sábado, 14 de noviembre de 2015
LA CIENCIA SIN ESPIRITUALIDAD «NO TIENE SENTIDO»
LA CIENCIA SIN ESPIRITUALIDAD «NO TIENE SENTIDO»
Escrito por David Jou
David Jou Mirabent es catedrático de Física en la Universidad Autónoma de Barcelona. Experto en termodinámica de procesos irreversibles, ha escrito numerosos ensayos de divulgación y además es poeta catalán de gran prestigio.
Seguir el discurso de David Jou es apasionante, pero no resulta fácil. Convencido de que la ciencia sin espiritualidad «no tiene sentido», su pensamiento contesta a las preguntas con una profundidad y un alarde de conocimientos de tantas materias, desde la física cuántica y la biología a la religión, que uno no puede más que escucharle como lo haría un alumno (y poco aventajado). Sin embargo, este experto en termodinámica de procesos irreversibles reconoce que comenzó a interesarse por el cerebro humano en parte «como un ejercicio de modestia». «Los físicos tenemos la impresión de que lo sabemos casi todo del Universo y no nos damos cuenta de que dentro de nosotros hay otro 'universo' mucho más complejo». De ello habló el científico el pasado jueves en el ciclo «Los límites de la ciencia» que organiza la Fundación Banco Santander en Madrid.
-¿En qué se parecen el cerebro y el Universo?
-Hay 100.000 millones de galaxias y 100.000 millones de neuronas. El Big Bang provocó la gran expansión del cosmos, y en el cerebro ocurre un momento parecido durante la gestación en el que se producen 250.000 neuronas por minuto. También hay otro aspecto que tiene que ver con la materia oscura.
-Explíquese.
-La materia solo supone el 5% de la composición del Universo. El resto es materia y energía oscuras, de las que sabemos muy poco. En el caso del cerebro, las neuronas son solo el 15% del contenido del cerebro, el resto son células gliales, que intervienen en aspectos importantes de la computación.
-¿Es el cerebro la cúspide del desarrollo del Universo?
-Para poder tener un órgano de la complejidad del cerebro se necesita un Universo de como mínimo 11.000 millones de años luz de radio, que es algo espectacular. Esto es así porque la vida que conocemos está formada por átomos de carbono, nitrógeno y oxígeno, que no existían cuando el Universo tenía tres minutos.
-¿Todas estas similitudes tienen algún sentido o son una cuestión de azar?
-De azar no lo creo. Son maneras de organizar la materia bajo diversas restricciones. No diré que sea una cosa intencionada, pero la capacidad que tiene nuestro cerebro para comprender el Universo es de verdad sorprendente.
-Si el fruto final del cerebro es el pensamiento, ¿podemos hablar de algo parecido a nivel cósmico?
-No lo sé. Se puede interpretar el Universo como un gran ordenador del que podría emerger un gran pensamiento que interaccionara con el que ha surgido en su interior. Religiosamente, no habría problema en imaginar un pensamiento que podría ser el Logos del Evangelio de San Juan.
-¿Qué papel juega Dios en todo esto?
-Es concebible pensar en una racionalidad de la cual vengan no tan solo las leyes físico-químicas, sino que también dé sentido y finalidad al Universo. Hablamos de valores y del bien y el mal.
-Algunos colegas suyos, incluido Hawking, a quien usted conoce bien, rechazan de forma tajante la existencia de Dios.
-Admiro mucho su obra científica, pero, de cierta manera, ellos también tienen un creador porque divinizan las leyes físicas. Por otra parte, sus conocimientos de religión son muy escasos, la presentan como una cosa sin elucubración intelectual cuando llevamos más de 2.000 años de teología. Para ellos, que haya existido o no un concilio vaticano no tiene ninguna importancia. Sus consideraciones sobre la religión son excesivamente frívolas.
-Combinar religión y ciencia parece resistirse a veces.
-El problema es que la ciencia va cambiando. No pretendo establecer una armonía entre ciencia y religión, sino abrirme a las sorpresas de las posibilidades. Por otro lado, mire, la ciencia y la tecnología nos marcan un tiempo muy acelerado. Yo creo que si estuviéramos cien años sin investigación científica el mundo podría mejorar mucho solo administrando con justicia lo que se ha hecho hasta ahora. Conviene también tener una visión crítica sobre la ciencia. Sin espiritualidad, sin amor en sus términos más generales, no tiene sentido.
-¿Hasta qué punto lo que nos rodea es una creación de nuestra mente?
-Hay demasiadas coincidencias para pensar que no exista una realidad exterior, pero el problema es hasta qué punto la podemos conocer o si al conocerla de manera limitada la estamos creando a través de nuestra interpretación. Así, vivimos en una creación nuestra que no es propiamente la realidad. La filosofía, la cultura, el arte y la religión juegan un papel importante en esas interpretaciones.
-¿Podríamos nosotros crear un nuevo Universo algún día?
-Tendríamos que producir una gran concentración de energía en un determinado punto de densidad que pondría en marcha los mecanismos de aceleración del espacio. Pero mejor no hacerlo, porque en pocos minutos desaparecería nuestra galaxia y finalmente el Universo en el que vivimos. Tendríamos que multiplicar por 10.000 millones la energía que ahora tenemos en el CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear), lo que parece algo mucho más allá de nuestro alcance.
-Viéndolo de forma poética, quizás Dios fue un físico que trabajaba en otro CERN en otro Universo.
-Efectivamente. Pero si nosotros construyéramos un universo así, no sabemos de qué tipo nos saldría, con o sin vida. Ese físico sería uno mucho más competente que nosotros.
«Igual no es tan difícil crear un cerebro superior al nuestro»
-¿Este cerebro nuestro tan extraordinario, podría repetirse en algún otro lugar del Universo?
-No lo podemos excluir. Aunque en la Tierra han pasado tantas cosas especiales para que haya vida inteligente...: la Luna, que juega un papel importante en la estabilización del clima; la capa de ozono que nos protege de la radiación; el meteorito que destruyó a los dinosaurios y favoreció el gran desarrollo de los mamíferos...
-¿Sería posible crear un cerebro superior al nuestro?
-Quizás no sería tan difícil. En el cerebro de los chimpancés hay 31 duplicaciones de neuronas, en el nuestro, 33. Solo dos más. Si supiéramos mediante ingeniería genética controlar el mecanismo de desarrollo de los genes, y pudiéramos hacer que en el cerebro de los chimpancés o en el nuestro hubiera una duplicación más de neuronas, ¿qué capacidad de computación se ganaría?
David Jou
Publicado en ABC Ciencia
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