EXAMEN DE UN APRENDIZ
Trabajo leído por el H:. Joaquín R.1
en la RR:. Log:. IBERIA
Valles de París, 14 Noviembre 1950
El título de mi disertación, “Examen de un Aprendiz”, obedece a mi deseo de
contestar a algunos obreros del Taller que me interrogaron en reuniones anteriores.
Obedece también a la costumbre establecida en mi Logia de España, en virtud de la
cual, de tiempo en tiempo, los hermanos del cuadro, sin distinción de grados, éramos
invitados a elaborar un trabajo sobre experiencias deducidas de la vida masónica.
Yo había interrumpido esa práctica que tenía por objeto dar a conocer aspectos y
matices apreciados por el conferenciante, de hechos vividos o conocidos por el conjunto
de los hermanos.
No se os ocultará el motivo de la interrupción. Como todos vosotros, alejado de
la patria, por imperio de las circunstancias, y separado de aquellos buenos hermanos que
allí quedaron sufriendo el “via crucis” del régimen fascista, y a los cuales, hoy en
nombre de los presentes, rindo homenaje de respeto y fraternidad por su tenaz heroismo,
la suerte no me había deparado la ocasión de reemprender la costumbre de mi Logia
madre hata hoy que lo hago, muy honrado, ante este compenetrado grupo de hermanos
que, bajo los auspicios del Gran Oriente de Francia, mantenemos la Logia IBERIA, y
cuyo nombre aspiramos a ver gravado en los anales de la francmasonería española.
Voy pues, a daros a conocer, someramente, algunas deducciones que yo he
sacado, a través de mi experiencia masónica, de cuales deben ser los métodos de trabajo
que debiéramos practicar para obtener el resultado positivo que de los sabios principios
de la Orden se desprende.
Es obvio, que si os expongo mi parecer personal, modestísimo, porque modesto
es quien hoy os dirije la palabra, en primer lugar, es porque estoy convencido de que lo
que os digo es la verdad, esa verdad relativa que evoluciona con el transcurso del
tiempo a medida que el hombre consigue descifrar los secretos de la historia o de la
naturaleza y aprende a utilizarlos en beneficio de la humanidad, y en segundo lugar
porque entiendo que la Logia Iberia debe seguir prácticas que circunscritas a los
Reglamentos y Rituales de la Orden, den el más eficaz y rápido resultado en lo que se
refiere a la ortodoxia doctrinal de nuestra Obediencia: en este caso el Gran Oriente de
Francia.
Os hablo en idioma de aprendiz, pues que aprendiz soy, y cuanto os diga en esta
ocasión el el A.B.C. de la Masonería.
Soy aprendiz, porque es ahora, después de veinticinco años de prácticas, cuando
mi intelecto comienza a captar los primeros rayos de luz de ese Sol radiante que nos
preside. Es ahora cuando mi cerebro comienza a asimilar el valor de los símbolos y a
apreciar el resultado de los ejercicios en el Taller, que en mis primeros tiempos
calificaba de inocuos y que en el presente percibo sus enseñanzas dentro de mi mismo.
Es ahora, al observar el camino recorrido por la humanidad en los últimos 50
años, cuando me percato de la fuerza de penetración y expansión de nuestra doctrina,
Doctrina que ha invadido el mundo, ha roto los diques de la ignorancia y ha diluido las
nubes del oscurantismo que a principios de siglo todavía envolvían la esfera terrestre. Y
es ahora, cuando empiezo a comprender la magna obra realizada por las Logias al lograr
1
Joaquín R. era el Venerable Maestro de la R:.L:. Iberia, al Or:. de París, bajo la obediencia del
Gran Oriente de Francia. Esta Logia acogía exiliados españoles. arrancar de las manos de los reyes, de los sacerdotes o de los taifas el poder absoluto,
para entregárselo a los pueblos.
