jueves, 2 de octubre de 2014

FILOSOFIA DE LA MASONERIA
Giuliano Di Bernardo<br />
FILOSOFIA DE LA MASONERIA<br />
La imagen masónica del hombre<br />
LOS ORÍGENES MODERNOS DE LA MASONERÍA<br />
El término "Masonería" o "Francmasonería" es de origen francés, y se deriva de "Mas-zum", "Massounemestre". Llevado a Inglaterra por los normandos, se transforma en este país en "Freemason". El término "Mason" sin el prefijo "Free" ya aparece en 1292 en un documento relativo a la construcción de una capilla en el palacio de Westminster. La expresión "Francmasonería" aparece por primera vez en 1375, en una anotación referente a una reunión de representantes de corporaciones ciudadanas en Londres. La misma expresión se encuentra en el año 1396 en una lista de trabajadores dedicados a la construcción de la catedral de Exeter. Son muchas las interpretaciones del término "Francmasonería" (Freemasonry), lo que demuestra que todavía subsisten dudas en cuanto a su significado original.<br />
Por lo que se refiere a los orígenes de la Masonería, es necesario establecer una distinción entre leyenda e historia. Sobre los orígenes legendarios o míticos se habla ya en las Consti-tuciones de Anderson de 1723, donde se afirma que la Masonería tiene su inicio en Adán, creado a imagen y semejanza del Gran Arquitecto del Universo. Adán enseñó la Albañilería a sus hijos. Caín construyó una ciudad que dedicó a Enoc, su primer hijo. Noé, noveno des-cendiente de Seth, construyó el Arca siguiendo las reglas de la Albañilería. Después del Diluvio, Noé y sus tres hijos trasmitieron a sus descendientes las tradiciones y las Artes de la Albañilería. Tal Arte se difundió a través de Grecia y Sicilia, para alcanzar después su punto culminante con el Imperio Romano. En Bretaña, después de los romanos, se perdió todo el conocimiento del Arte. Es mérito de Carlos Martel que Inglaterra, después de las invasiones sajonas, recuperara las tradiciones del Arte de la Albañilería. Anderson continúa así su "historia" de la Masonería hasta llegar a su propia época.<br />
Estas leyendas deben interpretarse en su significado simbólico y esotérico, y expresan la convicción de que la Masonería ha existido desde los mismos orígenes del hombre, puesto que refleja una profunda exigencia del ánimo humano. La Masonería nace con el hombre y con él evoluciona. Así como es innato en el hombre el sentido de la religiosidad y la sa-cralidad, así es innato el sentido de la universalidad ética masónica. La Masonería representa, por lo tanto, una particular acentuación de una dimensión insuprimible del hombre: la dimensión ética, orientada por la transcendencia, que se expresa según modalidades iniciáticas.<br />
Para caracterizar los orígenes modernos de la Masonería es oportuno explicitar el paso de la Masonería operativa a la Masonería especulativa. Conviene observar, a este respecto, que la Masonería nunca ha sido puramente operativa, es decir, dedicada única y exclusivamente a la construcción material de los Templos. En cambio, también ha perseguido siempre fines especulativos, sobre la base de principios religiosos compartidos. La pregunta que se plantea es la siguiente: ¿de qué manera y por qué razón se produjo la transformación de la Masonería artesanal y operativa en Masonería espiritual y especulativa, que, siempre conservando la antigua tradición simbólica, se convirtió en expresión de una actividad universal para la construcción de un Templo ideal? Una primera causa de esta transformación tiene su origen en el declive del fundamento operativo: ya en los siglos XV y XVI las corporaciones de albañiles, dedicados principalmente a la construcción de catedrales, entran en crisis y se disuelven a partir de la mitad del siglo XVI. Una segunda causa, relacionada con la primera, es la presencia, en las corporaciones, de los llamados miembros "aceptados". La costumbre de admitir miembros "aceptados" es antiquísima: las corporaciones siempre aceptaron a eclesiásticos y miembros de la nobleza, expresión de poderes diferentes pero fundamentales para la existencia de las propias corporaciones. Pero, al acentuarse la crisis del fundamento operativo, el número de los "aceptados" aumentó de tal manera que pronto superó amplia-mente al de los trabajadores. De esta forma, la actividad operativa pasó a un segundo plano, al tiempo que la actividad simbólica para la construcción de un Templo espiritual e invisible llegó a convertirse en el objetivo principal de la "nueva" Masonería.<br />
La transformación del carácter operativo en especulativo se produce primeramente en las Logias inglesas, puesto que en aquella época solamente en Inglaterra existe una Masonería tradicional todavía viva, aunque en decadencia en el nivel operativo. Por el contrario, en Francia y Alemania, las confraternidades de constructores libres, acusadas de fomentar des-órdenes sociales y religiosos, se ven obligadas a limitar su propia actividad a las obras de beneficencia. Esto explica la razón por la cual solamente en Gran Bretaña subsisten las condiciones para el nacimiento de la Masonería moderna.<br />
