¿Que es la Masonería?
Una explicación de la Masonería desde el punto de vista de la“Orden Internacional Mixta Le Droit Humain – El Derecho Humano”
¿QUE ES LA MASONERÍA?
El afán de espiritualidad, entendido de formas muy diferentes, es una de las características de nuestro tiempo. Es frecuente el redescubrimiento o resurgimiento de antiguas escuelas de pensamiento, junto a la búsqueda de nuevas formas de entender y aplicar los ideales. Los problemas que se le plantean a la Humanidad tienden a ser semejantes en su raíz, aunque cambian las condiciones y los aspectos inmediatos. Todo ello debe tenerse presente para abordar la cuestión de qué es la Masonería.
1.- Historia de la Masonería
Vamos a extendernos en el aspecto histórico de la Masonería, pues al hacerlo se abordan muchas cuestiones que aclaran principios confusos, malentendidos y calumnias, cuya clarificación es necesaria a fin de entender qué somos y qué pretendemos.
La cuestión del origen de la Masonería es algo compleja, pudiendo incluir varias contestaciones. Se dan unos orígenes míticos o simbólicos tanto en la organización de los Iniciados Egípcios, de los constructores del Templo de Salomón en Jerusalén, de los Misterios de Eleusis, etc… De esta manera, la enseñanza de las sociedades iniciáticas de la Antigüedad preparó, configuró y transmitió en gran medida el ideal, el simbolismo y la forma de trabajar de la Masonería.
Históricamente, las asociaciones de francmasones (obreros libres de la construcción) aparecen en las obras de las catedrales y monasterios medievales. El simbolismo del obrero libre en un mundo dominado por el criterio feudal del vasallaje era algo más que el material, simbolizaba el compromiso que cada participe de la obra aceptaba mediante la reflexión personal. De esta manera, mientras los Iniciados eran conscientes del significado profundo de palabras y símbolos, el mundo en el que se movían solía quedarse sólo con el aspecto externo de la cuestión. Para mejor explicar esta diferencia nos sirve el ejemplo de los alquimistas: éstos afirmaban poder convertir el plomo en oro mediante una maravillosa piedra que decían poseer, la piedra filosofal. Mientras que la sociedad solía entender esta piedra como algo real y mágico, los Iniciados simbolizaban con ella la Sabiduría, capaz de transformar la energía humana básica en fuerza constructiva, tanto en lo espiritual como en lo material.
Los francmasones, convencidos de que la obra material de la Catedral y la espiritual del perfeccionamiento humano sólo era realizable mediante individuos libres honrados y responsables, transmitían en sus reuniones “iniciáticas” conocimientos científicos y filosóficos, como se realizó en las sociedades iniciáticas de la Antigüedad. Se partía de la concepción de que el Universo se rige por leyes armónicas y complementarias, leyes que poco a poco pueden irse conociendo, y que este conocimiento filosófico y material puede aplicarse al ser humano, parte fundamental del Universo, a fin de armonizarlo y perfeccionarlo. Junto a ello se daba la transmisión gradual del conocimiento (los diferentes grados masónicos), y el aspecto de solidaridad o ayuda mutua entre todos ellos.
Con frecuencia se acusa a las corporaciones de francmasones medievales de haber sido meras instituciones gremiales de monopolio local del conocimiento. Aunque no dudamos de que ello fuera así en muchos casos, toda vez que cualquier obra humana está sujeta a fallos y a utilizaciones indebidas, la norma general no era ésa. Cuando un francmasón alcanzaba el grado de Maestro, es decir, capaz de crear por sí mismo, circulaba libremente por todas las logias, instruyendo a los aprendices y creando escuela. Por ello, los conocimientos arquitectónicos y simbólicos eran rápidamente extendidos -para los baremos de la época- por toda Europa. Eso sí, el conocimiento era transmitido solo a los iniciados, partiendo de la idea ya mencionada: para realizar la obra no era suficiente la simple habilidad artística o “científica”, sino que a ello debía unirse el conocimiento filosófico y el desarrollo espiritual. No bastaba con ser un buen cantero o vidriero, sino que además se exigía ser libre, honrado y responsable.
El arte de construir grandes obras con sentido filosófico inició un decaimiento progresivo, y en el siglo XVIII permanece apenas un sentido de labor filosófica y de ayuda mutua entre los francmasones. El 24 de junio de 1717 se reúnen los masones de Londres para celebrar el Solsticio de Verano, y constituyen la primera Gran Logia. Se trata del hito que marca la aparición de la Masonería Especulativa, cuya obra de construcción es simbólica, filosófica y social, a diferencia de la Masonería Operativa, cuya construcción era material. La transformación no fue repentina, sino gradual, y en ella sobreviven rituales, símbolos y tradiciones de muy antiguo origen. La Masonería moderna entiende que el ser humano y la Humanidad ideales deben ser construidos, piedra a piedra, con la misma libertad y honradez, con el mismo amor y respeto, con los que se construía una catedral.
