martes, 15 de agosto de 2017

El mito de Prometeo y la masonería



El mito de Prometeo y la masonería

Prólogo

Conocer los mitos y leyendas del pasado, que en general son ficciones de historias que han sucedido realmente, nos permite comprender el presente, para de ese modo estar más preparados para afrontar el futuro.

Recordemos la historia de Prometeo, el “ladrón del fuego divino”, una de las claves sobre las que se halla concebido el origen de la humanidad según los griegos, la eterna oposición entre las tinieblas y la luz, la curiosidad y la sabiduría, la lucha contra el poder establecido y el siempre presente tema de la bella mujer tentadora y peligrosa.

El mito tiene tres etapas. La primera corresponde a la creación del hombre, e incluye el robo del fuego, elemento básico para la elaboración del concepto de cultura. La segunda se refiere a la seducción del hombre por una bella mujer y la tercera cuenta el castigo al héroe (Prometeo) de parte del poder establecido.

La Leyenda

Según la leyenda griega los elementos de la naturaleza fueron la primera generación de divinidades primordiales y quienes crearon una raza de gigantes que habitaron la Tierra antes de la creación del hombre denominados Titanes. Posteriormente estos Titanes comandados por Cronos (el dios del tiempo) destronaron al Cielo, la tierra y al resto de las divinidades primordiales.

Cronos reinaba sobre los Titanes y se comía a sus hijos a medida que nacían para que no lo destronen, pero cuando nació Zeus su madre engaño a Cronos dándole una piedra a para que la comiera en su lugar. Posteriormente Zeus mata a Cronos y libera al resto de sus hermanos para que formen parte de los Dioses Olímpicos. Después, Zeus sucede a su padre y junto a sus hermanos vence a los Titanes en una guerra sangrienta que lleva a los olímpicos al poder.

Siguiendo la lógica de esa evolución, la raza que sucediera a los olímpicos, en términos de tiempo, debería, en igual forma, combatirlos y destronarlos.

Prometeo, un Titán que no luchó contra los Dioses Olímpicos, sabia que en la tierra reposaba la simiente de los cielos, por eso recogió arcilla, la mojo con sus lágrimas y las amasó, formando con ella el cuerpo de “Los Hombres” a imagen y semejanza de los dioses. Fue así que surgieron, según la leyenda, los primeros seres humanos, que poblaron la tierra. “Atenea”, diosa de la sabiduría, insuflo en ellos el espíritu o soplo divino. Prometeo además les enseño el modo de dominar la naturaleza y de conocerse a sí mismos.

Zeus, sospechaba de los seres humanos, ya que no fue él quien los creo, y no tenia interés alguno en mantenerlos en la tierra. Por consiguiente, cuando “Prometeo” reivindico para ellos el fuego, que les era imprescindible para la preparación de los alimentos, para el trabajo y principalmente para el progreso material y desenvolvimiento espiritual, el Dios griego decidió negárselo, temiendo que las nuevas criaturas se volviesen más poderosas que él. Entretanto Prometeo resolvió frustrarle sus planes, con la intención de conseguir para los hombres ese precioso instrumento.

Con un palo hecho de un pedazo de vegetal seco, se dirigió al carro del “Sol” donde a escondidas tomo un poco de fuego, trayéndolo para los seres humanos. Al dar fuego a los hombres, Prometeo los libera definitivamente de la dependencia divina. Sin el fuego, no sería posible transformar el medio ambiente, ni adaptarlo a las necesidades físicas de cada pueblo, de cada región. Alrededor del fuego se reunían los hombres primitivos, haciendo de ese elemento un importante factor de sociabilidad.

El fuego no es sólo el instrumento de transformación de las substancias, de cocción de los alimentos, de creaciones artesanales como la cerámica o la metalurgia. El fuego representa, también, la luz y el calor. Pero también agente de destrucción. Maravillados por sus propias invenciones, se imaginaron iguales a los dioses y dejaron de hacer sacrificios a los inmortales.

