sábado, 29 de enero de 2011

CÒDIGO DE LAS DOCE TABLAS MASÒNICAS

Dr. ROSSO DE LUNA, Grº 33, 1922

1872-1931
Primero: La Francmasonería no sólo es la continuadora de aquellas “Corporaciones de Arquitectos” que en la Edad Media sirvieron de refugio a las expansiones del pensamiento, sino continuadoras, a través de los tiempos, de todo el Misticismo oriental, cabalístico, hermético, órfico, pitagórico, platónico, gnóstico, templario, alquimista, Rosacruz y teosófico, sin el cual como se consigna en las Transations de la Logia inglesa de los Quator Coronati Nº 2076, en la Ortodoxie Masonique de Ragón y en la Royal Masonic Cyclopedia, de Mackenzie , los augustos simbolismos y emblemas masónicos jamás podrán ser correctamente interpretados y rectamente explicados a la vida.

Segundo: El Dogma único de la Francmasonería es el de la Fraternidad Universal, sin restricción alguna, dogma desarrollado en la mente del hermano francmasón por las sucesivas y graduales iniciaciones de los diversos Ritos Francmasónicos. Por eso ella está por encima de todos los dogmas religiosos y todas las maquinaciones necro mantés del jesuitismo. Por eso también trabaja constantemente para que sean reconocidos por todos y respetados doquiera los derechos que el hombre tiene a su triple perfeccionamiento físico, intelectual y moral, mejorando en él a la Humanidad entera de la que forma parte.

Tercero: La Francmasonería, consciente de su excepcional misión en la historia y en la vida, afirma:

a) El alcance indefinido de la Inteligencia humana basado en el “nosce te ipsum” (conócete a ti mismo) socrático, porque el verdadero francmasón, labrando la “piedra bruta” de su Mente, como Arquitecto que es de sí mismo, acaba viendo reflejado en sí al Gran Arquitecto del Universo, o “Logos” de las escuelas griegas y del iniciado Pablo, con arreglo a la “Clave hermética” o Ley de Analogía de “como es arriba, es abajo”.

b) El lazo indisoluble del Amor, que liga entre sí a todos los seres del Cosmos, en la más sublime de las concepciones teleológicas: el “¡todo conspira!” de los filósofos griegos.

c) El mágico influjo de la Imaginación Creadora, alma de las artes y de las ciencias y nota diferencial entre el hombre y los seres inferiores.

d) El incontrastable poder de la Voluntad, pero no de la voluntad animal del terco, sino la resultante natural y activa del Pensamiento, esclarecido por el estudio, y del Sentimiento movido por el amor, ponderando así, dentro del más alto ideal, las dos tendencias, siempre

antagónicas, del corazón y del cerebro.

e) La Ley de la Evolución.
f) La Ley de la Solidaridad.
g) La Ley de la Justicia Distributiva.

Cuarto: Para la investigación de la verdad, la busca del bien y la realización de la belleza y la Conquista del orden, la Francmasonería proclama que no existe autoridad alguna por encima de la Autoridad de nuestra Razón, y que, en su consecuencia, todos los convencimientos han de forjarse en el propio y libre examen, sin el cual el hombre es todavía a la manera de las bestias.

Quinto: Por virtud de las más axiomáticas consideraciones de seriación, organización y síntesis, reconoce la Francmasonería que existe un Principio Sintético y regulado en el Cosmos, al cual llaman El Gran Arquitecto del Universo y que no es, a su vez, sino la Emanación temporal de la Divinidad Abstracta e Incognoscible, océano insondable y sin límites de donde todo surge y a donde todo vuelve reabsorbido una vez cerrado el Ciclo de Manifestación al que llamamos Vida.

Sexto: En consecuencia con los principios anteriores, la Francmasonería respeta por igual a todas las Religiones y Sistemas filosóficos como pobres facetas que son unas y otros de una Verdad Primitiva perdida o “Templo Sepultado”, que el francmasón está llamado a reconstruir con el cuádruple esfuerzo de su razón, su imaginación, su voluntad y su sentimiento, estimando que hay que alcanzar aquella elevada altura moral y cultural capaz de alzar el velo que sobre aquella Verdad o “Palabra Perdida”, han ido echando los demás y representaciones de todos los credos. De aquí también el que no se avenga a que ninguna religión exotérica reclame para sí prerrogativas ni exenciones.

