciertos peque¬ños deseos que son comunes en la vida diaria. No deséis jamás brillar o parecer superior en nin¬gún sentido; no habléis mucho. Es mejor hablar poco; es mejor todavía callar, hasta que estéis seguros de que lo que vais a decir es VERDADERO, BUENO y PUEDE AYUDAR A OTROS. Antes de hablar, pensad cuidadosamente si lo que vais a decir posee estas tres cualidades; si no es así, no lo digáis.
Lo mejor es acostumbrarse desde el primer momento a pensar cuidadosamente antes de ha-blar, porque cuando alcancéis la Iniciación de¬béis fijaros en cada palabra, no sea que digáis lo que no debe decirse. Mucha habladuría vulgar es insensata y vana; cuando es chismosa, es ma-ligna. Así, acostumbraos a escuchar, mejor que a hablar, no expongáis opiniones, a menos que os las pidan directamente. En resumen; las cua¬lidades son: saber oír, querer y callar; y la últi¬ma es la más ardua de todas.
Otro común deseo que debéis reprimir severa¬mente es el de inmiscuiros en los asuntos de los demás. Lo que otro haga o diga o crea, no es co¬sa vuestra, y debéis aprender a dejarlo comple-tamente solo. Él tiene perfecto derecho al pen¬samiento, palabra y acción libres, mientras no se meta con otro. Así como vosotros reclamáis la libertad de hacer lo más conveniente, debéis con¬cederle la misma libertad, y cuando la usufruc¬túa no tenéis ningún derecho a ocuparos de él.
Si pensáis que obra equivocadamente, y podéis hallar oportunidad de decirle privadamente y con la mayor delicadeza vuestra opinión, es posi¬ble que lo convenzáis; pero hay muchos casos en que, aun de esta manera, la intervención sería impropia. Nunca debéis hablar a una tercera per¬sona acerca del asunto, porque ésta es una ac¬ción muy baja.
Si veis un caso de crueldad contra un niño o un animal, vuestro deber es defenderlos. Si está¬is encargado de instruir a otra persona, es vues¬tro deber reprender afectuosamente sus faltas. Excepto en semejantes casos, ocupaos de vues¬tros propios asuntos y ejercitad la virtud del silencio.

III

Las seis reglas de conducta que particular¬mente se requieren, las da el Maestro en este orden:
1ª Dominio de la mente.
2ª Dominio de la acción.
3ª Tolerancia.
4ª Alegría.
5ª Aspiración única.
6ª Confianza.
Sé que algunas de estas cualidades se han de¬nominado diferentemente, pero yo hago uso de los nombres que el Maestro mismo les daba al explicármelas.
1ª DOMINIO DE LA MENTE. — La cualidad "Ca¬rencia de deseos" nos demuestra que debemos dominar el cuerpo astral; esta otra significa lo mismo con relación al cuerpo mental. Ello impli¬ca dominio del temperamento, de suerte que no podáis sentir cólera o impaciencia; dominio de la mente, de modo que podáis sosegar y tran¬quilizar el pensamiento y, por medio de la men¬te, dominio del sistema nervioso, a fin de que se excite lo menos posible.
Esto último es difícil, porque cuando os pre¬paráis para entrar en el Sendero, no podéis evi¬tar que vuestro cuerpo se haga más sensitivo, y así los nervios son perturbados por cualquier choque o sonido, y sienten agudamente cualquier presión; mas debéis hacer lo posible por evitarlo.
Mente tranquila significa también valor para arrastrar sin temor las pruebas y dificultades del Sendero; significa además firmeza para con¬siderar serenamente cuanto os acontezca en la vida cotidiana, y evitar el incesante tedio e in¬quietud que dimanen de ciertos pormenores de la vida, en los que muchos malgastan la mayor parte del tiempo. El Maestro enseña que a un hombre no le debe importar lo más mínimo cuan¬to provenga del exterior: tristezas, disgustos, en¬fermedades, pérdidas; todo esto nada debe sig¬nificar para él, ni ha de permitir que perturbe la calma de su mente. Estas cosas son resultado de pasadas acciones, y cuando sobrevengan, de¬béis soportarlas con calma, recordando que todo mal es transitorio, y que vuestro deber es permanecer siempre contentos y serenos. Aque¬llo pertenece a vuestras vidas anteriores, no a ésta; no podéis alterarlo, y, así es inútil preocu¬paros por ello. Pensad, mejor, lo que hacéis aho-ra, lo cual determinará los acontecimientos de vuestra próxima vida, pues esto podéis modi-ficarlo.
No cedáis jamás a la tristeza ni a la depresión.
La depresión es un mal, porque contamina a otros y torna sus vidas más penosas, a lo cual no tenéis derecho alguno. Por esta razón, si alguna vez os acometen, desechadlas para siempre.
Aun en otro sentido debéis dominar vuestro pensamiento; no le permitáis errar a la ventura. Fijad la atención en lo que estéis haciendo, sea lo que fuere, para que lo hagáis con toda la per-fección posible; no acostumbréis vuestra mente a la vagancia; antes bien conservad buenos pen¬samientos siempre en su fondo, dispuestos a surgir en el momento en que ella esté libre.
Emplead todos los días el poder de vuestro pensamiento en buenos propósitos; convertíos en un poder que trabaje de acuerdo con la evolu¬ción. Pensad cada día en alguno de quien sepáis que está triste, que sufre o que necesita ayuda, y enviadle pensamientos de amor.
Apartad vuestra mente del orgullo, porque el orgullo es hijo de la ignorancia. El ignorante cree ser grande, cree que ha hecho esta o aque¬lla gran cosa; el sabio sabe que tan sólo Dios es grande y que sólo Él es el hacedor de todas las cosas buenas y perfectas.

2a DOMINIO DE LA ACCIÓN. — Si vuestra men¬te es tal como debe ser, se perturbará muy poco con vuestra acción. Recordad que para ayudar a la Humanidad, el pensamiento debe conver¬tirse en acción.
En esta labor no caben tibiezas, sino una cons¬tante actividad. Pero debéis cumplir vuestro propio deber, no el de los demás, a no ser con su permiso y con el fin de ayudarlos. Dejad que ca¬da cual cumpla su propio deber, a su modo pe¬culiar; estad siempre dispuestos a ofrecer vues¬tro apoyo cuando sea necesario, pero nunca os entrometáis. Porque, para algunas personas, la cosa más difícil del mundo es aprender a cum¬plir sus propios deberes, y precisamente esto es lo que vosotros debéis hacer.
Aunque tratéis de realizar una labor más ele¬vada, no por ello debéis olvidar vuestros deberes ordinarios, pues hasta que éstos no queden satis¬fechos, no estaréis en libertad para prestar otros servicios. No os comprometáis a nuevos deberes mundanos; mas debéis cumplir perfectamente aquellos de que estéis encargados, esto es, todos aquellos deberes que reconozcáis como eviden¬tes y razonables, no deberes imaginarios que otros traten de imponeros. Si queréis servirles a Ellos, debéis cumplir vuestros deberes ordina¬rios mejor y no peor que los demás; porque ha¬ciendo esto también Les servís.

3ª TOLERANCIA.—Debéis sentir perfecta to¬lerancia hacia todos y un sincero interés por las creencias de los que profesan otras religiones, tanto como por la que profesáis. Porque la religión de los otros es un sendero que conduce a lo más elevado, lo mismo que la vuestra. Para ayudar a todos, debéis comprenderlos.
Mas, para alcanzar esta perfecta tolerancia, debéis libraros antes del fanatismo y de la superstición. Debéis saber que no hay ceremonias necesarias; de otro modo es consideraríais algo mejores que los que no las practican. Sin em¬bargo, no debéis vituperar a los que aun las ne¬cesitan. Dejadles hacer su voluntad; pero ellos no deben meterse con vosotros, que sabéis la ver¬dad, ni deben tratar de imponeros aquello que habéis trascendido. Sed indulgentes y bondado¬sos en todo.
Ahora que vuestros ojos están abiertos, quizás os parezcan absurdas algunas de vuestras anti¬guas creencias y ceremonias; tal vez lo sean en realidad. Pero, aunque ya no toméis parte en ellas, respetadlas por consideración a aquellas buenas almas para quienes todavía tienen impor¬tancia. Ellas tienen su lugar y su utilidad, como la falsilla le sirve a un niño para escribir dere¬cho, hasta que aprende a escribir mejor y con mayor igualdad sin ella. Hubo un tiempo en que las necesitasteis, pero ya pasó aquel tiempo.
Un gran instructor dijo: "Cuando yo era niño, hablaba, comprendía y pensaba como niño; pero ya hombre, di de lado las niñerías."
Quien haya olvidado su infancia y perdido la simpatía por los niños no puede enseñarles ni ayudarles. Así, sed bondadosos, amables, tole¬rantes con todos los hombres sin distinción, sean buddhistas o indos, jainas o judíos, cristianos o musulmanes.

4ª ALEGRÍA.—Debéis sobrellevar alegremen¬te vuestro karma, cualquiera que sea, aceptando como un honor que el sufrimiento caiga sobre vosotros, porque esto demuestra que los Señores del Karma os consideran dignos de ayuda. Por muy penoso que resulte, agradeced que no sea peor. Recordad que podréis servir muy poco pa¬ra la labor del Maestro, mientras vuestro mal karma no se extinga y quedéis libres. Al ofrece¬ros a Él, habéis pedido que se acelerase vuestro karma, y así, en una o dos vidas haréis lo que de otro modo hubierais debido hacer en cientos. Pero a fin de obtener el mejor resultado, debéis sobre¬llevarlo alegremente.
Todavía hay otro aspecto. Debéis desechar to¬da idea de posesión. El Karma puede arrebataros las cosas que más queráis y hasta a las per¬sonas que más améis. Aun entonces debéis per¬manecer alegres, dispuestos a separaros de todo. A menudo el Maestro necesita verter Su fuerza sobre otros por medio de Su discípulo e incondi¬cional servidor; y si éste cayese en la depresión no podría Él realizarlo. Así, la alegría debe ser vuestra norma.

5ª ASPIRACIÓN ÚNICA.—El objetivo que de¬béis tener a la vista es realizar la obra del Maestro. No debéis jamás olvidarla, cualesquiera que sean las ocupaciones que os salgan al paso, y ninguna otra labor puede interponerse en vuestro camino, porque toda la que sea fecunda y desin¬teresada es labor del Maestro, y debéis ejecutar¬la por amor a Él. Además, debéis poner toda vuestra atención en cada parte de la misma, pa¬ra que la hagáis lo más perfecta posible. El mis¬mo Instructor dijo también: "Sea lo que fuere que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres. Pensad cómo eje¬cutaríais una obra si supieseis que el Maestro ha de venir a verla; así debéis realizar toda labor." Los más conscientes sabrán mejor lo que este versículo significa. Y hay otro semejante y mu¬cho más antiguo: "Esfuérzate tanto como puedas en cumplir cualquier cosa que se te presente."
Aspiración única significa también que nada deberá jamás desviaros, ni siquiera por un momento, del sendero en que habéis entrado. Ni tentaciones, ni placeres terrenales, ni mundanos afectos deberán nunca apartaros de él. Porque vosotros mismos debéis identificaros con el Sen¬dero, el cual ha de formar parte de vuestra natulareza, de tal modo que lo sigáis sin necesidad de pensar en él ni en la posibilidad de abando¬narlo. Vosotros, la Mónada, lo habéis decidido; desprenderos de él equivaldría a desprenderos de vosotros mismos.

