martes, 29 de noviembre de 2016

EL VENERABLE MAESTRO

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EL VENERABLE MAESTRO

El concepto venerable en uno de sus significados, expresa: “Lo que es digno de veneración, título que se da a personas de sólida reputación y reconocida autoridad, adquirida por la madurez de su juicio y por su haber y grandes virtudes. Es renombre o tratamiento de mucha significación entre los Francmasones, y con el que se distingue o designa en algunos países al maestro que ejerce el cargo de Presidente de las logias simbólicas”(1).
Esta bella y honrosa recompensa digna del mayor encomio cuando recae en hermanos beneméritos y acreedores de ésta y aun de mayores distinciones, debe otorgarse siempre a los V V.•. H H.•. con la mayor circunspección y no puede prodigarse, porque el V.•. H.•. investido con esta dignidad goza de ella durante todo un ejercicio, y vive la sensación durante toda su vida.
El Venerable Maestro jamás perderá de vista que se debe por entero al servicio de la logia que le ha honrado con sus sufragios otorgándole su confianza y representación, jamás verá amigos o enemigos en su logia, sino hermanos a quienes distinguir por igual. Parco en la censura y prudente en las alabanzas, procurando que su imparcialidad nunca pueda ser puesta ni por un solo instante en tela de juicio, estudiando y reflexionando el carácter y las disposiciones de los QQ.•. HH.•. del taller, siempre vigilante y dueño de sí, previsor y prudente.
“El Venerable Maestro siempre será querido y respetado cuando se encuentre en el amor de sus hermanos y en la tranquilidad de su conciencia, es la única recompensa digna de sus desvelos y merecimientos”(2).
La escuadra como sabéis constituye “la joya del V.•. M.•., es símbolo de su rectitud, porque debe ser el masón más recto, justo y virtuoso de la logia”(3).
Considero contradictorio hablar de un buen masón o de un mal masón y el mismo principio debe aplicarse para un V.•. M.•., sencillamente podemos expresar que se trata de un buen masón o de un mejor masón.
El mejor masón debe ser virtuoso por excelencia, no solamente dentro de los trabajos de logia, sino también en el mundo profano, el maestro debe seguir siempre el camino de la verdad.
Como lo indica nuestra Liturgia del Primer Grado, en el ritual de instalación: “el V.•. M.•. es el jefe del taller. Con el alto sentido de responsabilidad que este cargo implica en el desempeño de sus funciones, siempre conexas a su dignidad, debiendo ser hombre bueno, recto y justo, que obedezca las leyes morales y fomente la práctica de las virtudes; como ciudadano debe ser pacífico y también respetuoso de las leyes del país en que vive y de su gobierno cuando éste es legítimo, trabajar con inteligencia y vivir con honradez cultivando siempre los principios sociales que distinguen y enaltecen.
“Entre otras muchas obligaciones se encuentran las de estimular el conocimiento de las artes y de las ciencias, debe cumplir y hacer cumplir a todos los QQ.•. HH.•. de su taller con oportunidad y decisión en todos los deberes masónicos, velando siempre por el progreso de la logia” (4).
“El Venerable Maestro debe haber estudiado la ciencia masónica y haber desempeñado los puestos y dignidades inferiores. Así mismo es menester que posea un conocimiento profundo del hombre y de la sociedad y un carácter firme, pero razonable. Las atribuciones y deberes de los Venerables Maestros son muchos y de diversa índole”(5).
El Venerable Maestro se coloca en Oriente “uno de los cuatro puntos cardinales representado en las logias por el costado que se haya enfrente de la entrada, se coloca bajo dosel para dirigir los trabajos de los obreros; designa al primero de los cuatro puntos cardinales, opuesto a occidente y se denomina además Este o Levante.
“El Oriente es la parte del mundo que ha servido de cuna a todas las generaciones humanas, en las que han aparecido los legisladores sagrados cuya autoridad reconoce la Europa entera (escribía Napoleón: El Oriente es, de donde como el Sol, salen todos los hombres eminentes y todas las cosas grandes).
“Además del V.•. M.•. tienen su asiento en Oriente, los V V.•. H H.•. Orador y Secretario, el Primer Diácono, grandes dignatarios y oficiales de la Orden y visitadores revestidos de alguna dignidad o de altos grados”(6).
