martes, 23 de octubre de 2012

Las Sagradas Fiestas Solsticiales

gentileza del R.·.H.·. VÍCTOR CABELLO

Gran Oriente de Puerto Rico

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Desde la más remota antigüedad, el “hombre prehistórico” se comportaba como un ser dotado de visión, inteligencia, e imaginación mágica. Buscaba en la observación de los cielos explicaciones a los constantes cambios en la naturaleza. Durante milenios la caza y la pesca, junto con la recolección de frutos silvestres, fueron los motivos básicos de su supervivencia. Es muy probable que sus acciones mágicas estuvieran cargadas de esa solidaridad mística que daba sentido espiritual a sus acciones en vías a preguntarse la razón y ser de las cosas. Su paciente y constante observación del Sol lo acercó poco a poco a la creencia en la posible divinización del Astro Rey. Éste daba vida, calor, luz y era el causante de los cambios climáticos. Día y noche, los ciclos de las estaciones, las fases lunares, frío y calor, todo se relacionaba con el Sol como padre de las formas variadas y múltiples de la luz solar. De generación en generación se fueron transmitiendo estas observaciones, ya oralmente, como pintadas en cuevas y petroglifos y plasmadas especialmente en el excelente arte rupestre riquísimo en contenidos simbólicos.

Enormes construcciones megalíticas, piedras dirigidas a marcar solsticios y equinoccios, monolitos que servirían de valiosas señales como comienzo de las fiestas equinocciales y solsticiales. Constelaciones y estrellas que servirían de guía al viajero al dirigirse en sus largas caravanas a través de rutas comerciales, también orientarían a navegantes como aventureros. Estas mismas luminarias serían luego los motivos artísticos como figuras de animales y humanos que servirían de guía fundamento a la estructura simbólica del zodiaco.

La observación constante lleva al hombre a encontrar que ciertos días son más largos y hay noches más cortas. En cambio, en ciertas épocas el calor era excesivo y en otras el frío era mayor. Es muy probable que el hombre de la antigüedad comenzara los registros orales y posteriormente registraría estos mismos fenómenos de forma simbólica y geométrica. No pasa desapercibido que el fundamento de la astrología sumeria, babilónica y caldea se encuentra en la observación rigurosa del Astro Rey y en las constantes variaciones del año solar. Es muy probable que el “hombre primitivo” llegara a conclusiones y encontrara que el Sol era el causante de estos cambios en el clima como en las estaciones.

Hoy día ya conocemos, gracias a la astronomía, que el Sol es una estrella Enana, Amarilla, compuesta de un núcleo interior, cromósfera, fotósfera y corona. A través de los siglos, y por constantes estudios y observaciones fueron lentamente surgiendo los cultos solares y misterios iniciáticos. Ese culto solar se incorporó a la sabiduría de los pueblos primitivos como fuente del saber universal y base del ritual o drama cósmico particular de cada cultura. Dicho simbolismo solar se representaba ya desde la Mesopotamia en el enfrentamiento dualístico de principios cosmogónicos, invierno/verano; día/noche; vida y muerte. Posteriormente fue dramatizado en cultos solares, persas, griegos como mediterráneos. Ciudades babilónicas y egipcias tenían ya sus arquetipos en distintas constelaciones y se orientaban algunas a la salida o puesta del Sol.

Los dioses solares cargaban un carácter por causa de su luminosidad que inspiraban cierto grado de temor sagrado por causa de ser numinosos. Recordemos la solarización de Amón entre los egipcios, ya que el Sol era el único dios universalmente accesible a todos. Este hermoso y bien preservado drama astronómico fue celosamente guardado desde su formación en el chamanismo primitivo hasta su madurez entre los misterios iniciáticos de la francmasonería.

Gracias a su preservación y transmisión fue este mismo drama solar-astronómico adoptado como motivo arquitectónico en las construcciones de los templos desde tiempo inmemorial. Los más antiguos templos seguían el patrón constructivo de “orientarse” hacia el nacimiento del Sol. Ese valioso saber astronómico también fue incorporado en las formas de alta geometría y en su simbolismo matemático y arquitectónico (12 columnas zodiacales); y Sol y Luna. El mosaico de los templos representa esta lucha cosmogónica entre el día y la noche, luz y obscuridad. Señalamos expresamente que existe una indudable analogía entre esta Fiesta Semestral de la Orden Masónica, celebrada en los ceremoniales masónicos como fiesta solsticial y la cristiana dedicada a los santos Juan el Bautista (junio 24) y Juan El Evangelista (27 diciembre).

