Cardiólogo de 61 años, dirige la mayor organización masónica liberal del mundo
Es usted asesor personal del presidente de la República francesa. ¿Se siente poderoso?
No. Poderoso, en el sentido vulgar del término, no. Sí podría decirse que soy una persona influyente, porque los trabajos que hacemos en el GOdF son muy variados y suelen tener repercusión.
¿Qué trabajos son esos?
Nos ocupamos de lo simbólico, de lo esotérico y de lo exotérico, según nuestra tradición, pero también de lo que pasa en la sociedad. Producimos bastantes trabajos sobre laicismo, sobre desarrollo sostenible, economía social, el mundo globalizado... Y, si se nos escucha, pues eso nos hace influyentes. El hecho de tener contactos en todo el mundo también contribuye a eso.
¿Qué significa ser masón en Francia?
Yo diría que lo mismo que en todas partes. Somos hombres y mujeres que, en un momento de nuestra vida, hemos elegido construirnos. Y eso quiere decir que, partiendo de la más absoluta libertad de conciencia, tratamos de mejorarnos a nosotros mismos gracias a lo que llamamos nuestro Método. Pero también nos construimos hacia los demás, hacia quienes llamamos profanos, a través de las obligaciones sociales. La masonería del GOdF es generosa y tiene muy poco de secreta. Intentamos empapar a la sociedad.
En España, ser masón sigue siendo algo que muchos ven mal, como si se tratase de una secta. En Francia, en cambio...
Sí, ya sé. La diferencia está en el respeto. Mire, en Francia es muy fácil ser masón porque tenemos una democracia muy vieja en la que siempre se ha respetado a los demás. La masonería, aquí, no ha sido perseguida casi nunca. La última vez fue en 1940, cuando la ocupación de los nazis. Ustedes, en cambio...
¿Sí?
Pues ustedes siguen teniendo una Iglesia católica muy poderosa, lo mismo que el Opus Dei. Ustedes salen de una dictadura muy larga, que ha terminado hace relativamente poco y que aún no está olvidada, como lo demuestra lo que ha pasado con el juez Garzón.
¿Le preocupa eso?
Desde luego que sí. Estoy muy sorprendido por lo que ha pasado con ese juez. Permítame que sea un poco provocador. No puedo comprender que en España se acepte que se persiga a los dictadores ajenos, a los de América del Sur, pero que no sea posible investigar lo que pasó en su propia casa. Eso me parece inaudito. Esa diferencia de comportamiento, ese miedo, esa juventud de su sistema político, es lo que hace que, entre otras muchas cosas, la masonería siga teniendo problemas.
La democracia española va a cumplir 32 años.
Desde luego, pero ustedes han desarrollado una manera de funcionar en política que, más que unirles, les está separando. Tienen problemas con las autonomías, ¿no es verdad? Cada cual reacciona en función de su tendencia, y no todas las tendencias son integradoras. Hay en España una diversidad de maneras de proceder, en ese sentido, que en Francia no tenemos. Aquí tenemos una costumbre muy antigua, una tradición, una vieja cultura de la libertad, del laicismo y de los derechos humanos. España está avanzando en esa dirección.
¿Qué opina del presidente Zapatero?
No hago política. Es un representante legítimamente elegido por el pueblo español, y en tanto que eso debe ser respetado. No debo tener opinión pública sobre un jefe de Gobierno extranjero... siempre que sea legítimo, que no sea un fascista o un tirano. Si lo fuese, como el que mandó en España durante 40 años, diría otra cosa.
Usted está habituado a hablar con el presidente Sarkozy y con otras personalidades del Estado...
En razón de mi puesto de gran maestro del GOdF, nada más que por eso.
Precisamente. En España ni se sueña con que el jefe del Gobierno o el Rey reciban siquiera a los representantes de la masonería. ¿Qué opina?
Hay una excepción. En Cataluña, el señor Montilla se reunió con varios grandes maestros...
Sí, pero es lo que usted dice: una excepción.
Sí, pero es lo que usted dice: una excepción.
Porque la masonería, en España, es débil aún. Y por lo que le acabo de decir: nosotros somos una vieja república que se ha construido con sangre y con esfuerzo según cuatro principios fundamentales: libertad, igualdad, fraternidad y laicismo. Que son, no sé si lo sabe usted, cuatro pilares de la masonería. En España hay aún camino por delante.