El nacimiento de la Masonería especulativa trae consigo el peligro de desvirtuar la auténtica tradición transmitida durante siglos en las Logias de los francmasones. En efecto, si por una parte, la apertura del Templo a los "aceptados" y a sus ideas culturales, religiosas, políticas y sociales presenta la indudable ventaja de universalizar un terreno hasta entonces limitado a las necesidades de los maestros trabajadores, por otra entraña el riesgo de provocar conflictos entre los partidarios de las diversas tendencias. Y así se va abriendo camino la idea de crear un organismo masónico supremo, con el cometido principal de juzgar la regularidad de las Logias. El 24 de junio de 1717, el día de San Juan, cuatro Logias de Londres, El Ganso y la Parrilla (The Goose and Gridiron), La Corona (The Crown), El Manzano (The Apple Tree) y La Copa y la Uva (The Rummer and Grapes), deciden organizarse en una Gran Logia. Pocos años más tarde, sobre la base de estos simples orígenes, se desarrolla un movimiento ideal que se difunde por todo el mundo. Sigamos las fases iniciales de dicha difusión en Europa y en los Estados Unidos, destacando casos particularmente significativos y sin ninguna pretensión de un estudio sistemático.<br />
En Europa, un puesto de primer plano corresponde a Gran Bretaña. En 1717 no todas las Logias se adhieren a la nueva Gran Logia de Londres. Muchos masones siguen todavía vin-culados a la tradición operativa, y, con respecto al Cristianismo hasta entonces compartido por todas las Logias, consideran como una innovación revolucionaria la asunción del deísmo como fundamento de una religión natural con la que todos los hombres estén de acuerdo. Por consiguiente, la invitación a la tolerancia, se interpreta como un renegar de los principios masónicos más elevados. Por otra parte, las Logias de las provincias no están dispuestas a renunciar a su propia autonomía. Así, la Logia de York se convierte en punto de referencia de toda la oposición a la Gran Logia y, en 1725, toma el nombre de Gran Logia de Toda Inglaterra (Grand Lodge of All England). Se va a crear así una fractura en la Masonería inglesa: por una parte, existe la Gran Logia de Londres, que agrupa a los masones denominados Moderns, mientras que, por otra, se constituye la Gran Logia de los Masones Libres y Aceptados Según las Viejas Instituciones (The Grand Lodge of the Free and Accep-ted Masons According to the Old Institutions), cuyos miembros se denominan Antients. A pesar de las inevitables polémicas, el prestigio de la Masonería inglesa crece en tal medida que miembros de todos los grupos sociales aspiran a ingresar en la misma. Miembros de la familia real reciben la iniciación, asumiendo puestos de gran prestigio dentro de las dos Grandes Logias. Aunque los conflictos van atenuándose, habrá que esperar hasta 1813 para asistir a la reconciliación de las dos Grandes Logias, que, en base a un acuerdo denominado Acta de Unión (Articles of Union), dan origen a la Gran Logia Unida de los Antiguos Masones Libres de Inglaterra (United Grand Lodge of Ancient Freemasons of England). Los motivos que habían provocado la fractura entre los masones ingleses van siendo eliminados o atenuados sabiamente. Por ejemplo, la religión deísta de Anderson se sustituye por una forma de teísmo personal. Además, si bien por una parte se conserva el espíritu de la tradición, por otra, como elemento innovador, se acepta el principio de la tolerancia, impuesto por las nuevas exigencias liberales de la sociedad inglesa en base a las cuales el dios de los masones ya no es únicamente el cristiano. A 1a Gran Logia Unida de Inglaterra se le reconoce el título de Gran Logia Madre del Mundo.<br />
En Francia, la Masonería sigue itinerarios que, en ciertos aspectos, presentan características sumamente particulares. Se reivindican, ante todo, sus orígenes modernos: en 1777, el Gran Oriente de Francia admite explícitamente que la constitución de la Logia vinculada al regi-miento de la Guardia Real Irlandesa se remonta al año 1688, año en el que la Masonería hace su aparición en Francia con la llegada de los Estuardo y de sus regimientos escoceses e irlandeses. Por lo tanto, la Masonería nace en Francia incluso antes de la creación en 1717 de la Gran Logia de Londres.<br />
La Masonería se difunde en Francia rápidamente, ya sea porque en este país se encuentra un modo para superar las dificultades para la admisión de las mujeres en las Logias (son mu-chas y de alto nivel social las mujeres que, durante este período, desempeñan un papel de primer orden en la afirmación de las ideas masónicas), o bien por la no aplicación de las bulas de excomunión papales (en efecto, el Parlamento, que habría debido ratificarlas, no lo hizo nunca).<br />
