René Guénon y la función primordial de la Orden del Temple
Publicado por JaCques el
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Mucho se ha escrito - y no hay duda que se seguirá escribiendo- en torno a la "Orden de los Pobres Caballeros de Cristo", más conocida como "Orden del Temple". Ello, a pesar de los siglos que nos separan de su creación, acaecida en 1118, sino unas décadas antes, como algunos postulan. Incluso - hecho poco común en la historia - pareciera que el tiempo fuera el mejor aliado del interés por los templarios: mientras más nos alejamos de los momentos fundacionales del Temple, todo lo que concierne a ellos se incrementa.
Sin embargo, creemos que si se quiere escribir o hablar de la "Orden del Temple", todo intento será vano sino sabemos cuál fue su función primordial (pues es ésta precisamente la que da sentido a las otras funciones posibles). Sólo así podrá develarse la simbología que emplearon, indagar en su historia, y entender sus aparentemente contradictorias relaciones con otras hermandades como los hashishin y los drusos. De otra forma, el símbolo será sólo signo; la historia templaria, una simple aventura guerrera; y las conexiones del Temple con el Islam una mera diplomacia.
A fin de penetrar en el verdadero objetivo de los templarios, la Sophia Perennis se presenta como la llave que abre la puerta del palacio cerrado del Rey, para usar una terminología alquímica; pues sólo con ella las incógnitas se despejan, desvaneciéndose las dudas y revelándose los significados profundos, íntimos, de nuestro objeto de estudio. Y dado que de sabiduría eterna hablamos, nos apoyaremos especialmente en la autoridad de René Guénon, quien es para nosotros uno de los testigos más lúcidos en plena Edad del Hierro, a la vez que gran difusor de la Tradición en el Occidente.
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Sin lugar a dudas, a un hombre moderno le llamará la atención ver un mapa donde Jerusalem se sitúa en pleno centro del mundo (1). Y, sin embargo, como se sabe, en la Edad Media se confeccionaron tales planos.
¿Por qué si estos mapas son europeos, Jerusalem ocupa el centro y no París o Roma, por ejemplo?, se preguntará extrañada dicha persona.
La respuesta ha de encontrarse en el teocentrismo en el cual vive toda comunidad tradicional, como fue la cristiana medieval. En efecto, para una sociedad religiosa, todo gira en torno a un principio supremo, por lo que su estructura necesariamente ha de ser piramidal. En la cúspide se encuentra el poder espiritual (detentado por la casta de los brahamanes o sacerdotes), de donde proviene una Luz que es Sabiduría y que cae hacia todas las esferas de la convivencia social, impregnándolas de manera distinta, pero real.
Un pueblo como el cristiano de la Edad Media, erige su vida conforme a la religión - entendida ésta en un sentido amplio -, la cual no debe verse únicamente como manifestación exotérica sino también como poseedora de una dimensión esotérica.
Y así, el papel de Jerusalem para el cristiano es fundamental, toda vez que gran parte de los hechos bíblicos ocurrieron en dicha ciudad, como es allí donde se encontraba el célebre Templo de Salomón, verdadero arquetipo de los santuarios. Pero la Jerusalem terrenal es además una reproducción del Paraíso o Jerusalem celestial, centro primordial y eje del mundo (axis mundi). Su simbolismo, comprensible por la ciencia tradicional de la geografía sagrada, dirá relación con el corazón, sede de la vida y del intelecto.
Jerusalem es así un lugar al cual el devoto cristiano debe ir; es un viaje a la excelencia divina. En tanto centro espiritual (2) del mundo cristiano, es fuente de sabiduría y espiritualidad. Ello motivó que peregrinos europeos, especialmente, fueran a ella en búsqueda de la Paz, y realizaran un arduo viaje, que no sólo es físico, sino a la vez interior, pues es recogimiento y entrega.
Esta Tierra Santa, que durante el lapso de un siglo aproximadamente permaneció en poder cristiano, tuvo en los caballeros-monjes templarios a algunos de sus célebres custodios.
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Una cuestión fundamental para entender la misión de los templarios dice relación con el concepto "custodios de Tierra Santa".
Tal calificativo no era exclusivo de esta orden cristiana. Era compartido por hashishin (3) y drusos, dos corrientes doctrinales musulmanes que han sido acusadas, con pocas probabilidades, de heréticas; acusación que también será lanzada contra los templarios. Incluso los grados iniciáticos de dichas órdenes eran similares.
René Guénon acertadamente ha señalado que este término se vincula con una función que debe entenderse en un sentido espiritual ante todo. Y así, no implica exclusivamente, como muchos han creído, la defensa de una geografía determinada (Jerusalem y los territorios cercanos), por valiosa que pudiera ser. Es antes que cualquiera cosa el resguardo de la tradición misma. Lo que protegieron los templarios es la riqueza de la doctrina cristiana, entendida como un abanico de posibilidades dentro de cierto marco espiritual definido.