En Francia se acaba de aprobar una ley que prohíbe el uso del burka hasta en la calle. Nosotros también andamos a vueltas con eso. ¿Tiene que ver con el laicismo?
Yo creo que no. Es un problema de derechos humanos.
Explíquese, por favor.
El laicismo tiene una doble dimensión: la política, es decir, la creación de un espacio neutral que permita a todos convivir civilizadamente, y la dimensión espiritual. Esto es, lo que permite a un no creyente, que no pertenece a ninguna iglesia ni profesa ninguna fe, construirse cada día. El burka no tiene nada que ver con eso. Ponerse un burka significa que uno quiere esconderse del resto de la humanidad... o que le obligan a hacerlo, a aislarse del mundo. En cualquiera de los dos casos, es un ataque a los derechos humanos. El burka debe ser prohibido en nombre de los derechos del hombre... y de los derechos de la mujer. No es tolerable esa vestimenta que no tiene nada de religioso, que es nada más que el ropaje de la opresión de un sexo sobre otro. Incluso si alguien nos quiere hacer creer que la mujer se pone esa vestimenta para liberarse.
Ustedes tienen una preocupación intensa por el laicismo.
Sí. En Francia tenemos suerte: sólo se trata de defender la ley de 1905, la de separación de la Iglesia y el Estado. Una ley que ustedes los españoles no tienen.
Se trata de defender la evidencia deque el laico es perfectamente capaz de tener una dimensión espiritual. Un laico no tiene por qué ser un ateo. Ni forzosamente un agnóstico. Es alguien que se construye una cosmogonía en libertad.
En España suele decirse que los españoles siempre vamos detrás de los curas: con un cirio o con un palo, pero siempre detrás.
En España suele decirse que los españoles siempre vamos detrás de los curas: con un cirio o con un palo, pero siempre detrás.
[Risas]
¿Y la fama de anticlerical que tiene la masonería?
¿Y la fama de anticlerical que tiene la masonería?
En Francia, y en el siglo XXI, eso es absurdo. La masonería se preocupa de preservar un espacio laico y común de convivencia para todos. Eso no tiene nada que ver con el anticlericalismo.
La crisis que vive el mundo, ¿es sólo un caos económico o es una crisis de valores? ¿Tiene la masonería algo que decir sobre eso?
Claro que sí. Al menos la masonería a la que yo pertenezco, que es liberal y adogmática. En términos económicos, el capitalismo nunca puede ser virtuoso, puesto que sólo persigue el beneficio. Es indispensable, por tanto, que la sociedad ponga unas reglas para propiciar que todo el sistema sea lo más virtuoso posible. El GOdF ha dicho muchas cosas desde el comienzo de la crisis. Hemos dicho que hay que clarificar el sistema económico. Y es evidente que estamos ante una crisis de valores.
¿Por qué?
Porque hemos permitido que la sociedad ponga el beneficio por delante del ser humano. Y la masonería ha defendido siempre que hay que luchar para que la sociedad esté hecha por el hombre, para el hombre y al servicio del hombre. Y no al revés, que el hombre sea un instrumento al servicio de algo que llamamos sociedad. Mire usted lo que pasa en España: el hombre no ha sido respetado por quienes sólo buscaban beneficios a cualquier precio, y ahora se encuentran ustedes en una situación muy difícil, con un paro altísimo y todo lo demás. Nadie hizo nada para que la virtud, la preocupación por las personas antes que por el beneficio, estuviese presente en la economía. Lo mismo ha pasado en Grecia y quién sabe si podría suceder en Francia.
Tengo que preguntarle por la posible iniciación de mujeres en el GOdF. Están ustedes debatiendo eso.
Como gran maestro, no tengo opinión. Lo soy tanto de quienes están a favor como de quienes están en contra. Pero sí puedo decirle que el GOdF no es una obediencia estática: está en permanente camino hacia el progreso.
En España está muy lejos aún el reconocimiento del papel de los masones en defensa de la democracia, hace 70 años.
Sí, lo sé.
Pero en Francia sí se ha reconocido lo que hicieron los masones para reconstruir la democracia, tras la guerra.
