lunes, 26 de abril de 2010

LOS PILARES







LOS PILARES
Hoy me gustaría compartir con ustedes lo que pude investigar sobre las columnas gemelas a la entrada de nuestro templo. Como en los tres trabajos anteriores me referí a observaciones y sentimientos propios, lo expuesto era sin duda veraz y verdadero por lo menos para mí. En este caso, y a riesgo de que sea llover sobre mojado, me voy a basar en una cuidadosa selección de información que fui encontrando, confiando a mi vez en sus autores.

La información que encontré, aunque en su mayor parte es coincidente, se basa en dos fuentes distintas: la bíblica e histórica sobre las columnas del Templo del Rey Salomón y la masónica basada en escritos de miembros de la Masonería. Mi intención es ir entre tejiendo a ambas para tener una visión más completa.

Las Columnas de nuestros templos tienen sus raíces en las del Templo del Rey Salomón y la tradición Templaria, en cuyos templos también se erigían pares de columnas marcadas con las letras J y B.

Empecemos por la información bíblica. Cuando los hebreos volvieron a la tierra prometida, el rey David comenzó a construir el Templo de Jerusalem, el Templum Domini (El Templo del Señor). Tras la muerte del rey David, su hijo el rey Salomón, prosiguió la construcción del Templo en el Monte Moriah.



En la obra, Salomón contó con la ayuda de un amigo de su padre David, el rey Hiram de Tiro, Fenicia, en el siglo XI A.N.E., quien aportó una cantidad de material considerable para el edificio. El rey Hiram de Tiro por último, le envió a Salomón un artista en quien moraba el espíritu de la Sabiduría. Hijo de una mujer de la tribu Neftalí, su nombre también era Hiram (vida eterna) Abiff, (padre mío), Hiram Abiff (Padre Hiram) era un maestro masón, y según la Biblia era “lleno de sabiduría, de entendimiento y de conocimiento para hacer toda suerte de obras de bronce; y vino al rey Salomón, y fue quien hizo para él toda su obra”. (I Reyes, 7, 14). La leyenda dice que los tres, el rey Salomón, el rey Hiram e Hiram Abif eran maestros masones.

Y sobre la evolución de la obra, la Biblia nos dice:

“Hiram Abiff fundió dos columnas de bronce. Tenía cada una dieciocho codos de alto (8,10 metros), y un hilo de doce codos (5,40 mts.) era el que podía rodear cada una de las columnas. No eran macizas, sino huecas; el grueso de sus paredes era de cuatro dedos. Fundió capiteles de bronce para encima de las columnas; de cinco codos (2,25 mts) de altura uno y de cinco codos de altura el otro... Erigió primero la columna de la derecha y le dio el nombre de Jaquín, y luego la columna de la izquierda y le dio el nombre Boaz. Como remate de las columnas había una especie de lirio. Así fue acabada la obra de las columnas”. (I Reyes 7, 15-22). Según el Antiguo Testamento, tras esto, Hiram Abiff preparó más decoración del Templo, fundiendo las obras en una explanada cercana al Jordán. Las columnas también fueron decoradas con cadenas y dos hileras de 200 granadas.

Las columnas masónicas que conocemos son muchos menores en tamaño, aunque proporcionales. Y con respecto al espacio hueco dentro de las columnas de algunos templos masónicos, aparentemente en ciertas épocas fue usado como repositorio de rollos constitucionales y diversos documentos. Con respecto a las granadas, que también podemos ver en nuestros templos, con la exuberancia de sus semillas simbolizan abundancia y fertilidad. En el caso de las columnas del templo de nuestra logia, hay una serie de granadas rodeando la base de las esferas. Esta fruta tenía asociaciones místicas en la antigüedad. Para la masonería denota esa abundancia que es el fruto de una utilización sabia de los dones que recibimos. Y que teniendo en la mira el progreso de la humanidad, intentaremos elevar el nivel de nuestra vida moral y social, y la de quienes nos rodean.

Con respecto al texto bíblico leído, hay varios puntos a notar. Uno es que en aquella época era costumbre determinar los puntos cardinales parándose mirando hacia el punto del sol naciente y saber que el sur estaba hacia la derecha y el norte hacia la izquierda, por lo que sur y derecha eran sinónimos, al igual que norte e izquierda. El otro punto es que cuando se habla de Jaquín en el lado derecho o sur, se está hablando de que se está ingresando al templo desde el oeste.

