viernes, 19 de junio de 2015

UNA MASONERÏA DE COMBATE


UNA MASONERÏA DE COMBATE

Conferencia que dicté hace unos días en Bilbao, sobre los Retos de la Masonería.

Buenas tardes a todos/todas, darles las gracias por su presencia y a los organizadores, la Respetable Logia Luz del Norte nº 63 (GLSE), por esta oportunidad de volver a ocuparme de una reflexión, que espero sea participativa y amena.

Hoy quiero hablarles de los retos que tiene por delante la masonería, que no son ni pocos, ni nuevos, ni tan extraños como los trabajos de Hércules, que por cierto, he decirles que no era masón, pues ya saben el grado de aceptación interna y externa que hay por ese tipo de listas de masones, aunque no deben olvidar al leerlas el axioma de que no están todos los que son, ni todos los que están lo son.

Listas en las que curiosamente se echa de menos la presencia de mujeres masonas, lo cual es ya de por sí otro gran reto a lograr.

También podría enumerar los hechos históricos en los cuales, tanto la masonería como los masones han convivido, han sufrido y o han participado en ellos, con respecto a este capítulo exponer que ha habido de todo, aunque en general se puede revelar que el balance creo que es positivo, sin olvidar que ha habido contribuciones que han sido nefastas, y que pueden estar en nuestras cabezas.

Aunque analizar la historia, contabilizando hechos desde la perspectiva de la bondad o la maldad, no es confiable y hasta es muy posible que hacer de ese modo el análisis obtuviéramos una imagen un tanto distorsionada de lo que es la masonería y los masones, por poner un ejemplo maximalista, el Hermano Guillotin, inventó la guillotina, ¿Eso fue bueno? Fue malo?... Sin embargo el fin era bueno y este buscaba erradicar los horribles cortes de hacha y sus mil peripecias.

Con ello no quiero negar que los masones hayamos sido salsa de muchas cocinas, e incluso alguna que otra vez hemos sido activos cocineros, pero será la historia quien tenga que juzgar el papel que en ella jugamos; y no dejan por esta misma razón, de ser interesantes trabajos, de propios y externos, sobre la masonería y los retos que tuvo que jugar, sobre manera sobre el siglo VXIII y XIX.

Podría enumerar así mismo los retos, presentes y futuros, pero estos no se entenderían muy bien, sin exponerles antes de qué va esto de la masonería, y cuáles son sus objetivos, cosa que parece fácil de explicar y bastante difícil de entender, y o viceversa.

En la mesa redonda anterior se había intentado explicar que la Masonería no es una secta, y que tampoco es una sociedad secreta, sino una organización discreta, (unos más que otros) al menos desde la visión que sostienen las teorías complotistas, y por supuesto no es una religión, aunque haya nacido en un medio religioso protestante como es Inglaterra, o haya sido un arma arromadiza de oposición en el entorno católico, o que parte del sustrato simbólico masónico se sostenga sobre las leyendas de la tradición judeo-cristiana, o que incluso haya una mayoritaria masonería creyente que exige que para trabajar en ella sea necesaria la creencia en un ente superior, que los masones denominamos GADU, aunque otros en cambio prefiramos trabajar al Progreso de la Humanidad, opción que creo más acorde con los retos del siglo XXI, y el espíritu laico que debe presidir la masonería.

En esa mesa redonda, que se llevó en esta misma sala, se analizaron por miembros masones provenientes de distintas estructuras como la GLE, la GLFE, o la GLSE, los cuales partiendo de sus diferentes enfoques llegaron a una conclusión cuasi general en cuanto a que su trabajo cenital era la REFLEXION.

Este quehacer en logia se materializa mediante trabajos (planchas) que se leen y debaten en un espacio cargado de herramientas, utensilios simbolizados que contextualizan un entorno convivencial, en el cual es necesario que prime la fraternidad a modo de una heterotopía moderna, conceptualizada ésta en el seno de la logia, donde a través de la ritualidad del espacio y los hechos, se intentas recrear un lugar real cuasi perfecto, frente a nuestro cotidiano desorden, en definitiva la fraternidad frente al caos, la colectividad frente al individualismo, creando como digo, un espacio utópico, que no deja de ser un área de ensayo y reflexión marcado por un ritual que no es pura tramoya, o floritura seudo mística, con unas extrañas dramatizaciones para llenar ese espacio-tiempo en el que nos imbuimos, sino que ello es una preparación que ha de servir para ver y analizar las cosas bajo otras perspectivas, y afrontar su modificación desde ópticas y formas de razonar distintas.

