LA PIEDRA ANGULAR MASONICA
Por JEAN PALOU
La tradición cristiana, de la que la francmasonería es una de las formas (esotéricas) más esenciales, adjudica mucha importancia a la piedra angular y a su simbolismo. Lo esencial de esta tradición reposa en la frase siguiente: "La piedra rechazada por aquellos que construían se ha convertido en la piedra principal del ángulo". San Bernardo, hablando de la construcción del templo cristiano y de la sacralización [construcción y sacralización realmente efectuadas por los francmasones constructores de iglesias, detentores del secreto técnico y el secreto iniciático] exclamaba:
"Es necesario que se cumplan en nosotros en forma espiritual los ritos de que materialmente han sido objeto esas murallas. Lo que los obispos han hecho en este edificio visible, es lo que Jesucristo, el pontífice de los bienes futuros, realiza cada día en nosotros de manera invisible... Nosotros entraremos en la morada que la mano del hombre no ha elevado, en la eterna morada de los cielos. Ella se construye con piedras vivientes, que son los ángeles y los hombres... Las piedras de este edificio están adheridas y unidas por cemento doble, el conocimiento perfecto y el amor perfecto".
El simbolismo de la piedra angular es uno de los más difíciles para estudiar porque, voluntariamente o no, los autores lo confunden con el de la piedra fundamental, a causa del célebre Evangelio según San Mateo:
"Tú eres Pedro, y sobre esta piedra yo edificaré mi iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella".
Se sigue de esto, sobre el plano cristiano, una confusión bastante molesta entre Pedro y Cristo, que es la piedra angular y no la piedra de la fundación del edificio. Jean Hani, en su interesante pero apresurado libro sobre "Le Symbolisme du Temple Chrétien", ha caído en esta confusión como muchos otros autores. Escribe en efecto:
Todo el ciclo cristiano se desarrolla en tres actos.
Primer acto: Cristo viene a la tierra a colocar la "primera piedra" o piedra de fundación que, en resumen, es Él mismo.
Segundo acto: el edificio será terminado por la colocación de la verdadera piedra angular o clave de bóveda. Entonces todo el edificio sufrirá la transmutación gloriosa: las piedras se tornarán preciosas y resplandecientes, penetradas por la irradiación del oro divino que es su sustancia interior, y la ciudad celeste aparecerá en todo su esplendor...". Jean Hani, en su lirismo un tanto "sentimental", simplemente ha olvidado el texto tan importante de San Pablo: "Sois un edificio construido sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas, siendo Jesucristo mismo la principal piedra del ángulo (sumo angulari lapide) en que todo edificio construido y ligado en todas sus partes se eleva como un templo consagrado al Señor, por quien vosotros habéis entrado en su estructura para ser la morada de Dios en el Espíritu".
Se tendrá una excelente representación figurativa de lo que es realmente la "piedra angular" refiriéndose al manuscrito de Munich titulado "Speculum humanae Salvationis", donde se puede advertir a "dos masones que sostienen una cuchara en una mano y en la otra levantan la piedra que ellos se aprestan a colocar en la cima de un edificio (aparentemente la torre de una iglesia que esta piedra debe completar).
Hay que observar, a propósito de esta figura, que la piedra de que se trata, en tanto que clave de bóveda, o en toda otra función similar según la estructura del edificio que ella está destinada a "coronar", no puede, por su forma misma, ser colocada sino en lo alto (sin lo cual, por lo demás, es evidente que ella podría caer en el interior del edificio); así pues, ella representa de alguna manera la "piedra descendida del cielo", expresión que se aplica exactamente al escrito, y que recuerda también la piedra del Grial (Lapsit exillis de Wolfram d'Ejschenbach, que puede interpretarse como Lapis ex caelis)... esta misma ilustración muestra la piedra bajo el aspecto de un objeto en forma de diamante, lo que la aproxima aún a la piedra del Grial, puesto que ésta es igualmente descrita como tallada en facetas".
René Guénon ha observado con justicia que la "piedra angular", "tomada en su verdadero sentido de piedra "de la cima", es designada, a la vez, en inglés como keystone, como capstone (que se halla también escrita capestone) y como copestone (o copingstone)". Capstone deriva, en efecto, del latín caput (cabeza), "lo que nos lleva a la designación de esta piedra como la "cabeza del ángulo"; es la piedra que "remata" o "corona" un edificio; es también un capitel, que es asimismo el "coronamiento" de una columna".
Terminamos de hablar de "acabamiento", y las dos palabras cap y chef son, en verdad, etimológicamente idénticas; capstone es, pues, la cabeza (chef) de un edificio o de la "obra", y en razón de su forma especial que requiere para tallarla conocimientos o aptitudes particulares, ella es también, al mismo tiempo, un chef d'oeuvre (obra maestra) en el sentido que la expresión tenía para los compañeros; "es la pieza por la cual el edificio queda completamente terminado, o, en otros términos, es llevado por fin a su perfección".
A la luz de lo que acabamos de informar, nos parece oportuno colocar ante los ojos de nuestros lectores lo que escribió en 1723 Anderson: "Finalmente, vosotros deberéis observar todas estas obligaciones, y también aquellas que os serán comunicadas de otra manera; cultivar el amor fraternal, el fundamento y la clave de arco, la base y la gloria de esta antigua confraternidad...", lo que denota en él un conocimiento más profundo del esoterismo masónico que el que a menudo se pretende atribuirle.
La clave de bóveda, la piedra angular, se adorna, en Notre-Dame del Fuerte en Etampes (Seine-et- Oise), con la imagen de los Cuatro Coronados, lo que subraya aún los vínculos existentes entre los francmasones iniciados y la tradición cristiana. A veces, la piedra angular no existe. Entonces, por encima del crucero se halla el occulum (el ojo de Dios), el orificio por donde la iglesia recibe la luz y cuya equivalencia se encuentra en la atalaya de los barcos, en la construcción de la cual se exigían ritos de consagración semejantes a los utilizados para la consagración de las iglesias.
En las logias masónicas, el occulum, clave de bóveda del templo a construir, está simbolizado por la plomada, instrumento de los hombres de oficio, que pende del techo y en medio del taller. Es decir, que la piedra angular es uno de los símbolos más interesantes tanto de la masonería operativa como de la masonería especulativa; aun sería necesario establecer la distinción primordial existente entre el "carré long" (cuadrado largo), representación de la logia, y la clave de bóveda o el occulum, circular, que simboliza la tierra y el cielo, lo que corresponde a dos estados iniciáticos diferentes: los de la Square Masonry (masonería del cuadrado) y la Arch Masonry (masonería de la bóveda) "que por sus relaciones respectivas con la tierra y el cielo o con las partes del edificio que las representan (la forma cuadrada, parte inferior del templo, y la bóveda o semiesfera) aparecen aquí en relación con los "pequeños misterios" y los "grandes misterios".
Ella prueba con evidencia que la masonería azul (o de los tres primeros grados) equivale a la iniciación basada sobre el oficio de constructor, mientras que la masonería llamada de los altos grados, prolongación obligatoria de aquella, desemboca en una iniciación de orden diferente y más profundo, pero que no podría realizarse sin la pertenencia a los tres primeros grados masónicos.
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