Perdón, no hubo reconstrucción de la democracia porque ésta nunca desa-pareció. Fue simplemente suspendida durante cuatro años por el régimen de Vichy. Los demócratas mantuvieron viva la República en la clandestinidad y los masones fueron los primeros en apuntarse a la Resistencia. Luego, la masonería impulsó todas las leyes sociales, la Seguridad Social... Era un hervidero de ideas. Como era su obligación, desde luego. Cuando De Gaulle llega a Argel, lo primero que hace es restablecer las logias masónicas que el régimen de Vichy había cerrado. El GOdF no es tan importante, pero es, a la vez, todo en la República. Entiéndame bien esto. Si desaparece la masonería en Francia, o en cualquier otro sitio, es que ha desaparecido la libertad.
¿Qué hará cuando, en septiembre, deje de ser gran maestro?
Nada. Volveré a mi consulta y seguiré trabajando en mi logia, como he hecho durante toda la vida. En masonería, el poder no es una obsesión.
En el corazón de la masonería
Por primera vez, un medio de comunicación español entra en la sede central del Gran Oriente de Francia, la más importante organización masónica liberal y adogmática del mundo, y habla con su gran maestro, Pierre Lambicchi.
El lugar llama la atención. En el mismo centro de París, a dos pasos de la rue de La Fayette, rodeado de inmuebles decimonónicos coronados por las célebres mansardas, sorprende encontrarse con un edificio de corte absolutamente moderno. La razón es sencilla: los nazis destruyeron la sede histórica de la masonería liberal francesa durante la ocupación, entre 1940 y 1944. Hubo que levantarlo todo de nuevo.
Mármoles, cristales oscuros, espacios diáfanos, una total funcionalidad. Un conserje llama a quien nos ha citado allí, el gran consejero Aimé Battaglia, y, en pocos minutos, cruzamos la puerta. Estamos en el corazón mismo de la masonería francesa. Es la primera vez que periodistas de un medio de comunicación español entran con sus cámaras fotográficas en la sede del Gran Oriente de Francia (en adelante, GOdF), la organización masónica liberal y adogmática más antigua, más numerosa y más influyente del mundo.
Fundado en 1728, el GOdF integra hoy a unos 50.000 hombres y mujeres repartidos en unas 1.200 logias que trabajan en numerosos países, desde Moscú a la Polinesia, desde California hasta Madagascar. También en España, donde el GOdF tiene nueve logias. Y, por supuesto, en Francia. El Gran Oriente no es, pues, una obediencia (así llaman los masones a una agrupación de logias) estrictamente francesa sino supranacional. Hoy la dirige quien nos espera en su despacho de la sexta planta del edificio: Pierre Lambicchi, un cardiólogo de 61 años, marsellés, hijo y nieto de masones, que se inició en la francmasonería en 1976. Es caballero de la Legión de Honor, miembro de la Comisión Consultiva de los Derechos Humanos de Francia y, en tanto que gran maestro del GOdF, es uno de los hombres más influyentes y respetados de la nación
GEOMETRÍA SAGRADA
De: Gladys Marchant
Esta importancia de la matemática y los números es especialmente evidente en el papel destacado de la geometría (que no es sino una plasmación gráfica de estos últimos). En El simbolismo del templo cristiano (Ed. José J. Olañeta, 2000), Jean Hani, profesor de la Universidad de Amiens, señala al respecto: «La geometría, base de la arquitectura, fue hasta el comienzo de la época moderna una ciencia sagrada, cuya formulación por lo que a Occidente se refiere proviene precisamente del Timeo de Platón y, a través de éste, se remonta a los pitagóricos». En época medieval se popularizó también la representación de Dios como geómetra, el Creador como Gran Arquitecto del Universo, una designación que pasaría siglos después a la masonería especulativa. En estas representaciones Dios aparece representado con un compás, uno de los emblemas de los maestros constructores, que también aparece plasmado en muchos edificios medievales. Esta
importancia extraordinaria de la geometría se hace manifiesta en algunos de los textos conservados de los maestros masones, en los que a su vez se aprecia también el carácter secreto de sus enseñanzas, como en este cuarteto de época medieval: «Un punto hay en el círculo que en el cuadrado y triángulo se coloca. ¿Conoces tú este punto? ¡Todo irá bien! ¿No lo conoces? ¡Todo será en vano!»