Por eso el escenario es más que una simple tramoya, ya que en esa escenografía está presente a voluntad de ensayar una transformación individual y colectiva como logia, intentando en cada tenida vivenciar la utopía que nos hemos marcado como referencia.

Los silencios, los guantes, el mandil, el ritual, la pautación de los actos y la palabra, conforman la atmósfera necesaria y precisa para que este trabajo reflexivo pueda darse en un ambiente de fraterna libertad.

Es precisamente en ese espacio que nos fue donado y construido en base a unos códigos, a unos modos y un pensamiento, y como no, a unas formas de expresión, y modos estéticos específicos, como la masonería se ha mantenido hasta hoy, con más o menos cambios, algunos de ellos presentes ya en la nueva masonería que estamos construyendo al convertirse en una sociabilidad, en un ente que deja la pasividad y para pasar a la acción, guardando tradición y esencia, pero incardinándose en un permanente reto de re-actualización e inserción social.

La fundación masónica, como tal, viene de una época en que una serie de hombres acometieron la labor de anteponer por delante de sus creencias religiosas (al concluir las reformas religiosas) un espacio común, y optaron por reunirse en diversas tabernas inglesas, buscando un espacio de consenso, e intentar superar el marco de convivencia dado, estableciendo como punto de encuentro una religión natural que no les impusiera ningún dogma, o una religión revelada, y eso fue en definitiva, lo que dio origen a un movimiento de emancipación y ecumenismo, lo cual constituyó en sí mismo un gran reto, tanto en el plano intelectual como sociocultural, que arrancó en 1717 con la fundación de la 1º Gran Logia y la articulación de la masonería moderna, más conocida como la masonería especulativa.

Para ese desarrollo se tomó como referencia a los antiguos masones operativos, sus guildas y cofradías dedicadas a la cantería. Se tomaron herramientas, simbolización, formas de agrupamiento, etc..., uniendo a ellas otras herramientas que estos nuevos masones empezaban a manejar como eran la razón, la libertad, y el respeto a la conciencia individual, sin coartar por ello las referencias o preferencias metafísicas en ese caminar en la búsqueda de un cierto cosmopolitismo.

Una visión cosmopolita que va ir tomando cuerpo a lo largo de los años, induciendo de forma pertinaz a que la reflexión fuera capaz de transcender de los particularismos, haciendo del trabajo sobre el simbolismo masónico, y sus propuestas recogidas en diversos grados, no solo una reflexión sino un punto de partida, de encuentro y entendimiento, en pos de una utópica República universal de los francmasones.

Es evidente, que ni este quehacer fue tan lineal, ni ha dejado de tener en su desarrollo cortantes filos, pues en el transcurso de tan compleja trayectoria se fue determinando por ejemplo la articulación de dos ramas muy claras en el quehacer masónico, por un lado la Masonería dogmática que se alinea en el orbe de la GLUIA, y por otro lado está la Masonería Adogmática que en su paso desde Inglaterra a Francia y el crisol de las evoluciones históricas y el encuentro con las Luces, ello determinaría un desarrollo de una masonería distinta, que en parte viene a estar representa por el GOdF.

Esta deriva masónica francesa, frente a la inglesa, más conservadora y tradicional, aporta una visión más utópica en forma de sociabilidad activa, sin que por ello debamos adjudicar de forma automática, a cualquiera de ellas calificativos como «regular», «simbólica», democrática o autártica, por el solo hecho de ser dogmáticas o adogmáticas.

Lo cual no obsta para reconocer que en general la masonería adogmática, de cuño liberal que se dio en el Continente con ese encuentro con las Luces y con hecho tan determinantes como la Revolución Francesa, cambiaron su faz y su propio quehacer .

Pero, será a partir del siglo XIX, cuando los masones y la masonería se encabalgó en los movimientos societarios, como pudieran ser los movimientos utópicos socialistas, incardinándose en la lucha por las libertades individuales y políticas, y se hicieron abanderados de las luchas en pro de la dignidad de las personas, las mujeres y los niños.

