domingo, 5 de julio de 2009

EL MENSAJE DE LOS CABALLEROS DEL TEMPLE ( CHILLE )


Eulalia Teresa Solís Herrera
CHELLE.

Desde hace años en Chile, se han encontrado entierros. Algunos de ellos traídos por inmigrantes españoles y de otras nacionalidades europeas.
Los caballeros del Temple, nos han dejado los dos mejores cofres, porque están relacionados con la misteriosa historia del Santo Grial.
En Miyalí, existe una leyenda que se narra de generación en generación; ésta dice que aquella persona a la cual se le aparezca un arunco, (pájaro brillante y alado o sea un o.v.n.i.)¡Será muy afortunada!
En este lugar tranquilo, apacible y de gente cordial, viven la campesina Chelle y su familia.
Arreciaba el verano. En la antigua micro del sector, venía un pasajero de Milpilla, que al ver cinco colinas, se sorprendió –cinco colinas- pensó “está escrito en ese pergamino, que en un lugar dentro de las cinco colinas, debería estar la otra parte del papiro”.
-“¡Ya amigo!, Aquí Mayarí”- dijo el chofer.
De inmediato se dirigió a las casas del fundo, en la loma más alta. Iba con la certeza de que ahora descifraría el secreto del pergamino enviado por los antiguos caballeros templarios “al fin del mundo...”
Llegó Germán a una linda casa. Mirando desde allí hacia el valle, se veía el cruce del río y un gran bosque. ¡Le pareció un hermoso paisaje! Preguntó por el patrón. Se le dijo que andaba en la feria y que regresaría tarde. Si deseaba hablar con él, se le permitía esperarlo en el patio.
El patrón acompañado de su hija Chelle, llegó al anochecer, larga había sido la jornada de trabajo en la feria, pero estaban contentos con el éxito del viaje y el flete de animales vendidos.
Se necesita un buen cortador de trigo, porque pronto será la trilla con la máquina estacionada. Puede quedarse. Como ya está entrada la noche puede dormir en el galpón. –“¡Chelle!, Tráele algo de comer al forastero”- se asomaba la luna cuando la muchacha cruzó el huerto de granados, para llevarle comida al hambriento huésped. Ese primer encuentro se quedó grabado para siempre en la mente y en el corazón de la joven. -“Mucho gusto señorita, yo soy Germán para servirle”- dijo. Mientras pensaba –“¿Qué tiene esa mirada?- Es enigmática, ¡sí, eso es!”.
Bajo el inmenso calor del verano, cogía con esmero las gavillas, uniéndolas para formar un nuevo atado, una y otra vez, hasta llenar las lomas con cientos de ellos. Terminada la jornada, se daba unas buenas zambullidas en el mejor raudal del río. Luego se iba a la cumbre de una colina y leía “La Vida Impersonal” de Joseph S. Benner, hasta que llegaba el atardecer.
Estaba estrictamente prohibido a Chelle relacionarse con los cortadores, no era gente de confianza. –“Esta vez es distinto”- se dijo. –“Este hombre no es un extraño para mí. Conversaban al atardecer cuando el sol da su última caricia a la tierra.
-“Me fascinan los misterios”- dijo Chelle. Mi vida gira en torno a ellos, la realidad siempre me ha resultado sobrenatural, dicen que soy soñadora, que vivo en otro mundo, pero yo sé que hay otras posibilidades. Soy como una paloma enjaulada, las palomas deben alguna vez volar, es una necesidad y tarde o temprano esa urgencia se hace inevitable”-.
Era agradable para Chelle ir donde Germán, porque aunque estuviese ocupado, dejaba todo para charlar con ella. A la joven le encantaban las historias que él narraba: cuentos sobre la vida y sobre como usar los dones de Dios para el bien de los demás y como llevar la felicidad a la vida de los otros. El hombre le decía entre muchas otras afirmaciones: -“ La verdadera religión nace del corazón. Es una relación profunda con Dios, y debería llevar paz, alegría y amor a la gente, no temor, culpa y mezquindad”-
Chelle lo escuchaba atentamente, hechizada por la intensidad y la intuición de este hombre, que era tan suave y calmo.
Germán, después de varios días, se ganó la confianza de los patrones. De manera extraña, este cortador de trigo, demostraba ser un hombre de vasta cultura y nobles ideas.
Después que Germán almorzaba, ambos jugaban ajedrez, entonaban payas, baladas o estudiaban palabras mapuches. Germán le enseñó que Chelle significaba “gaviota pequeña” y Miyalí “resplandor de oro” en la lengua mapuche. ¡Era genial estar con aquel sapiente cortador de trigo!.
Caminaba agil y erguido por el ripio suelto. No se veía su rostro, cubierto por una vieja chupalla de pita. -¡Germán! ¡Germán!. Espéreme, necesito hablar con usted”. Se sentaron bajo un roble, cerca del manantial. – dígame señorita- le dijo él con respeto. Bueno, estuve pensando mucho si contarle o no esta historia que me da vueltas y vueltas en la cabeza, desde mucho antes que usted llegara. Se trata de... bueno, sabe,... me da mucha vergüenza, no se como empezar, para que usted me entienda y no crea que estoy loca. -¡Cómo se le ocurre una cosa así!- Jamás pensaría eso de usted.
Está bien Germán . Como puede ver aquí, en medio de los valles y cercados por estas montañas no es mucho lo que puedo hacer, quiero huir, siempre he deseado otra cosa. Conocer y relacionarme con gente distinta, conocer otras formas de sentir y pensar y como aquí no se puede tener esa libertad, yo la he buscado en los libros y allí se mencionan unos posibles entierros traídos por emigrantes españoles, pertenecientes a la Orden del Temple. Tal vez usted no sabe de que estoy hablando, pero...
¡Chelle!, yo soy más que un cortador de trigo, también conozco esas historias, si vine aquí es por...bueno, pero mejor siga usted, ya tendré tiempo de contarle mi historia.