Me diréis que no en todos los paises rigen sistemas de libertad y democracia. A
eso os digo que el ciclo de la Masonería especulativa que empezó a tomar cuerpo en el
siglo XVIII está todavía en sus comienzos, pues que la demolición de los sistemas
arcaicos nos ha ocupado más de un siglo, y ya sabéis que para construir un palacio antes
es obligado limpiar el solar de las alimañas y brañales que lo ocupan.
Pensaréis que todo no es obra de la masonería ya que en la acción han
intervenido sectores y factores ajenos a la Orden, o tal vez penséis que pueden ser
latiguillos más o menos literarios, estas afirmaciones mías. Veamos:
Si nos retrotraemos a los primeros días de nuestro siglo –año 1900- y
observamos el mapa político del mundo, advertiremos que los pueblos de los cinco
Continentes se hallaban sumidos en un letárgico sueño. La ignorancia y la esclavitud
reinaban por doquier. Solo y excepcionalmente, en el occidente de Europa, algunas
naciones habían conseguido establecer un sistema jurídico de respeto a las libertades
humanas y a los derechos del hombre. El sufragio universal con participación de la
mujer no se había establecido en ningún pueblo. La legislación social se hallaba en vías
de iniciación. En Estados Unidos de América regían la ley del Lynch y la
discriminación de razas y, a causa del bajo nivel cultural, en casi todos los países
predominaba la ley del más fuerte.
Han transcurrido cincuenta años; el panorama político-social del mundo ha
variado totalmente. En todos los continentes se ensayan sistemas democráticos; el
hombre, sea cualquiera su raza, empieza a tener conciencia de si mismo y adquirir un
valor humano; el régimen colonial de los pueblos ha desaparecido o está a punto de
desaparecer. Para hacer las guerras, los gobiernos tienen necesidad de convencer a sus
pueblos; la familia, como entidad, ha mejorado económicamente, y el tipo medio de la
vida del hombre ha aumentado en once años. En fin, la tierra de norte a sur y de este a
oeste se halla sembrada de instituciones de enseñanza.
Es cierto que no todos los países han alcanzado el nivel social deseado, ni que
todos los hombres gozan de las mínimas libertades, pero también es cierto, que en todas
partes palpitan los corazones bajo un sordo rumor de protesta contra los regímenes
injustos y que el mundo, ya despierto, se halla encarrilado en la vía del progreso.
Esa obra tan fantástica, esa transmutación de hechos que han cambiado la
fisonomía social, y que, incluso, ha transformado la naturaleza del hombre, se debe, sin
duda de ningún género, a la francmasonería.
No exagero haciendo tamaña afirmación; ni me excedo en apreciaciones que
pudieran parecer hijas de un apasionado amor a la Orden. Es el resultado de un sereno
análisis de la labor realizada por la masonería especulativa.
Para dar más claridad a mi aserto voy a mencionar hechos acaecidos desde los
orígenes de las logias especulativas, siglos 18 y 19, hasta nuestros días. Me limitaré a
trazar rasgos porque mi objeto no es relatar historia sino sentar precedentes que sirvan
de punto de comparación entre dos épocas.
Después del proceso del Reino Unido, en el cual el Hermano Cromwell consigue
ajusticiar y condenar a muerte al Rey de Inglaterra dando fin, con este hecho, a la era de
absolutismo en aquel país, se produce la revolución francesa, que como sabéis, fué
impulsada y realizada por los enciclopedistas, casi todos ellos masones. Estos hombres,
entre los cuales figuraban los hermanos Condorcet, Mirabau, Danton, Robespierre,
Vergnau, Desmoulins, Lafayette, Le Chapelier, Saint Just, etc. etc. acertaron a definir y
divulgar los ideales de libertad que luego sintetizaron en la tabla de los derechos del
hombre; así mismo consiguieron crear un clima de hostilidad hacia las viejas instituciones reales, apoyadas a la sazón por una nobleza degenerada y por un clero
intransigente y retardatario. A partir de la primera revolución francesa, en Europa no ha
cesado el estado de agitación con la intervención del pueblo que aspira a más justicia y
más libertad.
