viernes, 12 de febrero de 2010
EL EVANGELIO DE MARIA MAGDALENA
El Evangelio Apócrifo
Copto de María
“Pedro dijo a María: “Hermana, sabemos que el salvador te prefirió por encima de todas las mujeres. Relátanos las palabras del Salvador que tengas en la memoria, aquellas que tu conoces y nosotros no conocemos y que no oímos”. María respondió diciendo: “Lo que para vosotros fue oculto, yo lo revelaré”. Ella les relató lo siguiente: “Vi al Señor en visión y le dije: Señor, en este día te vi en una visión. Él respondió diciéndome: “Bienaventurada eres tú que no te inquietas al verme; pues ahí donde estoy está el tesoro”. Entonces yo le dije: “Señor, ¿aquel que te ve en visión, es por medio del Alma o por medio del Pneuma que te ve? Y el Salvador respondió diciendo: “No es ni por medio del Alma ni por medio de la Pneuma que él me ve, sino estando el Nous entre ambos, es el Nous que percibe la visión.
Después que ella dijo esto, María guardó silencio. Fue así que el Señor se había comunicado con ella hasta entonces. Andrés tomó la palabra y dijo a sus hermanos: “Decidme qué pensáis sobre lo que ella acaba de afirmar? De mi parte, no creo que el Salvador haya dicho tal cosa”. Pedro tomó la palabra y, discutiendo preguntas del mismo orden, los interrogó respecto al salvador: “¿Es posible que él se haya comunicado con una mujer en secreto, sin que lo supiésemos y no abiertamente, cuando deberíamos formar un círculo y oírlo todos nosotros? ¿Habría escogido a ella con preferencia a nosotros?” Entonces María se puso a llorar. Ella dice a Pedro: “Pedro, mi hermano, ¿Qué estas pensando? ¿Crees que tuve estos pensamientos sólo en mi corazón y que miento a propósito del Salvador?”
Leví tomo la palabra y dijo a Pedro: “Pedro, siempre tuviste un temperamento agitado, y ahora te veo argumentado contra María como un adversario. Más si el Salvador la Juzgó digna ¿Quién eres tú para despreciarla? Sin ninguna duda, fue de manera indefectible que el Salvador la conoció. Por eso Él la amo más que a nosotros. Tengamos vergüenza y revistámonos del Hombre perfecto engendrándolo en nosotros como él lo ordenó, y proclamemos el Evangelio no imponiendo otra Ley a no ser aquella que prescribió el Salvador”. Pues así Leví pronunció estas palabras, ellos se pusieron en camino para pronunciar y propagar el Evangelio según María.
BIBLIOGRAFÍA:
• La imitación de Jesucristo.
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