Nos consta que también estuvo atrincherada en el militantismo racionalista y librepensador, con claros matices anticlericales, e incluso que hubo masones activos presentes en la Revolución Francesa o en el desarrollo embrionario de las dos constituciones republicanas españolas, aunque se ha de puntualizar que no siempre porque la masonería como estructura lo quisiera, o se postulara como brazo ejecutor o abanderado, sino porque los hombres y mujeres que la fueron conformando decidieron libremente incardinar a la masonería en sus preocupaciones, en sus luchas y en sus permanentes búsquedas, que no es otra que la construcción de una sociedad utópica desde el «asilo consagrado a la amistad» que así se consideraba ya en 1783 a las logias, como expone el Recueil des trois premiers grades de la maçonnerie del Rite Français

Porque salvados los primeros momentos de una masonería de compromiso entre lo social y religioso que podemos situar a partir de 1717,la andadura ha sido intensa y cargada de retos, y ello nos ha situado ante una masonería de combate.

No es que el masón, o las logias en su conjunto llamen a las trincheras, ni mucho menos, sino que a través de su discurso referencial este establece un entono de combate, teniendo como armas, la fraternidad del amor que se asocia a esa utopía en la que está embarcado el propio quehacer masónico, jalonado en aquellos primigenios momentos por conceptualizaciones como la Fe, la esperanza y la caridad, (que reconocemos como parte de las virtudes teologales) los cual eran los marcos iniciales y rituales de referencia del trabajo de reflexión de aquellos momentos.

Lo cual irá virando con el paso de los tiempos y las evoluciones de los masones y de la propia Orden, en base a la lucha que ha sostenido durante años, logrando que el acróstico L.:.I.:.F.:. (Libertad, Igualdad y Fraternidad), fuera el sinónimo activísimo de la preocupación masónica y haya sido esculpido en el propio código genético de la masonería, a modo de una reivindicación de la ruptura, para poder de este modo caminar hacia la fraternidad universal que englobaría todos los hombres sin excepción, fueran o no masones

Todo ese trabajo, se hace a través de una amplia gama de micro sociedades llamadas logias, las cuales bajo unos principios comunes enfatizan su labor en construir un CENTRO DE UNIÓN, tal y como indica la carta constitucional de la masonería: las Constituciones de Anderson de 1723, articuladas sobre el hecho de que todos están de acuerdo, hombres de bien y leales, hombres de honor y honestidad, que bajo su distintas confesiones se ayudan, y que sin ella (la masonería) no se daría una verdadera amistad, y estarían perpetuamente separados.

Por tanto como masones nos constituimos en una élite ética..., en una élite de la reflexión silenciosa..., y como no en una elite universalista y tolerante que trabaja tanto en logias simbólicas (azules) así como en altos grados (masonería roja) sean del cariz que sean: espiritualistas, dogmáticos, adogmáticos, laicos, racionalistas, esotéricos, sociales, religiosos etc.., pero siempre con un mismo fin, tal y como indican los rituales que manejamos: la francmasonería tiene como fin preparar la Concordia Universal y mejorar al hombre y la sociedad.
Invitación 10º Aniversario Conferencia
Por otro lado la francmasonería no se contenta solo con promulgar estos grandes principios teóricos los cuales intenta alcanzar desde los valores universales que marca ese Centro de Unión andersoniano con enunciados como la Fe, la esperanza o la beneficencia, sino que su propia reflexión y quehacer le lleva a otro estadio, a otro gran reto, como es la Unidad de Valores enmarcando como tales metas utópicas lograr la Libertad, la Fraternidad, y la Igualdad,

Creando para ello sus propias referencias tras una maduración interna que arranca desde su inventada tradición mítica y esotérica, pero sumando a tal construcción su oportuna experiencia y andadura, como miembros y como organización, siendo capaz de sentarse a reflexionar cada uno desde su perspectiva, orientación y prospectiva,..., para de ese modo intentar reconstruir una vez más, el hipotético Templo del Conocimiento, (la mítica del Templo de Salomón que atraviesa todo el corpus masónico), de cual se utilizando la logia como la medula básica de la reflexión y el conocimiento a modo de VITRIOL*. Visita el Interior de la Tierra y Rectificando Encontrarás la Piedra Oculta]

De esa melé entre el fraternal universalismo y la universalización de los valores, es donde se sitúa como reto la masonería, en una permanente búsqueda de la verdad tratando de conciliar libertad y razón, la idea moral y el método científico, es de este modo como se materializa el trabajo en pos de una progresiva solidaridad que nos devuelve a la Utopía masónica y a sus mutaciones, las cuales podemos ir analizando desde 1840, cuya panorama de reflexión se puede rastrear en el vademécum de trabajos que han ido desarrollando las logias, bajo diversas estructuras masónicas bien sean Grandes Logias o Grandes Orientes, etc.

