viernes, 21 de enero de 2011

Sobre Origen del R:. de S:. Juan; Envió: Javier de la Gran Logia Mixta del Perú.

MASONERIA DE SAN JUAN

1. LOS FUNDAMENTOS
Cuando el manuscrito Regius da cuenta que el arte de la Masonería es la ciencia de la Geometría diseñada por Euclides, no resulta fácil comprender esta definición. La mayor dificultad se plantea en la contradictoria apariencia del arte manual de la construcción en contraste con la exacta rigidez de una ciencia especulativa como la Geometría. Pitágoras enseñaba en su liceo de Samos, que los opuestos son reconciliables en un punto intermedio y que el punto intermedio de reconciliación entre la Masonería y la Geometría es, sin duda alguna, la Arquitectura.

La arquitectura y la masonería están de tal modo tan relacionadas que, a pesar de la universalizada percepción de los francmasones de asumirlas como distintas, toda la práctica de la arquitectura es la expresión metodológica de la ley moral.

En este precepto antiguo, redescubierto por modernos y despiertos investigadores, se afirmaba la esencia benéfica de la masonería de San Juan como método colectivo e individual de regeneración o reconstrucción, tanto de la sociedad por los individuos así como de los individuos por la sociedad.

Las leyes arquitectónicas son, en ese sentido, leyes morales de idéntica aplicación para la formación del carácter o para la elevación de las catedrales. Así como las catedrales no pueden ser construidas con esbeltez, belleza y solidez sin el cumplimiento exacto de la leyes de la arquitectura, de análoga ocurrencia la sociedad y el hombre no pueden reconstruirse de manera armónica sin el cumplimiento de la ley moral.

San Juan cuenta que el Maestro Jesús enseñó acerca de la necesidad de estudiar la gnosis para conocer la verdad y que sólo con ella se podía adquirir el estado de ser libre, puntualizando que las leyes de la vida son el Servicio, el Amor, la Belleza, la Armonía, la Conciencia, la Memoria Superior o Alma Inmortal y el Orden, y que el ser humano sólo logrará la libertad cuando cumpla las leyes morales o Principios Herméticos de la vida con voluntad y en conciencia.

La Belleza es en esencia una imitación consciente de las formas naturales del Universo manifestado y revela las cualidades interiores del alma del artista o constructor. La violación de las leyes morales degrada la belleza y mancilla la razón de la presencia de lo humano en el Universo.

Conocer los principios de la Geometría como ciencia a-plicada al arte de la Arquitectura, es descubrir la razón interna de la Masonería como escuela genuina de conducta con valores éticos y morales, arcanos necesarios, para que el cielo nuevo y la tierra nueva de nuestro sistema permita el resurgimiento de los nuevos reyes y sacerdotes que como función final, definen el rol de la humanidad en el planeta.

2. LA ARQUITECTURA
Las obras de arquitectura monumental impresionan al observador de dos maneras diferentes: una como asombro por la sensación de preciosismo y magnificencia humana; y la otra como muestra de misteriosa majestuosidad de actuación y presencia de un gran poder espiritual.
Estas dos sensaciones son, a criterio de John Ruskin, las dos importantes lámparas intelectuales de la arquitectura; una consistente en la justa y humilde veneración por las obras de Dios en la tierra y la otra en una comprensión del dominio sobre esas obras con que el ser humano ha sido investido.

El sentimiento provocado por la majestuosidad de la arquitectura logró en los pueblos antiguos ideas de santidad, de imitación del universo, de perfección de la forma y de la propor- ción, de rectitud ritualista, de estabilidad mágica. En los comienzos de la arquitectura el hombre adoró grandes piedras y las usó para la elevación de sus templos. Los primitivos europeos veneraron las columnas como si fueran dioses, por asociación con el sentimiento naturista de representación de arboledas.

En la aplicación del arte y la ciencia de la arquitectura el constructor experimenta una sensación dual y diferente de gozo y de plenitud, al saberse parte de un gran todo universal y artí- fice eficiente de un proyecto de veneración y culto.

Las técnicas e inventos primitivos para la construcción eran conservados por los hábiles artesanos como revelaciones secretas y el pueblo que contemplaba su arte los tenía en alta estima como magos y sacerdotes.