En 1738, una asamblea de todas las Logias "inglesas" y "escocesas" crea La Grande Loge de France, y nombra Gran Maestre a Louis de Pardoillan de Gondrin, duque de Antin. A su muerte, surgen celos y conflictos que comprometen la estabilidad de la Masonería. Para remediar este estado de cosas, se constituye en 1773 Le Grand Orient de France, que impone estatutos formales y regula las relaciones entre las Logias. Sin embargo, no todos los masones aceptan las decisiones del nuevo Gran Oriente, y se mantienen fieles a la Grande Loge de France. Ambas obediencias subsisten hasta la Revolución.<br />
El Gran Oriente confiere a la Masonería francesa un fundamento inspirado en la libertad y la igualdad. Nace la Logia Les Neuf Soeurs, que se convierte en punto de encuentro de los espíritus más iluminados de la época: Montesquieu, Diderot, Helvetius, Lalande, Condorcet, Lacépéde, el marqués de La Fayette, d' Alembert, André Chénier, y tantos otros nombres ilustres como el abate Sieyes, Camille Desmoulins, Danton, se encuentran entre sus columnas. Pero también otras Logias acogen nombres importantes, como Mirabeau, Beauharnais, Beaumarchais, Joseph de Maistre, el barón Holbach, Massena, Talleyrand, para no citar sino a los más destacados. A la edad de 84 años, en presencia de 250 ilustres Hermanos, Voltaire recibe la iniciación en la Logia Les Neuf Soeurs.<br />
La Masonería se convierte en Francia en la más alta expresión de los movimientos ideales y culturales del siglo XVIII, difundiéndose entre los más autorizados exponentes de la bur-guesía, el clero, la nobleza, la justicia, el ejército y la cultura.<br />
En 1789, el estallido de la Revolución marca los diferentes destinos de los masones france-ses: algunos de ellos, como Talleyrand, La Fayette, Danton, Sieyes, Charnfort, Condorcet y Marat se encuentran entre los protagonistas, mientras que otros, como Calonne, Montmorency, resisten o emigran. El patíbulo no hará distinción alguna entre realistas y revolucio-narios.<br />
Entre las vicisitudes que caracterizan el desarrollo de la Masonería en Francia, merece particular atención la supresión en 1877 de la fórmula del Gran Arquitecto del Universo, con el fin de afirmar, de la manera más clara posible, el principio de la libertad de conciencia. De este modo, la Masonería francesa se substrae al compromiso de pronunciarse sobre la naturaleza del Gran Arquitecto del Universo. Esta decisión está destinada a provocar profundas diferencias con las otras Obediencias del mundo. Inmediatamente la Masonería inglesa rompe sus relaciones con el Gran Oriente de Francia, no sólo porque considera que la abolición de la fórmula del Gran Arquitecto del Universo puede dar entrada en las Logias al ateísmo y al materialismo, sino también (y sobre todo) porque ello significa una ruptura con los usos y costumbres de la Masonería antigua y moderna, caracterizados desde siempre por la referencia al Gran Arquitecto del Universo.<br />
También en Alemania las primeras Logias modernas son de origen inglés. La primera Logia alemana se funda en el año 1737, en Hamburgo, y toma el nombre, algunos años más tarde, de Absalon. A esta Logia le corresponde el honor de iniciar, el 14 de agosto de 1738, al príncipe heredero de Prusia, el futuro Federico II, que tanto trabajó por el prestigio de la Masonería en Europa. Al fraccionamiento de los Estados alemanes en el siglo XVIII, co-rresponde una miríada de Grandes Logias. Por ello, la historia de la Masonería alemana se identifica con la historia de esas Grandes Logias, que hoy son las siguientes:<br />
La Gran Logia Real de los Tres Globos; La Gran Logia de los Libres Masones de Alema-nia; La Gran Logia de Prusia; La Gran Logia de Hamburgo; La Gran Logia "El Sol"; La Gran Logia Madre de la Unión Masónica Ecléctica; La Gran Logia Masónica "de la Concordia"; La Gran Logia Nacional de Sajonia; La Gran Logia de la Cadena Fraterna Ale-mana; La Unión Masónica "del Sol Levante"; La Gran Logia Simbólica de Alemania.<br />
Pese a la proliferación de Grandes Logias, la Masonería alemana ofrece algunos caracteres típicos. El espíritu romántico y el interés por lo trascendental, que desde siempre la cultura alemana ha expresado, encuentran un terreno fértil en la tradición iniciática y esotérica de la Masonería. El Templo se convierte en punto de encuentro de cultivadores de alquimia, magia, hermetismo, teúrgia, cábala. Tampoco faltan formas de misticismo. El pensamiento vuela hacia lo inefable y el misterio. Las reacciones ante la Ilustración francesa e inglesa llevan a una reconsideración de los aspectos más esotéricos del hombre, en una perspectiva universalista y cosmopolita. La Masonería alemana aspira a una filosofía propia, como ates-tiguan las obras de sus más ilustres hijos; G.E. Lessing, C. Wieland, H. Herder, 1. Van Go-ethe, J. G. Fiehte, L. Wemer, W.A. Mozart y F. Haydn.<br />
