viernes, 1 de julio de 2016



✠ De "Milites Christi" a "Milites Templi" ✠

"...en un primer momento, el rey Balduino II hospedó a los monjes-soldados en una sala de su palacio, es decir, de la mezquita de Al-Aqsa, sobre la enlosada explanada de lo que entonces se denominaba Templo de Salomón. En 1120 el rey Balduino II transferirá la residencia real a la Torre de David, más fácil de defender y fortificar. Dejó a los templarios la libre disposición de su ex-palacio, cosa que prueba hasta la evidencia que eran más de nueve un año después de su creación. Fue aquí donde se instaló la casa presbiterial de la orden, de donde, de Milites Christi (Caballeros o soldados de Cristo) pasaron a tomar el nombre de caballeros del Temple o templarios. De ahí que uno de sus sellos represente el Templum Salomonis. Balduino II, siempre escaso de efectivos militares, comprendió perfectamente el beneficio que significaba la cofradía naciente: nada menos que un pequeño ejército permanente, un cuerpo de élite susceptible de intervenir a la primera señal. Según el sistema feudal, no disponía de un ejército en el sentido moderno del término, sino del concurso más o menos eficaz de sus barones y de sus hombres. Corría el riesgo de sufrir una catástrofe, hundimiento inmediato y total a consecuencia de la dispersión de sus fuerzas y del retraso producido en su «movilización» en caso de un ataque repentino y masivo por parte el adversario. Apoyó entonces la iniciativa de Hugo de Payens con todo su poder y toda su inteligencia, que era viva y penetrante. Sin duda los templarios proseguirían su primigenia misión de guardia religiosa y continuarían protegiendo a los peregrinos entre Caifas y Cesárea, pero era primordial que nutrieran también un cuerpo permanente del que el rey de Jerusalén pudiera disponer para la defensa de Tierra Santa. En ese caso había que procurarles todos los medios, ya que los templarios no existían institucionalmente y no tenían vestidos específicos ni reglamento propio. Todavía la Iglesia no les había reconocido. Indudablemente su estado de monjes-soldados despertaba las sospechas de algunos eclesiásticos y provocaba las primeras críticas, es decir, el escarnio de los clérigos. Si se deseaba que el Temple prosperara y que su reclutamiento no fuera sólo local había que interesar en ello a Occidente y obtener en primer lugar la aprobación pontificia"...

✚ Fuente: La vida cotidiana de los templarios en el Siglo XIII de Georges Bordonove

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