En América del Norte a los Ilustres hh:. Lincoln, Washington, etc. les cupo el
honor de dirigir el movimiento liberador de los Estados Unidos. El mismo mérito
tuvieron en América del Sur los Generales San Martín, Sucre y Bolívar. En Italia
Mazzini y Garibaldi; en Rusia Leon Tolstoi y Bacunin; en España Floridablanca,
Jovellanos, Riego, que no habiendo terminado su labor emancipadora y porque España
estaba ya en decadencia, la continuaron en su tiempo Pi y Margall, Salmerón, Figueras,
Castelar, Ferrer Guardia, etc.
En China el h:. Sun Yat Sen fué el forjador de la gran revolución liberal. En
Filipinas, Rizal; en Turquía, Mustafá Kemal; en Cuba, Martí y Maceo; en África del
Sur, Smuts; en la India, Krisnamurti, Gandi, y el actual Presidente Nehru; en México,
Juárez, Obregón, Calles, etc.
En los Países Escandinavos, se produjo el fenómeno de que príncipes y reyes se
incorporaran la la Orden; siendo esa la causa de que, sin conmociones de ningún género,
hayan hecho de sus pueblos modelo de civilización y de bienestar.
La gran revolución bolchevique no fué de inspiración masónica, pero si lo fué la
revolución menchevique que le precedió, dirigida y presidida por nuestro h:. Kerenski.
Junto a estas figuras cumbres de la humanidad podría enumerar miles y miles de
hombres ilustres que colaboraron y colaboran en la acción liberadora de los pueblos;
unos sembrado ideas, otros elaborando leyes, y otros, en fin, blandieron la espada y
ofrecieron su vida en holocausto del género humano.
Todos esos insignes luchadores han trabajado bajo el símbolo del triángulo, y
han manipulado la escuadra y el compás. Todos han asistido a las Logias y han dado sus
primeros pasos en la cámara de aprendiz; en esta primera cámara en donde se aprende a
desbastar la piedra bruta, punto de partida de los artífices de la nueva sociedad.
El conjunto de países que he enumerado comprende la mayor parte de la corteza
terrestre, y abarca a todas las razas humanas y a casi todos los grupos étnicos. En todas
las latitudes y hemisferios han surgido focos de rebelión cristalizando o no en grandes
democracias y poniendo en pie grandes masas de ciudadanos, gracias a la fecunda labor
de miles de hh:. extendidos ya por todo el mundo.
Es que acaso, han sido obra del azar o de la casualidad el que todos los
libertadores de los tiempos modernos hayan salido de las Logias?
No, no ha sido el azar o la casualidad los que han intervenido en la selección. El
buen éxito de las Logias se debe a su propia estructura. Se debe al contenido de nuestro
credo; al sistema y sencillez de nuestros trabajos.
El buen éxito de las Logias es la consecuencia obligada que se desprende de
nuestra ideología puesta en acción; de nuestro amor a la libertad; de nuestra
condenación al sectarismo; de nuestro desprecio por el dogma; de nuestro valor para
romper las barreras artificiales que otros hombres o instituciones oponen al progreso de
las ciencias, de la filosofía y de las artes.
Y como plasmar esos enunciados en realidades o entidades de acción que hagan
compatible el sentido de la individualidad con el sentimiento de fraternidad y de amor a
la libertad? He ahí el fondo del tema que quiero desarrollar esta noche, para lo cual me
veo obligado a explicar el sistema orgánico de los Talleres.
De la Logia. La Logia no es un comité o partido político donde se acude con ánimo de
imponer criterios, programas, o simplemente posiciones personales; donde tienen más
valor los votos que los razonamientos; a donde se va a vencer y no a convencer. A la
Logia se viene a exponer los conocimientos propios yu a oir con respeto los criterios
ajenos.
