lunes, 16 de julio de 2012

“LOS PROPOSITOS DEL CEREMONIAL”

Lázaharo Hael. F.R.C.

Todo Cuanto crea el hombre, nace en su mente como una idea arquetípica, misma que va adquiriendo definición y forma a través de palabras y conceptos; El hombre vive en dos universos simultáneamente, el real y objetivo que le rodea y forma parte de él, más ese universo mental e interior viene siendo reflejo del objetivo más los valores subjetivos e intangibles que la propia consciencia humana le agrega; La mente del ser humano por su propia naturaleza tiene la característica “sui géneris” de atraer ideas afines a una idea sostenida en la mente humana.

A través de la historia humana, el hombre ha tenido múltiples dioses y le ha rendido culto a través de variadas parafernalias en busca de sus favores, sin embargo, estos dioses jamás se han presentado frente al hombre ni tampoco se les ha visto trabajar con sus propias manos para satisfacer los favores solicitados.

En la antigüedad dioses y demonios eran llamados por igual como dioses, y bajo esta óptica conceptual me dirigiré a ellos en lo sucesivo;
El hombre porta en su interior, sus propios dioses, que no son otra cosa que potencialidades que cobran manifestación como fuerzas que emergen desde lo profundo del hombre, fuerzas y tendencias que el hombre ha antropomorfizado como deidades llegando a ser el ejemplo más claro, el panteón de dioses de la Grecia antigua.
El hombre es el creador de todos los dioses que ha tenido la humanidad, a los cuales les dado y da existencia y manifestación a través de él mismo.

La creencia se diferencia de la fe, porque la primera es la aceptación incondicional de la existencia de “algo” sin estar sustentada en hechos reales y concretos, la “creencia” podríamos compararla “como” fe ciega, mientras que la fe propiamente dicha, es producto de los resultados concretos y tangibles por algunas experiencias anteriores, los cuales nos llevan a determinar o tener fe en un resultado futuro que aún no tenemos ante nuestros ojos.

Los límites potenciales del hombre aún no son conocidos, sin embargo, en base al conocimiento logrado, algo se puede percibir de las posibles potencialidades a realizar como realidades “en” y “por” el hombre mismo.
La mente del hombre es tan profunda y enigmática como el cosmos mismo, el hombre solo se posee a sí mismo para encontrar respuestas; La mente es una, pero se puede dividir en tres partes para su estudio: consciente, subconsciente, e inconsciente, el primero aparentemente es conocido, el segundo es medio conocido por permanece en medio del conscientes e inconsciente, y el tercero es desconocido; La psicología actual “trata” de conocer el inconsciente del hombre a través de las actitudes del hombre, sin embargo el inconsciente humana al igual que dios, permanece omnipresente, incognoscible, inefable por sus propias naturalezas, en el momento que el hombre es consciente del inconsciente, este deja de ser inconsciente, como de igual modo dios y el hombre dejan de ser lo que son, convirtiéndose mutuamente en un solo ser cuando ambos llegan a conocerse y comprenderse a través de la experiencia vivencial y personal, porque para comprender “algo” el hombre debe hacerlo propio y convertirse en ese algo, el objeto y sujeto se convierte en una sola cosa y un solo ser en el proceso de la manifestación… y ambos en ese momento no son más que lo que se alcanza a manifestar por medio de la proyección y comprensión.

El hombre vive en un universo de símbolos, las palabras mismas no son una verdad por sí mismas, sino que son símbolos representativos de una posible verdad. La mente humana reacciona ante la presencia de los símbolos, y reacciona proveyéndonos de un entendimiento y conocimiento en diferentes grados, por ejemplo la percepción de la forma de un árbol no es en sí mismo el árbol, sin embargo y paradójicamente, esta forma o símbolo representa y es mucho más en nuestra mente que la forma misma.

Los universos objetivos y subjetivos mantienen una relación simbiótica donde ambos alcanzan una realización en la mente humana como una sola cosa; el hombre mismo no escapa a esta dualidad de universos y cobra realización en su propia mente de acuerdo a lo que sus propios pensamientos y sentimientos han hecho de él.
La evolución del pensamiento humano va modelando la concepción del hombre sobre el universo, Dios y de sí mismo; El ser humano es un ser inacabado que se va formando a sí mismo en el transcurso de su vida.