El Venerable Maestro simboliza astronómicamente al planeta Sol, por ser el astro que alumbra la tierra durante el día, debe dar luz con la práctica de sus virtudes y con el ejemplo, el Sol, astro luminoso que gira sobre sí mismo de Occidente a Oriente y proyecta incesantemente luz y calor sobre cuantos cuerpos celestes forman parte del sistema planetario, da a la tierra el calor y la luz que la fecundan y vivifican; inmenso, indivisible, imperecedero y omnipresente, foco perenne de luz; los brillantes Devas, así conocidos los dioses por los Ario-indos allá en los albores de la Historia, llamaban al Sol como el pusán que significaba el beneficio, y lo definían como el dispensador de bienes, el nutridor que con su arado de oro marca el surco al labrador, el que conoce todos los caminos y celoso los vigila recorriéndolos eternamente”(7).
“El V.•. M.•. en L.•., como ya se dijo, representa al sol, astronómicamente, sin embargo tiene el valor esotérico que puede analizarse desde varios puntos de vista, uno de éstos es el que se refiere al sol como generador de vida en la mayoría de los sistemas religiosos creados a través de la historia.
“Desde el origen de la humanidad las principales concepciones religiosas tuvieron sus raíces en la reverencia al sol como padre y a la luna como madre. El solsticio de invierno que generó los mitos solares, es la fecha en que se festeja al Sol Naciente.
“El sol Hombre es parido por la madre noche, representada por la luna o por la estrella de la mañana que se manifiesta con figura de mujer, Venus, la Magna Mater como vía de acceso del espíritu a la materia.
“En las civilizaciones antiguas puede notarse la presencia de los dioses asociados al sol, como Marduk de los Babilonios, interpretado como hijo o ternero del sol y que llegó al mundo para hacerse mortal, ser sacrificado y finalmente resucitar, convirtiéndose en la constante de los cultos al sol el llevar la muerte a los altares.
“Entre los Druídas, la espada flamígera se llamaba de Belino, dios del sol y veneraban el muérdago nacido bajo la luna y milagroso bajo el sol, debiendo ser hombre quien lo cortara con una hoz de oro, para simbolizar la forma lunar en fusión con el metal solar, porque siempre la naturaleza solar, masculina, era la esencial para no desvirtuar la naturaleza trascendente del vegetal.
“Los ingleses llaman al muérdago holy, o sea, santo, refiriéndose a su propiedad esencial para unir al hombre con la divinidad.
“Los Fenicios consideraban imperativa la condición de que los primeros rayos del sol de cada día alcanzasen el Santuario, para que al ‘estallar’ ahí, su luz impregnase el Templo, en su calidad de cueva y de útero virginal, pero esto debía ser propiciado por el sacerdote, cuya masculinidad es imprescindible para actuar en afinidad con la naturaleza insemínadora del rayo lumínico.
“¡Imposible que el femenino pueda fecundar a lo femenino!.
“Esta es la secreta condición que impide a las mujeres oficiar como sacerdotisas y proviene de las más remota antigüedad, mucho antes del Cristianismo”.(8)
Recordad mis QQ.•. HH.•. que el Sol declina hacia el ocaso para indicar en lenguaje figurado que es vencido por las tinieblas, que simbolizan el genio del mal y recordad también que reaparece de nuevo sobre nuestro hemisferio y en esta alegoría se nos presenta como vencedor y resucitado, la muerte y resurrección son imagen de las vicisitudes de la vida y de la vida que nace de la muerte.
El V.•. M.•. no puede juzgarse a sí mismo como el más puro de todos los QQ.•.HH.•. del taller ni como el más puro de todos los hombres, debe ser siempre movido en lo profundo de su conciencia hacia la superación dentro de una crítica reflexiva, constante, sincera, rigorista y serena, que le permita elevar su propio espíritu contribuyendo a la elevación del de todos aquéllos que lo rodean, permitiéndole cubrir con un velo que se convierta en su pensamiento de reflexión filosófica, tan potente que llene al taller y a cada uno de sus miembros con la luz de la concordia y dando el calor que sólo puede dar el Sol al sistema planetario, llenando de fertilidad a nuestro planeta en todos sus aspectos cósmicos, circundándolo hasta el más microscópico de ellos, lo cual nos permite simbólicamente que sigamos nutriéndonos, perfeccionándonos y evolucionar mejorando el mundo que nos rodea.
E.•. C.•.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
1.- Diccionario de Masonería. Editorial Grijalbo, S. A. de C. V., México, D.F., 1990. Tomo III.
2.- Enciclopedia de la Masonería. Publicaciones Mundial, México, D.F., Tomo II.
3.- Frau Abrines, Lorenzo. Diccionario Enciclopédico de la Masonería. Publicaciones Mundial. Barcelona, España, II Tomo.
4.- Liturgia del Primer Grado. Ediciones y Publicaciones Valle de México, 1998.
5.- Revista: Más Allá de la Ciencia. Año VI, No. 3-0101-04. J.C. Ediciones, S.A., Madrid, España.

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