La Logia no es una escuela. En ella no hay un profesor que enseña a sus
discípulos materias determinadas con programas de límites preestablecidos, bajo una
disciplina impuesta.
La Logia no es un parlamento. Entidad fundamentalmente combativa, donde se
discute y se delibera sobre problemas inmediatos y de interés público. Nuestras
discusiones no se parecen a las suscitadas en las asambleas, pues que allí los discursos
tienden a repercutir en la calle, mientras que nuestras intervenciones en el Taller se
confían al discreto conocimiento de los hermanos presentes.
La Logia no es un templo religioso a la manera, por ejemplo, de los templos
católicos. En estos uno o varios sacerdotes practican una liturgia que los feligreses no
entienden, y hablan un idioma casi siempre desconocido del auditorio. El creyente
acude a la iglesia, a la sinagoga o a la mezquita con el ánimo de elevar su alma a Dios,
haciendo examen de conciencia y acto de contricción.
No confundamos, pues, queridos hermanos, las Logias masónicas con los
lugares religiosos, con las aulas de enseñanza o con los parlamentos públicos y mucho
menos con los comités profanos, porque sería un acto de profanación masónica.
La Logia, a mi juicio, es un lugar de solaz recogimiento y a él se viene con el
propósito de resolver o amortiguar las inquietudes del espíritu; esas inquietudes que
crea la vida cotidiana en el seno de la familia, en el trabajo o en la calle y que precisan
del hermano para una ayuda, un consuelo o un consejo. A la Logia se debe venir con el
deseo de superación cultural, pues que de la especulación de los temas científicos o
filosóficos que tan a menudo planteamos se deducen enseñanzas universales. A la Logia
se debe venir con devoción, porque nuestros templos son los únicos lugares en que,
aislados del ambiente viciado de la calle, somo acogidos cordialmente para la práctica
de las nobles virtudes y de los sentimientos generosos.
De las tenidas.
La cámara de aprendiz es la cámara soberana del pueblo masónico. A ella
asisten la totalidad de los miembros del cuadro lógico. En sus reuniones se deciden los
problemas logiales y todos aquellos que afectan a la relación con los demás talleres y
organismos de la Orden.
En cámara de primer grado todos somos aprendices; no existen jerarquías ni
posiciones preferentes. Cada cual tiene su puesto y ejerce su función, y, dentro de la
misma, tiene marcadas sus atribuciones. La cámara de aprendiz es un perfecto
organismo; si cada uno se limita a cumplir las obligaciones que le están asignadas, sin
abandonarlas ni interferirse en la función de los otros, el trabajo deviene fácil, cómodo y
fructífero. La Logia en particular y la Orden en general, son modelo de democracia.
Todos los obreros en la primera cámara tienen iguales derechos, en lo que se refiere al
uso de la palabra y a la emisión del voto. Las demás cuestiones se resuelven dentro de la
cordial tolerancia.
Del ceremonial.
Las ceremonias en la Logia son necesarias y útiles. Sin ceremonial las tenidas se
convertirían en asambleas profanas y las discusiones degenerarían en el caos, teniendo
en cuenta que cada uno de nosotros piensa de diferente manera. El rito articula y ajusta el trabajo del conjunto. En los ritos masónicos está todo
aquilatado y previsto; no hay nada superfluo. El más sencillo movimiento, la más
simple frase tiene su significado y responde a una necesidad práctica. Su buen
funcionamiento se deriva que el aprendiz descubra los enigmas, pues que el mecanismo
de todo aparato debe ser conocido por quien lo utiliza a fin de sacarle mayor
rendimiento.
El rito nos distingue de las demás entidades humanas, dándonos personalidad
propia. Sin el rito la Orden perdería su carácter y su razón de ser.
Del simbolismo.
Para hablar de simbolismo en forma genérica, requiere varias conferencias. Yo,
en esta intervención, limitada por el tiempo, seguiré trazando rasgos lo suficientemente
expresivos para que marquen con claridad el perfil de mis pensamientos; de ellos
deduciréis el interés que juegan los símbolos en nuestra Orden.