Josefo clarifica esto cuando dice “Una de las columnas él colocó a la entrada del pórtico a la izquierda y la llamó Boaz”. La palabra “entrada” deja claro de qué punto se está mirando las columnas. Especialmente porque estas enormes columnas estaban al frente del templo. De paso, es también digno de resaltar que esa enorme visibilidad de las columnas deliberadamente contrastaba con la invisibilidad de las cámaras interiores fuera de la vista de los profanos.





En nuestra logia las columnas sólo se ven desde adentro y vemos la columna con la letra J a la izquierda, pero al entrar esa columna está a la derecha y al sur como en el templo de Salomón.

Es interesante mencionar además que en el siglo 18 ambos vigilantes se ubicaban al occidente, de frente al oriente, cercanos a cada una de las columnas que les corresponden hasta hoy y que se asocian a los dos primeros grados.

Algo más que podemos anotar con respecto a este texto es que parece que era costumbre en esos pueblos darle nombres a objetos sagrados. En el libro de Éxodo dice: “Y Moisés edificó un altar y llamó su nombre Jehovanisi”, que en hebreo antiguo significa “las vestiduras sagradas de Dios”.

Esto nos está diciendo que estas columnas deben haber sido objetos de sacramentos sagrados en relación con los nombres que se usaban para denominarlas.

En el caso de las columnas, el nombre Jaquín está formado por “Jah” que es una forma acortada de Jehová o Yahvé y “aichin” que significa “establece”, por lo que el significado de Jaquín sería “El establece” o “Será establecido”. Y da idea de firmeza.

Por otra parte, Boaz está formado por “Bo” que significa “en El” y “Az”, “fortaleza”, o sea “en El está la fuerza”.

Otra teoría, y siguiendo con la información bíblica, dice que cada una de estas palabras es la primera de una inscripción que entera decía: “Que el Señor establezca (Jaquín) el trono de David y su reino para siempre y entonces en la fortaleza (Boaz) del Señor se regocijará el rey”. Esta teoría, aunque es lógica e interesante y quizá haya sido el espíritu de las palabras, no es la impresión que dan los textos bíblicos que simplemente citan los nombres de las columnas como si hubieran sido nombres personales. Lo cual da lugar a otra teoría que dice que realmente eran nombres de personas. Jaquin era el nombre del asistente del Sumo Sacerdote que oficiaba en la dedicación del templo y se asocia con Salomón y Boaz era el del bisabuelo del rey David y obviamente se asocia con David. Después de la destrucción del primer templo, como se interpretaba que las columnas simbolizaban el apoyo divino al establecimiento de la dinastía davidiana, en la reconstrucción no se les dio importancia.

Lo encontrado en las fuentes masónicas me llevó a la suposición personal que como Hiram era considerado el primer maestro masón haya tenido motivos esotéricos para elegir esas palabras. Como por ejemplo aludir a que las columnas sean un símbolo de fortaleza y firmeza e inclusive protección, como veremos más adelante.

También encontré en varios tratados, especialmente escritos por Maestros masones norteamericanos, una clara referencia a la estrecha vinculación entre los últimos caballeros templarios refugiados en Escocia y la constitución de la primera logia masónica moderna en Londres en 1717. Y la posibilidad de que, por ese motivo, los templos masónicos modernos sigan la tradición templaria de erigir esas columnas en sus templos con las letras J y B, como es el caso, entre otros, de la famosa capilla de Rosslyn en Escocia.

El otro motivo es que haya habido la voluntad desde esa época de honrar a Jacques De Molay, el último maestre templario y el más famoso, considerado mártir y caballero sagrado (en hebreo Kadosch) por templarios y masones. Las iniciales del nombre en latín de Jacques de Molay: Jacobus Burgundius Molay son J B y M.



