viernes, 31 de octubre de 2014

El Significado Esotérico de la Pascua
CARLOS NAPOLEON DEL CARPIO


Deseo aprovechar en esta oportunidad para hablarles acerca del esoterismo involucrado en la celebración de la Pascua, a fin de recordarles algunos principios elementales de esta tradición. Las referencias que hago sobre religiones y, particularmente, de la religión Cristiana, no deben ser consideradas en modo alguno comentarios parciales, sino que representan simples hechos pertenecientes a lo que los místicos llamamos “Tradición” en el más amplio sentido de la palabra.

Para empezar quiero citar un breve relato escrito hace algunos años por una niña de doce años de edad, por entonces miembro de una Organización Iniciática. En este mensaje deseo rendir tributo a todos los niños que han ingresado en el Sendero del Misticismo y por lo tanto en la búsqueda de la verdad. El contenido de este texto se refiere a La Primera Pascua del Mundo.

“La tierra despertaba lentamente de su letargo invernal. La oscuridad se iba disipando poco a poco. La nieve había desaparecido ya y los enormes bloques de hielo, que flotaban aún sobre las aguas, se derretían lentamente abasteciendo de agua fresca los ríos, los arroyos y las cataratas. El Sol calentaba de nuevo la tierra, de la cual se elevaba una bruma transparente.

¡Un estallido de fecundidad invadió el ambiente y todo empezó a transformarse! El cielo se tornó azul, el aire se sentía fresco y embriagador. Unos cuantos aguaceros más, unas cuantas ráfagas más de viento, ¡y ocurrió el milagro!

Una extraordinaria alborada se abrió como una rosa deslumbrante, centelleante y llena de colorido. Irrumpiendo en el aire tañer de campanas y trinos de aves, y las flores despidieron su delicado aroma. Todo retoñaba; todo florecía; todo tenía vida sobre la faz de la Tierra. Empezaba el equinoccio de Primavera que luego daría paso al Solsticio de Verano (Hemisferio Norte) y con el, un nuevo año; era la alborada de un nuevo ciclo. La savia henchía las ramas de los árboles; los brotes estallaban abriéndose bajo el suave calor de la luz del Sol. La tierra se vistió de verde y de flores de muchos colores.

Los animales salieron de sus refugios de invierno y buscaban a sus parejas; los más jóvenes retozaban y saltaban; y los polluelos se estaban incubando.

Era el triunfo del Sol, del Amor y de la primavera. ¡Era la primera Pascua del mundo!”

Desde tiempos inmemorables, los festivales del equinoccio de primavera han festejado el despertar de la Naturaleza y la aparición vivificadora de la luz y el calor del Sol. Esos festivales representan, de una manera simbólica, el ciclo evolutivo de la vida divina.

Para los israelitas, el “Cruce del Mar Rojo” forma la base de una de las celebraciones más importantes del año. La Pascua de los hebreos, que es observada el catorce del mes de Nisan (el primer mes del calendario eclesiástico Judío). Fue durante la celebración de la Pascua Judía, que los cristianos llaman “La Última Cena” o “La Cena del Señor”, cuando fue instituido uno de los grandes sacramentos de la iglesia: la Eucaristía.

La Fortificante Luz del Sol

Inspirada por el curso que sigue el Sol, la liturgia trata tanto del ciclo cristiano como del ciclo astronómico (equinoccio de primavera para el hemisferio Norte). Tras recibir la luz atenuada del invierno en Navidad, nos llega la vivificante luz en la Pascua Florida. Nacidos en el mundo terrenal en Navidad, cuatro meses más tarde atravesamos el misterioso umbral, liberándonos de las pasiones que impedían nuestra regeneración divina. Por lo menos, este podría ser el proceso de la regeneración.

La Biblia declara: “El alma del hombre está en su sangre” sin embargo, el hombre tiene que conquistar una vida más elevada: ¡la vida espiritual! Si no libera su alma, no podrá alcanzar esa vida. Así como el alquimista trata de trasmutar el plomo en oro puro, así también el místico tiene que liberar su alma de las impurezas que se adhieren a ella o lo que llamamos “La Alquimia Espiritual.”

