viernes, 11 de diciembre de 2015

Acerca de la iniciación de la mujer

Acerca de la iniciación de la mujer


Acerca de la iniciación de la mujer y la mezcla
(Intento de aportar fecundidad a un diálogo estéril)
Este texto ha sido publicado por la revista Masonica de la obediencia suiza Alpina, n°26/2010. La Chaîne d’Union, París, Julio de 2011.
Los partidarios de aceptar mujeres en el Gran Oriente de Francia hablan del tema sin mencionar jamás la razón de ser de la iniciación masónica. No hacen ninguna diferencia entre las sociedades civiles y las sociedades iniciáticas. Evocan únicamente los puntos de vista sociales y políticos que podrían servir de apoyo a la aceptación de las mujeres, y hay quien pretende que el carácter masculino del GODF, puesto que no figura en sus estatutos, sería una forma de discriminación y, en consecuencia, ilegal, susceptible de acción judicial.
Esta óptica da una imagen deformada de la Francmasonería.

Las Masonerías femeninas y mixtas existen en Francia desde hace décadas y el GODF recibe a las Hermanas y a sus columnas. En consecuencia, el aspecto societal del debate resulta bastante arcaico. La única cuestión válida es saber si, en relación a la evolución de nuestra sociedad, la modificación del sentido de la iniciación masónica es tan profunda que exige cambios de organización y procedimientos.
¿El mundo habrá cambiado hasta el punto de exigir una iniciación común de hombres y mujeres? No podemos excluir esta posibilidad, pero tampoco es seguro que sea así. Si el día de mañana esta hipótesis resulta ser justa, habrá que cambiar los rituales. Esta necesidad eventual de modificar nuestros rituales no ha sido mencionada nunca durante los debates que, sin embargo, son muy antiguos, sobre la iniciación de las mujeres en el GODF y sobre su ”carácter mixto”.
Para que estos debates lleven a algún lado, hay que concentrarse en esta pregunta.
1. Razones históricas del debate sobre la iniciación de las mujeres
La Constitución de 1723, redactada por los pastores Anderson y Desaguliers, base y punto de partida de toda la Francmasonería moderna, no admite entre los Masones ”ateos, mujeres, sirvientes”. Esto podría parecer justificado en el siglo XVIII, pero el mundo ha cambiado y también la Masonería ha evolucionado.
A nivel político y social, al menos en teoría, la igualdad de los sexos ya no plantea un problema, ni en Gran Bretaña, ni en Francia, ni en otros países de Europa. En cuanto a la Francmasonería femenina, la Gran Logia Unida de Inglaterra la reconoce, lo que no significa que reciba mujeres en sus columnas. Admitir la igualdad de derechos sociales y políticos, así como también el derecho de las mujeres a la admisión a la Francmasonería, no implica automáticamente la recepción, en las logias, de los iniciados del sexo opuesto. El punto de vista de la UGLE (UGLI) es, sin duda alguna debatible y efectivamente se lo cuestiona, pero será defendible hasta tanto no se haya demostrado que la iniciación separada de hombres y mujeres, lo que casi siempre ha ocurrido a través de la historia, no se justifica.
2) Iniciación: ¿para qué?
Tradicionalmente, la iniciación es el paso de la infancia, período en el que cada niño tiene la impresión de que el mundo entero gira alrededor de él, a una edad en la que el ser humano debe entender que las cosas no son así.
La iniciación le permite
descubrirse como parcela, más o menos grande, más o menos importante, de los seres colectivos como la familia, la escuela, la empresa, el sindicato, el partido, la iglesia, la ciudad, etc., hasta la humanidad toda.
entender su lugar en el universo, lo que implica preguntas metafísicas: ¿quién soy? ¿de dónde vengo? ¿cuál es el origen del mundo? si lo ha creado una ”voluntad”, ¿qué relación tiene la humanidad con esta voluntad? ¿estamos separados de ella? ¿somos parte de ella?,
aceptar su personalidad y su destino, admitir los límites inherentes a la condición humana, afrontar la idea de su muerte,
aprender a cumplir su rol en relación a la sociedad (lo que hará más o menos bien en función de la comprensión de las preguntas precedentes).
Con la iniciación, la sociedad da a entender a los adolescentes que en adelante los considerará adultos. En la Francmasonería, al ponernos de vez en cuando en situaciones de adolescentes mediante iniciaciones sucesivas y evolutivas, nos recuerda que siempre somos “aprendices” eternos.
