viernes, 12 de febrero de 2010
Hombre libre y de buenas costumbres
MASONES DE LA LENGUA ESPAÑOLA NEW YORK.
Hombre libre y de buenas costumbres
Ricardo Lozano.
El hombre que habla con verdad, es un hombre feliz y congruente con su entorno.
Me fascina El Masón que sabe a dónde va, cual es su destino, para que fué hecho por el creador y cuáles son sus ideales; aterrizarlos a tierra y hacerlos tangibles, sabe lo que hay que hacer y lo hace.
Me gusta El Masón que empeña su palabra y sabe cumplirla a toda costa.
Me encanta El Masón con capacidad para asumir las consecuencias de sus actos.
Me sorprende El Masón que defiende la verdad de sus Venerables Hermanos aún a costa de privilegios, promesas y falsas vanidades.
Respeto a El Masón que actua a conciencia y HONESTIDAD; ejerce su albedrio con sabiduria y acierto .
Me maravilla El Masón que es respetuoso y justo con sus hermanos y consigo mismo, El Masón que agradece las gentilezas de sus Hermanos y las cosas buenas que existen en su vida, que vive cada hora con buen ánimo dando lo mejor de su ser, que goza de la facultad de enriquecer su existencia regalando una sonrisa, de ofrecer sus manos y ayudar generosamente a edificar el templo de los otros sin esperar nada a cambio.
Me subyuga El Masón VERDADERO capaz de criticarme constructivamente y de frente, pero sin lastimarme ni herirme, El Masón que tiene tacto, me gusta El Masón que posee sentido de la justicia; a éstos los llamo mis amigos.
Me gusta la actitud del buen Masón que sabe de la importancia de la alegría y la predica con el ejemplo, motivando, persuadiendo y entusiasmando al logro de nobles ideales.
Me alegra el corazón cuando el Masón que mediante bromas me enseña a vivir lo efímero de la existencia con humor.
Admiro al Masón que nunca pierde su corazón de niño y se preocupa y ocupa su tiempo cuando les acontece algo a ellos.
Me fascina la pureza del pensamiento del Masón, cuando es libre de ataduras y arroja el costal de piedras de los odios, envidias, ambiciones y mas lastres que lo anclaban al pozo sin fondo, que le imbuyeron fuera de nuestros recintos sagrados.
Me entusiasma El Masón sincero y franco, capaz de oponerse con elementos de juicio razonables a las decisiones de cualquiera.
Me gusta El Masón leal, constante y persistente, que no desfallece cuando de alcanzar objetivos e ideales de unión fraternal se trata.
Me agrada El Masón de criterio amplio, y apertura de pensamiento a todas las filosofías y ciencias y no es fanático de lo que predica con el ejemplo, que no se avergüenza en reconocer que se equivocó o que no sabe algo.
El Masón que, al aceptar sus errores, se esfuerza genuinamente por no volver a cometerlos. El masón que lucha contra sus vicios e ignorancia.
Me simpatiza El Masón practico que no llena su cabeza de estúpida sabiduría que no lleva a la practica y solo le sirve para pavonearse como guajolote, ostentando grados que no le corresponden que ni entiende ni comprende y que no busca soluciones para dejar de ser incongruente con su miserable existencia.
“Lo mismo adentro que fuera”. Riqueza adentro, riqueza por fuera, me persuade El Masón que piensa y medita internamente.
El Masón que valora a sus semejantes no como lucen ni por lo que poseen; El Masón que no juzga ni deja que otros juzguen; El Masón que tiene personalidad
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