Los instrumentos del oficio que permitían al obrero desarrollar su habilidades con paciencia y esmero, fueron asociándose a la virtudes que despertaban en el artesano y que le era de carácter indispensable para el logro de su labor eficiente. Así, el mazo, que es la fuerza auxiliar que apoya a conseguir el tamaño y la forma exacta del modelo de la piedra ideal, fue usado como el emblema de la voluntad. El cincel que corta y define la forma fue el símbolo de la razón y la escuadra que mide la rectitud de las piedras fue tomado como el emblema de la verdad, de la justicia y de la rectitud. Todas estas connotaciones y otras más, siguen teniendo el mismo valor y sentido en la masonería de San Juan, aunque haya transcurrido tanto tiempo desde aquella lejana época. A la conservación de este mensaje original y del sentido del arte en su esencia es a lo que la masonería llama Tradición.

En los tiempos primitivos la arquitectura estuvo íntima-mente relacionada con el auténtico sentimiento religioso. Los templos como casa de la divinidad, pretendían con su magnificencia ser apropiados para la residencia permanente de Dios. Era el ideal del sacerdocio y de los monarcas conseguir que Dios permaneciera en el reino, uno mismo, la comarca o el valle, el mayor tiempo posible. Los sacerdotes antiguos entendían que la esencia de Dios era la Belleza de las formas y de las buenas maneras, porque su manifestación en el universo y la naturaleza era bella y armónica, por eso los templos eran revestidos de manera primorosa para representar de manera colosal la insuperable belleza de la naturaleza de Dios y de su amor expresado por obras de servicio.

El antiguo concepto del templo como casa de Dios fue modificado posteriormente por las clerecías de las religiones nacionales. Inicialmente sólo los sacerdotes ingresaban a la casa de Dios, su propio yo y lo hacían con unción y como servidores, sin jerarquía ni privilegio. Cuando la arquitectura dejó de ser el tributo creativo del constructor y el artista para rendir pleitesía y culto a la divinidad, la suntuosidad de los templos dejó de ser el medio de agradar a Dios y se convirtió en un modo de expresar la jactancia y opulencia de las clerecías vanidosas. En este cambio, los templos se llenan de fieles (las emociones ciegas) para que maravillados por la grandeza de su estructura se motiven a contribuir con más ofrendas en beneficio directo a sus clérigos. Los templos dejan de ser la casa de Dios para convertirse en mercado de promesas ilusas, donde la clerecía abandona el sacerdocio como apostolado de amor y servicio para convertirse en mercaderes traficantes de la ignorancia y de la necesidad de sus creyente. Allí la condena de Jesús: mi casa de oración vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.

Aunque la historia registra datos muy vagos de los primitivos gremios de arquitectos, se sabe, no obstante, que conservaban en secreto las verdades filosóficas y religiosas de su arte y ciencia, confiándose únicamente entre el grupo de elegidos que conformaban las primeras sociedades secretas.

Las sociedades secretas nacieron de la necesidad de conservar y de transferir información sólo un grupo de iniciados que han existido desde el comienzo de la historia. Es propio que con la arquitectura sucediera lo mismo y que sus miembros fueran iniciados en el arte y la ciencia y así, los conocimientos arquitectónicos se guardaron celosamente en el seno de la Orden de los arquitectos constructores, cuyos útiles de que se sir-ven representaban verdades morales.

Los fundamentos morales y materiales de la Orden de los arquitectos constructores o masonería de San Juan se sustenta en la devoción por la idea de servicio y el amor a la humanidad como expresión del Fiat Lux. Bajo estos fundamentos yace el sentimiento de que la morada terrestre o templo debe estar en relación con su correspondiente celeste del universo y de la naturaleza, por cuya causa el artesano constructor imita con su obra en la tierra, la morada de los cielos que no fue edificada por mano alguna. El hombre también erigió templos para representar la imagen bella de la tierra, levantó las pirámides usando como modelo a las montañas, construyó más tarde catedrales con el modelo del bosque, donde las columnas recuerdan el tronco de los árboles y el follaje son las fajas artísticas que circundan la corona de los capiteles.

Los instrumentos inventados y empleados por los arquitectos, para ejemplarizar los ideales por sus obras, fueron convirtiéndose por su método conductual en los emblemas de sus pensamientos y las piedras que tallaron en sus símbolos sagrados.

3. LA LEYENDA
Hay fuentes escritas que aseguran que en 1355 se disolvió la Guilda de los pintores de Siena, más tarde, la de los masones germanos, y es cuando los artistas independientes empiezan a sobresalir individualmente. Al no formar ya parte de las guildas extinguidas, los secretos del arte de la construcción, en apariencia, dejaron de ser propiedad privada y fueron compartidos con toda la humanidad. La arquitectura se socializó y a pesar de perder su carácter de Orden exclusiva, siguió conservando lo principal del arte-ciencia, el secreto mensaje sacra-mental escondido en su Tradición joaníca con los útiles y su simbolismo, sin que los ojos profanos pudieran descubrirlo o mansillarlo.