6ª CONFIANZA.—Debéis confiar en vuestro Maestro; debéis confiar en vosotros mismos. Si ya habéis visto al Maestro, confiaréis del todo en Él a través de vidas y muertes. Si aún no Lo habéis visto, debéis tratar de imaginároslo y confiar en Él, porque si no lo hiciéreis, no podrá Él ayudaros. Sin completa confianza no puede establecerse la perfecta corriente de amor y de
poder.
Debéis tener confianza en vosotros mismos. ¿Decís que os conocéis bien a vosotros mismos? Si tal creéis, no os conocéis; tan sólo conocéis la débil corteza externa que con frecuencia cae en el cieno. Vosotros, vuestro Yo real, es una chispa del propio Fuego Divino; y como Dios, que es omnipotente, está en vosotros, nada hay que no podáis hacer si queréis. Decíos: "Lo que hizo un hombre, otro hombre puede hacerlo. Yo soy un ser humano, más aún, soy Dios en el hombre: puedo y quiero hacerlo." Porque vuestra volun¬tad debe ser cual acero templado, si queréis ha¬llar el Sendero.

IV

El Amor es la cualidad más importante, por¬que cuando es bastante fuerte en un hombre, lo estimula a revestirse de todas las demás, que sin ella nunca serían suficientes. Suele definirse el amor como un intenso deseo de unión con Dios y de liberación de la rueda de nacimientos y muertes. Pero este concepto del amor suena a egoísta e implica sólo una parte de su significa-do. El amor es más que deseo; es voluntad, reso¬lución, determinación. Para producir este resul-tado, la resolución debe llenar vuestra natura¬leza entera, hasta el punto de no dejar lugar para ningún otro sentimiento. Es, sin duda, la volun¬tad de ser uno con Dios, no para escapar del su-frimiento y de la fatiga, sino a fin de que, en ra¬zón de vuestro amor profundo hacia Él, podáis obrar con Él y como Él obra... Pues siendo Dios Amor, si queréis llegar a ser uno con Él, debéis también estar poseídos de amor y perfecto al¬truismo.
En la vida diaria, esto significa dos cosas: pri¬mera, que procuréis cuidadosamente no causar daño a ningún ser viviente; segunda, que siem¬pre estéis alerta por si se presenta la oportunidad de ayudar.
Primero, no dañar. Hay tres pecados que causan en el mundo mayores males que todos los demás: maledicencia, crueldad y superstición, porque son pecados contra el amor. Si el hombre quiere henchir su corazón de amor divino, ha de vigilarlos y combatirlos constantemente.
Veamos los efectos de la maledicencia: Prin¬cipia con el mal pensamiento, y esto en sí mismo es ya un crimen. Porque en todas las personas y en todas las cosas existe el bien y el mal. A cualquiera de éstos podemos prestarle fuerza, pensando en él, y por este medio ayudar o estor-bar la evolución; podemos hacer la voluntad del Logos o trabajar en contra de ella.
Si pensáis mal de otro, cometéis tres iniquida¬des a un tiempo:
1a Llenáis el ambiente que os rodea de malos pensamientos en vez de buenos, y así aumentáis las tristezas del mundo.
2a Si en el ser en quien pensáis existe el mal que le atribuís, lo vigorizáis y alimentáis; y así, hacéis peor a vuestro hermano en vez de hacerlo mejor. Pero, si generalmente el mal no existe en él y tan sólo lo habéis imaginado, entonces vuestro maligno pensamiento tienta a vuestro hermano y lo induce a obrar mal, porque, si no es todavía perfecto, podéis convertirlo en aque-llo que de él habéis pensado.

3a Nutrís vuestra propia mente de malos en vez de buenos pensamientos, y así impedís vuestro propio desarrollo y os hacéis, a los ojos de quienes pueden ver, un objeto feo y repulsivo, en vez de bello y amable.

No contento con hacerse todo este daño y ha¬cerlo a su víctima, el maldiciente procura con to¬das sus fuerzas que los demás participen de su crimen. Les expone con vehemencia su chisme, con la esperanza de que lo crean, y entonces los convencidos cooperan con él, enviando malos pensamientos al pobre paciente. Y esto continúa día tras día, y no lo hace sólo una persona, sino miles. ¿Veis ahora cuán bajo, cuán terrible es este pecado? Procurad evitarlo en absoluto. No habléis jamás mal de nadie; negaos a escuchar a quien os hable mal de otro, y decidle, afectuo¬samente: "Tal vez eso no sea verdad, y, aunque lo fuese, es mejor no hablar de ello".
En cuanto a la crueldad, ésta es de dos clases: intencionada y sin intención.

La crueldad intencionada consiste en causar, de propósito, dolor a otros seres vivientes, y éste es el pecado más grave de todos: obra de diablo más bien que de hombre. Diréis que ningún hom¬bre puede hacer una cosa semejante; pero preci¬samente los hombres la han hecho muy a menu¬do y aún la están haciendo cada día. Los inquisi¬dores la practicaron, y también muchas gentes religiosas en nombre de su religión; los vivisectores, así como habitualmente algunos maestros de escuela. Todas estas personas tratan de ex¬cusar su brutalidad con la costumbre; pero un crimen no deja de serlo porque muchos hombres lo cometan. Karma no tiene en cuenta las cos¬tumbres; y el karma de la crueldad es el más terrible. En la India, al menos, no puede haber excusa para tales costumbres, porque todos co¬nocen el deber de no acusar mal a nadie. El des¬tino de los crueles cae también sobre aquellos que se dedican intencionadamente a matar a las criaturas de Dios, y llaman a esto deporte.
Ya sé que tales cosas no las efectuáis vosotros, y por amor de Dios hablaréis claramente contra ellas cuando la oportunidad se os presente. Pero también hay crueldad en las palabras como en los actos, y una persona que diga una palabra con intención de herir a otra es culpable de este crimen. Esto tampoco lo haréis vosotros; pero algunas veces una palabra dicha al descuido ha¬ce tanto daño como una maliciosa. Así pues, de¬béis estar siempre en guardia contra la crueldad no intencionada.
En general, ello procede de la irreflexión. Hay hombres tan poseídos de la ambición y de la ava¬ricia, que ni siquiera se dan cuenta del sufri¬miento que causan a los demás pagándoles poco, o haciendo pasar hambre a su mujer e hijos Otros, pensando tan sólo en su codicia, se preocupan poco de los cuerpos y de las almas, a quie¬nes arruinan por satisfacerla. Para librarse de unos cuantos minutos de molestia, un hombre deja de pagar a sus obreros el día que les corres¬ponde, sin acordarse de las dificultades que este hecho les reporta. ¡Tanto sufrimiento se causa por descuido, por olvidar cómo una acción ha de afectar a los demás!... Pero Karma nunca olvida, y no tiene en cuenta que los hombres ol¬viden los hechos.
Si deseáis entrar en el Sendero, debéis pensar en las consecuencias de vuestros actos, para que no seáis culpables de crueldad irreflexiva.
La superstición es otro mal tremendo, que ha causado grandes y terribles crueldades. Las per¬sonas esclavas de ella menosprecian a las que saben más, y tratan de obligarlas a hacer lo que ellas hacen.
Pensad en la horrorosa matanza debida a la superstición de sacrificar a los animales y al todavía más terrible prejuicio de que el hombre necesita alimentarse de carnes. Pensad en el trato a que la superstición ha dado motivo con respecto a las clases oprimidas en nuestra amada India, y ved cómo esta mala tendencia puede engendrar una despiadada inconsideración, aun entre los que conocen el deber de fraternidad.
Los hombres han cometido muchos crímenes en nombre del Dios de Amor, movidos por la pesadilla de la superstición; cuidad mucho de que no quede en vosotros ni el más leve vestigio de ella.
Debéis evitar estos tres grandes delitos, por¬que son fatales a todo progreso, por ser pecados contra el amor. Pero no tan sólo estáis obligados a refrenaros de este modo ante el mal, sino que habéis de ser activos para el bien. El intenso de¬seo de servir ha de llegar al máximo, hasta el punto de estar siempre a la mira para aplicarlo alrededor de vosotros no tan sólo a las personas, sino a los animales y a las plantas. Debéis pres¬tar vuestro servicio hasta en las pequeñas cosas de la vida diaria, de modo que, acostumbrándoos a ello, no podáis substraeros, cuando se presente la oportunidad de hacer cosas de mayor impor¬tancia. Pues si deseáis llegar a ser uno con Dios, que no sea para vuestro propio beneficio, sino para convertiros en canal por donde fluya Su amor para alcanzar a vuestros semejantes.
El que está en el Sendero no vive para sí mis¬mo, sino para los demás; se olvida de él para po-der servirlos. Es a manera de pluma en manos de Dios, por la que fluye Su pensamiento y tiene expresión aquí abajo, lo que no podría suceder sin ella. Es a manera de un canal de fuego vi¬viente que derrama sobre el mundo el Divino Amor que llena su corazón.
La sabiduría que os capacita para ayudar, la voluntad que dirige la sabiduría, el amor que inspira la voluntad, éstas son vuestras cualidades.

Voluntad, Sabiduría y Amor son los tres as¬pectos del Logos; y vosotros, que deseáis alistaros para servirlo, debéis, hacer gala de ellos en el mundo.



Quien la palabra del Maestro anhele,
De Sus mandatos póngase en escucha
Entre el fragor de la terrena lucha,
Y la escondida Luz atento cele.

Sobre el inquieto y mundanal gentío,
Del Maestro atisbe la señal más leve,
Y oiga el susurro que Su voz eleve
Del mundo entre el rugiente griterío.







Discurso de disolución


J. Krishnamurti


La Orden de la Estrella de Oriente fue fundada en 1911 para proclamar el advenimiento del Instructor del Mundo y Krishnamurti fue designado máximo dirigente. El 3 de agosto de 1929, día de la apertura del Campamento Anual en Ommen, Holanda, Krishnamurti disolvió la Orden ante tres mil miembros. Este es el texto completo del discurso que pronunció en aquella ocasión.

Esta mañana vamos a hablar de la disolución de la Orden de la Estrella. Muchos se alegrarán y otros se sentirán más bien tristes. Esta no es una cuestión de regocijo ni de tristeza, sino que es algo inevitable, como voy a explicarlo. Seguramente recordarán la historia, cuando el diablo y un amigo caminaban por una calle y vieron frente a ellos cómo un hombre se detenía y recogía algo del suelo, lo miró y lo guardó en su bolsillo. El amigo le preguntó al diablo: «¿Qué recogió ese hombre?». «Recogió un trozo de la Verdad», le contestó el diablo. «Eso es entonces mal negocio para ti», dijo su amigo. «Oh, no, en absoluto», replicó el diablo, «voy a dejar que la organice».