Esos son en general los grandes retos que ha tenido la masonería, ahora ya muy definidos y perfilados, y cada vez más difíciles de plasmar pese a la apuesta de trabajar en pro de una Humanidad Esclarecida y sabiendo que el trabajo no se acaba en la logia.

Esa es la gran utopía que nos congrega, pasando de una masonería de compromiso, donde éramos leales subidos la masonería de Indignación y Compromiso, donde ya como ciudadanos conformamos una sociabilidad activa, lo cual nos demanda tanto nuestra reflexión como incardinación social, de ahí que veamos a los masones en muchos grupos de trabajo social, de ayuda mutua, culturales, ONGs, y en el compromiso político, por qué no, en tanto que y hombres y mujeres progresistas, que ejemplifican su membresía con ese compromiso que el trabajo ritual nos indica que esta labor en pro de una sociedad esclarecida no se termina en la logia.

Está claro que estos son los grandes retos, habidos y por haber, lo cual no obsta para que indicar que hay otros, y no menores, que deberían ser asumidos de forma plena como la laicidad, y que debería estar en nuestro gen masónico de una forma plena, y sin embargo es algo que muchas estructuras masónicas aún no han incluido en su corpus filosófico.

Lo mismo sucede con la incorporación de la mujer a los trabajos masónicos, que ha sido soslayada desde el siglo XIX, con bastantes avances algo escaso, aunque hoy podemos decir que contamos con estructuras masónicas mixtas y femeninas, pero queda aún mucho por recorrer, sin perder de vista que una gran potencia masónica como el GOdF, pues se ha convertido en mixto tras mucho debate, por entre otras cosas, por el azar de una persona transexual, lo que no quita para indicar que queda mucho recorrido por realizar, pero vamos haciendo camino.

Es innegable que otro reto pendiente es que el discurso masónico por sus características y la de su entorno social y político no llega bien, y un claro ejemplo de ello es España y su relación con la masonería, con un mensaje distorsionado desde las esferas políticas y una masonería mediatizada por esas mismas circunstancias políticas donde el mito del oscurantismo caló fuertemente en la sociedad española, pero hoy los medios son otros, y hay más posibilidades de llegar al receptor, pero peso a ello somos conscientes de que tampoco el mensaje de la masonería llega pleno y cristalino, por tanto queda por dilucidar el porqué de esa situación.

¿Acaso otros mensajes solapan la actividad y el mensaje masónico?, Dado el gran bazar de leyendas, falsedades, confusiones, y mistificaciones que nos ofrece Internet etc.

Hay otros pequeños retos coyunturales, como los crecimientos de las logias o el envejecimiento de estas, pues la falta renovación generacional puede llevar a la masonería a desaparecer, tal vez por ello habrá que repensar el hecho de que deberíamos estar al borde de la calle, sí es que queremos pervivir y que nuestra utopía llegar a ser un ideal debemos mostrarnos, ser visibles, eso sí tras una cierta y relativa transparencia, que no perturbe nuestro trabajo, pero debemos estar más cercanos y asequibles, y no puede ser que por nosotros hablen los historiadores .

Toso esto sin olvidar un gran reto, de carácter más interno, y es que como masones no debemos crear más mecanismos de segregación que se contraponen de algún modo con el querer conseguir esa universalización de la que hablamos, y podamos juntarnos para trabajar más allá de las segregaciones orgánicas entre dogmáticos y adogmáticos, por lo cual es imprescindible que como masones desde la posición interobedencial debemos crear espacios de encuentro y debate, y espacios de fraternidad por encima de las masonerías, pues debe ser por la base masónica como se pueda llegar a un entendimiento, ante el cual debo decirles que estoy esperanzado, pues dos potentes entes como el GOdF y la GLNF se han reencontrado estos días tras años de separación, y han firmado tratados de amistad entre ellos, lo cual es todo es todo un avance....

En todo caso desde una visión más pragmática en cuanto a las masonerías que nos competen, por que somos miembros de ellas, creo que hace falta reforzar la formación del conjunto de nuestras logias, creando espacios paralelos de encuentros donde unos y otros se encuentren válidos y útiles. Se debería reforzar así mismo las identidades estructurales que nos cobijan, y no estén solapadas por personalismos, sino que la membresía sea en si un hecho identitario..

