viernes, 14 de noviembre de 2014

LA ESCUADRA EN LA MASONERÍA

Foto de Katusha Leon.

Por Iván Herrera Michel

Aunque hoy la encontramos en diferentes modalidades y estilos (para dibujo lineal, como rapidógrafo, como instrumento de medición, de metal o de plástico, en forma de triángulo rectángulo isósceles, para afirmar la unión en ángulo recto de dos piezas, Etc.), el símbolo de la escuadra, en tanto que útil Masónico, consta de dos reglas de madera unidas por un extremo formando un ángulo de noventa grados, y está documentado en la Masonería especulativa desde sus primeros textos.

En este sentido, suele encontrarse en forma de L, con un brazo más largo que el otro, en una proporción de 3 a 4 medidas, que era como lo usaban los Maestros constructores europeos en la edad media y el renacimiento. Y es en esta forma como la muestra la representación Masónica especulativa más antigua que se conoce que data del año 1725. En lo sucesivo también la encontraremos con ambos brazos iguales.

De cualquier modo, y al igual que el nivel y la plomada, la escuadra no es una herramienta de construcción, sino un instrumento para confirmar la verticalidad del trabajo adelantado con respecto a una base horizontalEl significado moral Masónico de la escuadra se parece mucho al de su simbolismo latino, que evocaba al mismo tiempo un modelo, un ejemplo y una regla a seguir. Es decir, que la alegoría de la escuadra contiene en sí misma un concepto intelectual y moral de legalidad y rectitud en el comportamiento equilibrado del Masón en el marco de un contexto constructivo aterrizado.

La escuadra es el símbolo del aire de probidad disciplinada del pensamiento y la acción sobre la realidad. Y quizás por esta razón, es que en la Masonería se le utiliza continuamente en los signos del Aprendiz, Compañero y Maestro, en la forma de colocar los pies, para desplazarse por el Taller, en la posición corporal, en la manera en que se evalúa el pulido de la Piedra Bruta, Etc.

Ella convida a adoptar una aptitud y un estilo de vida que construya una humanidad y una sociedad a partir de la realidad, así como un enfoque en nuestros pensamientos, palabras, actos y decisiones que multiplique un referente creativo, además de un mapa perceptual que sea tan respetable para el constructor como para el observador. Igualmente, robustece el hábito de instaurar una nueva identidad verificable en lo trascendente en la que al control del avance de la obra le anteceda la idea y el optimismo de su perfección y armonía.

Foto de Katusha Leon.

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