Sostengo que la Verdad es una tierra sin caminos, y no es posible acercarse a ella por ningún sendero, por ninguna religión, por ninguna secta. Ese es mi punto de vista y me adhiero a él absoluta e incondicionalmente. La verdad, al ser ilimitada, incondicionada, inabordable por ningún camino, no puede organizarse; ni puede formarse organización alguna para conducir o forzar a la gente a seguir un sendero particular. Si desde el principio entienden eso, entonces verán cuan imposible es organizar una creencia. Una creencia es un asunto puramente individual, y no pueden ni deben organizarla. Si lo hacen, se convertirá en algo muerto, cristalizado, en un credo, en una secta, en una religión que debe imponerse a los demás. Esto es lo que todo el mundo trata de hacer. La Verdad se empequeñece y se transforma en un juguete para los débiles, para los que están sólo momentáneamente descontentos. La Verdad no puede rebajarse, es más bien el individuo quien debe hacer el esfuerzo de elevarse hacia ella. No pueden traer la cumbre de la montaña al valle; si quieren alcanzar la cumbre de la montaña, deben cruzar el valle, subir la cuesta, sin temor a los peligrosos precipicios.

De modo que esta es la primera razón, desde mi punto de vista, por la que debe disolverse la Orden de la Estrella. A pesar de esto, probablemente crearán otras Órdenes, seguirán perteneciendo a otras organizaciones que buscan la Verdad. Yo no quiero pertenecer a ninguna organización de tipo espiritual; por favor, comprendan esto. Puedo utilizar una organización que me lleve a Londres, por ejemplo, esa es un tipo de organización diferente, es simplemente mecánica, como el correo o el telégrafo. Puedo utilizar un automóvil o un buque para viajar, tan sólo son mecanismos físicos que nada tienen que ver con lo espiritual. De nuevo sostengo que ninguna organización puede conducir al hombre a la espiritualidad.

Si para este propósito se crea una organización, se convertirá en una muleta, en una debilidad, en una servidumbre que por fuerza mutila al individuo y le impide crecer, establecer su unicidad, que consiste en descubrir por sí mismo esa Verdad absoluta e incondicionada. Por tanto, esa es otra razón por la cual he decidido, como máximo responsable de la Orden de la Estrella, disolverla; nadie me ha persuadido para que tome esta decisión. Esta no es ninguna gran proeza, porque no quiero seguidores, y lo digo en serio. En el momento en que siguen a alguien, dejan de seguir a la Verdad. No me preocupa si prestan o no prestan atención a lo que digo; quiero hacer cierta cosa en el mundo y voy a hacerlo con resuelta determinación. Mí único interés es una cosa esencial: Hacer que el hombre sea libre. Deseo liberarlo de todas sus jaulas, de todos sus temores, y no crear religiones, nuevas sectas, ni establecer nuevas teorías o filosofías.

Como es natural, me preguntarán por qué recorro el mundo hablando constantemente. Les diré por qué razón lo hago. No por qué desee seguidores, no por qué desee un grupo especial de discípulos selectos. [¡Cómo les gusta a los hombres ser diferentes de sus semejantes, por ridículas, absurdas o triviales que puedan ser sus distinciones!] No quiero alentar ese absurdo. No tengo discípulos ni apóstoles, ya sea en la Tierra o en el reino espiritual. Tampoco es la tentación de dinero, ni tampoco me atrae el deseo de vivir una vida cómoda. ¡Si quisiera llevar una vida cómoda no vendría a este Campamento ni viviría en un país húmedo! Estoy hablando con toda sinceridad porque quiero que esto quede claro de una vez por todas; no deseo que estas discusiones infantiles se repitan año tras año.

Un periodista que me entrevistó, consideraba un acto grandioso disolver una organización en la cual militan miles y miles de miembros. Para él, era una gran acción, porque me dijo: «¿Qué hará usted después, de qué vivirá? No tendrá seguidores, la gente dejará de escucharle». Con que sólo haya cinco personas que escuchen, que vivan con sus rostros mirando hacia la eternidad, será suficiente. ¿De qué sirve tener miles que no comprenden, que están por completo embalsamados en prejuicios, que no quieren lo nuevo, sino que prefieren traducir lo nuevo para que se ajuste a sus propias personalidades estériles y estancadas? Si hablo enérgicamente, por favor, no me malinterpreten, no es por falta de compasión. Si acuden a un cirujano para operarse, ¿es una falta de amabilidad si al operarle le causa daño? De la misma manera, si hablo con claridad no es por falta de verdadero afecto, sino todo lo contrario.

Como he dicho, sólo tengo un propósito: Hacer que el hombre sea libre, impulsarlo hacia la libertad, ayudarle a romper todas sus limitaciones, porque sólo eso le dará la felicidad eterna, le dará la realización de sí mismo libre de condicionamiento.

Porque soy libre y no tengo condicionamiento, todo, no una parte, no lo relativo, sino toda la Verdad que es eterna, deseo que aquellos que buscan comprenderme sean libres; no para que me sigan, no que hagan de mí una jaula para convertirla en una religión, en una secta. Más bien deben liberarse de todos sus miedos: del miedo de la religión, del miedo de la salvación, del miedo de la espiritualidad, del miedo del amor, del miedo de la muerte, del miedo de la vida en sí misma. Así como un artista pinta un cuadro porque se deleita al pintarlo, porque es su propia expresión, su gloria, su satisfacción, de la misma forma yo hago esto, y no porque quiera nada de nadie. Están acostumbrados a la autoridad o a la atmósfera de autoridad, y creen que les conducirá a la espiritualidad. Creen y esperan que otro, por sus extraordinarios poderes, por un milagro, podrá trasportarles al reino de la eterna libertad que es la Felicidad. Toda su perspectiva de la vida se basa en esa autoridad.

Me han escuchado durante tres años sin que haya surgido ningún cambio, salvo en unos pocos. Ahora, consideren lo que estoy diciendo, sean críticos para que puedan comprenderlo completa y fundamentalmente. Si buscan una autoridad para que les conduzca a la espiritualidad, automáticamente se obligan a construir una organización alrededor de esa autoridad. Pero por la creación misma de esa organización, la cual creen que ayudará a esa autoridad para que les guíe a la espiritualidad, quedarán atrapados en una jaula.

Estoy hablando con toda franqueza, por favor, recuerden que es así, y no desde la dureza, la crueldad o el entusiasmo de mi propósito, sino porque quiero que comprendan lo que estoy diciendo. Esa es la razón por la que están aquí, y sería una pérdida de tiempo si no explicara claramente, con decisión, mi punto de vista. Durante 18 años se han preparado para este acontecimiento, para la venida del Instructor del Mundo. Durante 18 años se han organizado, han esperado a alguien que viniera a darles una nueva dicha a sus corazones y mentes, que transformara toda su vida, que les diera una nueva comprensión; a alguien que les elevara a un nuevo nivel de la vida, que les diera un nuevo estímulo, que les hiciera libres, ¡y miren lo que está sucediendo ahora!



EL HOMBRE DEL NUEVO TIEMPO




El hombre del nuevo tiempo ama la luz como a su vida misma, pues sabe que no es nada sin ella y que sólo en ella es posible vivir la plena realización, la real armonía, la total conciencia, así como el infinito amor por la creación.
El hombre del nuevo tiempo ama a su prójimo, pues ha aprendido que no está solo en la creación y que sólo en el amor, expresado en acciones de entrega a los demás, se vive la belleza del espíritu del Gran Promotor. Sabe en su corazón que la maravillosa energía de la voluntad se manifiesta en entrega, encontrando en la humanidad el terreno fértil para la realización del infinito servicio al que ha brindado su vida.
El hombre del nuevo tiempo ha reconocido sus capacidades ilimitadas y se ha entregado a la fuerza iluminadora del espíritu con humildad: da sin pedir nada a cambio, pero asimismo recibe del amor, lo que por su esencia en el mismo corazón comparte en silencio, pues ha aprendido que la mejor palabra es aquella que no se dice, sino sólo a través de la verdadera acción, en silencio.
Mas así como humilde es el hombre del nuevo tiempo un niño, pues cada acto, cada sonrisa, cada manifestación de él es poesía del espíritu que, libre, conecta con la música celestial del Divino Creador, inspirando sublimemente a la humanidad de este amado planeta, en el que el gran cambio ya ha comenzado a ser una realidad.
Mas así como niño el hombre del nuevo tiempo es anciano, pues lleva en él la experiencia de miles de años, la cual le ha servido para dejar atrás toda apariencia y, así, cristalino y con los pies descalzos, y tan sólo acompañado del profundo y verdadero amor, así como de la experiencia de este tiempo, se dispone a vivir aquello que ha sido destinado para él: la luz, la cual ha aprendido a manejar en sus múltiples manifestaciones, procurando en cada momento un efecto multiplicador de armonía, de equilibrio, así como de profundo y verdadero amor.
El hombre del nuevo tiempo ha aprendido que su mente es la gran herramienta que le permite focalizar la energía superior. Por tanto es él conciencia permanente de la luz que lleva dentro y de cómo ésta puede ser manifestada, regocijándose, así como en él, en el corazón de todos los hombres.
La luz del nuevo tiempo será, en su paz reinante, el símbolo de que el nuevo hombre ha comulgado con su Yo Superior, permitiendo que el sabio anciano manifieste con sublime perfección lo encontrado en su corazón. La luz del nuevo tiempo habrá apaciguado la furia de los elementos que, entregados al regazo de paz y armonía universal, habrán dado la lección de vida al hombre actual, quien forjado en la experiencia de miles de años, habrá aquietado su espíritu, permitiendo que lo que en él yace, exprese su perfección.
Así pues, esta luz habrá finalmente restablecido el equilibrio de Dubarín y Ená, así como de Atalot e Inimón. La luz habrá tomado una nueva forma en el hombre, pues su materia física ya no será la de antes, su ciclo vibracional habrá encontrado un nuevo centro motor en el corazón y ya no en la materia, haciendo del sentimiento puro su más grande ideal que, materializado en el amor, se manifestará en un mundo de armonía, donde hasta el silencioso correr del aire será cántico de alabanza a Dios.
La luz del nuevo tiempo será ciencia para el estudioso, guía del aprendiz, camino del buscador y puerto seguro del navegante. Finalmente, el hombre del nuevo tiempo habrá comprendido que así como él, todo yace en el regazo de la Eterna y Viviente Luz Interior. Así, la luz del nuevo tiempo será el medio y la meta en el hombre, pues como medio manifestará las opciones de cambio y como meta se realizará en ella.
Sólo la luz prevalecerá en pensamiento, en sentimiento y en acción, y así será, pues está escrito y dicho que el Reino de los Cielos regirá en el Nuevo Tiempo, donde los límites habrán desaparecido y las barreras serán recuerdo del pasado, pues las posibilidades habrán abierto fronteras ilimitadas que le permitirán alcanzar su verdadera esencia y procedencia Solar.
El hombre del nuevo tiempo, renacido en la luz de su corazón, habrá aprendido a saciar su apetito en conocimiento de causa y efecto, lo que le conducirá a reconocer al Cristo que en él mora y que, fundido como uno solo, habrá despertado en su verdadera procedencia cósmica, brillando como una nueva estrella en el firmamento.
El hombre del nuevo tiempo aprenderá a ver con ojos de ver y a sentir y escuchar al Profundo Amor en su corazón, pues es ahí que encontrará las verdades más grandes, los logros más maravillosos y donde los límites habrán desaparecido, las facultades despertado y el niño encontrado, el niño luz Cristo que mora en el corazón de cada hombre, esperando ser descubierto para crecer y llegar a la madurez del anciano ser, que con la luz de su propio ejemplo abre camino, siembra luz y cosecha virtudes.
Éste es el símbolo del hombre del nuevo tiempo, ésta es la base del principio del Bredam: lo limitado es ilimitado en los medios del amor. Lo subjetivo es objetivo en la luz del conocimiento, que en práctica de vida se convierte en sabiduría. El principio es el fin, nada comienza ni nada termina sin que obre de por medio el amor, y lo más cercano al amor que encontráis sois vosotros mismos.
EL SILENCIO MASONICO
Najum Perl, V:.M:.P:.

