“San Martín es el prócer más desconocido”
Por: Claudia Peiró
El historiador asegura que no es una ironía, porque nuestra historiografía fundacional, aunque lo consagró como Padre de la Patria, “lo mutiló”, ya que no compartía sus ideas. “¿Sabemos qué pensaba?”
“Mitre no nos cuenta quién fue realmente San Martín”, dijo Mario “Pacho” O’Donnell a Infobae. “Si el Libertador se tiene que ir en 1824, perseguido por Rivadavia, amenazado de muerte, alguna razón tiene que haber habido”.
Como forma de llenar estas lagunas, ha hecho una reescritura de su biografía sobre un estrecho colaborador de San Martín, Bernardo Monteagudo (Monteagudo. Pionero y mártir de la Unión Americana, Aguilar, 2013), otra víctima del olvido en que nuestra historiografía ha dejado a ciertos personajes incómodos.
Es llamativo que la fascinante vida de este tucumano (1789-1825), que actuó junto a San Martín, O’Higgins y Bolívar, y fue asesinado por un sicario en Lima –O’Donnell expone aquí su hipótesis sobre el móvil de ese crimen- haya sido tan poco divulgada. Se entiende mejor esta omisión, en el marco de una mayor: la de las ideas y la acción política de San Martín.
O’Donnell, en la actualidad presidente del flamante Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego, explica en esta entrevista los motivos de las omisiones sobre San Martín (primer video) y cuenta la apasionante trayectoria de Monteagudo y su trágico final (segundo video). Más abajo, la transcripción del diálogo completo.
Nada permitía suponer que dos caracteres tan diferentes como el de San Martín y Monteagudo podrían sin embargo entenderse al punto de generar una larga colaboración, que se inició en Mendoza, continuó en Chile y se prolongó hasta Perú. Más aún, retirado San Martín de Lima, en 1822, Monteagudo pasó a servir a las órdenes de Simón Bolívar, quien también lo distinguió con su confianza y lamentó muchísimo su muerte prematura y violenta, un crimen que hizo todo lo posible por esclarecer.
¿A qué se debe que haya tantas zonas grises en la historia de San Martín?
Yo pregunto a veces ¿cuál es el prócer más desconocido? Suelo decir San Martín, lo cual no es una boutade. ¿Qué sabemos de San Martín? Que ganó batallas, que cruzó los Andes, los nombres de algunos de sus colaboradores. Pero, si se tiene que ir en 1824, perseguido por Rivadavia, amenazado de muerte, alguna razón tiene que haber habido… La historia oficial argumenta que quería darle una educación europea a su hija… Bueno, no, San Martín tenía ideas que chocaban fuertemente con las de los gobernantes europeos, y tenía muy buen contacto con los caudillos federales.
¿Qué hubo entonces detrás de su partida?
Lo que finalmente convence a Rivadavia de que a San Martín hay que sacarlo es cuando el gran caudillo cordobés Juan Bautista Bustos convoca a un congreso constitucional federalista, contra la opinión de Buenos Aires, y la idea que corre es que San Martín va a ser el jefe nacional. San Martín además había desobedecido la orden de la Logia de regresar a Buenos Aires con todo el Ejército de los Andes para defenderlos de los caudillos. Vicente Fidel López, por ejemplo, dice que San Martín “se robó el Ejército de los Andes” y a partir de allí lo llama “mercenario”. Y no le dan ningún apoyo a su campaña del Perú. O sea, era un hombre de ideas, y eso es lo que no le gusta a la historia oficial. Mitre tiene la dignidad de consagrarlo como el Prócer de la Patria, pero lo mutila, no nos cuenta quién fue realmente. San Martín, en uno de sus decretos en Lima, dice “toda persona nacida en América que sea partidaria de la Revolución independentista es por naturaleza peruano”. Para él, la nacionalidad es americano revolucionario, no existía otra, profundamente era la idea de la Patria Grande.