La Gran Logia de Londres se convirtió en foco creador de innumerables logias en todo el mundo, que progresivamente fueron creando sus propias organizaciones nacionales (Grandes Logias o Grandes Orientes en cada país), vinculadas todas ellas por fraternales lazos de solidaridad y reconocimiento mutuos. La mayor diferencia entre Obediencias (Organizaciones) se produce en la segunda mitad del siglo pasado, al decidir el Gran Oriente de Francia y, progresivamente, otras Obediencias Masónicas, la aceptación de agnósticos o ateos entere sus miembros, en contra del sistema anglosajón, que acepta todas las creencias pero no la ausencia de ellas. La razón de esta diferencia es de origen histórico y social. Mientras que en Gran Bretaña la Iglesia anglicana favoreció y promovió la Masonería, y la evolución política fue gradual, en otros países de Europa se produjo una pugna entre la Iglesia oficial y la realidad social, y una evolución política con frecuencia traumática.
De esta diferencia de criterios surgió una Masonería de sistema anglosajón, que se llama a sí misma regular y difícilmente reconoce a las otras, y una Masonería liberal. Pese a todo, los masones trabajamos en nombre de la Masonería universal, nos esforzamos en no plantear enfrentamientos, y nuestras relaciones son, en la mayor parte de los casos, fraternales y de reconocimiento mutuo. La Masonería no está dividida: es como un árbol con muchas ramas, pero el tronco es el mismo y desde años se persigue el acrecentamiento del común espíritu masónico. A nuestro juicio, tan perjudicial sería un enfrentamiento interno como un monolitismo ajeno a las ideas y prácticas masónicas.
2.- La mujer en la Masonería. La Orden Masónica Mixta Internacional “El Derecho Humano”.
Las normas masónicas tradicionales no permitían el acceso de la mujer a la Masonería, dentro del concepto de su época de contemplar a aquella como un ser sin plena libertad ni capacidad. Este es un ejemplo de cómo la Masonería se mueve con la Historia, como no podía ser menos, y de cómo sus ideales encuentran nuevos desarrollos al paso de los tiempos. En efecto, poco a poco se va creando la llamada “Masonería Femenina de Adopción”, en la cual la mujer es aceptada bajo una especie de tutela de los hombres y con separación en las reuniones.
Por eso resulta tan importante y, para su época, progresista, que en 1892 la hermana Marie Deraismes, iniciada en una logia liberal de Paris, y el senador Georges Martin, creen la Obediencia “Le Droit Humain” con dos planteamientos que siguen siendo fundamentales hoy en día: su carácter mixto, es decir, con plena igualdad y fusión de hombres y mujeres; y el de internacional, es decir, que con una estructura de federaciones nacionales autónomas, todas ellas se integran en una común Organización Mundial, actualmente presente en más de cincuenta países de los cinco continentes. El “Derecho Humano” se integra en la Masonería Liberal, mantiene relaciones de reconocimiento con numerosas Obediencias masónicas de diversos países y varias de sus federaciones pertenecen a la Organización masónica “CLIPSAS”. El reconocimiento mutuo significa que un masón del Derecho Humano tiene libre acceso, en calidad de visitante, a las reuniones de otras Obediencias, tratándose como a un hermano más. Actualmente existen Obediencias Liberales que integran a la mujer por separado (logias masculinas y femeninas), y algunas Obediencias de carácter nacional con sistema mixto.
No deseamos negar la validez de nuestros hermanos masones de otras Obediencias. Por eso, nos limitamos a exponer las características básicas de nuestra Orden, y a recordar que la Masonería es un Gran Árbol de tronco único y múltiples ramas, de raíces profundamente antiguas. Por eso, soporta los vendavales que afectan a una rama determinada, o la siempre posible desviación o descomposición de una de ellas (caso Propaganda Dos).
3.- Los principios de la Masonería.
La Masonería no es una religión, ni una secta, pues no tiene dogmas, carece de cuerpo doctrinal al cual se llegue a través de la fe. La Masonería respeta todas las creencias, y, en caso de la Liberal, la ausencia de esas creencias, siempre que el masón acepte el compromiso de conocerse a sí mismo, desarrollar sus posibilidades en todos los sentidos y en la forma que desee, y volcar ese conocimiento y esa mejora en beneficio del Universo, del cual la Humanidad es parte sustancial.
