LA PALANCA
Por Iván Herrera Michel
La
palanca es una barra rígida rectilínea de longitud variable utilizada
para trasmitir e incrementar una fuerza, con base en un punto de apoyo o
fulcro, en una tarea que busca mover o levantar con mayor facilidad un
objeto pesado. Su uso se encuentra documentado desde el cuarto milenio
antes de nuestra era.
De las diferentes clases de palanca que han existido, la Masonería toma alegóricamente la conocida como “de primer grado”
por los constructores, que es la que se obtiene cuando se coloca el
fulcro entre el obrero y el objeto. Una particularidad del simbolismo
de la Orden hace que esta palanca sea de madera, haciendo referencia al
mito que sostiene que el Templo de Salomón fue construido sin utilizar
metales, y es a la que se refirió Arquimedes cuando pidió una para mover
el mundo.
Por
lo tanto, no es sorprendente que en la Masonería la palanca de primer
grado simbolice la amplificación controlada de la fuerza y los
pensamientos en la búsqueda de una mayor eficiencia en el propósito
constructivo, venciendo con inteligencia la resistencia que se presente.
Su importancia tiene que ver con la comprensión de la acción y la
reacción y la ley de causa y efecto, y su utilización requiere
inteligencia, discernimiento y observación de la potencia en movimiento.
Cuando
la Masonería convida a sus miembros, poniendo en sus manos una palanca,
a reflexionar sobre cómo puede mover con menor resistencia el pesado
conjunto de sus lastres personales o interactuar con mayor eficacia en
medio de sus circunstancias, en realidad los está invitando a darse
cuenta de que un ejercicio razonado de su voluntad consciente y de su
fuerza intelectual puede lograr grandes cosas para sí y para la
humanidad.
Es
una invitación esencial a desarrollar el potencial humano, en un
proyecto constructivo interior y exterior que empieza con el
reconocimiento de sí mismo y el atreverse a repensar en profundidad la
propia biografía, a la vez que se reconoce a los otros como iguales en
dignidad y respeto.
Y
en este sentido, el desarrollo del potencial humano de un Masón
requiere la ampliación de su conciencia personal y colectiva,
identificando plenamente las razones que podría tener para mejorar su
yo, su propia capacidad de acción y las características de la
resistencia a superar.
Hoy
en día, es común escuchar el término de apalancamiento operativo y
financiero, para referirse a los costos fijos operacionales de una
empresa que no son dependiente de su actividad y a la utilización de más
dinero que el que se tiene. De la misma manera, al Masón se le invita a
recapacitar sobre como el poder de su pensamiento y de su acción puede
cambiar la realidad. Un ejemplo típico de esta capacidad
multiplicadora, lo encontramos en la experiencia de Gandhi y en como la
fuerza de sus ideas independizaron la India sin el uso de la violencia.
Su pensamiento vigoroso fue la fuerza aplicada a la palanca política
nacional que motivó la victoria sobre el poderoso imperio británico, más
allá de lo que se podría suponer a partir de sus evidentemente escasas
fuerzas físicas.
También
sirven como palancas para la edificación de un proyecto de vida
personal, la creatividad, los sueños y la imaginación. En alguna
oportunidad, el Premio Nobel de Literatura George Bernard Shaw
aconsejaba que “si has construido un castillo en el aire, no has
perdido el tiempo, es allí donde debería estar. Ahora debes construir
los cimientos debajo de él”. Y el empresario estadounidense James
Cash Penny afirmó con claridad algo que perfectamente se puede aplicar
al simbolismo de la palanca en la Masonería: “muéstrame un obrero con
grandes sueños y en él encontrarás un hombre que puede cambiar la
historia. Muéstrame un hombre sin sueños, y en él hallarás a un simple
obrero”.
Para
el trabajo individual y colectivo en una Logia, funciona como una gran
palanca la música, el deseo de fraternizar, el egregor, el lenguaje
verbal y corporal, el ritual, la sensación de solidaridad, los
principios morales, el respeto al otro, la aceptación de la diferencia,
el cultivo de la tolerancia, la tradición, el estudio de las
herramientas del oficio, el trabajo en equipo, la confianza, el
intercambio de ideas, la implicación social y un largo Etc. de cosas que
conforman la experiencia Masónica, muy diferente a las de otras
escuelas e instituciones Iniciáticas surgidas en el mundo antiguo, en la
edad media, en la modernidad o que aún están apareciendo como
propuestas novedosas o con diferentes grados de sincretismos.
Todas
estas fuerzas de apalancamiento Masónicas están a nuestro alcance y
pueden ayudar en la construcción de un mundo más feliz y fraterno, si
las asumimos con nobleza y generosidad.
Ya
que viéndolo bien, la Masonería en sí misma es una enorme palanca con
la que ha contado la humanidad para sus más altos logros en los últimos
tres siglos.
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