Una de las figuras geométricas más importantes entre los constructores medievales, el pentagrama, evidencia de nuevo sus raíces pitagóricas. El profesor Santiago Sebastián, en su libro Mensaje simbólico del arte medieval (Ed. Encuentro, 1996), al referirse a la importancia de la geometría en los templos románicos, explica: «Más importante como figura clave fue el pentágono, que poseía la llave de la geometría y de la sección áurea, e incluso poseyó poderes mágicos».
El estudioso Matila Ghyka, autor de El número de Oro (Ed. Poseidón, 1978), menciona algunas de ellas: en Notre-Dame de París, dentro de un rosetón pentagonal de una vidriera; en la «rosa» norte de Saint-Ouen en Rouen, así como en el rosetón norte de la catedral de Amiens. Otra muestra de la importancia que tuvo esta figura pitagórica la encontramos en los cuadernos de trabajo del maestro arquitecto Villard de Honnecourt, que vivió en el siglo XIII, y cuyos diseños suponen hoy una pieza inigualable para conocer cómo vivían y trabajaban los miembros de las corporaciones de constructores. Pues bien, en estos cuadernos de dibujo, hoy conservados en la Biblioteca Nacional de Francia, vemos como la figura del pentagrama aparece repetidamente como base para el diseño de plantas, alzados, rostros humanos, animales, etc…
ARMONÍAS Y PROPORCIONES
Todavía hoy, y a pesar de las numerosas modificaciones que han sufrido buena parte de estos templos medievales, es posible apreciar la singular belleza y armonía que desprenden algunas de estas construcciones. Esta atmósfera especial, capaz de llevar al recogimiento a quien recorre su interior, no es una sensación subjetiva, sino más bien al contrario. Tiene su origen en otra de las piezas clave utilizadas por los maestros constructores, y que igualmente se basaba en el número: la relación o proporción entre las distintas partes del edificio. Entre estas proporciones destaca especialmente la célebre sección áurea o «divina proporción», el número phi, presente en la figura del pentagrama, como ya hemos visto, . Mediante el uso de esta y otras proporciones, los maestros constructores vinculaban sutilmente las distintas partes del edificio, formas, volúmenes y superficies. Igualmente importantes para esta cuestión fueron otros dos números
ya mencionados, y que eran sagrados para los pitagóricos: la Década o Tetracktys y su mitad, la Péntada.
Tal y como explica Jean Hani: «La Década era el número mismo del Universo, base de la generación de todos los números presentados, planos o sólidos y, por tanto, de los cuerpos regulares correspondientes a algunos de ellos; y baste también de los acordes musicales esenciales (…) La Péntada, el pentáculo, polígono estrellado o estrella de cinco brazos, fue el símbolo del amor creador y de la belleza viva y armoniosa, expresión de ese ritmo imprimido por Dios a la vida universal. Servía para determinar correspondencias armónicas pues, entre todos los polígonos estrellados, éste es el que ofrece directamente un ritmo basado en la proporción o número de oro, que es la característica por excelencia de los organismos vivos». Además, estos dos números aparecían también de forma habitual en el propio plano generador del edificio, pues en muchos casos el «círculo rector» creado al orientar el templo (ver recuadro) era dividido en
cinco o diez partes, lo que generaba diseños en los que los elementos estaban unidos por proporciones áureas.
GEMATRÍA: LA CÁBALA EN PIEDRA
Otro de los aspectos esotéricos de las construcciones medievales, igualmente relacionado con los números y sus mensajes ocultos, es el de la gematría. De forma similar a lo que ocurre en la tradición hebrea con la cábala, la gematría es una «ciencia tradicional» que interpreta de forma simbólica las palabras a partir del valor numérico de sus letras, ya sean hebreas o griegas. En ambos casos es posible traducir las palabras a números, e interpretar estos de manera simbólica, y viceversa. «Difícilmente hubo un teólogo medieval –explica Emile Mâle– que no buscara en los números la revelación de la verdad oculta. Algunos de sus cálculos recuerdan vívidamente a los de la Cábala». Esta práctica cabalística y mística también fue conocida y empleada de forma habitual por los maestros constructores de la Edad Media, existiendo numerosos ejemplos que dan prueba de ello.
