viernes, 16 de noviembre de 2012

PRINCIPÍOS HERMÉTICOS EN LA ESCALERA MASÓNICA

V.·.H. .·. VÍCTOR A. CABELLO REYES

Gran Oriente de Puerto Rico


“Y tuvo un sueño: Vio una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba el cielo. Ángeles de Dios subían y descendían por ella” (Génesis 28:12). Ciertamente, esta es la única mención bíblica de una escalera donde se utiliza muy preciso el término hebreo de sul-lám, en clara referencia a la visión que Jacob logra contemplar en sueños al detenerse en su peregrinar desde Beer-seba a Harán.

Hermosa y significativa es la visión de Bethel que se manifiesta en un antiquísimo lugar sagrado. Lugar muy sagrado y productivo, para muchos pueblos antiguos, que desde muchos siglos antes de esta importante visión era conocido por los Cananeos, con el poderoso nombre de Luz (ver: Génesis 28:19). De manera muy significativa, es este el lugar donde algún tiempo atrás Abrahán había acampado (Génesis 28:16-19; 35:6).

LA ESCALERA MASÓNICA en sus dos modalidades básicas, la espiral y la recta, se unifica con el concepto fundamental de Jerarquía o de la armonía entre el Orden Jerárquico del Universo, como la sustancial y lógica expresión o representación de esa manifestación fluida de la cadena infinita del Ser. Maimónides, el filósofo judío, (Moses ben Maimon, 1113-1204 d. c) alude a la escalera como el digno ejemplo de una firme y estable relación, entre hombre y cosmos: “Creía que la historia de la escalera de Jacob era un intento para explicar la relación entre la existencia del Hombre en la tierra y el mundo de las esferas celestes” (Guide to the Perplexed [xvii]). Los antiguos Maestros Constructores, la dejaron plasmada en sus Catedrales Góticas y, a la par, los viejos sabios alquimistas encuentran en ella la riqueza expresiva de toda una profunda simbología y un valioso catálogo de atributos sublimes. Atributos misteriosos que reafirman y puntualizan las etapas o estados escalonados de la elaboración y transformación del Opus alquímico.

Fulcanelli en La Mystére des Cathédrales, nos indica muy particularmente a la Dama de Notre-Dame de París, que entre sus piernas sostiene la escalera. Viene a ser la famosa Scala Philosophorum del pórtico central, el Magnus Opus Alchimicum o la alquimia (Imagen, II). Esta escalera hermética en sus peldaños nos alude hacia algo más profundo que su misma naturaleza estructural y formal pueda contener.

Ya en el 1677, en el famoso Libro Mudo, específicamente, en el arte de su primera plancha, aparece una escalera entre un círculo de rosas con dos ángeles. Seres espirituales divinos que logran llamar con sus trompetas, muy sonoramente, al Despertar del iniciado (Mutus Liber, La Rochelle, 1677). En esta valiosa plancha un personaje descansa dormido apoyando delicadamente su cabeza en la “piedra” = La Rochelle. Simbólicamente, pues, es protegido su sueño entre los nudos del rosal. “El Mundo está unido por nudos invisibles”.

Escalera alquímica, muy bellamente representada también en el árbol filosófico, del Splendor Solís (S. Trismosin, 1532-35). Y, en efecto, una escalera profundamente simbólica, hermética y alquímica adorna la fabulosa y majestuosa obra; La Melancolía I de Alberto Durero. Permitiéndonos así, poder descubrir los símbolos y modos artísticos sutilmente ocultos en el arte hermético del genial y esotérico Maestro Durero (ver: E. Panofsky, Princeton, págs.157-171; 2005).