La Masonería tiene tres únicos principios: Libertad, Igualdad y Fraternidad. La forma concreta de entender y aplicar esos principios no está marcada, y cada masón debe buscarla y realizarla personalmente. Esta exigencia no es puesta en practica mediante un examen o confesión de un masón a otros, sino que se lleva adelante en la conciencia de cada uno.
Al profano se le exige, para entrar en la Masonería ser “libre y de buenas costumbres”. Esta vieja fórmula debe ser entendida como derecho y deber al desarrollar las propias condiciones e ideas -sea cuales sean- y ser coherente con uno mismo desarrollando esas condiciones e ideas de forma tal que mejoren aquella parte del Universo que le rodea, empezando por él mismo. No se trata de guardar una moral determinada, sino de cada uno. El masón puede, por supuesto, aceptar unos principios morales establecidos, pero como ser libre, honrado y responsable, debe tener fundamentados en su conciencia dichos principios, y nunca aceptarlos por rutina o por presión social.
En Masonería no deben juzgarse las opiniones, que son libres, sino las actitudes: éstas deben ser abiertas, carentes -en lo posible- de prejuicios, fruto de una reflexión y una intuición propias. Debe abordarse la vida buscando lo que une antes de lo que separa, y saber manifestar las diferencias con sinceridad para con uno mismo y con respecto a los demás. Esto no significa que el masón no defiende sus ideas y creencias, ya que en ese caso no sería coherente consigo mismo, sino que esa defensa debe ser realizada de forma abierta, tolerante y fraternal, huyendo de la concepción de ser el único portador de la Verdad Absoluta.
Buscamos el progreso del Universo y el progreso de la Humanidad inserta en él, y llamamos a ese progreso Luz, entendiéndolo no solo en el sentido material -importante y presente en nuestras preocupaciones- sino también en el sentido espiritual, moral o filosófico.
En Masonería no se le rinde culto a un Dios ni, mucho menos, al diablo, tal como se acusó en numerosas ocasiones. Un masón puede, de acuerdo con sus ideas, rendir culto a los principios religiosos en los que crea, o declararse agnóstico o no creyente. En ese sentido, la antigua formula masónica de “Gran Arquitecto del Universo” no debe ser entendido necesariamente como un Dios personalizado -aunque cada uno está legitimado a pensarlo así en su conciencia-, sino que simboliza la Energía, Armonía, Fuerza de la Vida u Origen del Universo que se desee.
4.- La Masonería y las ideologías.
Como vemos, en Masonería no caben dogmas, estando abierta a todas las actitudes respetuosas con las formas de pensar ajenas.
En Masonería existe una vieja fórmula que propugna no tratar de política o religión, salvo para esclarecer a los demás. Esto significa que la Masonería es apartidista y que en ella no se pueden dar “consignas”, no se puede tratar de “imponer” ideas, sino “exponer” las mismas. Sería un error considerar que la Masonería es una organización en la que unas conclusiones mayoritarias obligan a actuar social y políticamente a todos, y mucho menos, en la directriz de una autoridad imponga un camino a seguir. Esta forma de actuar sería antimasónica.
Sin embargo, nuestra historia y nuestro mundo están impregnados de realizaciones de inspiración masónica. De ahí deducen los críticos de nuestra organización su peso político y su papel como fuente de directrices concretas. Lo que ha ocurrido, lo que ocurre, es que los hombres y mujeres que trabajan con los ideales de Libertad, Igualdad y Fraternidad, llevan, cada uno de una forma libre e individual, esas actitudes y principios a su mundo familiar, social, político, laboral, etcétera. Lo hacen en la forma en que voluntariamente deseen, y con los aspectos concretos que en conciencia decidan. Si, por ejemplo, la fraternidad universal es un principio masónico, no será extraño que la mayoría de los masones se hayan encontrado en primera fila de la constitución de organismos internacionales, de la unidad europea, etcétera. El masón es un ser humano comprometido, las más de las veces, en un proyecto político, social, intelectual, filosófico, etcétera, porque debe ser un ser consciente y responsable al que no le dejan indiferente los demás.
