miércoles, 18 de marzo de 2015
LA LETRA “G”
LA LETRA “G”
Dentro de la estrella flameante se encuentra un signo o jeroglífico, que se ha identificado muy bien con la letra G del alfabeto latino, aunque su significado originario fuera tal vez un poco diferente. La letra G se halla exactamente en el centro del pentagrama, y es digno de nota que,inscribiendo en el mismo la figura humana, dicho centro corresponde exactamente a las partes genitales.
Es, pues, en extremo evidente, la relación fundamental de esta letra con el génesis y la “generación” en todos sus aspectos, representando en primer lugar el centro creador, origen de toda manifestación y las diferentes expresiones de la fuerza creadora, manifiesta tanto en el hombre como en los demás seres vivientes, por medio de los órganos de la generación.
La fuerza creadora, que se halla en el centro de todo ser y de toda cosa, y que producen en el orden natural orgánico la generación, tiene una importancia fundamental en el doble proceso de la involución y evolución, como lo demuestra también la leyenda bíblica de la caída del hombre, asociada con el uso indebido de esta fuerza, procedente del misterioso arbol de la vida. Efectivamente, según sea usada, este fuerza, puede conducir al hombre tanto a la degeneración como a la regeneración; esta última es privilegio del iniciado, que habiendo dominado los sentidos, canaliza la fuerza generadora para el objeto supremo de la creación: el engendramiento o producción dentro del mismo hombre de un ser superior, el verdadero maestro.
Al compañero únicamente le compete saber que, según su uso recto o torcido, esta fuerza conduce al hombre a la liberación del espíritu o a la esclavitud de la materia, al dominio de él de la realidad o de la ilusión. Medite pues sobre su profundo sentido, reconociendo en la misma un principio divino que, aunque pervertido por la ignorancia, tiene sobre la simbólica escalera del sueño de Jacob, que une la tierra de la materialidad y de la ilusión con el cielo de la realidad espiritual.
GEOMETRIA — GENIO — GNOSIS
La misma raíz de generación se halla expresada en el griego que significa “tierra” en el sentido de “generadora” o “madre de los vivientes”; de esta palabra vino geometría, que significa literalmente “medida de la tierra”, o sea, en su sentido más amplio: “estudio de las Leyes o principios matemáticos fundamentales, que constituyen la medida interior de la creación manifiesta o mundo fenoménico {tierra}“.
El griego gé es de un valor casi igual al de latín natura, que tiene la misma etimología (originalmente gna-tura), significando la “engendradora” o productora por excelencia, y por ende la “madre” del universo visible. Por consecuencia, geometría es sinónimo de “naturimensura”, o sea “estudio de la interna medida de la naturaleza, y de los principios matemáticos a los cuales se reconduce y por cuyo medio se hace manifiesta la creación”.
Aquí no se agota, sin embargo, su significado: geometría o ge-meter, es también un equivalente de demeter o “diva mater” en cuanto significa la mater genitrix de la naturaleza. Precisamente así debieron entenderlo los antiguos helenos al usar esta palabra que claramente nos presenta el origen de todas las cosas visibles en la pura ciencia de las formas, que es también la ciencia de las medidas y de las proporciones, dado que madre y medida son palabras en este caso etimológicamente equivalentes.
Es, pues, evidente, la estricta relación significativa entre generación y geometría, siendo esta última la medida de la primera, en cuanto nos muestra los principios matemáticos que presiden a la Creación Universal de las cosas. Igualmente evidente se hace a nuestra consideración etimológica y filosófica la conexión de generación, congenio y gnosis, otros dos importantísimos significados de la letra G.
En el genio (palabra derivada de la misma raíz gé o gen) encontramos pues la más elevada y sublime manifestación de la generación: la creación o producción de lo que puede haber de más bello, atractivo y agradable, de todo lo que eleva al hombre y lo conduce más cerca de su naturaleza divina. La ciencia, el arte y la religión, en todos sus aspectos, son igualmente obra del genio del hombre, del ingenio o genialidad humana de lo que en el hombre es más que hombre y tiende a hacer de él un Magister.
El cultivo del genio (de su propio genio o genialidad innata) debe ser, pues, el objeto fundamental del compañero, ya que únicamente en la medida en la cual su propio genio se manifiesta, puede verdaderamente aspirar al magisterio y llegar a realizarlo. Este es el sentido de su regeneración, por medio de la letra G, ocultada y revelada en la estrella flamante de su ideal.
