Discurso de un grado 33º en la cena solsticial
Esta noche comienza el solsticio de Invierno, durará 3 días durante los cuales el sol estará detenido aparentemente en el firmamento.
Ese es el significado de solsticio “sol parado”, este fenómeno es debido a la inclinación del eje de la tierra; si estuviese en vertical no habría estaciones. El fenómeno que cambia el ciclo de la vida, no es solo cosmológico es filosófico y así vemos su influencia mucho mas allá, Janus en la mitología romana es el dios con dos caras mirando en direcciones opuestas, es el dios de las puertas la del comienzo y la de final, es un dios amable y bienhechor de ahí derivan los 2 San Juanes, el de Invierno y el de verano coincidentes con los solsticios en los que tenemos nuestras celebraciones principales y también las más importantes para todos los pueblos, con su origen perdido en los albores de los tiempos.
Si nos remontamos a la mitología Egipcia, cuna de civilizaciones e inspiradora de posteriores mitologías y religiones, nos encontramos con el nacimiento del dios Horus, nacido un 25 de Diciembre de la diosa virgen ISIS, en su nacimiento es acompañado por SIRIO y las tres estrellas en línea, los tres reyes magos que marcan el nacimiento del sol; a los 7 días es circuncidado es decir el 1 de Enero, marcando así el comienzo de su reinado.
Ese mitologema es repetido por todas las religiones posteriores coincidiendo hasta en los más mínimos detalles, así tiempo después vendrá Mitra en Persia, Krishna en la India, Dioniso en Grecia, Janus, Jesús en el cristianismo, Huitsilpochtli dios Azteca en México, etc.. todos nacidos el 24 y 25 de Diciembre.
Estos días del solsticio de invierno nos invita a la reflexión, a hacer nuestro balance espiritual, mirar a nuestro interior y ver cuánto hemos avanzado; marcar nuevas metas y objetivos y no dejarnos llevar por el desaliento, porque no nos consideramos lo suficientemente satisfechos con lo que hemos caminado en el sendero masónico, el Solsticio de invierno, es el indicado para marcar el trayecto que debemos recorrer para llegar felices al solsticio de verano.
Todos tenemos nuestros “solsticios íntimos”, nuestros sentimientos de euforia y sentimientos de tristeza.
Pero no olvidemos que en la depresión, en la desesperación, cuando todo está negro, empieza a aclararse el panorama. Cuando la noche llega a su más profunda negrura, empieza a aclarar el horizonte.
Y viceversa, cuando todo es optimismo, cuando la euforia nos invade, no olvidemos que “todo cambia”, que llegarán los días de las vacas flacas, y debemos tener conciencia de que la alternancia es inexorable.
Los solsticios representan los cuadros blancos y negros, el eterno contraste de la luz y la oscuridad, de la vida y la muerte, el eterno renacer de la creación, donde nada puede ser destruido, solo transformado, es el ave fénix que siempre renace de sus cenizas.
Debemos tener la consciencia despierta y estar alerta, huir de los extremos, mantenernos en el sendero de en medio. (Decía Buda que para que un violín suene bien se deben estirar las cuerdas, pero no demasiado para que no se rompan, ni poco pues no sonarán).
También, en esta espera de la época de luz, de flores, hojas y de frutos, debe ser la espera del tiempo de renovación y cambio, de proyección y amor a la humanidad, un nuevo despertar a la tolerancia.
El amor a la humanidad también es digno de recordar en el Solsticio de Invierno, en la sombra que el frío nos obliga a iluminar.
Ese amor a la humanidad, también es el que abre la gran puerta de entrada al templo de la concordia, por donde debemos acceder para que la renovación sea efectiva y que debamos brindar al futuro seres capaces de multiplicar los valores hasta el final de los siglos, porque nuestra tarea, es permanente, nuestros objetivos son la humanidad y nuestra herramienta principal, es la Institución que nos cobija.
Este conocimiento simbólico es uno de los tantos que busca el masón.
Pero nuestra celebración no culmina en él. De allí que durante la celebración del solsticio, se brinde por Marte (Ares para los griegos), símbolo de la lucha, lo activo, lo masculino; por Mercurio (Hermes Trismegisto para los griegos), símbolo de la inteligencia; por Venus (Afrodita para los griegos), símbolo del amor, lo pasivo, lo femenino, por Júpiter (Zeus para los griegos), símbolo de la voluntad; por Saturno (Cronos para los griegos), símbolo del devenir. Todas, manifestaciones de tipo universal y humana. Todos símbolos, todos expresión de un concepto difícil de asir, al cual debemos llegar, y para el cual el símbolo es un puente, es aquella parte del camino que nos une con la idea trascendente.
El pensamiento simbólico es un indicador del despertar del hombre. Y ese despertar es inevitablemente individual.
La Masonería ha quedado viuda de Hiram, hasta que encuentre los signos verdaderos, resucite Hiram y vuelva la Luz. Solo cuando brille el Sol de la verdad, no serán necesarios mitos, ni leyendas. Mientras tanto perdurará el mito del Solsticio.
He dicho
Álvaro Rodríguez, 33º
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