Logia LA FRATERNIDAD 62 – Tel Aviv - Israel


Aldo Lavagnini en su Manual del Aprendiz nos dice: "La disciplina del silencio es una de las enseñanzas fundamentales de la Masonería. Quien habla mucho, piensa poco, ligera y superficialmente. Generalmente, su visión de las cosas será estrecha e inflexible y por consiguiente, no tendrá elementos para valorar nuevas ideas u horizontes. Por eso, la Masonería busca que sus adeptos se hagan mejores pensadores que oradores."
Al pedir silencio el Venerable Maestro cuando abre los trabajos de la Logia, nos está aislando de preocupaciones externas y establece en nuestra mente, las condiciones del silencio interior, tan necesarias para absorber las enseñanzas de la Augusta Orden. A su vez, nos permitirá desarrollar con mayor claridad las ideas y conceptos que exponemos en las tenidas. Saber callar no es menos importante que saber hablar. El arte de la palabra hablada no se podrá apreciar, si antes no hemos aprendido el valor del silencio. Nuestras expresiones verbales deberán ser siempre pasadas por la escuadra de la reflexión, a fin de que sean provechosas para quien las escucha. La única manera de saber expresar palabras sabias, es antes haberlas meditado a través del silencio. Los más grandes logros del pensamiento humano, han sido fruto de su investigación en el silencio interior, que todo hombre debe saber desarrollar.


Ejemplificare solo con dos casos: Cervantes recluido en un calabozo, escribió las páginas de su inmortal Don Quijote, que por cierto, el mismo dijo que esa no era su mejor obra.



BEETHOVEN, aislado en su mundo interior, en el silencio forzado que su sordera le impuso, concibió las mas maravillosas notas musicales que en su momento creó para la humanidad, y a pesar de eso, pudo hacer correcciones a sus músicos cuando se equivocaban a la hora de leer su partitura.
Algunos aspectos históricos respecto del silencio es que desde las primeras civilizaciones, sobre todo en donde hay indicios de organizaciones iniciáticas, el silencio represento un importante elemento cultural, impuesto drásticamente para salvaguardar los secretos de esas órdenes. Así mismo, su representación clásica desde aquellos tiempos, es con los dedos de la mano derecha sobre los labios. En Egipto, el dios Harpocrates fue representado en esta posición. Entre los magos y sacerdotes egipcios, los iniciados asumían un estado de silencio total
mental y físico, para que los iniciados comprendieran la importancia de los sublimes secretos que iban a estudiar, siendo esta postura la que rigió a todas las sociedades iniciáticas posteriormente.


En el año 500, A. C., BUDA también valorizaba el silencio como condición obligatoria para la contemplación. Los esenios tenían como principal símbolo un triangulo, en donde su principio esotérico y exotérico, fue enseñar que por la boca todo lo que va, viene de regreso y que cada una de las puntas, contenía los principios de perfección trinitaria. Dentro de los misterios griegos, encontramos el de Orfeo, que con magia de sus canticos y el de su música ejecutada en su lira, silenciaba a la naturaleza y todo se magnetizaba. Eurípides, en su verso
470 de su obra ?Os Bacantes? dice que la luz de los misterios, contienen el dulce sonido del silencio, entendiendo la palabra misterio derivada de la griega ? myein?, que significa ?boca cerrada?.


PITÁGORAS creo su escuela Iniciática y sus discípulos se distinguían en tres grados, siendo el primero el acústico, así llamado para aprender a silenciar la mente. Para los masones operativos, el secreto del silencio sobre su arte era un principio de sobre vivencia, y que a veces constituía en sí mismo, un salvo conducto para los viajeros. La Gran Logia de Inglaterra adopto una leyenda trinitaria que dice en latín ¿AUDI, VIDE, TACE?, o sea ? Oír, ver y callar?.
Como podemos percibir, existen todavía muchos más ejemplos que los mencionados, para demostrar la importancia del silencio a través de la historia. En el aspecto constitucional de la Orden, en los primeros catecismos masónicos del seculo XVIII, decían que los tres puntos particulares que distinguen a un masón eran Fraternidad, Fidelidad a ser callado (que representa al amor incondicional), y ayuda verdadera entre masones. En los Antiguos usos y costumbres, el que predominaba era el del silencio, para compostura de los hermanos en los trabajos litúrgicos. En la Constitución de Anderson, se pregonaba la prudencia del silencio, sobre todo cuando hay presencia de profanos. En los Landmarks de Mackey, el del numero veintitrés se refiere al del sigilo que un masón debe conservar sobre todo en los conocimientos que le son transmitidos en los trabajos de logia, siendo así que las cartas constitutivas de todas las obediencias contienen referencias en este sentido.
En el aspecto simbólico de la Ley Iniciática del silencio, esta se enfoca en el ejercicio del pensamiento ágil y ordenado. Callar no consiste en no decir nada, sino constatar la realidad con las acciones a tomar y hacer conciencia del progreso en que las cosas se van a convertir. Es ir más allá de lo tangible, estar un paso adelante y en la dirección de la verdad, cualquiera que esta sea. El masón busca así, lograr la iluminación y ligar su ser con el universo, así como diferenciar la justicia y las buenas costumbres, de acciones de inercia y oscurantismo que a la larga, perjudiquen a la humanidad y a sí mismo. Según esta Ley de orden obligatorio para todos los masones, un hombre capaz de guardar silencio, será disciplinado en todos los aspectos de su ser, para lograr entregarse libremente a la meditación y el autoconocimiento. Esta virtud enseña así, a ser tolerante y prudente con las limitaciones propias y ajenas al individuo. Nada hay más peligroso que la verdad mal comprendida.
Fraternalmente, el Venerable Maestro avisa al Aprendiz en el inicio de los trabajos, que deberá guardar silencio en su mente, hasta que llegue al Sublime grado de Maestro: con ello, solamente se da continuidad a uno de los hábitos más antiguos de las sociedades iniciáticas. Vuelto en sí mismo, callado, en reflexión y escuchando, el Aprendiz dista de estar en situación de pasividad, y muy por lo contrario, sus sentidos están atentos a todo lo que pasa a su alrededor en Logia. Ver, oír, sentir, recibir, reflexionar y callar, procurando reunir todas esas informaciones en su mente, informaciones que son diferentes a todo lo que antes conocía, obteniendo las conclusiones que le permiten posiciones de mayor elevación de conocimiento. Esta debe ser la mayor atención del Iniciado.


La Ley Iniciática del Silencio, comienza cuando el individuo profano entra a la Cámara de las Reflexiones, en donde permanece solo, rodeado de símbolos, frases y palabras que le estimulan a penetrar en su interior. Es en el silencio de la meditación, donde encontrará a su yo, y podrá escudriñar en su alma. Es por esos procesos que el Aprendiz lograra transformar sus deseos incontrolables, apartándose poco a poco de sus pasiones y logrando adquirir la virtud y el dominio de sí mismo, la tolerancia y la prudencia. Es en el silencio de la introspección, que el candidato observa las palabras ?Vigilancia?, ?Perseverancia?, y estas palabras se convierten a su tiempo, en actitudes constantes durante la etapa de observación. Callar no es solo nada decir, sino también, dejar de hacer reflexiones internas cuando se escucha a alguien hablar. Esta actitud es una forma saludable de disciplina pues así, no se corre el riesgo de cometer el error de negar, aun antes de dar oportunidad a que lleguen a nuestra mente, las ideas de otros. Pero hay de silencios a silencios. El que es impuesto por la fuerza y que nace del temor, el que valiéndose de la represión amordaza nuestras palabras y no deja expresar libremente nuestros pensamientos, arrebata al hombre una de sus más preciadas conquistas: la de expresar libremente sus ideas.
La Masonería nos enseña a darle justo valor al silencio; en nuestros deberes, figura como una de sus principales recomendaciones. El silencio bien entendido, se eleva al rango de virtud, gracias a la cual se corrigen muchos defectos, por lo mismo que se aprende a ser prudente e indulgente con las fallas observadas. Por eso, nuestra Augusta Orden simboliza que con la llana, debemos extender en silencio, una capa sobre los defectos de nuestros semejantes y dirigir con la vara de la rectitud, las imperfecciones de su construcción. Todos los escritores masónicos recomiendan al silencio, como necesario al orden y seriedad a que se debe la inmensa diferencia que existe entre las reuniones Ritualísticas y las profanas.
Se debe hablar únicamente cuando por medio de la palabra inteligente se hace labor constructiva, contribuyendo a corregir errores o a esclarecer conceptos; solo entonces es que la palabra cumple su cabal y perfecta misión, llevando consuelo y luz a las almas. Pero en ocasiones, el silencio puede contribuir a encubrir, solapar malas acciones o pensamientos torcidos, y en ese caso, deberá ser desterrado valiente e inteligentemente para encender la luz de la verdad con nuestras palabras. Si a pesar de estos conocimientos tan claros vertidos aquí, hay algunos H:.H:. que piensan que la práctica de ellos, es muy fácil, esperen a leer esta leyenda referente a este tema: Los Cuatro Monjes.


Cuatro monjes se retiraron a un monasterio, en la cima de una alejada montaña, para llevar a cabo un entrenamiento espiritual intensivo. Se establecieron en sus celdas y pidieron que nadie les molestase a lo largo de los siete días de retiro. Se autoimpusieron el voto de silencio durante esas jornadas. Bajo ningún concepto despegarían los labios. Un novicio les serviría esos días como asistente. Llegó la primera noche y los cuatro monjes acudieron al santuario a meditar. El silencio era impresionante. Ardían vacilantes las lamparillas de manteca de yak. Olía a incienso. Los monjes se sentaron en meditación. Transcurrieron dos horas y de repente pareció que una de las lamparillas iba a apagarse.

· Uno de los monjes, dirigiéndose al asistente, dijo: Estate atento, muchachito, no vayas a dejar que la lamparilla se apague.
Entonces uno de los otros tres monjes le llamó la atención: No olvides que no hay que hablar durante siete días y menos en la sala de meditación
Indignado, otro de los monjes dijo: ¡Parece mentira! ¿No recordáis que habéis hecho voto de silencio?
Entonces el cuarto monje miró recriminatoriamente a sus compañeros y exclamó: ¡Qué lástima! Soy el único que observa el voto de silencio

Es que, señores, este ejercicio no es fácil, pero tampoco imposible, porque debiéramos ser los dueños de tres cosas:
1- Nuestra voluntad. Para decidir que una parte de nuestro tiempo dedicaremos para estar con nuestro Ser Interno.
2- Nuestro tiempo. Eligiendo dentro de un orden de prioridades que trozo usaremos, para esta actividad.
3- Nuestros pensamientos. Esta es la parte mas difícil, porque entran en nuestra mente con o sin nuestro permiso, debiendo nosotros aquietarlos para lograr el relajamiento máximo. Para ello existen distintas técnicas.


lunes, 20 de agosto de 2012

REFLEXIONES DE UN APRENDIZ

A.·.M.·. JORGE GONZÁLEZ PALACIOS

Or.·. Cihuatlán Jalisco-México




El siguiente trabajo que presento a mis Queridos Hermanos en mi Madre Logia, tiene la finalidad de traer un poco de luz, y a su vez será un peldaño más, para ascender a mi conocimiento.