La masonería tiene inscrita en su corazón la frase platónica; Dios geometriza siempre. El Hombre en su complejo y geométrico diseño corporal, siguen este patrón cósmico y arquitectónico. Es la escalera mística una herramienta del Opus, del oficio práctico y alegórico del constructor para poder esculpir artísticamente las formas sublimes y superiores de la piedra, pero, esto de una forma artística, delicada y majestuosa. Escalera de Jacob masónica, que afirma como duro soporte en la tierra, pero se extiende infinitamente hacia los cielos, y logra remontarse hasta los confines más remotos e ignotos del espíritu universal y trascendente. La ciencia de la escuadra es ciencia de la tierra, y la ciencia del compás es ciencia del cielo. Por otra parte, la escalera masónica, para algunos investigadores, fue introducida en la masonería en el ritual masónico de Dunckerly; aproximadamente para el 1776. Por el contrario, otros tratadistas sostienen que ya con anterioridad, y desde 1732 -con Matin Clare- se logra establecer dentro de la Orden el símbolo. Esto lo podemos evidenciar históricamente en los Tracing Boards de la época. En efecto, ya para el 1720, en los rituales de la rica tradición masónica francesa, se puede evidenciar la escalera: “This is to inform the Publick, that there will be no drawn Sword at the Door, nor Ladder in a Dark Room” (Freemasonry a History; Ángel Millar, pág. 97). Entretanto, para éste mismo investigador masónico: “The “ladder in a dark room” is perhaps more enigmatic and enticing, and tells us a great deal more about the Masonic Ritual. Since most lodges at the time met in the hired rooms of local taverns, not all of them erected ladders or set up elaborate paraphernalia’’ (A. Millar, pág. 97).

La escalera masónica esconde en su simbología aquello que León Battista Alberti (1404-1472) llamó: ‘el secreto del arte de la proporción y la perspectiva’. Esta amplia y culta concepción espiral matemática fue estudiada de una manera muy precisa y rigurosa, por Jacques Bernoulli (1654-1705). Podemos muy bien fusionarla y ligarla directamente a los grados o etapas esotéricas de la ascensión en la Spira Mirabilis, (Eadem Mutato Resurgo) escalera de caracol o de espiral. Espiral logarítmica universal, natural y física, como principio estructural del nautilus, cuya forma erudita fue estudiada ampliamente por el sabio matemático Arquímides. Por esta razón, es conocida como Espiral de Arquímides.

En cuanto a la espiral logarítmica, es una forma expresiva maravillosa y constante, desde las formas naturales más simples, hasta las más complejas dentro de la composición geométrica espiral de las galaxias. El erudito A. G. Mackey, nos comenta de forma muy detallada acerca de esta escalera de caracol en espiral, que conducía a la Cámara del Medio. Son para A.G. Mackey, sus símbolos y alegorías muy fértiles y de instrucción fecunda (Enciclopedia, Tomo II pág.522-528). Escalera mística que contiene en sí misma todo un rico y complejísimo catálogo de la Ley de Proporciones seminales establecida por el Gran Geómetra del Universo.

Es gracias al sabio alemán, Enrique Cornelius Agrippa von Nettesheim (1486-1535), -bebiendo en sabiduría de la inagotable fuente del Verbo Mirífico de Johann Reuchlin y del Abad Trithemius de Sponheim- quien había establecido en su obra; De Occulta Philosophia Libri Tres o Tres Libros de La Filosofía Oculta (1531), la certera opinión que la arquitectura y la geometría -al igual que la Bendita y Santa Kabbalah- tenían su significado profundo y de una manera muy especial, en delicadas combinaciones simbólicas con la geometría constructora del Templo de Salomón.

Estos modelos gráficos del Templo (Retrato del Templo de Selomoh; Middelburg, 1642) comienzan a enriquecerse por la mística cabalística de los sabios -Jajam o Hakham- como Jacob Judah Aryeh León Templo (1603-1675). A él se le atribuye el trabajo heráldico del Escudo de Armas de La Antigua Gran Logia (Grand Lodge of Free and Accepted mason According to the Old Institutions). Posiblemente fue él quien trabajó de forma esmerada el escudo que aparece en el Ahiman Rezon de Dermott para 1764. 