Fue en 1717 que la etnia maltratada y desposeída de Europa, aprovechando la laicidad de los secretos del arte-ciencia, deciden usarla en su beneficio, para lograr hacer los grandes cambios que la estructura social y económica de los estados cristianos requerían, para ya no ser tratados como parias y asesinos del Maestro Jesús. Los hebreos, por ejemplo, no podían vivir dentro de las ciudades, a pesar que algunos habían acumulado riqueza o eran consejeros en asuntos económicos de algunas de las testas coronadas europeas.

Los actos de los hebreos son fáciles de reconocer por su especial tendencia de coto cerrado que los delata y por la repetición constante de los mismos. En el siglo XVIII hicieron lo mismo que en el siglo I, al usurpar la enseñanza de San Juan y acomodarla a sus mejores intereses. En el año 70 y después del fracaso de su revolución independentista contra Roma, que ter-minó con el suicidio colectivo de Masada, se refugiaron en la ekklesia gnóstica de los constructores de San Juan y crearon de manera paralela la iglesia judéo-cristiana o católica, haciendo del Gran Maestro Jesús un judío y Mesías. En 1717 a través de Jaime Anderson, que contó con el apoyo de la casa judéo-alemana de los Hanoffer, instalados en el trono de Inglaterra con Jorge I, fundó en Londres la francmasonería.

Jesús convertido en judío y Mesías para crear el judéo-cristianismo de la iglesia católica del siglo I, es desaparecido de la Tradición de los constructores de San Juan en el siglo XVIII y sustituido en la francmasonería por un constructor de nombre Hiram Abí. No se equivocan quienes concluyen que fue la cien-cia-arte de la arquitectura de los constructores de San Juan, la fuente germinal del origen de la francmasonería que Jaime Anderson alteró en 1717.

La masonería de San Juan sufre otra vez una nueva afrenta y que por la ignorancia de muchos sigue vigente hasta nuestros días.

Los gestores de la reforma lo proclaman en sus postula-dos dogmáticos denominados Linderos. En uno de ellos, el XXIV según A. Gallatin Mackey, dice a propósito del nuevo movi-miento separatista:
XXIV. La ciencia especulativa aplicada al arte operativo, el uso simbólico de ese arte con propósitos de enseñanza religiosa o moral, constituyen otra señal de la Orden. El templo de Salomón fue la cuna simbólica de la Institución, y, por lo tanto, la referencia de la Francmasonería activa que construyó ese magnífico edificio, a los materiales y herramientas que fueron empleados en su construcción, todas son partes componentes y esenciales de la Francmasonería que no podrían substraerse de ella sin ocasionar la destrucción completa de la identidad entera de la Orden. Por lo que, todos los Ritos comparativamente modernos de la Francmasonería, como quiera que difieran en otros conceptos, conservan religiosamente esta historia del Templo y estos elementos activos.
En esta proclama es evidente la ruptura que promueve la francmasonería contra la Tradición de los constructores medievales de San Juan, evidencia que los francmasones toleran con complicidad silente.

Las propuestas divergentes a la Tradición de los constructores de San Juan enunciadas en el lindero XXIV, remarcan muy claramente los nuevos fundamentos sobre los que se sus-tentará la francmasonería, ya no como un movimiento humanista espiritual, sino como un agente político y socio-económico:
• ciencia especulativa aplicada al arte operativo,
• uso simbólico del arte con propósitos de enseñanza religiosa,
• el templo de Salomón como cuna simbólica de la Institución,
• los Ritos modernos de la Francmasonería, conservarán religiosamente esa historia del Templo.

Los dos primeros puntos de ciencia especulativa aplicada al arte operativo, así como su uso simbólico con propósitos de enseñanza religiosa, es una reformulación del arte operativo de la construcción, desconociendo o desechando su genuina Tradición que llevaba implícito, desde su origen, una visión cosmogónica propia de la relación entre Dios, el universo y el hombre. Aplicar una ciencia especulativa al arte de la construcción, es en buena lógica, reformular un nuevo praxis sobre la propia filosofía de los constructores gnósticos de San Juan.

El uso en el siglo XVIII del término especulativo asocia- do al de la ciencia, refleja la fuerte influencia de la corriente político social de la Ilustración, cuya actuación contribuyó en gran medida a socavar la influencia de la ideología eclesiástica. La evidencia que muchas de las figuras promotoras de la Ilustración son reconocidos como ilustres hermanos francmasones como Voltaire, Rousseau, Herder, Lessing, Montesquieu, Goethe, confirma el lazo sólido e íntimo entre la franc-masonería naciente y la Ilustración judéo-alemana.

