sábado, 27 de noviembre de 2010

SIGNIFICADO DE LA CEREMONIA DE ADOPCION DE LUVETON O BAUTIZO MASONICO

SIGNIFICADO DE LA CEREMONIA DE ADOPCION DE LUVETON O BAUTIZO MASONICO

Gentileza del Q∴H∴ ERNESTO MARQUEZ
Resp∴ Log∴ Simb∴ ILUSTRE AMERICANO No. 150

R∴E∴A∴ y A∴ Or∴ de Antimano, Caracas, Venezuela



El Bautizo Masónico o Adopción de Luvetones, es el hecho de presentar en el Templo Masónico a los hijos de masones, por padrinos igualmente masones y que certi­fiquen que el niño presentado es digno del interés de los hermanos que componen esta Augusta Orden.

El bautismo no lo instituyo el Cristianismo, supuesto que Juan Bautista, que no era cristiano, bautizo a Jesús de Galilea. El bautismo, llámesele símbolo o sacramento, ha existido muchos siglos antes de nuestra era, pues se conoció en Egipto, en Persia y en la India, con los demás sacramentos adoptados después por la Iglesia Romana. Y aun hoy, religiones diferentes del Cristianismo, emplean la misma ceremonia para en­contrar gracias delante de Dios.

Se os dice esto, para que podéis comprender que la ceremonia de Adopción de Luvetones o Bautizo Masónico, no es una reproducción del bautizo católico, sino un hecho anterior, del cual ha deriva­do el último.

La adopción por la Logia del hijo de un Masón es uno de los actos más intere­santes que realiza la masonería, de cuantos realiza en su constante y progresiva labor. Por intermedio de este acto, la logia adquiere formal compromiso de dar al adoptado todas las pruebas de interés que nece­site el Luveton, hasta llegar a la mayoría de edad, en cuya fecha ingresará definitivamente en la Institución que hoy lo ha adoptado. Pero este hecho no desliga en modo alguno a la fa­milia o a los padrinos del niño, de los deberes que les imponga la religión que profe­sen y las leyes del país donde radiquen.

La Logia, al adoptar a un niño, lo toma bajo su protección, lo admite en los primeros misterios de la masonería y se propone librarle de los males con que lo amenaza la superstición, iniciarlo en la vida de la inteligencia, quitarle el velo material que cubre sus ojos y, purificando su cuerpo, llevar a su espíritu con el amor al estudio, la inspiración de la virtud y de la fraternidad universal, para que esta, su primera iniciación le abra el camino de la felicidad.

Los Padres en esta ceremonia, se comprometen a educar a sus hijos, inculcándole los deberes que tiene el hombre para con Dios, Para consigo mismo y para con sus semejantes, inspirándole los sentimientos de amor a la humanidad y a la práctica de todas las virtudes.

Los Padrinos por su parte, se comprometen formalmente a proteger a este niño con sus cuidados y a ilustrarlo con sus consejos, en el caso de que fueran necesarios. Igualmente se comprometen a hacerlo un fiel observador de las Virtudes Masónicas.

Durante la Ceremonia, el encendido de las tres velas, que representan las tres luces de la masonería, significa la luz material te vivifica al Luveton, paso previo a la verdadera iluminación, la verdadera luz que hará brillar los ojos del entendimiento cuando se tenga más edad. Luz más preciosa que la del día, la luz de la ciencia y de la verdad, es decir, la inte­ligencia de la vida y la actividad de la razón que comenzara a crecer a partir de este instante. Llegara el día en el que el Luveton comprenderá la misión y los misterios de la Masonería. Entonces bendecirá a esta Institución que por muchos siglos se ha dedicado al bien de la humanidad.

El perfume del Incienso, que se eleva hasta la bóveda del templo y llega hasta el Eterno, es una expresión de nuestros homenajes al Gran Arquitecto del Universo, quien inspira en el niño adoptado por la logia, las leyes del honor y de la sabiduría.

La Sal, Don de la naturaleza y símbolo de la sabiduría y de la amistad, impregnada en la frente del niño, representa la inspiración hacia ideas sanas y justas, pensamientos hacia el bien y hacia lo bello y el deseo de tener amigos fieles y verdaderos.

El Agua derramada sobre las manos del niño, representa el deseo de que sus manos estén siempre limpias de toda mancha y de todo crimen, que se conserven eternamente puras y, sobre todo, que no se manchen jamás con la sangre de sus semejantes.
El toque con los dedos del Venerable Maestro en los parpados del niño, presagian, la facultad de descubrir el mal para combatirlo, y el de encontrar el camino de la dicha para condu­cir por él a sus semejantes.

El Vino, es el símbolo de la fuerza, que da al alma, el valor necesario para resistir las adversidades de la vida y las seducciones del mal.

La Miel, anuncia que jamás la cólera ni la calumnia deben manchar la boca con palabras injuriosas sino, por el contrario, sean estas tan dulces como la miel que se ha probado.

La Leche, imagen de pureza y blancura, son el emblema de la protección y asistencia que dispensa la Masonería a sus niños adoptados, que desde hoy, es para ellos, una segunda madre.

El Nivel, colocando sobre la cabeza del niño, re­cuerda que todos los hombres son iguales y que la justicia está basada en la ley de la reciprocidad. Esto significa, que no se debe resolver cosa alguna contra nuestros semejantes, sin antes consultar consigo mismo si se haría de buena voluntad lo que se pretende exigir de ellos.

La Escuadra, colocada sobre la frente y el corazón del niño, significa que así como los lados de la escuadra, la razón y la conciencia deben acompañar los juicios que emitimos o nos hacemos sobre las acciones de los demás.

El Mandil, inviste al Luveton con la Insignia Masónica, emblema del trabajo, porque el deber del hombre es trabajar, pagando así la deuda que tiene para con sus semejantes. El trabajo dignifica al hombre, en tanto que la ociosidad lo degrada. La alegría que produce el cumplimiento del deber, es la mayor recompense del hombre laborioso y satisface una necesidad moral.

El Pan, es la representación emblemática de la nutrición del espíritu y del cuerpo. Se debe tener siempre presente que el hombre gene­roso, antes de entregarse al descanso, mira en torno suyo, por si tiene que compartir su ali­mento con algún semejante. La división del Pan, es ejemplo de la solidaridad que debe unir a todos los hombres y de la filantropía que debe inspirar todos nuestros actos.

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