En fín podríamos seguir desgranando retos pero creo que ha llegado el momento de dejarles a ustedes en posesión de la reflexión y de sus preguntas

He dicho. Víctor Guerra. MM.:.
LA MASONERÍA UN RETO PARA EL SIGLO XXI, Conferencia en Bilbao
Posted: 19 Jun 2015 02:16 AM PDT
Invitación 10º Aniversario Conferencia

Esta es la conferencia que dicté hace unos días en Bilbao, sobre los Retos de la Masonería.

Buenas tardes a todos/todas, darles las gracias por su presencia y a los organizadores, la Respetable Logia Luz del Norte nº 63 (GLSE), por esta oportunidad de volver a ocuparme de una reflexión, que espero sea participativa y amena.

Hoy quiero hablarles de los retos que tiene por delante la masonería, que no son ni pocos, ni nuevos, ni tan extraños como los trabajos de Hércules, que por cierto, he decirles que no era masón, pues ya saben el grado de aceptación interna y externa que hay por ese tipo de listas de masones, aunque no deben olvidar al leerlas el axioma de que no están todos los que son, ni todos los que están lo son.

Listas en las que curiosamente se echa de menos la presencia de mujeres masonas, lo cual es ya de por sí otro gran reto a lograr.

También podría enumerar los hechos históricos en los cuales, tanto la masonería como los masones han convivido, han sufrido y o han participado en ellos, con respecto a este capítulo exponer que ha habido de todo, aunque en general se puede revelar que el balance creo que es positivo, sin olvidar que ha habido contribuciones que han sido nefastas, y que pueden estar en nuestras cabezas.

Aunque analizar la historia, contabilizando hechos desde la perspectiva de la bondad o la maldad, no es confiable y hasta es muy posible que hacer de ese modo el análisis obtuviéramos una imagen un tanto distorsionada de lo que es la masonería y los masones, por poner un ejemplo maximalista, el Hermano Guillotin, inventó la guillotina, ¿Eso fue bueno? Fue malo?... Sin embargo el fin era bueno y este buscaba erradicar los horribles cortes de hacha y sus mil peripecias.

Con ello no quiero negar que los masones hayamos sido salsa de muchas cocinas, e incluso alguna que otra vez hemos sido activos cocineros, pero será la historia quien tenga que juzgar el papel que en ella jugamos; y no dejan por esta misma razón, de ser interesantes trabajos, de propios y externos, sobre la masonería y los retos que tuvo que jugar, sobre manera sobre el siglo VXIII y XIX.

Podría enumerar así mismo los retos, presentes y futuros, pero estos no se entenderían muy bien, sin exponerles antes de qué va esto de la masonería, y cuáles son sus objetivos, cosa que parece fácil de explicar y bastante difícil de entender, y o viceversa.

En la mesa redonda anterior se había intentado explicar que la Masonería no es una secta, y que tampoco es una sociedad secreta, sino una organización discreta, (unos más que otros) al menos desde la visión que sostienen las teorías complotistas, y por supuesto no es una religión, aunque haya nacido en un medio religioso protestante como es Inglaterra, o haya sido un arma arromadiza de oposición en el entorno católico, o que parte del sustrato simbólico masónico se sostenga sobre las leyendas de la tradición judeo-cristiana, o que incluso haya una mayoritaria masonería creyente que exige que para trabajar en ella sea necesaria la creencia en un ente superior, que los masones denominamos GADU, aunque otros en cambio prefiramos trabajar al Progreso de la Humanidad, opción que creo más acorde con los retos del siglo XXI, y el espíritu laico que debe presidir la masonería.

En esa mesa redonda, que se llevó en esta misma sala, se analizaron por miembros masones provenientes de distintas estructuras como la GLE, la GLFE, o la GLSE, los cuales partiendo de sus diferentes enfoques llegaron a una conclusión cuasi general en cuanto a que su trabajo cenital era la REFLEXION.

Este quehacer en logia se materializa mediante trabajos (planchas) que se leen y debaten en un espacio cargado de herramientas, utensilios simbolizados que contextualizan un entorno convivencial, en el cual es necesario que prime la fraternidad a modo de una heterotopía moderna, conceptualizada ésta en el seno de la logia, donde a través de la ritualidad del espacio y los hechos, se intentas recrear un lugar real cuasi perfecto, frente a nuestro cotidiano desorden, en definitiva la fraternidad frente al caos, la colectividad frente al individualismo, creando como digo, un espacio utópico, que no deja de ser un área de ensayo y reflexión marcado por un ritual que no es pura tramoya, o floritura seudo mística, con unas extrañas dramatizaciones para llenar ese espacio-tiempo en el que nos imbuimos, sino que ello es una preparación que ha de servir para ver y analizar las cosas bajo otras perspectivas, y afrontar su modificación desde ópticas y formas de razonar distintas.