Al considerar la evolución de la Masonería alemana, es importante mencionar el movimiento de los Iluminados de Baviera, que se presenta como una asociación de asistencia mutua con fines de educación social y científica. Aunque los Iluminados no tienen nada que ver con la Masonería, se infiltran en las Logias y se apropian del trabajo iniciático de las mis-mas, provocando gran confusión y turbación. Los Iluminados, y con ellos los Masones, son acusados de conspirar contra el Estado y la Iglesia, iniciándose la persecución. En 1784 el Duque Elector de Baviera promulga un decreto contra todas las confraternidades instituidas sin concesión soberana. El movimiento de los Iluminados, seriamente golpeado por éste y por otras ordenanzas se encamina rápidamente hacia la extinción. Desaparece definitiva-mente al inicio de la Revolución francesa.<br />
También en Italia, la primera Logia la fundan masones ingleses, en Florencia y hacia el año 1730. Sucesivamente, la Masonería se difunde por toda la península: Roma, Nápoles, Pa-dua, Venecia, Módena, Livorno, Lucca, por no mencionar sino las ciudades más importan-tes. Los inicios y primeros desarrollos de la Masonería en Italia no encuentran particulares dificultades. Al contrario, en Italia la Masonería se sitúa en el marco de una tradición iniciática que ha mantenido su vitalidad en los siglos precedentes, y a la cual ofrece importantes aportaciones. El primer trauma se produce en 1738, con la excomunión promulgada por el papa Clemente XII. El pontífice acusa a los masones de conspirar contra la religión, y prohíbe a los católicos el acceso a las Logias masónicas. Se inicia así el primer acto de un drama que también se desarrollará en los siglos sucesivos, y que comprometerá gravemente las relaciones entre la Masonería y la Iglesia Católica.<br />
Hacia finales del siglo XVIII, el panorama masónico italiano aparece bastante diversificado: existen talleres vinculados a la Gran Logia de Londres, otros al Gran Oriente de Holanda y a la Logia Madre Escocesa de Marsella, mientras que otros están influenciados por la Maso-nería alemana y por los Iluminados de Baviera.<br />
En el siglo XVIII, la Masonería se difunde rápidamente en Europa Central y en los Balca-nes, en Suiza, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo, Suecia, Dinamarca, Noruega, Islandia, Rusia, Polonia, Finlandia, España y Portugal.<br />
En las colonias inglesas de América existe desde 1730 un Gran Maestro Provincial. La pri-mera Logia se constituye en Filadelfia en el año 1731, Y en ella recibe la iniciación Ben-jamín Franklin, que más adelante llegará a ser Venerable de la misma. A Franklin se debe la primera edición impresa de las Constituciones de Anderson. El 4 de noviembre de 1752 en Virginia, en la Logia Frederickburg es iniciado George Washington. Se crean otras Logias en todas las colonias de América.<br />
Cuando se produce el estallido de la Revolución, la Masonería representa el único vínculo ideal que une a hombres procedentes de países diversos, con religiones diversas, y some-tidos a la obediencia de diferentes leyes y estatutos promulgados en las trece colonias. Esto permite comprender la razón por la cual, en la revuelta contra la Madre Patria, los Masones desempeñan un papel de protagonistas. La Francmasonería representa un ideal que permite superar las dificultades internas y que enciende la antorcha de la profunda e inevitable unidad nacional. En Boston, ciudad rica y abierta cultural mente, la Logia San Andrés se con-vierte en el centro de la rebelión. Los artífices de la Revolución por la libertad del pueblo americano son, en efecto, masones. Entre ellos, cabe recordar: G. Washington, B. Franklin, G. Otis, S. Adams, A. Hamilton, P. Henry, J. Marshall, J. Madison, E. Allen, el barón alemán Steuben, La Fayette y tantos otros. Cincuenta de los cincuenta y seis firmantes de la Declaración de Independencia son masones. Sin embargo, no todos los masones están con Washington: muchos afiliados a las llamadas Logias modernas toman partido por Inglaterra.<br />
La Revolución americana se beneficia de la aportación, ideal y material, de algunas impor-tantes personalidades europeas, como, por ejemplo, La Fayette, exportados a Europa, y sobre todo a Francia. Franklin, ministro plenipotenciario de los Estados Unidos de Améri-ca del Norte en París, es en esta ciudad nombrada Venerable de la famosa Logia "Las Nueve Hermanas" y, en ese marco, da a conocer los elevados ideales de humanidad que los Her-manos americanos han alcanzado a través de la Revolución.<br />
La Masonería se difunde rápidamente en América Central (México, Guatemala, Honduras, El Salvador, Haití, República Dominicana, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Cuba, Jamaica y Puerto Rico) y en América del Sur (Colombia, Argentina, Brasil, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Perú, Paraguay, Uruguay, Chile).<br />
La Masonería también se propaga en Asia y Oceanía, en África, en Australia y en Nueva Zelanda. Hacia mediados del siglo XVIII, todo el mundo ha recibido la luz masónica.

