sábado, 22 de septiembre de 2012


Gentileza de B. ORTÍZ

Hemos de afirmar en nosotros mismos cada experiencia masónica definida y registrar personalmente su validez —de otro modo la idea masónica no está estructurada dentro de nosotros. Se convierte la idea masónica en una cosa sin forma definida  y no vertebrada dentro de  nuestra mente, no se comprende ni aprueba una sola parte de lo que enseña  por medio de la propia experiencia práctica y si no se persiste en su veracidad.
Un hermano masón que no analiza y no profundiza al máximo, no es digno de llamarse masón. Ahora bien, a veces le es dado a un  Masón estar libre de apegos profanos  en momentos de tensión, de guerra o de enfermedad.
Entonces sabe o debería saber que otro estado superior de consciencia está a su disposición. Lo ha visto por sí mismo.
Conociéndolo, afirmándoselo a sí mismo en profundidad, verifica que dentro está la clave masónica.
Así hace que la Idea Masónica sea real para sí mismo —es decir, que lo ayude, le transmita fuerza. Empieza por calmarlo, por agrandar su intelecto, primer resultado de gran importancia en un estado mental masónico. Pero si un francmasón duda en su fuero interno las palabras utilizadas en las enseñanzas masónicas, o, aun peor, nunca piensa realmente en ellas, ¿cómo puede este francmasón ponerse en conexión con la fuente de Luz masónica? “No presten atención a las palabras —traten de entender internamente el significado”. Una de las razones por las cuales no establecemos la Real Masonería en nosotros mismos es que sólo pensamos egoístamente en nuestra persona —si, en todo momento. Esta es la forma equivocada de ver la Masonería. El Ego del Mal Masón sólo se preocupa por sí mismo y la fascina siempre la manera de ser bien tratado.
Cuando estamos identificados con la Masonería como una Institución de culto a la personalidad, con esos rimbombantes títulos para los puestos en Logia, con presunción para con los altos grados filosóficos  los que valen unos cuantos dólares cada uno, es el momento en que estamos más alejado de la Verdad Masónica, pues realmente la masonería no tiene nada que ver ni con grados, ni con puestos, sino con servicio. No cuesta ver el porqué. Todas las pasiones  en Logia se convierten en Egos, y esos Egos son malos consejeros. Ahora bien, pensar el Trabajo Masónico significa abandonar los Egos,  Porque los Egos  aborrecen la Verdad Masónica, porque la Verdad Masónica con el tiempo terminará por destruir El Ego del mal Masón. Todo acto de Buena Masonería debilita el Ego. En los Altos Niveles Masónico los Egos  y los supuestos Altos Grados Masónicos filosóficos  de Oropel no puede respirar —no pueden existir.

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