Por eso el escenario es más que una simple tramoya, ya que en esa escenografía está presente a voluntad de ensayar una transformación individual y colectiva como logia, intentando en cada tenida vivenciar la utopía que nos hemos marcado como referencia.

Los silencios, los guantes, el mandil, el ritual, la pautación de los actos y la palabra, conforman la atmósfera necesaria y precisa para que este trabajo reflexivo pueda darse en un ambiente de fraterna libertad.

Es precisamente en ese espacio que nos fue donado y construido en base a unos códigos, a unos modos y un pensamiento, y como no, a unas formas de expresión, y modos estéticos específicos, como la masonería se ha mantenido hasta hoy, con más o menos cambios, algunos de ellos presentes ya en la nueva masonería que estamos construyendo al convertirse en una sociabilidad, en un ente que deja la pasividad y para pasar a la acción, guardando tradición y esencia, pero incardinándose en un permanente reto de re-actualización e inserción social.

La fundación masónica, como tal, viene de una época en que una serie de hombres acometieron la labor de anteponer por delante de sus creencias religiosas (al concluir las reformas religiosas) un espacio común, y optaron por reunirse en diversas tabernas inglesas, buscando un espacio de consenso, e intentar superar el marco de convivencia dado, estableciendo como punto de encuentro una religión natural que no les impusiera ningún dogma, o una religión revelada, y eso fue en definitiva, lo que dio origen a un movimiento de emancipación y ecumenismo, lo cual constituyó en sí mismo un gran reto, tanto en el plano intelectual como sociocultural, que arrancó en 1717 con la fundación de la 1º Gran Logia y la articulación de la masonería moderna, más conocida como la masonería especulativa.

Para ese desarrollo se tomó como referencia a los antiguos masones operativos, sus guildas y cofradías dedicadas a la cantería. Se tomaron herramientas, simbolización, formas de agrupamiento, etc..., uniendo a ellas otras herramientas que estos nuevos masones empezaban a manejar como eran la razón, la libertad, y el respeto a la conciencia individual, sin coartar por ello las referencias o preferencias metafísicas en ese caminar en la búsqueda de un cierto cosmopolitismo.

Una visión cosmopolita que va ir tomando cuerpo a lo largo de los años, induciendo de forma pertinaz a que la reflexión fuera capaz de transcender de los particularismos, haciendo del trabajo sobre el simbolismo masónico, y sus propuestas recogidas en diversos grados, no solo una reflexión sino un punto de partida, de encuentro y entendimiento, en pos de una utópica República universal de los francmasones.

Es evidente, que ni este quehacer fue tan lineal, ni ha dejado de tener en su desarrollo cortantes filos, pues en el transcurso de tan compleja trayectoria se fue determinando por ejemplo la articulación de dos ramas muy claras en el quehacer masónico, por un lado la Masonería dogmática que se alinea en el orbe de la GLUIA, y por otro lado está la Masonería Adogmática que en su paso desde Inglaterra a Francia y el crisol de las evoluciones históricas y el encuentro con las Luces, ello determinaría un desarrollo de una masonería distinta, que en parte viene a estar representa por el GOdF.

Esta deriva masónica francesa, frente a la inglesa, más conservadora y tradicional, aporta una visión más utópica en forma de sociabilidad activa, sin que por ello debamos adjudicar de forma automática, a cualquiera de ellas calificativos como «regular», «simbólica», democrática o autártica, por el solo hecho de ser dogmáticas o adogmáticas.

Lo cual no obsta para reconocer que en general la masonería adogmática, de cuño liberal que se dio en el Continente con ese encuentro con las Luces y con hecho tan determinantes como la Revolución Francesa, cambiaron su faz y su propio quehacer .

Pero, será a partir del siglo XIX, cuando los masones y la masonería se encabalgó en los movimientos societarios, como pudieran ser los movimientos utópicos socialistas, incardinándose en la lucha por las libertades individuales y políticas, y se hicieron abanderados de las luchas en pro de la dignidad de las personas, las mujeres y los niños.