El término “Masonería” o “Francmasonería” es de origen francés, y se deriva de “Mas-zum”, “Massounemestre”. Llevado a Inglaterra por los normandos, se transforma en este país en “Freemason”. El término “Mason” sin el prefijo “Free” ya aparece en 1292 en un documento relativo a la construcción de una capilla en el palacio de Westminster. La expresión “Francmasonería” aparece por primera vez en 1375, en una anotación referente a una reunión de representantes de corporaciones ciudadanas en Londres. La misma expresión se encuentra en el año 1396 en una lista de trabajadores dedicados a la construcción de la catedral de Exeter. Son muchas las interpretaciones del término “Francmasonería” (Freemasonry), lo que demuestra que todavía subsisten dudas en cuanto a su significado original.
Por lo que se refiere a los orígenes de la Masonería, es necesario establecer una distinción entre leyenda e historia. Sobre los orígenes legendarios o míticos se habla ya en las Consti-tuciones de Anderson de 1723, donde se afirma que la Masonería tiene su inicio en Adán, creado a imagen y semejanza del Gran Arquitecto del Universo. Adán enseñó la Albañilería a sus hijos. Caín construyó una ciudad que dedicó a Enoc, su primer hijo. Noé, noveno des-cendiente de Seth, construyó el Arca siguiendo las reglas de la Albañilería. Después del Diluvio, Noé y sus tres hijos trasmitieron a sus descendientes las tradiciones y las Artes de la Albañilería. Tal Arte se difundió a través de Grecia y Sicilia, para alcanzar después su punto culminante con el Imperio Romano. En Bretaña, después de los romanos, se perdió todo el conocimiento del Arte. Es mérito de Carlos Martel que Inglaterra, después de las invasiones sajonas, recuperara las tradiciones del Arte de la Albañilería. Anderson continúa así su “historia” de la Masonería hasta llegar a su propia época.
Estas leyendas deben interpretarse en su significado simbólico y esotérico, y expresan la convicción de que la Masonería ha existido desde los mismos orígenes del hombre, puesto que refleja una profunda exigencia del ánimo humano. La Masonería nace con el hombre y con él evoluciona. Así como es innato en el hombre el sentido de la religiosidad y la sa-cralidad, así es innato el sentido de la universalidad ética masónica. La Masonería representa, por lo tanto, una particular acentuación de una dimensión insuprimible del hombre: la dimensión ética, orientada por la transcendencia, que se expresa según modalidades iniciáticas.
Para caracterizar los orígenes modernos de la Masonería es oportuno explicitar el paso de la Masonería operativa a la Masonería especulativa. Conviene observar, a este respecto, que la Masonería nunca ha sido puramente operativa, es decir, dedicada única y exclusivamente a la construcción material de los Templos. En cambio, también ha perseguido siempre fines especulativos, sobre la base de principios religiosos compartidos. La pregunta que se plantea es la siguiente: ¿de qué manera y por qué razón se produjo la transformación de la Masonería artesanal y operativa en Masonería espiritual y especulativa, que, siempre conservando la antigua tradición simbólica, se convirtió en expresión de una actividad universal para la construcción de un Templo ideal? Una primera causa de esta transformación tiene su origen en el declive del fundamento operativo: ya en los siglos XV y XVI las corporaciones de albañiles, dedicados principalmente a la construcción de catedrales, entran en crisis y se disuelven a partir de la mitad del siglo XVI. Una segunda causa, relacionada con la primera, es la presencia, en las corporaciones, de los llamados miembros “aceptados”. La costumbre de admitir miembros “aceptados” es antiquísima: las corporaciones siempre aceptaron a eclesiásticos y miembros de la nobleza, expresión de poderes diferentes pero fundamentales para la existencia de las propias corporaciones. Pero, al acentuarse la crisis del fundamento operativo, el número de los “aceptados” aumentó de tal manera que pronto superó amplia-mente al de los trabajadores. De esta forma, la actividad operativa pasó a un segundo plano, al tiempo que la actividad simbólica para la construcción de un Templo espiritual e invisible llegó a convertirse en el objetivo principal de la “nueva” Masonería.
La transformación del carácter operativo en especulativo se produce primeramente en las Logias inglesas, puesto que en aquella época solamente en Inglaterra existe una Masonería tradicional todavía viva, aunque en decadencia en el nivel operativo. Por el contrario, en Francia y Alemania, las confraternidades de constructores libres, acusadas de fomentar des-órdenes sociales y religiosos, se ven obligadas a limitar su propia actividad a las obras de beneficencia. Esto explica la razón por la cual solamente en Gran Bretaña subsisten las condiciones para el nacimiento de la Masonería moderna.