Ø “Enséñame como aprender y no que aprender”

Ø “Enséñame a pensar y no tan solo que debo pensar”

Ø “Así desarrollare mi inteligencia y no simplemente mi memoria”

Ø “Los enemigos más encarnizados de nuestras ideas, son aquellos que no las entienden”

Estas frases son el marco perfecto para hacer una reflexión a casi 10 meses de haber visto la luz por primera vez, desde luego que solo fue un destello de aquel conocimiento que esta por presentarse ante mí.

Hace algunos años la inquietud de los temas ocultos y el deseo de aprender de las personas que a mi juicio sabían mas , llegaron a embriagarme y quizás a volverme un tanto ciego.

Busque desesperadamente al Maestro que podría enseñarme y no encontré respuestas duraderas, que lejos estaba de la verdad.

Curiosamente un Masón me dijo algo que en su momento no entendí del todo.



“El conocimiento esta en ti” y “el Maestro esta en ti mismo”

Al iniciarme como Masón seguí con la inercia de esperar que me dijeran que aprender y que un Maestro me guiara.

Desde luego a mi mente llegaron aquellas frases, que años antes me habían dicho y comprendí su significado, por más simple que parezca encierran un concepto profundo y sabio.

No podría esperar respuestas, tenía que buscarlas y comenzar con mi descubrimiento personal de las alegorías, que se encierran en los Símbolos Masónicos.

Cuya sabiduría milenaria se aplica aun en nuestros días.

Porque hago esta reflexión ahora después de estos meses, simplemente tengo que hacer una pausa en el camino , para continuar con mas deseos de aprender y ver la luz.

Soy un pleno convencido que el conocimiento llega a nosotros cuando estamos preparados para recibirlo y valorarlo adecuadamente.







VALORES DEL MASÓN

Por el R\ H\ ALÁN KORENFELD



Como es de nuestro conocimiento que en la era que vivimos, se destaca la corrupción y la ausencia de valores tradicionales relativos al respeto, la lealtad, la honradez e incluso los limitados horizontes de ciertas perspectivas de progreso.
Sin duda alguna, es la Masonería el ámbito dentro del cual filosofamos con relación a los valores y a las virtudes. Ámbito dentro del cual la convivencia multifacética y tolerante nos obliga más que con cualquier otro compromiso intelectual, jurídico, religioso, a preservar en un perfeccionamiento honesto, sincero, que tengan como divisa la lealtad.
Los principios morales son la base de la Masonería, que es una institución filantrópica, filosófica y progresiva, cuyo objetivo principal es el ejercicio de la beneficencia, de la enseñanza y de la práctica de todas las virtudes. Un verdadero Masón es aquel ser, que es generoso, amante de la verdad, leal y colaborador, pronto a servir a cualquier Hermano cuando este lo necesite, dispuesto al trabajo ,responsable de sus actos y cumplidor de sus obligaciones, observador de las reglas y normas de su logia y cordial en el trato, expresivo en sus sentimientos, comedido en sus emociones, razonable en las polémicas, consciente de sus acciones y justo y comprensivo en los problemas de difícil solución, así como, un ser que además de respetar a su prójimo, respeta los valores dentro de una Logia y respeta el valor del aprendizaje de cada miembro de esta. Además de respetar a su Ven\ Mae\ y seguirlo siempre y cuando este sea provechoso para su Logia.
Es un hombre que en silencio y modestamente se desempeña en su esfera de vida, quien sin obstáculos, atiende a sus responsabilidades como hombre, como persona, como marido y como padre. Es un guía excelente en la enseñanza correcta entre sus QQ\ HH\ como también en la vida profana ,dando el ejemplo como un guardián de la Paz .
Los Masones, tienen como meta principal dar testimonio de sus convicciones, no solo con palabras que lleva a formar grandes ideas, sino con el reforzamiento del ejemplo y la práctica continua, espontanea, decidida y provechosa para su institución Masónica. Es aquel cuya conducta intachable evita hundirse en querellas y antagonismos desalentadores y perjudiciales, es aquel que por ningún motivo deja que se rompa el lazo oculto que liga a esta gran familia masónica, cuyas buenas costumbres son las flores que alegran y satisfacen el verdadero sentir humanitario y la dignidad del hombre, ese hombre que rechaza el interés personal, la ambición desmedida, el egoísmo, la ostentación, el disfraz de idealista, es en realidad el que se ha dado al servicio de la humanidad con la intención de continuar incondicionalmente a la superación del espíritu para la Gloria del G\A\D\U\
El Masón es aquel ser tolerante en los embates y discusiones, mediador y conciliador entre los miembros de difícil adaptación y aceptación de las normas establecidas por la orden. Dando un esclarecimiento sobre las mismas y que para lo cual debe estar inteligentemente preparado. Obligatoriamente debe ser dinámico, activo, innovador incansable en la búsqueda del bienestar, criterio, ser una persona confiable y tolerante, reconocer que sus QQ\ HH\ Trabajan por el engrandecimiento espiritual de su Logia. Debe tener la facultad precisa para aceptar con verdadero agrado a los nuevos miembros, tolerarlos y estimularlos en sus primeros pasos en la orden.
El Masón no suele y no debe hacer campañas de proselitismo; sí, se suele y esto es lo correcto, brindar a quien pregunta y se interesa por nuestros propósitos y doctrina , la información necesaria para que juzgue por sí mismo, hasta donde su inteligencia le alcance, satisfaciendo sanamente su curiosidad y dejándole entrever un horizonte más amplio que lo que usualmente alcanza a percibir, para sus aspiraciones como ser humano. Y se espera que sea el individuo quien solicite o pida admisión y esto tiene una razón de ser.


Ahora, tratemos de recordar ¿Que nos condujo a nosotros en particular a solicitar el ingreso a Jerusalén 336 o a otra Logia? ¿a que nos comprometimos al ingresar?
¿ Cómo vamos a retribuir lo que nos fue otorgado?
Lo que la Masonería ofrece al individuo está condicionado, en forma directamente proporcional a lo que invierta en esfuerzo de estudio y aprendizaje.
Analicemos solamente el siguiente aspecto: si la Masonería ofrece cierto tipo de conocimiento, que permite al ser humano una mayor amplitud de su radio de visión logrando así tener cierta ascendencia sobre sus semejantes, esta debe ser, por compromiso de sustituir a conductores o líderes
Si lo que estamos buscando en la Masonería es un conocimiento especial, ello implica necesariamente que somos ignorantes con respecto a ello. Si se nos otorga, es porque lo merecemos, pero no tanto por los méritos que llevamos acumulados, como por el compromiso que hacemos en el acto de recibirlo, estudiarlo, para luego publicarlo y enseñarlo con el ejemplo más que con la palabra.
La Misión del Masón fundamental y primordialmente es la de concurrir a los trabajos en el taller ahí se pule la piedra bruta, se adquieren parte de los conocimientos y nos permite tener un contacto más profundo con nuestra Logia, sus rituales y nuestros QQ:. HH:.
Otra de las misiones que cada uno de nosotros tenemos que comprometernos a esforzarnos en concurrir mas asiduamente a las tenidas e insistir a otros HH\ en seguir nuestro camino.
Así mismo tenemos una misión es triple, con nosotros mismos, con Jerusalén 336 y con la sociedad.
Y la manera en que lo honremos, hará de nosotros verdaderos hombres, que podamos rescatar a la humanidad de su camino descendente, para que comience a elevar sus aspiraciones, buscando acercarse a la sociedad en todos sus ámbitos, influyendo con nuestros conocimientos y experiencias.

EL SIMBOLISMO DEL CUERPO HUMANO

Por MANLY P. HALL


l más antiguo, el más profundo, el más universal de todos los símbolos es el cuerpo humano. Los griegos, los persas, los egipcios y los hindúes consideraban que el análisis filosófico de la naturaleza trina y una del hombre era una parte indispensable de las enseñanzas éticas y religiosas. Los Misterios de todas las naciones enseñaban que las leyes, elementos, y poderes del universo se resumían en la constitución humana; que todo lo que existía fuera del hombre tenía su análogo dentro del hombre.

El universo, siendo inmensurable en su inmensidad e inconcebible en su profundidad, estaba más allá de la estimación mortal. Hasta los mismos dioses comprendían solo una parte de su inaccesible gloria que era su fuente. Cuando está temporalmente impregnado con entusiasmo divino, el hombre puede trascender por un breve momento las limitaciones de su propia personalidad y contemplar en parte ese celestial resplandor en el que se baña toda la creación. Pero aún en sus períodos de mayor iluminación el hombre es incapaz de imprimir en la sustancia de su alma racional una imagen perfecta de la expresión multiforme de la actividad celestial.

Reconociendo la inutilidad de tratar de poder intelectualmente con aquello que transciende la comprensión de las facultades racionales, los primeros filósofos desviaron su atención de la inconcebible Divinidad al hombre en sí mismo, dentro de los estrechos confines de cuya naturaleza encontraron manifestados todos los misterios de las esferas externas.

Como resultado natural de esta práctica se fabrico un sistema teológico secreto en el cual se considero a Dios como el Gran Hombre y, viceversa, al hombre como el pequeño dios.

Continuando esta analogía, el universo fue considerado como un hombre y, por el contrario, el hombre como un universo en miniatura. El universo mayor fue denominado el Macrocosmo-el Gran Mundo o Cuerpo—y la Vida Divino o entidad espiritual que controla sus funciones fue llamada el Macroprosophus.

El cuerpo del hombre, o el universo humano individual, fue llamado el Microcosmo, y la Vida Divina o entidad espiritual que controla sus funciones fue llamada Microprosophus. Los Misterios paganos se ocupaban primariamente de instruir neófitos en la verdadera relación que existe entre el Macrocosmo y el Microcosmo, en otras palabras, entre Dios y el hombre. Por consiguiente, la clave de estas analogías entre los órganos y funciones del hombre Microcósmico y las del Macrocosmo constituyó la posesión más preciada de los primeros iniciados.

En Isis Sin Velo, H. P. Blavatsky resumió el concepto pagano del hombre de la siguiente manera:

“El hombre es un mundo pequeño -un microcosmo dentro del gran universo. Como un feto, está suspendido, por sus tres espíritus, en la matriz del macrocosmos; y mientras su cuerpo terrestre está en constante armonía con su madre tierra, su alma astral vive al unísono con el anima mundisideral. El es en ello, como ello es en él, ya que el elemento que penetra el mundo llena todo el espacio, y es el espacio mismo, sólo que ilimitado e infinito. Con respecto a su tercer espíritu, el divino, qué es sino un rayo infinitesimal, una de las incontables radiaciones que proceden directamente de la Más Alta Causa-la Luz Espiritual del Mundo? Esta es la trinidad de naturaleza orgánica e inorgánica-la espiritual y la física, que son tres en una, y de la cual Proclus dice: “La primera mónada es el Dios Eterno; la segunda, la eternidad; la tercera, el paradigma, o patrón del universo; los tres que constituyen la Triada Inteligible.”



