lunes, 28 de septiembre de 2009
EL GODF Y LA MIXTIDAD
El GOdF y la Mixticidad
¿Se puede excluir a la otra mitad del género humano del derecho a la iniciación masónica? En España, la GLSE hace muchos años resolvió esta situación, a todas luces incomprensible.
Publicamos la reflexión de Jean Michel Quillardet, el cual ha dirigido el Gran Oriente de Francia durante los años 2005-2008.
Mixticidad: La francmasonería deja de lado su propia historia
En su asamblea general del 3 de septiembre de 2009, el Gran Oriente de Francia ha rechazado de nuevo, mayoritariamente, la posibilidad de que una mujer pueda ser miembro de la principal y más antigua obediencia masónica de origen francés.
Aparte del aspecto totalmente anacrónico que trasluce, esta decisión supone además un retroceso histórico para la francmasonería en relación con la evolución de la sociedad, y el cumplimiento del objetivo común de los francmasones para la consecución de una sociedad más justa, más fraternal y más humana.
El Gran Oriente de Francia se enorgullece con razón del trabajo hecho por sus antecesores en favor de la libertad de conciencia, de los derechos de las personas en 1789 y más adelante, en 1948, con la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, o en favor de la proclamación del principio de separación de las iglesias y el Estado, la igualdad social y el laicismo.
Todos estos principios fueron suscritos y reivindicados por los antiguos grandes maestros del Gran Oriente en un artículo publicado en Le Monde el pasado 26 de agosto de 2009, y también por el Gran Maestro en ejercicio.
¿Cómo podemos construir un mundo excluyendo a la mitad del género humano?
En esta sociedad en la que una mujer es amenazada con cuarenta latigazos por llevar pantalón; en la que las mujeres sufren la exclusión de toda forma de enseñanza y vida social y ciudadana, en Afganistán, donde se ven obligadas a llevar un velo que esconde todo su cuerpo; en la que las mujeres son siempre, por efecto de las violaciones, las primeras víctimas de las guerras; en la que la igualdad hombre-mujer, a nivel de salarios, responsabilidades y empleo, constituye una reivindicación que no puede ser cuestionada por ningún demócrata; en esta sociedad, cómo es posible que los francmasones, que se consideran herederos de la Ilustración, puedan cerrar la puerta de su asociación ¡a la mitad del género humano!
Ya lo sé: me van a decir eso de que todas las tardes las logias del Gran Oriente de Francia, mujeres que pertenece a otras obediencias femeninas o mixtas participan en las reuniones junto a los hermanos del Gran Oriente. Pero eso no impide que a día de hoy, y éste sea el meollo del asunto, ninguna mujer puede cotizar, y en consecuencia ser miembro y participar en la actividad de la vida interna del Gran Oriente de Francia.
Ninguna mujer puede ser elegida a ningún puesto de responsabilidad en el seno de esta asociación que cuenta alrededor de 50.000 miembros.
¿Es esto normal?
Siendo Gran Maestre del Gran Oriente de Francia entre septiembre de 2005 y septiembre de 2008 inicié este debate cuando nadie lo pedía, pensando que una toma de conciencia podía llevar finalmente, y por vías democráticas, a una decisión favorable y también decisiva de nuestra asamblea.
Hicimos el esfuerzo pero hemos fracasado.
Es algo que constato con tristeza.
¿Cómo puede ser hoy creíble el discurso de los francmasones en torno a cuestiones como la bioética, que en muchos de sus aspectos afectan a los derechos fundamentales de la mujer?
¿Cómo podemos a día de hoy defender con solidez el laicismo, que es la expresión de la universalidad y de la igualdad entre todos los ciudadanos, cualquiera que sea su origen, su militancia o su cultura?
La decisión actual tomada por la asamblea del Gran Oriente de Francia es reveladora de un repliegue de la francmasonería sobre sí misma, separándose de las problemáticas sociales en las que, sin embargo, debería estar plenamente implicada en nombre del progreso de la humanidad.
Palabras frívolas y discursos de otros tiempos
Habrá sensibilidades puras que contra argumentarán que la francmasonería es una sociedad iniciática en la que no hay iniciaciones mixtas, sino únicamente masculinas o femeninas: Toda una frivolidad que se identifica con un discurso pasado de rosca.
¡Hasta los cultos religiosos no se practican ya de la misma forma que en la Edad Media!
Habrá otros que vendrán a decirnos que hay dos géneros, dos sexos, y que no es del todo inconcebible que haya hombres que puedan desear reunirse entre ellos y mujeres entre ellas.
¡Cierto! Pero de ahí a prohibir a las mujeres tener los mismos derechos en el seno de la misma asociación hay una enorme distancia.
Ningún argumento racional, ningún argumento ético y ningún argumento masónico son admisibles para oponerse a la adhesión de una mujer a una obediencia masculina como el Gran Oriente de Francia.
Quizá con la desesperación y el grito de alarma que estoy lanzando en este momento pueda provocar un sobresalto y lograr, por fin, que los miembros del Gran Oriente de Francia que han estado siempre a la cabeza de las necesarias evoluciones de la francmasonería, se ubiquen de nuevo y sean capaces de retomar el camino de la iniciación masónica, ese camino que nos enseña a tomar distancias con respecto a nosotros mismos, con respecto a nuestros apriorismos, a nuestros tabúes, nuestras pasiones, y siempre con el objetivo de "reunir lo disperso"
¡Cómo vamos a "reunir lo disperso" si no somos siquiera capaces de reunir a los hombres y a las mujeres, juntos, en el corazón de la principal obediencia masónica "francesa"!
Alfred de Vigny escribió:
"Cuando se conoce la historia de las mujeres desde el origen de la humanidad, no es buenos días lo que hay que decirle al encontramos con una. Más bien hay que pedirle perdón".
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