Este destrato historiográfico se hizo extensivo a algunos colaboradores de San Martín, como Monteagudo…
Sí. Monteagudo fue un personaje excepcional sin duda, nacido en una cuna muy humilde, prematuramente huérfano y enviado por un tío sacerdote a Chuquisaca. Eso fue muy importante para él porque allí entró en contacto con la famosa Universidad, gran incubadora de ideas independentistas, donde se formó la mayor parte de nuestros próceres. Fue un tipo muy inteligente, muy seductor, un hombre muy guapo, tal es así que hay una descripción cuasi erótica de uno de nuestros historiadores fundacionales, Vicente Fidel López, que habla de sus pantorrillas bien contorneadas, sus labios gruesos, etcétera. Era muy pintón pero no ha llegado a nosotros ningún retrato. Tuvo mucho éxito con las mujeres pero también en su aspiración de ser un revolucionario y hacer un aporte importante a la insurrección contra la colonización hispánica.
¿En qué consistió su aporte?
Fue un civil en un mundo destinado a los militares. Y un civil fundamental. En mi libro agregué un apéndice con algunos de sus escritos y uno puede leerlo hoy con fluidez, a pesar del manierismo habitual en la época, y además sobre temas que siguen siendo actuales: la Independencia, el papel de la mujer, el patriotismo, los indiferentes, los que eligen la transacción antes que la decisión… Cuando llega a Buenos Aires, desde el Alto Perú, se incorpora a la vida porteña con mucha fuerza, se vuelve predilecto en las tertulias y se hace favorito de (Carlos María de) Alvear, Director Supremo de entonces. No es la etapa más feliz de Monteagudo pero se la perdonamos porque recién llegaba a Buenos Aires. A raíz de la caída de Alvear, en 1815, se tiene que exiliar en Europa donde seguramente pudo abrevar en las ideas de entonces. Cuando vuelve se hace una figura decisiva para San Martín, y después vendrá O’Higgins y después Bolívar.
¿Qué vio San Martín en un hombre cuyo carácter impulsivo parecía estar en las antípodas del suyo?
En principio aparece como muy diferente a San Martín, Mitre incluso dice que era Monteagudo el que le hacía cometer errores; Mitre no le tenía ninguna simpatía, lo que es bastante explicable porque tenían ideas muy distintas. Lo que seguramente aprecia San Martín de Monteagudo es su inteligencia realista, práctica. Monteagudo es el creador de la guerra de zapa, lo que hoy llamaríamos acción psicológica, como uno de los elementos clave de la guerra. Monteagudo llevó consigo una imprenta para editar diarios, panfletos, para engañar al enemigo. Los realistas podían leer que llegaban refuerzos para los patriotas. Se inventaban victorias o se disimulaban derrotas, como una forma de trabajar la moral. San Martín entra en Lima sin disparar un tiro, “sin bulla ni fandango”, solo, prácticamente sin escolta, porque los españoles han abandonado la ciudad; una guerra ganada sin disparar.
Monteagudo en Perú hace una autocrítica de su jacobinismo juvenil. ¿Puede deberse a la influencia moderadora de San Martín?
Lo que influyó para ese cambio de idea de Monteagudo, de un republicanismo a un cuasi monarquismo, vivible en Lima cuando crean la Orden del Sol, distinción nobiliaria pero por mérito revolucionario, fue la desazón de los Libertadores, San Martín y Bolívar, porque las revoluciones americanas se habían convertido en escenarios de anarquía, de guerra civil. Creo que en Guayaquil, San Martín y Bolívar, que eran muy confidentes el uno del otro, hablaron sobre cómo imponer una autoridad superior por encima de la anarquía. Ahí es cuando San Martin propone la monarquía constitucional. La idea era buscar un príncipe europeo, incluso español, él prefería un británico o un ruso, con una constitución dictada por el país americano. Bolívar proponía la dictadura vitalicia, que tenía el mismo sentido: crear una autoridad superior.