Todo en la vida son símbolos. El hombre gira alrededor de una serie ilimitada de
imágenes que él mismo ha forjado. Podríamos decir que la acción consciente del
hombre, o sea la que guía el pensamiento, es impulsada, regularizada y mantenida por
símbolos, porque el pensamiento en si, no es más que una correlación de imágens
prefabricadas que de él brotan.
Sin símbolos el hombre permanecería aún en estado de animalidad. La primera
chispa de lucidez intelectual creó un símbolo que todavía se conserva, la rama de un
árbol utilizada como arma de agresión y defensa. Hoy es signo de máxima autoridad,
símbolo que usan los reyes y altas dignidades del estado.
Símbolos son las letras en sus formas verbal y escrita. Símbolos son las palabras
y símbolos son las cosas.
El hombre no empezó a hablar hasta que logró medir y fijar, por medio de
símbolos, los sonidos producidos por contracciones laringeo-bucales a voluntad propia.
Primero formó la escala de vocales que, como sabéis, son simples notas que suenan
según se abra más o menos los labios. Con las vocales construyó las consonantes y con
unas y otras logró articular sílabas, palabras y oraciones. Del sonido, no siendo materia
plástica, nada quedaría si no se fijase en forma de símbolo.
Es lógico pensar que las primeras palabras que el hombre construyó y que
adquirieron un valor práctico de transmisión de pensamiento y que sirvieron de impulso
para la acción, debieron se a la manera de las que hoy empleamos para hablar con los
animales y que ellos entienden a la perfección.
Por ejemplo, en España los caballos marchan o se detienen según se les diga arre
o so. Ambas son dos símbolos: la primera representa la acción, el movimiento, el
avance: podríamos también decir el progreso, la vida. La segunda simboliza la quietud,
el reposo, el sueño; o bien, la inercia, la muerte.
Hay otras palabras que, por su simbolismo, encierran tal fuerza mágica solo
comparable a los rayos de Júpiter de que nos habla la mitología griega. Pronunciadas en
ciertas circunstancias, y por determinadas personas, tienen la virtud de impulsar al
hombre hacia la muerte; y hay otras que, por el contrario, lo contienen y serenan en el
momento de mayor arrebato.
Por ejemplo, la palabra Alto paraliza la acción de las legiones militares cuando
ciegamente iban a lanzarse o se habían lanzado al combate. La orden de ataque produce
un cambio psicológico instantáneo en el hombre más pacífico que, alineado en su
unidad de guerra, se convierte en fiera desencadenada, ansioso de sangre y mortandad.
Podemos asegurar que no hay arma explosiva, ni siquiera la atómica,
comparable a la acción destructora de unos miles de guerreros electrizados por la voz de su Jefe. En este caso, el Jefe y la voz son dos símbolos. Las mismas palabras
pronunciadas por otros hombres que no fueran el Jefe, no tendrían ninguna
consecuencia.
Las escuelas pitagóricas, precursoras de nuestra Orden, donde el ingreso se hacía
mediante iniciación y, como nosotros, trabajaban en secreto, construyeron con el
simbolismo de los números, una de las más hermosas filosofías que nos ha legado la
historia de Grecia.
Había (sic) que son símbolos los signos del abecedario, los números, las figuras
geométricas, las notas y el pentagrama; lo son también las cosas y lo es el hombre.
Ved, pues, que los símbolos son para nosotros como el aire que respiramos. Este
nutre de oxígeno a las células de nuestro organismo por medio de los pulmones y los
leucocitos, y aquellos, mantienen y vigorizan nuestras emociones y nuestro
pensamiento. Si nos falta el oxígeno morimos para la vida física; si nos faltan los
símbolos morimos para la vida del espíritu.
