Fuego sagrado, copal y
tambores para dar la bienvenida al nuevo ciclo
maya
México DF.- El sur de México, Guatemala,
Honduras, Belice y Salvador acogen las ceremonias indígenas en las que se
celebrará el cambio de era
Todo está listo para el ritual del fuego
sagrado. 'Inlakech Alaken', 'yo soy tú y tú eres yo', reza el mensaje de
bienvenida que simboliza la sintonía
de la persona con lo que todo le rodea.
Con estas palabras, el sacerdote maya Tiburcio Kan May abrirá la ceremonia con
la que dará gracias "a Hunab Hu,
el creador, a los cuatro elementos y al
corazón del cielo y de la tierra, por estos 5.125 años de luz". El fuego sagrado
despedirá la era que se va y dará
la bienvenida a la nueva que comenzará con
los primeros rayos del sol del 21 de diciembre de 2012.
Kan May es un
hombre de 53 años que se gana la vida como artesano, pero también intenta
mantener vivas entre los jóvenes las costumbres de su pueblo. Él
y otros 12
sacerdotes presidirán la ceremonia junto al fuego y la ceiba en el parque
arqueológico de Xoclán, en Mérida, durante la noche más larga del
año (en el
hemisferio norte), unas 12 horas en las que cantarán, bailarán "y contaremos los
cuentos de nuestros antepasados para que llegue ese cambio
de conciencia y
todos amen a la Madre Tierra", adelanta a ELMUNDO.es.
Este ritual será
una de las muchas ceremonias llenas de copal, tambores, música o rezos que
tendrán lugar en el sur de México y también en Guatemala, Honduras,
Belice y
El Salvador, la región donde hoy viven seis millones de descendientes de esta
cultura prehispánica que, de repente, está en la mira del público
mundial
porque alguien quiso ver el fin del mundo en una fecha que para su calendario es
sólo un cambio de ciclo.
"Lo catastrófico es lo que hoy en día ya está
sucediendo disfrazado de guerras, de narcotráfico y muchas otras feas cosas",
explica Víctor Paz, descendiente
de este pueblo que trabaja como guía
turístico en Puerto Morelos, a pocos kilómetros de Cancún.
"Todo se
siente más como una energía. Yo vivo en la selva, conectado con la Madre Tierra
y hoy me voy a reunir con mi familia, igual que se hace en fiestas
como las
navidades que nos vienen de fuera. Lo único que vamos a hacer es intentar estar
en armonía. Entendemos que se va a producir una alineación planetaria,
aunque
yo no sé explicar más. Pero es una fecha muy importante, lo puedo sentir. Y si
sólo es un buen motivo para sembrar una semilla de conciencia y empezar
una
era de paz, por supuesto que vamos a quemar mucho copal para que nuestros
ancestros comulguen con nosotros y eso se cumpla", añade.
Tanto Paz como
Kan May lamentan que haya tanta desinformación y que en muchas comunidades se
conozcan más las falsas profecías del Apocalipsis que la historia
real. "Les
han inculcado lo que no es y a muchos no les importa su propia cultura", se
entristece el sacerdote.
Salir de la invisibilidad
¿Qué ganarán los
mayas de hoy con todo lo que se ha montado en torno a ellos? El Gobierno de
Yucatán, por ejemplo, asegura que todos los actos
de este
año ayudarán a impulsar el interés por esta cultura e impulsarán un
turismo ecológico y sostenible.
Nadie duda que una de las consecuencias
será la llegada de dinero a una zona donde los hoteles ya están al 95% de su
capacidad. Sin embargo, no todos coinciden
con que eso conlleve mejorar para
todos. Paz reconoce que a él sí le va a beneficiar, pero recuerda que, aunque
ahora hay más conciencia ecológica, se
ha hecho mucho daño al medioambiente
con la mala explotación turística de muchos lugares y, a veces, no se respetan
las tradiciones. "Hay gente que se
burla de nuestras celebraciones y también
muchos 'showman' que pretenden ser chamán y que engañan al turista que quiere
acercarse a nosotros. Las dos cosas
están mal. Debe haber respeto por ambos
lados".
Una de las integrantes de la ONG Indignación, un colectivo que
trabaja con comunidades indígenas en Yucatán, es más contundente. "Se está
tratando todo
como folclore y más que celebrar estamos en tiempos difíciles,
nuestros derechos son vulnerados y no se ve intención para mejorar las cosas",
afirma Silvia
Chalé, de 32 años e involucrada desde hace décadas en la
defensa del pueblo maya.
Chalé denuncia la extrema pobreza y la
desnutrición que existe en muchas comunidades de la península de Yucatán, el
"despojo de tierras", que sólo se enseñen
lenguas mayas en algunas zonas, que
no haya libre acceso a los centros ceremoniales -hoy ruinas arqueológicas en
muchos casos Patrimonio de la Humanidad-
o que no puedan elegir a sus propias
autoridades. También lamenta la desunión que existe entre los que "aceptan
migajas y quienes reclaman derechos".
"No hablo por todos los mayas, pero
sí hablo como maya", añade Chalé. "Se acaba un ciclo que han hecho muy visible
pero nosotros seguimos invisibles. La
clase política no entiende que su
tiempo se ha acabado y me gustaría que la gente que ha llegado aquí se marchara,
no sólo con todo lo que se está vendiendo,
sino que miren hacia los que
estamos abajo". 'Inlakech Alaken'.
(María Verza -- 20/12/2012 --
elmundo.es)
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