Conferencia pronunciada por Guy Arcizet, Gran Maestro del Gran Oriente de Francia, en el transcurso del Sexto encuentro de la Confederaciaón Interamericana de Masonería Simbólica. Quito, Ecuador,
Ser Francmasón es ser ciudadano del mundo. Es este sentimiento el que me ha determinado y orientado hacia el viaje iniciático. La vida es ella misma, un viaje bien incomodo e incierto. Pero, si uno puede encontrar en él la posibilidad de realizar un cierto número de opciones intelectuales o afectivas, si uno puede descubrir la fuente de una reflexión sobre su propio destino para no sufrir enteramente “la horrible carga del tiempo”, como dice Baudelaire, entonces, vislumbramos mejor el horizonte y las montañas que rodean a Quito, sevuelven protectoras.
No soy un turista común, y no viajo únicamente por el solo placer de viajar o de descubrimiento. Este año he estado en Serbia, en Israel, en Togo, en Benín, en Portugal, en Armenia, sin citar las numerosas ciudades francesas, tanto en la metrópolis como fuera de ella. Es un inventario que puede sorprender e incluso cuestionar. Pero yo me desplazo como el portador de una idea, la de la dignidad humana a través de una Institución, el Gran Oriente de Francia, que he dirigido este año.
Pero, no podía dejar de viajar en esta instancia para encontrarme con Uds., mis Hermanos de América del Sur que tantas veces han respondido a nuestras invitaciones en Europa.
Sepan, ante todo, que no vengo con preconceptos, ni con el sentimiento de que el GODF es el Alfa y el Omega de la masonería, o una estructura dominante por el único hecho de su antigüedad o por el numero de sus adherentes. La masonería que Uds. hacen aquí, en sus Logias, tiene el mismo valor y la misma dimensión que la que nosotros hacemos en Francia, y nuestros contactos no pueden tomar su verdadera dimensión, mas que a través de un intercambio de igual a igual. Se nos reprocha muchas veces de ser una red en el sentido político del termino. Sin embargo, somos ante todo una red afectiva e intelectual que se teje en nuestros trabajos y que se difunde en la sociedad para borrar sus desatinos y sus asperezas.
Voy, sin embargo a tratar de decirles cómo concibo el compromiso masónico, no en un mensaje magistral, sino para revelar el fondo de mi pensamiento que Uds., evidentemente, no tienen por qué compartir. Es una actitud que muchas veces he defendido: que uno debe decir su propia verdad a sus Hermanos y Hermanas, a riesgo de cometer errores o de tener contradicciones. Es de la suma de las subjetividades expresadas que debe surgir una chispa de verdad.
Voy entonces, a intentar relatarles una historia subjetiva del GODF y de la Francmasonería.
He dicho reiteradamente que la FM es la hija de la razón y de las Luces, Hermana de la Republica y madre de la Laicidad.
La FM es hija de la razón y de las Luces, por supuesto. Sé que hay, a veces, controversias sobre estos dos términos de Razón y de Luces, que tienen su origen en los Siglos franceses XVI, XVII y XVIII. No estoy de acuerdo. Las Luces son, evidentemente, el avatar moral de la razón critica. Y nuestras sociedades se construyeron sobre las ideas de Rousseau, Montesquieu o Condorcet. La Francmasonería nace en esa gran corriente de la laicización moderna del pensamiento que toma sus raíces en el S. XVI europeo, con Montaigne, Erasmo y más tarde Descartes y Spinoza. Cuando Montaigne dice que cada hombre es portador de la totalidad de la condición humana, no opera solamente una revoluciónsemántica, sino una verdadera revolución filosófica que va a fundar el mundo moderno.
En fin, ya no se puede decir más que el hombre es únicamente a la imagen de dios, como pueden todavía creerlo numerosos hombres y mujeres, y yo respeto esta creencia. Pero el hombre puede apostar al hombre sin otro objetivo que el hombre mismo, según la expresión de Albert Camus, y quiero creer que a pesar de aquellas raíces deístas, nuestra Institución se fundamentó en armonía con esta evolución del pensamiento que, en nuestros días, todavía no se ha del todo alcanzado.
La FM es la hermana de la República.
