martes, 17 de febrero de 2009

MASONERIA Y JUDAISMO -Parte 1


MASONERIA Y JUDAISMO - Parte 1



Por el H:. Luis A. Cruz Espinoza
R:.L:.S:. Integración, Caballeros del Sol No. 11

Gran Logia Constitucional del Perú - Valle de New York

Gran Oriente de Estados Unidos.



La masonería esta profundamente ligada al judaísmo y hasta el propio cristianismo, fruto, a su vez, de evolución de normas hebraicas. La base del ritual masónico y muchas de sus formas están imbíbitas en el Templo de Salomón, maravilla del mundo antiguo. Mason significa constructor y se rinde culto en los Templos masónicos al Gran Arquitecto del Universo. Ciertamente han influido en el ritual de la Orden otros factores, resultado lógico de la evolución de las culturas; pero en el fondo insobornable de la institución, el hebraísmo tiene lugar de preferencia; y, tal vez por ello, son muchos los judíos miembros de la entidad de moral respetable, solamente combatida por el fanatismo del clero católico, aun cuando en otras épocas, altos miembros de la Iglesia Romana no vacilaron, con sentido tolerante, en ingresar a la masonería. Dígalo Mastai Ferreti, después Pio IX. No en balde San Pablo anuncio una posible conciliación de judíos y de cristianos.



En un trabajo leído hace más de 20 años, me ocupe de los terribles masones. Dije entonces: "Cuando yo era niño oí con frecuencia la frase acusadora: "Estos terribles masones"; y, como yo, seguramente muchos tuvieron en los oídos muletilla semejante. Tías provectas, encantadoras, ya perdidas por los cambios de la vida, las cuales daban a los sobrinos el real de plata nuevecito y el alfajor sabroso, eran quienes, con mas frecuencia, y santiguándose, repetían la frase. "El masón era sinónimo de diablo".



Se mesclaba en la nebulosa idea de las reuniones masónicas el "duende", a la vieja de la escoba voladora, a los trasgos cabezones duchos en tirar piedras a las casas y en hundir, con maldad de fantasmas perversos, la mollera a los recién nacidos. La sombra plagada de misterio, ponía en la noche, junto al encanto de los pregoneros de barquillos y rosquillas crujideras, una legión siniestra de aparecidos del otro mundo, con ruido de batanes, chocar de huesos de carcanchas y aparición de altas figuras albisimas. Y el niño pensaba, entre el Avemaría y el bendito - o paradoja, dije en esa charla - en la hora de los aquelarres, de las logias y de los ocultos Templos judíos. La maravilla del temor aguzaba la curiosidad, y un zambo guaragüero sembró la semilla de la duda en mi alma niña, al guiñar un ojo pícaramente para decirme que había sido mi señor abuelo un gran masón.



Ya, hombre, con el peso de una cultura incipiente, interrogue a mi madre, de ojos grandes y dulces, y en su mirada benévola y en su palabra con miel de ternura, ablandadora hasta de la reprimenda, me miro, como miran las madres, y sabiamente me respondió: " Bueno y malo hay en todo ". La picardía del zambo y la respuesta profunda de mi madre me introdujeron a la distinción sutil entre diablos y masones. Voz del pueblo, esa voz ingenua y divina, y voz de la madre, intuitiva y generosa.



Pero ahora voy a lo distante. Por papeles masónicos, supe fueron de la orden personajes ilustres de nuestra vida republicana. La Emancipación fue obra de los Hermanos. Las ideas constitutivas de nuestra personalidad jurídica, salieron de sus mentes iluminadas por resplandor venido desde muy lejos. En mi breve folleto hay enumeración, aunque incompleta, reveladora de la majestad de la Institución. Fundadores de la Independencia, héroes militares y civiles, jefes de Estado, Ministros, Magistrados, educadores, hombres de letras, científicos, artistas fueron masones. En la Biblia llamada por los pertenecientes a la entidad Volumen de la Ley Sagrada, esta el germen originario de la masonería; y muchos de los términos de su ritual están en el imbíbito.



David, ósea "el amado", hijo de Isaí, de la tribu de Judá, gran poeta de los Salmos, es presentado como prefigura de Jesús. Fundo la familia real perviviendo hasta la caída de la nación judía. Padre de Salomón. El elegido para edificar el templo, fue sabio y poeta. No en balde se llama al Cristo, en griego "ungido" - descendiente de David. Este fue, como he dicho, vástago de Isaí o Jesse, el "varonil" nieto de Ruth la baobita encantadora mujer de Booz, significativo de "buen humor”. El idilio, pleno de la poesía conmovedora de aquellos días sencillos, pletóricos de cortesía y de caridad, es una flor de fe, de piedad, de amor a la suprema encarnación de un artífice celeste.



En el libro de los Salmos, Tehillim, en hebreo, con la excepción de alabanza a Jehovah algunas de las cuales llevan el epígrafe de mismos, poema o canto, hay mezcla sublime de himno y de elegía. Salomón, en hebreo Shelomo, el pacificador, fue hijo de David y erigió el Templo suntuoso, cuya imitación se procura en los locales consagratorios de la masonería. Gran poeta y Filosofo, pasa por ser símbolo de sabiduría. Su Cantar de los Cantares, para ciertos autores alegórico, para otros literal, para algunos típico, es especie de drama lirico en el cual sulamita, en hebreo Nash-Shulamit, o Sunamita, es la amada del gran rey, quien le dedica poesías de valor simbólico llenas de amor humano y divino. Para el autor del diccionario de hebraísmos y voces afines, Lázaro Shallman, la sulamita, hermosa entre las mujeres es, también, la morena, la atrayente mágica, como la pinta el tan rico en léxico y poesía culto don Francisco de Quevedo y Villegas en un fragmento de su traducción de aquel Cantar en hebreo Shir Haschirim Ascher Lishlomoh, según la correctiva nota de Astrana Marin; porque el sobrino de Quevedo Alderete, dice: como versión fonética del texto hebraico: Shir Haschirim Lishlomoh...



En aquel poema vibran, con emoción erótica, los ritmos: "Bésame con el beso de tu boca -pues de panales dulces esta llena - cuanta mas hiel y mas acíbar toca - Tus labios con la gloria de mi pena - y en tan inmensa multitud de agravios - tus besos son la vida de mis labios". Produjo obras tan magistrales como el hondísimo y desolado Eclesiastés, el libro de los proverbios, para algunos de la sabiduría, pero, según Shallmam, no reconocido canónico por los judíos, aunque si el Cohelet, ósea El Predicador. La glosa talmúdica a tal libro es el Midrash Coheloo

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