Séptimo: La Francmasonería tiene claves secretas, claves que van dando al afiliado mediante sucesivos grados e iniciaciones para todos los misterios de la Vida y la Muerte, con arreglo a su excelso entronque con las diversas Iniciaciones a las que se alude en el principio Primero, y a otras muchas del Pasado sabio, Cábala, tradición.

Octavo: Dentro de los infinitos grados evolutivos en que se encuentran los hombres, la Francmasonería, para hacer posible la convivencia social, establece la tolerancia, y no sólo en el orden religioso, donde significa la paz de las conciencias, sino ante cualquiera opinión, para examinar serenamente y enriquecer y dilatar el pensamiento propio con cuanto haya de bueno en el ejercicio, constituyendo la virtud masónica por excelencia. Por eso el que no se sienta con amplitud de espíritu suficiente para ser tolerante en todo y sobre todo, respecto de creencias honradamente profesadas y sinceramente expuestas, no debe ser francmasón.

Noveno: La Francmasonería proclama que los hombres, cualesquiera que sean sus talentos y su posición en la vida, han nacido con los mismos derechos, y que los deberes aumentan progresivamente al tenor del desarrollo intelectual y moral de aquellos. Recordando siempre esta verdad tan frecuentemente olvidada, se esfuerza en procurar entre sus afiliados primero y en los demás hombres después, que reinen sentimientos de fraternidad, libre e igualitaria, y por virtud de la firmeza [o tolerancia?] que así establece entre la libertad de conciencia de todos y el ideal de cada cual, juzga como un atentado a sus principios cualquier traba que se pretenda imponer al hombre consciente, regenerado y libre o al que anhele ser tal, abominando de toda persecución religiosa, política o de cualquiera otra índole, que vaya contra los inalienables Derechos del Hombre y de la sociedad.

Décimo: Los medios principales que emplea la Francmasonería para la realización de sus heroicos fines, redentores y altruistas, son:

a) El uso del simbolismo, fábulas y emblemas, tomados de las mismas Artes liberales de Arquitectura, Escultura, Pintura, Música, Poesía, Declamación, Oratoria, Parábola y Arte gráfico (danzas simbólicas y litúrgicas según la manera arcaica).

b) El cultivo de las diversas ciencias en su más elaborado aspecto matemático, filológico y simbólico;

c) La enseñanza de la verdadera Historia, como maestra de la vida, espejo del pasado y luz para el Porvenir;

d) El perfeccionamiento de sus afiliados por el cumplimiento de los deberes sociales, por el buen ejemplo personal y ciudadano y por el ejercicio de la beneficencia.


Undécimo: La Francmasonería establece entre todos sus afiliados, sin distinción de castas, pueblos, etc., una estrecha alianza de hermanos, a base de los tres principios del Derecho romano de “vivir honestamente, no odiando a nada ni a nadie, y dar a cada uno lo que es suyo”, aunque tiene también diversos Ritos, su “plancha … trazar” o posibilidades de estudio y de acción, “está siempre expedita para nuevas construcciones.”

Duodécimo: La Francmasonería estima, en fin, que solamente por virtud de estos sus Principios fundamentales, exaltación de la personalidad humana hasta el mundo de los héroes o de los superhombres, podrán echarse las bases para un mañana mejor sobre la Tierra. Por eso se esfuerza continuamente porque triunfen ellos, mediante la instrucción adecuada de todas las clases sociales combatiendo sin tregua por la Tolerancia, el Progreso y el Amor… Los francmasones se reúnen en Logias: “Templos” donde se rinde culto a sus doctrinas; altas “Escuelas” de perfeccionamiento y “Talleres” donde se practica y teóricamente se trabaja por el bien de la Humanidad.


MARIO ROSSO DE LUNA

Rosso de Luna nació el 15 marzo de 1.872 en Logrosán (Cáceres) y murió en noviembre de 1.931 dejando atrás una vida llena de investigaciones, misterios, marañas políticas y grandes paradojas. Pero si algo claro queda de su vida y su obra es que su inteligencia era fuera de lo común. Filósofo, astrónomo, astrólogo, abogado, antropólogo, historiador, místico, político… conforman el corpus de su vida y su tarea, dentro y fuera de Extremadura, desde Miajadas a Madrid. Y quizá esa era una de sus grandes virtudes: Mario era un ciudadano universal, sin patria fija, pero amante del mundo en que vivía. Hijo de un ingeniero catalán y una extremeña de Cabeza del Buey descendiente de políticos liberales, Mario, desde pequeño, vivió la necesidad y el deseo de cuestionarse el porqué de la realidad y la vida, del sentido de la existencia.