Cuando el 2 de diciembre de 1851 Alphonse Baudin, médico y Francmasón, muere en una barricada de la calle del suburbio Saint Antoine, en París, en pleno golpe de estado, después de haber gritado “Vais a ver como se muere por 25 francos” (era en la época el sueldo de los parlamentarios), manifiesta ese estado de espíritu de rebelión y resistencia que fue bien claramente ilustrado por la Revolución Francesa y que debería quedar como una marca de nuestros comportamientos. Este hecho corroborado por nuestro Hermano Víctor Schoelcher - quien estará en el origen de la abolición de la esclavitud - que se encontraba ese día en la barricada, y por Víctor Hugo, al cual inspirará su novela “Historia de un Crimen”, abre la historia política de la Francmasonería moderna, y no solamente porque Alphonse Baudin esté en el Panteón, sino también porqué se sitúa en el pleno surgimiento de la república social. Estamos en el momento en que Prudhom, Fourier u otros como Pierre Leroux, comienzan a imaginar que es posible la existencia de una comunidad de destino entre todos los elementos de una nación, aunque ellos sean dispares. La divisa del GOdF es, entonces y después, la de la Republica, Libertad, Igualdad, Fraternidad, y nos hemos convertido en un cuerpo intermediario de esta República. Por esta palabra entiendo una asociación hecha de hombres y mujeres libres, independientes de todos los poderes institucionales o religiosos, que puede así concebir y transmitir ideas que están ligadas a los derechos de la persona humana. Por este hecho se nos acusa, muchas veces, de ser políticos, lo que crea una confusión. En efecto, no queremos entrar en el debate político, que es por esencia partidario, pero sí interesarnos en el hombre en tanto que ser social, y brindarle los instrumentos necesarios para que domine su destino. Es decir, ser políticos en el buen y noble sentido de la palabra, y referirnos a Thomas Mann cuando dice en La Montaña Mágica: “la idea masónica jamás fue apolítica, en ninguna época, ella no hubiera podido serlo; y si ella creyó serlo se equivocó sobre su propia naturaleza... El problema social, el problema de la vida en sociedad, es él mismo político, enteramente político, únicamente político... Cualquiera que se consagre a este proyecto, - y aquel que se escabullera, no merecería el nombre de Hombre - tiene que ver con la política e incluye entender que el Arte del Francmasonería es el arte de gobernar....”. Es necesario, de todas maneras, comentar, para despejar cualquier ambigüedad, que si se habla de “gobernar”, no se trata, evidentemente para los masones, de tomar el poder y ejercerlo. Sino de gobernar en el sentido de gobierno de símismo ante todo, y también de orientación en las ideas, en el sentido que acabo de definir.
La Francmasonería es la madre de la Laicidad.
Es verdad que nosotros no somos los inventores y sobre todo no somos los únicos en apoyar la Laicidad en Francia.
La Asociación “La Libre Pensée” desde 1848 y la Liga de los Derechos del Hombre desde 1898 han trabajado con coraje y determinación en la construcción y defensa de este concepto. Había, y hay, en esas Instituciones, numerosos Francmasones y entre los primeros, encontramos también a Víctor Schoelcher. Estamos orgullosos de ello; pero, es necesario decir también que el GOdF ha sido la primera institución en operar en su propio seno ese viraje hacia la Laicidad.
En efecto, en 1877 el GodF, en el curso de su Convento, que es su Asamblea General, decidió que para ser Francmasón la creencia en dios o en el Gran Arquitecto del Universo, no era más obligatoria.
Nosotros seguimos pagando aun hasta hoy día, las consecuencias, en cuanto la Francmasonería inglesa, que se considera a sí misma “regular", nos ha excomulgado y decretado que el Gran Oriente, no cumpliendo más la condición de referenciarse al GADU, era “irregular”. Desde hace 130 años, la situación no ha podido arreglarse, tanto más cuanto nuestra Institución es perfectamente respetuosa de la originalidad e identidad de cada uno, tanto como de la soberanía de las Logias. Es así que ha admitido que las mujeres podían ser iniciadas en el GO, luego de debates, que es necesario decir fueron fuertes y muchas veces polémicos, contradictorios, pero finalmente fructuosos. El GOdF, sin embargo, no se volvió mixto, porque en el respeto de la soberanía de las Logias, no obliga a nada y algunas Logias permanecerán masculinas o aún femeninas, aunque esta ultima posibilidad aun no se haya dado.