Nos consta que también estuvo atrincherada en el militantismo racionalista y librepensador, con claros matices anticlericales, e incluso que hubo masones activos presentes en la Revolución Francesa o en el desarrollo embrionario de las dos constituciones republicanas españolas, aunque se ha de puntualizar que no siempre porque la masonería como estructura lo quisiera, o se postulara como brazo ejecutor o abanderado, sino porque los hombres y mujeres que la fueron conformando decidieron libremente incardinar a la masonería en sus preocupaciones, en sus luchas y en sus permanentes búsquedas, que no es otra que la construcción de una sociedad utópica desde el «asilo consagrado a la amistad» que así se consideraba ya en 1783 a las logias, como expone el Recueil des trois premiers grades de la maçonnerie del Rite Français

Porque salvados los primeros momentos de una masonería de compromiso entre lo social y religioso que podemos situar a partir de 1717,la andadura ha sido intensa y cargada de retos, y ello nos ha situado ante una masonería de combate.

No es que el masón, o las logias en su conjunto llamen a las trincheras, ni mucho menos, sino que a través de su discurso referencial este establece un entono de combate, teniendo como armas, la fraternidad del amor que se asocia a esa utopía en la que está embarcado el propio quehacer masónico, jalonado en aquellos primigenios momentos por conceptualizaciones como la Fe, la esperanza y la caridad, (que reconocemos como parte de las virtudes teologales) los cual eran los marcos iniciales y rituales de referencia del trabajo de reflexión de aquellos momentos.

Lo cual irá virando con el paso de los tiempos y las evoluciones de los masones y de la propia Orden, en base a la lucha que ha sostenido durante años, logrando que el acróstico L.:.I.:.F.:. (Libertad, Igualdad y Fraternidad), fuera el sinónimo activísimo de la preocupación masónica y haya sido esculpido en el propio código genético de la masonería, a modo de una reivindicación de la ruptura, para poder de este modo caminar hacia la fraternidad universal que englobaría todos los hombres sin excepción, fueran o no masones

Todo ese trabajo, se hace a través de una amplia gama de micro sociedades llamadas logias, las cuales bajo unos principios comunes enfatizan su labor en construir un CENTRO DE UNIÓN, tal y como indica la carta constitucional de la masonería: las Constituciones de Anderson de 1723, articuladas sobre el hecho de que todos están de acuerdo, hombres de bien y leales, hombres de honor y honestidad, que bajo su distintas confesiones se ayudan, y que sin ella (la masonería) no se daría una verdadera amistad, y estarían perpetuamente separados.

Por tanto como masones nos constituimos en una élite ética..., en una élite de la reflexión silenciosa..., y como no en una elite universalista y tolerante que trabaja tanto en logias simbólicas (azules) así como en altos grados (masonería roja) sean del cariz que sean: espiritualistas, dogmáticos, adogmáticos, laicos, racionalistas, esotéricos, sociales, religiosos etc.., pero siempre con un mismo fin, tal y como indican los rituales que manejamos: la francmasonería tiene como fin preparar la Concordia Universal y mejorar al hombre y la sociedad.

Por otro lado la francmasonería no se contenta solo con promulgar estos grandes principios teóricos los cuales intenta alcanzar desde los valores universales que marca ese Centro de Unión andersoniano con enunciados como la Fe, la esperanza o la beneficencia, sino que su propia reflexión y quehacer le lleva a otro estadio, a otro gran reto, como es la Unidad de Valores enmarcando como tales metas utópicas lograr la Libertad, la Fraternidad, y la Igualdad,

Creando para ello sus propias referencias tras una maduración interna que arranca desde su inventada tradición mítica y esotérica, pero sumando a tal construcción su oportuna experiencia y andadura, como miembros y como organización, siendo capaz de sentarse a reflexionar cada uno desde su perspectiva, orientación y prospectiva,..., para de ese modo intentar reconstruir una vez más, el hipotético Templo del Conocimiento, (la mítica del Templo de Salomón que atraviesa todo el corpus masónico), de cual se utilizando la logia como la medula básica de la reflexión y el conocimiento a modo de VITRIOL*. Visita el Interior de la Tierra y Rectificando Encontrarás la Piedra Oculta]

De esa melé entre el fraternal universalismo y la universalización de los valores, es donde se sitúa como reto la masonería, en una permanente búsqueda de la verdad tratando de conciliar libertad y razón, la idea moral y el método científico, es de este modo como se materializa el trabajo en pos de una progresiva solidaridad que nos devuelve a la Utopía masónica y a sus mutaciones, las cuales podemos ir analizando desde 1840, cuya panorama de reflexión se puede rastrear en el vademécum de trabajos que han ido desarrollando las logias, bajo diversas estructuras masónicas bien sean Grandes Logias o Grandes Orientes, etc.