La iniciación es, entonces, un proceso psicológico (individual), filosófico (que incluye la dimensión metafísica) y político (que concierne a toda la sociedad).
El hombre nace solo pero crece con los demás
El paso de la infancia – ”centro del mundo” – a la edad adulta, es un nuevo nacimiento, motivo de todas las iniciaciones. El niño ”muere” en su antigua vida, individualista, para renacer en la vida colectiva, lo que obviamente no significa abandonar su individualidad, ni la curiosidad y creatividad propias a la infancia. Se trata de asimilar la naturaleza doble del hombre, a la vez individuo y parcela más o menos inseparable de las colectividades a las que pertenece y luego aprender a vivir simultánea y armoniosamente con estos dos polos de su ser. El hombre nace solo, pero crece con los demás y termina por disolverse en sus descendientes, en la humanidad, o bien, si es creyente, por acercarse a su dios o sus dioses.
Se trata de un cambio complejo, difícil, doloroso, imposible de dominar exclusivamente con la razón. Es por todo esto que la iniciación masónica, como todas las iniciaciones tradicionales, no es solamente una enseñanza sino, por sobre todas las cosas, una experiencia particular de vida. Los ritos y símbolos iniciáticos representan la transformación de la ”oruga” en ”mariposa” humana por medios que apuntan tanto al intelecto como a todos los sentidos. Siempre cumple un papel doble: probar la capacidad de los recipiendarios para adaptarse a la vida en sociedad (no solamente como individuo pasivo que la soporta, sino como miembro activo que sabrá actuar en pro del bien común) y contribuir a su comprensión del universo. A veces, al menos en las sociedades primitivas, la iniciación podía ser violenta porque debía poner a prueba las posibilidades de supervivencia de los adolescentes en un medio hostil. En la Masonería es simbólica, ya que en la actualidad esta adaptación ya no exige necesariamente fuerza física o gran coraje.
Última sociedad iniciática occidental, la Francmasonería se dirige únicamente a los adultos. Teniendo en cuenta la expansión de nuestro ”pueblo” hasta cubrir la tierra toda, y la complejidad de nuestro mundo, en este momento de lo que se trata es de aceptar todas las civilizaciones y de incorporarse a la humanidad, y no solamente a los grupos de escala menor. (No es casualidad que la Masonería moderna haya nacido después delRenacimiento, en el Siglo de las Luces (la Iluminación), cuando Occidente descubrió la escala planetaria de la humanidad y la interdependencia de todas las formas de vida). En relación a los períodos precedentes, el campo de iniciación se ha ampliado. No se detiene con la adolescencia sino que exige años y años y, por qué no, toda una existencia. Hemos recordado más arriba cómo nuestras iniciaciones nos recuerdan que el Francmasón es un “aprendiz eterno”.
A veces se alega que las mujeres no necesitan ser iniciadas
Ciertas sociedades ancestrales iniciaban únicamente a los hombres, pero había otras que consideraban que la iniciación de las mujeres no era menos necesaria. ¿Qué motivos podrían explicar la existencia de esta segregación?
A veces se pretende que las mujeres no necesitan iniciación ya que saben, gracias a su capacidad de procrear, que son a la vez ”una” y ”varias”. La madre está ”soldada” física y psicológicamente al niño, o sea, a un ser que no es ella misma. Si esta comprensión innata (o tal vez adquirida durante el embarazo y, para ciertas mujeres, sólo después de un duro combate con ellas mismas) de la bipolaridad humana, inherente a las mujeres puede, en última instancia, parecer suficiente en las sociedades en las que quedan limitadas a su familia y al círculo de hijas y madres, esta “iniciación biológica” no alcanza en el mundo actual donde realizan las mismas tareas que los hombres y se plantean las mismas preguntas sobre su lugar en el mundo y el cosmos. Como participan en la gestión de nuestras sociedades deben ser iniciadas, claro que teniendo en cuenta su diferencia en los procedimientos de iniciación. La iniciación de las primeras mujeres, a fines del siglo XIX, corresponde a esta convicción.
3) El carácter mixto de las logias
¿Cabe entonces deducir que el Gran Oriente de Francia debe iniciar a las mujeres, o bien que todas las obediencias masónicas deben ser ”mixtas”?