El etimología de gnosis muestra el estrecho parentesco entre las dos clases de ideas que se agrupan en los dos verbos “engendrar” y “conocer”. La raíz gno (en sánscrito jña) del griego gnosis y del latín gnosco o cognosco, nomen( de gnomen, notus (de gno-tus), nobilis (de gno-bilis), es muy semejante a la raíz gé o gen (sánscrito ja o jan ) de la cual hemos visto derivarse geometría, gen-eratio, gen-ius y na-tura.
Efectivamente, todo proceso de conocimiento es una interna “generación de ideas”, una generación que se produce en la mente, otra palabra que muestra la idéntica relación entre las dos clases de ideas, por cuanto deriva con el griego metron “medida”, con el sánscrito manas y matra y con el latín memini, monitus, mensura, etc., de la misma raíz ma-me o eman-men de la cual deriva “madre” (en latín mater, griego meter, sánscrito matara), por ser la mente verdadera “madre de las ideas”.
Gnosis es, pues, sinónimo de conocimiento o “ciencia” (de sci-re “conocer, saber), refiriéndose más bien que al conocimiento profano y a la ciencia ordinaria, a aquella verdadera scientia y sapientia, que se halla constantemente comprobada por la directa experiencia individual y es conciencia interior de la realidad y, por ende, patrimonio y prerrogativa de los iniciados en la senda de la verdad.
La admisión de la gnosis por medio del genio individual, será por consecuencia objeto de los esfuerzos del compañero, esforzándose en interpretar con su estudio y práctica de la geometría, el gran misterio de la generación universal.
GRAVITACION- GRACIA – GOZO
La Gnosis conduce a reconocer la ley universal de gravitación (de gravis: grave) que para el iniciado tiene un sentido más íntimo y profundo que para el profano, ya que no se limita a considerar las relaciones entre los cuerpos físicos (celestiales y terrestres) sino que abarca el dominio moral y espiritual, en una comprensión más perfecta de aquella realidad, de la cual vemos doquiera las manifestaciones y sentidos y expresamos constantemente, activa y real.
El estudio y la perfecta comprensión de esta ley es, por consecuencia, de una importancia soberana para el arte real de la construcción individual y universal, en cuanto este arte tiene que ser prácticamente una constante elevación o edificación de ideales, pensamientos, palabras, propósitos y acciones. Esta elevación no puede conseguirse si no tiene su base y se edifica sobre la ley del amor que une a todas las cosas por los lazos sus recíprocas afinidades para una finalidad armónica.
Sólo el maestro, con el estudio de la música y de la astronomía puede por lo tanto, llegar a la comprensión perfecta de esta ley, que da a lo espiritual (el genio en nosotros) el centro del poder y el dominio sobre toda gravedad o atracción material. Y el compañero se convierte en maestro en la medida en que la comprende y práctica.
La comprensión de la ley de gravitación abre la mente del iniciado a la gracia divina, y lo hace partícipe de todas las bendiciones, de las cuales la suprema realidad es causa y fuente perenne: sintonizado con la ley de amor se establece en una actitud de “no resistencia” y activa y sincera benevolencia: así llega a la más perfecta armonía con el universo, y se transforma en canal para la manifestación de la gracia, de la sabiduría y de todos los bienes una expresión siempre más elevada y radiosa de la vida Una, de la cual es centro, vehículo e instrumento.
Esta transfiguración del ser humano, esta verdadera metamorfosis, que fue equiparada a la de la crisálida en mariposa, es fuente y origen de gozo o beatitud: aquel contento íntimo, aquella felicidad inefable que pertenece al Ser y se hace manifiesta en nuestro interior según logramos estar en armonía con lo más alto en nosotros. El iniciado que la realiza en si mismo, realiza la Gran Obra que ha sido constantemente el objeto final de todos los misterios y sigue siendo meta suprema de la masonería: adquiere aquella paz sublime que se extiende sobre él como un manto de gloria, el verdadero”vellocino de oro” objeto de la expedición de los argonautas.
De modo que cuando la letra G se nos revele individualmente en su séptuplo sentido, premio y resultado del perfecto conocimiento de los anteriores, cesaremos de ser hombres, habiendo realizado el Supremo Magisterio, que lleva consigo la conquista de la inmortalidad sobre la tierra y el dominio competo sobre toda la naturaleza.
ALDO LAVAGNINI
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