miércoles, 11 de abril de 2012

ENTREVISTA "MAURICIO JAVIER CAMPOS" - LA MUJER Y LA MASONERIA

MAURICIO JAVIER CAMPOS


1)¿ Cuál fue la primera mujer que se integró a una Logia Masónica?.
2)¿Por qué no admitían las mujeres en la Masonería?
3)¿En qué país se admitió por primera vez a una mujer en la Masonería ?.
4)¿Cuál es el papel de la mujer en la masonería operativa?
5)¿Cuál es el grado más alto que pueda alcanzar una mujer en la Masonería?
6)¿La no admisión de la mujer en la masonería fue algún tipo de discriminación de género?
7)¿ Quien fue Elisabeth Aldworth?
8)¿Cuáles son los aportes de la mujer a la Masonería?
9¿Sus apreciaciones personales sobre la mujer en la Masonería?



Con respecto a su primera consulta, sobre cuál fue la primera mujer que se integró a una Logia masónica, es una pregunta muy difícil de responder. Esto se debe a la escasez de documentos que aqueja a los investigadores, ya sean profanos y académicos o a miembros de la Orden. Este asunto es crucial, por cuanto no puede haber investigación seria sin base documental.
El problema se profundiza aún más si apuntamos al papel cumplido por la mujer en relación a la institución, ya sea su pertenencia explícita a la misma, como miembro iniciado, o en un rol secundario de acompañamiento en entidades paramasónicas. Si bien hoy está demostrado que la mujer integró grupos de trabajo y colaboró en la Masonería operativa.
Pero la Masonería operativa, y la llamada actualmente especulativa, son cosas bien distintas.
La tarea se complica todavía más para el investigador latinoamericano, ya que en ciertos abordajes específicos de la historia de los orígenes de la Masonería debe recurrir a fuentes secundarias, salvo excepciones que pueden involucrar a unos pocos de estos estudiosos, con acceso a los archivos conservados en Europa, cuando estos existen y están disponibles.

Se puede decir que en 1598, Wiliam Schow, supervisor de obras del rey de Escocia, contribuyó a la reorganización de las Logias, estableciendo la obligatoriedad de llevar un registro de sus reuniones, soslayando, en cierta manera, la tradición oral imperante hasta ese momento. Esto constituyó un paso importante en la conservación de materiales escritos.
Con el tiempo la construcción en piedra decae, dándose prioridad en la construcción a otros materiales, como el ladrillo. Ya en el siglo XVII es más notorio el ingreso de los llamados masones aceptados, sobre todo aquellos caballeros notables reunidos en torno a la Sociedad Real de Londres; pero los masones aceptados fueron en principio los nobles o terratenientes, y hasta clérigos, que debían encargar sus obras a los obreros capacitados, siéndoles de utilidad, a la hora de contratarlos, conocer las señas por las cuales aquellos se reconocían. De esta manera la mujer quedaba excluida.
En la segunda mitad del siglo XVII, convivían en las Logias anticuarios como Elías Ashmole o nobles como el conde de Moray que apenas pisaron las Logias una vez en su vida, junto a seguidores de movimientos ideológico-políticos como los rosacruces y/o científicos de todo tipo, como Isaac Newton. Junto a estos se destacó Cristopher Wren, personalidad muy culta y último de los Grandes Maestros de obra de la Corona británica antes del nacimiento de la Masonería especulativa en 1717, y que se ocupó de la reconstrucción de Londres luego del gran incendio que la asoló en la década de 1660.
Aclarada esta etapa de transición histórica, queda evidenciada la imposibilidad de contar con registros documentales detallados de todo este proceso evolutivo.
La Masonería especulativa surgida en 1717 es una entidad totalmente distinta, que utiliza el simbolismo de las herramientas de los antiguos canteros, pero que va más allá en su accionar social, intelectual e ideológico. Surgida al calor de las disputas dinásticas en Inglaterra entre los Estuardo y los recién llegados Hannover, y con un fondo de luchas de clase y de religión, entre católicos y protestantes, las Logias se constituyeron en nidos de conspiraciones.
La escasez documental es una problemática que se ajusta a los parámetros seguidos por la institución en su nacimiento a la modernidad en el siglo XVIII. Su naturaleza secretista influyó para que en sus primeros tiempos no se registraran sus reuniones, o que este registro fuera deficiente o que dicho material fuera ocultado y con el tiempo se extraviara. Las condenas papales empeoraron la situación.