Mucho antes de la implantación de la idolatría en la religión, los primeros sacerdotes hicieron que la estatua de un hombre se colocara en el santuario del templo. Esta figura humana simbolizaba el Poder Divino en todas sus intrincadas manifestaciones. De esta manera los sacerdotes de la antigüedad aceptaron al hombre como su libro de texto, y a través del estudio de el aprendieron a entender los misterios más grandes y más abstrusos del plan celestial del cual ellos eran una parte. No es improbable que esta figura misteriosa que vigilaba los altares primitivos fuera realizada algo así como un maniquí y, como ciertas manos emblemáticas en las escuelas de Misterios, fue cubierta con jeroglíficos tallados o pintados. La estatua puede haberse abierto, de manera que mostraba las posiciones relativas de los órganos, huesos, músculos, nervios, y otras partes.

Después de siglos de investigación, el maniquí se convirtió en una masa de jeroglíficos intricados y figuras simbólicas. Todas las partes tenían su significado secreto. Las medidas formaron un estándar básico por medio de las cuales era posible medir todas las partes del cosmos. Era un emblema glorioso compuesto por todo el conocimiento poseído por los sabios y hierofantes.

Luego vino la era de la idolatría. Los Misterios decayeron desde adentro. Los secretos se perdieron y nadie conoció la identidad del hombre misterioso que vigilaba el altar. Se recordó solamente que la figura era un símbolo sagrado y glorioso del Poder Universal, y finalmente llegó a ser admirado como un dios-el Uno en cuya imagen se hizo el hombre.

Habiendo perdido el conocimiento del propósito por el cual se construyó originalmente el maniquí, los sacerdotes rindieron culto a esta efigie hasta que al final su falta de comprensión espiritual tumbó el templo en ruinas sobre sus cabezas y la estatua se desmoronó con la civilización que había olvidado su significado.

Originándose en esta suposición de los primeros teólogos que el hombre es realmente ideado a la imagen de Dios, las mentes iniciadas de edades pasadas erigieron la estupenda estructura de la teología sobre la base del cuerpo humano. El mundo religioso de hoy es casi totalmente ignorante del hecho de que la ciencia de la biología es la fuente primera de sus doctrinas y principios. Muchos de los códigos y leyes que los modernos divinos creen haber sido revelaciones directas de la Divinidad son en realidad el fruto de años de paciente ahondar en los intrincados detalles de la constitución humana y las maravillas infinitas reveladas por dicho estudio.

En casi todos los libros sagrados del mundo se puede rastrear una analogía anatómica. Esto es más evidente en sus mitos de la creación. Cualquiera que esté familiarizado con la embriología y obstetricia no tendrá dificultad en reconocer la base de la alegoría con respecto a Adán y Eva y el Jardín del Edén, los nueve grados de los Misterios Eleusinos, y la legenda brahmánica de las encarnaciones de Vishnu.

La historia del Huevo Universal, el mito escandinavo de Ginnungagap (la grieta oscura en el espacio en la cual se sembró la semilla del mundo), y el uso del pez como el emblema del poder generador paterno—todo muestra el verdadero origen de la especulación teológica. Los filósofos de la antigüedad se dieron cuenta que el hombre mismo era la clave del acertijo de la vida, porque era la imagen viva del Plan Divino, y en las eras futuras la humanidad también llegará darse cuenta más en detalle la importación solemne de aquellas antiguas palabras: “El verdadero estudio de la humanidad es el hombre.”

Tanto Dios como el hombre tienen una constitución doble, de la cual la parte superior es invisible y la inferior visible. En ambos hay también una esfera intermedia, marcando el punto donde esas naturalezas visible e invisible se tocan. Como la naturaleza espiritual de Dios controla Su forma universal objetiva—que es en realidad una idea cristalizada—así la naturaleza espiritual del hombre es la causa invisible y el poder controlador de su personalidad material visible. De esta manera es evidente que el espíritu del hombre guarda la misma relación con su cuerpo material que Dios guarda con el universo objetivo.

Los Misterios enseñaban que el espíritu, o la vida, era anterior a la forma y que lo que es anterior incluye todo lo que es posterior a sí mismo. El espíritu siendo anterior a la forma, la forma esta por lo tanto incluida dentro del reino del espíritu. Es también una declaración o creencia popular que el espíritu del hombre está dentro de su cuerpo. De acuerdo con las conclusiones de la filosofía y la teología, sin embargo, esta creencia es errónea, ya que el espíritu primero circunscribe un área y luego se manifiesta dentro de ella. Hablando filosóficamente, la forma, siendo una parte del espíritu, está dentro del espíritu; pero el espíritu es más que la suma de la forma, como la naturaleza material del hombre es en consecuencia dentro de la suma del espíritu, entonces la Naturaleza Universal, incluyendo todo el sistema sideral, está dentro de la esencia que todo lo penetra de Dios-el Espíritu Universal.


De Libri Apologetici de Böhme

El Tetragrámaton, o el Nombre de cuatro letras de Dios, aquí esta dispuesto como un tetractys dentro del corazón humano invertido. Abajo, el nombre Jehovah se muestra transformado en Jehoshua por la interpolación de la radiante letra hebrea סה , Shin. El dibujo en su conjunto representa el trono de Dios y Sus jerarquías dentro del corazón del hombre. En el primer libro de su Libri Apologetici, Jacobo Böhme describe de esta manera el significado del símbolo:

“A causa de que nosotros los hombres tenemos un libro en común que señala a Dios. Cada uno lo tiene dentro de sí mismo, que es el Nombre inapreciable de Dios.

Sus letras son las llamas de Su amor, que El de Su corazón en el Nombre inapreciable de Jesús ha revelado en nosotros.

Lean estas letras en sus corazones y espíritus y Uds. tienen suficientes libros. Todos los escritos de los hijos de Dios te dirigen a ese libro único, porque en él yacen todos los tesoros de la sabiduría. * * * “Este libro es Cristo en Uds.”

De acuerdo con otro concepto de la sabiduría antigua, todos los cuerpos-sean espirituales o materiales-tienen tres centros, llamados por los griegos el centro superior, el centro medio, y el centro inferior. Se notará aquí una aparente ambigüedad. Es imposible diagramar o simbolizar apropiadamente las verdades mentales abstractas, porque la representación gráfica de un aspecto de las relaciones metafísicas puede ser una contradicción real de algunos otros aspectos. Mientras que eso que está arriba se considera generalmente superior en dignidad y poder, en realidad aquello que esta en el centro es superior y anterior tanto a aquello que se dice estar arriba y aquello que se dice estar abajo. En consecuencia, debe decirse que lo primero-que se considera que esta arriba-esta realmente en el centro, mientras que los otros (que se dice están arriba o abajo) están en realidad abajo.

Este punto puede ser simplificado más si el lector considerara arriba como que indica el grado de proximidad a la fuente y abajo como que indica el grado de distancia desde la fuente, la fuente que está situada en el centro real y distancia relativa que son los varios puntos a lo largo del radio desde el centro hacia la circunferencia. En asuntos concernientes a la filosofía y la teología, arriba puede considerarse hacia el centro y abajo hacia la circunferencia.

El centro es el espíritu; la circunferencia es la materia. En consecuencia, arriba está hacia el espíritu junto a una escala ascendente de espiritualidad; abajo está hacia la materia junto a una escala ascendente de materialismo. El último concepto está expresado en parte por el vértice de un cono que, cuando es visto desde arriba, se ve como un punto en el centro exacto de la circunferencia formada por la base del cono.

Estos tres centros universales-el arriba, el abajo, y el vinculo que los une-representan tres soles o tres aspectos de un sol-centros de resplandor. Estos también tienen sus analogías en los tres grandes centros del cuerpo humano, que, como el universo físico, es una fabricación demiúrgica. “El primero de estos [soles],” dice Thomas Taylor, “es análogo a la luz cuando se la ve subsistiendo en su fuente el sol; la segunda a la luz que inmediatamente procede del sol; y la tercera al esplendor comunicado a otras naturalezas por esta luz.”

Debido a que el centro superior (o espiritual) esta en el medio de los otros dos, su análogo en el cuerpo físico es el corazón-el órgano espiritual y misterioso en el cuerpo humano. El segundo centro (o el vínculo entre los mundos superior e inferior) se eleva a la posición de la más grande dignidad física-el cerebro. El tercer centro (o inferior) está relegado a la posición de menor dignidad física pero la mayor importancia física-el sistema generativo.

De esta manera el corazón es simbólicamente la fuente de vida; el cerebro el vínculo por el cual, a través de la inteligencia racional, se unifica la vida y la forma; y el sistema generativo—o creador infernal-la fuente de ese poder por el cual se producen los organismos físicos. Los ideales y aspiraciones del individuo dependen en gran medida sobre los cuales estos tres centros de poder predominan en alcance y actividad de expresión. En el materialista el centro inferior es el mas fuerte, en el intelectualista el centro superior; pero en el iniciado el centro medio-bañando los dos extremos en una inundación de resplandor espiritual-controla saludablemente tanto la mente como el cuerpo.

Como la luz da testimonio de vida-que es su fuente-así la mente da testimonio del espíritu, y la actividad en un plano aún más inferior es testigo de la inteligencia. De esta manera la mente da testimonio del corazón, mientras que el sistema generativo, a su vez, da testimonio de la mente. Por consiguiente, la naturaleza espiritual es simbolizada más comúnmente por el corazón; el poder intelectual por un ojo abierto, que simboliza la glándula pineal o el ojo cíclope, que es el Jano de dos caras de los Misterios paganos; y el sistema generativo por una flor, un cayado, una copa, o una mano.

Mientras que todos los Misterios reconocían al corazón como el centro de la conciencia espiritual, con frecuencia decididamente ignoraron este concepto y usaron el corazón en su sentido exotérico como el símbolo de la naturaleza emocional. En esta disposición el centro generativo representaba el cuerpo físico, el corazón el cuerpo emocional, y el cerebro el cuerpo mental. El cerebro representaba la esfera superior, pero después de que los iniciados hubiesen pasado a través de los grados más bajos, se les instruía que el cerebro era el poder de la llama espiritual que vive en los recovecos más recónditos del corazón.

El estudiante de esoterismo descubre antes que pase mucho tiempo que los antiguos con frecuencia recurrían a varios subterfugios para esconder las verdaderas interpretaciones de sus Misterios. La sustitución del cerebro por el corazón era una de esos subterfugios.

Los tres grados de los Misterios antiguos eran dados, con pocas excepciones, en cámaras que representaban los tres grandes centros de los cuerpos humano y Universal. Si era posible, el templo mismo era construido con la forma del cuerpo humano.

El candidato entraba entre los pies y recibía el grado más alto en el punto correspondiente al cerebro.

De esta manera el primer grado era el misterio material y su símbolo era el sistema generativo; elevaba al candidato a través de varios grados de pensamiento concreto.

El segundo grado se daba en la cámara correspondiente al corazón, pero representaba el poder medio que era el vínculo mental. Aquí el candidato era iniciado en los misterios del pensamiento abstracto y se elevaba tan alto como la mente era capaz de penetrar.