Tampoco eran nuevas estas ideas…
No, venían de antes, de la propuesta de Belgrano de coronar a un inca, un hecho muy interesante que la historia oficial, porteñista, prácticamente lo atribuye a un coágulo cerebral de Belgrano, pero que tenía un profundo sentido. Si vamos a traer un príncipe, que sea uno americano, de la casa de los Incas. Por otra parte, Belgrano conocía bien el Alto Perú y sabía del peligro de escisión, de que Bolivia se constituyera en un país independiente, como efectivamente sucedió, bajo la indiferencia absoluta, ominosa, del Buenos Aires unitario.
Usted dice en su libro que Monteagudo tenía “propensión a firmar condenas a muerte”. ¿A qué se refiere?
Dentro de su pasión revolucionaria, no le esquivaba a las tareas sucias. Eso también pudo ser importante para San Martín y O’Higgins. Cuando los realistas derrotan a las fuerzas patriotas en Cancha Rayada, y corre el rumor de que San Martín había muerto y que O’Higgins estaba preso, Monteagudo aparece en Cuyo, y muchos pensaron que había huido. Entonces, parecería que piensa en cómo congraciarse con San Martín y O’Higgins. Y ahí se entera de que están los hermanos Carrera en Mendoza. Los Carrera eran muy carismáticos y muy bien considerados entre los sectores populares chilenos, pero estaban muy enemistados con O’Higgins y San Martín. Hay cartas de O’Higgins en las que decía que los hermanos Carrera debían desaparecer. Bueno, el que los hace desaparecer es Monteagudo. Los somete a un juicio sumario y los fusila. Esto deteriora la imagen de San Martín en Chile, país que tiene con él una relación bastante dúplice porque no pudo eludir la acusación de que su hombre de confianza asesinó a los Carrera por orden suya.
De hecho San Martín se lo lleva luego a Perú…
Sí, no era un tipo para dejar de lado, era brillante, con una gran capacidad para teorizar, con gran iniciativa. Cuando muere, a los 35 años, ha recorrido prácticamente toda América del Sur e incluso Centroamérica.
¿Qué papel tuvo Monteagudo en la organización del Congreso de Panamá que promovía Bolívar?
Después que San Martín se retira del Perú, Bolívar, “enamorado” de Monteagudo, deposita gran confianza en él. El proyecto de reunión de las naciones nuevas era una idea inicialmente de Bolívar, que retoma Monteagudo: reunir a todas las naciones para evitar conflictos internos y presentar un frente común ante los imperios, o sea la gran idea de la unión americana, que no prosperó. En cambio, se impuso el proyecto de balcanización de Inglaterra, de muchos países chicos. Nosotros aportamos cuatro: Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay. En cambio Brasil no sufre la presión balcanizadora, porque ahí estaba el imperio portugués, aliado de Inglaterra.
¿Qué impacto tuvo su asesinato en este contexto?
El gran éxito inicial de la reunión de Panamá se debe a Monteagudo, pero también su fracaso, al ser éste asesinado. Mi tesis en este libro es que Monteagudo fue asesinado para que fracasara el Congreso de Panamá. Todo indica que la gran reunión de potencias absolutistas que es la Santa Alianza -Austria, Prusia y Rusia- fue con toda seguridad la que decide la muerte de Monteagudo.
¿Cuándo y cómo pasó?
En 1825, a los 35 años, en Lima, es asaltado en la calle por dos personas y muere apuñalado en el corazón. Su asesino fue un negro, Candelario Espinosa, un sicario. Bolívar logra que le dé el nombre de su mandante, Sánchez Carrión, jefe de una logia que respondía a los grupos absolutistas europeos que seguramente dieron esa orden. ¿Por qué nuestra historia oficial deja afuera a Monteagudo? Porque era un tipo demasiado complejo para el identikit del prócer y porque era un gran americanista. La historia oficial se caracteriza por su europeísmo, parece escrita por Inglaterra. Él era un hombre de la Patria Grande.
http://www.infobae.com/2013/08/17/1502258-pacho-odonnell-san-martin-es-el-procer-mas-desconocido
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