La Vida Surge de la Muerte

El periodo pascual que cubre, además de la Semana Santa, el tiempo de la Cuaresma, el periodo de preparación, nos invita a percibir los signos de nuestra propia regeneración. Nuestro cuerpo físico muestra una ansiedad similar a la que siente el alma cuando desea evolucionar. El tiempo de Cuaresma es el periodo de purificación necesario y que todas las religiones han instituido a su propia manera. El hígado, el órgano que regula la circulación mediante un proceso llamado “función marcial”, experimenta entonces varios desórdenes que afectan todo el organismo. Es por eso que se nos aconseja comer ligeramente, lo cual es favorable para hacer un examen de conciencia y sentir el deseo de liberarnos. Se nos recomienda que después de comer productos de invierno, como frutas secas, comamos diente de león. Esta planta comestible crece sólo durante unas cuantas semanas, desde el final del invierno hasta que empieza la primavera, ayuda a renovar las células de la sangre y sus propiedades diuréticas son muy beneficiosas. Una vez que todo el ser está purificado, puede compartir el impulso vital que vibra en toda la Naturaleza.



Estudiemos ahora la costumbre de los huevos de Pascua, que parece ser demasiado ajena a la celebración religiosa que es muy antigua. La doctrina órfica alude al huevo en la revelación original, y su significado esotérico resulta tan primordial como el símbolo de la cruz. Tanto el símbolo del huevo como el de la cruz tuvieron su origen en el primer concepto religioso que tuvo la humanidad. En la religión órfica, el huevo representaba la fuente del Ser, el origen de la vida, el principio de la Humanidad y la Naturaleza.

Ese es el por qué este símbolo se encuentra en la iglesia primitiva. En las tumbas de antiguos cementerios cristianos se han descubierto huevos de mármol, similares a los huevos de gallina. Además, se ha observado que en dichas tumbas también había cascarones de huevo, probablemente restos de las fiestas en las que los huevos eran el platillo principal. San Agustín dijo que los huevos de mármol fueron símbolo de la resurrección del cuerpo. El misterio de la vida surgiendo de la muerte, de la muerte seguida por una vida nueva (Lin:. XX), fue también el dogma fundamental de la iniciación órfica. Y todo este misterio, que parecía oculto dentro del huevo, constituyó el punto principal y el cimiento de todos los cultos existentes. Pero, ¿en dónde se originó la idea de pintar los huevos?

“Los antiguos representaban de manera simbólica los “Huevos de los Misterios”, mitad blancos y mitad negros: blanco como el color de la vida: negro como el color de la muerte; así pues, simbolizaban los dos aspectos de la vida inseparablemente unidos, con lo cual se enseñaba que la vida dentro del organismo es el resultado de una fuerza que crea y luego destruye para crear de nuevo”.

Símbolos Tradicionales

En las religiones primitivas pertenecientes a la Época Prehistórica, todas las “diosas madre” tenían como símbolos y atributos al huevo y a las aves que viven en el agua. Todos conocemos bien la leyenda del cisne de Leda y la del ganso de Juno que salvó el Capitolio.

Muchos de los objetos utilizados para el culto, como ornamentos, floreros, jarrones, lámparas, etc. tenían forma de huevo, o estaban adornados con figuras de aves. El Cáliz Dorado en forma de huevo es la copa sacramental en la cual el iniciado bebe agua, símbolo de la vida vegetal, mezclada con vino, la bebida de Dionisio que simboliza a la fuerza generadora.

La vida está contenida durante corto tiempo dentro de una forma efímera. Es necesario que esta forma sea destruida, que el huevo se incube, para que el ser pueda renacer libre en una nueva existencia, de allí el significado simbólico de la combinación de los dos colores: blanco y negro.