Parece haber un paralelo entre el Arquitecto y el Caballero. De Molay, al igual que Hiram Abif en la Leyenda, encarna los principios masónicos de lealtad, amistad, heroísmo y valor. Vemos un paralelo con la Leyenda de Hiram, en la que 3 rufianes (Jubela, Jubelo y Jubelum) lo matan por no querer rebelar los secretos de Maestro Masón incluyendo la Gran Palabra Masónica, el nombre de Dios. Los rufianes en el caso de de Molay, fueron el rey de Francia, Felipe el Hermoso, Guillermo de Nogaret y el papa Clemente. Felipe, con la anuencia de Clemente, mandó arrestar a Jacques de Molay en 1307 y torturarlo, y finalmente lo condenó a morir en la hoguera el 18 de marzo de 1314 sin que, al igual que Hiram Abif en la leyenda, jamás revelara los secretos de la Orden. En algunas fuentes, se propone la idea que la Leyenda de Hiram se refiera realmente a Jacques de Molay.

Otro dato es que la Biblia también habla de coronaciones junto a las columnas. En el segundo libro de Reyes se describe una de tales coronaciones y dice: “Junto a la columna, conforme a la costumbre”.

Y en el “Catéchisme des Francs-Maçons” de 1744 se menciona que Jaquín es la columna donde los aprendices reciben su salario. Dice:

“Pregunta: Cuál es el significado de Jakhin?

Respuesta: Es el nombre de una de las dos columnas de bronce que estaba en el Pórtico del Templo de Salomón donde los Aprendices se reunían para recibir su salario.”

Un último dato, antes de llegar a las conclusiones, es que en las épocas modernas se agregaron sobre las columnas de algunas logias esferas sobre las que se dibujaron globos celestes (derecha) y terráqueos (izquierda) sin ninguna relación aparente con raíces antiguas. Si bien el simbolismo de representar las dualidades del cielo y la tierra, el espíritu y la materia en el portal de ingreso parece ser muy significativo.

En conclusión, como dijimos antes, las columnas no tienen valor estructural al estar erigidas libremente en la mayoría de los casos y ciertamente en el caso de las que estaban delante de la entrada del templo de Salomón puesto que no sostenían ninguna estructura. Tampoco nos parece de gran relevancia su aspecto meramente ornamental o su posible uso como repositorios de documentos.

Así que el mayor énfasis lo pondríamos sobre el valor simbólico e inspiracional. Nos resulta obvio que las columnas constituyen un portal muy firmemente establecido y fuerte que claramente separa el mundo profano de la cámara interior en la que los masones realizamos nuestros trabajos lejos de “la indiscreción de los profanos”.

También son importantes, como en las coronaciones de antaño, en el momento de la iniciación, porque ha habido un ingreso o crecimiento masónico que indica que uno está pronto para un renacimiento espiritual y por lo tanto debe pasar entre columnas ingresando a un nuevo nivel de conciencia, con la comprensión de que lo que necesita es el firme control que una de las columnas representa y la fuerza representada por la otra, sabiendo que control sin fuerza es tan fútil como fuerza sin control.

El candidato avanza con fuerza y poder, pero guiado por la sabiduría y el control. Se eleva por el poder que está en él, pero llega por la sabiduría de su corazón. Desde este punto de vista, parece irrelevante si las columnas miden 8,10 metros o si tienen globos, tazones o lotos encima. Sí es cierto que los pares de columnas, obeliscos o esfinges eran comunes en la antigüedad y representaban la dualidad, las fuerzas gemelas en toda la creación, guardianes del templo, portales simbólicos, una conexión entre el cielo y la tierra.

Entonces parece que la lección está allí, en las columnas mismas, el significado del símbolo a ser leído, comprendido e incorporado, que las columnas representan silenciosamente.

La verdad que nos enseñan, tan valiosa hoy como cuando fueron erigidas en los primeros templos, de la necesidad de establecerse sobre un firme cimiento y a través de la fuerza para emerger victoriosamente de todas las luchas de la vida.

Para terminar, el iniciado en la antigüedad veía el espíritu de Dios en el obelisco o columna.

El iniciado masónico moderno puede ver en las dos columnas el portal de la senda a hollar por todos los hombres durante su existencia terrena, los medios por los cuales puede viajar un poco más lejos, un poco más alto hacia la cámara secreta de la vida en la que mora la presencia invisible, la voz del silencio, la luz que ilumina el sendero y la sabiduría.

Rislo Buscaróns

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