La propuesta de la francmasonería sobre la ciencia especulativa del lindero XXIV es revolucionaria por su direccionalidad anti-cristiania. La ilustración proponía liberar la enseñanza del yugo clerical, sin embargo la francmasonería al reafirmarse en la frase: el uso simbólico de ese arte con propósitos de enseñanza religiosa o moral, evidencia una necesaria enseñanza religiosa distinta al cristianismo y muy propia a ellos solamente.

Jaime Anderson al incorporar la leyenda de Hiram obliga a través de los linderos su aceptación como requisito indispónsable de carácter obligatorio y excluyente. Así nace el dogma de
la leyenda de Hiram Abi como un Landmark importante y que constituye el punto esencial de identidad de los rituales de la francmasonería andersoniana, cuya exclusión o alteración haría cesar, desde ese momento, el ser considerado como un rito francmasónico. Todas las logias y Grandes Logias de franc-masones dependientes de la Gran Logia Unida de Inglaterra, están obligadas a declarar en sus estatutos que reconocen la leyenda de Hiram, de lo contrario no son considerados en su nómina.

Al modificarse el punto de partida de la masonería con Euclides y llevarla hasta siete siglos antes de su nacimiento a los días del rey Salomón y la construcción de su legendario templo, exhibe sometimiento a la tradición judía, estando obligados los Ritos modernos de la Franc-masonería a conservar religiosamente la nueva historia del Templo, en reemplazo de la Tradición antigua y clásica de San Juan.

El propósito de la francmasonería andersoniana, de 1717, fue socavar la enseñanza de la iglesia católica y eliminar la figura de Jesús como Gran Maestro, guía y primero entre sus iguales de la Tradición de los masones de San Juan, lo que justifica plenamente y de manera por demás elocuente, la formulación de la bula In Eminenti de Clemente XII, por la que se excomulga a la entonces naciente francmasonería.

4. LA TRADICIÓN
Los colegios romanos por tener un mismo origen iniciático, en su forma, emblemas y cargos, fueron similares a las modernas logias masónicas de San Juan. Ningún colegio debía estar constituido por menos de tres personas; todo colegio era presidido por un maestro, con dos decuriones o vigilantes, había un secretario, un tesorero y un guardián. Por su especial carácter religioso y místico, el detalle de sus ceremonias de iniciación no fue escrito, pero se conoce que cada colegio tenía su patrón protector que los identificaba y al que reverenciaban sus miembros.

La mayor parte de los Collegia se transformaron en instituciones caritativas, en las que la gente humilde trataba de salvarse de la oscuridad desesperada de la vida plebeya con la ascensión a un arte y oficio. Cada Collegium celebraba honras fúnebres por sus muertos y señalaba su tumba con los emblemas de su actividad: si se trataba de una hilandera, con una aguja o un bordado; si era un albañil, según su grado con una escuadra, un nivel o un compás. Es en esa época que aparecen los primeros mártires de la Orden, entre ellos, los Cuatro Coro-nados y San Expedito.

Al disolverse el colegio de los arquitectos sus miembros emigran de Roma. Seguir las huellas de la arquitectura en este período es sumamente difícil. Hasta hoy existe un vacío en la historia del arte desde los Collegias de Roma hasta los constructores de catedrales, así como entre el arte clásico romano y el nacimiento del arte gótico.

Muchos estudiosos sostienen la tesis de que el eslabón perdido de la historia masónica debe encontrarse en los Maestros Comacini, guilda de arquitectos que, cuando se derrumbó el imperio romano, huyó a Comacina, donde se conservaron las tradiciones del arte clásico durante las épocas de superstición y de ignorancia. Aunque no se pueda asegurar que los Comacinos fueran los precursores de la masonería actual, se acepta que forman un sólido eslabón que une a los Clásicos Collegias con las Guildas artísticas de la Edad Media.

Los Comacinos eran arquitectos, escultores, pintores y decoradores. Si se admite como pruebas razonables la afinidad de sus obras y sus trabajos en piedra, se puede afirmar que se deben a ellos las modificaciones que sufrió la arquitectura en Europa durante el período de la construcción de las Catedrales. Los Comacinos comenzaron sus migraciones durante el reinado de Carlomagno, siguiendo a los misioneros de la iglesia a lugares remotos, yendo desde Sicilia hasta Gran Bretaña y construyendo templos e iglesias por doquier.