Esos son en general los grandes retos que ha tenido la masonería, ahora ya muy definidos y perfilados, y cada vez más difíciles de plasmar pese a la apuesta de trabajar en pro de una Humanidad Esclarecida y sabiendo que el trabajo no se acaba en la logia.

Esa es la gran utopía que nos congrega, pasando de una masonería de compromiso, donde éramos leales subidos la masonería de Indignación y Compromiso, donde ya como ciudadanos conformamos una sociabilidad activa, lo cual nos demanda tanto nuestra reflexión como incardinación social, de ahí que veamos a los masones en muchos grupos de trabajo social, de ayuda mutua, culturales, ONGs, y en el compromiso político, por qué no, en tanto que y hombres y mujeres progresistas, que ejemplifican su membresía con ese compromiso que el trabajo ritual nos indica que esta labor en pro de una sociedad esclarecida no se termina en la logia.

Está claro que estos son los grandes retos, habidos y por haber, lo cual no obsta para que indicar que hay otros, y no menores, que deberían ser asumidos de forma plena como la laicidad, y que debería estar en nuestro gen masónico de una forma plena, y sin embargo es algo que muchas estructuras masónicas aún no han incluido en su corpus filosófico.

Lo mismo sucede con la incorporación de la mujer a los trabajos masónicos, que ha sido soslayada desde el siglo XIX, con bastantes avances algo escaso, aunque hoy podemos decir que contamos con estructuras masónicas mixtas y femeninas, pero queda aún mucho por recorrer, sin perder de vista que una gran potencia masónica como el GOdF, pues se ha convertido en mixto tras mucho debate, por entre otras cosas, por el azar de una persona transexual, lo que no quita para indicar que queda mucho recorrido por realizar, pero vamos haciendo camino.

Es innegable que otro reto pendiente es que el discurso masónico por sus características y la de su entorno social y político no llega bien, y un claro ejemplo de ello es España y su relación con la masonería, con un mensaje distorsionado desde las esferas políticas y una masonería mediatizada por esas mismas circunstancias políticas donde el mito del oscurantismo caló fuertemente en la sociedad española, pero hoy los medios son otros, y hay más posibilidades de llegar al receptor, pero peso a ello somos conscientes de que tampoco el mensaje de la masonería llega pleno y cristalino, por tanto queda por dilucidar el porqué de esa situación.

¿Acaso otros mensajes solapan la actividad y el mensaje masónico?, Dado el gran bazar de leyendas, falsedades, confusiones, y mistificaciones que nos ofrece Internet etc.

Hay otros pequeños retos coyunturales, como los crecimientos de las logias o el envejecimiento de estas, pues la falta renovación generacional puede llevar a la masonería a desaparecer, tal vez por ello habrá que repensar el hecho de que deberíamos estar al borde de la calle, sí es que queremos pervivir y que nuestra utopía llegar a ser un ideal debemos mostrarnos, ser visibles, eso sí tras una cierta y relativa transparencia, que no perturbe nuestro trabajo, pero debemos estar más cercanos y asequibles, y no puede ser que por nosotros hablen los historiadores .

Toso esto sin olvidar un gran reto, de carácter más interno, y es que como masones no debemos crear más mecanismos de segregación que se contraponen de algún modo con el querer conseguir esa universalización de la que hablamos, y podamos juntarnos para trabajar más allá de las segregaciones orgánicas entre dogmáticos y adogmáticos, por lo cual es imprescindible que como masones desde la posición interobedencial debemos crear espacios de encuentro y debate, y espacios de fraternidad por encima de las masonerías, pues debe ser por la base masónica como se pueda llegar a un entendimiento, ante el cual debo decirles que estoy esperanzado, pues dos potentes entes como el GOdF y la GLNF se han reencontrado estos días tras años de separación, y han firmado tratados de amistad entre ellos, lo cual es todo es todo un avance....

En todo caso desde una visión más pragmática en cuanto a las masonerías que nos competen, por que somos miembros de ellas, creo que hace falta reforzar la formación del conjunto de nuestras logias, creando espacios paralelos de encuentros donde unos y otros se encuentren válidos y útiles. Se debería reforzar así mismo las identidades estructurales que nos cobijan, y no estén solapadas por personalismos, sino que la membresía sea en si un hecho identitario..

En fín podríamos seguir desgranando retos pero creo que ha llegado el momento de dejarles a ustedes en posesión de la reflexión y de sus preguntas

He dicho. Víctor Guerra. MM.:.

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