Rosso de Luna se doctoró en Derecho con tan solo 22 años y, además fue un gran astrónomo, descubriendo con 23 años el cometa que hoy lleva su nombre. A los 27 años Rosso de Luna se casó con Trinidad Román, vecina de Miajadas. Con 30 años, se traslada a Madrid, iniciando una nueva época de su vida como conferenciante y escritor. Influenciado por corrientes científicas y de pensamiento muy diferentes, Rosso de Luna fue autor de innumerables trabajos y escritos, compartiendo largas tertulias en el Café Gijón y en el Ateneo de Madrid con personajes tan dispares como Valle Inclán y Ramón y Cajal. En Miajadas, fundó la sociedad masónica Miajadas Libre, primero de los triángulos y las logias masónicas de Extremadura, junto con un grupo de personas de la pequeña burguesía miajadeña de la época. En este sentido, hay que reseñar que este grupo masón tuvo un papel fundamental en la instauración de la II República en Miajadas, eligiendo como alcalde provisional a uno de sus miembros, íntimo colaborador de Rosso de Luna, quien nunca descuidó sus vínculos con Extremadura. Poco después del triunfo de la República que tanto añoraba moría plácidamente tras una breve pero dura enfermedad en su casa de Madrid: “ningún hombre es indispensable. No me lloréis de una sola manera, honraréis mi memoria; continuad mi obra… superadla”


LA PLANCHA MASONICA:
EDIFICIO y TEMPLO     
Gentileza del Q.·.H.·. B. ORTIZ
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Los masones planchamos; es decir, trazamos planchas, que son trabajos –escritos- sobre temas masónicos o que, sin ser específicamente simbólicos, interesan al Taller (nada humano nos es ajeno). Dichos trabajos van normalmente destinados a su lectura en la Tenida o reunión de la Logia, por lo que, por sentido común, no deben ser demasiado extensos. Está demostrado que, por muy Masón que uno sea y por buena voluntad que ponga en la escucha, desconecta casi de forma automática cuando lleva más de siete u ocho minutos escuchando hablar a la misma persona.
Siete u ocho minutos pueden mover nuestra atención y nuestro corazón; pero, con seguridad, mucho más tiempo mueve nuestras posaderas.
Así pues, no es conveniente que la plancha sobrepase los tres folios, a espacio y medio o doble. ¡Los Hermanos y la eficiencia os lo agradecerán, o… os temerán!
Aún recuerdo una plancha de 42 folios, uno detrás del otro, que fue para mí más destructiva que el terremoto de Lisboa. Una plancha es un edificio que, en lugar de piedras, cal y argamasa, se levanta con ideas, corazón y palabras, la materia prima del francmasón. Por tanto, es conveniente encarar cada trazado o plancha como un trabajo de construcción. Y edificarla con sumo respeto, pues somos Constructores de Templos, y la plancha es también un templo: de las ideas, de las palabras, de lo más personal e íntimo…
Se comienza por los cimientos: una vez bien acotado el tema que deseamos tratar, hay que escarbar en nuestra tierra mental para, apartado el lodo de los prejuicios, lugares comunes y materia extraña al fin que se pretende, afianzar las bases sobre unas pocas ideas a partir de las cuales levantar luego los pilares maestros, tarea fundamental para ir añadiendo elementos – ejemplos (sin abusar), referencias (las mínimas),…- y piedras bien cubicadas –nuestra experiencia personal es más interesante para los Hermanos que demasiada wikipedia…-, de manera que la construcción vaya creciendo. Levantadas y rectificadas las paredes argumentales, el edificio-plancha necesita una cubierta, para que la lluvia y los elementos no lo vayan erosionando hasta su destrucción y desaparición.
Dicho de otro modo:
claras las ideas y levantados los argumentos, bien sujetos por la argamasa de la lógica y el buen sentido masónico, ha de protegerse el conjunto con un buen debate en la Logia. Entonces, de la conjunción entre el trabajo personal y el diálogo fraternal en Tenida, tendremos la mejor cubierta para nuestro edificio.
La más lúcida, bien diseñada y brillante plancha no estará terminada sin debate.
Resumiendo, la plancha es edificio y, como tal, tiene necesidad de una técnica argumental, filosófica, ética. Además, la Plancha es Templo y, como tal, tiene necesidad de corazón y espíritu que le dé vida. De otro modo, tendremos una construcción impecable pero… fría, soberbia, sin hálito vital. Planchar es vivir en la calle, no en obras de consulta.
http://fresqui.com/cultura/literatura/la-plancha-masonica-edificio-y-templo

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