El nacimiento de la Masonería especulativa trae consigo el peligro de desvirtuar la auténtica tradición transmitida durante siglos en las Logias de los francmasones. En efecto, si por una parte, la apertura del Templo a los “aceptados” y a sus ideas culturales, religiosas, políticas y sociales presenta la indudable ventaja de universalizar un terreno hasta entonces limitado a las necesidades de los maestros trabajadores, por otra entraña el riesgo de provocar conflictos entre los partidarios de las diversas tendencias. Y así se va abriendo camino la idea de crear un organismo masónico supremo, con el cometido principal de juzgar la regularidad de las Logias. El 24 de junio de 1717, el día de San Juan, cuatro Logias de Londres, El Ganso y la Parrilla (The Goose and Gridiron), La Corona (The Crown), El Manzano (The Apple Tree) y La Copa y la Uva (The Rummer and Grapes), deciden organizarse en una Gran Logia. Pocos años más tarde, sobre la base de estos simples orígenes, se desarrolla un movimiento ideal que se difunde por todo el mundo. Sigamos las fases iniciales de dicha difusión en Europa y en los Estados Unidos, destacando casos particularmente significativos y sin ninguna pretensión de un estudio sistemático.
En Europa, un puesto de primer plano corresponde a Gran Bretaña. En 1717 no todas las Logias se adhieren a la nueva Gran Logia de Londres. Muchos masones siguen todavía vinculados a la tradición operativa, y, con respecto al Cristianismo hasta entonces compartido por todas las Logias, consideran como una innovación revolucionaria la asunción del deísmo como fundamento de una religión natural con la que todos los hombres estén de acuerdo. Por consiguiente, la invitación a la tolerancia, se interpreta como un renegar de los principios masónicos más elevados. Por otra parte, las Logias de las provincias no están dispuestas a renunciar a su propia autonomía. Así, la Logia de York se convierte en punto de referencia de toda la oposición a la Gran Logia y, en 1725, toma el nombre de Gran Logia de Toda Inglaterra (Grand Lodge of All England). Se va a crear así una fractura en la Masonería inglesa: por una parte, existe la Gran Logia de Londres, que agrupa a los masones denominados Moderns, mientras que, por otra, se constituye la Gran Logia de los Masones Libres y Aceptados Según las Viejas Instituciones (The Grand Lodge of the Free and Accep-ted Masons According to the Old Institutions), cuyos miembros se denominan Antients. A pesar de las inevitables polémicas, el prestigio de la Masonería inglesa crece en tal medida que miembros de todos los grupos sociales aspiran a ingresar en la misma. Miembros de la familia real reciben la iniciación, asumiendo puestos de gran prestigio dentro de las dos Grandes Logias. Aunque los conflictos van atenuándose, habrá que esperar hasta 1813 para asistir a la reconciliación de las dos Grandes Logias, que, en base a un acuerdo denominado Acta de Unión (Articles of Union), dan origen a la Gran Logia Unida de los Antiguos Masones Libres de Inglaterra (United Grand Lodge of Ancient Freemasons of England). Los motivos que habían provocado la fractura entre los masones ingleses van siendo eliminados o atenuados sabiamente. Por ejemplo, la religión deísta de Anderson se sustituye por una forma de teísmo personal. Además, si bien por una parte se conserva el espíritu de la tradición, por otra, como elemento innovador, se acepta el principio de la tolerancia, impuesto por las nuevas exigencias liberales de la sociedad inglesa en base a las cuales el dios de los masones ya no es únicamente el cristiano. A 1a Gran Logia Unida de Inglaterra se le reconoce el título de Gran Logia Madre del Mundo.
En Francia, la Masonería sigue itinerarios que, en ciertos aspectos, presentan características sumamente particulares. Se reivindican, ante todo, sus orígenes modernos: en 1777, el Gran Oriente de Francia admite explícitamente que la constitución de la Logia vinculada al regimiento de la Guardia Real Irlandesa se remonta al año 1688, año en el que la Masonería hace su aparición en Francia con la llegada de los Estuardo y de sus regimientos escoceses e irlandeses. Por lo tanto, la Masonería nace en Francia incluso antes de la creación en 1717 de la Gran Logia de Londres.
La Masonería se difunde en Francia rápidamente, ya sea porque en este país se encuentra un modo para superar las dificultades para la admisión de las mujeres en las Logias (son mu-chas y de alto nivel social las mujeres que, durante este período, desempeñan un papel de primer orden en la afirmación de las ideas masónicas), o bien por la no aplicación de las bulas de excomunión papales (en efecto, el Parlamento, que habría debido ratificarlas, no lo hizo nunca).