Triunfo y Purificación

Pese a que el huevo está relacionado con las festividades de la Pascua, esta costumbre pertenece a una antigua doctrina pagana que fuera adoptada por la cristiandad: “No he venido a destruir la ley, sino a restaurarla”. Los perpetuos símbolos antiguos se mezclaron tan perfectamente con los nuevos ritos, que las antiguas creencias han trascendido. Los conceptos de “vida-muerte-renacimiento” implican fatalismo. En la Pasión vemos a Cristo obedeciendo la Ley antes de que El venciera finalmente a la muerte a través de su sublime sacrifico. Para muchos cristianos, este triunfo no significará mucho si persisten en concentrarse sólo en lo físico.

Algún día, nuestros restos mortales tendrán la misma suerte de los viejos ropajes que se vuelven inservibles. Sin embargo, sabemos que durante la vida, a medida que nuestro cuerpo se va deteriorando, nuestra alma atraviesa por una transformación opuesta; se purifica y se enriquece al adquirir nuevo conocimiento. Durante la juventud, nuestra alma disfruta de la vida física pero, a medida que el tiempo pasa, se va apartando poco a poco de ésta, y cada vez adquiere mayor capacidad para establecer contacto con el plano espiritual. Por lo tanto, el propósito de la iniciación es acelerar este proceso y acostumbrarnos, aquí y ahora, a la vida espiritual.

La Pascua se celebra el primer domingo después de la luna llena de Aries. Durante los primeros siglos, sólo los neófitos eran bautizados el Día de Pascua Florida, en tanto que a los catecúmenos se les bautizaba más tarde, el Domingo de Pentecostés.

Durante la Edad Media, en la Pascua, se echaban a vuelo todas las campanas y las iglesias eran iluminadas profusamente. Las casas eran rociadas con agua bendita y se bendecía al cordero antes de servirlo durante la cena. Los hebreos sacrificaban al primer cordero nacido en el rebaño y no era hervido, sino asado. El pan que se comía junto con el cordero pascual tenía que ser ázimo.

Regeneración y Resurrección

Aries es un signo de fuego. Para los hindúes el fuego es Agní, y es reverenciado tanto como un dios. Todos conocemos la importancia que tiene el fuego en la civilización. Desde fechas muy antiguas se tuvo la idea de que el fuego es una merced divina: es por eso que todos sentimos la imperiosa necesidad de aparecer puros ante el Fuego, y participamos en la fiesta de Pascua sólo después de habernos purificado mediante un sincero examen de consciencia, el cual complementa la purificación del cuerpo durante la Cuaresma.

En la iglesia, el cirio pascual representa la imagen de Cristo; la cera es Su cuerpo; la mecha, Su alma; y la llama, Su divinidad, El símbolo completo conmemora la unión de Su naturaleza divina y Su naturaleza humana. Encenderlo en Pascua simboliza Su resurrección. Más que una representación pictórica, esta imagen está viva.

Los primeros cristianos bendecían el fuego nuevo en la noche de Pascua, porque creían que el fin del Tiempo ocurrirá durante esa noche. El fuego nuevo de esta noche mística simboliza el Día Eterno. Cuando ya no tendremos que desear la luz Divina, pues ella nos estará alumbrando ya.

Sin duda alguna, los iniciados, en el grado místico conocerán el antiguo rito titulado “Pascua de las Rosas”. En tiempos antiguos, el domingo siguiente al Día de la Asunción, esto es después de haberse consumado la encarnación, el Papa leía en Roma una homilía o discurso, anunciando a la gente el advenimiento del Espíritu Santo. Mientras pronunciaba las palabras “Espíritu Santo”, caían rosas desde el cielo abierto de la Rotonda, ya que esta reunión se llevaba a cabo en el Panteón de Agripa. En todos los demás lugares, esta práctica se celebraba el domingo de Pentecostés.


Nuestros pensamientos positivos de amor y de luz se difundirán alrededor nuestros HH:., de nuestros seres queridos y sobre toda la faz de la Tierra. Para poder disfrutar plenamente de esta regeneración, primero debemos desechar de nuestra mente toda la negatividad que hemos ido acumulando durante los últimos meses. Nuestros pesares y penas deben desaparecer, porque los pensamientos negativos no se expandirán por el mundo, por lo menos, hasta que se haya transformado, porque este es nuestro deseo como místico y es el deseo de los Maestros.

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