El hombre no puede comprender a cabalidad a otro ser humano, dado que su entendimiento no puede ir más allá de la intelectualidad, quedando fuera de su alcance el sentimiento y emotividad que es una experiencia vivencial de la otra persona.
El hombre para comprender lo que Dios es, primero debe convertirse en Dios. Palabras fuertes que en la época medieval Tomas Torquemada primer inquisidor de la “Santa” inquisición española me torturaría en el “Potro”, “La pera”, “La cuna de Judas” y por último me quemaría vivo con leña verde en la hoguera.
Quizás jamás lleguemos a ser Dios, porque al evolucionar el pensamiento humano, Dios como concepto o ideal evolucionara también permaneciendo siempre a la distancia frente al hombre; La Sagrada Biblia menciona algo al respecto, y nos dice que Iblis, Samael o la Serpiente del Jardín del Edén le hiso una promesa a nuestros padres Adán y Eva, “Seréis como dioses” (Gn.3:5), y Jehová o los Elohim dijeron según el Gn. 3:22 “He aquí que el hombre es como uno de nosotros”, ambos no dicen seréis dioses, sino “como”, pero el salmo 82:6-7 dice “Yo dije: Vosotros sois dioses y todos vosotros hijos del altísimo, pero como hombres moriréis y como cualquiera de los príncipes caeréis”… Negar la divinidad potencial en el hombre es negar la divinidad de su creador.

Cuando una persona de corazón sincero y puro tañe las campanas de su templo, los dioses afines a esa vibración, acuden presurosos al llamado.
Los rituales, ceremoniales y oraciones que el hombre eleva hacia los dioses, tienen como propósito despertar o atraer ideas y fuerzas afines al pensamiento, acto, o símbolo que el hombre sostiene en su mente; El hombre al efectuar cualquier acto objetivo o subjetivo trasciende el consciente e invade el subconsciente e inconsciente como una sola mente, porque solo una mente posee el hombre, y toda ella responde en consecuencia a la acción primaria; El hombre para esperar una respuesta de los mundos divinos o internos, debe convertirse en el acto mismo, y para ello, el acto objetivo debe ir acompañado por el impulso del sentimiento y la fuerza emocional de la persona.

Existió un psíquico llamado Edgar Cayce que bajo estado hipnótico recetaba y curaba a personas enfermas con magníficos resultados, un día estando en estado hipnótico le preguntaron ¿De dónde adquieres estos conocimientos, dado que tú no tienes formación como doctor en medicina?, él contesto que primeramente buscaba el conocimiento propio y adquirido en otra encarnación donde si ejerció la medicina, la segunda opción es buscar entre las demás mentes la solución, y por ultimo obtengo las respuestas de la mente cósmica.
No puedo afirmar la veracidad de Edgar Cayce, sin embargo, coincido en el orden de las alternativas como fuentes a las que él recurre en busca de respuestas; Estas son las mismas que busca el místico por medio de sus rituales, ceremonias y oraciones, los dioses vierten su ayuda a través de canales humanos, jamás se han presentado frente al hombre ni han bajado con cheques, recetas, empleos u otra cosa que el orante solicita, sin embargo, en muchos de los casos, el favor es concedido.
Las peticiones a los dioses son muy variadas y casi todas obtienen una respuesta en diferentes tiempos y forma, aunque en ocasiones no nos agrade; La psicología habla de voces internalizadas que tuvieron o tienen autoridad ante nosotros, y que nuestra propia consciencia responde en los términos de estas autoridades internalizadas; Subconsciente e inconsciente en ocasiones parecen poseer autonomía propia, y en base a sus experiencias anteriores, concluyen respuestas que emergen sin nuestra voluntad consciente, en nuestra mente vigilica como respuestas a nuestra necesidad, como ejemplo de lo anterior, muchas veces nos llevamos un problema laboral en nuestra mente a la cama, y en medio del sueño profundo, o cuando estamos distraídos y relajados, emergen a nuestra mente la respuesta a nuestro problema.