Por ello, no es casual que sean los franciscanos (4) a quienes después de la caída del Temple se les entregue este título de "custodios de Tierra Santa". De esta manera, la continuidad de un mensaje se hace efectiva, no obstante la obvia pérdida de algunos elementos doctrinales y formales, que desaparecen en su mayoría con la misma Orden del Temple.
Tierra Santa, Tierra Pura, Tierra de Inmortalidad, son conceptos usuales para referirse a lugares dotados de cierta cualificación que les concede un papel privilegiado (5). Dicen relación con el "centro del mundo", espacio donde habita por excelencia el espíritu divino. Es el eje del mundo (axis mundi) para una forma tradicional determinada. En este caso, coincide con el de al menos tres religiones (tres religiones del Libro): la judía, la cristiana y la musulmana.
Guénon es bastante explícito al respecto: "existe una <> por excelencia, prototipo de todas las demás, centro espiritual al cual todos los demás centros están subordinados, sede de la Tradición primordial de la que todas las tradiciones particulares se derivan por adaptación a tales o cuales condiciones definidas, que son las de un pueblo o una época" (6).
El centro - papel que desempeña efectivamente un lugar como Jerusalem - dirá relación con el Principio, siendo por tanto una imagen de éste (7).
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Pero los templarios no sólo habrían sido custodios de Tierra Santa, sino además los promotores de un intercambio entre Oriente y Occidente; es decir, los intermediarios de una sabiduría perenne que brillaba con fuerza en Oriente. La desaparición de la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo, será según Guénon el hecho que distingue el alejamiento de Occidente con la Tradición.
Es interesante destacar como luego del infame proceso que se urdió en contra de los caballeros templarios, una serie de hechos nefastos para Occidente irán desenvolviéndose. Cada vez se hará más lejana la unidad espiritual del continente europeo, como la potestad religiosa se irá difuminando. Los cristianos se dividirán y el racionalismo empezará a infiltrarse en los monasterios y otros centros de saber.
Pero no se crea que con la caída de los templarios el esoterismo cristiano desaparece (8). Perdura en forma débil dentro de algunos miembros de la jerarquía eclesiástica, y con más nitidez y especialmente en agrupaciones como la masonería (la cual con el tiempo se irá desviando de su carácter inicial propiamente hermético-cristiano), en el trabajo de los alquimistas, en los rosacruces. Sin embargo, es verdad que jamás habrá una orden de carácter sacerdotal y militar a la vez, como fue la de los templarios, hermosa expresión de la unidad en la dualidad.
Y acerca de este último aspecto plasmaremos unas notas.
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Un tercer carácter que define lo que llamamos función primordial templaria, y que se encuentra muy ligado al anterior, por tratarse de un papel mediador lo constituye el ser una orden de monjes-guerreros.
Tanto la Regla Primitiva como el Liber ad milites templi. De laude novae militiae (9) dan cuenta de un hecho novedoso en materia cristiana, y es la existencia de una orden militar y sacerdotal a la vez.
Esta dualidad misteriosa, sin embargo, puede encontrar algunos antecedentes en otras sociedades tradicionales. Así, por ejemplo, en la antigua Persia o en la China imperial, donde el rey era también sumo sacerdote. Poder espiritual y poder temporal iban unidos y no podía concebirse una especie de contradicción entre ambos.
El simbolismo dual - que, sin embargo, no es óbice a una interpretación trina (10) - se encuentra relacionado con el esoterismo templario. Véase por ejemplo la vestimenta (la cruz roja sobre el blanco), el beaucéant o baussant, etc. El famoso sello templario donde dos caballeros cabalgan un mismo corcel (sigillum templi) no es otra cosa que expresión de esta unidad. No sólo se trata dicha imagen de una evocación de la pobreza - como muchos creen - sino ante todo de la plenitud de ambas potestades (sacerdotal y militar), característica exclusiva y excluyente de la Orden del Temple en la Cristiandad medioeval.
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Como podrá haberse apreciado, cada uno de los puntos analizados en torno a la función primordial del Temple puede ser materia de extensos estudios. Dado que no podemos extendernos más en esta oportunidad, esperamos haber entregado una orientación sobre la misión primordial de los templarios, a la vez que recomendar la lectura de un autor tan instructivo como René Guénon, cuya opinión en esta materia como en otras puede sernos útil. Con estas pautas nuestro lector podrá continuar indagando en dicha Orden, sin perder de vista lo esencial de lo accesorio, lo verídico de lo irreal.
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