jueves, 10 de diciembre de 2009


“A N T A R E S ”
BOLETÍN INFORMATIVO

EDITOR: ROBERTO PONCE MARAVER.

poncemaraver@yahoo.com.mx

Salmo CXXXIII

Sabemos que el origen de la masonería, ya casi en forma, fue cuando el Rey Salomón mandó iniciar los trabajos de la construcción del Templo dedicado a Dios.
Siendo estos trabajos la culminación de una obra que había prometido David a su Dios.
Resulta que una obra de tal naturaleza y magnitud, se llevaría una cierta cantidad de tiempo, que haría convivir diariamente a sus veinticuatro mil albañiles y mil maestros.
Tantos años de convivencia diaria, darían como resultado una fraternidad que con el tiempo formaría la masonería.
He comenzado el presente trabajo con esta breve cápsula histórica, que aparece en la Biblia, con el fin de hacer referencia al Salmo CXXXIII, el cuál enaltece a la fraternidad, a la hermandad que hay en la vida.
Este Salmo está dividido en tres secciones, y dice:
1a. Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía.
2a. Es como el buen óleo sobre la cabeza, el cuál desciende sobre la barba, la barba de Aarón y baja hasta el borde de sus vestiduras.
3a. Como el rocío de Hermón que desciende sobre los montes de Sión, por que ahí envía Jehová, bendición y vida eterna.
¿Pero que se nos quiere decir? Básicamente la explicación se encuentra en la misma Biblia, en sus dos Testamentos; el Antiguo y el Nuevo.
Hablaré primeramente del Antiguo Testamento; las dos primeras partes, del Salmo, pertenecen al Levítico, donde se hace referencia a que Moisés se encuentra consagrando sacerdote a su hermano de sangre Aarón, o sea que la armonía de estos dos hermanos es tal que siguen casi la misma vida.
Al realizar la consagración, se vistió a Aarón con ciertas ropas y después fue ungido con aceites aromáticos derramándolos sobre la cabeza, y el cuál por gravedad baja; lo anterior me recuerda a la consagración de un Masón, al cuál se le viste con sus condecoraciones, y cuando el Venerable Maestro le coloca el acero sobre su cabeza y dicta las palabras ritualísticas.
La tercera parte se encuentra en el Libro de los Reyes, ya que se refiere a donde Jehová envió su halo, el agua lustral sobre el Monte Hermón, el cuál bajó hasta las faldas de la cordillera del Sión, ya que ahí se encontraba construido el Templo de Salomón, el cuál años más tarde fue destruido.
En la parte correspondiente al Nuevo Testamento, la explicación la encontramos en los Evangelios; ya que el primer párrafo nos recuerda a las palabras que siempre expresó Jesús: Amaos los unos a los otros, como yo os he amado; ya que él profesaba el amor fraternal y que su reino sería el reino del amor.
El segundo párrafo está indicando su bautizo, donde se le dio la consagración, hecho que fue efectuado por Juan Bautista, al que llamó hermano.
Y el último párrafo, se refiere al soplo que dio Dios a su hijo después de que éste fue crucificado, para darle la resurrección y la vida eterna, ya que el lugar conde se encontraba el sepulcro era en las faldas de los Montes de Sión.
He nombrado a Moisés y Aarón; a Juan y Jesús, unos representantes de Dios y otros del hombre, del exoterismo y esoterismo.
Actualmente dentro de nuestros trabajos simbólicos, podremos concluir que el primer párrafo hace referencia al desempeño que deben de practicar los aprendices, que deben conocer a su fraternidad; el segundo párrafo hace alusión a los compañeros que ya sienten lo que es la fraternidad y sus objetivos; y el último a los maestros, ya que están, en la realización de los objetivos.
Antonio Juan Franco Rodríguez .

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