viernes, 21 de enero de 2011


La Iniciación de Voltaire

Voltaire ingresó en la masonería a los 80 años de edad, luego de atacar durante toda su vida los errores de la Orden, sin saber lo que ella era. En efecto, sin conocer los principios de la masonería, la supuso inspirada en el misticismo gárrulo y hasta la maltrató en su diccionario filosófico con ironías y sarcasmos injustos. Pero como la Masonería francesa, de corte liberal, luchaba contra el fanatismo y la tiranía, y estos eran también los enemigos contra los que luchaba Voltaire, se encontró un día rodeado de hombres que perseguían los mismos ideales y en defensa de la misma causa y se sorprendió de que fuesen masones y que sus ideales coincidieran con los que él se había propuesto. Franklin, a la vez que impresor, físico y legislador, Court-de Gebelin, hombre de generales conocimientos, Lalande, gran astrónomo, Dixmerie y el Abate Cordier de Saint Fermin, ambos literatos notables, eran miembros de la Logia Les Neuf Soeurs, fundada bajo la inspiración de Helvetius, quien murió antes de verla instalada, y ellos fueron los que propusieron a Voltaire la iniciación. Éste se sintió sobresaltado al oír a tales hombres proponerle entrar en la Orden, él ignoraba que las tendencias eran muy serias y el gran Voltaire se detuvo a reflexionar al ver que hombres como Franklin y Lalande se servían de la Institución para propagar sus ideas. Voltaire al tener conocimiento de que las Logias trabajaban para disipar las tinieblas y extinguir la superstición, objetivos que él siempre había perseguido, aceptó la Iniciación; y el 7 de marzo de 1778 fue conducido a la Logia Les Neuf Soeurs (Las nueve hermanas o las nueve musas), y presentado por Cordier de Saint Fermin, fueron recibidos en el pórtico por los hermanos Meslay, Lort, Bignon, Remy, Mercier, Fabrony, Dufresne y después fue introducido por el caballero de Willars. La Logia estaba presidida por Lalande; y el Gran Poeta se apoyaba en los brazos de Franklin y de Court de Gebelin, que le habían ofrecido ayudarlo, siguiéndoles el caballero de Cubieres. Se suprimieron las pruebas físicas porque todos conocían al filósofo que había expuesto en sus escritos desde el fondo de su corazón; él había combatido a los enemigos de la humanidad que son, al mismo tiempo, los enemigos de la masonería; él había dado a conocer en sus escritos las mismas doctrinas que la Orden postula.

Mandil de Voltaire
La recepción masónica debe ser el puente que separa la vida de lucha de la vida de calma y para Voltaire, la Iniciación era el coronamiento. Las prueban a las que se le sometió le permitieron al Poeta exponer sus ideas. Uno de los hermanos que asistieron a la ceremonia expresó: “Es para nosotros la lección, no para él”. Cuando llegó el momento de entregarle las insignias, Lalande le dio el Mandil, símbolo del Trabajo: era el mandil que había usado Helvetius, y Voltaire al estrecharlo entre sus manos lo llevó espontáneamente a sus labios honrando con esta demostración a uno de los más sabios y enérgicos masones de aquella época.

Lamentablemente, algunos meses después de celebrada esta recepción tan grata, la misma Logia Les Neuf Soeurs, rendía los honores fúnebres a aquél que Francia había de transportar al Templo de los Grandes Hombres. Lalande, que presidió la ceremonia de Iniciación del Voltaire, también presidió la ceremonia mortuoria; los hermanos Franklin y el conde Strogonof, cubrían los puestos de Vigilantes; el hermano Lechangeux ocupaba el trono del Orador. Doscientos visitantes asistieron a la Tenida fúnebre; la orquesta se componía de los mejores artistas de París, y para evitar una invasión mundana acordó la Logia que las señoras Denis y la Marquesa de Villete se presentaran como por casualidad a presenciar las ceremonias; y en efecto, ambas damas llegaron, la primera conducida por el hermano marqués de Villevielle. Todo lo que la historia puede referir de las ceremonias de Iniciación y Fúnebre del Gran Voltaire, sólo puede entenderse si se comprende la enorme presencia moral e intelectual que hombres como Helvetius, Diderot, Montesquieu, Rosseou, Cambaceres, Lalande, Franklin, Parny, Lafayett, Washington y otros muchos, tuvieron en la sociedad y en el destino de los pueblos.

Muchos hermanos, no sin ironía, afirman que la Francmasonería actual vive de su pasado, puesto que hoy, la acción masónica parece confinada a «las cuatro paredes» de sus templos. Ignoran estos hermanos que las condiciones cambian y que los escenarios de lucha son otros. Pero lo que más desconocen algunos de nuestros hermanos es que, como afirmó H.G. Wells, la historia humana es en esencia una historia de ideas, no de personas, y por lo tanto, la acción de la Masonería sigue vigente porque su ideario constituye parte integrante de las instituciones políticas contemporáneas.


Fragmento de “Voltaire y la Masonería”  de Roberto Aguilar M. S. Silva
M.M. – R.L. Sentinela da Fronteira Nº 53 Corumba
Academia Masónica de Letras de Mato Grosso do Sul (Brasil)

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