Luego pasaba a la tercera cámara, que, análoga al cerebro, ocupaba la posición más alta en el templo pero, análoga al corazón, era de la mayor dignidad. En la cámara del cerebro se daba el misterio del corazón. Aquí el iniciado primera vez comprendía el significado de esas palabras inmortales: “Como un hombre piensa en su corazón, así es él.”

Como hay siete corazones en el cerebro así hay siete cerebros en el corazón, pero este es un asunto de suprafísica de lo cual poco se puede decir en el momento actual.

Proclus escribe sobre este tema en el primer libro de Sobre al Teología de Platón: “En realidad, Sócrates en el (Primer) Alcibiades correctamente observa, que el alma que entra dentro sí misma contemplará todas las otras cosas, y la deidad misma. Por tender a su propia unión, y al centro de toda la vida, dejando de lado la multitud, y la variedad de todos los poderes múltiples que ella contiene, asciende a los ofrecimientos de la atalaya más alta.

Y como en el más santo de los misterios, dicen, que los místicos al principio se encontraron con la multiforme, y muchos géneros de formas, que son lanzados ante los dioses, pero al ingresar al templo, impasibles, y custodiados por los ritos místicos, genuinamente recibían en sus pechos [corazón] iluminación divina, y despojados de sus vestimentas, como ellos dirían, participaban de una naturaleza divina; el mismo modo, como me parece a mi, sucede en la especulación de los todos.

Para el alma cuando mira las cosas posteriores a sí misma, contempla las sombras e imágenes de seres, pero cuando ella misma se convierte en ella misma evoluciona su propia esencia, y las razones que contiene.

Y al principio realmente, ella es como si solamente se contempla a sí misma; pero, cuando penetra más profundamente en el conocimiento de sí misma, encuentra en sí misma tanto el intelecto como los órdenes de los seres. Cuando ella sin embargo, procede en sus recovecos interiores, y dentro del ádito como si fuera del alma, percibe con el ojo cerrado [sin la ayuda de su mente inferior], el género los dioses, y las unidades de los seres. Ya que todas las cosas están en nosotros físicamente, y a través de esto somos naturalmente capaces de conocer todas las cosas, excitando los poderes y las imágenes de todos que contenemos.”


De un grabado antiguo, cortesía de Carl Oscar Borg.

Sobre las doce falanges de los dedos, aparecen las imágenes de los Apóstoles, cada una portando su propio símbolo.

En el caso de aquellos que sufrieron el martirio el símbolo significa el instrumento de muerte. De esta manera, el símbolo de San Andrés es una cruz; de Santo Tomas, una jabalina o una escuadra de constructor; de Santiago el Menor, una maza de batanero; de San Felipe, una cruz; de San Bartolomé, un cuchillo largo o cimitarra; de San Mateo, una espada o lanza (a veces un monedero); de San Simón, una maza o un serrucho; de San Matías, un hacha; y de San. Judas, una alabarda.

Los Apóstoles cuyos símbolos no exaltan su martirio son San Pedro, que lleva dos llaves cruzadas, una de oro y una de plata; Santiago el Mayor, que lleva el cayado de un peregrino y un caparazón de una venera; y San Juan, que sostiene una copa de la cual parte milagrosamente el veneno en forma de serpiente. (Ver Manual de Simbolismo Cristiano.)

La figura de Cristo sobre la segunda falange del pulgar no sigue el sistema pagano de asignar la primera Persona de la Triada Creativa a esta Posición. Dios el Padre debería ocupar la segunda Falange, Dios el Hijo la primera falange, mientras que a Dios el Espíritu Santo se asigna la base del pulgar.- También, de acuerdo con la disposición filosófica, la Virgen debería ocupar la base del pulgar, que es consagrado a la luna.

Los iniciados de antes advertían a sus discípulos que una imagen no es una realidad sino meramente la objetivación de una idea subjetiva. La imagen, de los dioses no fue diseñada para ser objetos de culto sino eran para ser considerados meramente emblemas o recordatorios de poderes y principios invisibles.

De manera similar, el cuerpo del hombre no debe ser considerado como el individuo sino solamente como la casa del individuo, de la misma manera que el templo era la Casa de Dios. En un estado de pesadez y perversión el cuerpo del hombre es la tumba o prisión de un principio divino, en un estado de desarrollo y regeneración es la Casa o Santuario de la Deidad por cuyos poderes creativos fue ideado. “La personalidad está suspendida en un hilo de la naturaleza del Ser,” declara el trabajo secreto.

El hombre es en esencia un principio permanente e inmortal; solamente sus cuerpos pasan a través del ciclo de nacimiento y muerte. Lo inmortal es la realidad; lo mortal es la irrealidad. Durante cada período de vida terrestre, la realidad de esta manera mora en la irrealidad, para ser liberada de ella temporalmente por la muerte y permanentemente por la iluminación.

Mientras que en general se los consideraba politeístas, los paganos ganaron esta reputación no porque rendían culto a más de un Dios sino mas bien porque personificaban los atributos de este Dios, creando de tal modo un panteón de deidades posteriores cada una manifestando una parte de lo que el Dios Único manifestaba como un todo.

Los varios panteones de las religiones antiguas en consecuencia realmente representaban los atributos catalogados y personificados de la Deidad. En cuanto a esto se corresponden con las jerarquías de los Cabalistas Hebreos.

Todos los dioses y diosas de la antigüedad consecuentemente tienen sus analogías en el cuerpo humano, como también lo tienen los elementos, planetas, y constelaciones que fueron asignadas como vehículos adecuados para estos celestiales. Se asignan cuatro centros corporales a los elementos, los siete órganos vitales a los planetas, las doce partes y miembros principales al zodiaco, las partes invisibles de la naturaleza divina del hombre a varias deidades supermundanas, mientras que se declaraba que el Dios escondido se manifestaba a través de la médula en los huesos.

Para muchos es difícil darse cuenta de que ellos son universos reales; que sus cuerpos físicos son una naturaleza visible a través de la estructura de la cual incontables ondas de vida que evolucionaba están desarrollando sus potencialidades latentes. Sin embargo a través del cuerpo físico del hombre no solo son un mineral, una planta, y un reino animal evolucionando, sino también clasificaciones y divisiones de vida espiritual invisible desconocidas, lo mismo que las células son unidades infinitesimales en la estructura del hombre, así el hombre es una unidad infinitesimal en la estructura del universo.

Una teología basada en el conocimiento y apreciación de estas relaciones es tan profundamente justa como es profundamente verdadera.

Como el cuerpo físico del hombre tiene cinco extremidades distintas e importantes-dos piernas, dos brazos, y una cabeza, de las cuales la última gobierna las primeras cuatro-la número 5 ha sido aceptada como el símbolo del hombre. Por sus cuatro esquinas la pirámide simboliza los brazos y las piernas, y por su vértice la cabeza, de esta manera indicando que un poder racional controla cuatro esquinas irracionales. Las manos y los pies se usan para representar los cuatro elementos, de los cuales los dos pies son tierra y agua, y las dos manos fuego y aire.

El cerebro entonces simboliza el quinto elemento sagrado—éter—que controla y unifica los otros cuatro. Si los pies son colocados juntos y los brazos extendidos, el hombre entonces simboliza la cruz con el intelecto racional como la cabeza o miembro superior.

Los dedos de la mano y de los pies también tienen una importancia especial. Los dedos de los pies representan los Diez Mandamientos de la ley física y los dedos de la mano los Diez Mandamientos de la ley espiritual. Los cuatro dedos de cada mano representan los cuatro elementos y las tres falanges de cada dedo representan las divisiones del elemento, de manera que en cada mano hay doce partes de los dedos, que son análogas a los signos del zodiaco, mientras que las dos falanges y la base de cada pulgar suponen la triple Deidad. La primera falange corresponde al aspecto creativo, la segunda al aspecto preservativo, y la base al aspecto generativo y destructivo. Cuando se juntan las manos, el resultado es los veinticuatro Mayores y los seis Días de la Creación.

En el simbolismo el cuerpo está dividido verticalmente en mitades, la mitad derecha se considera la luz y la mitad izquierda la oscuridad. Para aquello no familiarizados con los verdaderos significados de luz y oscuridad, la mitad de la luz fue denominada espiritual y la mitad izquierda material.

La luz es el símbolo de la objetividad; la oscuridad de la subjetividad.

La luz es una manifestación de la vida y es en consecuencia posterior a la vida. Aquello que es anterior a la luz es oscuridad, en la cual la luz existe temporalmente pero la oscuridad permanentemente. Como la vida precede a la luz, su único símbolo es la oscuridad, y la oscuridad es considerada el velo que debe esconder eternamente la verdadera naturaleza del Ser abstracto e indiferenciado.

En tiempos antiguos los hombres peleaban con sus brazos derechos y defendían sus centros vitales con sus brazos izquierdos, sobre los cuales llevaban el escudo protector. La mitad derecha era considerada por lo tanto ofensiva y la mitad izquierda defensiva.

Por esta razón también el lado derecho del cuerpo era considerado masculino y el lado izquierdo femenino.

Varias autoridades son de la opinión de que el actual uso generalizado de la mano derecha en la raza es el resultado de la costumbre de sostener la mano izquierda limitada a propósitos defensivos. Además, como la fuente del Ser esta en la oscuridad primordial que precedía la luz, si la naturaleza espiritual del hombre está en la parte oscura de su ser, ya que el corazón esta en el lado izquierdo.

Entre las curiosas ideas equivocadas que surgen de la falsa práctica de asociar la oscuridad con el mal hay una por la cual varias naciones antiguas usaban la mano derecha para todas las labores constructivas y la mano izquierda sólo para aquellos propósitos denominados impuros e impropios para la vista de los dioses.

Por la misma razón con frecuencia se refería a la magia negra como el sendero de la izquierda, y se decía que el cielo estaba a la derecha y el infierno a la izquierda. Algunos filósofos además declaraban que había dos métodos de escritura: uno de izquierda a derecha, que era considerado el método exotérico; el otro de derecha a izquierda, que era considerado esotérico. La escritura exotérica era aquella que se hacia hacía fuera o alejándose del corazón, mientras que la escritura esotérica era aquella que-como el hebreo antiguo-se escribía hacia el corazón.

La doctrina secreta declara que todas las partes y miembros del cuerpo están resumidos en el cerebro y, a su vez, que todo lo que esta en el cerebro esta resumido en el corazón. En el simbolismo la cabeza se usa con frecuencia para representar la inteligencia y el auto-conocimiento.

Como el cuerpo humano en su totalidad es el producto mas perfecto conocido en la evolución de la tierra, fue empleado para representar a la Divinidad-el estado o condición apreciable más alta. Los artistas, al tratar de retratar la Divinidad, con frecuencia sólo muestran una mano emergiendo de una nube impenetrable. La nube supone la Divinidad Incognoscible-ocultada del hombre por limitación humana.

La mano significa la actividad Divina, la única parte de Dios que es conocible a los sentidos inferiores.


Redibujado de Theosophia Práctica de Gichtel.

Johann Georg Gichtel, un profundo Filósofo y místico, el más iluminado de los discípulos de Jacobo Böhme, secretamente circuló los diagramas anteriores entre un pequeño grupo de amigos y estudiantes devotos.