Estudiando la existencia, el poderío y el desarrollo de la famosa Orden de arquitectos se explica, lo que en un tiempo los eruditos desconocieron, la aparición simultánea en toda Europa de los cambios de estilo arquitectónico. La comprensión de esta realidad explica también por qué no se conservan los nombres de los arquitectos que proyectaron las catedrales, pues no se debieron a artistas aislados, sino a una Orden que las proyectaba, construía y decoraba. Si se tiene presente el secreto de las leyes de la arquitectura y la santidad con la que era tenida las ciencias y las artes, se puede entender la ausencia de documentos fehacientes de su historia por la misma naturaleza se-creta y mistérica de la Orden. Una piedra inscrita que data del año 712, enuncia que en la Guilda Comacina sus miembros estaban organizados en Magistri y Discipuli y que obedecían a un Gastaldo o Gran Maestre.

El espíritu corporativo de la Orden continuó a través de toda la Edad Media y permitió unir al gremio de constructores, por su esencia y principios comunes, a los sacerdotes y a los ca-balleros

El arte de la construcción había avanzado mucho como heredad del Imperio Romano. Alemania y Francia ocupaban el primer lugar en la práctica de éste arte, mientras que Inglaterra, España e Italia venían después. La arquitectura había desarrollado dos estilos constructivos: el estilo románico y estilo gótico. El estilo románico estuvo vigente en el periodo 1000-1200 y se supuso que sería el estilo católico por antonomasia. Los conventos eran los centros industriales de aquella época. Los benedictinos primero y luego los cistercienses se habrían ocupado de la construcción. Cada convento era una colonia en la que, aparte del ejercicio de la enseñanza de Jesús a través de los escritos de San Juan, se estudiaba principalmente, las lenguas y la teología; se ocupaban también de la agricultura y de otros oficios.
Al propagarse el conocimiento y el ejercicio de la arquitectura, el poder de las ciudades creció muy rápido. Los conocimientos fueron siempre preservados por los maestros arquitectos en el seno de sus respectivas corporaciones: las guildas o logias, uniéndose progresivamente albañiles, constructores y arquitectos del mundo. El espíritu creativo germánico despertó en toda su plenitud realizando nuevas creaciones en todas las artes, lo que dio origen al estilo gótico (1225-1525).
Los arquitectos franceses reivindican para sí el privilegio de haber sido los creadores del arte gótico, que habría aparecido en su territorio hacia el año 1160 con la catedral de Chartres y cuya construcción contó con el auspicio del obispo Fulbert. Aún así, se le reserva a Alemania el haber desarrollado el estilo hasta sus máximos alcances. Las reglas y las relaciones matemáticas de la nueva forma de construcción fueron enseñadas en los conventos y talleres o logias de los tallistas de piedra de Alemania, para propagarse después como secretos del arte. El pensamiento del clérigo alemán Alberto Magno, filósofo y matemático, contribuyó decisivamente en la formu- lación del nuevo estilo, en particular, para los planos de la catedral de Ratisbona.

Muchos autores del tema de la construcción y la arquitectura consideran que se puede hablar con propiedad de un estilo cisterciense propiamente dicho y que podría definirse como una especie de proto gótico. También se afirma que existe un arte románico cisterciense, lo que pone en evidencia una evolución interna en los monjes constructores herederos de los benedictinos.

Las arquitecturas del Cister y del primer gótico pueden describirse como dos ramas que crecen del mismo tronco y que ponen en práctica los mismos postulados estéticos y religiosos de la tradición. Con todo esto ya no cabe duda que el asombroso saber de la geometría aplicada a la construcción, no fue patrimonio exclusivo del Cister y mucho menos de Chartres. La teología y la cosmología que se desarrolló en la Escuela neo-platónica se basó en las matemáticas y en la geometría. Para los arquitectos de Chartres, que seguían a San Agustín en la idea que el Universo había sido creado en medida, número y peso, la construcción era el eslabón que enlazaba a Dios con el mundo.
El arte de la construcción incluía también la escultura y la pintura. Por la expansión del arte aparecieron constructores laicos que generaron la necesidad de conformar corporaciones paralelas bajo un mismo principio de subordinación. Los franc-masones niegan esta percepción de la historia y afirman contra toda evidencia histórica y de manera dogmática, disciplinada y obstinada, que sus orígenes vienen de los tiempos de Salomón y del templo de Jerusalén.
Los eruditos demuestran cada vez con más evidencia que la francmasonería andersoniana es la masonería de San Juan que germinó en los conventos hasta que los sionistas decidieron deformarla en 1717.

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JAVIER AGUERO:gnostico3333@yahoo.es

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