Según ellos, los venerables sabios de la Palabra y Letra Sagrada, la escala como “Scala Naturae”, representa los amplios niveles cabalísticos o estados de progreso espiritual. Ese poderoso árbol sefirótico logra integrarse y asimilarse, como todo un sistema de ascenso formal y metódico, en una cadena áurea. Muy inmerso todo este fecundo proceso, en la compleja simbología de la escalera, la cual, logra sostenerse firmemente, por sus dos principios o columnas cabalísticas. Ambas emanan refulgentes del Poder Emisor, el Shem Hameforash, de la Mashaba o Corona sefirótica (C. Knorr von Rosenroth, Kabbalah Denutata, Sulzbach, 1648).

Son dos principios, semejantes a dos columnas bipolares, que se reafirman establecen y fortalecen en fuerza, como dos fuertes piernas (J.B.). Con ellas se logra establecer y reafirmar el pórtico del templo y la forma del cuerpo glorioso del Shekinah o “formas de la Majestad” cuya Presencia Divina se encarna en el microcosmos del Hombre Templo. El Divino Anthropos Hermético o Adam Kadmon nos puede hablar a través de una Sabiduría o ciencia esotérica (mecubbal-be-nistarot). Es de esta manera que para el Zohar: “Los Sabios son aquí abajo las columnas del palacio celeste; y es gracias a su inteligencia como los profanos (pro-fanum) pueden entrever los esplendores del mundo”. Así, de alguna forma, se regresaría a ella, a la esplendorosa y Venerable Luz Suprema inmanente y trascendente del Secreto en Dios {SOD} ‘ad en-sof’. Luz del Kabod en esplendores, esparcida en luminosos destellos y emanaciones gloriosas desde la Bendita YOD. Formas de la majestad en refulgentes rayos y middot divinas que proceden de la Pureza Divinal de la Corona Kether. Albert Pike señalaba: “This Divine Wisdom is comprehended in the letter YOD; and YOD, it is said, is the beginning and the end of all things. In IT all things are included” (Sephir H’Debarim, The BooK of the Words, pág.122). De esta forma se regresa ya ascendidos y totalmente purificados por la poderosa kavaná, se regenera y realiza el iniciado, al superar este proceso de caída y reintegración (Romanos: 8:19-22). Se entra por las dos columnas y se sale por entre ellas “ascendidos” por esa escalera misteriosa del Kadosch. Ascenso y descenso son la misma cosa, decía Nicolás de Cusa. El Zohar nos advierte: “Todo está unido a todo hasta el extremo inferior en eslabones de la cadena y la esencia verdadera de Dios está, a la vez, arriba y abajo, en los cielos y en la tierra, y nada existe fuera de Él”. El eminente erudito A.G. Mackey logra enriquecer el asunto al comentarnos: “La escala de los Kabbalistas constaba de diez Sephirotes o emanaciones de la Deidad… Esta escala formaba la excepción al número acostumbrado de siete gradas o peldaños” (Enciclopedia de la Francmasonería, Tomo II, pág.521). En las escuelas Mistéricas, como en las de Mitra, la escala y sus peldaños simbólicos o escalones, lograban representar los siete planetas y los siete metales -al igual en la alquimia- como todo un conjunto cósmico-astrológico alquímico y hermético (ver: A.G. Mackey , Enciclopedia pág.522). Esos peldaños, contienen formas expresivas de sabiduría y de jerarquía celeste. Asimilan valiosos componentes prácticos de la configuración espiritual del hombre en su relación con una facultad superior de comprensión espiritual, la Sophia. Por cierto, Isaac Newton creía que el Templo de Jerusalén contenía todo un código de proporciones arquitectónicas Cósmicas (Freemasonry, The Reality; Tobias Churton, pág.85; 2007).



Esa escalera de Jacob, nos lleva de vuelta al proceso de transformación de la piedra bruta o tosca, en la piedra blanda y refinada de la pureza del espíritu. Es todo un proceso orgánico y metódico, de riguroso estudio y meditación, para encontrar la solución oculta en el Problema 47 de Euclides. Proceso nada fácil. Ya William Blake, bien decía:”El progreso endereza el camino; pero los senderos tortuosos son los propios del genio’’. In Alorum tuarum umbra canam (Salmo: 63:7).

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