_En fin, el asunto es que mi abuelo que en paz descanse me contó que estas colinas las compró con unas pepas de oro, que encontró en un entierro.
Me confesó haber visto una misteriosa oveja blanca, a la cual quiso echar a un cerco junto con las demás, pero ésta de manera incomprensible desapareció del lugar. Como lo decía la tradición, cuando sucedían estas cosas, era que allí había un entierro. Muerto de miedo se fue a la casa, pero no pudo dormir. A media noche, haciendo de tripas y corazón, volvió al lugar montado en su caballo. Al llegar se le apareció un “monito” que saltaba de un lugar a otro. Este ser tan extraño, asustó al caballo, que al encabritarse tiró a mi abuelo al suelo. Todavía en el suelo medio aturdido vió al arunco, ¡ una especie de luz brillante, con forma de plato de gran diámetro!, que pasó fugaz por el aire . No dudo más y decidió volver a la casa y regresar en la madrugada con una pala para empezar a excavar. Así lo hizo y ¡gran sorpresa, encontró un cofre, que además de una gran cantidad de oro, guardaba un pergamino, escrito en español antiguo, en el cual se pide al afortunado que encuentre el tesoro, guardar la mitad del contenido y donarlo al primogénito del hijo mayor...
-“Así lo hizo mi abuelo. Es por eso que este baúl me pertenece”-
Terminó de contar con voz melancólica Chelle.
Pensativo, Germán la miró fija y largamente. –“Nada es casualidad. Si estoy aquí y tú estas aquí es por algo y ese algo se acaba de revelar. Aunque se dice que no puedo hablar de “esto “ porque muero antes de un año, me urge hacerlo. Hace mucho tiempo encontré entre otras cosas, en uno de los “Cofres Mayores, traídos de un país europeo al nuestro, un papiro que está incompleto, y un pergamino, donde se le pide al afortunado que busque la mitad que le falta del papiro, el cual no es posible descifrar sin la otra parte. Está escrito en ese pergamino que en un lugar de las cinco colinas, debería estar la otra parte del papiro. ¡Dime Chelle!, ¿Sabes tú dónde está escondido el baúl?- Ese baúl está dentro de la cueva pasando el río, pero nunca me he atrevido a entrar, porque es un sitio estrecho y oscuro, además sola ... ¡nunca podría!.
Ambos, con ansiedad, se tomaron las manos y se sentían el corazón apretado. No fueron necesarias más palabras y se fueron, cada uno a su lugar del campo.
El Domingo, día libre de Germán. Después de almuerzo se encontraron nuevamente en el viejo roble. Caminaron hasta el bosque, pasaron la vadera del río y llegaron a una cascada; cruzaron el río empapados, pero jubilosos, entre copihueras, acacias y pinos hallaron la cueva. Se internaron, tiritando de frío y de miedo. Olía a humedad y faltaba el aire. El musgo los hacía resbalar. Llevaban una linterna, la que al prenderse, hacía ver insectos y bichos raros adheridos a las paredes de la pavorosa cueva. ¡Volvamos!!- dijo la pálida Chelle.
_”No, ya estamos a punto de llegar al fin de todo esto y ya no es hora de echarse para atrás-, dijo excitado, Germán.
Casi tapado completamente por el agua, Germán divisó algo de hierro, se acercó, lo tocó y se dio cuenta que estaba frente al tesoro más ansiado. No tenía candado, por lo que fue fácil empujarlo un poco más a la orilla y abrirlo. - ¡es bello!- dijeron los dos al unísono y se abrazaron. Había allí una inmensa cantidad de pepas de oro, piedras preciosas, una baraja de tarot muy antigua, varios blasones... Germán, con diligencia husmeaba el baúl hasta encontrar la otra mitad del papiro que buscaba. También encontraron una pintura; allí se distinguía una rosa, un unicornio blanco y un bello grial que daba a entender que era el Santo Grial, todo esto en medio de un fondo dorado.”