Sin embargo, es necesario hoy día explicarse sobre la Laicidad la cual, fuera de Francia es muchas veces percibida como una particularidad difícil de discernir, y por decir todo, una excepción francesa. Tengo una expresión propia con la cual hemos trabajado entre masones: la Laicidad es el estado ideal de una sociedad fraternal donde pueden vivir juntos libremente, expresarse, realizarse en la igualdad de oportunidades todas las diferencias humanas. Es decir, que yo no uno la Laicidad a la religión. La Laicidad es un cuadro político, y al mismo tiempo, una visión filosófica del hombre, porque el hombre es libre en sus opciones, libre en su pensamiento, de su expresión y de su acción. Y al mismo tiempo, la Laicidad está ligada a una ética, que es una ética de la solidaridad. La solidaridad me parece un corolario importante para la Laicidad, simplemente porque si en un país hay separación de las iglesias y del Estado y libertad absoluta de conciencia, y no hay posibilidad de vivir dignamente, nos encontramos en una paradoja que hace que la Laicidad, finalmente no tenga sentido.
Por otro lado, es necesario saberlo, en Francia durante toda la duración de la gestación del proyecto político de la Laicidad, es decir, durante todo el S. XIX, quienes concibieron esta idea política fueron los difusores de la solidaridad. El primero que habló de solidaridad social fue Ferdinand Buisson, que es uno de los padres de la Laicidad. He aquí entonces como veo la Laicidad, desarrollándose en un cuadro pluralista, que no tiene nada que ver con esa Laicidad antirreligiosa que ha sido descrita durante años y que viene de un malentendido en los comienzos de la Ley 1905, de la cual hablaré en unos momentos, al principio, y de procesos que tuvieron lugar contra las congregaciones religiosas. Ustedes se acuerdan tal vez de esta historia, donde se perseguían religiosos para hacerles entrar dentro del cuadro legal. Pensamos que la Laicidad es algo que permite la libertad de pensamiento y por lo tanto, la libertad de cultos. La Laicidad es la garantía de la libertad de cultos, y es importante también decirlo.
La Laicidad es un valor fundamental para el GodF.
Es fundamental, justamente, porque nosotros anteponemos sin cesar esta noción de dignidad humana. Si el GOdF tiene un sentido, ante todo lo tiene para sus miembros, que son hombres y mujeres a la búsqueda de ese sentido, de una trascendencia también, humanista, fuera de aquéllas propuestas por las religiones. Hay entre nosotros religiosos, hombres y mujeres que creen, pero que han buscado también otra trascendencia, que es tal vez, un sentido inmediato de la existencia, y es por esto que el GOdF es una estructura moderna, está en la modernidad, cuando el sentido de la existencia desaparece en un consumismo que nos parece que hay que combatir. Está bien que haya que consumir, que estemos cómodos, en el confort, pero esto no es suficiente para vivir si detrás no tenemos otra cosa, en el dominio de la emoción, de lo afectivo, donde uno pueda expresarse o donde uno pueda decir lo que uno es. El consumismo, en definitiva, solo es algo estéril para el hombre, incluso destructor para el medio ambiente, lo sabemos todos. Es verdad que el malentendido sobre la Laicidad persiste de manera violenta en Europa, en la medida que se piensa que cuando se es laico, se es un revolucionario, un antimonárquico, y forzosamente un republicano. Es verdad que en Francia la Laicidad tiene mucho que ver con la República; pero se puede ser laico sin ser republicano: hay monarquías en Europa que son democracias, y que son tan respetables como nuestro régimen, y donde se puede también hacer vivir la Laicidad.