Solo cuando por toda la tierra se encendieron las fogatas, es que Zeus tomo conocimiento del robo de Prometeo, pero ya era tarde. Puesto que ya no podía confiscar el fuego a los hombres, concibió ahí para ellos un nuevo maleficio: Les envió una Virgen creada artificialmente, “Pandora”, el símbolo de los deseos terrenales, de belleza incomparable, con un ánfora portadora de muchos males. Prometeo le advirtió a “Epimeteo”, su Hermano de no aceptar ningún presente de Zeus, pero este no lo recordó y recibió con alegría a la linda doncella, quien abrió la caja de los males los cuales se esparcieron rápidamente sobre la tierra. Junto a ellos se encontraba él más precioso de los tesoros, “La esperanza”; pero Zeus le había encomendado a Pandora no dejarla salir y así fue hecho. El ánfora se cerró justo antes de que la esperanza fuera liberada y nunca salió. Una vez que Pandora liberó todos los males, la humanidad se quedó sin esperanzas.

Los hombres que hasta aquel momento habían vivido sin sufrimientos, sin dolencias, sin torturas y sin vicios, comenzaron a partir de entonces a corromperse sin “Esperanza”, olvidándose el objetivo de su propia existencia, “La Evolución”.

Castigada la humanidad con un diluvio del que se salva solo una pareja, Zeus decide castigar a Prometeo, y lo envía al desierto, donde fue encadenado a la pared de un abismo, de pie, sin reposo alguno, durante 30 siglos, sufriendo la amargura de que su hígado sea devorado por un águila que venia cada día a la región para dicho fin, después de que el órgano se volviera a reconstituir.

Tal suplicio concluye cuando Heracles, hijo de Zeus, mata al águila liberándolo. Zeus respeta la decisión de su hijo y termina liberándolo. Este mito nos revela que Prometeo es aquel que roba a los dioses el fuego del saber, el conocimiento sagrado, las antiguas tradiciones para trasladarlas a los hombres sin importarle sus propios dolores

Prometeo se reconcilia con Zeus y entra en el Olimpo. Las consecuencias de esa culpa son olvidadas. El fuego deja de ser un poder destructivo para constituirse en un elemento purificador, con el cual se realizan los sacrificios divinos.

Puntos clave y elementos para la reflexión



1. El fuego: Marco de Civilización y evolución espiritual

Queriendo salvar al hombre de la destrucción, Prometeo le dio el fuego. Este es un mito. Ningún mito es verdadero en la forma en que es presentado, pero muchos mitos contienen algo de verdad. En el ejemplo presente, el hombre no recibió el fuego como un don de Prometeo o de ningún otro dios; lo descubrió él mismo por su propia inteligencia. Los griegos reconocieron esto, puesto que interpretaron a la figura de Prometeo como el símbolo de la inteligencia humana. Además, reconocieron que la inteligencia era inseparable la facultad del lenguaje. El hombre se diferencia de los animales por poseer el logos, que significa razón, entendimiento y también lenguaje.

El fuego es un símbolo sagrado, dependiendo de cómo se utiliza, puede iluminar o quemar. Ilumina a los que actúan de acuerdo a su conciencia, pero puede ser el infierno para los curiosos o inconscientes.

2. Entre la sabiduría y el casamiento.

Prometeo significa todas las tendencias que nos empujan a saber, porque no es lo mismo entender que saber; saber, es saber hacer. Justamente la duda producto del razonamiento genera la desconfianza e intenta advertir a su hermano, que no acepte regalo alguno de Zeus. Pero este siendo desmemoriado lo hace, para luego abrir la famosa “caja de Pandora” seducido por los
encantos de la doncella, la cual fue creada artificialmente, al ser creada de dicha manera no posee alma, representando a la muerte y el error. Luego se casan ambos, es decir quedan establecidos aquellos vicios y males.

El contenido de la fábula es, como se ve, análogo al del relato mosaico. Prometeo es Lucifer. Epimeteo y Pandora constituyen la primera pareja humana, que paga con su felicidad el robo del “fuego celestial” (que aquí sustituye a la manzana). Y el resultado de ello es la desdicha del género humano motivada, como en el Paraíso, por la curiosidad de la primera mujer. Es sorprendente el parecido con la historia del Paraíso y la Caída por una mujer tentadora y peligrosa. También hay coincidencias respecto al libre albedrío y al diluvio.