_¿Por qué buscas esa otra mitad del papiro Germán?, preguntó Chelle.
_”¡Este papiro completo es el motivo, por el cual he andado tantos caminos, querida amiga!! -, respondió el aventurero del galpón”. El hombre agradeció a Dios, luego besó las manos de la joven, la abrazó con frenesí y le dijo: “Chelle, el papiro completo da las claves precisas que comprueban la existencia del amor comprometido entre María Magdalena y el maestro Jesús, además relata la existencia de sus hijos y genealogías de éstos, ¡amiga tu formas parte de esa genealogía!. Además este papiro vaticina un reencuentro, que será la fuente de bendición, gozo y fertilidad, ¡emanará de la cámara nupcial y se expanderá para proteger la familia y la comunidad !”, y continuó: -Chelle, el hombre que siempre por eternidad has amado pronto te otorgará el status de compañera, con los mismos derechos que él”.
La muchacha estaba atónita. Lo único que tenía claro en ese momento, era que con el tesoro podría ayudar a mucha gente campesina que trabajaba de sol a sol y muchas veces no sabía los resultados de tantos sacrificios. Durante mucho tiempo había alimentado aquella idea en sus ensueños.
Pasaron los días, Germán como si nada, seguía siendo el mismo cortador de trigo, sencillo, trabajador y de buen humor como siempre.
El término de la trilla, con máquina estacionada, se celebró con mucha alegría; cuecas, payas y cantos tradicionales animaban la fiesta.
Al otro día la joven Chelle estaba triste, llegaba el momento de la despedida entre ella y su amigo Germán. Él antes de irse, le asegura diciéndole: -“no te preocupes por tu pergamino, éste por el que tantos hombres han sido muertos y heridos a través de la historia; te lo devolveré pronto. Lo llevo porque es necesario que lo estudie un arqueólogo para investigar cuestiones que no están del todo claras”-.
-“Yo confío en ti, amigo”-, contestó Chelle.
El leal y honesto Germán, se despidió de la preciada dama, su familia y de los lugareños. ¡ Todos ellos, jamás se olvidarían de aquel hombre tan especial!!
Chelle dispuso que con el oro se crearan grandes centros campesinos, en distintos sectores; que fueron como el “hogar de todos y el impulsador o “motor” de toda idea de progreso. Su labor fue de hacer más digna, hermosa y feliz la vida del campesino.
A los meses siguientes, en unos hermosos días de primavera, trabajaba Chelle como organizadora, en el primer centro campesino “De las cinco colinas”, que fundó ingeniosamente. En uno de esos días, Chelle cumplía 22 años, para ella fue ¡el regalo de su vida!!, la visita de un joven europeo que venía a prestar sus servicios a la institución beneficiaria.
¡Fue sorprendente el encuentro entre este hombre y Chelle, en aquel jardín de rosas del Centro Campesino. Ese joven esbelto, de cabellos rizados y de mirada infinita y transparente, vivía dentro de ella, para amarlo había nacido, se miraron y se enamoraron de manera muy profunda.
Joshua Quirin, además de prestar servicios al lugar, venía a devolverle el papiro a la enigmática “Gaviota Pequeña”. Ese que Gemán; el extraterrestre o ángel de Dios le envío a su amiga Chelle.

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