La Masonería no es anticristiana, pues muchas Iglesias de esa religión la apoyan y promueven, perteneciendo sus obispos y pastores a ella, de forma abierta. Tampoco cabe decir que la Masonería sea anticatólica, toda vez que en su seno se respetan todas las creencias. lo que sí ha ocurrido históricamente es el enfrentamiento de la Iglesia Católica con la Masonería. La mayor virulencia se da en el siglo XIX, cuando los diferentes estados italianos se unifican en uno, u el Papa ve amenazada su posición como Rey de Roma; en ese momento la Santa Sede reacciona con dureza frente a todas las corrientes que, directa o indirectamente, propugnen los ideales bajo los que se unifica Italia: Estado Liberal, sociedades patrióticas -carbonari, anilleros…-, librepensamiento, etcétera. Una de las condenas más duras contra la Masonería la acusa de pretender la separación de la Iglesia y el Estado -que defenderá el Concilio Vaticano II en el siglo XX-. Las calumnias a la Masonería fueron conscientemente alimentadas con las obras del estafador Leo Taxil (que terminó reconociendo públicamente su impostura), en las que se hablan desde apariciones demoníacas hasta banquetes en los que se devoran niños.
Cualquier católico puede, desde el punto de vista de la Masonería, ingresar en ella. Se le exige lo mismo que a las personas de otras creencias o ideologías: tolerancia, fraternidad y desarrollo continuo de si mismo en beneficio de los demás.
De lo dicho hasta ahora no cabe deducir que la Masonería pretenda una vuelta atrás, a doctrinas elaboradas en el siglo XVIII. El gran valor de la Masonería radica en que cada masón, cada generación de masones, reelabora la continua y progresiva aplicación de los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad, que no significan lo mismo en el siglo XVIII que en el XX. Nada de cuanto es humano nos es ajeno, nada de cuanto es Universo nos es ajeno, por estar el hombre inmerso en ese Universo como parte consciente y valiosísima del mismo, capaz de comprender y ayudar a mantener la armonía del conjunto.
No somos retrógados cuando tratamos de mantener y estudiar las raíces de nuestra tradición, pues no se puede pretender entender el presente ni construir el futuro ignorando los origines.
En resumen, el Templo que pretendemos construir está siempre inacabado, y cada generación de masones aporta una piedra más a la obra común, adecuada a su época y su marco geográfico.
5.- La Masonería no es un grupo de presión.
Hemos visto ya que en la Masonería no se dan consignas políticas ni ideológicas, sino que cada cual expone su reflexión ante un problema, sin haber una postura obligatoria para todos.
La Masonería no pretende sustituir a otros grupos (partidos políticos, sindicatos, asociaciones de todo tipo), que cumplen su misión y entendemos necesarias para la vida colectiva. En ningún caso se produce una antítesis, siendo plenamente complementarias unas con otras. Si acaso, suele ser bastante enriquecedor para el masón el poder aportar visiones más globales, o aspectos distintos en una cuestión, al llevar adelante su papel en partidos, sindicatos o asociaciones.
Otro punto que debe aclararse es la cuestión vertida sobre nosotros de ostentar un poder secreto mediante la mutua ayuda entre masones. En primer lugar, conviene señalar que el deber de todo masón a prestar ayuda y solidaridad a todos los demás, y no solo a los demás masones. Si con éstos le une un especial vínculo de fraternidad, que da al trabajar en el mismo sentido y con los mismos objetivos, ese vínculo debe tener un limite en el sentido de justicia y equidad. Ningún masón está obligado a prestar una ayuda que, en su conciencia, suponga una injusticia o un favoritismo. Por lo tanto, dependerá de su sentido de justicia, y éste debe ser muy alto en alguien que se dice francmasón.
Otra cuestión que debe ser aclarada es que nadie está obligado, en Masonería, a dar ayuda si con ello se priva de lo que es necesario para si y su familia. Recordamos que nadie puede dar si previamente no tiene, tanto en el sentido espiritual como en el material.
La Masonería no es elitista. Entre nosotros se cuentan personas de diferentes procedencias, niveles, formación y profesión. Partimos de la base de la radical igualdad de todos los seres humanos, de su múltiple variedad que nos enriquece y equilibra. El elitismo social está proscrito en Masonería, y ello se muestra incluso a nivel simbólico en determinadas ceremonias, recordando la igualdad de todos los francmasones, aún ostentando diferentes grados.
6.- Los instrumentos de la Masonería.
La Masonería es una sociedad iniciática en la que se encuentran las diferentes escuelas de pensamiento y concepciones de la vida. En primer lugar, el carácter iniciático significa que el ingreso en Masonería, el paso a los diferentes grados y el trabajo masónico en general, obedece a unos rituales o ceremonias precisas que tienen un significado simbólico. El efecto, la vivencia de cada masón, será diferente ante la misma ceremonia, y eso es precisamente lo que se pretende: que cada cual reflexione y estudie según su estilo, aportando su versión para el conocimiento de los demás. El carácter iniciático de las enseñanzas es tan antiguo como la Humanidad, y la Masonería mantiene esas viejas tradiciones.
