miércoles, 22 de junio de 2011

El Arca de la Alianza y los templarios

Publicado por Templarcrux

.Aunque algunos se hayan propuesto arrancar de raíz las páginas de la historia escritas por los Templarios, lo cierto es que la influencia de esta Orden en el desarrollo del esoterismo occidental es tan grande que ignorarla resulta una tarea estéril. En efecto, estos caballeros no sólo constituyeron una Orden religiosa y militar dedicada a la salvaguarda de los santos lugares en Oriente Medio, sino que también fueron los elegidos para llevar a cabo una misión secreta, una arriesgada tarea que al parecer cumplieron perfectamente, y que les proporcionó un profundo conocimiento esotérico que reflejaron en sus actividades. Esta misión fue la de rescatar el Arca de la Alianza en el que se hallaban las tablas que Dios entregó a Moisés en el Monte Sinaí. Este Arca, había sido desde los tiempos del rey Salomón, el centro del culto en el templo de Jerusalén, y como signo visible de la presencia de Dios en la Tierra, tenía la propiedad de abrir las puertas a un conocimiento oculto basado en el equilibrio cósmico de las proporciones. Estructuralmente, el Arca constaba de una caja de madera de acacia de cinco palmos de largo por tres de alto que se hallaba revestida de oro. Según se decía, de ella emanaba tal cantidad de energía, que podía dejar ciegos a aquellos que sin tener un alma pura, se atreviesen a contemplarla. Fue el jefe espiritual de los caballeros Templarios, Bernardo de Claraval, quien ordenó a sus fieles servidores que se dirigieran a los establos del templo del rey Salomón en Jerusalén y que derribaran las paredes que desde hacía siglos sellaban sus entradas. Dentro, se encontraron con el legendario Arca que contenía las Tablas que habían pertenecido a Moisés. Para la iglesia católica, en ellas sólo se encontraban impresos los mandamientos, por lo que su valor era puramente histórico, pero para algunos iniciados como San Bernardo, tenían un alto valor mágico y esotérico ya que en la grafía de sus palabras se encontraba la clave lexarítmica que permitía conocer los números que resumían las proporciones que regían el Universo.
San Bernardo sabía muy bien lo que hacía. En 1128 ya había interpretado la sagrada "geometría" que sustentaba el Templo de Salomón y conocía perfectamente tanto las relaciones existentes entre cifras y letras como el simbolismo de las formas, los colores y el sonido. Además del Arca, en el interior del recinto encontraron un fabuloso tesoro que de la noche a la mañana los transformó en dueños de una inmensa fortuna con la que poder materializar sus utópicas ideas de implantar el reino de Dios en la Tierra. Tales hallazgos, dieron la suficiente autoridad política y moral a Hugo de Payns, jefe de aquellos nueve caballeros, para trasladarse a Roma y allí pedir al pontífice Honorio II que convocase un concilio con el que conseguir el reconocimiento oficial para la nueva Orden.
La devoción que tenían los caballeros de la Orden por la Virgen y por la arquitectura, hizo que numerosas construcciones dedicadas a Nuestra Señora fueran apareciendo a lo largo y ancho del continente. Dueños de una enorme riqueza amasada gracias a las donaciones de monarcas, nobles y señores feudales, pudieron aquellos caballeros sufragar sin ningún problema los enormes gastos que las catedrales generaban, organizando además las primeras cofradías de constructores o hermanos maçons.
Casi todos los especialistas, están de acuerdo en que fueron los cristianos de oriente, los judíos y sobre todo los sufíes musulmanes, quienes dieron a los templarios las pautas necesarias para elevar sus monumentos. La orientación fue una de estas pautas. Del mismo modo que la esfinge de Gizeh se sitúa al este de las pirámides, también los campanarios de las iglesias templarias suelen encontrarse en esta dirección. Por otra parte, el principal modelo a seguir en las plantas de las construcciones fue la octogonal que procedía originalmente del templo de Salomón. Aunque este tipo de planta se alternó con la rectangular, fue el octágono, transformado en un círculo perfecto en el interior, el símbolo esotérico más importante de sus construcciones. Este círculo, uno de los esquemas más ancestrales del Cosmos, constituía un espacio idóneo para realizar operaciones mágicas y rito iniciáticos. Otras de las influencias presentes en su esoterismo provienen de la gnosis. En efecto, los templarios compartieron con los gnósticos la idea de que los templos eran símbolos del misticismo universal. Ningún edificio se realizaba al azar. Todos ellos se encuentran emplazados en lugares en los que las energías telúricas del subsuelo generan un circulo invisible que envuelve al sujeto que penetra en el interior. En el fondo, esta energía es esencialmente la misma que la emanada del Arca de la Alianza ya que como afirma Laurence Hardner éste "se revelaba como un poderoso condensador eléctrico construido en maderas resinosas y forrado interior y exteriormente por una doble cobertura de oro que generaba un voltaje suficiente para matar a una persona. También el Arca era un amplificador de sonido con sus dos querubines magnéticos flanqueando el trono de la misericordia en el que Moisés se sentaba para comunicarse con Dios".

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