Uno de los más llamativos se encuentra en la catedral de Troyes (Francia). Allí podemos comprobar que la clave de la cabecera está a una distancia del suelo de 88 pies y 8 pulgadas. 888 es la cifra que obtenemos si, usando la gematría, traducimos el hombre de Jesús en griego: IHSOUS o lo que es lo mismo: I(10) + H(8) + S (200) + O (70) + U (400) + S (200)= 888.
Por otra parte, algunos pilares miden 6 pies y 6 pulgadas, y la iglesia tenía 66 de estos pilares. Sobre aclarar que el 666 es el número de la Bestia, tal y como cita el Apocalipsis, y que los pilares –que sostienen las bóvedas y simbolizan a los apóstoles– deben aplastar al Maligno. Tal y como explica Jean Hani en su obra, este simbolismo gemátrico de Troyes parece aludir continuamente al Apocalipsis de san Juan, pues también encontramos en este templo 144 ventanas (en alusión a los 144.000 elegidos), y el triángulo utilizado para obtener el alzado del templo, «oculta» un ángulo de 26 grados, cifra del nombre de Dios en hebreo: IHVH. Hani cita otros ejemplos: en la iglesia de Saint-Nazaire, en Autun, la longitud y la anchura del templo suman 257, cifra que equivale a NAZER. Ésta palabra significa «la corona del príncipe» y unida al Nazaire del nombre de la iglesia quiere decir: «la corona del Rey Jesús, el Nazareno».
Del mismo modo, la longitud de la catedral de Notre-Dame de París es de 390 pies, que gemátricamente significa: «ciudad de los cielos». Identica cifra y mensaje lo encontramos también en la iglesia francesa de Saint-Lazare de Autun, «oculto» en las medidas de tres ventanas del crucero. Este uso simbólico del número tampoco era una creación original de los constructores medievales sino que, una vez más, fue heredado de prácticas más antiguas. Así, el estudioso y sacerdote monseñor Devoucoux, demostró que los antiguos templos de Jano y Cibeles, así como el de Artemisa en Éfeso, fueron erigidos empleando el simbolismo de la gematría.
LA ORIENTACIÓN DE LOS TEMPLOS
Al igual que sucede con el conocimiento relacionado con el simbolismo del número y las proporciones, la orientación de los templos cristianos también fue heredado de los antiguos constructores, y tuvo una importancia casi religiosa entre egipcios, griegos y romanos. Este ritual de orientación, indisolublemente unido al de fundación, establece una relación del edificio con el Cosmos. En la antigüedad clásica, los templos estaban dispuestos con la puerta de entrada hacia el Este, de forma que, con la salida del Sol, los rayos de luz iluminaran la estatua del dios custodiada al fondo del templo.
Con la llegada del cristianismo, las primeros iglesias continuaron esta tradición, aunque tras el Concilio de Nicea se estableció que fuera la cabecera la que estuviera mirando a la salida del Sol, y no la puerta. De este modo, cuando el astro rey iniciaba su ascenso los rayos de luz entraban a través del ábside, identificándose la luz con el propio Cristo. Esta orientación tenía también otros significados simbólicos, como explica Jean Hani: «La puerta está al oeste, a poniente, en el lugar de menos luz, que simboliza el mundo profano o, también, el país de los muertos. Al entrar por la puerta y avanzar hacia el santuario, uno va al encuentro de la luz: es una progresión sagrada, y el cuadrado largo es como un camino que representa la ‘Vía de Salvación’, la que conduce a la ‘tierra de los vivos’, a la ciudad de los santos, donde brilla el Sol divino».