El primer argumento de los defensores de la iniciación de las mujeres en el GODF es la igualdad de los sexos. Esta igualdad ya no se cuestiona. Si en Francia, junto a la Masonería masculina no existieran obediencias femeninas o mixtas, este debate no tendría razón de ser. Por suerte no es así. Existen, funcionan bien, son reconocidas por la Francmasonería masculina “abierta” y se comunican con ella.
Algunos Hermanos piden la admisión de las mujeres al GODF en nombre del universalismo masónico. Se preguntan cómo podemos ser ”universales” si no aceptamos entre nosotros la ”mitad de la humanidad”. Hay que tener en cuenta que, si bien la Francmasonería es universalista, no pretende reunir en su seno a la totalidad de los humanos. Iría en contra de sus fundamentos filosóficos y sus métodos de trabajo. Al mismo tiempo que aboga por la fraternidad de todos, selecciona a sus miembros y nunca ha postulado que todos los hombres y las mujeres deberían formar parte de ella. La Francmasonería no es como las religiones monoteístas o ciertos partidos políticos que sólo conciben la salvación del hombre convirtiéndolos y englobándolos.
Un razonamiento similar pretende que “no podemos negar el derecho de voz a la mitad de la humanidad”, o bien, “no podemos dejar de escuchar a la mitad de la humanidad”. Por un lado, así como los hombres que no pertenecen a nuestro movimiento, las mujeres no necesitan estar presentes en nuestras columnas para expresarse, tampoco para que las escuchemos. La Francmasonería no vive en circuito cerrado, interesándose en ella misma solamente. Por un lado, la Francmasonería, y mucho menos un Gran Oriente o una Gran Logia, no tienen derecho exclusivo a la palabra. Las mujeres, iniciadas o no, al igual que los demás “profanos” no nos han esperado para hacerse escuchar. Y, cabe preguntarse sobre este punto, ¿qué cambiaría la presencia de algunas Hermanas en nuestras logias? No podrían pretender, como nosotros mismos no podríamos, hablar en nombre de todas las mujeres ya que todas ellas tienen derecho a expresarse.
En nuestro caso, si bien comparten nuestra filosofía universalista, ¿por qué nuestras Hermanas de las obediencias femeninas no se plantean preguntas de este tipo? ¿Por qué no piden iniciarnos? ¿Y nosotros lo querríamos?
Por ejemplo, la Gran Logia Femenina de Francia no considera que el carácter masculino del GODF sea una forma de desprecio de la mujer y se niega con constancia a iniciarlas en el seno de nuestra obediencia. Nuestras Hermanas pueden preservar la Masonería femenina porque aprecian la posibilidad de reunirse en logias en tanto que simples seres humanos, sin pensar ya en sus papeles de hijas, esposas y madres, sin preocuparse por la seducción, contentas de olvidar por un momento las relaciones de dominación que viven en las empresas, partidos políticos u otros grupos profanos, e incluso en su propia familia. (Véase la investigación del Senado sobre el carácter mixto de las obediencias, en la revista Humanisme, París, n°67/2004). Sólo podemos respetar su decisión.
Nuestras hermanas desean escapar en la logia, por un momento, al juego de la seducción. ¿Y nosotros, los hombres? Para nosotros, el tema de las relaciones entre los sexos no se plantea de la misma forma (razón de más para respetar el punto de vista de la GLFF) pero, aún así, es un elemento que hay que tener en cuenta. Nadie puede negar que la atención de la mayoría de los hombres se polariza firmemente hacia la conquista femenina y, en consecuencia, cuando van en esta dirección, su libertad para meditar sobre otros temas queda restringida. Según biólogos que han realizado investigaciones sobre el cerebro, los hombres, a diferencia de las mujeres, no saben hacer más de una cosa a la vez… ¿No será éste, acaso, un “metal” que debemos dejar fuera del Tempo, al menos de vez en cuando?
Último argumento esgrimido: los hermanos pretenden que las mujeres deberían ser iniciadas al GODF porque es distinto de otras obediencias. En otros lugares, no encontrarían el mismo tipo de Francmasonería. ¿Es así? En 1982, cierto número de logias se desprendió del GODF, con su conformidad, para crear una nueva federación de ritos, la Gran Logia Mixta de Francia. Comparte el espíritu y los procedimientos de su obediencia madre, pero inicia a las mujeres. (En 2010, tenía entre 2500 y 3000 miembros, repartidos aproximadamente 50/50% entre hombres y mujeres). ¿Qué impide a quienes quieren que el GODF sea mixto, sumarse a la GLMF? Las logias del GODF que, recientemente, han iniciado a las primeras mujeres, no lo han hecho. ¿Qué motiva su negación a moverse? Si, en lugar de ser de la misma calidad o mejor, la GLMF no fuera tan buena (no es un juicio sino una cuestión teórica), ¿por qué, en lugar de tratar de encontrar un remedio, correr el riesgo de que la GODF llegue al mismo resultado?
