sábado, 19 de julio de 2014

LA REALIDAD SOBRE LAS TEORÍAS DE LA CONSPIRACIÓN MASONICA: NUEVO ENFOQUE.
Foto de R.·. L.·. Francesc Ferrer i Guardia nº 1821.
Está demostrado que los masones no participaron en conspiración alguna. Pero también es seguro que reuniendo hermanos de cualquier confesión y origen se podría llegar a la conclusión de que la masonería ha contribuido a la desestabilización de la sociedad del Antiguo Régimen, de la que formaba parte.

Socialmente, el masón medio pertenece a la pequeña nobleza o a la alta burguesía. El masón se considera un ciudadano perfecto, fiel a su religión, pero sin supersticiones, a la manera ilustrada; también es tolerante, benéfico, respetuoso para con los misterios masónicos; virtuoso, pero su vida no es severa; juicioso, sin desdeñar los inocentes placeres de la vida; sociable y sensible con los hermanos, huye de los sentimientos violentos: se trata de evitar por todos los medios los conflictos con los hermanos, forma de urbanidad muy propia del siglo XVIII. Está claro que en el siglo XVIII no se entraba en la masonería para hacer política. Pero las logias fueron también, al mismo tiempo, centros de beneficencia y, con toda probabilidad, de sociabilidad.

En el último tercio del siglo XVIII, Francia se encuentra en crisis: agobiada por los impuestos, las cajas están vacías. Es sabido que para hacer frente a esta situación que se agravaba por momentos, Luis XVI aceptó, a instancias de su ministro Calonne, convocar una asamblea de notables encargada de aprobar la política financiera del ministro. La mayoría de sus miembros eran masones. Calonne propuso la igualdad fiscal, que fue rechazada por todos los hermanos y por el alto clero, con la única excepción del masón Montmorency-Luxembourg, gran administrador del Gran Oriente, que la aprobó.

¿Qué deducir de todo ello? En primer lugar, que los masones estaban divididos y que el administrador general, en su calidad de jefe del Orden, no había logrado imponerles una política común. En segundo lugar, que enfrentados al problema de la igualdad fiscal, los masones de la nobleza se acuerdan de sus privilegios y los reclaman.

Todos los historiadores hacen notar que hacia 1780 la Orden se resiente de la crisis que afecta al mundo profano. Los clubes, las sociedades de lectura, las agrupaciones de toda índole que proliferan en esos momentos ponen de manifiesto que ya no se considera a las logias como el lugar por excelencia donde podría saciarse la sed de libertad y de pensamiento que caracteriza a los años finales del siglo. Si encontramos gran número de masones en los clubes es porque el Templo, en el que se habían desarrollado todos esos ideales de libertad, igualdad y tolerancia, no colmaba ya las apetencias de muchos masones pertenecientes con frecuencia al tercer estado o a la aristocracia liberal. Las logias se vacían de 1787 a 1793. Tenemos algunas cifras referentes a Marsella, Toulouse o Lyon, y esas cifras indican en todos los casos que los efectivos de las logias descienden aceleradamente.

Pero puesto que la logia no era ni un club, ni una célula de resistencia, como tampoco lo es en nuestros días, era necesario buscar los medios de esa transformación en otra parte. Y eso es lo que hicieron cantidad de hermanos. Es, pues, natural que muchos masones lo encontrasen en el combate político. En los Estados Generales 214 eran diputados masones de un total de 1165 miembros. Pero esos masones no constituyeron nunca un grupo disciplinado y nunca votaron unánimemente en los grandes debates. Según Lamarque, se les puede dividir en tres grupos de desigual importancia: un centenar de ellos (de los cuales una decena pertenecía al clero, alrededor de cuarenta a la nobleza y los demás al tercer estado) se pronunciaron constantemente en favor de las medidas revolucionarias; alrededor de cincuenta tuvieron una actitud carente de relieve, incluso equívoca; y el resto adoptó la causa del Antiguo Régimen.

Para terminar, un ejemplo significativo. Un centenar de masones fueron detenidos en Toulosuse y de ellos 37 murieron en el cadalso. Cuando se sabe que ese martirologio comprende más de la mitad de los parlamentarios guillotinados en 1794 (de los 52 magistrados ejecutados en París del 1º de floreal al 26 de prarial 27 eran masones) ¿se puede todavía pretender que los masones han querido y preparado colectivamente la revolución?

Así, para concluir, se puede afirmar que si bien la masonería no ejerció gran influencia en el desarrollo de la Revolución, la Revolución transformó profundamente a la masonería.

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