Yo estimo, que los símbolos que utilizamos en las Logias, en principio,
representan simples ideas, después se les ha dado un valor o significación mucho más
amplio.
Expondré algunos ejemplos:
La regla, simboliza lo que ella es, la linea recta; en otros términos, la rectitud
moral.
La escuadra, compuesta por dos reglas unidas en sus extremos con abertura de
ángulo recto, significa la unión de dos conductas rectas, de forma que la fuerza de
ambas no es la suma de los dos valores, sino el resultado de esa suma elevado a la
enésima potencia. Es pues, símbolo de unión y de resistencia.
El compás, es una escuadra articulada, flexible y de suave manejo; sirve para
medir distancias y para trazar líneas curvas, o sea para dar a las figuras
proporcionalidad, armonía y belleza. Leyes todas del bello arte.
La plomada, también línea recta en vertical que partiendo del cénit por arriba,
marca el centro de la tierra, abajo. Significa, a mi juicio, la ley de gravitación y nos
recuerda que si bien debemos mirar a lo alto no debemos olvidar que nuestros pies
pegados permanentemente a tierra, nos someten a la realidad de la vida humana.
El nivel, nos marca la horizontal y el equilibrio; ambas palabras tienen profundo
significado humano.
El mallete, se compone de dos restac en cruz, cual la figura humana; representa
el impulso o la fuerza que dirigidos por la inteligencia sirve para labrar la piedra bruta y
dar forma noble a la diforme.
El triángulo, compuesto por tres rectas iguales, unidas en tres puntos
equidistantes, representan la estabilidad, la permanencia, la eternidad, la inmortalidad o
poder omnimodo, Dios. Esa el la razón que algunas religiones decoren la cabeza del
Todopoderoso con un triángulo.
Con los símbolos la Orden ha logrado fijar y conservar a través de siglos, de
miríadas de años, las ideas fundamentales del saber humano. Ningún idioma, ningún
sistema gráfico hubieran podido legarnos en forma tan clara, precisa y universal, la
ciencia acumulada en nuestros signos.
No son, pues, los símbolos masónicos atributos de fetichismo primitivo, sino
instrumentos científicos que al igual que una pinza en la mano de un cirujano es la
continuación de su mano, por formar un todo compacto con el sistema muscular y
nervioso del doctor, nuestros símbolos son la continuación de nuestros sentidos y el
fundamento de una profunda filosofía universal.
oooOooo
El hombre.
Voy, ahora, a ocuparme del masón en tanto que hombre, sin salirme, porque no
puedo salirme, del simbolismo.
El hombre posee tres fuerzas esenciales que son las que yo estimo que debemos
cultivar dentro de las Logias simbólicas en sus tres grados.
El éxito de lo que pudiéramos llamar la carrera masónica depende del propio
alumno, o sea del aprendiz. Nada práctico se conseguirá si este no se aplica con
entusiasmo a las enseñanzas que dimanan de nuestros símbolos.
En el Taller no existe un jefe que se pueda imponer, ni se usan medios
coercitivos que obliguen a trabajar. Nuestros reglamentos se limitan a marcar el deber
de asistencia al Templo. Contra la no asistencia está la separación, castigo inocuo, pues
que el que no asiste, voluntariamente se separa.
Nosotros actuamos sobre la libre conciencia y defendemos el libre albedrío, es
decir, preconizamos y practicamos la LIBERTAD; pero no la libertad sin freno, pues
que entonces deja de ser libertad.
El hombre para ser libre debe desprenderse de hábitos y prejuicios que, lejos de
servir a su libertad, lo encadenan al tirano que lleva dentro. No puede dejar de ser
esclavo exteriormente aquel que lo sea interiormente. La verdadera causa de la
esclavitud, como sabéis, es la ignorancia, y sobretodo la ignorancia de si mismo.
Esa es la razón porque en las antiguas Escuelas Iniciáticas se emprendía el
camino de la liberación bajo la sentencia CONÓCETE A TI MISMO. Sentencia que no
ha caído en desuso.