GEOMETRÍA SAGRADA
De: Gladys Marchant
Esta importancia de la matemática y los números es especialmente evidente en el papel destacado de la geometría (que no es sino una plasmación gráfica de estos últimos). En El simbolismo del templo cristiano (Ed. José J. Olañeta, 2000), Jean Hani, profesor de la Universidad de Amiens, señala al respecto: «La geometría, base de la arquitectura, fue hasta el comienzo de la época moderna una ciencia sagrada, cuya formulación por lo que a Occidente se refiere proviene precisamente del Timeo de Platón y, a través de éste, se remonta a los pitagóricos». En época medieval se popularizó también la representación de Dios como geómetra, el Creador como Gran Arquitecto del Universo, una designación que pasaría siglos después a la masonería especulativa. En estas representaciones Dios aparece representado con un compás, uno de los emblemas de los maestros constructores, que también aparece plasmado en muchos edificios medievales. Esta
importancia extraordinaria de la geometría se hace manifiesta en algunos de los textos conservados de los maestros masones, en los que a su vez se aprecia también el carácter secreto de sus enseñanzas, como en este cuarteto de época medieval: «Un punto hay en el círculo que en el cuadrado y triángulo se coloca. ¿Conoces tú este punto? ¡Todo irá bien! ¿No lo conoces? ¡Todo será en vano!»
Una de las figuras geométricas más importantes entre los constructores medievales, el pentagrama, evidencia de nuevo sus raíces pitagóricas. El profesor Santiago Sebastián, en su libro Mensaje simbólico del arte medieval (Ed. Encuentro, 1996), al referirse a la importancia de la geometría en los templos románicos, explica: «Más importante como figura clave fue el pentágono, que poseía la llave de la geometría y de la sección áurea, e incluso poseyó poderes mágicos».
El estudioso Matila Ghyka, autor de El número de Oro (Ed. Poseidón, 1978), menciona algunas de ellas: en Notre-Dame de París, dentro de un rosetón pentagonal de una vidriera; en la «rosa» norte de Saint-Ouen en Rouen, así como en el rosetón norte de la catedral de Amiens. Otra muestra de la importancia que tuvo esta figura pitagórica la encontramos en los cuadernos de trabajo del maestro arquitecto Villard de Honnecourt, que vivió en el siglo XIII, y cuyos diseños suponen hoy una pieza inigualable para conocer cómo vivían y trabajaban los miembros de las corporaciones de constructores. Pues bien, en estos cuadernos de dibujo, hoy conservados en la Biblioteca Nacional de Francia, vemos como la figura del pentagrama aparece repetidamente como base para el diseño de plantas, alzados, rostros humanos, animales, etc…
ARMONÍAS Y PROPORCIONES
Todavía hoy, y a pesar de las numerosas modificaciones que han sufrido buena parte de estos templos medievales, es posible apreciar la singular belleza y armonía que desprenden algunas de estas construcciones. Esta atmósfera especial, capaz de llevar al recogimiento a quien recorre su interior, no es una sensación subjetiva, sino más bien al contrario. Tiene su origen en otra de las piezas clave utilizadas por los maestros constructores, y que igualmente se basaba en el número: la relación o proporción entre las distintas partes del edificio. Entre estas proporciones destaca especialmente la célebre sección áurea o «divina proporción», el número phi, presente en la figura del pentagrama, como ya hemos visto, . Mediante el uso de esta y otras proporciones, los maestros constructores vinculaban sutilmente las distintas partes del edificio, formas, volúmenes y superficies. Igualmente importantes para esta cuestión fueron otros dos números
ya mencionados, y que eran sagrados para los pitagóricos: la Década o Tetracktys y su mitad, la Péntada.
Tal y como explica Jean Hani: «La Década era el número mismo del Universo, base de la generación de todos los números presentados, planos o sólidos y, por tanto, de los cuerpos regulares correspondientes a algunos de ellos; y baste también de los acordes musicales esenciales (…) La Péntada, el pentáculo, polígono estrellado o estrella de cinco brazos, fue el símbolo del amor creador y de la belleza viva y armoniosa, expresión de ese ritmo imprimido por Dios a la vida universal. Servía para determinar correspondencias armónicas pues, entre todos los polígonos estrellados, éste es el que ofrece directamente un ritmo basado en la proporción o número de oro, que es la característica por excelencia de los organismos vivos». Además, estos dos números aparecían también de forma habitual en el propio plano generador del edificio, pues en muchos casos el «círculo rector» creado al orientar el templo (ver recuadro) era dividido en
cinco o diez partes, lo que generaba diseños en los que los elementos estaban unidos por proporciones áureas.