En los rituales masónicos no hay nada de magia o de irracionalidad, tienen un significado básico que se explica a los Iniciados, y a partir de esa base cada uno enriquece o desarrolla las diferentes aplicaciones que desee. El trabajo masónico intenta provocar en sus participantes una toma de conciencia de los problemas y cuestiones que se plantean, en todos los órdenes del mundo. A continuación les pide honda reflexión acerca de lo que cada uno entiende como soluciones o conclusiones, tratando de verlas desde diferentes concepciones o puntos de vista. Se trata de fomentar el libre análisis y el desarrollo de la propia conciencia.
La Masonería no pasa a una acción inmediata -salvo cuando se trata de una ayuda o acto de fraternidad concreto-, sino que cada masón, como ha quedado dicho, aporta su progresivo enriquecimiento al medio en el que ser desenvuelve. Por eso, el ritmo de trabajo masónico tiene unas pautas de reflexión y lentitud que facilitan el análisis y buscan causas profundas.
El trabajo masónico tiene dos vertientes, una filosófico-simbólica y otra social, ambas necesarias. Puede ser que un masón concreto prefiera inclinarse más por un aspecto que por otro, pero cada cual es libre de aportar los trabajos que prefiera.
La Masonería ha sido criticada por su secreto. En realidad, la Masonería no es una sociedad secreta -el hecho de que estés leyendo estas líneas así lo prueba-, y pese a la prohibición que la Constitución española hace de las sociedades secretas, las diferentes Obediencias masónicas de nuestro país se hallan legalizadas. Esto es así porque son conocidos nuestro principio, estatutos y objetivos. En lo que si se mantiene el secreto es en los rituales y formas de trabajar. El significado de este secreto, que por otra parte se encuentra publicado en numerosos libros de acceso a cualquiera, es el símbolo de que la obra de transformación y perfeccionamiento humano debe ser llevado a cabo en el interior, en la reflexión y conciencia. Por otra parte también son “secretas” las reuniones de Consejos de Administración de empresas, de órganos de dirección de partidos políticos, etcétera. Que después de sus reuniones estas entidades celebren ruedas de prensa no significa que se cuente efectivamente todo lo ocurrido y planeado.
Ningún masón está obligado a guardar secreto de su pertenencia a la Masonería, pero tampoco está obligado a reconocerlo si es interpelado, pudiendo negarlo si así lo estima conveniente o lo prefiere. Lo que no debe hacer ningún masón es contestar a decir si otra persona lo es, por respeto a la libre decisión de cada uno a afirmarlo o desmentirlo.
El sistema de diferentes grados dentro de la Masonería, que llegan al 33º en el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, también utilizado por “El Derecho Humano” no desmiente la igualdad de los masones. En el sentido iniciático ya descrito, se considera que el acceso a nuevas capacidades de reflexión y actitud masónica debe ser marcado por el paso a un nuevo grado, marcado por un ritual especifico. El Grado Superior tiene nuevos derechos, pero también y sobre todo nuevos deberes, dentro del trabajo masónico. De esta forma, se avanza gradualmente en el conocimiento simbólico y filosófico. Pero no hay que olvidar que la Iniciación es obra de la vida entera, y que todo francmasón continua siendo, simbólicamente, un Aprendiz, abierto a todo y a todos.
El funcionamiento interno de la Masonería es democrático, como lo fue durante siglos, aún antes de que la democracia llegara a la vida política. El sufragio libre y secreto se aplica en las elecciones anuales para todos los cargos, en la admisión de nuevos masones, en los Congresos generales de cada Obediencia, en la toma de decisión sobre cuestiones administrativas, etcétera. Cada masón conoce sus derechos y deberes por la Constitución, estatutos y reglamentos de su Obediencia, Federación o Jurisdicción, o Logia.
7.- Conclusión.
Confiamos haber aclarado dudas, confusiones o puntos oscuros. No pretendemos con ello otra cosa que ser más conocidos en nuestros objetivos y formas de trabajar. Para terminar, te recordamos algo que con frecuencia se dice en Masonería: hay muchos masones sin mandil; es decir, personas que nunca van a ingresar en una logia, pero cuyos principios y actuaciones extienden día a día ese mundo más fraternal, más justo, más tolerante y más libre que también nosotros perseguimos.
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