El conocimiento del yo es muy vago y está fuera de nuestro alcance, pero el
estudio de si mismo es obligado emprenderlo.
El hombre posee tres fuerzas que necesitan de una educación permanente: las
físicas, las emocionales y las intelectuales. Posee, además, las intuitivas y las sensitivas.
Estas últimas son las que aporta el profano el día de su iniciación. Hablo
simbólicamente.
Cada una de dichas facultades radica en un centro motor independiente y tiene
por origen motivos y causas distintas. Se puede decir que la función de pensar actúa
siempre por comparación y que la sensación y la emoción no razona nunca. Es pues
necesario no confundirlas.
Conviene encontrar por si mismo, el procedimiento para discriminar dichas
funciones. Con el pensamiento vemos un aspecto de las cosas y de los acontecimientos;
con ayuda de las emociones vemos otro aspecto y por medio de las sensaciones un
tercer aspecto.
Frecuentemente confundimos los centros motores o cambiamos el orden de los
mismos.
Hay personas que interpretan como pensamiento lo que es sentimiento o lo que
es sensación, sin que jamás logren deshacer el error. De ahí la frase del poeta: “todo es
según el color del cristal con que se mira”.
No podemos impedir en su totalidad el fenómeno concebido por el poeta, pues
que un individuo, ni fisiológicamenten ni psicológicamente es igual a otro individuo y
por consiguiente las sensaciones y las reacciones de sus órganos son diferentes, pero si
que podemos distinguir y separar, aunque sea esquemáticamente, la facultad intelectual
de la emocional y, ambas, de las sensitivas. Existen hombres de capacidad intelectual muy acusada, pero con atrofia del
centro motor emocional. De estos hombres decimos que por carecer de sentimientos,
sus actividades son perjudiciales al resto de la sociedad.
Existen otras personas cuyas facultades emocionales dominan sobre los demás
centros motores, y aun siendo inteligentes, decimos de ellos que demasiado emotivos o
apasionados producen transtornos y conflictos entre las gentes que les rodean. Su acción
es también perniciosa para la colectividad.
Existen también los superficiales. En esta categoría se clasifica la gran masa de
los hombres actuales que aprecian las cosas y los acontecimientos a través de
sensaciones, sin que jamás puedan llegar al fondo de los problemas, ni comprenderlos.
No están exentos de ambiciones y egoismos porque también ellos padecen desequilibrio
de sus centros vitales.
La labor del masón-hombre es la de evitar esas irregularidades que constituyen
un hándicap de su persona y contribuyen a amargar su existencia. Corregir los defectos
psíquicos y aumentar la capacidad moral y física es nuestro deber. Apliquémonos a esta
tarea hasta encontrar el equilibrio mental, si es verdad que deseamos ir hacia la
perfección del hombre.
En suma, entiendo que el masón viene a la Logia a extender el campo de sus
conocimientos y a ejercitar los sentimientos de fraternidad mediante métodos
simbólicos que tienden a despertar la emulación del hombre, tomando como base las
facultades educacionales del propio hombre.
Es poco, diréis, porque cada uno de nosotros nos sentimos equilibrados y
nuestras facultades funcionan normalmente.
A eso os digo; mirémonos por dentro, hagamos examen introspectivo de nuestro
ser un día y otro día. Seguro estoy que hallaremos sorpresas que nos desconsolarán,
pero sentiremos satisfacción, porque habremos descubierto las causas de nuestros
tormentos y habremos ascendido un peldaño de la escala de nuestra liberación.
Me seguiréis diciendo, eso es poco, nuestra ambición es mayor; no solo
aspiramos a liberarnos nosotros mismos, sino que también luchamos por la libertad de
nuestra Patria y por la del género humano.
Bien, queridos hermanos, pero para conquistar la libertad de los demás antes
precisa ser hombre libre.