En 1738, una asamblea de todas las Logias “inglesas” y “escocesas” crea La Grande Loge de France, y nombra Gran Maestre a Louis de Pardoillan de Gondrin, duque de Antin. A su muerte, surgen celos y conflictos que comprometen la estabilidad de la Masonería. Para remediar este estado de cosas, se constituye en 1773 Le Grand Orient de France, que impone estatutos formales y regula las relaciones entre las Logias. Sin embargo, no todos los masones aceptan las decisiones del nuevo Gran Oriente, y se mantienen fieles a la Grande Loge de France. Ambas obediencias subsisten hasta la Revolución.
El Gran Oriente confiere a la Masonería francesa un fundamento inspirado en la libertad y la igualdad. Nace la Logia Les Neuf Soeurs, que se convierte en punto de encuentro de los espíritus más iluminados de la época: Montesquieu, Diderot, Helvetius, Lalande, Condorcet, Lacépéde, el marqués de La Fayette, d’ Alembert, André Chénier, y tantos otros nombres ilustres como el abate Sieyes, Camille Desmoulins, Danton, se encuentran entre sus columnas. Pero también otras Logias acogen nombres importantes, como Mirabeau, Beauharnais, Beaumarchais, Joseph de Maistre, el barón Holbach, Massena, Talleyrand, para no citar sino a los más destacados. A la edad de 84 años, en presencia de 250 ilustres Hermanos, Voltaire recibe la iniciación en la Logia Les Neuf Soeurs.
La Masonería se convierte en Francia en la más alta expresión de los movimientos ideales y culturales del siglo XVIII, difundiéndose entre los más autorizados exponentes de la bur-guesía, el clero, la nobleza, la justicia, el ejército y la cultura.
En 1789, el estallido de la Revolución marca los diferentes destinos de los masones france-ses: algunos de ellos, como Talleyrand, La Fayette, Danton, Sieyes, Charnfort, Condorcet y Marat se encuentran entre los protagonistas, mientras que otros, como Calonne, Montmorency, resisten o emigran. El patíbulo no hará distinción alguna entre realistas y revolucio-narios.
Entre las vicisitudes que caracterizan el desarrollo de la Masonería en Francia, merece particular atención la supresión en 1877 de la fórmula del Gran Arquitecto del Universo, con el fin de afirmar, de la manera más clara posible, el principio de la libertad de conciencia. De este modo, la Masonería francesa se substrae al compromiso de pronunciarse sobre la naturaleza del Gran Arquitecto del Universo. Esta decisión está destinada a provocar profundas diferencias con las otras Obediencias del mundo. Inmediatamente la Masonería inglesa rompe sus relaciones con el Gran Oriente de Francia, no sólo porque considera que la abolición de la fórmula del Gran Arquitecto del Universo puede dar entrada en las Logias al ateísmo y al materialismo, sino también (y sobre todo) porque ello significa una ruptura con los usos y costumbres de la Masonería antigua y moderna, caracterizados desde siempre por la referencia al Gran Arquitecto del Universo.
También en Alemania las primeras Logias modernas son de origen inglés. La primera Logia alemana se funda en el año 1737, en Hamburgo, y toma el nombre, algunos años más tarde, de Absalon. A esta Logia le corresponde el honor de iniciar, el 14 de agosto de 1738, al príncipe heredero de Prusia, el futuro Federico II, que tanto trabajó por el prestigio de la Masonería en Europa. Al fraccionamiento de los Estados alemanes en el siglo XVIII, co-rresponde una miríada de Grandes Logias. Por ello, la historia de la Masonería alemana se identifica con la historia de esas Grandes Logias, que hoy son las siguientes:
La Gran Logia Real de los Tres Globos; La Gran Logia de los Libres Masones de Alemania; La Gran Logia de Prusia; La Gran Logia de Hamburgo; La Gran Logia “El Sol”; La Gran Logia Madre de la Unión Masónica Ecléctica; La Gran Logia Masónica “de la Concordia”; La Gran Logia Nacional de Sajonia; La Gran Logia de la Cadena Fraterna Ale-mana; La Unión Masónica “del Sol Levante”; La Gran Logia Simbólica de Alemania.
Pese a la proliferación de Grandes Logias, la Masonería alemana ofrece algunos caracteres típicos. El espíritu romántico y el interés por lo trascendental, que desde siempre la cultura alemana ha expresado, encuentran un terreno fértil en la tradición iniciática y esotérica de la Masonería. El Templo se convierte en punto de encuentro de cultivadores de alquimia, magia, hermetismo, teúrgia, cábala. Tampoco faltan formas de misticismo. El pensamiento vuela hacia lo inefable y el misterio. Las reacciones ante la Ilustración francesa e inglesa llevan a una reconsideración de los aspectos más esotéricos del hombre, en una perspectiva universalista y cosmopolita. La Masonería alemana aspira a una filosofía propia, como ates-tiguan las obras de sus más ilustres hijos; G.E. Lessing, C. Wieland, H. Herder, 1. Van Go-ethe, J. G. Fiehte, L. Wemer, W.A. Mozart y F. Haydn.