Gichtel volvió a publicar los escritos de Böhme, ilustrándolos con numerosas figuras notables. De acuerdo con Gichtel, los diagramas anteriores, representan la anatomía del hombre divino (o interno), y estableció gráficamente su condición durante sus estados humano, infernal, y divino. Las placas en la edición de William Law de los trabajos de Böhme están basadas aparentemente en los diagramas de Gichtel, que siguen en todos los esenciales.

Gichtel no da una descripción detallada de sus figuras, y las letras en los diagramas originales aquí traducidas del alemán es la única pista para la interpretación de los diagramas.

Las dos figuras del extremo representan el anverso y reverse del mismo diagrama y son denominadas Tabla Tres.

Son “diseñadas para mostrar la Condición del Hombre en su totalidad, con respecto a sus tres Partes esenciales, Espíritu, Alma, y Cuerpo, en su Estado Regenerado.” La tercer figura de la izquierda se llama Segunda Tabla, y establece “la Condición del Hombre en su Estado anterior, caído, y corrupto; sin ningún respeto a, o consideración de su renovación por regeneración.” La tercera figura, sin embargo, no corresponde a la Primera Tabla de William Law. La Primera Tabla presumiblemente representa la condición de la humanidad antes de la Caída, pero la placa de Gichtel pertenece al tercer estado, o estado regenerado de la humanidad.

William Law de esta manera describe el propósito de los diagramas, y los símbolos sobre ellos: “Estas tres tablas se diseñaron para representar al Hombre en su triple Estado diferente: el Primero antes de su Caída, en Pureza, Dominio, y Gloria: el Segundo después de su Caída, en Contaminación y Perdición: y el Tercero en su ascenso de la Caída, o en el Camino de la regeneración, en la Santificación y Tendencia a su última Perfección.” El estudiante de Orientalismo reconocerá inmediatamente en los símbolos sobre las figuras los chakras hindús, o centros de fuerza espiritual, las mociones y aspectos varios que revelan la condición de la naturaleza divina interna del discípulo.

La cara consiste en una trinidad natural: los ojos que representan el poder espiritual que comprende; los orificios nasales que representan el poder preservativo y vivificante; y la boca y las orejas que representan el poder demiúrgico del mundo inferior.

La primera esfera es eternamente existente y es creativa; la segunda esfera pertenece al misterio de la ruptura creativa; y la tercera esfera a la palabra creativa. Por la Palabra de Dios el universo material fue fabricado, y los siete poderes creativos, o sonidos vocales-que habían sido traídos a la existencia por la expresión de la Palabra-se convirtieron en los siete Elohim o Deidades por cuyo poder y ministerio se organizó el mundo inferior. Ocasionalmente la Deidad es simbolizada por un ojo, una oreja, una nariz, o una boca. Por la primera, se da significado a la conciencia Divina; por la segunda, al interés Divino; por la tercera, a la vitalidad Divina; y por la cuarta, a la orden Divina.

Los antiguos no creían que la espiritualidad hacia a los hombres justos o racionales, sino más bien que la justicia y la racionalidad hacían espirituales a los hombres. Los Misterios enseñaban que la iluminación espiritual se lograba solamente trayendo la naturaleza inferior hasta determinado estándar de eficiencia y pureza. Los Misterios por lo tanto fueron establecidos con el propósito de desarrollar la naturaleza del hombre de acuerdo con ciertas reglas fijas que, cuando se seguían fielmente, elevaban la conciencia humana hasta un punto donde era capaz de conocer su propia constitución y el verdadero propósito de la existencia.

Este conocimiento de cómo la constitución múltiple del hombre podía ser regenerada más rápida y completamente al punto de que la iluminación espiritual constituía la doctrina secreta, o esotérica, de la antigüedad. Determinados órganos y centros físicos son en realidad los velos o envolturas de los centros espirituales. Cuáles eran y cómo podían ser desarrolladas nunca fue revelado al no regenerado, porque los filósofos se dieron cuenta que una vez que entiende el funcionamiento complete de cualquier sistema, un hombre puede lograr un fin prescrito sin estar calificado para manipular y controlar los efectos que ha producido. Por esta razón se impusieron largos períodos de prueba, para que el conocimiento de como convertirse como los dioses pudiera permanecer como la única posesión de los merecedores.

Para que ese conocimiento no se perdiera, sin embargo, fue ocultado en alegorías y mitos que no tenían sentido para el profano pero eran obvios para aquellos familiarizados con esa teoría de redención personal que fue el fundamento de la teología filosófica.

Se puede citar al mismo Cristianismo como ejemplo. Todo el Nuevo Testamento es en realidad una exposición ingeniosamente ocultada de los procesos secretos de la regeneración humana.

Los personajes por tanto tiempo considerados hombres y mujeres históricas son realmente la personificación de ciertos procesos que tienen lugar en el cuerpo humano cuando el hombre comienza la tarea de liberarse conscientemente de la esclavitud de la ignorancia y la muerte.

Las vestimentas y ornamentaciones supuestamente usadas por los dioses también son claves, porque en los Misterios la ropa era considerada sinónimo de forma. El grado de espiritualidad o materialismo de los organismos se denotaba por la calidad, belleza, y valor de las vestimentas usadas. El cuerpo físico del hombre era admirado como la toga de su naturaleza espiritual; en consecuencia, cuanto más desarrollados eran sus poderes supersubstanciales más glorioso era su ropa. Por supuesto, la ropa era usada originariamente como adorno más que como protección, y dicha práctica aún prevalece entre muchos pueblos primitivos.

Los Misterios entendían que los únicos ornamentos duraderos del hombre eran sus virtudes y sus características valiosas; que se vestía en sus propios logros y se adornaba con sus logros. De esta manera la toga blanca era simbólica de pureza, la toga roja de sacrificio y amor, y la toga azul de altruismo e integridad. Ya que se decía que el cuerpo era la toga del espíritu, las deformidades mentales o morales eran descriptas como deformidades del cuerpo.

Considerando el cuerpo del hombre como la regla de medición del universo, los filósofos declararon que todas las cosas se parecen en constitución-si no en forma-al cuerpo humano. Los griegos, por ejemplo, declararon a Delfos el ombligo de la tierra, ya que el planeta físico era admirado como un ser humano gigantesco que estaba enrollado en la forma de una pelota.

En contra distinción a la creencia de la Cristiandad que la tierra es una cosa inanimada, los paganos consideraban no sólo a la tierra sino también a todos los cuerpos siderales criaturas individuales que poseían inteligencias individuales.

Ellos fueron tan lejos como para ver los varios reinos de la Naturaleza como entidades individuales. El reino animal, por ejemplo, considerado como un ser-un compuesto de todas las criaturas que componen ese reino. Esta bestia prototípica era personificación mosaica de todas las inclinaciones animales y dentro de su naturaleza existía todo el mundo animal como la especie humana existe dentro de la constitución del Adán prototípico.

De la misma manera, las razas, las naciones, las tribus, las religiones, los estados, las comunidades, y las ciudades eran vistas como entidades compuestas, cada una constituida por números variables de unidades individuales. Todas las comunidades tienen una individualidad que es la suma de las actitudes individuales de sus habitantes.

Todas las religiones son un individuo cuyo cuerpo está constituido por una jerarquía y una vasta multitud de adoradores individuales. La organización de cualquier religión representa su cuerpo físico, y sus miembros individuales la vida celular que constituye este organismo.

Por consiguiente, las religiones, las razas, y las comunidades–como los individuos– atraviesan las Siete Edades de Shakespeare, ya que la vida del hombre es un estándar por el cual se estima la perpetuidad de todas las cosas.

De acuerdo con la doctrina secreta, el hombre, a través del refinamiento gradual de sus vehículos y la siempre creciente sensibilidad resultante de ese refinamiento, esta gradualmente superando las limitaciones de la materia y se esta desenredando de su rollo mortal. Cuando la humanidad haya completado su evolución física, la cáscara vacía del materialismo dejada atrás será usada por otras ondas de vida como escalones para su propia liberación. La tendencia del crecimiento evolutivo del hombre es siempre hacia su propia Personalidad esencial.

En el punto de materialismo más profundo, en consecuencia, el hombre está a la distancia más grande de Sí mismo. De acuerdo con las enseñanzas de los Misterios, no toda la naturaleza espiritual del hombre encarna en la materia. El espíritu del hombre se muestra gráficamente como un triángulo equilátero con una punta hacia abajo.

Este punto inferior, que es un tercio de la naturaleza espiritual pero en comparación a la dignidad de los otros dos es mucho menos que un tercio, desciende a la ilusión de la existencia material por un breve espacio de tiempo.

Aquello que nunca se viste en la envoltura de la materia es el Anthropos Hermético-el Hombre Superior- análogo a los Cíclopes o demonios guardianes de los griegos, el ángel de Jacobo Böhme, y la Supra- Alma de Emerson, “esa Unidad, esa Supra-Alma, dentro de la cual está contenido el ser particular de todos los hombres y se hace uno con todo lo otro.”

En el nacimiento solamente una tercera parte de la Naturaleza Divina del hombre se disocia temporalmente de su propia inmortalidad y se encarga del sueno del nacimiento y la existencia física, animando con su propio entusiasmo celestial un vehículo compuesto de elementos materiales, parte de y atado a la esfera material. En la muerte esta parte encarnada despierta del sueño de existencia física y se reúne una vez más con su condición eterna.

Este descenso periódico del espíritu en la material se denomina la rueda de la vida y la muerte, y los principios desarrollados son tratados en detalle por los filósofos bajo el tema de metempsicosis. Por la iniciación en los Misterios y un cierto proceso conocido como teología operativa, transciende esta ley de nacimiento y muerte, y durante el curso de la existencia física esa parte del espíritu que está dormida en forma se despierta sin la intervención de la muerte—el Iniciador inevitable-y es conscientemente reunificada con el Anthropos, o la sustancia dominante de sí mismo. Este es al mismo tiempo el propósito primario y el logro consumado de los Misterios: que el hombre se haga consciente y conscientemente se reunifique con la fuente divina de sí mismo sin probar la disolución física.


De las Figures de Law de Jacobo Böhme.

Así como el diagrama que representa la vista de frente del hombre ilustra sus principios divinos en su estado regenerado, así la vista de atrás de la misma figura establece la condición inferior, o “noche,” del sol. Desde la Esfera de la Mente Astral una línea asciende a través de la Esfera de la razón en aquella de los Sentidos.

La Esfera de la Mente Astral y de los Sentidos está llena de estrellas para significar la condición nocturna de sus naturalezas. En la esfera de la razón, lo superior y lo inferior están reconciliados, la Razón en el hombre mortal correspondiente al Entendimiento Iluminado en el hombre espiritual.


De las Figures de Law de Jacobo Böhme.

Un árbol con sus raíces en el corazón se eleva del Espejo de la Deidad a través de la Esfera del Entendimiento para ramificarse en la Esfera de los Sentidos. Las raíces y el tronco de este árbol representan la naturaleza divina del hombre y puede llamarse suespiritualidad; las ramas del árbol son las partes separadas de la constitución divina y puede equipararse a la individualidad; y las hojas-debido a su naturaleza efímera-corresponden a la personalidad, que no comparte nada de la permanencia de su fuente divina.