Y refiriéndome a los hh:. de élite a que he aludido en la primera parte de mi
conferencia y a otros muchos que no he nombrado, os digo:
Y cuando fueron libres, porque sus centros motores funcionaban al unísono, y su
inteligencia y su emoción fueron fuertes como su energía, y vieron los problemas claros,
y su capacidad de rendimiento llegó al máximo, surgieron aquellos masones, figuras
cumbres de la civilización, y guiaron a sus pueblos y sus pueblos conquistaron la
libertad.
oooOooo
El fondo de la doctrina que acabo de exponer se halla grabado en los Rituales de
Aprendiz, a nosotros nos compete su desarrollo. Si lo estudiamos y practicamos con
celo, asistiendo asiduamente al Taller, veremos crecer en nuestro interior la influencia
de sus enseñanzas y el alivio de muchas de nuestras penas.
Y para terminar voy a hacer un símil que creo ayudará a dar claridad a mi aserto:
Es un gimnasio en cuya puerta figura un rótulo que dice: TEMPLO DEL
MÚSCULO. A él acuden cien jóvenes aspirantes a atletas. Una gran sala rectangular de alta
techumbre y grandes ventanales, es el recinto. Aparatos distribuidos sin estética, ni
orden, existen en él. En un lugar de la sala, un hombre: es el entrenador, un atleta ya en
decadencia, pero muy experto en ejercicios de fuerza y muy conocedor de la anatomía
humana.
El entrenador muestra a los jóvenes los diferentes aparatos y les explica sus
usos. Alguna vez practica ejercicios que los aspirantes deben observar para repetirlos.
Las lecciones de este género son pocas. Cada alumno tiene su estilo y su afición y el
entrenador no se esfuerza en modificárselos. Les marca el tiempo de duración de los
ejercicios y les enseña a respirar; en todo lo demás los deja libres.
Han pasado seis meses; el número de jóvenes aspirantes ha quedado reducido a
menos de la mitad. Unos abandonan por considerar que el ejercicio en el gimnasio es
más molesto que el de su labor cotidiana y otros por carecer de facultades físicas. Los
que continuan, la mayor parte acuden a jugar sin orden ni método en la barra, en las
paralelas, trapecio, etc. etc. o como meros espectadores. Un pequeño grupo muestra
interés y progresa. El entrenador los observa y les aconseja. La carrera es dura y larga y
todavía dejar de asistir algunos alumnos. Siete son ya atletas y practican los ejercicios
con gran entusiasmo, observando las indicaciones del entrenador con devoción de rito.
La linea de sus cuerpos adquiere la armonía y el vigor de estatuas griegas.
Han pasado muchos meses, casi tres años. Los mejores entrenados riñen su
primera competición con otros atletas; tres consiguen destacar, pero todos ellos optan
por continuar los métodos de entrenamiento.
Varios años después en un torneo internacional de campeones, un atleta del
TEMPLO DEL MÚSCULO se clasifica en primer lugar. La multitud le aclama y el
mundo del deporte le consagra como primera figura. Su nombre queda gravado en la
historia del atletismo.
He ahí, queridos hermanos, reflejado el proceso de una Logia, pues que eso es
una Logia masónica, un gimnasio para el desarrollo y perfección de las facultades
intelectuales y morales del hombre...
Y, todavía diréis, porque es evidente como la luz del día, que en estos tiempos
en que la humanidad se debate trágicamente, la francmasonería, y, como consecuencia,
la justicia y el derecho humanos pasan por una honda crisis y que las Logias ya no
alumbran hombres del temple de aquellos grandes atletas de la libertad a que yo he
hecho mención. Es verdad, repito, mas pensad que una helada en otoño puede secar el
jugoso fruto de los naranjos y privarnos durante el invierno de las naranjas, pero allí
quedan los arbustos pegados a la tierra, para seguir la ley de continuidad y ofrecer
abundantes manzanas de oro cuando el Sol y la bonanza reinen en los huertos.
He dicho.
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