La experiencia de los hombres y las mujeres no es la misma, nada más lejos. Su percepción del mundo y su capacidad para absorber conocimientos tampoco lo son. Su manera de construirse y encontrar un lugar en el mundo, en consecuencia, no puede ser idéntica, aunque hombres y mujeres pueden andar parte de este camino juntos.
Las obediencias mixtas representan un caso particular. Cuando surgieron, en 1882, constituían una afirmación de la igualdad de derechos de la mujer en relación a los hombres. Se imponían a la Francmasonería sin plantearse preguntas sobre el aspecto iniciático. Conservaron ritos y rituales masculinos. ¿Es satisfactorio? ¿Habría que cambiarlos? Si el carácter mixto, como ciertas obediencias lo practican desde hace más de un siglo, fuera LA solución, ya se hubiera impuesto en el GODF y otros. Pero no es así. Las obediencias mixtas deben considerarse laboratorios que observan la evolución de las relaciones entre las mujeres y los hombres para, llegado el momento, probar nuevos rituales antes de proponerlos para toda la Francmasonería.
Nuestras Hermanas de las obediencias femeninas no piden fusionarse con las obediencias masculinas
Como máximo, exigen el derecho de visita que nos otorgan generalmente en sus logias. Recíprocamente, la mayoría de los Talleres del GODF, teniendo todos ellos la libertad para hacerlo, les abre sus puertas. Sin embargo, no se ven invadidos por visitantes femeninas que, por añadidura, raras veces intervienen en los debates. Tienen derecho a hacerlo, pero mayoritariamente parecen preferir observar simplemente nuestra manera de ver. Y, a la inversa, insisten en poder desarrollar en el seno de las logias femeninas su propia visión del mundo, fundada sobre sus vivencias específicas. Es una gran fuente de inspiración estudiar y comparar el trabajo de las logias masculinas, las logias femeninas y las logias mixtas, lo que la Masonería “liberal” no solamente tolera sino fomenta. La uniformidad nos privaría de esta riqueza.
Las motivaciones de las Hermanas que quieren conservar sus obediencias femeninas no son muy distintas a las de la mayoría de los Hermanos que optó por una obediencia masculina, en lugar de pedir la iniciación en una logia mixta.
Los hombres y las mujeres son iguales, sin por ello ser idénticos. Están hechos para vivir juntos. Pero para alcanzar la plenitud, es necesario que cada uno afirme su personalidad en su particularidad. Vivir juntos no significa renunciar a ser uno mismo. Basta con mirar a nuestro alrededor para convencerse de que las mujeres a veces necesitan encontrarse entre ellas y los hombres entre ellos.
4 El futuro
Es posible que la evolución de mujeres y hombres converja y que un día, tal vez mañana, tengan necesidad de iniciarse juntos. ¿Será una iniciación común en su globalidad, o solamente parcial (como sucedía en ciertos pueblos donde la preparación para la vida sexual de muchachos y muchachas se producía al final del proceso)? Teniendo en cuenta que los Francmasones modernos se dirigen a los adultos que ya han vivido su iniciación sexual, el problema no se plantea de este modo (¡lamentablemente!), pero eso no implica que no pueda ser útil crear rituales que permitan consagrar una parte de la iniciación a los hombres y a las mujeres juntos para llegar a una mejor comprensión mutua y una coexistencia más pacífica.
En conclusión: El debate recurrente del GODF sobre las logias mixtas se basa en premisas que parecen lógicas pero que también podrían apoyarse en prejuicios ideológicos o motivaciones inconscientes inconfesables. Más que sobre aspectos societales, las investigaciones sobre este problema deberían apuntar a su dimensión iniciática.
“En lugar de empobrecerme, hermano mío, tu diferencia me enriquece,” escribió Saint-Exupéry. Sería una pena privarse de la diversidad de las Masonerías ”abiertas”.
Peter Bu

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