jueves, 25 de julio de 2013

El Sino y el Destino

Vicente Alcoseri

Existió hace cientos de años un masón que poseía extraños poderes de adivinación, habiendo llegado por meritos propios a niveles insospechados dentro de la Masonería, cursando inclusive grados desconocidos para el resto del común de los masones. Fue cuando cierto poderoso mercader, que tenía cuatro hijos y sentía la necesidad por saber el futuro de éstos, y se acercó al masón adivinador y le pidió que le dijese su futuro. El Masón consultó ciertos oráculos y cierta posición de las estrellas y dijo: Tu primer hijo se convertirá en un destacado hombre de ciencias, el segundo en un cardenal de la Iglesia y el tercero en un Noble Estadista. Pero, agregó, si no asumen estas ocupaciones no les irá bien; pero si lo hacen, estarán protegidos. Los cuatro hijos del mercader veneciano crecieron y siguieron tal cual la ruta marcada por el extraño masón, mientras el cuarto se convertía en su discípulo. Cada vez, los éxitos se acumulaban en estos jóvenes venecianos, agradecidos estaban del masón sabio. Tras muchos años el cuarto hombre llamado Paolo Veronese o Pablo Veronés también llamado Pablo el Veneciano, convertido en un respetable y afamado maestro pintor, preguntó al masón ya anciano el por qué la gente depositaba tanta confianza en la Augusta Orden. Él mismo, después de todo, era ampliamente ya venerado sin haber recibido una verdadera iluminación. Y le responde el anciano masón algo que jamás olvidaría Pablo el Veneciano, mira, le dijo: el día aquel, siendo ustedes niños, tu padre os trajo a verme. Mediante unos poderes interiores que ni yo comprendo, procedentes no sé de dónde, percibí claramente que el primer muchacho se convertiría en un estafador, el segundo en un asesino cruel y el tercero en un malvado reyezuelo. Pero un poder que poseo y que va más allá del primero, me hizo encausarlos en ocupaciones que les libraran y protegieran, y salvasen a ellos y al mundo, si esas tendencias se produjeran en ellos. ¿Y yo? Preguntó, Pablo el Veneciano. Tú Pablo eras el único que buscabas la Verdad “La Gran Luz” sin pretensiones de ganancias o petulancia. Alcoseri



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