Al considerar la evolución de la Masonería alemana, es importante mencionar el movimiento de los Iluminados de Baviera, que se presenta como una asociación de asistencia mutua con fines de educación social y científica. Aunque los Iluminados no tienen nada que ver con la Masonería, se infiltran en las Logias y se apropian del trabajo iniciático de las mis-mas, provocando gran confusión y turbación. Los Iluminados, y con ellos los Masones, son acusados de conspirar contra el Estado y la Iglesia, iniciándose la persecución. En 1784 el Duque Elector de Baviera promulga un decreto contra todas las confraternidades instituidas sin concesión soberana. El movimiento de los Iluminados, seriamente golpeado por éste y por otras ordenanzas se encamina rápidamente hacia la extinción. Desaparece definitiva-mente al inicio de la Revolución francesa.
También en Italia, la primera Logia la fundan masones ingleses, en Florencia y hacia el año 1730. Sucesivamente, la Masonería se difunde por toda la península: Roma, Nápoles, Pa-dua, Venecia, Módena, Livorno, Lucca, por no mencionar sino las ciudades más importan-tes. Los inicios y primeros desarrollos de la Masonería en Italia no encuentran particulares dificultades. Al contrario, en Italia la Masonería se sitúa en el marco de una tradición iniciática que ha mantenido su vitalidad en los siglos precedentes, y a la cual ofrece importantes aportaciones. El primer trauma se produce en 1738, con la excomunión promulgada por el papa Clemente XII. El pontífice acusa a los masones de conspirar contra la religión, y prohíbe a los católicos el acceso a las Logias masónicas. Se inicia así el primer acto de un drama que también se desarrollará en los siglos sucesivos, y que comprometerá gravemente las relaciones entre la Masonería y la Iglesia Católica.
Hacia finales del siglo XVIII, el panorama masónico italiano aparece bastante diversificado: existen talleres vinculados a la Gran Logia de Londres, otros al Gran Oriente de Holanda y a la Logia Madre Escocesa de Marsella, mientras que otros están influenciados por la Maso-nería alemana y por los Iluminados de Baviera.
En el siglo XVIII, la Masonería se difunde rápidamente en Europa Central y en los Balca-nes, en Suiza, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo, Suecia, Dinamarca, Noruega, Islandia, Rusia, Polonia, Finlandia, España y Portugal.
En las colonias inglesas de América existe desde 1730 un Gran Maestro Provincial. La pri-mera Logia se constituye en Filadelfia en el año 1731, Y en ella recibe la iniciación Ben-jamín Franklin, que más adelante llegará a ser Venerable de la misma. A Franklin se debe la primera edición impresa de las Constituciones de Anderson. El 4 de noviembre de 1752 en Virginia, en la Logia Frederickburg es iniciado George Washington. Se crean otras Logias en todas las colonias de América.
Cuando se produce el estallido de la Revolución, la Masonería representa el único vínculo ideal que une a hombres procedentes de países diversos, con religiones diversas, y some-tidos a la obediencia de diferentes leyes y estatutos promulgados en las trece colonias. Esto permite comprender la razón por la cual, en la revuelta contra la Madre Patria, los Masones desempeñan un papel de protagonistas. La Francmasonería representa un ideal que permite superar las dificultades internas y que enciende la antorcha de la profunda e inevitable unidad nacional. En Boston, ciudad rica y abierta cultural mente, la Logia San Andrés se con-vierte en el centro de la rebelión. Los artífices de la Revolución por la libertad del pueblo americano son, en efecto, masones. Entre ellos, cabe recordar: G. Washington, B. Franklin, G. Otis, S. Adams, A. Hamilton, P. Henry, J. Marshall, J. Madison, E. Allen, el barón alemán Steuben, La Fayette y tantos otros. Cincuenta de los cincuenta y seis firmantes de la Declaración de Independencia son masones. Sin embargo, no todos los masones están con Washington: muchos afiliados a las llamadas Logias modernas toman partido por Inglaterra.
La Revolución americana se beneficia de la aportación, ideal y material, de algunas impor-tantes personalidades europeas, como, por ejemplo, La Fayette, exportados a Europa, y sobre todo a Francia. Franklin, ministro plenipotenciario de los Estados Unidos de Améri-ca del Norte en París, es en esta ciudad nombrada Venerable de la famosa Logia “Las Nueve Hermanas” y, en ese marco, da a conocer los elevados ideales de humanidad que los Her-manos americanos han alcanzado a través de la Revolución.
La Masonería se difunde rápidamente en América Central (México, Guatemala, Honduras, El Salvador, Haití, República Dominicana, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Cuba, Jamaica y Puerto Rico) y en América del Sur (Colombia, Argentina, Brasil, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Perú, Paraguay, Uruguay, Chile).
La Masonería también se propaga en Asia y Oceanía, en África, en Australia y en Nueva Zelanda. Hacia mediados del siglo XVIII, todo el mundo ha recibido la luz masónica.

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Mario Rolleri

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