Pero la Laicidad ¿es un principio universal? y por ejemplo ¿Turquía es un país laico? Sí, me atrevo a afirmarlo, sin entrar en el debate sobre la evolución política moderna y actual de ese país. Ataturk tenía en Turquía inscrita la Laicidad en la Constitución. Esto existe en Turquía y existe en Portugal. No es un gran número de países, pero la laicidad es también el respeto y la defensa de la dignidad de los hombres y las mujeres. Esto debe ser un objetivo universal, es decir, que en un país cercano o lejano del nuestro, donde los hombres y las mujeres no tienen la dignidad que merecen, la indignidad que viven se vuelve contagiosa, y al final produce gérmenes de injusticia, de conflicto y de desequilibrio... creo que todos los regimenes fuertes que quieren constreñir al hombre son regimenes que pueden derivar hacia la violencia. Lo vemos muy bien con los terrorismos.
Los terrorismos no se nutren de las religiones, sino en medios donde la Laicidad no existe. La democracia es una ley escrita, un sufragio universal y la separación de poderes. Y es también, el respeto de los individuos que viven bajo esta ley democrática, y cuando tenemos un país donde hay ausencia de respeto a la dignidad de los hombres y mujeres, en ese momento hay un riesgo de nutrir los extremismos. Estos van a refugiarse, de preferencia en países que no son democráticos ni laicos. Lo vemos todos los días.
Es verdad que los Francmasones no han sido siempre ejemplares. En Europa, los Francmasones han estado entre los primeros adeptos al colonialismo, convencidos de la superioridad de la civilización occidental. Frecuentemente fueron sordos a la expresión de las diferencias alrededor de ellos, cayendo así en un dogmatismo que no tenía nada que envidiar a la religión. No estuvieron exentos de errores ni de faltas graves, y esto es lo que nos hace prudentes cuando exponemos nuestras ideas, mas en la duda que en una creencia ingenua y finalmente peligrosa.
Podemos preguntarnos si existen diferentes maneras de concebir la Laicidad en el mundo. Para continuar en la lógica de lo que vengo diciendo, hubo un evento que pasa generalmente desapercibido entre los historiadores de la Laicidad. En 1956 la divisa de los Estados Unidos era “e pluribus unum”, es decir, “la singularidad en la multiplicidad”, “uno para todos, todos para uno”, en cierto sentido el respeto del individuo en una colectividad. Y en 1956 el presidente Eisenhower, que era un presidente republicano, hizo cambiar la divisa a “in god we trust”. Y de manera extraña, éste “in god we trust”, esta deriva hacia lo religioso se inscribió en el dólar. Entonces, si ustedes quieren, el lazo entre la Laicidad y la economía es algo muy importante a identificar. Tanto más que en el mismo movimiento se instaló una mística y una clericatura del dinero, un retorno hacia la glorificación del becerro de oro, con una filosofía y una escatología en el “trabajar más para ganar más”. Como si la finalidad dejara de ser “trabajar mejor para vivir mejor” que nos dicta la razón.
Para retornar a la cuestión, ¿es que hay varias laicidades? ¿La Laicidad es algo exportable, puede inscribirse en todas las culturas? Estoy convencido de que sí, dentro del respeto a las diferencias. Es decir, que es evidente que no podrá darse a la Laicidad el mismo sentido en Europa Occidental, en África Oriental o sobre la costa pacifica donde estamos, en la medida que las culturas y las historias son diferentes, en la medida en donde los regimenes son también diferentes. Pero, si un régimen, el que sea, llega a hacer respetar la dignidad de los hombres y las mujeres, en ese mismo momento, la Laicidad comienza a venir naturalmente. Entonces, la Laicidad es un concepto vivo, incontestablemente, y es por esto que confinarlo solo a la separación de la iglesia y del Estado, como a veces lo hacen los franceses, es muy reduccionista. Y es un riego mayor que está hoy día encarnado en ciertos partidos extremistas en Francia que hablan de Laicidad sin las nociones de solidaridad o dignidad humana, y que le dan una coloración xenófoba. Hay un riesgo, dicho esto, incluso si una Ley votada en Francia en 1905 para formalizar esta separación, ha sido escrita en un contexto particular, y no estoy de acuerdo en que se la toque, en particular que se modifiquen los dos primeros artículos que dicen que: “La República asegura la libertad de conciencia. Ella garantiza el libre ejercicio de los cultos con las solas restricciones señaladas en interés del orden público. La República no reconoce, no da salarios ni subvenciona ningún culto”. Porque el principio es bueno:
Separación de la religión y del Estado. La religión en su casa y el Estado en la suya. Pero no se tiene en cuenta, y la ley de 1905 no tuvo en cuenta, de algunas situaciones particulares: el cambio de la sociedad, la evolución hacia una "mixtidad" social que se manifiesta actualmente en "mixtidad" religiosa, a veces en sincretismo, en "mixtidad" étnica que se realiza en los países occidentales. La religión musulmana en Francia, derivada de una inmigración que en su origen nosotros hemos estimulado, no hay que olvidarlo, se volvió una religión muy importante al mismo titulo que el judaísmo, el catolicismo y el protestantismo. Nos damos cuenta, entonces, que hay fallas en la Ley de 1905 en la medida que, es verdad que no se subvenciona ningún culto, que no se construye ningún lugar de culto, y que las religiones minoritarias están desfavorecidas en relación a la cristiandad cuyos edificios son antiguos y están protegidos por el Estado. Pero hay diferencias que están ligadas al pasado de Francia, a la cultura cristiana de Francia lo que no es la misma cosa que ligada a las raíces. Francia es de cultura cristiana, lo que se manifiesta en el paisaje, dado que hay muchas iglesias, y es incontestable que esas iglesias son parte del patrimonio y son mantenidas por el Estado y las comunidades locales, por el contrario, los edificios de los otros cultos, ya sean sinagogas o mezquitas, no lo son. Y aquí hay una falla en algún lado, y será necesario que podamos cuestionar sin tabú a nuestra sociedad laica, justamente porque ella es laica, y esto responde en particular a la cuestión de una Laicidad que debería obligatoriamente evolucionar en función de las sociedades. Es un principio que debe quedar, pero que debe permanecer en armonía en la sociedad en la que evoluciona.
¿Como conciliar la referencia a la laicidad y la búsqueda de espiritualidad?
Yo estoy por una espiritualidad laica, es decir una espiritualidad ligada al camino iniciático masónico, y es por ello que estoy en una Obediencia masónica. Es una espiritualidad que tiene por principio la búsqueda de sí mismo y de los otros. Lo decimos de una manera un poco rápida, pero es incontestablemente la ausencia del dogma en la base de su vida y de su acción. Esto es la primera cosa. La segunda cosa es que también estoy en la búsqueda de una trascendencia, de un humanismo trascendente. La trascendencia siempre ha sido percibida como ligada al misterio divino. La trascendencia no es el inmanentismo, es decir, la presencia de dios en el hombre. Yo pienso que todos los seres pueden tener una trascendencia, una trascendencia del humanismo, en una moral no impuesta, en una trascendencia del espíritu. Ellos están sometidos a un mismo destino, en una corta vida. No se esta obligado a vivir únicamente según una perspectiva materialista. Se puede buscar un sentido que no esté ligado a la religión, pero a la escritura de un destino común, en la afección, en el amor, en la búsqueda de la alteridad, y después también en algo que es importante para mi, en la transmisión. Es absolutamente necesario que se pueda transmitir un cierto numero de valores a aquellos que van a sucedernos, sin lo cual, estoy persuadido, la humanidad tendrá dificultades para sobrevivir en esta Tierra. No estamos aquí de manera definitiva. Estamos aquí de manera precaria, transitoria, no es pesimismo, es ser lúcido, es saberlo. No tenemos una existencia definitiva sobre la Tierra, ni en tanto que individuos ni en tanto que especie.
Otras especies como la nuestra han desaparecido, y si el hombre quiere sobrevivir, pienso que lo hará en la noción de un destino común, de un humanismo de resistencia, algo que reúna a los hombres sobre la Tierra y también a la Tierra, y entonces la transmisión juega un papel fundamental en la permanencia de los valores.
En efecto, imagino que la vida está escrita como una frase, con una mayúscula al principio, que es el nacimiento, enseguida las palabras, una puntuación que son los días de nuestra vida, nuestras alegrías, nuestras penas, nuestros dolores, nuestros amores, y un punto final que es la muerte, y que da, paradójicamente, su sentido a la frase. Nosotros, masones, escribimos nuestras frases en un libro común, espiritual e inmaterial, y que nos servirá para transmitir.
¿Cual puede ser la acción de nuestra Masonería sobre estas problemáticas y qué es lo que la distingue de otras Obediencias masónicas?