Desde los estratos humanos más atrasados como los más adelantados evolutivamente, todas sus prácticas ceremoniales y demás parafernalias místicas, son solo símbolos y alegorías estructurados de tal forma que tienen como propósito agradar a nuestros dioses, o más claramente dicho, despertar nuestras fuerzas interiores para que eleven nuestras peticiones a través del sentimiento y emotividad sincera hacia los dioses.
Dioses hay muchos, y cada ser humano tiene los propios, y aunque les llame por el mismo nombre es diferente al resto de los demás.
Los dioses jamás se presentan en forma material, es el hombre con sus actos quien les da existencia y manifestación sobre la tierra; Cada ser humano de acuerdo a su idiosincrasia cultural y grado evolutivo forma y estructura asociaciones de ideas que conforman pensamientos que como resultado vierten luz sobre nuestra consciencia.

Dios no es el mismo para una persona ignorante e inculta que para una inculta, como tampoco lo es para un criminal que para un San Francisco de Asís, sin embargo Dios no desampara a nadie, pues aún en los rituales y ceremonias más oscuros y sangrientos del amazonas de Brasil, late la presencia de Dios como una pulsión hacia la divinidad, porque Dios como ideal encierra el deseo humano, consciente o inconsciente de alcanzar la felicidad, amor, sabiduría, perfección, y paz en la certidumbre de una vida futura en armonía con el resto de la humanidad y consigo mismo… Dios es lo correcto y perfecto, aunque suena redundante, del hombre y la humanidad.

“Cuando veo tus cielos obra de tus manos, La luna y las estrellas que tú formaste, Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites?, Le has hecho poco menor que los Ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos, Todo lo pusiste debajo de sus pies” Sal. 8:3-6
Pax Vobiscum.

Lázaharo Hael. F.R.C.
Nota:
El presente, son, reflexiones y meditaciones personales, no necesariamente representan la opinión de la orden.
No escribo para todos, sin embargo, todos son invitados a leer.
Escrito: Culiacán, Sinaloa. México. A 14 de julio del 2012.

Glosario:
Edgar Cayce (Hopkinsville, Kentucky, 18 de marzo de 1877 - Virginia Beach, 3 de enero de 1945), vidente y psíquico estadounidense. Psíquico americano Edgar Cayce, 1910.
Edgar Cayce fue uno de los psíquicos más célebres de Estados Unidos, ya que se supone que poseía facultades de clarividencia y percepción extrasensorial, aunque nunca fueron demostradas con rigor científico. Entraba en estado de trance hipnótico durante sus llamadas «lecturas» (readings) y respondía a las preguntas de un individuo. Estas lecturas mencionaban, al principio, la salud física del individuo. Fue un gran investigador de la reencarnación por medio de «regresiones» a vidas pasadas. Mucha gente lo visitaba para buscar ayuda a sus males y dolencias. El ARE (Asociación para Investigación y Aclaración) actualmente conserva todas las lecturas.
Cayce consideraba más importante su dedicación al trabajo social (la mayoría de sus «lecturas» las realizó para personas que estaban enfermas) o la teología cristiana (Cayce fue toda su vida un miembro de la iglesia protestante «Discípulos del Cristo»).[cita requerida] Se ganaba la vida con su trabajo fotográfico, pero recibía también modestas donaciones que lo ayudaban, ya que no cobraba nada por sus tratamientos y consultas. Sus procedimientos eran múltiples: medicinas, masajes, hidroterapia, ejercicios, hierbas y remedios naturales. Veía las causas de la enfermedad que, a veces, se remontaban a reencarnaciones distantes y enseñaba cómo disolver los karmas pendientes.
Según el escritor francés Louis Pauwels, que narra la historia de este personaje en su libro El retorno de los brujos (Le Matin des Magiciens, 1960, libraire Gallimard), Cayce era un hombre muy sencillo, sin apenas formación cultural, que cuando dormía era capaz de recetar la solución médica de cualquier enfermedad, desde que a la edad de cinco años cayera en coma a causa de un pelotazo del que parecía que no sobreviviría, siendo víctima de una enfermedad incurable que no quiso revelar a nadie.
Edgar Cayce también era conocido como el Profeta Durmiente.-Enciclopedia libre Wikipedia.