En este contexto la mujer ni siquiera fue contemplada en las Constituciones de Anderson, y su emancipación social todavía era impensable. Una disposición general establecía: "Los esclavos, las mujeres, la gentes inmorales o deshonrosas no pueden ser admitidas, sí solamente los hombres de buena reputación".
Recapitulando, se puede decir que la sumisión de la mujer se afianzó a partir de las llamadas religiones del Libro, o sea, el judaísmo, el cristianismo y el islam, contrariamente a lo que sucedía en los antiguos Misterios.
Las Constituciones de Anderson, documento fundacional de la masonería moderna o especulativa del siglo XVIII, no la tuvieron en cuenta por no estar aún emancipada y en la Edad Media las corporaciones de constructores y picapedreros estaban constituídas mayormente por hombres.
Las libertades civiles alcanzadas por la Revolución Francesa de 1789 no bastaron para evitar el sojuzgamiento.
Un punto de inflexión lo constituyó la organización por parte del Gran Oriente de Francia, hacia 1774, de las llamadas Órdenes de Adopción para la Masonería de Damas, Logias jurisdiccionadas y "bajo la protección de un taller simbólico regular que vela por ellas y atiende a sus trabajos". El Gran Oriente de Francia "estableció reglas y leyes para su gobierno; prescribió que sólo los francmasones pudiesen concurrir a sus reuniones, y que cada Logia de Adopción estuviese a cargo y bajo la sanción y garantía de una Logia masónica regularmente constituída, y que el Venerable o Maestro de esta última, o su diputado a falta de él, fuese el oficial que presidiese, acompañado de la Presidenta de la Logia de Adopción".

Hacia la segunda mitad del siglo XIX, por citar apenas un ejemplo, surgió en Argentina una entidad llamada la "Sociedad Hermanas de los Pobres", compuesta por mujeres allegadas a los miembros de las Logias masculinas y que cumplían labores de caridad y difusión de los ideales del librepensamiento.
Pero estas Logias y Obediencias seguían los parámetros establecidos por la Gran Logia Unida de Inglaterra, que aún hoy excluye a la mujer, así como todas las Potencias encuadradas dentro de su concepto de regularidad. Por el contrario, la denominada Masonería liberal o adogmática, adaptándose a los tiempos, no discrimina por género.
En la última década del siglo XIX María Deraismes junto Georges Martin crearán en Francia una nueva Obediencia, pero mixta: La Orden Masónica Mixta Internacional Le Droit Humain-El Derecho Humano. Es la primera vez que la mujer se inserta con plenitud en las Logias y en un plano de igualdad junto al hombre. Desde entonces ya no habrá límites para que la mujer alcance los más altos grados y cargos dentro de la Orden.
Un caso digno de mención para nuestro panorama Latinoamericano lo constituye el de la española Belén de Sárraga, figura que destacó en los primeros decenios del siglo XX. Docente y médica, atea, librepensadora, divorciada, anarco-socialista, escritora y notable conferenciante, llegó a ocupar la vicepresidencia de la Federación Argentina del Derecho Humano en 1916 y alcanzó el grado 33º del Rito Escocés. Vivió en Uruguay, editando periódicos y panfletos anticlericales y feministas. Intervino en los Congresos del Librepensamiento de la época, viajando por todo el mundo. Participó en el Primer Congreso Internacional de la Mujer realizado en Buenos Aires en 1910. Viajó por toda América, propiciando los ideales laicos, la educación del pueblo, la protección de la niñez y la emancipación de la mujer, su derecho al sufragio, el divorcio, etc.

Muchas de estas mujeres, en su lucha por los derechos que les correspondían, padecieron atentados contra su vida.
Cien años después las Obediencias femeninas y mixtas prosperan; y es que una visión completa y humanista de la Masonería no puede darse sin el aporte de la otra mitad de esa humanidad, o sea, la mujer.


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