Según establecido en las liturgias y en los ceremoniales masónicos, desde “in illo tempore” la vida-tiempo-día-noche, surge de la instauración del movimiento sol-luna y de la misma dualidad luna-noche y sol-día, inherente en el mismo movimiento astronómico. La continuidad del ascenso y descenso solar-lunar, evitan el caos y establecen el orden prefigurado dentro del contexto ritual y litúrgico. Es importante señalar que las estaciones del año conocidas son los períodos en que naturalmente se divide el año, ya sea por cambios en la alteración y duración del día y la noche como cambios en la temperatura. La inclinación terrestre (eje) 23½ grados, hace que la duración del día tenga su variación entre el verano y el invierno. Los días que el Sol alcanza su máxima declinación se denominan solsticios o “paradas del sol” (21 junio y 21 diciembre).

Esta travesía en la órbita eclíptica, en la cual el planeta se va desplazando, o sea, el movimiento que realiza nuestro planeta alrededor del Sol. Durante el recorrido el plano del Ecuador terrestre y la órbita eclíptica se tocan en dos puntos llamados equinoccios (noche igual a día): 21 marzo y 23 septiembre. La órbita de la tierra no es exactamente circular. Temprano en enero, la tierra está más cerca del Sol en un punto llamado “Perihelion” temprano en julio se encontrará más lejos del Sol, en “Aphelion”.

La tierra gira más rápidamente cuando está más cerca del Sol y más lentamente cuando se encuentra más lejana a él. Durante casi la mitad del año los rayos verticales del sol caen al norte del ecuador y el día 21 de junio llegan a su límite máximo en el norte y en ese día comienza el verano en el hemisferio septentrional y el invierno en el meridional. Entonces, hacia el 22 de diciembre la situación es opuesta; invierno en el hemisferio norte y verano en el sur. Del 21 de diciembre al 22 de marzo hay tres meses en tiempo y el sol, “aparentemente” permanece estacionado al llegar al máximo límite sur produciendo en el norte la noche más larga del año. Durante el equinoccio de primavera los rayos del Sol caen verticalmente sobre el ecuador. En los dos polos de la tierra, las estrellas ni se levantan ni se ponen, sino que parecen moverse con un movimiento circular mientras la tierra gira. La tierra orbita al Sol a una distancia de 93 millones de millas (150 millones km). Este drama astronómico fue incorporado a la liturgia masónica en particular los solsticios y considerado como fiesta semestral de la orden celebrada en muchas jurisdicciones masónicas cada año.



Maspero, en “Alborear de la Civilización” nos dice, tomándolo de “Alborear de la Astronomía”, de Norman Lockyear, que los templos de Egipto, aún desde los tiempos primitivos, eran edificados a imagen de la tierra, tal como los arquitectos se la imaginaban. “Para ellos la tierra era como una inmensa losa, más larga que ancha, y el cielo era un techo o bóveda sostenido por cuatro pilares enormes. El pavimento representaba la tierra; los cuatro ángulos representaban los pilares; el techo, muy a menudo plano, aunque a veces era curvo, correspondía al cielo… pintado de azul oscuro, estaba tachonado de estrellas de cinco puntas. A veces, el sol y la luna se veían flotando en el océano celestial escoltados por las constelaciones, los meses y los días. Había un sitio sagrado, separado, pequeño y oscuro, al cual se llegaba por medio de una serie de salas y columnas dispuestas de tal modo en relación con el eje central del templo, que en su dirección señalaban hacia el sitio de la salida del sol”.


Para el equinoccio vernal (primavera) las festividades del mundo antiguo eran jubilosas ya que las fiestas eran en honor al Dios Sol. Actualmente en la península de Yucatán, en México, se continúa celebrando el descenso del dios maya Kukulcan-Quetzalcoatl en la pirámide de Chichén Itzá. La festividad de Juan El Bautista (junio) tomó el lugar de fiesta estival del agua y del baño sacramental y purificatorio. Mithra se decía en las antiguas leyendas había nacido el 25 de diciembre correspondiente cronológico al solsticio de invierno. Hay un simbolismo astronómico muy similar en los antiguos misterios, el cristianismo y la masonería. Los templos masónicos, los dignatarios, o luces, la orientación de los mismos templos y las ceremonias son de carácter solar-astronómico. El concepto educativo del masón es la búsqueda de la luz… el camino hacia el Sol, al Oriente Eterno en Luz.

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