Los Griegos la presentaban a Pandora como la primera de entre las mujeres, que en sí mismas traen el mal: en adelante, el hombre debe optar por huir del matrimonio, a cambio de una vida sin carencias materiales, pero sin descendencia que lo cuide y que después de su muerte cuide sus bienes; o bien casarse, y vivir constantemente en la penuria.El mito intenta imponer a la mujer la culpa de todos los males de la humanidad, estaríamos por tanto ante un ejemplo de mito de una sociedad patriarcal que se ha impuesto a una antigua sociedad matriarcal.

3. La lucha contra el poder establecido

La alegoría de Prometeo simboliza el rescate de lo justo y verdadero, a costa del propio sacrificio y sufrimiento. Pues al intentar estimular el conocimiento de los hombres para hacerlos más racionales, se debe enfrentar necesariamente al poder instituido, deseoso de mantener las cosas tal como están. El castigo que el establishment realiza sobre el héroe altruista que lo desafía, debe ser ejemplar para evitar su imitación.

Es importante reconocer el paralelismo existente entre los dioses del Olimpo y el poder religioso y político instituido, que durante siglos han mantenido a la humanidad subyugada a intereses mezquinos de una minoría, de forma totalmente arbitraria.

Por ello esta leyenda debe llamarnos a la reflexión, a todos y en particular a nosotros los masones, ya que como hijos de la luz a la cual nacimos, debemos seguir luchando por un estado laico, libre, de educación gratuita y de acceso a todos los niveles. Sin embargo nos encontramos hoy adormecidos, avalando con nuestro silencio a esos dioses falsos en cualquiera de sus nombres o formas.

Conclusiones personales

Me llama la atención la nitidez con que la mitología griega nos habla de la existencia de una civilización pre diluviana evolucionada, lo que coincide no solo con la Biblia, el Popol Vuh y otros libros antiguos. Es muy probable que hace mas de 10.000 años haya habido otras culturas hoy desaparecidas con un desarrollo significativo en áreas diferentes de las actuales. De ellas han quedado entre otras cosas un sistema de medidas basado en el sistema solar que aun se utiliza en los países sajones, el conocimiento preciso del diámetro y peso de la Tierra, o la distancia exacta desde la tierra al sol, lo que revela un científico avanzado. Son muchos las evidencias de la existencia de un conocimiento ancestral que fuera transmitido y conservado por grupos selectos, que han sabido mantener el secreto.

En general las civilizaciones se originan con la revelación de un secreto y se expanden con la paulatina publicación del mismo y terminan en el agotamiento cuando ya no queda secreto alguno, cuando el secreto ha sido divulgado es decir profanado.

Es evidente que el desarrollo humano no ha sido una línea recta desde el ignorante hombre de las cavernas hasta el sofisticado habitante de la ciudad moderna. Por el contrario, si bien ha habido un adelanto material, en el plano espiritual y de realización personal los referentes de la humanidad siguen siendo hombres del pasado como Buda, Jesús, Mahoma o Lao Tse, que a su vez invocaban el conocimiento de esos secretos ancestrales. La luz sigue viniendo de las raíces de la humanidad. Pues, en los antiguos mitos como el de Prometeo hay ocultamiento y también revelación

El acceso a esa luz y sus misterios es el objetivo de muchos para completar su iniciación. Esa luz no puede ser expresada con palabras, sólo puede ser sentida y expresada con acciones. Es en realidad un secreto abierto que cada hombre conoce de acuerdo con su capacidad y en la medida que lo busque. Algunos lo buscan en el templo, otros en los libros, otros en las entrañas de la tierra. Como todas las cosas más valiosas, nadie puede aprenderlas si no es por sí mismo, pero tampoco nadie puede aprenderlas solo. Se aprenden en comunidad, hombro con hombro, codo con codo, con los compañeros del cuerpo y del espíritu.

Bibliografia

· La primera civilización – C Knight – A Buttler
· Biblia
· Prometeo – El Maestro que robó el Fuego –
 por Q.H. José Riquelme – Ori:. del Paraguay

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