Está muy claro. Tenemos dos tipos de acciones. Primeramente en el discurso. Y tener un discurso claro, saber lo que se dice y lo que se quiere, ya es algo. Esto nos separa de una manera importante de otras Obediencias, sobre todo de las Grandes Logias ligadas a la Gran Logia Unida de Inglaterra, donde la masonería tiene un sentido completamente diferente. Desde el principio del S. XIX, la Francmasonería del GOdF evolucionó en una dirección que era la de una implicación social siempre más importante. Los Francmasones del GOdF imaginan que ellos viven en una colectividad, en un grupo solidario, y ellos desean que este grupo solidario pueda evolucionar. Esto me parece muy importante. Entonces la gran diferencia está ahí. Primero en el concepto, y después también en la acción. Es decir, que estamos muy próximos de una masonería que se compromete, en tanto que Obediencia, en los grandes combates sociales. Recientemente hice publicar un Comunicado sobre las acciones de Planificación Familiar. En el dominio de la sexualidad estamos todavía demasiado inclinados hacia conceptos latinos, mediterráneos, donde la sexualidad es muy sexista, en la que el hombre tiene un lugar predominante. Aquí en Ecuador ustedes han hecho evoluciones en la sociedad de las que nosotros todavía estamos lejos. Las leyes de 2001 eran leyes para facilitar el acceso a una sexualidad realizada para todos, para los jóvenes, para los varones y sobre todo para las jóvenes con la contracepción. La ley dice que es necesario tener una información clara sobre la contracepción en la escuela, pero esto todavía no se ha hecho.
Pero hay otros dominios donde también trabajamos. La economía, por ejemplo, cuando esperamos una economía distributiva y solidaria. Sé que hay en Uruguay Hermanos que trabajan también sobre una Renta Mínima, es decir un ingreso dado a todos, por el hecho de existir, un ingreso de base incondicional para dar a cada uno el sentimiento de un destino común.
Somos entonces, guardianes de la sociedad. Pero ¿tenemos una influencia de red? En el sentido de la idea seguramente, no en un sentido político, contrariamente a lo que dicen nuestros detractores, que piensan que nosotros hacemos y deshacemos en los gobiernos.
Ustedes saben que aquí hay solo un fantasma, y que nosotros jugamos un rol mucho más importante por la fuerza de nuestras ideas que por nuestra participación en la gestión de lo público. Pero, pienso, como Salvador Allende decía en 1970 en la Gran Logia de Chile cuando no era aún presidente, que si la Francmasonería no era capaz en tanto que Institución de expresarse para promover los valores que ella defiende, nosotros los Francmasones seriamos continuamente sospechosos de perseguir unos fines egoístas.
Voy a terminar aquí mis propósitos, agradeciédoos vuestra hospitalidad afectuosa que me hace sentir que estoy aquí como ciudadano del mundo, en mi propia casa, y expresándoos mi gratitud. Porque vengo aquí buscando vuestro secreto: habéis logrado en America del Sur sobrepasar sus particularidades de Obediencias para fundar CIMAS y así fundar una estructura que reúna a todos los masones del continente.
Habéis comprendido que la idea prima sobre las estructuras, y que si nosotros no sabemos aliarnos más allá del orgullo, la masonería quedará confinada a una corriente cultural marginal. Porque tenemos una cultura específicamente masónica, hecha de la búsqueda de nosotros mismos y de los otros, de una búsqueda de trascendencia a través de una espiritualidad común a todos los hombres, cualquiera sean sus creencias, y la conciencia de que la transmisión del mensaje de nuestros valores es indispensable a la evolución, incluso a la supervivencia de las sociedades, y a la dignidad del hombre. En Europa este tipo de alianza está apenas esbozada; valga esto para ponerles de manifiesto el retraso que tenemos respecto a ustedes, que la antigüedad de las Obediencias es relativa, y que nosotros no tenemos lecciones que dar.
Ustedes nos dicen también, que en el dominio de las ideas nada está escrito definitivamente, todo está a escribir. Es para nosotros una gran lección de modestia que debería sernos útil si sabemos seguir siendo Aprendices, como todos lo deseamos, desde el principio hasta el fin de nuestra vida.
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