El término Inquisición hace referencia a varias instituciones dedicadas a la supresión de la herejía mayoritariamente en el seno de la Iglesia Católica. La herejía en la era medieval muchas veces se castigaba con la pena de muerte, y de ésta se derivan todas las demás. La Inquisición medieval fue fundada en 1184 en la zona de Languedoc (en el sur de Francia) para combatir la herejía de los cátaros o albigenses, que en 1249 se implantó también en el reino de Aragón (fue la primera Inquisición estatal) y que en la Edad Moderna, con la unión de Aragón con Castilla, fue extendida a ésta con el nombre de Inquisición española (1478-1821), bajo control directo de la monarquía hispánica, cuyo ámbito de acción se extendió después a América; la Inquisición portuguesa (1536-1821) y la Inquisición romana (1542-1965). Aunque en los países de mayoría protestante también hubo persecuciones, en este caso contra católicos, contra reformadores radicales como los anabaptistas y contra supuestos practicantes de brujería, los tribunales se constituían en el marco del poder real o local, generalmente adecuado para cada caso concreto, y no constituyeron una institución específica.- Enciclopedia libre Wikipedia.


Tomás de Torquemada O.P. (Valladolid, 1420 - Ávila, 16 de septiembre de 1498) fue el Inquisidor General de Castilla y Aragón en el siglo XV y confesor de la reina Isabel la Católica. Se le considera autor del Edicto de Granada que ordenó la proscripción de todos los judíos de España para el 2 de agosto de 1492. En 1493 se retiró al convento de Santo Tomás de Ávila, donde acaecería su muerte cinco años más tarde.
Educado como dominico en el Convento de San Pablo en Valladolid, se considera que tuvo ascendencia judía.[1] Hernando del Pulgar, al escribir acerca de Juan de Torquemada —tío del inquisidor—, dijo que «sus abuelos fueron de linaje de los Judíos convertidos á nuestra Santa Fé Católica» en su libro Claros varones de Castilla.[2]
Tras destacados servicios como monje y erudito, Torquemada fue nombrado Inquisidor General en 1482 por Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, entonces gobernantes del joven reino de España. La extensión de su poder sobre España fue facilitada por el asesinato del Inquisidor Pedro de Arbués en 1485 en Zaragoza -atribuido a una banda de herejes y judíos- y por el supuesto asesinato ritual del así llamado Santo Niño de La Guardia en 1491, también atribuido a una banda de judíos. En 1492 Torquemada fue uno de los promotores de la expulsión masiva de los judíos de España.
Torquemada creció en Valladolid y, al igual que su tío (el cardenal Juan de Torquemada) se hizo fraile dominico. Era aún joven cuando fue destinado como prior del Monasterio de Santa Cruz de Segovia, donde fue nombrado confesor de la princesa Isabel, heredera de Castilla. Coronada reina Isabel en 1474, Torquemada llegó a ser el primer Inquisidor General de España una década más tarde. Existe muy poca información sobre la vida personal de Torquemada, que ha sido objeto de numerosas especulaciones.
El cronista español de esa época, Sebastián de Olmedo, lo llamó «el martillo de los herejes, la luz de España, el salvador de su país, el honor de su orden». El nombre de Torquemada, como parte de la leyenda negra de la Inquisición española, se ha convertido en un apodo para la crueldad y el fanatismo al servicio de la religión.
La Inquisición vigiló la vida de cada individuo en España con una minuciosidad rara vez igualada con anterioridad al siglo XX. Cualquier persona mayor de 12 años (en el caso de las niñas) o de 14 (en el caso de los niños) era considerada completamente responsable por la Inquisición. Los «herejes» (cualquier cristiano sospechoso de no seguir la doctrina católica) y conversos (antiguos judíos o musulmanes convertidos al catolicismo y sus descendientes) fueron sus principales objetivos, pero todo aquel que osara hablar en contra de la Inquisición era considerado sospechoso. Para evitar la propagación de las «herejías», Torquemada, al igual que se hacía en toda Europa, promovió la quema de literatura no católica, en particular bibliotecas judías y árabes.
Juan Antonio Llorente, primer historiador del Santo Oficio, asegura que durante su mandato fueron quemadas más de 10.000 personas y otras 27.000 sufrieron penas infamantes.- Enciclopedia Libre Wikipedia.

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