GEMATRÍA: LA CÁBALA EN PIEDRA
Otro de los aspectos esotéricos de las construcciones medievales, igualmente relacionado con los números y sus mensajes ocultos, es el de la gematría. De forma similar a lo que ocurre en la tradición hebrea con la cábala, la gematría es una «ciencia tradicional» que interpreta de forma simbólica las palabras a partir del valor numérico de sus letras, ya sean hebreas o griegas. En ambos casos es posible traducir las palabras a números, e interpretar estos de manera simbólica, y viceversa. «Difícilmente hubo un teólogo medieval –explica Emile Mâle– que no buscara en los números la revelación de la verdad oculta. Algunos de sus cálculos recuerdan vívidamente a los de la Cábala». Esta práctica cabalística y mística también fue conocida y empleada de forma habitual por los maestros constructores de la Edad Media, existiendo numerosos ejemplos que dan prueba de ello.
Uno de los más llamativos se encuentra en la catedral de Troyes (Francia). Allí podemos comprobar que la clave de la cabecera está a una distancia del suelo de 88 pies y 8 pulgadas. 888 es la cifra que obtenemos si, usando la gematría, traducimos el hombre de Jesús en griego: IHSOUS o lo que es lo mismo: I(10) + H(8) + S (200) + O (70) + U (400) + S (200)= 888.
Por otra parte, algunos pilares miden 6 pies y 6 pulgadas, y la iglesia tenía 66 de estos pilares. Sobre aclarar que el 666 es el número de la Bestia, tal y como cita el Apocalipsis, y que los pilares –que sostienen las bóvedas y simbolizan a los apóstoles– deben aplastar al Maligno. Tal y como explica Jean Hani en su obra, este simbolismo gemátrico de Troyes parece aludir continuamente al Apocalipsis de san Juan, pues también encontramos en este templo 144 ventanas (en alusión a los 144.000 elegidos), y el triángulo utilizado para obtener el alzado del templo, «oculta» un ángulo de 26 grados, cifra del nombre de Dios en hebreo: IHVH. Hani cita otros ejemplos: en la iglesia de Saint-Nazaire, en Autun, la longitud y la anchura del templo suman 257, cifra que equivale a NAZER. Ésta palabra significa «la corona del príncipe» y unida al Nazaire del nombre de la iglesia quiere decir: «la corona del Rey Jesús, el Nazareno».
Del mismo modo, la longitud de la catedral de Notre-Dame de París es de 390 pies, que gemátricamente significa: «ciudad de los cielos». Identica cifra y mensaje lo encontramos también en la iglesia francesa de Saint-Lazare de Autun, «oculto» en las medidas de tres ventanas del crucero. Este uso simbólico del número tampoco era una creación original de los constructores medievales sino que, una vez más, fue heredado de prácticas más antiguas. Así, el estudioso y sacerdote monseñor Devoucoux, demostró que los antiguos templos de Jano y Cibeles, así como el de Artemisa en Éfeso, fueron erigidos empleando el simbolismo de la gematría.
LA ORIENTACIÓN DE LOS TEMPLOS
Al igual que sucede con el conocimiento relacionado con el simbolismo del número y las proporciones, la orientación de los templos cristianos también fue heredado de los antiguos constructores, y tuvo una importancia casi religiosa entre egipcios, griegos y romanos. Este ritual de orientación, indisolublemente unido al de fundación, establece una relación del edificio con el Cosmos. En la antigüedad clásica, los templos estaban dispuestos con la puerta de entrada hacia el Este, de forma que, con la salida del Sol, los rayos de luz iluminaran la estatua del dios custodiada al fondo del templo.
Con la llegada del cristianismo, las primeros iglesias continuaron esta tradición, aunque tras el Concilio de Nicea se estableció que fuera la cabecera la que estuviera mirando a la salida del Sol, y no la puerta. De este modo, cuando el astro rey iniciaba su ascenso los rayos de luz entraban a través del ábside, identificándose la luz con el propio Cristo. Esta orientación tenía también otros significados simbólicos, como explica Jean Hani: «La puerta está al oeste, a poniente, en el lugar de menos luz, que simboliza el mundo profano o, también, el país de los muertos. Al entrar por la puerta y avanzar hacia el santuario, uno va al encuentro de la luz: es una progresión sagrada, y el cuadrado largo es como un camino que representa la ‘Vía de Salvación’, la que conduce a la ‘tierra de los vivos’, a la ciudad de los santos, donde brilla el Sol divino».
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